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Vacaciones en la costa: Los servicios

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Pasaron los días pero no volví a bajar a ver al vecino. Pensaba en él pero me sentía decepcionado, de manera que desistí de su compañía . Después de jugar con fuego y haberme quemado en aquel pub pensé en tranquilizarme un poco y echar el freno .

Bajábamos muchos días a la playa. Mi fibrado cuerpo pronto adquirió un color bronceado que me hizo estar más bueno todavía. Me gustaba el mar y jugar en él, nadar, zambullirme, tontear en definitiva. Comíamos en un chiringuito playero y siempre había un helado por la tarde.

Por otro lado mi tío cada día me ponía más caliente . Pensaba en su polla a cada momento. Le imaginaba cabalgándome, follándome , sometiéndome a su voluntad. El cabrón vestía correctamente por la casa pero en el trastero los días que trabajábamos en el armario se quitaba la camisa despertando mi lujuria. Luego en la playa era incluso peor porque apenas llevaba un pequeño bañador que marcaba un paquetazo de infarto. Mi culito acabó cerrándose pero me maté a pajas imaginando que me sodomizaba. Empecé a tener sueños eróticos con él en los que siempre me tomaba por la fuerza . Una noche tuve una de aquellas visiones que tanto me turbaban . Me puso tan cachondo que me corrí en sueños y manché el pijama. No podía más. Su polla... la quería para mi entera...

Aquella tarde salí a la calle a dar una vuelta, necesitaba pensar .Me llevé una mano al bolsillo del chándal. Ahí estaba, el papel que me había dado el revisor. Y tenía suerte ¡Era viernes! . Sabía que le tenía que haber visto la semana anterior, pero bueno, seguro que esta también estaba. Necesitaba distraerme, hablar con alguien. Cuando estás tan cachondo no se razona con lógica. Me decidí y fui a buscarle. Si de casualidad estuviese allí quien sabe... Oh, que calentón llevaba después de pensar tantos días en los oscuros cojones de mi tío. Seguro que él me entendería.

Fui hasta la garita a la hora que él me apuntó pero no le encontré. Di vueltas y más vueltas, pero nada. Estaba decepcionado, había sido un tonto por pensar que estaría allí esperándome .Al final me senté en una zona de descanso. Estaba rodeado de gente con maletas , parejas con su billete en la mano, señores de traje y todo tipo de fauna urbana . De pronto tuve ganas de orinar. Me levanté y me dirigí a los baños de hombres.

Los primeros que encontré los estaban fregando en ese momento y yo cada vez me meaba más. Me puse a andar, casi a correr buscando otros libres. Finalmente seguí las indicaciones hacia unos servicios un tanto apartados dentro de la propia estación . Allí me dirigí con prisas.

Eran unos baños alargados con dos partes. Al entrar estaban los lavabos a la derecha con los espejos. Luego más adelante urinarios de pared a la izquierda y los váteres con puerta enfrente suyo. Al fondo el baño torcía a la izquierda en un ángulo de 180 grados y se repetía el mismo esquema. Los lavabos a la derecha y más adelante , al fondo del todo, los váteres con puerta a la izquierda y los urinarios de pared a la derecha, de tal forma que los servicios en su conjunto formaban una herradura.

