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La historia de Ángel, solo era un muchacho (31)

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Había tenido que marchar al aseo, para limpiarme el semen que me escurría por el cuello, las orejas y para limpiarme con una toalla el cabello también manchado de esperma, cuando volví Pablo se encontraba tumbado boca arriba, con los ojos cerrados, las manos debajo de la nuca y con una hermosa sonrisa de felicidad en los labios.

No pude evitar fijarme en el abundante vello rizado y oscuro de las axilas, siempre me gusta observarlo en los hombres, y aunque mi polla ya hacía rato que estaba floja, la sentí cobrando vida.

Llevaba una toallita húmeda, para terminar de limpiarle los restos de semen que aun tenía, brillándole, enredado en el vello del pubis. Me arrodillé y le cogí la verga, ahora descansando sobre el abdomen. Aun así, estando floja, la veía preciosa y enorme, llegué con los labios a ella y la di dos besos. Escuché la risita de Pablo y como se le contraía el abdomen.

-¿Te gusta? -la apoyé sobre mi mejilla y le miré.

-Desde el primer día que la vi me llamó la atención, no es tan impresionante como la de Yasin, pero no esta mal. -se lo decía para molestarle y reaccionó sentándose y cogiéndome del cuello. Entre risas se montó sobre mi cuerpo apretándome el cuello como si me quisiera ahogar.

-Repite lo que terminas de decir… -aparentaba una falsa furia y me apretaba sin hacer demasiada fuerza, no pude contener la risa.

-Es verdad, la verga de Yasin es más grande que la tuya. -puso cara de ofendido y soltándome se tumbó a mi lado, y yo me coloqué apoyando mi pecho sobre el suyo, acariciándole la hendida barbilla con la punta de los dedos.

-Pero prefiero la tuya, me gusta más, es hermosa y yo te amo, te quiero Pablo, te quiero… -me elevé para llegar a sus labios y darle unos dulces besos.

Pablo respondía a mis caricias, pero como si no tuviera ganas y se mantenía ahora muy serio. Deslicé los labios por los suyos y me los atrapó con los dientes.

-Te comería Ángel, ¡gracias! gracias por todo… -le miré los ojos ahora soñadores y tiernos.

-¿A qué viene eso ahora?

-Porque resultas increíble, me has dejado que te folle la boca en plan bárbaro, sin miramientos hasta hacerte daño. ¿Tanto me amas?

-Sí, te amo, muy pronto cuando te conocí te quise, aunque tu no me hicieras caso y te limitaras a enseñarme mis funciones, el oficio de puto para dar placer a los hombres, te amé desde entonces. -me elevó exigente para que me colocara sobre él montándole a horcajadas.

-Tu también me gustaste desde el principio, eres tan delicado, tan pequeño.

-Claro, a tu lado lo parezco, pero no lo soy.

-Y tan flaco…, con este culito pequeño, rico y duro. -me susurraba al oido y sus dedos avanzaban hasta posarse en el ano para acariciarlo lentamente y en círculos.

Abrí las piernas atrapando su cuerpo, para facilitarle las caricias y eleve el culo que lo tenía posado en su abdomen.

¡Ahh! Pablo, Pablo. -el ano me hervía y temblaba excitado por sus dedos. Hubiera querido que comenzara a penetrar en mi en ese mismo momento pero se levantó y me colocó arrodillado con el culo en pompa, ofrecido a él y tiró de mis nalgas abriéndome todo lo podía hasta sentir su boca pegada en mi ano expeliendo el caliente aliento.

Estuvo unos minutos comiéndole el culito, logrando que gimiera enloquecido tirando el cuerpo hacia él en un deseo alocado de que me penetrara llenándome.

-¡Dame la verga mi vida! Métela amor, no puedo soportarlo. -mis gemidos y lamentos se había convertido en gritos y Pablo gozaba mirándome así sometido.

-¿Quieres polla precioso? ¿Deseas que te destroce el culo?

-¡Sí, si! Rómpemelo, no tengas piedad, me gusta, me gusta mucho Pablo. -gemía, gritaba, y movía el culo incitándole a que de una vez me hiciera suyo.

-Eres una nenita preciosa. -me azotaba el culo con la verga sin terminar de meterla.

-¡Sí, soy tu nena! Pero no me hagas sufrir más, dame verga por favor, por favor Pablo. -lloriqueaba implorando mientras él se reía y me atormentaba volviendo a besarme el ano y a chuparlo hasta que metió dos dedos y comenzó a follarme con ellos.

