Le sentí cuando se levantó, puntual como siempre y con cuidado para no despertarme. Sentí serios remordimientos cuando cerró la puerta del baño para ducharse, no le había permitido hacerlo a la noche y ahora me arrepentía. Después de vestirse se acercó a la cama y me dio un leve beso en la frente pasándome el dorso de la mano por la mejilla. Abrí los ojos para que viera que estaba despierto.
-Lo siento gatito, no quería apartarte de tus sueños, sonreías por el bonito sueño que tenías.
-¡Oh! Mi Álvaro. -se sentó en la cama y volvió a darme un beso.
-Prepara el equipaje, hoy volveré antes. -quisiera haberle sujetado, la verdad es que me pasaba lo mismo cada día que estaba despierto cuando marchaba.
-Pablo vendrá a comer y estaremos esperándote.
La mañana transcurría lenta pero entretenida, escogiendo la ropa que llevaría. Una chica me ayudaba a colocarla en dos pequeñas maletas trolley, como me había aconsejado Álvaro, cogí varias prendas de abrigo para poder pasear por la calle sin temor al frío, un gorro de lana largo para tapar las orejas, tipo visera, y guantes haciendo juego.
La muchacha nos metió en el neceser dos cepillos dentales sin estrenar, y por último repasé la lista donde había apuntado todo que pensaba que necesitaría. No olvidé coger alguna crema de cara, los productos de higiene y geles anales dilatantes, tenía que ir preparado para lo que pudiera suceder.
Me sentía algo nervioso y expectante, también ilusionado por el viaje y nuestra primera convivencia juntos los tres, cuando terminé con mi trabajo bajé para estar con don Mateo al que no encontré, pero si a Victoria.
-¿Has escuchado el parte metereológico? Encontraréis nieve en las montañas. -lo había escuchado, pero también hablaban de que las máquinas quitanieves estaban dispuestas para intervenir y que la autopista al mar no quedara bloqueada.
-No creo que haya muchos problemas, tienen los servicios preparados y Álvaro quiere dejar el trabajo después de comer para salir temprano. Espero que Pablo venga pronto para esperarle.
Terminó de pasar la mañana y a la hora de comer llegó Pablo, le traía su tío, y a pesar del frío salí a la calle para recibirles. En ese momento llegaba también don Mateo y se quedaron saludándose, Pablo y yo nos metimos en la casa.
Dejó su maleta en la entrada y pasamos al salón para sentarnos delante de la chimenea encendida, colocó las manos cerca del fuego y se las restregó para calentárselas.
-Hace un frío de mil diablos, esperemos que en la costa no sea así. -aproveché el momento para hablarle de lo que me dijo Alvaro, sobre las clases que querían que impartiese a los jornaleros.
-Don Ernesto me lo ha comentado y no creo que te suponga mucho trabajo, pero lo importante son tus estudios, Eliseo puede recogerte, llevarte y traerte haciéndote de chófer hasta que te examines y te den la licencia.
Eliso entró en la casa con don Mateo para despedirse de su sobrino y de mi.
-Tratar bien a Ángel y divertiros pero traernos sano al muchacho. -hablaba entre risas a Pablo, al abrazarme me acarició la cintura bajando hasta las nalgas con sus rudas manos, deseé que ninguno se hubiera dado cuenta.
Como había prometido, Álvaro estaba en casa para las cuatro de la tarde y fue una despedida corta y rápida la que tuvimos con sus padres y en pocos minutos cogíamos la autopista. El cielo estaba plomizo pero no nevaba.
Mis dos chicos se colocaron delante y dejaron todo el espacio de atrás para mi, al principio mantuvimos una conversación los tres, pero dejé de participar al tener que estar abrazado al asiento delantero, desde mi lugar los observaba, también ellos lo hacían, Álvaro como conductor por el espejo retrovisor, y Pablo bajó el parasol de su lado para mirarme a través del espejo de cortesía.
Pablo y yo no conocíamos la ciudad donde íbamos y Álvaro se esforzaba en hablarnos de ella, la conocía por haberla visitado en muchas ocasiones, cuando estudiaba medicina en otra ciudad cercana.
