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La historia de Ángel, solo era un muchacho (34)

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Después del orgasmo consecutivo que tuvimos los tres, sudorosos, aún convulsos, y cansados, nos quedaos tumbados en la cama, los tenía a cada uno a un costado y les agarré de la mano llevándomelas a los labios.

-¡Gracias chicos, gracias! Ha estado genial. -ambos se giraron para mirarme con una hermosa sonrisa iluminándoles la cara.

-A ti gatito, tu eres la causa de tanto placer. -Álvaro apretó mi mano, entonces Pablo se levantó sobre los codos para alcanzar a mirarle.

-Tu has sido el que has organizado todo, has reunido a todos los amigos, pagado la fiesta, la habitación. -se apretaron las manos que tenía cogidas.

-Bueno, no a todos. -volvieron a coger la postura que tenían mirando al techo pintado de gris cielo mientras yo me colocaba de costado mirando a Pablo.

-¿Que vamos a hacer nosotros cuando te vayas? -coloqué los labios sobre su hombro temiendo no poderme contener y comenzar con mis lloros. Apretó con fuerza los labios sin mirarme.

-Vendré siempre que pueda.

-¿Y cuándo será eso? ¿Los fines de semana? ¿Cada quince días…, una vez al mes…, el trimestre entero? No quiero que nos dejes.

-¡Por favor Ángel! No me lo pongas más difícil. Tu te quedarás con Álvaro y yo estaré solo, tendrás quien te cuide y se ocupe de ti. -Álvaro se me había acercado abrazándome por detrás y me acariciaba sutilmente la cintura.

-Tranquilo gatito, estarás bien y Pablo tiene que terminar sus estudios, está en el momento más complicado. -colocó los labios sobre mi hombro intentando que me calmara.

Pasaron unos minutos sin que habláramos hasta que noté como el cuerpo de Pablo se estremecía intentando contener la risa que por fin dejó que le saliera, se dio la vuelta y nos miraba con la boca abierta.

-¿Has visto las maniobras de la pequeña Irina? Vas a tener que atenderla para que me deje tranquilo, pensaba que su estancia alejada de ti la habría calmado. -le salía un hilo de saliva por la comisura inferior de la boca, me recordaba la risa alegre de un niño recordando viejos juegos y diabluras y me contagio la alegría.

-¿Qué pasa con esa chica, parecía que deseaba comerte? -le hice la pregunta mientras le limpiaba la boca pasándole un dedo por los labios. Pablo alargó la mano por encima de mi para llegar al hombro de su amigo y golpearle sin dejar de reír.

-Eso te lo tendrá que contar nuestro amigo que sabe más que yo.

-Es solamente una niña, quizá un poco caprichosa, deberías dejarla en paz. -Álvaro no cesaba de besarme el cuello hablando sin alterarse.

-Ya, no tan niña, hacía meses que no la veía y ha cambiado…, para bien, se ha hecho una mujer en todo, una preciosa señorita que sigue persiguiendo a su príncipe, desesperada porque no le hace caso alguno.

-Para mi es como un miembro de mi familia, como una hermanita pequeña…

-Ella no te ve así, se ha vuelto más calculadora e interesada, diferente a cuando tenía catorce años, manipuladora con tus padres que la adoran y ella lo sabe, como conoce que les encantaría que fuera la mamá de sus nietos. Seríais la pareja ideal… -notaba que Álvaro se ponía tenso y apretaba los labios sobre mi cuello.

-Por favor Pablo, déjalo ya, supones demasiado y la juzgas mal, estamos aquí para pasarlo bien y que te vayas con un buen recuerdo, no para hablar de mis hipotéticas enamoradas.

-De acuerdo, pero no entiendo que seas tan ingenuo, no me importaría que todo fuera un invento de mi imaginación, pero está enamorada de ti, muchas chicas lo están y lo mereces por ti mismo, pero también eres tan obscenamente rico que tengo que suponer lo peor. -los escuchaba y no sabía lo que estaba sucediendo, desconocía todo sobre sus vidas pasadas.

Pablo parecía molesto pero se dio cuenta de que estaba sorprendido e interrumpió la conversación que mantenían, se acercó y me besó con dulzura los labios.