-¡Ayyy! qué rico, méteme la mano entera, necesito que me llenes. -entonces me atendió, y me empujo de las caderas buscando el mejor ángulo para que su verga entrara en mi culo. Mi ano ansioso se abría y cerraba, en espera de que aquella enorme y negra culebra lo mordiera.

Comenzó a entrar, y se detuvo cuando el glande consiguió vencer la poca resistencia que mi esfínter le oponía, y fui yo quien me clavé la polla tirando el cuerpo hacia atrás, hasta sentir el ligero dolor de la verga al llegar al fondo de mis entrañas. Respiré boqueando una gran cantidad de aire y me dejé caer con el pecho sobre la cama pero sin apartarme de él para que no se saliera la polla.

-¡Ahh! Pablo, tu rica verga, la siendo amor, me llega al fondo.

La verga de Pablo me había penetrado en el primer empujón obligándome a gritar por el pequeño dolor que experimente y por sentirme tan lleno de repente.

Tiró de mi para que elevara el pecho y se posó sobre mi espalda sin dejar de empujar para que la polla se le mantuviera bien dentro. Comenzó a besarme la espalda hasta pasar las manos y sujetarme el pene que lo tenía dolorosamente duro.

-Lo siento bebé no he podido contenerme, ¿te duele?

-No pero no te muevas un momento. -Pablo descansó apoyando el pecho sobre mi espalda y llegaba con la boca a mi cuello para morderlo con suavidad y besarlo para que me calmara.

En unos minutos no sentía dolor alguno y solamente el placer de notar la dureza de su pene taponándome el culo.

-Puedes moverte. -a la vez que le hablaba movía yo mismo las caderas haciendo que la verga se adaptara perfectamente a mi recto. Metí la mano por debajo para sujetarlo los huevos duros y grandes contra los míos.

-¡Ayy! chiquillo, tu culito es delicioso. -lo cerré con fuerza alrededor de su polla agradeciéndole sus palabras.

-¡Ohh Pablo! dame verga amor, quiero sentir tu polla como me entra. -los dos gemíamos, él con sonidos roncos de macho cada vez que la metía hasta el fondo, y yo le acompañaba con leves y dulces gemiditos de placer.

A veces se detenía para pasarme las manos por el vientre y las tetitas acariciándome los pezones, y llevaba los dedos a mi boca para que se los chupara y lamiera como si fueran su verga.

Estuvo unos minutos más bombeándome el culo alternando las metidas lentas para luego imprimir más velocidad y fuerza a sus estocadas, me tenía en lo gloria logrando que gimiera como un loco, pero loco de gusto y placer.

Luego sacó su gran verga y me quejé.

-¡No, no me la quites, no por favor!

-Vamos a cambiar de postura, quiero verte la carita. -me dispuso como él quería, mirándolo de frente.

-Recoge las piernas y ábrete todo lo que puedas. -le obedecía deseoso de que me volviera a llenar y tener dentro de mi su pene.

Ahora me tenía con las manos sujetando mis rodillas, abriéndomelas y permitiendo que mirara con atención mi ano que boqueaba hambriento de carne.

-Parece que tiene vida, tu ano es delicioso. -se relamió los labios y se inclinó para besarme el ojete, me dio tanto placer que instintivamente cerré las piernas cogiéndole la cabeza. Me obligó a abrirme de nuevo y me besaba el ano con inmenso entusiasmo chupeteando hasta que se arrodillo y volvio a colocar la punta de su lanza de carne en la entrada.

Le miraba a los ojos y él no perdía detalle de como su polla me iba invadiendo, entrando rápidamente en mi cuerpo hasta que cayó sobre mi con todo su vergón incrustado en mi culo.

Pablo gruñó en mi oreja y, a pesar de estar todo dentro, empujó con fuerza las caderas hasta formar con nuestros cuerpos una sola carne. En ese momento su verga hizo presión en la próstata y sentía venir las estrellas a mi encuentro.

-Me corro Pablo, me voy amor, ¡Ahhh! -y sentía salir la leche de mi, embarrando nuestros abdómenes, mientras él volvía a hacer el mismo movimiento repetidamente para que yo siguiera expulsando semen.

No podía respirar como necesitaba, oprimido por su peso y porque me besó en la boca cegándomela, solo tenía la nariz para coger aire temblando como las hojas de un árbol batidas por el fuerte viento. No me dejaba descansar y solté las piernas para pasarlas por su cintura abrazándole a la vez que con las manos le apartaba la cara y que me dejara tomar aire como necesitaba.