Cuando llegamos al puerto de montaña comenzaron a caer algunos copos de nieve que no llegaban a cuajar en al asfalto mojado. No íbamos a tener problemas y Pablo me pidió que les cantara una canción, o que la iniciara para hacerlo entre los tres.
Tuvimos bastante tráfico que dificultaba la llega hasta el hotel y las calles aparecían llenas de automóviles, y publico recorriendo las tiendas. Al ser una ciudad turística y cercana a la frontera francesa, había muchos desplazamientos para pasar el fin de semana. No dejaba de mirar el bullicio de las calles iluminados para la Navidad, curioso al ver tanta gente caminando.
Dejamos el automóvil en el parking subterráneo y en quince minutos podíamos abrir la puerta de nuestra suite. Despedimos al hombre que nos subía las maletas, y al entrar Pablo le pasó el brazo por los hombros a su amigo y lo llevó hasta la puerta que comunicaba con la sala dejando salir un silbido de asombro.
-Los médicos tenéis que ganar un montón de pasta, ¡joder, vaya pasada! -y tenía razón la suite la componía el dormitorio con su baño, la sala de estar y un amplio hall. Lo que más llamó mi atención fue la inmensa cama de que disponíamos, era más ancha que larga, pero mientras Pablo se tiraba encima de ella yo me asomé a una de las ventanas.
Aunque aún no era muy tarde había anochecido, el paseo marítimo que discurría entre la fachada del hotel y la playa en forma de luna, estaba profusamente iluminado de una extremo al otro, la luz de las farolas dejaban ver las gotas de agua congelada que caían en forma de nieve.
-¿Te gusta? -sentí las manos de Álvaro abrazando mi talle y me recosté hacía atrás sobre él.
-Es precioso. -se inclinó y me besó en el cuello.
-Tenéis que prepararos para el frío, vamos a salir a la parte vieja de la ciudad para que veáis el ambiente y cenar. Es el mejor lugar para estar a estas horas y participar de la fiesta.
Pablo se había levantado de la cama y permanecía a nuestro lado contemplando el nocturno paisaje, con la sombra de la pequeña isla en el centro de la bahía, pasé el brazo por la cintura de los dos chicos y los apreté a mi cuerpo.
En la parte vieja de la ciudad y muy cerca del hotel, el publico se aglomeraba en los bares cobijados en los soportales de una plaza cuadrada. Entramos en el primero y Álvaro se acercó con dificultad a la barra para pedir una bebida, yo tomé un vino dulce que picaba la garganta por el excesivo dulzor.
La numerosa gente hablaba en voz muy alta, casi a gritos, pero el ambiente alegre y de fiesta animaba a meterse en la algarabía explosiva y desenfadada. Lo mismo hicimos en el bar siguiente y mi estómago ya protestaba pidiendo algo sólido aunque no sentía hambre.
Entramos en uno más amplio pero también repleto de público, desde la barra Pablo vio una mesa que se liberaba en aquel momento.
-Ángel ocúpala antes de que nos la quiten, Álvaro y yo pediremos las consumiciones. -caminé hacía la mesa, y justo cuando llegaba, lo hacía a su vez otro muchacho, nos quedamos los dos sujetando el respaldo de la silla que teníamos mas cercana y nos miramos.
El chico era moreno, alto y delgado, nos habíamos quedado paralizados, congelados por la sorpresa, él dejó escapar una risa y soltó la silla que sujetaba.
-Creo que has llegado primero. -me causo gracia que cediera su derecho tan fácilmente y me reí con él, la verdad era que los dos había llegado al mismo tiempo.
-No, lo hemos hecho a la vez.
-Entonces la partiremos por la mitad para no discutir. -volví a soltar la carcajada, más que por sus palabras por la cara que ponía. Me alargó la mano.
-Markel, ya somos amigos y podemos compartirla. -apreté su mano y él me la sujetó entre las dos suyas.
-Ángel, y lo siento pero mis amigos están en la barra. -miré hacia donde estaban mis chicos y él siguió mi mirada.
-También yo tengo compañía pero podemos acercar una silla, uno más en la mesa no será problema. -me miraba rogándome que le aprobara lo que sugería.