-No te preocupes, no estamos discutiendo. -estaba notando como resbalaba el semen que antes Pablo me había dejado en el culo y evitaba cualquier movimiento impidiendo que terminara encharcando las sábanas.

-Voy un momento al baño, necesito lavarme un poco. -bajé de la cama y Álvaro se aproximó a Pablo, para pasarle el brazo por el abdomen acercándolo a él.

Me senté en el inodoro para vaciarme, prestando atención a la conversación que seguían teniendo y que me llegaba como un murmullo, pero sin conseguir entender lo que decían.

Una vez limpio salí del baño, los chicos ahora no hablaban, Álvaro se encontraba con la cara sobre el de su amigo lamiéndole las tetillas y con una pierna sobre su abdomen le aplastaba la verga. Pablo se dejaba hacer y solo le pasaba la mano por el hombro acariciando.

Me detuve un momento observándoles, el cuerpo de Álvaro, bien formado y casi perfecto, resultaba más delicado que el de su amigo si los comparaba.

Álvaro se subió un poco más para tener la cara sobre la de Pablo y descendió para besarle la boca. Me gustaba verles, tan escandalosamente bellos y eróticos, tan machos los dos y sin embargo acariciándose, deleitándose con el contacto de sus varoniles y contraídos músculos.

Esa misma escena, ver a Pablo en los brazos de otra persona, me hubiera puesto rabioso, pero con Álvaro lo encontraba normal y me erotizaba a mi mismo, haciendo que la verga fuera respondiendo al estímulo del sensual cuadro que tenía enfrente.

Mientras se comían la boca Álvaro había cogido la polla de su amante en la mano derecha y, a su vez, el otro introducía la mano entre sus nalgas llegándole a acariciar su ano.

-¿No habéis podido esperarme? -dejaron de besarse para mirarme los dos sonrientes, y volvieron a lo suyo esperando que yo me incorporara al grupo.

Me senté a su lado sin intervenir, solo gozando del espectáculo de los dos machos gozándose. Miraba a Álvaro retozando y deslizándose sobre la piel de su amante hasta que Pablo se impuso como macho dominante y lo colocó arrodillado, con la cabeza sobre mis piernas.

Empezó a comerle el culo hasta lograr que gimiera, yo le acariciaba el cabello mirando las maniobras de Pablo en la parte trasera, metiendo la cara entre las redondas nalgas hasta que decidió meterle un dedo.

Le follaba con el dedo a la vez que le seguía lamiendo y Álvaro bufaba con la boca sobre mi muslo mordiéndolo. A veces se contraía al sentir el dedo acariciándole el recto.

-¡Qué rico! Sí, sí, me gusta. -la faceta del Álvaro pasivo se manifestaba rotundamente ante la fuerza del rudo macho y disfrutaba de las maniobras que Pablo le profesaba en el culo.

Sentía como mi verga se ponía cada vez mas dura al notar el cabello de mi amigo frotándose contra ella, cuando movía la cabeza soportando el placer que su amante le daba.

Después de unos minutos más, donde ya le metía hasta tres dedos, Pablo se decidió a iniciar el siguiente paso.

-Te voy a follar papito, mi rabo no aguanta más. -al escucharle salté de la cama y me fui a su lado. Realmente tenía la verga dura y potente como un caballo en el momento de entrar en la yegua, el precum la humedecía y el grande, muy rojo, indicaba la tensión que estaba pasando.

-Déjame que te la chupe antes. -Pablo se giró ofreciéndomela pero sin que los dedos abandonaran las profundidades del culo donde se metían.

Su verga sabía muy rica, deliciosa, con sabor aún a mi culo, se la chupé hasta que me apartó sin violencia y con decisión.

-Si continuas vas a hacer que me corra antes de follarle. -sacó los dedos del culo y dispuso la polla en la entrada del agitado ano de Álvaro, le azotó con la dureza rígida de la polla y la apoyó en el hoyo entre las nalgas.

-Prepárate, voy a meterla.

-Sí, ¡por favor! lléname de polla. -Alvaro movía el culo buscando el contacto que había perdido con la verga de su amigo. Pablo le sujetó con la mano izquierda la cadera y con la otra dirigió la polla hasta su ano.

