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3, 2, 1... Feliz Año Nuevo

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Llega la época navideña, época de fiestas, alegrías, regalos. Todo eso está presente si tienes pareja. Este año me tocó pasarlo soltero y sin mucha compañía. Mi querida Claudia lo quiso pasar con su aburrido novio nuevo y mi lista de números para llamadas de emergencia quedó fuera de mi vida la última vez que me enamoré. Realmente pensé que esta Navidad iba a ser una triste en ese aspecto.

La llamada de la salvación llego de quien menos esperaba. Era mi padre que me decía que pasara los días de fiesta con ellos pues mucha familia estaría en la isla también. Esa idea me dio nuevas esperanzas de diversión pues recordé lo mucho que me gustaba fiestear con ellos.

Tomé libres los últimos días del año y me fui en ruta a la montaña de mi querido pueblo al encuentro de mis viejos. Cuando llegué ya la fiesta estaba montada pues era 24 de diciembre. Me recibieron con tanta alegría como recibieron al hijo prodigo de la historia bíblica. Todos mis tíos, tías y primos me ofrecían de lo que la montaña le dejaba. Parecía una competencia de quien era el primero en emborracharme. Con toda la alegría de la fiesta sucumbí ante el alcohol más rápido de lo usual. Al próximo día me levanté con un marasmo que hacía mucho tiempo no sentía. De esas calamidades que pasas sonriendo. Los recuerdos y lagunas de la fiesta llegaban, sé que la había pasado bien.

Estaba en mi antiguo cuarto de la casa de mis padres. El que tiene el balcón que da para la vista del área metropolitana que tanto usaba para fanfarronear con mis amigos y colegas. Baje y mi madre ya tenía el café y el desayuno y mi padre ya me esperaba para que lo ayudara a preparar la terraza para la fiesta de navidad. Disfruté mi desayuno y aproveché luego para poner los regalos de mi familia debajo del árbol de navidad como era la costumbre. Ya para el medio día comenzó a llegar la familia. Los mismos que estaban conmigo la noche antes y algunas amistades de ellos. Mi madre comenzó a presentarme gente y a que saludara a los que no había visto. Unas de esas personas eran la familia de Brenda, mi novia de escuela intermedia. Me recordaban con gran cariño pues decían que era el chico que querían para su hija. En realidad, era un chico muy sano para ese tiempo y por eso era por lo que tenían esa opinión. Les pregunte por ella y me dijeron que se había casado y que tenía dos hijos. Que era posible que pasara por allí más tarde a saludar.

Pasaron par de horas y esta vez no había tomado tanto. Me dedique más a escuchar historias de cuando era pequeño y a reírme de cosas que ya ni recordaba. Al grupo llego una chica muy diferente a la niña que flaquita que recordaba. Era Brenda que ahora había sumado unas libras a su cuerpo. Su cuerpo era ancho de abdomen plano. Su cintura dibujaba una linda figura. Después de saludar a casi todos se dirigió a saludarme tímidamente. Yo la salude cordialmente mirando por encima de su hombro para aprovechar y presentarme ante su esposo, pero no había nadie. Le pregunte por él y me dijo que estaban peleados y que prefirió venir sola para no dañarse la noche.

Brenda siguió su camino para seguir saludando, pero al rato regreso. De antemano comenzó con un complejito por las libras que había ganado desde la última vez que los vimos, pero le aclaré que se le veían muy bien y que no era la única que había aumentado algo en clara referencia a mí mismo. A mí me gustaba lo que veía y más con la ropa ceñida al cuerpo que traía. Fui bastante disimulado con ella pues no quería hacerla sentir incomoda.

