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Gusano 18 - Castigo de Cumpleaños

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Aquella noche víspera de mi decimoséptimo cumpleaños había estado cargada de sorpresas para mí.  Ahora me encontraba en medio de un numeroso grupo de chicos congregados en el living de la casa de Andy.  Todos me observaban, todos se burlaban de mí y comentaban sobre mi homosexualidad, endilgándome insultos a cual más humillantes.

Creí ingenuamente que el castigo que había ideado Jordan para mí era precisamente exhibirme ante aquel nutrido grupo de chicos y poner en evidencia mi condición de marica sumiso, para que todos de ahí en adelante siguieran burlándose de mí, humillándome y rebajándome como al más rastrero y servil de los maricones del mundo.

No era para menos, pues allí había un total de doce chicos sin contarme.  En el living de la casa de Andy estaban Jordan, Ronald, Andy, Jerry, Dan, Scott el cabezón, los dos mellizos Morrison y Wil, todos ellos muy jóvenes, pues el mayor no sobrepasaría los catorce años de edad.  También estaba Pretty, aquel chico enorme como una muralla de músculos y con esa verga descomunal, que tampoco pasaba de los catorce años.

Y además de ellos estaban también la comadreja Jon y la cucaracha Cuter, el primero de los cuales andaba por ahí, todo genuflexo, ofreciéndoles bocadillos y refrescos a los otros chicos, mientras que el segundo había ido a postrarse a los pies de Jordan y le lamía las correas de las sandalias con gran veneración y se le veía que trataba de contener los sollozos.

Jordan había hecho que yo me pusiera en medio del salón.  Allí de pie, seguía completamente desnudo, exhibido como un animal de circo, tratando también de aguantar los sollozos ante las burlas y las humillaciones que me hacían todos aquellos chicos.  Unos hablaban de mi anatomía burlándose del pequeño tamaño de mi polla o comentando entre carcajadas cómo mi culo se veía mucho mejor que el de algunas chicas.

Otros relataban entre risas y con algo de lascivia las veces que me habían follado la boca y cómo yo les mamaba la verga, me tragaba su lefa y cómo además solía arrastrarme por el suelo besuqueándoles y lamiéndoles los pies.  Ronald incluso les contaba a los que no lo habían presenciado, cómo yo acababa de comerle la polla sosteniendo su bocadillo sobre mi cabeza y cómo además de su semen me había bebido su meo.

Quería morirme de vergüenza por lo que los chicos comentaban sobre mí.  Hubiera deseado encogerme, ocultar el rostro para que ninguno viera mis ojos llorosos.  Pero Jordan me había ordenado permanecer de pie en medio de todos ellos, con mis manos entrelazadas atrás de mi nuca, para que ninguna parte de mi anatomía quedara oculta y todos pudieran burlarse a sus anchas de lo que más gracia les causara en mi cuerpo.

—Sería bueno que ese gordo que también es bien marica se ponga en cueros – propuso Jerry con una sonrisa.

Los otros chicos acogieron con alborozo la propuesta del nene y entonces Jordan le asentó una patada por las costillas a la miserable cucaracha y le ordenó que fuera a ponerse a mi lado y se quedara también en cueros, para que todos pudieran burlarse de él de la misma manera en como se burlaban de mí.

Cuter gimió por el golpe pero no dudó ni un instante en obedecer a Jordan.  Con algo de esfuerzo se levantó de donde había estado postrado lamiéndole las sandalias al Rubio Dios y caminó con mucha dificultad hacia donde yo estaba.

—¡¿Pero qué le pasa a esta cucaracha grasienta que camina como una morsa?! – preguntó Jordan.

—¡Joder! – respondió Wil encogiéndose de hombros – Pues que esta tarde me he sentido algo tenso y me he quitado la tensión metiéndole el palo de la escoba por el culo a este gordo de mierda.

Los chicos estallaron en una atronadora carcajada.  Aquel pesado de Wil era un sádico de miedo.  No más había que echarle una ojeada rápida al pobre Cuter para ver que aquel cabrón lo había machacado sin misericordia.

La enorme panza de la cucaracha, su gelatinoso trasero, su lomo y sus regordetas piernas estaban tachonadas de cicatrices como de quemaduras con cigarro.  Traía además innumerables moretones por todo el cuerpo y un ojo hinchado y muy amoratado.  Como si fuera poco, los labios del infeliz lucían también muy hinchados y en una de sus tetas había desaparecido el pezón, como si se lo hubieran rebanado o cortado con una tijera.