-De acuerdo compartiremos la mesa. -sonrió como si le hubiera tocado la lotería y en parte así era.
-Voy a buscar a Lorea. -se alejó hacia el otro extremo de la barra y llegó donde una chica monísima y morena como él, hablaban y le señalaba la mesa donde yo estaba.
Mis amigos llegaron a la mesa cargados de platos, habían pedido para cenar una selección de pintxos y una botella de vino elegida por Pablo, encontraron en el bar uno de los vinos que producían en la bodega de don Ernesto. Dos segundos después llegaba Markel con la chica.
Pasamos unos minutos haciendo las presentaciones y explicando el motivo de compartir la mesa con ellos. Lorea era su hermana, y sí que se parecían. Estaban allí para pasar el fin de semana igual que nosotros y venían de la ciudad donde Álvaro había estudiado medicina. Enseguida comenzaron a hablar sobre ella. Les escuchábamos mientras íbamos comiendo y a veces Lorea intervenía en la charla puntualizando detalles que Markel y Álvaro celebraban riendo.
Permanecimos más de dos horas a su lado, resultaban agradables y Álvaro les hacía muchas preguntas referidas al lugar donde vivían. A pesar de que estábamos muy bien en su compañía nos teníamos que retirar a dormir para el día siguiente poder conocer la ciudad. Como ellos se hospedaban en otro hotel nos teníamos que despedir y empezaron a intercambiar los números de teléfono.
En la calle seguía nevando pero en poca cantidad y no resultaba molesto, me coloqué los guantes y nos despedimos en la puerta del bar, Lorea nos besó a todos como si nos conociera de toda su vida.
A pesar de lo abrigado que estaba sentía frío y como el hotel estaba cerca nos fuimos andando ya que en ese momento no llovía, en un momento tenía a Pablo pasando su brazo por mis hombros dándome calor.
Álvaro estuvo hablando en recepción un momento mientras le esperábamos en la puerta del ascensor, la temperatura del hotel era agradable tirando a caliente por el contraste con la de la calle y me quité los guantes, Pablo me cogió una mano y me la besó.
-La tienes fría a pesar de los guantes. -y ya subimos los tres.
-¿Qué os han parecido nuestros nuevos amigos? -Pablo nos hablaba mientras se quitaba el jersey cerrado que aún llevaba puesto.
-Agradables, ¿te fijaste como miraba Markel a Ángel? -miré a Álvaro, se había quedado en camisa y se sentaba en una butaca al lado de Pablo.
-Nuestro muñeco le ha gustado, y eso que no tenía aspecto de gay.
-Vosotros tampoco lo parecéis. -me senté entre los dos y Pablo dejó el mando de la televisión con el que jugaba para abrazarme y darme un beso en los labios.
-Eres tú que tienes algo especial que atrae y no hace falta ser homosexual, con sentir la belleza es bastante. -era una de las pocas veces que podía escuchar a Pablo decir cosas tan bonitas.
-¡Ohh! Pablo, me gusta cuando me hablas así. -nos habíamos entretenido en nuestros besos sin prestar atención a Álvaro y entonces llamaron a la puerta.
Álvaro se levantó para ir a abrirla, llegaba un camarero con un carrito conteniendo un cubo con su botella de champán y varias copas altas.
-Déjelo sobre la mesa. -el hombre lo dispuso como le ordenó y se retiró.
-¿Qué es esto? -Pablo se levantó y cogió la botella.
-Vamos a celebrar el inicio de nuestra convivencia, si no os parece mal. -Pablo sirvió la bebida en tres de las copas y de pié Álvaro hizo el brindis.
-¡Porque nunca nos separemos y nos sepamos soportar¡ -pensé que me iba a poner a llorar, llevé la copa los labios y sentí el burbujeo de la bebida en la nariz.
-Por mis dos maravillosos hombres. -les ofrecí mis labios y los dos me dieron un tierno beso, el de Pablo se alargó.