Al entrar vi algunos señores orinando. Por el pudor que nos produce a los tíos mear cerca los unos de los otros continué andando hasta girar la esquina. En el segundo tramo de los baños, el más profundo, se encontraba en los lavabos un hombre de unos 65 años lavándose las manos y al fondo del todo otro tío orinando frente a la pared. Me encaminé hacia allí buscando un sitio. Me la saqué y meé a polla llena. Qué gustazo sentí al vaciar mi vejiga de golpe .No había terminado de soltar las últimas gotas cuando el viejo del lavabo se puso casi a mi lado dejando un hueco de separación. Yo terminé con mi chorro y me la sacudí cuando me di cuenta de que el señor aquel no meaba, simplemente estaba de pie con la polla fuera tocándosela. Entonces se puso a silbar como si cualquier cosa. Giré un poco mi cabeza para mirarle mejor. Era canoso y fuerte. Llevaba una camisa de hilo, pantalones de pinzas y zapatos. Al notar que yo le miraba el también me miró, pero fijó su vista en mi rabo. Luego me miró a la cara y se giró un poco mostrándome su pene. Hacía como si se la sacudiera, pero lo cierto es que no había meado. Luego se empezó a bajar la piel con dos dedos sin dejar de silbar. Me quedé mirando su pene flácido, me recordaba al de mi tío. Sentí un escalofrío que me puso los pezones duros. El se dio cuenta de mi reacción .A continuación se cambió de urinario y se puso justo a mi lado un poco girado todavía mostrándome su miembro. Ya no silbaba. Yo todavía tenía la polla fuera mientras esto ocurría. Alargó su mano izquierda y la posó sobre mi culo. Observó cómo yo me dejaba. Después me lo empezó a acariciar sobre el pantalón del chándal. La caricia se transformó en un manoseo de viejo verde. Me apretaba con su mano fuertemente las nalgas y me pellizcaba . Esos pellizcos consiguieron que mi rabo comenzara a ponerse morcillón. Con la mano derecha con la que se había estado tocando él fue decidido hasta mi pene y con dos dedos me empezó a bajar la piel lentamente. Ahora se encontraba frente a mi. Con su mano izquierda me magreaba el culo, con la derecha me hacía una paja entre su dedo índice y el pulgar. Su pene sin erección asomaba por la bragueta. El otro tipo de los urinarios tampoco meaba desde que entré , solo nos observaba. El viejo me metió la mano por la cintura tocándome el culo directamente. La goma del elástico de mi pantalón no era un problema para sus ansiosos movimientos. Le oía respirar pesadamente mientras me lo hacía. Aquello le empezó a crecer. Con un dedo buscó la entrada de mi ano y presionó. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

Sacó ambas manos de mi cuerpo y se metió en el váter detrás nuestro dejando la puerta abierta. Simplemente se me quedó mirando toqueteándose la polla. ¿Lo iba a hacer? ¿Realmente me lo iba a montar con un viejo otra vez? Pero este hombre era muy mayor, mayor que cualquiera. Le sacaba 10 años a mi tío por lo menos , y 5 al vecino que ya de por si era un madurazo. Y ahí estaba, esperándome... Tragué saliva. Claro que lo iba a hacer.

Avancé y me metí en el retrete con él. Cerré la puerta con el pestillo y quedamos frente a frente. Ambos teníamos la polla fuera. El tipo ni corto ni perezoso me masturbó un poco con sus ásperas manos ,se arrodilló y me la comió de una sola vez. Me arrancó el primer gemido. La tragaba como un maestro. Realmente se debía haber comido la mitad de los rabos de la ciudad para alcanzar esa maestría y desde luego era un habitual de esos baños. Así estuvo un rato dándome lengua. Me bajó los pantalones hasta las rodillas y me metió un dedo en el culo mientras me la chupaba. Sabía lo que hacía. Profundizaba más y más con su falange sin lubricar. Pese a que me habían dilatado mucho hacía una semana en realidad había sido un hecho puntual y volvía a estar igual de estrecho que siempre, por lo cual ese dedo lo gocé. Por mis cojones caían las babas de su boca resbalando desde mi polla insertada en su garganta. Metió entonces otro dedo más . Dos dedos me trabajaban el ano , eso era la gloria. Los tenía gruesos y nervudos y exploraban mi intimidad con exquisita sabiduría.

― Chupa viejo – Le dije mientras me separaba las nalgas con ambas manos para que tuviese vía libre.

Me metió más adentro los dedos. ― Aahhh, aaa ― gozaba con jadeos ahogados.