Estaba tan, pero tan abierto que la cabeza de la gorda polla le ingresó sin problemas. Álvaro emitió un hondo gruñido y dejó caer la cabeza sobre el colchón a la vez que encogía el cuerpo.

Su follador no le dio tregua, y ahora con la verga iniciada la penetración. le sujeto de la cintura para ponerlo a cuatro patas, se sujetó de los hombros y tiró de él para que la larga y dura polla hiciera el camino completo, hasta desaparecer en el cuerpo de nuestro amigo.

Estaba a cuatro patas sobre la cama y Pablo detrás de él le daba verga a un ritmo tranquilo pero contundente y sin prisas. Sentía que mi polla iba a reventar y me llegue para arrodillarme delante de Álvaro, lo mismo que el estaba cuando Pablo me la metía a mi.

Los observé un minuto, admirado de la la voluptuosidad del acto, el cuerpo de Pablo ondulaba buscando el mejor ángulo de penetración para penetrarle hasta el fondo. Álvaro contraía los glúteos para apretar la verga que le partía en dos y se abría para favorecer que le clavara hasta el fondo y con los ojos cerrados no cesaba de gemir.

Álvaro se dio cuenta de mi presencia y me sujeto la verga queriendo llevarla a su boca, pero lo que veía me fascinaba y quería verlo en primer plano. Deslicé el cuerpo bajo él, la cabeza debajo de su tripa y mi verga debajo de su cara, y sentí ganas de chuparle la dura polla que tiraba jugos sin cesar, pero también ver con detalle como Pablo se lo follaba.

Si, deseaba ver la hermosa verga de mi amante, como entraba y salía del culito de Álvaro, totalmente dura y empapada de los jugos que ambos segregaban.

Álvaro bajó la cabeza para empezar a lamerme los huevos, y sin poder aguantarme recogí con la lengua el presemen que le colgaba del glande, que me rozaba pasando por mis labios por las embestidas que Pablo le propinaba en su culo.

El morbo era increíble mirando el conjunto del acople de los dos cuerpos, aquella inmensa barra de carne entrándole hasta las entrañas de nuestro amigo, tenía la impresión de verla recorrerle las tripas avanzando y retrocediendo en su vientre.

Tenía la cabeza forzada para elevarme y poderle chupar los huevos, a veces lamiendo la verga que salía llena de jugos y sintiendo la boca de Álvaro envolviéndome mi verga.

Continuamos unos minutos así, Álvaro y yo con nuestro sesenta nueve a la vez que Pablo le atacaba con fuerza por atrás. Vista desde mi posición, la polla de Pablo pararía más grande, larga y gorda, con las venas reventándole la suave piel aterciopelada, deliciosa.

Su huevos rotundos, grandes y cubiertos de pelo que pasaban rozándome la nariz hasta estrellarse en el rojizo agujero que ahora era el ano de nuestro amante.

Toda esa visión, el olor que percibía llenándome las fosas nasales, me tenía en un estado de excitación difícil de soportar. Y Álvaro tenía que sacarse mi verga de la boca para suspirar y sacar grititos de placer cuando sentía la verga de Pablo en lo profundo de su ser, y escuchábamos el rítmico golpear de los cojones de toro en sus nalgas.

Pablo se debió de cansar, o no quería terminar y deseaba que la follada durara más que sacó la polla del culo dejándome ver el abierto hoyo y le metí dos dedos.

-No, no me la saques, ahora no. -enseguida cerró el culo sujetando y aspirándome los dedos, pero Pablo le sujetó las caderas desplazándole de donde estaba y colocándolo a mi costado.

Entonces Pablo le elevó las piernas colocándolas sobre sus hombros y empezó a comerle el culo. Álvaro se contraía por el placer que la lengua y la boca de nuestro amigo le daba, y yo me arrodillé a su lado admirando su largo fallo tirando líquidos.

Luego Pablo subió la lengua por el perineo hasta llegar a los huevos y allí unimos nuestras bocas, nuestras salivas y le comíamos los huevos y la verga con auténtica dedicación, gozándole y haciendo que nuestro amante se estremeciera continuamente retorciendo el cuerpo.

