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Desaparecdio 6

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Natalia me despertó hacia las nueve y me dio una mochila para que metiera dentro todo lo que había comprado el día anterior, después metió una caja que no sabía que contenía y me dijo que debíamos ducharnos y salir pronto porque debíamos hacer muchas cosas. Nos metimos juntos en la ducha y mientras nos besábamos y acariciábamos con pasión nos lavamos bien, Natalia me insistió en que lavara bien mi cola, tarea en la que para mi goce me ayudó. Nos vestimos aprisa y tomamos un desayuno rápido y en menos de tres cuartos de hora ya estábamos en la calle. No fue hasta entonces que le pregunté a Natalia dónde íbamos. “A la peluquería.” Entramos un local cercano y allí, con total familiaridad me presentó a Marta. Ella me miró como si supiera algo que yo no y me hizo pasar a una sala con una camilla, miré sorprendido a Natalia. “Marta te va a depilar, será mejor que te desnudes.” me enfadé un momento pensando que me lo podría haber contado pero me resigné y poco a poco me empecé a sacar la ropa, cuando me quedé en calzoncillos Natalia dijo con un hilo de voz: “Toda”. Le miré sorprendido “¿Toda?” afirmó con la cabeza a modo de respuesta. Marta vino al cabo de un minuto. “Perfecto, tienes suerte de tener poco pelo, la primera vez a las chicas como tu les duele por la cantidad de pelo que tengo que depilar. Túmbate.”

Creo que fueron los peores noventa minutos de mi vida, pero Marta era eficiente y lo hizo bien, muy bien. Cuando me levanté solo me quedaban pelos en las cejas que habían quedado finas y bien dibujada y en la cabeza. Natalia me dio un beso de premio por lo valiente que había sido y poco después abrió al mochila y empezó a sacar la ropa que había comprado la noche anterior. Marta, divertida, no se movió de allí mientras Natalia me enseñaba a ajustar mi verga dentro del tanga, a ponerme las prótesis de silicona que me servirían de pecho, me ponía el sujetador y me acababa de vestir, pero también fue la primera en afirmar lo preciosa que estaba al verme vestida. Yo me giré para verme y tuve que admitir que ni que fuera en parte tenía razón, se me veía muy femenina y bastante sexy, sobretodo mi colita se veía bien debajo de esos pantalones. “Amor, ahora Marta te hará los agujeros para los pendientes y he pensado que te podría poner un piercing en el ombligo, esto te haría ganar mucho. Después te maquillará. ¿Te parece bien?” ¿Si me parecía bien? No, pero debía hacerlo así que con resignación dejé que Marta con una pistola me pusiera un aro grande de plata en cada oreja y que atravesara mi ombligo y colgara una cadenita con unos corazones de él.

Por último me maquilló, me pintó una raya negra, me ensombreció los ojos con tonos rojos y rosas, me puso una base clara, me pintó los labios con un rojo subido y por último me puso la peluca. Cualquier persona habría visto, si se hubiera fijado atentamente que era un chico pero a simple vista parecía una mujer muy hermosa, y me duele decir que la sensación me gustó.

Al salir Natalia me felicitó con ganas y me besó con pasión.

―Estás divina.

―Gracias pero... ¿ahora tengo que salir así?

―Claro, se que da miedo pero tienes que ser valiente e intentar comportarte de la forma mas femenina posible. ¿Ok?― respiré hondo

―Ok.

―Pues vamos.― Natalia me cogió de la mano y así salimos a la calle.

Primero de todo me llevó a desayunar y a cada paso y a cada gesto me corregía la postura o algo parecido, buscaba la perfección y yo estaba dispuesto a darla. Fue en esa terraza dónde me bautizó con mi nuevo nombre y dónde me advirtió que a partir de aquel momento esa tenía que ser mi identidad. Me llamaría Noemí. Me repetí el nombre un par de veces y no me desagradó, Noemí.

Después de esto tuvimos una larga mañana de compras para que tuviera ropa, zapatos y complementos con los que empezar a trabajar y pese a que disfrutábamos de cada momento juntos todo el rato era tiempo que dedicábamos a que mejorara mi comportamiento. Natalia me decía que todo lo que hacía parecía una actuación y que hasta que no integrara cada movimiento nadie me creería.

Volvimos a su casa para comer y valoramos como había ido la mañana.

―Lo has hecho muy bien Noemí.― me dijo cogiéndome la mano por encima de la mesa, estoy orgullosa.

―Grácias amor, no se que haría sin ti. Todo esto no lo podría hacer solo.