― Espera, espera, me voy a correr

Le quise quitar la cabeza para no correrme en su boca pero el tío se aferró y mamó como un condenado, como si fuese la última polla de su vida, sacándome grandes chorros de lefa que se bebió sin dudarlo uno detrás de otro.

―Agggggaghhhhggg – Gemía yo al eyacular.

El cabrón aprovechó ese momento de debilidad para meterme completamente los dedos hasta los nudillos provocándome un orgasmo intensísimo.

Jamás creí que acabaría así en unos sucios aseos.

Todavía tenía sus dos dedos metidos en mi recto. No le dije que los sacara, ahí estaban bien. Sin embargo él tenía otros planes. Se levantó y con su pene fuera me lo ofreció. Después de correrme ya no tenía muchas ganas de sexo, pero era justo, el me había hecho una mamada de campeonato, así que me arrodillé y acerqué mi cara a su entrepierna. Quizás estando excitado habría sido distinto, pero en esas circunstancias tuve que hacer un esfuerzo ya que esa polla anciana ,flácida, olía a viejo y a sucia. Olía a orina y esmegma. Toda su bragueta despedía un fuerte olor. Abrí la boca dudando pero él se la cogió y me la metió sin preguntar. Si el olor era repugante el sabor era todavía peor. Me dio una arcada pero no me la saqué. Respiré el aire viciado de su sexo y comencé a mamársela. El me puso las manos en la cabeza mientras se dejaba, soltando algún suspiro de vez en cuando. Que asco me estaba dando. No obstante me tragaba la saliva al chupar y con ello todo ese sabor de macho me llegaba al estómago. Aposté a que en esa entrepierna y en ese vello negro había restos de semen sin lavar de días, y puede que no todo fuese suyo. Pero yo seguí y seguí hasta que conseguí sacarle una erección de campeonato. Según pasaban los minutos fue haciéndose más dura pero estaba claro que conseguir que se corriera ese tipo iba a ser muy difícil, y ese sabor... Finalmente me había acostumbrado a aquella falta de higiene y solté algún gemido de placer al ser consciente de estar comiéndole la polla a un viejo en un baño público. Me toqué el rabo, me estaba empalmando de nuevo. Otra vez estaba cachondo y supe que era ese olor y ese sabor intenso a hombre lo que me había hecho recuperarme tan rápido. Hundí mi nariz en su vello púbico aspirando con fuerza. Chupé sus pelos rizados hasta los testículos y me los metí en la boca. Los vapores de su ingle me aturdieron de excitación. Le lamí la bragueta del pantalón, la cremallera, la tela... Su polla ya estaba dura y firme hacía rato. Entonces el viejo me levantó y se puso detrás de mi. Yo no me esperaba eso. Con una mano en mi cadera y otra en mi cabeza me obligó a agacharme sobre el retrete. Mis codos quedaron apoyados sobre la taza y mi culo fue ofrecido en alto. A continuación me sacó los pantalones y los calzoncillos y los dejo tirados a un lado. Me separó las piernas de dos patadas a cada lado como los policías cuando cachean y puso su polla en mi ano... Así que el viejo quería un completo. No era lo que yo había planeado precisamente, pero todo iba muy rápido. No sabía con cuantas personas habría estado ese señor . El hecho de frecuentar los baños y su desinterés por la higiene me hacían dudar de él y habría deseado tener un condón a mano como nos explicaban en el instituto, pero lo cierto es que me iban a encular ahí y ahora, y no me iba a echar atrás. Y que demonios, si, deseaba que me follara a pelo, quería sentir su pene dentro de mi y su leche en mis entrañas. Me preparé para lo que venía...

― ¡Aggghimmmm! – Sollozé al notarla entrar.

