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Visito Ciudad de México para ser dominada
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Este es el primer relato de uno de tantos en los que iré relatando las experiencias que he tenido con mi compañero de vida. Henry.

Lo conocí en la preparatoria yo 16, él 15, vivíamos en una ciudad chica pero muy linda, ese tipo de lugares en los que todos se conocen, en el que no hay tal cosa como el anonimato, lo que en ocasiones es bueno (si quieres ser político) o malo (si eres una puta como yo). Al principio me caía muy mal, era un tipo arrogante, pesado, con un humor negro, popular, con una sonrisa que encantaría a cualquiera (gracias a que es un descendiente de los esclavos de la isla "La Española") una gran labia y una insuperable habilidad para hacer amigos y enemigos. De ese tipo de personas magnéticas, un imán de polo negativo que siempre atrae lo positivo y repele a sus iguales.

Naturalmente me atrajo, un tiempo fue novio de una amiga cercana, posteriormente nos volvimos mejores amigos y mucho tiempo después, tras una serie de afortunados y desafortunados eventos, formalizamos nuestra relación que continúa aún después de haber finalizado nuestros estudios universitarios.

Una de las virtudes de Henry, quizá la mejor de ellas, lo llevó a volverse un muy buen abogado y en la búsqueda de la realización profesional migró hacia la Ciudad de México, para probarse a si mismo que podía codearse con los mejores. Cosa que puso a prueba nuestra relación, pero como dice la canción de los Auténticos Decadentes, juntos hemos pasado más de un temporal.

Tenía más de dos meses sin verlo, lo extrañaba muchísimo. Todos mis juguetes sexuales no satisfacían mis necesidades, necesitaba ser azotada, amarrada, penetrada, asfixiada, amordazada y demás.

Necesitaba que me trataran como una perrita, o mejor dicho, como la puta que soy, como la putita en que me convirtió. Así que un fin de semana, de esos que en México llamamos puente, tomé mis maletas y fui a visitarlo para que me dominara.

Estuve cuatro días con él, y ninguno de ellos me había cogido como a mi me gusta. Comencé a enfadarme, evidentemente, había traído todo mi kit sado para nada. Se aproximaba la hora para mi retorno y Henry todavía no me había culeado de la forma en que me había fanatizado, al fin que me di por resignada y me quite la ropa quedándome sólo en ropa interior para irme a bañar, me cubrí con la toalla para salir del cuarto y Henry se me acercó con su mirada de coqueto y travieso que me derrite, tal que me retiró la toalla y me empezó a besar. Y al fin, con su voz de autoridad comenzó mi sumisión.

-ponte de rodillas

– si amo

Saco el collar de una de las maletas y me lo colocó, me amordazó y me ordenó ponerme en cuatro. Yo obedecí sin dudarlo por un segundo y comenzó a tocarme el culo, estaba acostada sobre sus piernas, como una chiquilla a la que están a punto de castigar, de repente sentí algo muy húmedo cerca de mi ano… me había puesto lubricante y ya sabía hacia donde iba a tomar rumbo lo que seguía, justo lo que quería.

Comenzó a latiguearme y yo expresaba mi placer a través de gemidos. Comencé a sentir como con sus dedos abría mi culo, el pionero en la excursión fue abriendo paso al segundo y este al tercero… no sabía que me podían meter 3 dedos por ahí, pero estaba tan excitada que solo quería que siguiera. Tenía mucho tiempo que no me cogía por el culo, el cual estaba muy estrecho y me encantó como me fue emputeciendo, me decía:

-mmm mira como se abre tu culo, ¿entrará otro dedo? A ver, mmm que putita, sí te entró. Te entrarán tres dedos? Mmm…

Con sus tres dedos dentro de mi culo podría asegurar que mis gemidos atravesaban las paredes del cuarto y cuando consideró que ya estaba muy dilatado acercó la punta de su pene a mi culo y empezó a introducirlo lentamente. Mis gemidos comenzaban a aumentar paulatinamente, luego me pidió que yo solita me cogiera y comencé a balancearme hacia delante y hacia atrás, despacio y conforme mi culo se acoplaba a su rica verga aumentaba el ritmo.

Luego insertó la correa al collar y me llevó en cuatro como toda una puta perra hacia la puerta que da acceso a la terraza. Me pidió pararme frente a la pared e inclinarme de tal forma que me pudiera seguir cogiendo por el culo y a la vez que los vecinos de los departamentos de enfrente pudieran ver lo puta que soy. Lo hizo sin piedad y casi llegando al orgasmo empecé a sentir como una lágrima estaba a punto de escurrir por mi mejilla, no podía más estaba cerca de venirme y la lágrima se desprendió.

Era demasiado el placer y no cesaba el ritmo, las lágrimas comenzaron a salir una tras otra pero no era de dolor, era el placer que no podía expresarlo mediante gemidos ya que ni siquiera me salía la voz para poder agradecerle a mi amo, la respiración se me cortaba. Después de un buen rato dándome por el culo me llevo en cuatro hacía la cama, me acostó boca abajo y me colocó el antifaz.

Me dijo que iría por una roomie y yo en ese momento sentí un poco de enojo pero tampoco me desagradó tanto la idea [en los siguientes relatos sabrán por qué]. Me prohibió moverme mientras se iba por la chica pero sin saber que era mentira y que nunca se fue, yo desobedecí a su orden y me quite el antifaz con la finalidad de acomodármelo y como era de esperarse comenzó a latiguearme.

Me colocó las muñequeras y me acerco a la cabecera de la cama donde me amarró y comenzó a cogerme por la vagina, en mi posición favorita, en perrita. Bombeo muy duro y para entonces ya había perdido la cuenta de cuántos orgasmos había tenido, incrementó su ritmo hasta que se corrió dentro de mi.

… El tiempo apremiaba… tenía que tomar un avión… hubiera querido quedarme y seguir siendo dominada por él… ¿dios por qué todo lo bueno tiene que acabar?

Con el culo destrozado me dirigí al aeropuerto, con sentimientos encontrados. Feliz por sentirme dominada, triste por alejarme temporalmente de mi amo.

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