―Noe, ya has fallado otra vez, has dejado de actuar. Si quieres ser una mujer tienes que pensar que lo eres, no estás cansado, contento, solo o guapo, estás cansada, contenta, sola o guapa.

―Perdón. ¿Pero no puedo parar ni cuando estamos a solas?

―No, amor. Si quieres mejorar rápido no.― suspiré un momento― ¿Y que vamos a hacer esta tarde?

―Esta tarde vas a quedarte en casa, puedes usar tu tiempo como quieras pero a eso de las siete van a venir dos amigas mías, vas a salir con ellas esta noche. ¿Que?― no podía ser, aún no estaba preparado.

―Si, te van a ayudar a maquillarte y después iréis a cenar y vendréis luego al bar. Lo que te voy a pedir ahora quizás te cueste pero sabes cual es tu objetivo y lo tienes claro, ¿no?

―Si, claro.

―Quiero que ligues con un chico.

―¡No! Me niego. No soy marica yo.― me levanté de la mesa― No soy como tu. A mi me gustan las mujeres, como tiene que ser.

―¡¿Que me estás diciendo que soy rara, anormal o algo por el estilo?!― estaba realmente enfadada― ¡Eso le vas a decir a tu hermana cuando la encuentres, que no es como tu! ¿Que no es una persona del todo? ¿Acaso te puedes imaginar lo que sufrimos las que somos como nosotras? ¿Sabes cuantas noches nos pasamos llorando a escondidas? ¿Cuan raras, incomprendidas, solas, marginadas nos sentimos? Tu no sabes nada y está claro que ni lo entiendes ni lo quieres entender. ¿No eres como yo? ¿Acaso no eres una persona? Quizás no porque acabas de hablarme como a un animal.― ¡Que se creía!― tiré mi servilleta encima de la mesa y me fui a la habitación cerrando de un portazo.

¡Idiota! ¡Idiota! ¿Como podía ser que le hubiera dicho eso a Natalia? Me senté en la cama abrazándome las rodillas. Y sin poderlo evitar me puse a llorar, lloré por mi y por Natalia, por mi hermana Carla y por todo lo que tenía que sufrir para encontrarla. Natalia entró en la habitación, se sentó a mi lado y me empezó a acariciar la espalda. Me costó decir las primeras palabras: “Lo siento, yo no quería...” Natalia me dio un beso en la nuca. “Lo se, y se que harás lo que te pido.” Levanté la cabeza y le dije que si que lo haría, claro.

―Pero quiero pedirte una cosa antes Noe.― dijo Natalia con la voz medio rota.― Si ligas con un chico quizás deberías tener sexo con él.― lo sabía, ya lo sabía― Pero me gustaría que su verga no fuera la primera que, bueno, ya sabes.

―¿Me quieres de verdad, no?

―Si, claro.― la miré a la cara.

―Yo también te quiero, mucho.― y dicho esto, como movido por un impulso me metí debajo de la mesa y me arrodillé justo delante de Natalia.

Puse la mano debajo de su falda y con un movimiento rápido agarré su verga y la saqué de su escondite. Estaba flácida aún pero cuando la empecé a acariciar no tardó en reaccionar y a medida que mi mano se movía arriba y abajo por su tronco se iba poniendo cada vez mas dura. Acerqué mi boca a la puntita de su polla, me daba cierta cosa pensar en metérmela dentro pero no podía dejar de hacerlo. Lamí un poco la punta con la lengua para probar y poco a poco fui recorriendo toda la longitud de la verga hasta llegar a los testículos que lamí con fruición, arrancándole unos gemidos profundos de placer. Poco a poco volví a subir hacia arriba y abrí la boca para meter su verga dentro mío, estaba caliente, dura y tenía la sensación que latía con vida propia. Natalia puso sus manos encima de mi cabeza, como para acompañar mis movimientos y hacia mas fuerza o menos a medida que su placer aumentaba o disminuía. Mi ritmo fue cada vez mas rápido y cuando llevé mis manos a su colita, que agarré con fuerza, ya iba a toda velocidad. Sus gemidos y grititos hacían que cada vez estuviera mas caliente y lo hiciera con mas ganas hasta que, de repente, sentí como algo espeso, denso y caliente me llenaba la boca a la vez que Natalia gritaba de placer con fuerza, con un grito que les salía de lo mas hondo. Mi boca quedó llena de su leche y yo, tal como había hecho ella la primera vez me saqué la verga de la boca, se la limpié con la lengua mirándola a los ojos y me tragué todo su semen.

(8,20)