Me la había empezado a meter. No tenía la polla más grande del mundo pero yo volvía a ser estrechito después de una semana sin ser penetrado. No me daba grandes golpes de cadera, solo empujaba con un ritmo constante abriéndome de nuevo. Pronto noté su rabo hasta el fondo y sus huevos chocando contra mi mientras me sodomizaba. Con la cabeza agachada podía ver entre mis piernas separadas y temblorosas mi polla pendulona y detrás las piernas del viejo con los pantalones caídos hasta los tobillos con sus piernas peludas. Me imprimió un ritmo constante martilleando mi ano. Le sentía perfecto frotándose dentro de mi. Todavía tenía su sabor en mi boca y su olor en mis manos.

― Siiiii, siiiiii – Me hacía exclamar ― Vamos, rómpeme

Parece que esas palabras causaron efecto porque me empezó a penetrar con mayor violencia hasta que mi cara chocó contra la cisterna del váter. Podría haber jurado que incluso su polla ahora era más grande en mi ano.

―Ahhhh aaaahhhhh, siiiii, no pares, siiii aaahhhhhh

Él también jadeaba sonoramente, fuerte. Giré mi cabeza para mirarle. Tenía los ojos fuera de las órbitas inyectados en lujuria. Yo solo era un crío y el un viejo. Ohhh, que duro empujaba , que daño me hacía.

Entonces me di cuenta de que por encima del muro de azulejos estaba asomado el tipo que había antes fuera, el que nos miraba y hacía como que meaba. Se estaba cascando una paja a mi costa. Me sentí muy avergonzado de que me mirase así, como si fuese un objeto de placer. Mi follador se dio cuenta de lo que me pasaba por la cabeza e imagino que su intención no fue otra mas que la de humillarme cuando sin sacármela abrió la puerta . El tipo se bajó del muro y entró en el habitáculo.

Otra vez mi enculador cerró la puerta con pestillo. El nuevo individuo tendría unos 45 años , pantalones de vestir, camisa a rayas azules, entradas en el pelo y cara de salido. Se sentó en el váter. Mi cara quedó frente a un pollón que rezumaba líquido preseminal del masaje al que lo había sometido mientras nos miraba. Este era otro de aquellos hombres que buscan sexo en los baños de las estaciones de tren. Yo no había previsto aquello, se me estaba yendo de las manos, pero sometido como estaba por detrás no tenía opción.

Acerqué mi nariz a su miembro. Olí esa polla gorda . Saqué un poco la lengua y la mojé con ese líquido que manaba espeso. Lo degusté en mi lengua con placer. Mientras me enculaban el tío sentado esperaba a que se la mamara . Abrí bien la boca y me comí todo el glande rojo y ardiendo, empezaba a ser un maestro. Que gozosa polla en mi boca y que estupenda la de mi culo. Así estuvimos unos cinco minutos hasta que el viejo se empezó a correr. Yo contraje mi esfínter para ordeñarle al máximo. Jadeaba como si le faltase el aire. Que se corran en tu culo mientras te comes otra polla es una de esas experiencias que no debería perderse nadie. Una vez terminó se quedó dentro de mi, acariciándome el cuerpo , disfrutándome. Imagino que no sabía cuando volvería a tener la oportunidad de disfrutar de un adolescente como yo y quería aprovechar. Me tocó los pezones , los brazos, el pecho, el vientre, los testículos... Luego pude ver entre mis piernas estiradas y abiertas cómo se subía los pantalones. A continuación descorrió el cerrojo y salió ,pero el cabrón dejó la puerta abierta. Pude distinguir las piernas de un par de hombres afuera. Desde mi posición agachado no les veía de cintura para arriba, no sabía cómo eran ni que cara tenían. Me quise incorporar para cerrar la puerta pero el hombre al que se la estaba chupando me lo impidió sujetándome :

― Quieto, no te muevas. Tu sigue, no pasa nada – Me dijo

Pude ver entre mis piernas como uno de esos hombres entraba en el retrete. Dejó la puerta abierta de par en par. Llevaba unos vaqueros azules y zapatos marrones. Se puso detrás de mi. Escuché perfectamente el sonido de la cremallera de su bragueta bajando. Luego un escupitajo en su mano , se estaba lubricando la polla. A continuación esa conocida y tensa espera cuando notas que hay un rabo caliente apoyado en la entrada de tu ano dispuesto a penetrarte. Y después...