—Jajajaja… – reía Jordan junto con los otros chicos – ¡Si serás cabrón!  ¡Mira que por poco y has matado a mi cucaracha!  ¡Y para completar venir a romperle el culo con el palo de la escoba!  Jajajaja…jajajaja… ¡Ya veré yo esta noche de enseñarte cómo se usa el culo de un insecto!

Aquel anuncio de Jordan me estremeció.  Ya sentía pena por la cucaracha.  Pero ahora, al oír como el Amo anunciaba que le enseñaría a Wil a usar el culo de un insecto, supuse para mis adentros que aquella noche Jordan violaría al pobre Cuter.  ¡Aquello iba a ser demasiado cruel para con la miserable cucaracha!  ¡Si de mí dependiera, hubiera preferido no estar presente cuando Jordan lo violara!  ¡Pobre Cuter!

—¡Bueno chico! – le respondió Wil – Pero mientras me enseñas, préstame a tu gusano para que me haga una mamada, que traigo la verga como un riel de ferrocarril y por lo que cuentan el puto insecto es un mamón experto.

Aquella petición de Wil a Jordan me cayó como un saco de plomo.  ¡No podía ser que me viera obligado a mamarle la verga a aquel maldito pesado que tan malos recuerdos me traía!  ¡Eso iba a ser demasiado humillante para mí!  Sentí que las piernas me flaqueaban y en el estómago una sensación de vacío comparable a la que se siente cuando te dejas caer de lo más alto de una montaña rusa.

Me atreví a volver mis ojos llenos de llanto hacia Jordan, como implorándole con la mirada que no me sometiera a semejante humillación, como suplicándole que no me obligara a rebajarme tanto.  Sin embargo, recordando su amenaza de entregarme a Jeff con sólo oír una súplica de mis labios y suponiendo que todo aquello hacía parte del castigo que mi Amo había previsto para mí, no osé pronunciar ni una sílaba.

—¡Dale gusano…ya oíste a Wil! – me ordenó Jordan – ¡Y a ver si le haces una buena mamada para que el chico no tenga necesidad de machacarte!

¡Aquello era horrible!  ¡Ya no sólo era tener que ir a mamarle la verga a ese pesado, sino que además debía esforzarme en hacerlo bien o me vería objeto de su sadismo!  Con las lágrimas corriendo por mi rostro, entre las risotadas de todos los otros chicos, no tuve más remedio que ponerme de rodillas a los pies de Wil y ofrecerle mi boca, para que el muy canalla me enchufara su verga bien larga y gorda y algo curveada, ya bien tiesa y con un tortazo por mi cabeza me ordenara empezar a mamársela.

Sabiendo que no tenía más remedio, llorando de rabia y de humillación pero consciente de que lo que me jugaba en ese trance era nada más y nada menos que el perdón de Jordan, intentando además salir lo más rápido de aquella situación, me entregué a mamarle la verga a Wil con verdadero esmero.

—¡Eso…dame gusto, gusano maricón…! – me decía el maldito pesado – ¡Ya veo como te gusta mi verga…gusano puto…las veces que habrás soñado con estar así arrodillado a mis pies mamándomela…dale maricón…chúpamela! – me espetaba Wil dándome tortazos por la cabeza.

Sus palabras no me ayudaban precisamente, pues con tan solo oír su voz ya me entraba un coraje terrible.  Sin embargo, cerrando los ojos y asumiendo que sólo cumplía una orden de Jordan, logré aplicarme lo suficiente en la mamada que le hacía a Wil, hasta lograr que el muy hijoputa empezara a correrse como un animal entre mi boca.  Ni qué decir tengo que tuve que tragarme su semen y además debí lamerle la verga hasta dejársela bien limpia.

—¡Ahora agradéceme gusano…que no a todos los putos los dejo que me mamen la verga! – me ordenó aquel pesado.

Y entre las carcajadas de los chicos, me vi obligado a postrarme ante él para besarle sus zapatillas y musitar unas palabras de agradecimiento que tuve que repetir hasta cuatro veces…hasta que el cabrón consideró que las decía de verdad con gratitud y no como una mera fórmula para salir del paso.

Y no había acabado de besarle los pies al maldito de Wil cuando oí algo más que volvió a helarme la sangre entre las venas.  Scott, aquel nerd que tanto se burlaba de mí en el colegio, aquel idiota con cara de conejo con anteojos y picado de acné, elevó su voz sobre las risotadas de los otros chicos para preguntarle a Jordan si él también podía usarme.

