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La doctora abandonada

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Empezaba la temporada de verano, las escuelas estaban de vacaciones y los suburbios de la ciudad estaban alborotados con el ruido de niños en los parques y calles en sus patinetas, bicicletas y demás actividades lúdicas.

Mi familia y yo nos acabábamos de mudar a una casa en un lindo vecindario de casas con jardines y piscinas. Yo tenía en ese entonces 18 años.

En la casa vecina vivía una pareja con niños, donde el señor de la casa siempre estaba por fuera en alguno u otro viaje de negocios, dejando a la señora mucho tiempo sola y prácticamente sola en lo emocional y sexual.

Como el sr no estaba, y la Sra. trabajaba en una clínica, pues necesitaban a alguien que cuidara de sus hijos mientras regresaban a casa de sus trabajos. Ella salía todos los días a trabajar y regresaba tipo 6 pm, y yo me iba a mi casa, a solo pocos metros de esta.

En esta tarde en particular como de costumbre llegue a cuidar de sus hijos, y me dedique a leer y ver televisión mientras los niños jugaban en el suelo con sus juguetes, a eso de las 5 les di algo de comer y se quedaron dormidos, así que los lleve a su alcoba y los deje cómodamente dormidos.

Llegaron las 6 de la tarde y Maricarmen, así se llama la Sra. de la casa, no llego así que me tocó quedarme hasta que llegase, para no aburrirme, y con algo de curiosidad, me puse a revisar cajones, alcanas y closets de la casa, no me iba a robar nada, solo curiosidad.

Al ratito de estar curioseando, y haber visto y tocado los interiores de mi hermosa empleadora, si Maricarmen es una mujer de unos 36 años muy hermosa y de un cuerpo envidiable, encontré unos videos que por sus caratulas supe eran videos porno, tome dos y me fui a la sala de estar a verlos un rato.

Me entretuve viendo estos videos de porno, que se me fue el tiempo hasta que sentí el auto de Maricarmen entrar a la cochera, y sacándolo rápidamente del video reproductor corrí a ponerlos en su lugar con la mal suerte que me pillaron mientras los metía al cajón del gabinete.

Eran ya las 11 pm, Maricarmen me había pillado, tartamudee alguna disculpa y me quede quito, me dijo que no me preocupara, que la esperara un momento que en la sala que tenía que hablar conmigo, se metió a su alcoba y al ratito salió, cubierta por una túnica de toalla, se sentó a mi lado y abrazándome me dijo que su marido la había dejado y ya no aguantaba el reprimir sus tristeza, lloro sobre mis hombros y me pido me quedara a acompañarla, ya yo había avisado en casa que estaría tarde así que no me preocupe, igual ya debían estar durmiendo.

Maricarmen se estaba quedando dormida, la empuje un poco y le ayude a llegar s u alcoba done se recostó y se fue quedando dormida, le comente que por que no se ponía una pijama y se acostaba cómoda que yo la esperaría que se durmiera antes de irme.

Se quitó la túnica y debajo Maricarmen estaba totalmente desnuda, sus senos perfectos apuntaban al cielo, su obligo pequeño invitaba a ser lamido y que decir de su precioso coñito, el cual depilado solo tenía un apequena línea de pelos sobre el capuchón de su clítoris. Quede pasmado por u momento. Maricarmen se me que do mirando y me dijo: - Te gustaría quedarte conmigo esta noche y probar algo de mi cuerpo.

Ni corto ni perezoso me acerque y la abrase, le acaricie el cabello y baje mis manos por su espalda hasta sus respingadas nalgas. La senté suavemente sobre la cama y tal como me había pasado por la cabeza le metí la lengua en su ombligo y fui bajando hasta empezar a comerme ese coñito que no solo se veía delicioso si no que lo estaba. Lamí y lamí sus labios inferiores, los jugos de su vagina corrían por su entrepierna y la pepita saltarina estaba hinchada y sensible, puse la punta de mi lengua en ese frijolito y lo hice saltar, ella se estremecía, y movía sus caderas, la voltee, abrí la raja entre sus nalgas y le empecé a lamer el ojete del culo, apretó sus nalgas y me dijo que nunca le habían cedió el culo, le dije me dejara hacer, despacio la fui relajando y seguí comiéndome ese espectacular culo, mi lengua penetraba su cerrado esfínter , le pregunte si había tenido sexo anal y dijo que no, así que me decidí a ser el primero, le metí un dedo y luego otro, cuando ya la tenía al borde del colapso, me subí y rápido pero con cuidado le metí la cabeza de mi verga, salto un poco, pero la retuve, la seguí empujando hasta que la tenía toda adentro, comencé a bombear, y con una mano le frotaba el clítoris para mantenerla excitada, Maricarmen empezó a disfruta y a moverse como una culebrita, le di despacio a veces y en otras más rápido, su sudor y el mío se mezclaban en los hoyuelos encima de su nalgas, yo estaba que me corría, quería llenarle ese culo de mi juvenil leche, le di y di, mis dedos seguían moviéndose a la velocidad de la luz hasta que ella se corrió ruidosamente, maldiciendo su marido y pidiéndome se le diera más duro, me corrí , la llene de mi viscoso líquido y caí sobre ella.

La saque al momento y sentándome su rostro, le metí mi verga en su boca que empezó a succionar mi verga, la lamia y chupaba que rico, no dejo que esta se cayera, la mantuvo dura, hasta que ya casi estaba listo para otra corrida, la saque me baje y de un solo trancazo, invadí su coño, suspiro y puso sus piernas detrás de mi espalda, nos rajamos dándonos como si el fin del mundo fuera mañana.

Al terminar ya cansados, le di un par de besos, la deje debajo de las cobijas y le prometí que cuando me necesitara yo vendría. Me vestí y me fui a casa, mañana de tarde estaría otra vez cuidando sus hijos.

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