― Aaaaayyyyy! – Grité – Aaaaahhh , ayyyy aaaaa

Me estaba follando un tío que pasaba por allí y que no sabía ni que cara tenía ni que edad ni nada de nada. La polla del viejo ya era dolorosa en mi ano, pero esta era sensiblemente más grande y me hacía más daño.

― Espera , espera – le dije, pero no esperó nada y me volvió a meter otro golpe de cadera. ― Aaaah aaaahhhyyyyy!

El sexo con machos es así. Ellos quieren su parte, y si no se la das la toman. Está bien, pensé, cosas más grandes me han metido ,aguantaré.

Empezó un mete―saca sin piedad a costa de mi culo. Como siempre después de un rato ya me había acostumbrado al nuevo calibre y me daba igual qué cara tuviese ese señor o quien fuera, solo quería que no parase. El semen del primer viejo hizo de lubricante calmando en parte mis ardores. Volvía a jadear y a gemir de placer. Ahora pude volver a la mamada que le estaba haciendo al vicioso. Qué rica estaba esa tranca en mi boca. La chupé como yo sabía, arriba y abajo, como una piruleta gorda. Aquel hombre tenía una erección más dura que antes. Imagino que ver cómo abusaban de mi le había puesto más cachondo todavía. Yo también tenía una gran erección y un hilo de líquido viscoso colgaba de la punta de mi pene balanceándose cada vez que me la metían. No pasó mucho tiempo cuando se empezaron a correr en mi recto. Los jadeos de mi follador en el orgasmo fueron los únicos sonidos que le oí pronunciar , graves y masculinos. Su semen se mezcló con el del viejo en mi interior llenándome. Sacó su pene y lo restregó todavía duro y lleno de semen por mis cachetes. Luego se subió la bragueta y se marchó igual que había llegado.

Me fui a levantar, pero el de la mamada me volvió a sujetar.

― No , espera – me susurró con autoridad

Entre mis piernas vi que ya no había uno sino varios hombres mirando el espectáculo. Otro de ellos se acercó y repitió la operación. Este no se lubricó la polla con saliva ya que tenía el culo lleno de semen y con eso sobraba. ¡Zas! Me la metió de una sola vez hasta los huevos. ¡Aggg! Me quejé. Pero esos tíos iban a lo suyo. Este tenía pantalones verdes de chándal y zapatillas de deporte. Al de la mamada ya no podía seguir comiéndosela porque estaba concentrado en lo que me hacían atrás, pero eso no le importaba. Su función ahora consistía en retenerme para que los demás disfrutasen. Su pago era poder ver en primera fila el espectáculo entero. Se estaba haciendo una larga paja viendo como me follaban esos hombres.

El nuevo tipo imprimió un buen ritmo a mi ano pero no la tenía muy grande de manera que aguanté bien y disfruté. Se corrió igualmente. Ahora se acercaba otro con vaqueros. Este jugó metiéndome unos cuantos dedos en el culo antes de penetrarme . Noté uno, luego otro. Los movía dentro de mi girando. Finalmente se la sacó y me la metió bien recta. Algunos hombres de los que esperaban la tenían fuera y se la machacaban para ponérsela dura aguardando el momento de que les tocase. Buff, este que me barrenaba ahora notaba que la tenía larga, la sentía muy dentro, aunque también era fina y lo soportaba bien. Ni el que me follaba ni el tipo sentado en el retrete me dejaban levantarme para verles las caras a esos tipos. Me habían convertido en un simple garaje de pollas. Ahí afuera había más gente aguardando a follarme a saco.

