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La sombra

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Descalza, sube una a una los peldaños de la escalera. Su cuerpo joven y de todo una mujer perfecta, su pecho firme, sus finas caderas y su abundante melena dorada como el trigo. Piel de luna, tapada por el roce de un camisolín de seda rosa. Que dulce verla bambolearse entre las paredes oscuras y agobiadas de silencio. Que bella escena verla a ella, toda una dama, dirigirse a su meta. Hasta que por fin, el cuarto de baño se alza ante ella, abre la puerta e ingresa sigilosa y feliz. Al cerrarse la puerta, una sombra, secuaz de las fantasías se alza nerviosa, audaz y sigilosa, y se ubica ante la perilla de la puerta de ingreso al baño.

Un ojo, perverso, asoma su brillo a la cerradura, para poder apreciar el espectáculo que se desarrolla en su interior. La joven mujer se despoja de sus ropas y deja al descubierto todo su cuerpo y toda su esencia.

La sombra, tan cruel, sacia su vista con tan magnífico espectáculo… la muchacha se mira ante el espejo acaricia sus senos y con sus manos delicadas como seda recorre palmo a palmo su sutil cuerpo, sube su mano hasta sus labios, humedece suavemente sus dedos con el roce de su lengua; nuevamente su mano desciende a paso lento hasta detenerse en su entrepierna, un suave masaje en su ser de mujer y experimenta el placer del toque suyo, del de su mano.

Atrás de la puerta, la sombra se regocija al ver lo que ocurre, siente que su pantalón vaquero comienza a incomodarle a la altura de su herramienta masculina, y sin despegar sus ojos oscuros de la rendija, comienza a acariciar su miembro por sobre la ropa.

La joven abre el agua caliente de la ducha y la deja correr, mientras el baño se llena de una neblina que poco a poco va tapando los movimientos de su cuerpo; la sombra, tan vil, comienza a desesperarse al no saber cómo seguir viendo su obsesión.

Se escucha el agua caer al suelo, y de repente el cambio brusco del sonar agua sobre piel. La sombra imagina a la muchacha, desnuda, acariciándose con la espuma bajo la lluvia de la ducha, su excitación va en aumento, la de ambos, o al menos en la imaginación de la sombra. En su mente, la joven se toca sus firmes pezones, acaricia toda su piel, emite gemidos de placer, para terminar con su mano entre las piernas, acariciando suavemente su esencia femenina y brindándose placer ella sola… por su parte la sombra libera su miembro de la opresión de sus ropas y comienza a acariciarlo con mucha pasión, primero de una forma lenta, luego aumentando el ritmo y emitiendo gemidos constantes… sigue imaginando como la joven introduce uno de sus dedos en su vagina y como va experimentando el placer… deslizando su mano libre por sus pechos, oprimiéndolos y soltándolos.

La sombra esta a punto de descargar su mayor excitación… de repente, el ruido del agua cesa… unos cuantos ruidos bruscos se oyen dentro del cuarto de baño, la sombra se aleja de al lado de la puerta, sigilosa y callada, y se oculta un poco más allá atrás de algún bulto dificultoso de ver en la oscuridad de la noche. Se escucha el ruido de un picaporte y la puerta, cómplice en silencio, se abre… a través de ella pasa nuevamente el fino cuerpo de la joven, bamboleando su silueta para perderse un poco más allá entre las brumas de la noche y de la casa.

La sombra, un poco asustada pero al mismo tiempo extasiada por lo sucedido, regresa a su recámara, a dormir, a pensar, a seguir con sus fantasías, y a asegurarse de que mañana lo más probable es que la escena se repita… pero esta vez, convencido de que mañana podrá ver y hacer un poco más.

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