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Este relato me he decidido a llamarlo sexo total porque creo que no se puede denominar de otra manera. Al principio fue una fantasía que terminó convirtiéndose en un hecho real. No me sucedió a mí sino a una joven amiga mía. Bueno yo os recuerdo que soy Isabel una mujer hermosa pero del montón. Ni muy delgada pero tampoco excesivamente esbelta. Quizás lo mejor es mi belleza. Cuando tenía 33 años conocí a una amiga llamada exactamente igual que yo, Isabel. Tenía entonces 19 años. El caso es que es muy parecida a mí. Tiene más pecho, de curvas más pronunciadas. Quizás a su edad yo era más bonita pero lógicamente en ese momento ella resultaba más atractiva para los hombres aunque repito que yo gusto muchísimo.

Bueno pues ésta Isabel conoció en el metro a dos chicos negros, que le resultaron muy majos. Bueno ambos eran africanos por lo que ni se llamaban José ni Antonio. El que ella llama José era el que tenía mucha labia. Antonio en cambio era más callado. José era divertido pero vulgar y Antonio muy misterioso. José medía uno setenta y cinco. Antonio casi dos metros. Uno tenía 28 años y el otro 27.

Se hizo muy amiga de ellos y José le propuso quedar una noche.

Eran dos desconocidos pero le atraían un montón. Y jamás había vivido una experiencia así. Por la noche antes de dormir se toqueteaba y tenía una gran fantasía. Se imaginaba lo que iba a pasar en esa cita pero lo curioso es que la protagonista no era ella sino yo. Como sabía que yo había tenido experiencias con dos hombres a la vez no se veía a ella misma en la relación sino a mí. Quizás por inseguridad. Y se identificaba mucho conmigo. Ella es tan multiorgásmica como yo.

Por cierto después de leer este relato he de confesar que me puse más que húmeda y que tuve que masturbarme durante días.

Bueno ella se pasó unas tres horas fantaseando esa noche y pajeándose sin parar.

Se imagino que yo como ella quedaba con José y con Antonio e íbamos primero al cine. Luego a cenar y finalmente les invitaba a mi casa a tomar unas copas.

Tras tomar varios martinis decidíamos tener esa experiencia sexual que tanto estábamos deseando.

-Chicos, antes que nada bajemos a la farmacia a por condones- les decía yo.

En la farmacia aprovechaba para comprar varios enemas.

De vuelta al piso decía:

-Nos toca ponernos estos enemas.

-Nosotros también- decía José.

-Es que son gajes del oficio- contestaba yo.

Para mí en el sexo la higiene es fundamental. Así que después de los enemas nos metimos por turno en la ducha.

Físicamente ambos eran calvos como el negro de Matrix y muy musculosos. Me decían que pasaban las horas libres en un gimnasio. Se bajaron los slips y sus penes eran enormes. El de José era muy, muy ancho y debía medir unos 21 centímetros. El del alto y callado Antonio medía unos 27. Era alargado y parecía un misil.

Me desnudaba y comenzaban a magrearme.

Me acariciaban las piernas, el culo, la cintura, la espalda, los pechos, los hombros, el cuello, la cara. Y luego me besaban y me lamían las piernas, las nalgas, y las otras zonas del cuerpo. Tenía un escalofrió y me corría de placer. Luego me metía mano y me acariciaban el clítoris. Ambos se agachaban y Antonio me lamía el coño y José el culo. Yo tenía otro orgasmo. Se levantaron y me besaron en la boca. Antonio me volvía a acariciar el clítoris y luego me metía un dedo y luego dos por la vagina. José me metía un dedo y luego otro en el culo. No tardaba en llegarme otro orgasmo.

Me tocaba el turno a mí. La polla de José casi no me cabía en la boca. Así es que prefería pasarle la lengua por el capullo y darle lametones por todo el miembro. La glotonería hizo que me metiese la polla alargada de Antonio en la boca y acto seguido tener una nausea. Lo hice varias veces y la verdad es que me encantaba.

Hice un gesto.

-Chicos daos la vuelta.

Lo hicieron. Separé sus glúteos y les metí la lengua en el culo. Esto me encanta. Primero uno y luego el otro y les mordisqueaba las nalgas.