Así pasaron otros tres tíos. Todos me follaron a pelo sintiendo el líquido viscoso, la leche de los anteriores hombres que me habían usado, y a su vez dejaron su blanca descarga. Su hombría me bajaba por las piernas chorreando.

El tipo al que le tocaba ahora se arrodilló detrás de mí y me hizo un beso negro lamiendo el semen del resto de aquellos señores, metiendo muy dentro su lengua en mi culo dilatado. A este si le pude ver la cara. Era un hombre de unos 40 años , camisa blanca, pantalones negros, zapatos, bien afeitado, moreno, con gafas y tripa. Me metió los dedos índice y medio de las dos manos , cuatro dedos me follaban dándome placer. Luego los separó a ambos lados abriéndome bien el culo hasta lograr tener una visión única de mi ano dilatado. No dudó en meterme una lengua muy larga en el agujero. Me estuvo trabajando un rato dándome un gustazo increíble, llegándome muy profundo para ser un trabajo oral . Luego se levantó . Este no se la había sacado todavía y pude ver su tronchazo abultado por debajo de la tela. Me temí lo peor y mis sospechas se vieron confirmadas cuando se sacó el mayor trabuco de la tarde, gordo, largo, colorado y lleno de venas. Por eso el cabrón me había estado trabajando tanto, debía tener serias dificultades para encontrar un ingenuo que se dejase meter eso. Un sudor frío me recorrió la frente.

― Espera, espera – le dije

Pero no esperó nada. Puso su glande gordísimo en la entrada de mi ano y empujó.

―Ooooohhh aaahhhh , para , para...

Pero el tío no me hizo ni caso. El maduro del retrete me sujetó fuerte por los hombros para que no me moviera y aquel cabrón me empezó a empujar como un bestia. Yo intenté levantarme pero entre los dos no me dejaron, con el culo levantado y la cabeza muy inclinada hacia delante.

El tío de la camisa blanca me penetró de forma brutal. Yo sentí un dolor agudo , muy intenso , y mis sollozos se pudieron oir en todo el baño. Esta follada solo la pude distrutar al final, cuando mi recto se acostumbró a su nuevo calibre. Al final empezó a empujar como un bestia , gruñendo inclinado sobre mi, se estaba corriendo muy adentro.

Cuando me la sacó un chorro de semen se me cayó del recto al suelo directamente sin poder contenerlo . Estaba muy abierto y la corrida de aquel tío había sido monumental, digna de preñarme. Me había inundado los intestinos. Mi culo no se podía cerrar y notaba el frescor del aire del baño en mis entrañas. Gruesas gotas de sudor cayeron de mi frente a la entrepierna del maduro que me sujetaba sentado. Levanté la cabeza y le miré a los ojos. Estaba gozando como nunca viendo como me forzaban, como sodomizaban a un chavalín. Cogió su polla y me la puso en los labios. Luego me la empujó en la boca y me obligó a chupársela mientras otro hombre ocupaba su lugar detrás de mi.

El hombre que me penetraba ahora tenía unos pantalones azules, de mono de obra ,y unas botas llenas de barro. Me la metió sin dificultad alguna. Esto era un lujo en comparación con el otro bastardo. Estaba disfrutando de esta última enculada cuando entre mis piernas vi los inconfundibles pantalones grises de dos guardas de seguridad de la estación. Un golpe de adrenalina y miedo golpeó mis sienes.

― ¡Fuera maricones! Se os acabó el espectáculo.

Uno de ellos con piernas como troncos agarró a mi follador y lo sacó del retrete con violencia. Le noté salirse de mi ano bruscamente. A la vez el maduro del retrete se levantó y abrochándose los pantalones se marchó rápidamente. El otro guarda de seguridad que estaba fuera echó a todos los mirones con la porra en alto. Yo seguía agachado con el culo rezumando. Me quería morir de la vergüenza. Busqué mis pantalones con la mirada . Me fui a incorporar asustado para vestirme cuando el vigilante que había entrado en el váter, el de las piernas robustas, me dio una orden:

― Tu sigue ahí maricón, que te voy a quitar las ganas de guarrear en mi estación.

