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Mi adolescencia: Capítulo 13

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Nada más mandar ese wasap hice reflexión y me cuestioné a mi misma si realmente no es que me apetecía o era otra la causa de mi inapetencia. Me obligué a ser sincera conmigo misma y a preguntarme cuáles eran los motivos de que estuviese ahora con tal desgana. Lo primero que pensé fue que la Primavera me desmotivaba bastante. Supongo que mi subconsciente tenía muy presente que mis dos aventuras de hacerme la dormida con Edu habían sido en puro Invierno (y además Inviernos muy fríos) y el grueso de mis historias con Rafa también habían sido en Invierno. Es como si mi subconsciente me pidiera siempre realizar las fantasías en Invierno y que se desganará completamente cuando llegaran los primeros calores de la Primavera. Esto parecía un pretexto aceptable, así como también que no me fiaba de que Rafa quisiera seguir haciéndolo en plan light y no pasar a más. 

A pesar de que mis excusas y pretextos eran más que convincentes, me esforcé más en preguntarme si de verdad esos eran los verdaderos motivos y eso conllevó a revelarme (siempre a mi misma) que había una causa mucho más importante: Edu. Me reconocí que me molestaba que la relación de Edu con Graciela fuera bien, o al menos aparentemente bien. Eso me dolía y me hacía sentir incómoda y mal. No quería que rompiesen, pero sí que me enervaba al pensar que mi gran momento con Edu había ya pasado y que jamás habría nada entre nosotros. Tuve grandes oportunidades y nunca las aproveché, y ahora pagaba por habérmelo tomado todo tan a la ligera. Y cuánto más pensaba en ellos dos más me indignaba conmigo mismo, hasta el punto de que empecé a pensar obsesivamente que a lo mejor ya habían dado el gran paso de hacerlo hasta el final (no era tan descabellado pues Edu tenía ya 18 años). El pensar eso me enfadó y cabreó tanto que tuve que irme corriendo al cuarto de baño al darme una ducha que me tranquilizara los nervios. 

Después de la ducha me miré al espejo, me contemplé durante muchos minutos y solo vi la expresión del orgullo herido y de la estupidez de no habérmelo montado mejor con Edu. No hacía más que preguntarme mientras me miraba en el reflejo ¿cómo puedes haber estado tan tonta de haber perdido tanto el tiempo con Rafa y no haberlo hecho directamente con Edu antes de que se echase novia? ¿Tuve años para hacerlo? Desde que pasó lo de la fiesta a los 14 años podía haber tomado la decisión de tener algo con él, aunque solo fuese un rollo sexual en plan light, pero al menos algo. Yo podía tener ahora a quien quisiera, y sin embargo anhelaba a la única persona que no podía ser mía.

Estas comeduras de tarro me agobiaron tanto que el siguiente fin de semana no salí, alegando que estaba enferma, con tal de no ver juntos a Graciela y él. Y eso que reconozco que cuando estaban en público eran muy comedidos, indiferentes y no manifestaban mucha pasión entre ellos, pero incluso eso me mosqueaba pues pensaba ¿se mostrarán así de comedidos, desapasionados e indiferentes porque no hay chispa entre ellos o, por el contrario, porque están tan saciados el uno del otro en la intimidad que no tienen fuerzas para mostrarlo en público? Cogiese el camino de reflexión que cogiese siempre acababa todavía comiéndome más el tarro. En parte era normal, era una adolescente de 17 años con las hormonas revolucionadas y con una obsesión desde los 14 años que no acababa de exorcizar. Por tanto, pensaba: “Si tengo yo todavía mi fantasía principal con Edu sin exorcizar ¿por qué narices voy a complacer a Rafa con las suyas que son menos importantes?”. 

Los acontecimientos se iban a desarrollar mucho más velozmente al cabo del fin de semana siguiente. Primeramente el viernes estábamos haciendo un botellón toda la pandilla y planificando la barbacoa que íbamos a hacer el sábado en mi chalet. Nos lo estábamos pasando bien y la barbacoa/fiesta del sábado prometía ser divertida y memorable. En un momento dado nos quedamos un grupo de chicas hablando entre nosotras, no me acuerdo exactamente de qué estábamos hablando pero el tema giraba en torno a que todos los portátiles ya llevan incorporadas webcams. En ese momento Sara, en un comentario desafortunado, dijo jocosamente: “pues había que poner entonces la webcam del portátil de Edu cuando esté con Graciela, que seguro que se grabarían cosas muy jugosas y espectaculares”. No sé qué me molestó más, si el comentario de Sara o que todas las demás la rieron las gracias. A mí no me hizo nada de gracia y se me notó en el rostro. Intenté disimular e incluso intentar hacer otro comentario para seguir animando la ocurrencia. Pero no salió nada de mis labios. Nada podía ya salir pues mi maldito cerebro empezó atropelladamente a comerse la cabeza y a agolparse los pensamientos por el dichoso comentario de Sara. 