Llegó el momento de los condones. Nos fuimos a mi cama del dormitorio. Primero José se puso el condón y me folló con su polla ancha y larga. Se oían sus jadeos. Y los míos. El coito duro unos 10 minutos. Además de tener buenos pollones ya sabía que los dos eran unos auténticos expertos que habían tenido infinidad de experiencias. Se movía meneando su cadera en círculos y volviéndome loca. Sentía toda aquella cosa dentro de mí y llenándolo todo. Hasta que se corrió. Yo tuve tres.

Antonio me metíó su polla interminable. Su forma de follar era metiéndomela hasta el fondo dando de pronto un golpetazo. Era increíble. Me corrí otras tres veces.

Al rato nos quedamos los tres dormidos.

Al día siguiente se levantaron todo burros de nuevo. Esta vez querían metérmela por el culo. Antes lógicamente me volví a poner un enema y me inyecté aceite dentro. Tenía que elegir entre la polla larga de Antonio o la ancha de José. Sabía que la de José me iba a hacer mucho daño así que elegía la de Antonio pero por supuesto no metiéndomela hasta el fondo. Se puso el condón.

-Ten cuidado con lo que hace o te arrepentirás- le dije.

-No, no...no hay problema- me contestó.

-Me dolía mucho y les dije que lo dejábamos para otra ocasión.

Quedámos de nuevo dos días después. Por la noche y tras besuqueos y tocamientos Antonio lo volvió a intentar en mi culo con el condón puesto. Al mismo tiempo me acariciaba el clítoris. Tras cuatro intentos me la metió hasta más de la mitad y ya estaba cachonda perdida. Me gustaba su polla dentro de mí. Al acariciarme el clítoris tuve un estupendo orgasmo que se me reflejó en el ano.

-Ahora tú José, ahora tú- le dije.

José se puso el condón y me metió su ancha cosa. Así me estaban penetrando al mismo tiempo. Lo que más me deleitaba eran aquellos dos cuerpos sudorosos pegados a mí. Los movimientos no fueron muy bruscos y me hicieron tocar el cielo. Tuve tres o cuatro orgasmos seguidos. Ellos se corrieron en poco tiempo.

Creo que fue maravilloso.

Bueno hasta aquí es la fantasía de mi amiga y ahora viene la realidad.

Isabel quedó con ellos a las cinco y media de la tarde y entraron en el cine a las seis. Después fueron a cenar y pagaron José y Antonio a medias. Fueron encantadores.

Bueno lo sigue contando ella...

Fueron encantadores pagándome la cena. Después fuimos al piso de José. Nos tomamos tres vasos de vino en la cocina. Después José me propuso que fuésemos a mi casa es decir a la mía pero también la de mis padres. Al principio les dije que no pero media hora después les dije que sí por las ganas que tenía de echar un polvamen con ellos. Mis padres estaban de vacaciones y no volverían hasta dentro de quince días y mi otra hermana ya estaba casada.

Nada más llegar nos bebimos un par de botellas de champán. Me di cuenta de que ellos bebían menos que yo.

Primero se desnudaron ellos. Ambos estaban rapados como el negro de Matrix. Tenían tatuajes.

José tenía unos brazos enormes y algo de barriga pero era normal dada su fuerza. Antonio, el alto, era delgado y fibroso. Sus músculos daban vértigo. Se sacaron las pollas. La de José parecía la de una bestia sobre todo por el ancho. Pero la que me puso caxonda perdida (cachonda perdida) fue la de Antonio. ¡Era increíble que tuviese una polla tan larga! ¿Y cómo podía tener tal erección? Parecía un adolescente con poluciones nocturnas.

-Pues más ganas tengo yo que tú- le dije con mi carita de ángel.

Se tiraron a por mí y manoseándome me quitaron la ropa. Tironeaban sin que me diese tiempo a respirar. Pero no me toquetearon groseramente lo que demostraba su galantería y su madurez sexual.

Una vez desnuda me metí la polla de José en la boca. Tenía que abrirla completamente y me dolía la mandíbula. Lo único que podía hacer era succionar. José gimoteaba. La pasión hizo que me fuese a por la polla de Antonio. Me la metí todo lo que pude y me hizo toser. Antonio respiraba con fuerza.

Los dos negros me sentaron en un sofá y se agacharon. Comencé a suspirar casi llorosamente. Me daba cuenta de que la experiencia iba a ser excesiva. Cada uno me lamía y besaba los dedos de los pies. También las plantas y se los metían hasta el fondo y succionaban. Yo ya estaba levitando.