Uno y otro buscábamos darle placer y no dejábamos un lugar sin que nuestras lenguas pasaran lamiendo, mezclando nuestras salivas con los jugos que su verga desprendía.

Poco después Álvaro se revolvía y era Pablo el que permanecía tumbado, y nuestro antiguo pasivo se volvía el actuante chupando la dura polla de Pablo, le acompañé en la comida y ya Álvaro se montó sobre el peludo abdomen dispuesto a cabalgar a Pablo.

Se inclinó dejando que el largo cilindro de carne quedara incrustado entre sus nalgas, y lo disfrutó unos segundos pasándolo por la raya, dejándome ver como el ano se le abría y cerraba, deseoso de que la dura carne le entrara.

Sujeté a barra pringosa de nuestra saliva y la apunté al precioso y rojizo hoyito, Álvaro la sintió empujando y fue dejándose caer lentamente, yo sujetaba la larga verga para que no se doblara hasta que se enterró completamente en el cuerpo de Álvaro.

Se detuvo unos instantes para hacerse al voluminoso trozo que se había tragado por el culo, y luego comenzó a subir y bajar sobre el mástil de carne, apoyaba las manos sobre el fuerte pecho de Pablo para sacarse la verga y luego volvía a sentarse, suspirando complacido de sentirse tan lleno.

Yo miraba lo que tenía delante, admirado de que su lindo y pequeño culito pudiera tragarse, al parecer sin problemas. El duro y enorme pene a veces a mi me causaba daño. También con la mano derecha acariciaba el encuentro de la carne que le taladraba, y la circunferencia exacta de su ano adaptada ahora a la verga que le penetraba. Con la mano izquierda me pajeaba la verga dura y tiesa como un hierro, y entonces le escuché pedirme que también se la metiera.

-Dame tu polla Ángel, quiero tenerla junto a la de Pablo. -quedé un momento con la mano que le acariciaba el anillo del ano paralizada.

Pablo también lo deseaba.

-Sí métesela, vamos a estirarle el culo. -tiró ligeramente de él para que su verga saliera como un cuarto y le metió dos dedos, como indicándome que Álvaro estaba dispuesto y preparado para recibir dos vergas por el ano.

Le aplastó sobre su pecho y abrió las piernas para dejarme lugar y que me metiera entre ellas. Me daba un poco de miedo por la posibilidad de hacerle daño o desgarrarle el culo, coloqué el capullo en la entrada y apreté con los dedos la verga de Pablo para hacerme sitio.

-Métela Ángel, estoy preparado. -pero su voz sonaba como ahogada, y supe que él también tenía miedo, y ganas, muchas ganas, porque llevó la mano hacía atrás para agarrarme el muslo y empujarme hacia él.

Me decidí y empujé con cierta fuerza hasta lograr que el glande desapareciera resbalando sobre la verga de Pablo. Álvaro retrajo el culo y me detuve, pero ya estaba dentro de él, lo difícil estaba hecho.

Sentía la estrechez de su ano y fui entrando poco a poco, a polpecitos, pero también sentía que la polla de Pablo aumentaba por la excitación de sentir la mía queriendo ocupar su lugar en clara disputa.

Pablo abrió sus piernas un poco más, para que yo lograra una penetración completa, o al menos satisfactoria para podernos mover y follarle el culito sin problemas.

La tenía dentro de su culo todo lo que podía meter y me incliné sobre su espalda para besarle y calmarle los temblores y tiritones que padecía, a la vez Pablo le besaba con amor y cariño los labios.

-¿Estas bien? -musitaba temeroso junto a su oreja. -parecía que sollozaba pero su respuesta fue contundente y rápida.

-Sí, estoy bien, en el cielo. Resulta increíble sentiros a los dos dentro de mi, me gusta y no siento dolor. -le teníamos emparedado entre los dos y Álvaro se aplastaba sobre el cuerpo de Pablo invitándome a que yo hiciera lo mismo sobre el suyo.