-Estas precioso pequeño. -me abrazaba contra él empinándome cogido por las nalgas, Álvaro es de mi estatura y un poco más, pero Pablo a nuestro lado sobresale por más de quince centímetros y ser más ancho. Respondí a sus besos hasta que sentí las manos de Álvaro empujándonos hacía la habitación dormitorio y Pablo me llevó sin despegar nuestros labios.
Me depositó sobre la cama y cayó sobre mi, entonces enrosqué las piernas en su cintura sin permitirle separarse. Me seguía besando y a veces veía a Álvaro a nuestro lado sin intervenir, hasta que sentí sus manos desabrocharme el pantalón para írmelo retirando.
Pablo se levantó y le ayudó a quitarme la ropa, los dos iban despacio mirándome y depositando sus labios sobre mi piel hasta dejarme desnudo ante ellos.
Al sentirme así observado sentí cierto pudor y me llevo las manos a la polla para intentar ocultarla a su mirada, Pablo me aparto las manos sin mucho esfuerzo.
-Así no pequeño, eres nuestro y queremos verte. -Álvaro se estaba desnudando sin dejar de obsérvanos, y como ahora Pablo me acariciaba las tetillas pasando las manos desde el cuello hasta las oscuras aureolas poniéndome los pezones erectos. Cerré los ojos y dejé que me acariciara centrándome en sentir los dedos pasándome por la piel.
El lugar de Pablo lo ocupó Álvaro y abrí los ojos, estaba arrodillado a mi costado, con la cabeza bajada sobre mi pecho y su lengua comenzó a jugar con mis tetillas. Mi otro amante se quitaba la ropa hasta quedar también desnudo y se colocó al lado de Álvaro.
Uno se ocupaba de mis tetillas y el otro me pasaba los labios por el abdomen hasta llegar a mi ombligo y comenzó a lamerlo. Resultaba increíblemente hermoso sentir las bocas de aquellos dos hombres saboreándome la piel hasta lograr que mi polla empezara a crecer. Giré la cabeza, las vergas de mis dos machos estaban a medio reposo y alargue la mano de ese costado para coger la de Álvaro, se la comencé a acariciar y respondía creciendo y aumentando de tamaño.
La polla de Pablo se desarrollaba despacio ella sola, no podía compararlas porque en tamaño ganaba la de Pablo por goleada, pero la de Álvaro era el colmo de la belleza hecha verga, tiré de su pierna para que se acercara y poder llegar con la lengua a su rosado y perfecto falo.
Podía sentir la boca de Pablo besando y mordiéndome la verga mientras Álvaro se retorcía hacia atrás para llenarme la boca con su mojada polla.
Me habían colocado arrodillado, delante de mi estaba Pablo con su gran verga apuntado a mi boca, y por atrás tenía a Álvaro abriéndome las nalgas para llegar con la boca a mi ano. Pablo me acerco su pene hasta que el glande llegó a mis labios y se lo lamí para recoger los jugos que le salían.
Gemía a pesar de tener la boca llena con la verga de Pablo, cuando mi amante atacó mi ano intentando meterme la lengua.
-¡Ahh!, me muerdes la polla. -gritó Pablo cuando contraje el cuerpo al sentir la verga de Álvaro meterse en mi hambriento culo. Me había cogido desprevenido y sentía su polla avanzar por mi recto.
Tuve que dejar de mamarle la polla y se la empecé a masturbar sintiendo la lenta cogida que mi otro amante me daba por el culo, a veces podía lamerle los testículos, pero sobre todo envolverme la cara en los negros pelos del pubis disfrutando la verga que corría por mi vientre.
Sorpresivamente me sacó la polla y se dejó caer sobre mi espalda besándomela y volví a comerme la verga de Pablo. Álvaro se colocó a mi lado mirando como mamaba la polla de su amigo, me la saqué y con un gesto se la ofrecí inconscientemente, él miraba la enorme polla de Pablo indeciso y miré a Pablo, este nos observaba desde arriba.
-Prueba, está rica. -incliné ligeramente la verga hacia él y con timidez cogió el pene y acercó la cara, lo olió primero y luego sacó la lengua pasándola por la corona del glande.
Para mi resultaba asombroso y tremendamente tierno comprobar la timidez que mostraba, Un chico que me llevaba nueve años, reaccionaba como un niño ante lo desconocido pero deseado, lentamente fue abriendo la boca y abrazando con las labios el capullo hasta tenerlo completo en la boca.