Se me aguó completamente la noche del viernes. No dejé de dar vueltas acerca de que posiblemente Edu y Graciela se lo montaban con más asiduidad de la que me gustaría imaginarme. Y, sobre todo, que cuando se lo montaban llegaban hasta el final. Eso me descolocaba y cabreaba. Supongo que en mi mente yo a Edu y Graciela me los imaginaba siempre como una pareja impoluta, inmaculados y que nunca pasaban de unos simples besos. Sé que era absurdo pensar eso, más aún teniendo ella ya 17 años y él 18, pero yo me convencía a mi misma de que era así. Además, como nunca en público manifestaban su deseo mutuo pues eso reforzaba mi teoría. De nada sirvió que intentase en ese momento convencerme a mi misma de lo contrario, pues el maldito comentario de Sara había desatado mi imaginación y ya me los imaginaba a los dos dando el gran paso, si es que ya lo habían dado antes.

Si perturbador fue el viernes por dicho comentario, no mucho mejor fueron los acontecimientos del sábado en la barbacoa/fiesta. Durante las primeras horas fue una gozada de muchas risas, entretenimientos, música, bailes, juerga, comilonas y desmadre, el problema fue que, según fueron pasando las horas, las cervezas que habíamos estado tomando durante todo el día empezaron a hacer su efecto y nos empezó a todos a dar un poco el bajón después de tantas horas a un ritmo frenético de cachondeo en el chalet. El detonante fue previsible. Apenas había reparado en Edu y Graciela a lo largo de todo el día, pues ambos se comportaron como siempre en plan discretos y moderados sin mostrar sus cariñitos en público. Pero, como a las 10 de la noche en pleno bajón, percibí perfectamente como Graciela se puso en plan melancólica, melosa y cariñosa con Edu. Un beso ocasional en los labios, un abrazo y otras muestras de cariño nada disimuladas. Aunque lo que disparó todas mis alarmas fue cuando se levantaron y se metieron dentro del chalet. 

En un estado de rapidez mental fulminante me levanté yo también con la excusa de ir al baño. Más me valdría haberme quedado en mi sitio, pues aunque me dirigí al baño para dar crédito a mi pretexto pude ver perfectamente como Graciela y Edu se estaban enrollando apoyados en la puerta de una habitación. Además enrollándose en plan bestial, hasta el punto que vi claramente como ella llegó a posicionar su mano en su entrepierna y llegó a acariciarla por encima del pantalón. Eso me hizo explotar. Me metí corriendo en el cuarto de baño y me encerré allí, pero no precisamente para orinar, sino para sumergirme en todos los pensamientos y emociones que me estaban asolando. No sé qué paso todo el tiempo que estuve en el cuarto de baño (que fue mucho) solo sé que me pregunté más de una vez: “¿habrán tenido el valor de abrir la puerta de esa habitación y haberse metido allí a follar?”. Me carcomía esa cuestión. Estaba sumamente nerviosa y me obligaba a no dejarme llevar por la imaginación, porque a lo mejor no habían pasado de un simple morreo pasional. 

En mis reflexiones me decía a mi misma: “¿Y sí lo están haciendo qué más da? Si tú también te lo estás montando bestialmente en este mismo chalet con el tema de las fantasías con Rafa aunque sea en plan light? O incluso llegué a pensar: “Da igual que llegasen a hacerlo, pues sería solo sexo, y nunca tendría el deseo y anhelo brutal que me demostró Edu a los 14 y 15 años cuando me hice la dormida. Eso nunca lo tendrá Graciela. Nunca. Será solo sexo ordinario, vulgar y desinteresado. Sobre todo desinteresado, pues, pensaba que, solamente a mí podría desear tantísimo Edu”. No sé las horas que eché en el cuarto de baño pensando y comiendome el tarro, hasta que alguien, con necesidades de orinar de verdad aporreó la puerta forzándome a salir de mi escondite”. Por lo que me obligué, por puro orgullo, a no pensar más en ella y seguir con la fiesta como si nada hubiera pasado.

Nada más salir, miré discretamente a mi alrededor a ver si los veía. No los vi, aunque tampoco me alarmé en exceso porque el chalet era grande y también podían estar por la zona de la piscina. En esos momentos mi miraba se cruzó con la de Rafa. Durante toda la barbacoa/fiesta no habíamos intercambiado ninguna palabra y nuestro comportamiento de indiferencia mutua fue el de siempre. Pero en ese momento flojeé, y me planteé muy seriamente el enrollarme bestialmente con él delante de todo el mundo para demostrar a todo lo pasional que era nuestra relación secreta. Pero recapacité y no di el paso. Cierto que llevaba algunas cervezas encima y estaba baja de moral y un poco melancólica y de bajón, pero supe ser lo suficientemente inteligente para seguir manteniendo lo mío con Rafa en secreto y en la privacidad más absoluta. Parte del morbo de mi relación de las fantasías con Rafa era que nadie lo sabía y que era algo entre nosotros en la más pura intimidad. 