Con su manaza me obligó a agacharme otra vez con fuerza y mientras me empujaba la cara contra la taza oí como se bajaba la bragueta.

― Te vas a enterar, tu no vuelves por aquí. – Raaaaaassss ....

― ¡Aaaaaayyyyyyy! AAAAAyyyyyy , ¡Pare señor pare! La tiene muy grande, por favor, me hace daño!

― Te voy a romper el culo maricón

― No por favor señor, no volveré, lo juro , aayyyyy!

Tenía el capullo ardiendo y muy muy gordo, como el de la camisa blanca. Tuve suerte de tener el culo tan dilatado y tan lubricado de semen. Cuando un macho te la empieza a meter es imposible hacerle cambiar de idea , solo se saldrá cuando termine. Yo notaba que su glande ya había traspasado la parte más difícil, el esfínter del ano, y el resto de su pollón empezaba a entrar con menos dolor.

―¿ Ves zorrita como te ha entrado?

Solo dijo eso y a continuación me metió de un golpe de cadera toda su polla hasta los huevos.

― Aaaaaaaaaaaaaay – Grité

De la fuerza de su penetración me había lanzado contra el hueco entre el retrete y la pared y ahí me tenía completamente inclinado y sometido sin parar de follarme. Me dolía pero me empezó a gustar. Siempre me atrajo ser sometido por un hombre de verdad aunque me doliese . Sin embargo no podía dejar de quejarme y lloriquear y pedirle que parara.

― Ramón, para, vas a destrozar a ese muchacho , ya es suficiente – Le dijo el otro vigilante nervioso.

Pero no paró, me dio por culo hasta los riñones y después me agarró de un hombro y con violencia me obligó a sentarme en el váter. Le pude ver entonces por primera vez. Era un hombre fuerte, de unos 40 años , con grandes entradas . Llevaba la camisa de vigilante desabrochada mostrando un pecho peludo y musculado.

―Chupa guarra – me dijo mientras me la metía en la boca y se corría con buenos chorrazos de lefa. Casi no pude tragar la marea de semen que inundó mi boca ― Gmmmmm gmmm .... Gmmm mmmhmm ― Mira Manolo, la putita traga como una experta. ¿Cuántos años tienes?.....

Cuando terminó de correrse se me quedó mirando fijamente. Estaba pensando algo y no me iba a gustar.

―¡Vamos puta! ¡ Pon ese culo arriba!

Me cogió por los brazos y con violencia me volvió a poner con el culo en alto y los codos en el retrete.

―¿Ramón, qué haces? – Le preguntó el otro

Pero el tal Ramón tenía planes para mi. Se sacó su tonfa de color negro del cinturón y me lo empezó a pasar por el ojal del culo lubricándolo con el semen que me brotaba. Me puse tensísimo y mi ano se cerró completamente.

―Por favor señor, no volveré a hacerlo – Suplicaba yo, pero el tío no me oía.

―Ramón, es un crío, ¿que vas a hacer? – Le decía el otro

Una vez lo hubo mojado bien lo puso en la entrada de mi culo y con la mirada perdida, como de loco, me lo empezó a meter lentamente.

―¡Aaaaggg! – Me quejé – ¡ Pare! ¡ Pare!

Pero no me hizo caso. Me lo siguió metiendo . Mi culo estaba muy cerrado y para ayudarse empezó a girar aquella porra a un lado y a otro. Esto le ayudó a seguir avanzando en mi recto.

―Agggg, pare, pare, señor , pare por favor ..

Pero el tío continuó hasta que me metió un trozo considerable.

―Aaaaaaagggg –

El tal Manolo , su compañero , le cogió el brazo frenándole. Ya me la había metido lo suficiente. Solo entonces se detuvo como despertando de un sueño.