Le cubríamos de caricias y de besos y nuestro amigo solo suspiraba, hasta que su culito comenzó a trabajar apretando nuestras pollas, nos pedía guerra, y mientras yo me mantenía pasivo y quieto, Pablo empezó a salir y meterla, era suficiente para que yo sintiera un inmenso pacer al sentir su verga rozando la mía, apretándola contra las paredes del recto de nuestro amigo.

-Que rico estás mi Álvarito, tu culito despide fuego. - todo resultaba maravilloso, lleno de hermosas sensaciones y sabía que nuestro amigo disfrutaba al tener nuestras dos duras pollas en su culo

Poco después sentía que me iba a correr, el placer era demasiado y tenía dos opciones, o salir del culito, o dejarme ir y que mi semen se derramara sin demora.

-Me voy a correr, me salgo. -el ¡No! de los dos sonó al mismo tiempo

-No, correté dentro de mi, déjame tu leche dentro, quiero que lo hagáis los dos. -fue recibir su permiso y sentir como mi verga se endurecía, palpitaba disparando mi semen en las entrañas de Álvaro. Su culo me apretaba ordeñándome la polla y enseguida supe que el también eyaculaba al contraerse y apretarse más contra Pablo.

Pablo continuó follándole unos segundos más, cuatro y o cinco estocadas metidas con brusquedad, y sentía su leche envolverse con la que yo le había depositado a la vez que su verga se endurecía y creía apretando la mía, y como salía el semen expulsado entre las dos vergas resbalando desde el culito a sus huevos.

Permanecimos en la misma postura unos segundos, hasta que nuestras respiraciones se fueron calmando, mi verga fue la primera en salir de su culo acompañada de un chorrito de leche, y me dejé caer al costado de Pablo, cerré los ojos y escuché el ruido de la verga de mi amigo al abandonar el cuerpo de nuestro amado y su profundo suspiro de satisfacción.

Pensaba que había sido increíble pero verdadero, Álvaro servía para todo y era un todo terreno, nunca lo hubiera pensado. Disfrutaba lo mismo dando que recibiendo, o más de lo segundo como me sucedía a mi. Ahora dudaba de que fuera bisexual.

Era muy tarde y teníamos que dormir, el día siguiente Pablo debía hacer el viaje de vuelta. Y nos quedamos dormidos sin más, en esta ocasión con Álvaro entre nosotros dos.

—————————————-

Desperté al escuchar voces cercanas, al principio eran simples murmullos que después fui reconociendo y entendiendo las palabras.

-Me tengo que marchar Álvaro, mi tío me espera en casa y tengo que finalizar de recoger mis cosas.

-Espera Pablo, nos arreglamos y te acompañaremos, aun es temprano.

-Es mejor que no, antes quiero pasar por el cementerio para visitar la tumba de mi tía, y además nuestro niño lo va a sentir y es mejor no decirle adiós. Cuida de el. -había abierto los ojos pero al escucharle los volvía a cerrar haciéndome el dormido.

Quedé en tensión escuchando los pequeños ruidos que hacía, el beso de despedida que compartía con Álvaro y sus labios posándose en mi frente, luego el chasquido leve de la puerta al cerrarse.

Álvaro me rodeó entre sus brazos, me besó silenciosamente la espalda y permanecimos en silencio, sin poder volver a conciliar el sueño hasta que la claridad inundó de opaca luz la habitación.

Todo el tiempo que había pasado había sido entre los brazos de mi amante, sintiendo los dulces besos que me prodigaba en el cuelo y la espalda, seguro que él sabía que permanecía despierto. Me moví para girarme hacía él, sus ojos me miraban doloridos y amorosos.

-¡Álvaro! -le rodeé el cuello con los brazos y escondí la cabeza en su cuello.

-¡Mi amor, mi vida! -besaba con ternura mi cabello una y otra vez al tiempo que yo suspiraba son la boca sobre su pecho.

Al estar así, abrazados, sentía más pronunciado el calor que teníamos en la habitación, levanté la cabeza y busque la boca de mi chico.

-Tu no me dejes Álvaro, tu no…

-No mi vida, voy a estar a tu lado cuando me necesites, te amo, y él también lo hace. -parecía que buscaba una disculpa, una excusa que justificara el que Pablo nos dejara.