-¡Ohh! Pablo, estoy muerto, ha sido increíble lo que me has hecho.

-Espera, espera, aún no he acabado. -volvió a darme un ligero beso y se elevó separando los cuerpos, mi semen escurría del vello de su abdomen, se pasó la mano extendiéndolo por su cuerpo y después por el mío, para finalizar colocándome la mano en la boca para que se la limpiara.

Saqué la lengua y fui pasándola por sus dedos según me los ofrecía.

-¿Te gusta chupar tu semen? -mis ojos hablaban por mi confirmando lo que preguntaba.

Su verga seguía dura y poderosa dentro de mi, y después de besarme y jugar un minutos con su lengua en mi boca volvió a follarme, ahora con suavidad y disfrutando mirando como me mordía los labios, extasiado por el placer que me volvía a embargar y sintiendo como mi culo gozaba de la follada magistral que me daba.

-¡Dale, dale, lo siento tan rico! Vas a conseguir que vuelva a correrme amor.

-¿Sí bebé? ¿Te gusta como te follo?

-Si que me gusta Pablo, eres el mejor de todos mi amor. -Pablo me sonrió orgulloso por las palabras que escuchaba. Me follaba sin descanso, sin detenerse aunque a veces descendía para besarme.

-No voy a poder aguantar más, tu culito me atrapa la verga precioso, me la chupa, ¡Ohh, sí! ¡Tú tienes el mejor culito lindo gatito! -le miré sorprendido por emplear el apelativo con el que Álvaro me llamaba, pero entonces tenía sus ojos cerrados y se mordía los labios disfrutando de mi cuerpo, de mi ano y supe que le llegaba el orgasmo por la rigidez que iba cogiendo.

-¡Dale mi vida! Acaba y vacíate dentro de mi, lléname de leche amor.

¡Sííííí! Toma, toma todo mi semen, es para ti. -Y de nuevo sentía como mi leche fluía sin necesidad de tocarme la polla, y como su verga explotaba dentro de mis entrañas regándole el vientre de leche.

-¡Ahhh! Pablo, abrázame mi amor. ¡Ayyy! que rico. ¡Dios, Dios…, que placer! -convulsionaba con las piernas en el aire, golpeándole en la espalda y arañándosela, era como si me hubiera vuelto loco mientras el terminaba de vaciarse dentro de mi vientre.

Resultó un orgasmo de antología que duró largos segundos, y al que sucedieron pequeños temblores, como espasmos que hacía que la leche me siguiera manando pero sin fuerza. Ahora permanecíamos abrazados, y no me importaba soportar su pecho sobre mi, me sentía tan dichoso y feliz preñado por mi hombre, apretando mi culo para notar que aún seguía dentro de mi.

Con lentitud su pene se fue aflojando, y saliendo de mi culo aunque yo necesita que siguiera haciéndome de tapón, sentía el ano tan dilatado, tan abierto que seguro que la leche me saldría cuando su pene saliera.

No deseaba mancharle las sábanas de la cama, pero era imposible poder contener la cantidad de leche que tenía dentro.

-Puedo usar tu baño para limpiarme y darme una ducha, no quiero ensuciarlo todo. -me besó antes de incorporarse.

-No necesitas pedir permiso, aunque no vivas aquí, esta es tu casa, de mi tío, mía y también tuya bebé. -le seguí hasta el baño y nos metimos los dos bajo el tibio chorro de la ducha, de pronto no pude evitar reír al recordar lo que he me había dicho mientras me hacía el amor. Me miró extrañado, pero divertido enjabonándome el pecho y con una mirada de interrogación.

-Me has llamado gatito, igual que hace Álvaro y me preguntó el motivo que os induce a llamarme así. -no se detuvo y siguió pasando las manos por mi cuerpo en suaves y acariciadores círculos.

-Creo que es lo que mejor representas, a veces eres un adorable gatito, abandonado y precioso al que todos quieren darle de comer y proteger, otras veces un gatito salvaje y delicioso que da placer con solo acariciarlo. No lo se exactamente, pero te refleja muy bien y Álvaro ha estado muy acertado.

Terminamos de ducharnos, y yo no me cansaba de acariciar su formidable, duro, y perfecto cuerpo de varonil joven en plena sazón, y aunque habíamos hecho el amor recientemente, y se había corrido dos veces, su verga despertaba ante las caricias que mis manos la prodigaba.

Entonces me apartó las manos de su pene, me abrazó besándome la boca con delirio.