La fiesta acabó relativamente pronto, como a las 12 de la noche, pero había que pensar que llevábamos más de 12 horas seguidas sin parar y estábamos baldados de cansancio. Habíamos acordado el día anterior dormir todos en el salón en sacos de dormir y así fue. En ese momento fue cuando volví a ver a Edu. Miré desde la distancia su cara como intentando escrutar y sonsacar en su rostro si había pasado algo importante con Graciela. No pude sacar nada en claro, pues su cara era simplemente la misma cara que la de todos los demás, es decir, cara de agotamiento y de querer dormir. En parte fue una bendición este agotamiento, pues nada más meterme en el saco me quedé profundamente dormida y así deje de comerme tanto la cabeza con este dichoso tema. Al día siguiente todo se desarrolló con normalidad: recogimos, limpiamos y nos volvimos para casa. Pero yo tenía ya clavada e incrustada en mi memoria la imagen de Graciela acariciando la entrepierna de Edu por encima del pantalón y, sabía muy bien, que no sería fácil sacármela de ahí. 

Pensé, ingenua e indebidamente, que según fueran pasados los días a lo largo de la semana se me borraría de la mente esa erótica e impactante imagen de la mano de Graciela en la entrepierna de Edu. Estaba muy equivocada. Al contrario, cada vez pensaba más en ello y lo rememoraba una y otra vez en mi cabeza. Por lo que el miércoles, no pudiendo aguantar más tomé una decisión.¿Cuál? Pues la decisión que siempre tomo cuando el tema de Edu se convierte en obsesión: quedar con Rafa. Y es algo que no me gusta. Porque que Rafa me sirva como antídoto contra esto es algo que me disgusta, pues supone una especie de dependencia de él, como si no pudiese vivir ya sin ese remedio, sin ese antídoto y, aunque solo lo utilice para atemperar mi obsesión por Edu, acaba siendo molesto. El hecho es que mande un escueto Wasap a Rafa para quedar esa misma noche.

Como siempre, él diligentemente quedó sin poner ningún pretexto ni excusa (hubiera sido duro para mi ego y mi vanidad que no hubiese querido). Fuimos al bar de siempre y nada más sentarnos le pregunté directamente: “Bueno, ¿cuál es esa nueva fantasía que querías contarme el otro día y que dijistes que me gustaría?”. No le sorprendió nada mi pregunta ni que fuera tan directa. Supongo que ya tenía muy claro que si quedábamos era para hablar de temas de fantasías. Era lógico y normal. Pues desde que empezó mi relación con Rafa meses atrás solo habíamos hablado de un único y exclusivo tema: las fantasías. Por lo que él con la calma y serenidad que le caracterizaba empezó a narrármela con su típica medio sonrisa ladeada: “Veras, el otro día estuve haciendo limpieza general en mi habitación y concretamente en mi armario. Y encontré una camisa de hace ya dos años que ya no me pongo porque no me queda bien. Pero a ti te quedaría genial esa camisa, debe ser justo de tu talla y te quedará perfecta. Y a mí me da mucho morbo verte vestida con una camisa mía. Eso me da un morbo tremendo”. 

Me quedé un poco perpleja, no me esperaba que esa fuese la gran fantasía super especial e interesante que me iba a encantar y fascinar. De hecho me resultó una tontería y pensé que era una fantasía sumamente morbosa y sensual para él pero no para mí. Puede que estuviese agobiada y estresada por el tema de Graciela y Edu, pero eso no era motivo suficiente para llevar a cabo una fantasía que no me motivaba nada y que solo iba a proporcionar placer a él. Por lo que me dispuse a darle negativas y declinar su oferta fantasiosa. No pude hacerlo, pues antes de que abriera la boca él siguiendo narrando el resto de lo que había planificado: “Pero, en vez de que estés en la cama haciéndote la dormida como siempre, quiero que te escapes de mí continuamente. Que huyas de mí. Que te resistas y forcejees porque no quieres que yo te toque ni te haga nada. Que yo te obligue a todo y tú tengas que resistirte todo el rato. Que me lo pongas difícil. Que me vea obligado a forzarte”. 

Esta vez sí que me quedé con la boca semiabierta y sin saber qué decir. En un primer momento me pareció una fantasía de un machismo impresionante y no me atrajo nada la idea, solo veía elementos de un machismo brutal y de satisfacer una típica fantasía masculina, sin pensar en mí y cómo me podría satisfacer eso a mí. Abrí la boca para negarme pero de una boca solo salieron estas palabras: “pero ¿todo será en plan light como siempre, verdad?”. Me quede flipada y anonadada de lo que dije, ¿por qué dije eso si lo que quería era negarme y pasar del tema? ¿por qué me salieron esas palabras? ¿por qué le di a entender que estaba de acuerdo con lo que me proponía? En ese momento me di cuenta que apenas me conocía a mi misma y, lo que es peor, que mi subconsciente era mucho más avispado, rápido y decidido a hablar que yo misma. Me desconcerté totalmente a mi misma y tuve ganas de recriminarme por haber dicho eso. Por supuesto Rafa no perdió la oportunidad de responder velozmente a la pregunta: “Sí, sí, claro, en plan light, como siempre, por eso no te preocupes”.

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