Las conversaciones entre ambos fueron esporádicas. Cada uno se dividía entre conversaciones con los diferentes grupos que se crearon en la fiesta, pero siempre coincidíamos. No paso mucho rato hasta que le confesara que me gustaba como se veía a ver su reacción. Ella se sonrojo y me dijo que también le agradaba como me veía pero que lamentablemente solo se limitaba a mirar pues respetaba a su esposo. Yo lo entendí y no hice otro comentario del tema. Al rato me dijo que se tenía que ir pues ya era tarde y sus papas no guiaban de noche. Le dije que era un gusto haberla visto y en son de broma le dije que, aunque sabía que para la despedida de año lo pasaría con su familia que era bienvenida en mi casa pues quería darle un beso de fin de año. Luego de eso intercambiamos números y se fue.

Al otro día me envió un mensaje diciendo que eso último que le había dicho en broma se le había quedado en la mente. Yo con sonrisa maliciosa le conteste que no era del todo bromas y que si quería hacerlo. No obtuve más contestación de ella.

Llego la noche de despedida de año y como siempre envié un mensaje a todos mis amistades y colegas. Todos contestaron menos Brenda. Realmente pensaba que se había molestado. Fui hasta el pueblo con mi papa a comprar cosas para más tarde. De camino hicimos par de paradas para comenzar la celebración. Yo no quería beber desde temprano, pero la insistencia de mi padre me hizo hacerlo. Ya para cuando llegamos a la casa estaba entonado.

Me di un baño y me recosté un rato a pasar la nota un poco. Me despertó un mensaje de texto de Brenda que me decía que quería ese beso, pero por razones obvias no podía ser en público. Le dije que, si la encontraba en algún otro lado, pero me aclaro que en mi casa sería más seguro. Había ya mucha gente así que le dije que si podía llegar y subir a mi cuarto. Me dijo que sonaba descabellado pero que lo intentaría. Me vestí rápidamente pues ella ya venía de camino. Les dije a mis papas que no me sentía muy bien y que pasaría un rato en mi cuarto.

Le di instrucciones a Brenda de cómo llegar sin ser notada. La casa de mis padres tiene dos entradas. Le dije que pasara por la que aún estaba vacía. Así mismo lo hizo y tomando la ruta alterna pudo llegar a mi cuarto. Estaba vestida de negro y traía una copa. Por su aliento pude notar que no era la primera de la noche y probablemente fue el alcohol la que la hizo llegar ahí. Faltaban algunos veinte minutos para la doce y le dije que si quería podíamos bajar con los demás por eso de si quería arrepentirse de ese beso. Me contesto con algo que cambio la noche. Me dijo que si nuevamente iba a estar con ella sola en un cuarto y no intentaría nada. Me sentí aludido pues eso mismo pasaba cuando era mi novia de jovencitos.

Esta vez iba a ser distinto, no esperaría más. Agarrándola por la cara la pegué a mí y le di un largo beso. Ella se pasmó pues se sintió tensa y algo fría al principio, pero poco después sus labios comenzaron a calentarse. Cuando nos separamos me pregunto que si debíamos bajar con los demás y le dije que quería quedarme con ella. La volví a besar, esta vez agarrándola por la cintura. Ella por primera vez hizo un acercamiento cuando me agarro por el pelo apretando más nuestras caras. Así volviéndonos a conocer en ese aspecto pues los besos se alejaban de aquellos de nuestra juventud.

Mi próximo movimiento fue besar su cuello. Ella ya había entrado en calor pues su mirada se había transformado de presa a cazadora. Entre suspiros me pidió que alternara mis besos con pequeñas mordidas lo cual hice. Ya para ese entonces mis manos estaban en sus redondas nalgas y las suyas inspeccionaban mí ya creciente erección. En ese entonces fue ella quien rompió el hielo y bajo mi pantalón. De un solo movimiento quede desnudo de la cintura hacia abajo dejándole ver la gran excitación que tenía. Ella no lo dudo y lo agarro con fuerza sacándome un pequeño gemido. Todo era intenso y rápido. Ella se sentó en mi cama quedando justamente acomodada para parpar con su lengua la cabeza de mi pene. Mirándome con cara de lujuria comenzó a pasar su lengua mientras con su mano lo estiraba a su máxima capacidad. Recorrió con su lengua todo el tronco hasta llegar a mis testículos los cuales beso y hasta los metió en su boca. Yo estaba muy excitado ya, el hecho de estar en mi cuarto de infancia con una mujer me tenía extasiado. Ella subió con su lengua hasta la punta y comenzó a chuparlo con un ritmo casi salvaje. La detuve y le dije que si seguía a ese ritmo iba a hacer que me viniera rápido cosa que no quería.