—Jajajaja… – le respondió Jordan con una carcajada –…jajajaja…aguántate un poco que ya casi empieza la verdadera diversión…

—Es que nunca me la han mamado… – dijo Scott con algo de timidez –…y pues traigo la verga muy tiesa…

Los chicos estallaron en una nueva y estruendosa carcajada mientras yo quería morirme de humillación.  ¡No era posible que me pasara eso!  Y para completar mi desgracia, los muy cabrones empezaron a gritar a coro:

—Que se la mame…que se la mame…que se la mame…

Como si fuera un emperador romano dispuesto a atender el clamor de la plebe, Jordan accedió a la petición del cabezón y me ordenó ir a mamarle la verga.  Me solté a llorar con descaro, pero ni se me ocurrió ir a desobedecer al Rubio Dios.  Así que repté sobre mis rodillas hasta situar mi rostro frente a la entrepierna del maldito cabezón, que ya traía su polla por fuera del pantalón.

Aún a pesar de mi gran sentimiento de humillación y de vergüenza, no puedo negar que el tamaño de la verga de Scott me sorprendió.  Siendo un simple nerd, me hubiera imaginado que su polla sería más chica que la mía, pero por el contrario el maldito nerd la traía bien grande, casi más grande que la de Andy y como del mismo tamaño de la de los mellizos Morrison.

Tan pronto me tuvo frente a él, el cabezón me agarró por los pelos afirmándome con fuerza, me metió su verga en la boca y se dedicó a follarme dándome estocadas tan desordenadas que yo me veía en verdaderos apuros para poder mamársela, pues con cada embestida me la hundía hasta la garganta y al retirarse me la sacaba por completo para de nuevo intentar metérmela, estrellando su glande contra mi nariz o dándome de puntazos en los ojos.

Los chicos se torcían de risa viendo aquello e instaban a coro al cabezón para que me diera palo sin piedad:

—¡Fóllale la boca al puto! – le gritaban – ¡Fóllale la boca al puto!  ¡Fóllale la boca al puto!  ¡Fóllale la boca al puto!

La calentura del nerd era tan extrema, que bastaron no más de cinco minutos de estarme follando la boca tan torpemente, para que el muy salido empezara a eyacular a borbotones y con el mismo desorden que había usado para meterme su verga.  Así las cosas, el idiota me soltó dos gruesos chorros de lefa en los ojos antes de que yo pudiera atrapar entre mis labios su glande para recibir sobre mi lengua el resto de su corrida.

Aquello causó un gran alborozo entre los chicos que habían hecho un círculo a nuestro alrededor y se descojonaban de risa.  Algunos de ellos quisieron venir también a follarme la boca, pero Jordan los contuvo argumentándoles que ya había llegado la hora de la verdadera diversión.

Enseguida de calmar un poco a los chicos, Jordan me asentó una fuerte patada por el culo y me ordenó que fuera a lavarme.

—¡Estás demasiado cerdo y así me da asco hasta mirarte! – me espetó – ¡Anda a lavarte y no tardes!

—S…si…Jordan…co…como…como tú ma…mandes…Jordan… – me atreví a decirle.

Corrí al cuarto de baño, casi feliz por desaparecer por unos minutos del living y librarme de las burlas y de las humillaciones de los chicos.  Respiré aliviado además por no haberme visto en la obligación de dejarme secar en la cara el semen del cabezón.  Me lavé como nunca lo había hecho, como si tratara de quitarme toda la suciedad que sentía adherida a mi alma luego de tan horrible tratamiento que había recibido aquella tarde.  Pero sobre todo, me aseé a fondo pensando en estar limpio, inmaculado, para que Jordan no sintiera asco de mí.

Cuando regresé al living, encontré que Pretty, la cucaracha y la comadreja estaban disponiendo una sólida y pesada mesa de madera rústica en el centro de la estancia.  Los otros chicos habían formado un corro en uno de los lados del salón.  Rodeaban a Jordan y parecían estar muy entretenidos hablando.

—Pero mi hermano dice que si le metes la verga en el culo a un chico, te vuelves maricón… – afirmó Dan con convicción.

—Naaa…que eso no es cierto para nada – le respondió Jordan enfáticamente.