-Déjalo estar o empezaremos otra vez. -sabía que era lo más prudente, llevábamos más de dos horas alejados de los demás, y seguramente algunos sospecharían lo que estábamos haciendo, y aunque no nos preocupaba sería mejor dejarlo de momento, y nos vestimos para estar presentables, por si a su tío Eliseo se le ocurría volver a casa.

-¿Te apetece tomar algo? Tengo te en el frigorífico. -me apetecía y además me permitía seguir a solas, y hora satisfechos de sexo, poder hablarle de lo que me interesaba.

Me senté a su lado, con el vaso lleno de te frío en la mano, y le di un pequeño sorbo antes de hablar.

-Pablo, me gustaría saber lo que hablasteis los tres sobre mi, si no te compromete y puedo saberlo te lo agradecería de verdad. -pasó su brazo por mi espalda y llevándome hacía él me besó con dulzura en la frente.

-No tienes que preocuparte y no era algo importante que ya no sepas.

-Por favor, no me trates como al niño que no soy, no estoy preocupado y es simple curiosidad, pero me sentiría más a gusto sabiendo lo que habláis. -Pablo me miró y me debió ver muy serio.

-Vale, de acuerdo, podíamos haberte llevado, es verdad y con veinte años no eres un niño al que debamos tutelar. -hizo una pequeña pausa para hacer más fuerte su abrazo y posar los labios sobre mi frente.

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-Habíamos quedado en llegarnos hasta el ambulatorio donde Álvaro pasaría la mañana, y aprovechar alguno de sus improbables descansos para comentar lo que tu sabes, lo que David te comentó cuando estuviste a solas con él, y también lo que Eduardo te pedía en la nota que acompañaba a su regalo.

-A medio camino recibimos una llamada de la enfermera que ayuda a Álvaro, había tenido que salir para atender unas urgencias y la reunión se atrasó hasta la hora de la comida. Nuestro amigo, como siempre, tenía prisa y David no se anduvo por la ramas para comenzar a hablar de lo que le interesaba.

En principio nada diferente a lo que conoces, y como especial que la organización estaba molesta, por la facilidad con que te había concedido la libertad, molesta con su tío don Manuel y con el mismo Álvaro a pesar de la admiración y respeto que sienten hacia él y el poder que sigue ejerciendo su tío.

David, en parte, está de acuerdo con las quejas que algunos miembros de la organización presentan, ya que hasta su marido Oriol tuvo que pagar el canon que se le exigía, y permitir que estuviera con los miembros que le solicitaron para disfrutarle.

-Andrés y Millán, estos más que ningún otro, no cesan de alabar tus virtudes como amante y la perfección de tus artes amatorias y algunos, unos más que otros desean tenerte, gozarte, pasar al menos una noche a tu lado.

Le interrumpí realmente sorprendido, asombrado más bien.

-!Dios mío!, no me creía tan irresistible y que atrajera tanto a los machos.

-Pues lo eres aunque te pese, y más si ya te han probado. -en realidad me sentía orgulloso y no era molestia por sentirme deseado, sentía mi ego alterado por el gozo de saberme tan querido por personalidades tan importantes y adineradas. Pablo continuó explicando.

-Están buscando nuevos chicos, muchachos en tu misma situación, para que entren a formar parte del plantel de los putos mejor pagados, que satisfagan las necesidades de los hombre que desean gozar a un chico, y hay muchos dadas las circunstancias actuales del trabajo, pero como tu es muy difícil hallar uno, por eso quieren que vuelvas, voluntariamente ya que ahora, por la gracia de Álvaro, eres libre ya que su tío Manuel te regaló para él.

No sabía el motivo, pero sus palabras me encandilaban al dejarme ver lo importante que resultaba, para la organización y los miembros que formaban parte de ella, aunque fuera en el plano sexual sentía que ejercía cierto poder en los hombres que gustaban del sexo entre machos.

-¿Qué dice Álvaro?

-Creo que esto debías preguntárselo a él.

-Por favor Pablo, necesito saber lo que pensáis vosotros dos, sois lo más importante para mi. -me miró con una enorme ternura y comencé a presentir que Pablo estaba muy enganchado de mi.

-En principio Álvaro se negó en redondo y David le advirtió que ahora tu eres libre por su exprese deseo, y al final serías tu quien decidiera tu futuro, discutieron, eso sí como amigos civilizados que se aprecian y respetan.

-Alvaro le recordó que si era el líder de la organización fue por que él le había cedido sus derechos. Y David le replicó que él, a su vez, no debía olvidar que ambos había jurado fidelidad a la organización cuando los dos eran unos jóvenes muchachos.