-Se que debe ser así, quiéreme Álvaro, necesito sentirte en mi, hazme el amor. -Álvaro colocó una pierna sobre mi cintura aprisionándome y sentí su virilidad apoyarse en mi abdomen. Su verga estaba algo dura y la sujeté para sentirla más cerca abrazándola contra mi tripa.

-Te amo Álvaro y se que estaremos bien los dos juntos. -la suavidad de sus besos me envolvían y cada vez eran más frecuentes e intensos, rodeé su pecho con mi brazo y respondí a sus caricias, a sus amorosos besos llenos al principio de ternura, hasta irse convirtiendo en apasionados.

Me tenía aprisionado, encerrado en las cadenas que formaban sus brazos y las piernas, con el culito sobre mi pene que lentamente se me iba endureciendo y le tocaba la entrada del culo cuando se movía.

-Hazme tuyo mi amor. -logré gemir en sus labios cuando se apartó un instante para poder respirar. -sin separar nuestras bocas se dio la vuela colocándose sobre mi sin variar mucho la postura, pero ahora era yo quien enroscaba mis piernas en su cintura, buscábamos los dos el encuentro entre su dura verga y mi culo.

La tenía muy dura y resbalaba sin poder penetrarme, entrar dentro de mi cuerpo no resultaba tan fácil y pasé una mano por debajo de mis piernas para encaminar la verga a su destino.

Supo cuando tenía que empujar y respiré profundo cuando se abrió camino en mi culo.

-¡Ahhh! Mi amor ya me entra, está muy dura y potente.

-¡Qué rica, qué rica tu verga Pablo! -me di cuenta tarde de que nombraba a mi otro hombre, si Álvaro lo escuchó no me lo dijo en ese momento, continuó empujando y dándome pequeños golpes de cadera hasta que estuvo totalmente dentro de mi cuerpo.

Descansó permaneciendo quieto, dejándome sentir el palpitar de la polla dentro de mi culito mientras me besaba apasionadamente, pero sin excesos.

-Gatito, es un placer follarte y sentirte así de tierno. -Álvaro era muy diferente a mi Pablo haciéndome el amor, en él todo era cordura y sensatez.

Chupaba mi lengua moviéndose con lentitud, sin prisas, en este momento parecía que el tiempo era infinito para él y se olvidaba de tu acuciante trabajo como si no existiera. Yo era lo más importante y a lo que se dedicaba con maestría amorosa.

-¡Ohhh! Mi maravilloso amante, mi Álvaro, me follas tan rico, te siento muy dentro mi vida, y me vuelves loco. -mi ano se adaptaba a su verga como un guante de seda, y yo lo apretaba lo suficiente para que entrara y saliera sin dificultad, resbalando por el canal y rozando las paredes lo suficiente para que los dos lo gozáramos y gimiéramos de dicha en nuestras bocas.

-Me voy a correr gatito, tu culito es una vaina deliciosa, eres increíble mi amor, me viene el orgasmo…

-Lo se, siento como se te engorda la verga, dámelo todo, lléname de semen amor, ahora soy tu mujercita y quiero que me preñes la barriga. Vacíate, así tan rico, mi vida.

La paz se había acabado y ahora Álvaro me clavaba con tremenda fuerza, me enterraba su maravilloso falo a velocidad vertiginosa logrando que también yo necesitara correrme. Se contrajeron mis testículos expulsando con fuerza la leche que contenían y mi culito aprisionó la dura polla de mi amante que se quedó clavado, respirando dificultosamente mientras los chorros de semen se depositaban en mi vientre.

——————

Álvaro pidió bañadores para nadar un rato en la piscina climatizada del hotel, y volvimos a la habitación después de divertirnos nadando hasta terminar agotados.

Nos duchamos y preparamos el escaso equipaje que había cogido.

-¿Donde quieres que comamos?

-En casa, con tus padres, llamaré a Victoria para advertirle.

-Podemos comer fuera, hay muchos restaurantes.

-En casa, es donde mejor estaremos.

Los dos evitábamos nombrar a Pablo, aunque ambos le teníamos en nuestras cabezas.

Seguirá…

 

(9,50)