Y enseguida, al percatarse que yo había regresado, el Rubio Dios tronó los dedos y me señaló el suelo cerca de sus pies.  Entendí perfectamente lo que tenía que hacer y fui a postrarme de rodillas ante él, levantando furtivamente la mirada para observarlo en toda su plenitud, adorándolo en silencio.

—¡Sácame la verga y empieza a mamármela muy suave! – me ordenó secamente.

Suspiré con emoción.  Seguramente ya había pasado el castigo y ahora Jordan iba a darme la oportunidad de complacerlo.  ¡Cuántas veces había soñado con este momento!  ¡Que felicidad, Dios mío!  ¡Por fortuna que me había lavado muy bien la boca!  ¡Así la poderosa verga del Dios no iría a mancharse del sucio semen de todos los otros chicos que me habían usado!  ¡Por Dios…iba a mamarle la verga a mi ritmo!  ¡Que emoción!

—Si yo te digo que ya le he roto el culo a cuatro chicos… – siguió Jordan respondiendo a la inquietud de Dan –…y además a dos chicas…y aquí me tienes más varón y más hombre cada día…y me follo a las mejores chicas…

Entre tanto yo había logrado liberar la divina verga del Dios, maniobrando con habilidad a través del cierre de sus pantalones rodilleros.  ¡Y joder…qué maravilla tan perfecta era la verga de Jordan!  ¡Joder, la verga más perfecta…las más divina, la más hermosa!  No pude evitarme la tentación de darle un beso suave sobre el glande a medio descapullar.  ¡Joder que con esa verga tan hermosa se podía follar a cualquier chica!

—¿O sea que si le rompes el culo a un puto te vuelves más hombre? – le preguntó Jerry.

—Pues claro, chico… – le respondió Jordan –…si lo que pasa es que si le follas el culo a otro chico ya lo haces maricón del todo y es como si tú te quedaras con su hombría…

El comentario del Dios me estremeció.  Y suspiré con alivio.  Por fortuna a mí nadie me había roto el culo.  Y nadie iba a rompérmelo.  ¡Gracias a Dios!  Es que yo no iba a convertirme en maricón del todo…y nadie me iba a quitar mi hombría.  Si me gustaban las pollas era solo para mamarlas, no para que me las dieran por el culo.  ¡Yo no iba a ir por el mundo caminando raro!  ¡Gracias a Dios!

Para ese entonces, luego de un par de minutos de estársela lamiendo, la verga de Jordan se le había puesto tiesa a tope.  ¡Joder…qué hermosura!  ¡Qué verga tan perfecta!  Le mediría unos dieciocho centímetros…de un grosor muy proporcional…muy recta…muy blanca pero muy varonil…!Joder…la verga más perfecta de cualquier chico!  ¡Pero es que Jordan no era cualquier chico!  ¡Jordan era un Dios!

La calentura me ganó y luego de repasarle algunas veces la lengua a todo lo largo de aquella verga de sueño, me lancé a mamársela como si de ello dependiera mi vida.  No tuve dificultad para encajar en mi boca los dieciocho centímetros y me dediqué a chupársela y a lamérsela con veneración y esmero.  ¡Pero maldita suerte la mía!  ¡Me había equivocado!  Y Jordan no tardó ni cinco segundos en castigarme por mi error.  Asentándome una violenta bofetada que me hizo saltar las lágrimas me espetó:

—¡Que te dije que me la mames suave, gusano hijoputa…!

Temblando de miedo y de arrepentimiento, moderé al máximo el ímpetu con que le mamaba.  Dos gruesas lágrimas corrieron por mis mejillas, pero el sentir toda la potencia de la verga del Dios colmando mi boca, me diluyó bien pronto el temor y esta vez me ceñí a obedecer a mi Amo dándole una mamada muy suave.

—¿Y dices que todos le vamos a follar el culo al insecto si queremos? – preguntó Andy.

—Pues claro que lo digo… – respondió Jordan con seguridad –…pero el primero voy yo porque yo soy el Dueño del insecto…

La aseveración del Dios me estremeció.  Qué cruel manera de ir a violar a la pobre cucaracha Cuter, pensé para mis adentros.  ¡Y con lo adolorido y herido que tendría el culo luego que aquel hijoputa de Wil le metiera el palo de la escoba!  ¡Pobre cucaracha!  ¡Gracias a Dios que yo no estaba en su lugar!