-Cada uno, en su manera diferente de verte, quieren lo mejor para ti, y David consiguió la promesa de Álvaro de no interferir en tu decisión si de verdad pensaba que eras libre de tu destino.

-¿Y tu qué piensas Pablo? ¿Cuál es tu opinión?

-¡Ohh, Ángel! Yo tengo poco que decir, solo soy un servidor de la organización, tú ya lo sabes.

-Para mi es importante lo que tu pienses, quizá tu opinión sea lo más importante para mí, estoy dispuesto a renunciar a los lujos, al placer, al dinero que la organización me ofrecerá solo con que tú lo quieras así.

-Gatito, me abrumas de responsabilidad, igual que Álvaro pienso que eres tú el que debe decidir, a mi no me vas a perder si no quieres, y a Álvaro tampoco, te esperaremos el tiempo que haga falta, hasta que encuentren los chicos que les satisfagan… -se quedó momentáneamente en suspenso.

-¡¿O qué terminen cansados de mi cuando se les pase la ilusión por dormir con nueva carne?! -no era un tonto sabía que esa posibilidad existía y terminaría por llegar más pronto que tarde. Nuevo chicos ocuparían mi lugar, aunque no fueran tan exitosos estaba la novedad de gozar nuevos jóvenes cuerpos que se les ofrecerían con los ojos cerrados dispuesto a triunfar en ese mundo de esclavitud, sexualidad y lujo.

Voluntariamente o no, los jóvenes sucumbirían ante el dinero y el poder que ser un puto de lujo en aquella organización representaba, muchos querrían aprovechar la ocasión para hacerse ricos en poco tiempo. Dejé de pensar para escuchar las últimas explicaciones de Pablo.

-También tengo que decirte que por mi parte, por ahora, prefiero que vuelvas para tenerte a mi lado, imagino que todo será como antes, que a pesar de tener que cumplir con tu trabajo y obligaciones, a las noches estarás libre y podremos dormir abrazados.

-Yo no soy tan generoso como Álvaro y aunque desearía que fueras solamente para nosotros, no me importa compartirte si te tengo cerca y puedo estar a tu lado.

Me abracé a su cuello y respiré aliviado, si él quería que estuviera para él cuando me necesitara, mi decisión estaba tomada, poco más tenía que pensar. Álvaro era en ese momento quien me preocupaba, el tener que dejarle solo.

-Si vuelvo a la casa de Eduardo Álvaro se quedará solo, no quiero causarle daño alguno, es alguien magnífico.

-Tampoco tengas prisas, tu vuelta allí no es urgente, ahora ni posible, la policía sigue buscando al maldito Damian, has estado a punto de cogerle en varias ocasiones pero se escurre como una culebra, por ahora tienes que seguir aquí, además ahora estarás ocupado con tus clases y las que debes impartir, no vas a tener tiempo para aburrirte.

-Por Álvaro nos preocuparemos en su momento si decides que te marchas, ahora es poco lo que podemos hacer por él salvo estar a su lado. -a pesar de su hablar desenfadado me sorprendió cierto aire preocupado en su tono.

-Pablo, ahora me parece, que de cierta forma, te sientes más interesado por Álvaro, y que le quieres. - se levantó y marcho a la cocina buscando la botella que tenía con el te y en unos segundos volvió, le retiré el vaso para que no me sirviera más.

-Sabes gatito, a Álvaro lo he querido siempre, no como a ti porque ha sido como un hermano mayor hasta ahora que tu has aparecido y no dejo de reconocer que disfruto teniendo sexo entre los tres.

-Una vez me dijo que había leído una frase que le emocionó, y que deseaba hacerla suya, que reflejara su forma de ser y como quería comportarse.

-Más o menos decía así:

“No siembres tu semilla con ira, ni con odio, ni con temor; porque el que siembra con ira tan solo cosechará lágrimas.”

-Quizá ahora le entiendas mejor aunque para mi es difícil.

Tendría que reflexionar y pensar en ello, profundizar en el sentido más íntimo de la frase.

-Ves Pablo, por eso me duele dejarle solo, nunca pide nada pero lo necesita todo, alguien que le quiera como merece.

Se hacía tarde y volvimos donde los trabajadores seguían, bajo las órdenes de Eliseo, preparando la improvisada aula, y poco después Pablo me devolvía a la hacienda de los padres de Álvaro, no quiso bajar de la ranchera y me quedé de pie, parado, envuelto en el gélido aire hasta que las luces rojas desaparecieron tragada por las sombras de la noche que caía.

Seguirá…

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