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Dos tíos burlados

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Soy una mujer que quizás ha tenido demasiadas experiencias sexuales. Si hay algo que me gusta es burlar a los tíos. Concretamente recuerdo un caso en que les obligue a mariconearse sin que ellos se dieran cuenta ni pudiesen hacer nada para evitarlo.

Entonces tenía 35 años, cinco menos de los que tengo ahora y seguía (y sigo) estando fenomenal. Guapa, ardiente, de buen cuerpo no excesivamente fino pero tampoco demasiado grueso. De pechos muy bonitos. Bueno conocí a dos chicos en un pub. Tendrían unos 10 años menos que yo. Parecían ligones de poca monta. Más bien tirando a ingenuos que luego van presumiendo de lo avispados que son. Eso sí eran muy guapos. De cuerpos delgados. Llevaban gomina y olían mucho a perfume.

Al verlos y observarlos con disimulo durante una media hora supe que eran presas ideales para pasar una noche estupenda.

Así que pasé a la ofensiva. Ya sin disimulo me puse a mirarles y a sonreírles. Hasta que uno de ellos se me acercó. No recuerdo de que hablamos pero me los terminé llevando a casa. Me llevaron en su coche porque cuando salgo siempre voy en taxi.

Una vez dentro les puse dos copas y a mí otra. Y era el momento de ponerlos a cien. ¿Cómo? Pues hablando. Con mi característica voz suave y algo ronca.

-Siempre voy a la playa en verano, jamás voy a la piscina- les decía- y lo que más me gusta hacer cuando voy allí es picar... sabéis una cosa que me gustan mucho los negros. Las cosas que son capaces de hacerte.

-¿Te has acostado con alguno?- me pregunto uno de ellos. Ambos ya estaban locos por mí y harían todo lo que yo les obligase.

-Sí. En varias ocasiones. He hecho dobles penetraciones.

Me di cuenta de que ellos ya se estaban asustando. Nunca habían estado con una mujer los dos a la vez. Ni siquiera habían tenido sexo anal.

La solución para tranquilizarlos fue darles dos copas más. Resistirían. Se masturbaban una sola vez por semana y tenían 25 años. Así que sus pollas ya estaban durísimas.

El alcohol les hizo efecto. Y se fueron desnudando. Quitándose las camisas y los pantalones. Yo también me quité casi todo, quedándome en lencería. Se bajaron los slips y vi sus pollas duras y torcidas. Les acaricié los huevos.

-No sabéis que podría ser vuestra madre. ¿Qué edad creéis que tengo? Más de cuarenta. ¿Qué edad tienen vuestras madres? Imaginaros que soy la madre de uno de vosotros y os estoy acariciando los testículos. ¡Y no decís nada! Ahora mismo estáis cometiendo un incesto.

Los dos chicos no decían nada pero sonreían. La verdad es que me estaba pasando pero estaba muy excitada. Tenía mucha humedad.

No pude aguantar más y me puse a chuparles las pollas. Primero uno y luego el otro. No eran muy grandes pero me volvían loca. Me las llegaba a meter casi hasta el fondo. Les pasaba la lengua por el orificio del prepucio. Estaban operados de fimosis.

Después esta perra salida se puso a lamerles los cuerpos de arriba abajo. Bueno por lo menos las zonas no sucias. En esta ocasión no estaba dispuesta a tanto. Les lamí las pantorrillas, los muslos, las ingles, los testículos, las pollas, los glúteos, el ombligo, la espalda, los pectorales, las tetillas, los hombros, las manos, los antebrazos, los codos, los brazos, el cuellos y las caras.

Les miré las caras a los chicos y me pareció que estaban a punto de correrse.

No quería que se fuesen tan pronto. Puse cara de zorra. Los dos chicos se pusieron a reír a carcajadas. Comencé a darles empujones y terminamos peleando en broma. Forcejeando. Ellos estaban bebidos pero aún así se quedaron sorprendidos de mi agresividad y fuerza. Acabamos en el suelo y los dos me sujetaban. Los tres nos reíamos.

- Ya es hora de que me folléis- les dije.

Los chicos se quedaron cortados. No sabían que hacer.

-Me la vais a meter los dos por el coño.

Primero me la metió uno y luego el otro. Me encantó. Estreché mi vagina para sentir lo más posible los dos penes dentro de mí. Pero lo que más me excitaba es que los dos chicos no sólo me estaban follando a mí sino que se estaban follando entre ellos. Sus pollas se apretujaban la una contra la otra y sus huevos se aplastaban hasta hacerse daño. Yo estaba calentísima pero no llegaba a correrme. Los dos chicos no sabían que estaban teniendo su primera experiencia bisexual.

Sabían que no iban a resistir demasiado así que les pedí que pararan y que me las sacaran.

Cogí las dos pollas. Las junté y me puse a menearlas con las dos manos. Los chicos cerraban los ojos y movían sus mandíbulas. No llegué a contar hasta 30 y su semen salió despedido cayéndome sobre mi cabeza, cara y cuerpo.

Y ahora os cuento lo mejor. Me sequé con una toalla y me tumbe en un sofá viendo como los chicos se vestían. Y lo que hacía yo era masturbarme en silencio. Acariciándome el clítoris. Los dos chicos no decían nada. Cuando ya casi estaban vestidos fue cuando me corrí. Uno de ellos me parece que se dio cuenta.

Se fueron al lavabo y se peinaron.

Unos 15 días después por casualidad me encontré a uno de ellos en una zapatería y ni siquiera me saludó. En fin.

(8,00)