Me lamieron ambas piernas hasta llegar por detrás de las rodillas. Allí ya me corrí. Me comieron a besos y lengüetazos los muslos. Se pusieron a succionarme las inglés. Me dieron dos orgasmos. Me levantaron y José se puso detrás comiéndome a besos las nalgas. Antonio me metió la lengua en el ombligo y subía hasta casi los pechos. Me corrí de nuevo.

Subieron ambos por cada lado del cuerpo hasta llegar a las axilas y las besaron y las lamieron. Las piernas se me doblaban. Mis suspiros o lamentos aumentaban. Tuve dos nuevos orgasmos. Me lamieron los brazos haciéndome tocar el cielo hasta llegar a las palmas de las manos y luego el dorso y los dedos. Uno por uno. Pasaron a mis hombros y tuve un escalofrío y mi primer orgasmo que me recorrió todo el cuerpo. Jamás había tenido uno así y tuve miedo. Subieron por el cuello y mi orgasmo continuaba. Me besaron la cara, me la lamieron y frotaron sus caras contra la mía. Despedían un olor muy penetrante. Me besaron y me metieron sus lenguas una por una y las dos a la vez. No me gustaron sus alientos. Uno me atrapó la lengua. Me dio asco. El otro me lamió el paladar, las encías y hasta los dientes, succionándolos. Tuve un nuevo orgasmo.

Cada uno se adueño de mis tetas. Las comieron a besos y lengüetazas. Estaban tan duras o más que sus penes. Me succionaron los pezones con rabia. Me encantó y me corrí. Pase ambas manos por sus calvas.

Se agacharon y Antonio me lamía el clítoris y después metía su lengua en mi coño abierto. También utilizaba sus dos manos. José metió su lengua en mi ano y succionó. Antonio también devoraba mi coño. Tuve dos orgasmos simultáneos, tuve varios pedos vaginales y anales y eyaculé líquidos por ambos agujeros.

Me metieron hasta tres dedos por cada agujero y entraron con mucha facilidad.

Yo ya estaba destrozada. José me cogió en brazos y me llevó a la cama de matrimonio de mis padres. Me tumbó. Se puso a lamerme el coño mientras Antonio me acariciaba el clítoris. José me besaba en la vagina y eso me gustaba mucho. Tuve un orgasmo con agua y un espasmo. Me corría en el clítoris y en la vagina.

Me levantaron. Antonio me cogió del pelo y me obligó a chupar la polla de José hasta donde pudiese. No podía ni abrir la boca. Tuve una arcada pero me gustaba lo que me estaba haciendo. Después José me engancho y me obligó a tragarme la polla de Antonio. Conseguí zafarme llorosa. Tuve una nausea y vomité algo de champán.

-¿Estás bien?- me dijo José.

-Los dos sabemos lo que hacemos- me dijo Antonio.

-Ambos me besaron en la cara.

Me tiré a por sus pollas. Me deleité metiéndome la de Antonio que llegue a hacerlo hasta el fondo. Antonio jadeaba como un salvaje. Por su polla larga. Me encanta chuparlas y me alternaba con la de José. Ahora si que conseguía que me cupiese más. Dándoles muchísimo placer pero creo que yo gozaba más aunque ellos no lo sabían porque por unos instantes conseguí controlar mis suspiros. Disfrutaba una barbaridad. Paladeando el sabor de sus pollas. Mis ojos estaban enloquecidos. Yo ya no era dueña de mi misma sino una muñeca. Un objeto al servicio de dos machos morenos.

Uno de ellos me cogió de nuevo del pelo haciéndome un moño y me obligó a comerle el culo al otro y luego cambiamos. Sus culos estaban llenos de pelos. Pero a mí me daba igual. Esos culos me enloquecían. No quería que dejasen de apretar mi cara contra esas nalgas. Luego les chupe los huevos succionándoselos y haciéndoles daño.

José me metió la polla entre mis tetas y las estrujó. Sus manos apretando eran lo mejor. Noté que se corría y me ponía perdida. Su semen se derramaba y me había llegado hasta la barbilla. Al correrse sus gemidos se convirtieron en un gruñido viril intenso.

Se quedo sentado en el suelo y se la meneaba esperando que su polla resucitase. Antonio fue a por mí. Me la metió. Lo hizo lentamente y con suavidad. Se levanto y fue al cuarto de baño.

-No. Espera- dije yo.

