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Desaparecido 3

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Natalia no tardó en quedarse profundamente dormida. Yo en cambio no podía dejar de darle vueltas a lo que me había contado y no podía olvidar el beso que me había dado. Poco a poco me fui acercando a ella, su presencia me tranquilizaba. Agarré su mano y poco a poco me fui quedando dormido.

Cuando desperté el Sol estaba saliendo, un rayo atravesaba la habitación. Durante la noche nos habíamos movido y ahora la abrazaba por detrás, tuve una erección en pensar en esa colita tan rica y esas tetas y casi sin querer, sin poderlo evitar sentí como mis manos empezaban a recorrerle el cuerpo. ¿Que estaba haciendo? Estaba cómodo pero de repente me entró miedo. Esa chica tenía verga como yo y yo no era gay. Estaba seguro. ¿Entonces porque me atraía tanto? Me levanté y fui al baño, me miré al espejo sin reconocerme y estuve a punto de irme, pero no lo hice. En lugar de eso volví a la cama, la abracé con fuerza poniendo una mano sobre su pecho y volví a quedarme dormido.

Me volví a despertar horas mas tarde, Natalia no estaba. Me levanté y me puse los pantalones que llevaba la noche anterior y salí a buscarla, estaba en la terraza, al lado tenía una bandeja con el desayuno. Al ver todo lo que me había preparado le di las gracias. Ya se había vestido, llevaba unos shorts rosas y una camiseta de tirantes, ropa de estar por casa, aunque no la hiciera menos bella.

-¿Has dormido bien?- me preguntó. No hizo ningún comentario sobre que la abrazara.

-Si, gracias. ¿Y tu?

-También, he dormido como un bebé.- cogió la taza de café con una mano y se encendió un cigarrillo. Yo le cogí uno.- ¿Trabajas hoy?

-No, tengo una excedencia por lo de mi hermana, tiro de los ahorros. ¿Y tu?

-No, yo hoy libro, cada miércoles. Creo que podríamos aprovechar para hablar con Marcos. ¿Te parece?

-Claro, pero antes me gustaría ir a cambiarme. ¿Quedamos después de comer? ¿En el centro te va bien?

-Si claro.

Acabamos de desayunar y Natalia me acompañó hasta la puerta, nuestras manos se encontraron en el pomo. Yo retiré la mano corriendo pero ella me la agarró a medio camino y me miró a los ojos. “No debes tener tanto miedo.” me dijo y me dio un beso en la mejilla. Yo cerré la puerta y bajé corriendo hasta que el viento me azotó la cara. Necesitaba pasear. Caminé un rato y cuando llegué a casa me metí debajo de la ducha. Me cambié, me afeité y me preparé una comida ligera. Volví a mirar la foto de mi hermana, era muy guapa, pensé en llamar a mis padres y contárselo todo pero decidí que el golpe sería demasiado duro y que sería mejor esperar. A las cuatro salí de casa para irme a encontrar con ella, me había puesto ropa limpia y parecía una persona mas decente. Pero a medio camino me llamó, me dijo que se había quedado dormida y si me importaba ir a su piso. Habría preferido quedar en otro sitio pero no pude, o en realidad no quería, decir que no. Piqué el interfono me abrió y subí las escaleras de dos en dos. Piqué el timbre y esperé unos momentos. “Perdón es que me estoy vistiendo” dijo al abrir la puerta y lo que vi me dejó boquiabierto. Llevaba una bata abierta y debajo la ropa interior, sentí un cosquilleo en mi entrepierna antes de contestar que no pasaba nada. “He quedado con Marcos, vendrá en media hora.” me dijo y se fue a la habitación. Yo desconcertado fui al salón y estuve a punto de sentarme pero Natalia me llamó pidiéndome ayuda. Fui a su habitación y la encontré delante del espejo con un vestido negro cortito y un escote generoso pero sin abrochar. Me pidió que le subiera la cremallera, me dio un poco de apuro, la parte de abajo estaba justo encima de su cola y se veía un trozo del tanga. “Va no seas así.” Puse las manos encima y se la subí poco a poco. Cuando acabé nuestras miradas se encontraron en el espejo.

-Me gustas, ¿sabes?- me dijo ella. Me entró un miedo horroroso y no supe que contestar. No me moví pero su mano cogió la mía y la puso encima de su vientre.- Y yo también te gusto a ti, no me intentes engañar.

-No, te equivocas, solo te encuentro guapa.

-Víctor esta noche me has cogido del pecho como si me quisieras comer.- se giró y me miró a los ojos. No me aparté, solo cerré los míos y le di un beso. Me encantaba esa chica.- ¿Te da miedo que sea trans?

-Si, la verdad.

-Pero soy una mujer, que aún tenga verga no quiere decir que no te pueda dar lo que te da una mujer.- la volví a besar con fuerza y la acerqué hacia mi, hasta sentir sus pechos enormes contra mi torso.

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