Chupábamos sin descanso aquella carne caliente que nos encantaba hasta que Pablo, a punto de correrse, se apartó dejándonos sin nuestro juguete. Seguíamos de rodillas y abracé el cuello de Álvaro para besarle y dejar que el me metiera la lengua, nuestras bocas sabían a la verga que terminábamos de comernos.
-Me gusta el sabor de tu boca, sabe a la verga de Pablo. -Álvaro saco una risita mientras sentía que Palbo tiraba de mis caderas arrastrándome hasta el borde la cama.
-Ven Álvaro, fóllalo en esta postura. -mi hombre bajo de la cama y se puso al lado de su amigo, me sujetaba de la cintura para sacar más mi culo y volvió a introducirme la polla.
-¡Ummmm!, me gusta. -gemí cuando sentí sus huevos golpeando los míos.
Poco después se volvió a salir para tomar su lugar Pablo, así me follaban los dos alternándose, cuando uno se cansaba el otro ocupaba su lugar en una follada larga, y el que no me follaba el culo me tocaba la polla pero evitando que llegara a correrme y teniéndome siempre al límite.
-¡Me corro, ya me viene! ¡Ohhh! que gusto Dios. -Álvaro descargó la tensión apretándome contra él con todo el rabo metido en mi ano, y comenzó a eyacular dejándome el culo lleno de semen. Sentía como disparaba los latigazos de leche y se le endurecía la verga cada vez que un golpe de leche le salía.
Terminó de vaciarse y al sacar la polla de mi culo sentí la de Pablo entrando invasiva, ocupando el lugar que acababa de dejar mi otro amante vacío.
-¡Ahhh! Has dejado su culito chorreando y abierto, es una delicia follarlo. -Álvaro había colocado la cabeza debajo de mi estómago y me lamía el glande de la polla.
Me sentía embriagado de placer, totalmente satisfecho con la gran verga de Pablo dándome por el culo, y la boca de Álvaro comiéndome la pija. No podía aguantar mucho más y le advertí a Álvaro por si deseaba retirarse o que le dejara el semen en la boca.
-Me voy Álvaro. -pero siguió mamando hasta que eyaculé dentro de su boca. A la vez sentía a Pablo aumentar la velocidad de la follada y como estrellaba la pelvis en mi culo al entrar totalmente en él con golpes secos.
Empezó a descargarse cuando yo terminaba de hacerlo, gritábamos los dos como animales en celo que terminan de satisfacer sus instintos.
Quedamos acoplados un minuto, yo con la polla dentro de la boca de Álvaro y Pablo clavado en mi culo. Aplastaba la cabeza de Álvaro y no podía levantarme soportando el peso en mi espalda de Pablo hasta que éste fue sacando su polla y se tumbó al lado de Álvaro jadeando.
-Ha resultado grandioso, la primera vez que follamos juntos y ha sido de lo mejor. -Álvaro, tendido boca abajo y con la cara pegada a la mía me besaba tiernamente. No me quería mover para que el semen que tenía dentro no manchara la cama.
Miré por encima de él para buscar a Pablo. Estaba al lado de Álvaro y se arrimó hasta quedar pegado a él, le teníamos emparedado entre los dos, Pablo alargó la mano para llegar a mi y como no podía la dejo caer sobre el trasero de Álvaro, miré como se lo acariciaba y a Álvaro ponerse en tensión.
Aproximé la boca a la suya y le di un profundo beso.
-No pasa nada, solo te acaricia el trasero. -me aparté y le vi sonriéndome.
-Tengo un capricho Álvaro. -pasó el brazo por mi espalda y me susurró al oido.
-¿Cuál es gatito? Hoy no te puedo negar nada.
-Quiero que Pablo te la meta, junto conmigo, a la vez, que nos tengas a los dos dentro de ti. -no esperaba que se pusiera a reír.
