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Una noche con Javier

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La noche había llegado al fin y con ella el tiempo verlo nuevamente se aproximaba. Javier llegó puntualmente a las 9 de la noche como había anunciado. Lo recibí formalmente tal como siempre lo hacía en las puertas de mi casa. Pero al cerrarse la puerta cerré su boca con un beso largo, tierno , apasionado. Un beso en el cual nuestras lenguas se fundían, se enredaban y volvían a desenredarse para unirse nuevamente. Mis manos jugaban con su largo cabello, suave, sedoso.

Mis dedos capturaban cada centímetro de esa suavidad causando cosquillas en la parte interna de mis dedos. Todo mi cuerpo respondía al placer de besarlo. Mis manos se deslizaban por su cuello, por su pecho. Mis manos recorrían todo lo que podían, todo el lugar accesible a ellas. Mi boca se escapó de su boca hundiéndose en su cuello, dándole suaves besos y pequeños mordiscos como si marcaran el camino hacia la conquista de un nuevo territorio.

Comenzó a desprenderme la blusa dejando entrever mis senos y sus signos evidentes de excitación. Mis senos estaban muy duros, más firmes, mis pezones erectos apuntaban a el. Cuando quitó el sostén pudo verlos rosados casi rojos , duros y apetecibles de ser mordidos suavemente. Era como si sintiera un suave aroma afrodisíaco algo que hacía que su boca fuera hacia ellos. El contacto de su boca con mi pezón causó una corriente eléctrica que recorrió toda mi espalda como una picana.

Su lengua comenzó a formar círculos concéntricos en el pezón. Poco a poco se fue apoderando de mis senos, su boca casi los engullía, sus mordiscos estremecían todo mi cuerpo. En el medio de todo este placer casi indescriptible abandonó su boca de ellos y el lugar lo ocuparon sus dedos realizando movimientos, presionándolos. Utilizó su lengua como un látigo provocando olas de placer en mi vientre. De mi boca sólo se desprendían gemidos, cada vez más fuertes. Mi boca parecía pronunciar un lenguaje extraño, palabras cortadas y gemidos ante la cantidad de caricias a las que él me sometía.

De pronto sus caricias cesaron y me miró fijamente dirigiendo su vista a mi monte de Venus. Entendí perfectamente que sucedería. Me terminó de desnudar y llevó su lengua hasta mi vagina y la lleno de besos suaves, tiernos y luego comenzó abrir mi vagina con sus dedos que encontraron un terrero tremendamente mojado y deseoso de ser explorado. Hundió sus dedos en mi vagina y de mi boca surgió un gemido fuerte y profundo. Sus manos acariciaban mis piernas mis rodillas, mi cola. Su visión del lugar era espectacular, podía divisar sus tres dedos ingresando a mi v agina, saliendo empapados de una sustancia viscosa que luego pude degustar ya que coloco sus dedos plagados de mis jugos en mi boca. Era un deleite beberlo y más de sus propios dedos. Mis jugos sabían dulces, exquisitos.

Sus manos se repartían el territorio entre mi vagina y mi cola. Suavemente acercaba su mano a mi cola y toda mi espalda de arqueaba de placer. Mis dedos recorrían toda su espalda, la exploraban y sujetaban como queriéndolo capturar. Estuve largo rato disfrutando de sus caricias hasta que envuelta en un placer casi inexplicable le pedí:" Chupame la concha por favor".Inmediatamente se hundió en ella y su boca se empalagó de mí..Su lengua penetraba lo más adentro posible y cuando salía de mi se dedicaba a dar pequeños golpecitos en mi clítoris. Creía que iba a enloquecer de placer. Lo azotaba más y más fuerte como castigándolo por estar ahí, tan excitado, tan duro, tan deseable. Mientras mi clítoris era sometido a tremendo cúmulo de caricias, mi cuerpo empezó a temblar y estalle en gritos en un orgasmo espectacular que empapó su cara con mis jugos.

No paró ni un segundo de castigar mi clítoris con sus caricias y me dijo "Subite a mi". Gustosa me subí a su cuerpo. Adoraba esta posición una de las que me causaba más placer. Sentir toda su pija dentro de mí penetrándome, invadiéndome y ser yo misma la que decido cuanto me penetra, tener el control de la situación. Me acomodo encima de él sintiendo su pija dura, excitadísima, caliente dentro de mi concha y comienzo a cabalgarlo sin quitarle un segundo la vista de encima. Lo miro fijamente, con una mirada que algunos hombres han descrito como fuera de sí, que marca, el grado de pasión en el que me sumo..Coloco sus manos en mis caderas y el empieza a empujar mi concha contra su pija a medida de que lo voy cabalgando.

La penetración se hace más fuerte, mas profunda, acelero mis movimientos y lo cabalgo mucho más rápido viendo además como su respiración se acelera, sintiendo como sus músculos se contraen y empujan su riquísima pija dentro de mí. Entre movimiento y movimiento estallé nuevamente en otro orgasmo que lo mojo su pene, sus vellos púbico y me hizo desplomarse en su pecho.

Sólo fue un segundo porque enseguida me dijo que no lo dejara así y volví a colocarme encima de él. Comenzó a penetrarme más y más rápido, ahora podía sentir sus huevos golpear contra mi concha, produciendo un ruido, un chasquido electrizante. Por momentos soltaba sus manos de mis caderas y se dedicaba a torturar mis pezones con pellizcos que me hacían salir de este mundo y producir gemidos muy intensos. No podía parar de moverme, ahora sólo una idea invadía mi mente y era la que su leche invadiera mi concha, que su leche caliente quemara mi ser, el poder saborearla, degustarla, hacerla mía otra vez como tantas otras noches. Javier sabía perfectamente mis movimientos y sabía que a esa altura podría hacer lo que quisiera conmigo y fue así que sin previo aviso ni insinuación metió un dedo en mi culo.

Un grito salió de mi boca y entonces el comenzó a meterlo más y más fuerte dentro de mi culo y susurrando palabras en mis oídos. Entonces en medio de todas esas sensaciones pude sentir como su pija se contraía y como un orgasmo era evidente y no se dejo esperar. Ya había retardado el orgasmo voluntariamente unas cuatro veces mientras lo cabalgaba pero esta vez lo dejaría llegar y me llenaría de su leche. Sólo unos segundos después me grito " ayyy bebé" y sentí los chorros de leche caliente dentro de mi concha y como resbalaban mojando toda mis piernas y las suyas. Inmediatamente y casi instintivamente introduje un dedo en mi concha y lo saqué lleno de leche la cual me lleve a la boca sin dejar de mirarlo. Ummm, sabía riquísima y luego repetí el procedimiento y le dí de probar su propia leche.¡Cómo me excitaba eso!.

Estaba agotado y salí de el, se tendió en la cama casi sin fuerzas. Todavía me quedaba energía y procedí con algo que me fascinaba y era limpiar toda su pija de su leche mezclada con mis propios jugos, la bebida más sabrosa de todas. Luego de un rato en esta tarea su pija se puso durísima otra vez y como imaginaran estuvimos cogiendo toda la noche.

(9,00)