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Una mamá adoptiva con tetas gigantes

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Me llamo Jonatan, mejor conocido como el negrito. Tengo 22 años de edad mido 5’9” y tengo un cuerpo músculos producto de las pesas en el gym. También tengo un miembro grande casi 20 cm cuando está erecto.

Esto que les voy a contar sucedió hace ya 4 años. Nunca conocí a mis padres, mi madre murió al darme a luz y mi padre me abondo en un orfanato de la Ciudad de México cuando era bebé. Siempre fui un niño muy inquieto, recuerdo que en más de una vez me metí en problemas, nadie se salvaba de mis travesuras. Tanto monjas como curas y mujeres del servicio... eran víctimas del negrito.

El tiempo fue pasando y todos mis amigos empezaron a ser adoptados menos yo. Siempre decían que allí me iba a quedar y así lo creí, ya casi cumplía 18 años y seguía allí. Muchas parejas vinieron a verme pero nadie me adoptó. Un día recuerdo que estaba ayudando a una monja llamada Laura a acomodar unas cosas, cuando en la cocina alguien le aviso que su hermana venía a visitarla.

Salió de la cocina casi volando y me dijo que la esperara allí, cuando volvió me dijo que quería hablar conmigo. Pensé que otra vez me iba a regañar por algo. Pero cual va siendo mi sorpresa, cuando me dice que alguien quería adoptarme. Se trataba de una hermana mayor que tenía en provincia y que había escuchado de mi caso.

Era Paula una mujer de unos 50 años y 5’5” de estatura ojos azul marino pelo Crespo rubio y piel aún más blanca que la de Laura con un busto enorme y unas nalgas grandes. Vestía un vestido azul y blanco típico de su edad, me dijo que se moría de ganas por conocerme y que estaría encantada de llevarme a su casa si así lo deseaba. No le di muchas vueltas al asunto, lo que quería era salir de aquel lugar.

Se hicieron los trámites y salimos en dirección a su casa, no estaba muy lejos, por lo cual nos tomó poco tiempo llegar. Me empezó a platicar su vida con mucho detalle. Me dijo que nunca había podido tener hijos y que su marido murió en un accidente de construcción hace más de 20 años y que ya no se volvió a casar por respeto a su memoria, pues se consideraba una mujer de un solo hombre. También me contó que sufría de gigantomastia, una rara condición que hizo que sus senos crecieran tan grandes... y que el peso de su busto a veces la molestaba.

Me preparo una cena exquisita y me dijo que si quería bañarme que allí estaba la toalla y el baño. Me bañe y me enseño mi habitación, Se despidió con un beso en la Mejía y me dijo que descansara y nos fuimos a dormir. Al día siguiente temprano mientras me bañaba se me olvidó la toalla en la habitación, pensé que aún estaría durmiendo. Salí desnudo por el pasillo y cuando de pronto veo que sale de su habitación. Me dio mucha vergüenza y solo alcancé a decir lo siento y me metí corriendo a la mía. Después de una buen rato, escucho que toca a mi puerta y me dice que el desayuno está listo... no te preocupes por lo de esta mañana me dijo, sus palabras me hicieron sentir más tranquilo. Cuando estaba sirviendo el desayuno me percaté que aún conservaba las fotos de su difundo marido don Pedro, en las paredes de la casa. Algo que me llamo la atención fue ver que Laura vestía de una forma muy diferente en ellas. Escotes pronunciados y pantalones ajustados, pero ahora siempre usaba vestidos que la hacían verse más mayor de lo que era en realidad.

Seguimos platicando de mi y me pregunto que qué opinaba de la casa, le dije que era muy bonita. Terminamos de desayunar y nos fuimos al centro comercial a comprarme ropa. Me probé uno pantalones y unas camisas, que ella había escogido con mucho esmero. Llegamos a casa y me dijo que estaba muerta de cansancio, que se iba a bañar le pregunté que si quería que le diera después un masaje. Me dijo que no sería mala idea y aquí empieza lo bueno...

Continuará!

 

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