Me levanté y cogí un frasco de aceite. Le unté en su pene. Me encantaba cogerlo. Me volvía loca. Tuve otro orgasmo. Sentí el placer que él sentía por tocárselo y el que yo sentía al tocarlo. Dos energías al mismo tiempo. ¡Alguien con ese pene tiene que sentir mucho placer pero también lo siente el que lo recibe!

Me volvió a penetrar con suavidad. Luego comenzó a dar esos tremendos golpes provocándome orgasmos internos. Esa forma de follar era fenomenal. ¡Cómo lo estaba pasando! ¡Qué bonita es la vida! Llegaba hasta el fondo. Sus jadeos terminaron convirtiéndose en gritos. Al hacerlo me caía encima su sudor poniéndome perdida. Parecía un boxeador. Mis sollozos se convirtieron en alaridos. Así hasta que eyaculó. Note su corrida. Fue deliciosa su mojada.

José ya la tenía dura. Se levantó y también me folló. Hacía esos movimientos en círculos, con su polla enorme dentro de mí. Mis alaridos sonaron y no los podía parar. Los vecinos ya me conocían. Pero nunca habían sonado así. Los gemidos de José se convirtieron en gruñidos continuos. Su sudor me caía sobre el cuerpo. Su olor me daba asco. De pronto noté que Antonio se quería unir a la fiesta. Me levantaba y me metía dedos en el culo. ¿Que pretendía...?

No le dejé. Era tal su salidez que terminó metiéndomela por la vagina. Así tenía sus dos pollas en mi empapado y ardiente coño. Por cierto la cama estaba empapada lo recuerdo bien y estábamos pegajosos. El olor me sofocaba. Pero volví a perder la razón. José encima se movía como si bailase y debajo Antonio la metía en estocadas. Fue entonces cuando los gruñidos, los gritos roncos, los alaridos, el sudor me volvieron loca y un orgasmo me recorrió todo el cuerpo. Lo sentía por todas partes y volví a tener miedo. Ellos se corrieron frotando sus pollas dentro de mi vagina. Noté sus líquidos produciéndome escalofríos. Tenía la carne de gallina. Era maravilloso.

Se quedaron dentro de mí. Se tiraron varios pedos. Me dio mucho asco y tuve nauseas.

-Chicos nos vamos a la ducha- les dije, y por una vez me hicieron caso.

Les rocié con perfume y cambiamos las sábanas. Apagué la luz. Me besaban todo el rato en la cara. Y apretaban sus caras contra la mía. Yo tocaba sus espaldas, sus pectorales, sus calvas. Me encantaba el roce de su piel. Sentirme dominada por la fuerza de dos hombres que parecían diez. Protegida. Eran tiernos aunque viciosos. No quería dejar de sentir su calor junto al mío.

Por la mañana vi que sus pollas estaban duras. Sobre todo me enloquecía el pene de Antonio. Quería que me diesen por culo. Y luego la doble penetración. Baje a la farmacia y compré un enema. Me lo puse. Me llené el ano de aceite.

Antonio me la fue metiendo con mucha pericia. Entró con mucha facilidad. Yo quería que llegase hasta el fondo. Me comenzó a doler una barbaridad. Me acaricié el clítoris pero no lograba relajarme. José se puso a lamérmelo y así conseguí que la polla de Antonio entrase hasta el fondo. Nunca creí que pudiese hacerlo. Tuve un nuevo orgasmo. Una vez dentro mi corazón se aceleró con ansiedad sexual. Me iba a penetrar por delante José. Llegamos a gastar tres botes de aceite. Terminó también dentro. Era la primera vez en mi vida que sentía una doble penetración. Para no aplastarme José se sujetaba con sus brazos que parecían los de una pantera. Se movía en círculos. Antonio no podía moverse. De modo que los que gozábamos verdaderamente éramos José y yo. Pero quería sentir de nuevo sus sudores a la vez. Como José era más fuerte decidí que él me penetrase por el culo y Antonio se quedase arriba. La penetración de la polla de José me hizo un daño horroroso pero gracias a la maestría de la mano de Antonio conseguí relajarme para que entrase toda. Cerré los ojos. Estaba completamente loca. Soy una ninfómana. Me penetró por delante Antonio. Entonces me di cuenta de que lo que acabábamos de hacer era muy antihigiénico. Su polla había estado en mi culo antes. Los golpes que pegaba Antonio tampoco dejaban que José se moviese.

Intentaron levantarme pero no podían. Finalmente lo conseguimos en un sofá. Preferí la polla de Antonio por detrás. Comenzamos lentamente. José se movía en círculo. Pegué un alarido. Antonio me dio una estocada. Me hizo daño.