Aproveche y le quite su traje negro quedando solo un panty rojo pues no llevaba sostén. Le levanté y la volví a besar esta vez cortamente pues me dirigí rápido a sus senos. Pase mi lengua por uno de sus pezones mientras pasaba la palma de mi mano suavemente por el otro. Esto la volvía loca y sus primeros gemidos me lo decían así de pies me baje para palpar su humedad. Estaba muy mojada y caliente. Con un pezón aun en mi boca comencé a presionar su clítoris haciendo movimientos circulares. Ella subió una pierna a la cama dejándome mejor posición para seguir tocándola. A medida que seguía gimiendo deje de chuparle en pezón y me dedique a darle placer con mi dedo y a mirar la reacción en su cara. Me goce esa cara de lujuria mezclada con su expresión de víctima de un ataque a su clítoris sin piedad. Poco después me grito que explotaría así que la abracé hasta que comenzó a temblar con su orgasmo.

Sin esperar un momento a llevé a la puerta de cristal que da para el balcón de mi cuarto. La pegue a la puerta y el frio del contacto hizo que se le erizara la piel. Estando ella de frente a la puerta y de espalda a mí me arrodille y baje tu panty. Bese su espalda y baje mi lengua hacia sus nalgas mordiéndolas suavemente. Ella se dobló hacia al frente poniéndose en posición para que yo separara sus nalgas. Metí mi cabeza entre medio de ellas quedando mi boca en justa posición para que mi lengua tocara su clítoris. Jugué con mi lengua y su clítoris como quise. Alterné con mi mano y hasta un buen beso negro le di a pedidos suyos. A ella le gustaba y me lo decía entre gemidos. Mire la hora y faltaban siete minutos para las 12 pero no tenía prisa. La puerta de cristal ya estaba empañada con su respiración. Seguí dándole placer usando mi lengua y dedos con mucha intensidad hasta que escuché que me gritó que la penetrara.

Me paré y en la misma posición que estaba ella le acomodé mi duro miembro. Se lo deje adentro por un rato pues quería que lo sintiera completo. Una vez se estaba relajando comencé a penetrarla lento, pero con fuerza. Los dos recostados de la puerta la envestíamos como si quisiéramos romperla. Los golpes de la puerta casi nos delataban. Ella me pedía que lo hiciera más duro y así lo hacía. Me separé un poco para agarrarla por las caderas y poder aumentar mi intensidad. Nuestros cuerpos ya sonaban como grandes aplausos. Una vez entramos en ritmo la agarré por el pelo como jinete montando a su corcel. Eso la volvía loca y entre palabras impublicables me lo decía. Comencé a ver a lo lejos como el paisaje del pueblo comenzó a llenarse de luz. Eran los cientos de fuegos artificiales que acompañan cada despedida de año. En eso escuche una voz a los lejos que decía que quedaban cuarenta y cinco segundos. Al escuchar eso ajoré mi paso y tanto Brenda como yo comenzamos a movernos con una intensidad nunca alcanzada esa noche. Ese ritmo siguió hasta que escuche el conteo a coro; 6... 5... 4... 3… 2… 1!!! Al sonar las doce cerré mis ojos y saqué mi pene dejándole caer la descarga caliente en la sudada espalda de Brenda quien entre gemidos anunciaba que también había llegado al orgasmo. Los ensordecedores fuegos artificiales festejaron aquella demostración de pasión carnal. Lo que prometía ser un beso culmino en una fiesta de placer.

Casi exhausto me tire en la cama. Cerré mis ojos un momento. Al rato me despertó la voz de mi madre diciéndome “Mi amor despiértate, falta una hora para despedir el año”.

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