Se me quedó mirando como ido , fijamente. Estaba hipnotizado por aquel ano sometido a su voluntad. Me miró a los ojos llorosos y luego otra vez a mi culo. Parecía ansioso. Con su mano libre se agarró su gorda polla. La tenía morcillona. Empezó a mover lentamente el tonfa afuera y adentro, me estaba sodomizando con su arma. Yo estaba muy tenso, no es lo mismo una polla que aquello, pero al ver que no pensaba seguir avanzando me empecé a relajar.

Su polla comenzó a estar decididamente empalmada mientras se masturbaba. Fue aumentando el ritmo de su brazo hasta que me arrancó gemidos de placer. Ahora me la metía y sacaba rápidamente, girándola a continuación para volverla a meter . Definitivamente empecé a gemir como una perra, un pedazo de guarda de seguridad me estaba follando con su tonfa en un baño público.

―Gmmmmaaa, gmmmm, aaagmmm ,aaaahhh – jadeaba aguantando el ritmo.

Su rabo estaba duro como una roca y se masturbaba con furia mientras me forzaba una y otra vez.

― Aaaagmmma, aaaagghhh – Sollozaba yo mezcla de dolor y placer.

De repente el tio aquel con su polla gorda al frente me sacó el arma del culo tirándola a un lado, me metió su dura polla de golpe y me empujó contra la pared brutalmente. Se empezó a correr como un animal solo minutos después de haberse corrido en mi boca.

Cuando terminó no me la sacó rápidamente, se gustó mientras perdía la erección en mi ano. Luego me sentó bruscamente en el váter.

― Ven, ahora te toca a ti. – Le dijo al otro vigilante.

― Ramón, sabes que estoy casado , tengo dos hijas, no me jodas...

― Vamos Manolo, que blando eres. Ven aquí te digo y disfruta un poco coño, que para la mierda que nos pagan nos lo merecemos.

El tal Manolo era un maduro canoso y barrigón, con barba y bigote de unos 50 años. No parecía decidirse. Miraba a la salida repetidamente como si le fuese a ver alguien. Se me acercó como dudando. Yo giré la cabeza en gesto de negación intentando disuadirle, pero él se la sacó y se la toqueteó. Tenía un tamaño normal. Tragó saliva ansioso y me la puso en los labios.

― Vamos, abre la boca– Decía con la voz temblorosa, sabía que podría ser su hijo.

El otro vigilante cerró la puerta del baño quedándose dentro para mirar. Yo no tenía alternativa y se la empecé a chupar. Pude ver la alianza en su dedo mientras me acariciaba la cara.

― Gmmmm, mmmm gmmmmm – gemía en susurros el maduro

Hay que joderse como me gustan los viejos. Empecé a acariciarle su culo prieto por un uniforme una talla menor de la aconsejable. El se balanceaba pausadamente , disfrutando. Tardó muy poco en correrse en mi boca ávida de su leche. Luego se retiró guardándosela , sintiéndose como culpable. El otro vigilante , mucho más duro, tomó el mando. Abrió la puerta y agarrándome del brazo me levantó.

― Venga puta, ponte los pantalones que nos vamos.

Le obedecí lo más rápido que pude. Me sacaron a rastras de aquellos baños. Yo me moría de la vergüenza. Los mirones esperaban afuera a una distancia prudencial viéndome salir lleno de leche. Me hicieron caminar un buen rato agarrado por el brazo hasta que llegamos a la salida de la estación. Allí el tío duro me dijo:

― Y escúchame bien zorra, esto no ha sido nada en comparación con lo que te haremos si te volvemos a ver por aquí. Así que ya lo sabes.

Me giré para marcharme, entonces me dio una palmada en mi dolorido trasero. Me volví y le vi guiñarme un ojo mientras se pasaba la manaza por el paquete…

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