-Gatito travieso, mi culo no aguantaría, solo te he tenido a ti dentro y mira la diferencia de vergas. Con las dos me romperíais. -no dejaba de reír lo mismo que Pablo pero ya no se oponía a que su amigo le tocara y acariciara el culo, y le veía abrir las piernas para dejarle que llegara con los dedos hasta su ano.
-No, no vamos a romperte nada Álvaro, tu lo deseas también y nunca te atreviste a pedírselo. -le vi que se ponía rojo lo que hacía verle delicioso. Pablo se colocó sobre él, le abrió las piernas y le metió la polla entre ellas, no la tenía totalmente erecta y hacía como que se lo cogía en un sutil juego repleto de caliente erotismo. Le besó el cuello y se lo lamió subiendo hasta su oreja.
-Nuestro nene quiere que te folle, y como siempre he querido romperte el culito lo voy a hacer, tu culito de chico serio y estirado. -Álvaro jadeaba en mi boca tirándome el aliento pero dejando hacer lo que quisiera a su amigo.
Me levanté de la cama apretando el culo para que el semen no se me saliera.
-Voy al baño a vaciarme lo que me habéis dejado. -creo que no me oyeron, Álvaro tenía cerrados los ojos, soportando muy a gusto el peso de su amigo pegado sobre su espalda, recibiendo sus besos en el cuello y mordiscos en las orejas.
Me senté en el inodoro y dejé que los fluidos, que los dos chicos me había metido, fueran cayendo y dejando vacío mi recto. Cuando me levanté miré por curiosidad y poder constatar la gran cantidad de semen que me había dejado.
Cuando volví me los encontré haciendo un sesenta y nueve, donde Álvaro blandía con ambas manos la polla de Pablo y éste se contraía para llegar con la lengua al culo de su amigo.
Álvaro me miró y pensé que se sentía avergonzado, al contrario que Pablo.
-¿Has probado el culito de nuestro médico? Es glorioso y lo tiene cerradito. -me guiñó un ojo a la vez que le introducía dos dedos y observé el gesto de sorpresa de Álvaro al sentirse invadido por el ano.
No respondí a la invitación que me hacía, sacando la lengua y señalándome el culo para que fuera a participar. Fui a la sala y miré las copas semi vacías, la botella estaba por la mitad y aún se conservaba fría, llené dos nuevas copas y volvía al dormitorio.
Al verme llegar me miraron con sorpresa y deshicieron su abrazo para sentarse en una lateral de la cama y cogerme cada uno una copa.
-Gracias gatito, estas pendiente de todo.
-Es para que podáis descansar y cambiar el sabor de las bocas. -inmediatamente Álvaro desvió la mirada para fijarla en la dura verga de Pablo.
-Nunca pensé que llegaría a mamarle la polla a Pablo. -se la sujetó con la mano que le quedaba libre.
-Al final te has decidido y vaya que si te gusta, como a mi tu culito. -bebieron el resto de la copa de un trago y Pablo de tumbó boca arriba sujetándose la verga con un obsceno gesto de oferta para que Álvaro volviera a chupársela.
Le estábamos dando la mamada de su vida, cada uno a un costado nos esforzábamos en lamer y chupar aquel palo duro que nos gustaba tanto, subíamos lamiendo el largo fuste hasta encontrarnos con nuestros labios en la punta de la polla y darnos un húmedo y caliente beso para volver a bajar disfrutando de la verga de nuestro amigo, y mientras unos gozaba de sus peludos huevos el otro succionaba fuertemente el capullo de la verga.
Personalmente me excitaba al escuchar sus lamentos, o quejidos de macho, sintiendo nuestras bocas que le servían y deseando que descargara el rico semen para comerlo entre los dos.
Surgía como un surtidos entre nuestros labios, y nos apresurábamos a recibirlo degustando la leche que salía disparada estrellándose en nuestro beso.
Mis dos amantes se habían quedado dormidos, tenía a cada uno a un costado, Pablo enredando sus piernas en las mías y Álvaro pasando el brazo por mi pecho.
Me sentía la persona más afortunada del mundo rodeado por mis dos hombres amados y tardé en quedarme dormido, disfrutando del calor que me transmitían y de algún movimiento nervioso que hacían con sus cuerpos, quizá soñando conmigo
Seguirá.…