-Tranquilo cariño, tranquilo- le dije.

Lo intentamos de nuevo. El dolor iba dando paso al placer hasta que los movimientos se hicieron como en las folladas, quizá más lentos pero hacía calor y el sudor de José me cayó en la boca y me lo tragué. Aquellos dos corpachones me volvían loca. Grandes y geniales a la vez.

A partir de ese momento perdía la cuenta de las cosas. ¿Cuándo?, ¿cómo? ,¿qué?. De la doble penetración pasaban a metérmela por el culo y luego al coño y luego a la boca y se corrían sin parar. Me tragaba su semen. Tenía orgasmos en el clítoris, en la vagina, en el ano y no sé sabe donde.

No comimos nada. Y en los intervalos quedábamos extasiados como si estuviésemos drogados. Así hasta la noche. Yo lo único que quería eran sus pollas en cualquiera de mis agujeros. Quedamos dormidos sin ducharnos y sin abrir las ventanas.

Al día siguiente me pidieron que les dejase sentar sus culos sobre mi cara para que se los lamiese mientras ello se masturbaban. A ellos les encantaba y a mí también.

Un pesado llamó a la puerta. Fui a abrirla. Era otro chico negro y calvo. Éste quizás más joven. Tenía 18 años y yo le llamé Pedro.

-He traído condones- dijo.

-Deja eso ya- respondí yo-. Con eso yo no soy capaz de sentir nada.

-Ese era el grado de mi encelamiento.

Pedro llevaba también un tatuaje. Su cuerpo era más juvenil y delgado. Quizás me gustaba menos pero en ese momento no me daba cuenta de su fuerte virilidad superior incluso a la de sus amigos debido seguramente a su edad. Su pene mediría unos 22 centimetros. Me atraía mucho también la idea de encontrar dos energías tan juveniles como la suya y la mía explotando el sexo de esa manera y tan temprano.

Sus colores negros eran maravillosos. Sus olores, sus maneras de ser, sus culos, sus cuerpos, sus fuerzas, sus dotes. Pedro era muy listo. Por eso follaba despacio.

José me follaba por delante, Pedro por detrás y Antonio me follaba la boca. Habíamos estado practicando antes. Me la metía toda hasta lo más dentro de la garganta. Con un golpetazo seco así hasta que consiguió que tuviese un espasmo que culminaba en orgasmos múltiples.

Así con las tres pollas. Los movimientos pélvicos de José, la dulzura lenta de Pedro y los golpes de Antonio dentro de mi garganta hacían que mis alaridos cortados por aquella cosa negra y larga no acabasen nunca. Lo que me provocaba los orgasmos en la garganta no eran más que la lujuria de sentir la polla de Antonio de la que me había enamorado. Una mujer tiene orgasmos insospechados.

Pedro hacía un gemido intermitente pero muy estridente. Sus sudores me tenían pegada e inundada. Sus malos olores llegaban a enloquecerme. Sus gruñidos, sus jadeos, sus gemidos, sus estridencias, sus ronquidos, sus voces elevadas de hombre.

Les pedí que me llenaran de semen y lo hicieron.

Antonio y José quedaron desmadejados. Pedro siguió follándome por delante, esta vez rápidamente y alternando sus penetraciones en el culo y en mi boca y con corridas muy habituales. Pero en los momentos de relajación me comía el coño y el culo.

A veces cuando Pedro me follaba y yo estaba montada sobre él, José me lamía el culo. Luego me penetraba por el culo y José se encargaba de chuparme mi coño. Otra cosa que me hacía era menearme el clítoris con la fuerza de sus brazos. Sus fuerzas me dominaban y me sentía un pelele.

Decidimos dejar la sesión por extenuación.

Me di cuenta de que la casa olía fatal. Que yo estaba empapada de suciedad. Que la cama estaba llena de mis mojadas. Que las cortinas tenían orines. Que las sábanas tenían semen seco. Que me ardía el estómago de tragar semen. Que el suelo estaba pegajoso. Que me tenía que lavar los dientes. Limpiar todo antes de que viniesen mis padres.

Bueno aquí termina la historia. Luego me contó que lo paso muy mal. Los excesos se pagan. Tanto física, mental como emocionalmente pero desde luego que no se arrepiente de haber vivido una experiencia así. Que fue maravillosa.

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