¡Ahora sí que la cucaracha iba a quedar maricón y bien maricón para toda la vida luego que todos esos chicos lo violaran!  Lo malo era que la hermosa y potente verga de Jordan seguro iba a quedar muy sucia cuando se la clavara en el culo al miserable.  ¡Y con lo que yo adoraba la poderosa verga de Jordan!  ¡Pero ni modo…hasta seguro iba a tener que limpiársela con mi lengua!  ¡Yo lo haría sin problema si así lo ordenaba Jordan!

La emoción volvió a ganarme y de nuevo me desmedí en la intensidad con que le mamaba la verga al Dios.  ¡Maldita suerte la mía dejarme llevar de la calentura!  ¡Maldita suerte la mía!  Y esta vez fue definitiva.  Jordan me agarró por los pelos echándome la cabeza hacia atrás y sin ninguna piedad me asentó un puñetazo en el ojo izquierdo haciéndome ver las estrellas y de inmediato me soltó tal bofetada que caí al suelo gimiendo y agarrándome el rostro con ambas manos.

—¡Gusano hijoputa…! – me gritó – ¡Apártate y ve a ponerte en la mesa!  ¡Y tú, Pretty, dile cómo! – ordenó Jordan con un tono de cabreo que no me anunciaba nada bueno.

Gimoteando, empecé a arrastrarme pero no con la celeridad que debía para obedecer a Jordan, así que él me apuró asentándome una fuerte patada por el culo y de esa forma, en menos de dos segundos ya estaba yo junto aquella sólida y pesada mesa que Pretty, la cucaracha y la comadreja habían acomodado en el centro del salón.

Sin hacer ni el menor caso de mis sollozos, el musculoso manteco me agarró por los pelos alzándome casi en vilo y me hizo recostar asentando el pecho y la barriga sobre la rústica madera del mueble, al tiempo que mi culo quedaba bien en pompa y sobresaliendo respingón.

Jordan se volvió a mirar a la comadreja Jon y como había hecho conmigo, tronó los dedos y le señaló el suelo a sus pies.  En ese momento me fijé en que el mequetrefe estaba completamente en cueros a no ser por un ridículo corbatín que traía al cuello.  Aquel insignificante flacucho, con el sudor chorreándole desde sus grasientas patillas, se apuró en ir a ponerse de rodillas ante el Dios y con servil mimo se tragó completa la poderosa verga y se dedicó a mamársela con entera suavidad.

Una especie de sacudida eléctrica estremeció mi espina dorsal y me solté a llorar con descaro.  ¡No podía ser que un mequetrefe tan escuálido y tan insignificante fuera a reemplazarme mamándole la poderosa verga a Jordan!  ¡Maldita suerte la mía que había perdido la oportunidad de complacer al Dios!  ¡Y sin tener yo ni la mínima posibilidad de reclamar nada!  ¡A Jordan no se le podía reclamar absolutamente nada!  ¡A Jordan sólo se le podía obedecer con servilismo y completa entrega!

—¡Tú, cucaracha estúpida…! – gritó Jordan – ¡Dedícate a comerle el culo al gusano!

Aquella orden del Dios fue como un choque eléctrico que volvió a estremecerme con violencia.  Y un horrible presentimiento empezó a torturarme la mente con insistencia: ¿y si no era a la cucaracha Cuter que Jordan violaría esa noche?  ¡Joder…no podía ser…!  ¡Jordan no era tan cruel!  ¡No…Dios mío…!  ¡Por Dios…que no fuera yo el que tendría el culo roto aquella noche…!  ¡No…Dios mío…por Dios…noooo…!

Sentí cómo la cucaracha empezaba a lamerme la raja y una serie de sollozos me sacudió con fuerza.  Y torturado por aquel horrible presentimiento, cerré cuanto pude el culo, negándome a que la tibia y húmeda lengua de aquel insecto grasiento fuera a penetrarme.  ¡No podía ser…noooo…por Dios…!

—¡Abre bien el culo, gusano hijoputa! – me ordenó Jordan mientras la comadreja seguía mamándole la poderosa verga con servil suavidad.

No me quedó opción.  Tuve que obedecer y abrir las piernas exponiendo mi culo para que la cucaracha me metiera su lengua bien adentro y se dedicara a lamerme con insistencia.  ¡El horrible presentimiento se hacía a cada segundo una certeza más cercana!  ¡Por Dios…Jordan no podía hacerme eso…!  ¡Además era mi cumpleaños…!  ¡Noooo…por Dios…noooo…Dios…!

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