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Me haces cornudo, pero sé que me amas con pasión

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Por eso él llama y tú bajas de inmediato. Pareces nerviosa, como una colegiala en su primera cita. Y me he asomado a la venta y te he visto morreándote con él en un banco del parque. Pasa con el coche, para en la acera y te llama. Y tú bajas en el acto. Ya no os escondéis e incluso folláis en el parque, en público, porque da igual: todos en el barrio saben que tienes amante (casado) y que follas con él. Y que yo soy un cornudo consentidor.

Porque lo soy. Porque un marido jamás le besa y lame el coño a su mujer mientras folla con otro, como hago yo. O le lame el culo a su mujer mientras tiene otra polla en el coño. O incluso le lame la polla a su amante para que se excite más y se folle mejor a su mujer. Yo lo hago. Soy un cornudo, lo sé, pero un cornudo feliz. Porque te amo tanto que me muero por consentirte, por dártelo todo, por hacerte feliz. Mi placer es ver que tú lo tienes, aunque sea con otro.

Por eso no me importa que me prepares para él, que me hagas llevar braguitas, que me pintes las uñas y me lleves a la manicura. Quieres que esté femenina para él con el propósito de que él se sienta más macho, más hombre, al ver que la mujer que se folla tiene dominado y feminizado a su marido. Que lo ha convertido en su puta sumisa. Eso los excita y te follan más y mejor. Y eso es lo importante: que estés bien follada. Y seas feliz.

Y por eso, cuando saca su polla de su coño, me llamas para que te atienda, para que te limpie el coño y te lo deje dispuesto para un nuevo polvo. Y lo hago. Meto mi lengua en tu coño y lamo el sabor y el licor de tu excitación, mezclado con el semen de su polla. Al principio me daba mucho asco. Ahora no.

Sobre todo desde que decidiste que querías hacerlo feliz; que  querías que él gozara más porque tú placer es ver que tu amante lo tiene. Así que después de follarte a ti, de dejarte rendida y ahíta de placer, coges su polla y la metes en mi culo. Le suplicas que me folle. Y él lo hace. Se folla también al marido cornudo de la mujer que se folla. No puede haber más humillación para mi y mayor placer para los dos. Por eso se me pone durita y gozo. Me encula tu amante y disfruto al verte feliz.

No sé si soy maricón. Tú dices que no, que soy un marido que ama a su mujer y que es un poco masoca. Sólo eso. No le hacemos daño a nadie, me sueles decir. Y es verdad. Yo sería el único de los tres que podría sufrir y no lo hago. Todo lo contrario. Disfruto como una perra. Eso me dices, mientras miras como tu amante me folla como una putita y tú me excitas al señalar que tengo una pollita si la comparamos con la de tu amante. Y es verdad. Lo suyo es un pollón y lo mío una pollita. Por eso él me folla y yo me muestro sumisa y puta, muy puta. Y más que lo seré, amor mío. Sólo quiero verte feliz, mi vida. Te amo tanto que no me importa ser la puta del hombre que me hace cornudo.

 

(9,20)