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Aquel inolvidable verano

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Esta historia que relato a continuación me ocurrió estando en un campamento de verano.

El hotel donde me ocurrió esto está situado en la costa daurada. En el hotel estábamos un monton de compañeros del colegio. Por aquella época me gustaban mucho mis compañeras de colegio y estando en aquel hotel, esperaba que alguna cayera en mis brazos, pero visto que no era así tuve que ir yo de cacería.

Dormiamos entre 3 y 4 personas en cada habitación, pero a mi me toco estar en la suite del hotel donde estábamos 5 personas durmiendo. Esta se componía de un pasillo principal, un cuarto de baño al final del pasillo, y una gran habitación con terraza. A los lados del pasillo había dos puertas cerradas con pestillo por los dos lados. Detrás de una estaba la clase donde dábamos inglés, y en la otra la habitación de las chicas de mi clase.

El primer día intenté abrir la puerta pero no hubo forma, y supuse que pasaría unas aburridas vacaciones sin comerme una rosca.

Pero pasados unos días me dio por volver a intentarlo y conseguí abrir el pestillo de mi habitación, pero todavía faltaba el de su habitación, así que entré para pedir un secador y mientras lo buscaban abrí el suyo que por suerte estaba mucho más flojo. Ya estaba todo preparado.

Aquella noche hubo juerga en le hotel con numerosos paseos nocturnos, y finalmente cada uno se quedó a dormir donde le apeteció. Como mi habitación era grande hubo mucha gente y finalmente se quedó a dormir una chica de mi clase llamada Amalia. Cuando todo el mundo se hubo dormido yo, que me había quedado en la terraza, entré y la vi tumbada bocaabajo sobre una cama. La moví un poco para comprobar que estaba dormida, y luego empecé a jugar con la preciosidad que tenía delante mio.

Primero le toque una teta, las tenía muy duras y voluminosas. Luego bajé un poco sus pantalones y bragas a la vez y pude ver su precioso culo. Lo manoseé. Era muy suave.

Viendo que no se inmutaba le hiciese lo que le hiciese, le dí la vuelta para ponerla boca arriba. Me parció tan peciosa en ese momento que le dí un beso en la boca, corto pero intenso. Luego levanté su camiseta y aparté el sujetador y me encontré con sus dos preciosas tetas. Jugué con ellas durante un rato y luego las empecé a lamer y a chupar sus pezones, los cuales se ponían duros por momentos. Me llevé la mano a la polla y la empecé a menear lentamente. Inmediatamente sentí que me iba a correr así que solté mi poco abunte carga de semen sobre sus tetas y su estómago, luego me limpié la verga pasandola por sus manos, sus labios, sus ojos, su nariz e incluso metiendola un poco en su boca.

Después le bajé los pantalones hasta las rodillas y pude contemplar sus diminutas braguitas de color azul claro. Las olí, las chupé y besé y le toqué la vulva por encima de la tela. Finalmente bajé lentamente sus bragas hasta dejar al decubierto su pequeña mata de pelo púbico. Con los dedos lo aparté un poco y encontré su raja algo mojada así que aproveche y mojando el dedo y metiendoselo varias veces para impregnarlo de sus jugos, me lo llevé a la boca. Al probar sus maravillosos flujos me corrí sin poder evitarlo manchando las sábanas de la cama. Esta vez me subí a la cama y a cuatro patas le restregué mi pene con los restos de mi descarga por su almeja, y de vez en cuando dando un empujoncito para que entrara el capullo. Haciendo esto tuve varios orgasmos y me debí correr dentro de ella un par de veces. No llegué a penetrarla del todo por miedo a que se despertase.

Cuando terminé, me vestí, la vestí con mucho cuidado para no cagarla en el último momento y me fui a la habitación de al lado donde dormían otras dos bellezas: Cristina y Sofía.

Entré por la puerta que comunicaba las dos habitaciones, ya que la puerta principal estaba cerrada con llave. Las dos dormían con camison, e inmediatamente después de entrar vi que Cristina tenía sus piernas recogidas y quedaba a l vista toda su vulva oculta tras unas pequeñas bragas de colores. Me acerque a ella y le acaricié la montañita que había entre sus piernas, aparté la tela y ví sus dos labios vaginales casi sin pelo y esperando ser degustados, así que metí un dedo mojado con saliva y exploré su agujero, luego introduje otro y finalmente le comencé a chupar el conejo con ansia recogiendo con la lengua todo lo que emanaba de ella.

Después de saciarme y de algún que otro susto pensando que se iba a despertar, me acerque a Sofía. Esta desgraciadamente tenía un sueño mucho mas ligero y en cuanto metí mi mano por su camisón para tocarle ese maravilloso pecho que ella tenía se despertó y me preguntó que qué estaba haciendo allí, y lo primero que se me vino a la cabeza en ese momento de presión fue:

-Esque no tengo almohada y venía a ver si teniais alguna que os sobrase.

Salí de allí rápidamente y me tuve que conformar con hacerme una paja más.

Varios días después, los monitores nos dieron mayor margen para volver al hotel ya que ese día eran las fiestas del pueblo y había una charanga cerca del hotel, así que fuimos todos allí para divertirnos.

Después de algo más de una hora de aburrimiento algunas personas nos volvimos al hotel ya que esa fiesta era sobretodo para jubilados y adultos muy enamorados que no razonaban y no se daban cuenta de que estaban haciendo el ridiculo.

Estuvimos haciendo el tonto y charlando hasta que aproximadamente a medianoche empezaron a llegar los demás compañeros que se habían quedado en el pueblo, pero yo me fijé en que no habían venido las chicas de mi clase, y eso no me agradó porque no podría tontear con ellas.

Media hora más tarde llegaron dos chicas, una de ellas iba muy borracha y la otra digamos que alegre. Iban dando tumbos por el pasillo y gritando lo que nos preocupó por si llamaban la atención de los profesores y les caería un buen paquete. Rápidamente las metimos a la habitación de las chicas y las intentamos calmar. Les echamos agua a la cara pero lo único que consegiamos era alterarlas más y que saltasen en la cama gritando cosas como: -¡Es la guerra¡- y –No me mojeis que me convierto en polvo- Y menudo polvo que tenía una de ellas, pero yo como buen caballero, no hice nada más que intentar calmarlas. Pero tras un buen tiempo intentandolo y sin conseguir nada decidimos que había que separarlas, así que nos llevamos a una de ellas a otra habitación donde había una cama libre, aunque también había unos niños pequeños los cuales se asustaron al vernos entrar con una chica que se caía por los suelos. La tumbamos en la cama y la dejamos casi dormida, y lo más sorprendente es que a los niños no les importó.

Volvimos a la habitación de las chicas que se había convertido en el centro de desintoxicación, ya que cuando llegamos había una borracha más, que por suerte había llegado con otra chica en condiciones de ayudar.

Cuando conseguimos que se calmaran un poco las dos que teníamos nosotros, llegó una tercera que las alborotó de nuevo y lo mejor que podíamos hacer era separarlas. A una de ellas la metieron al baño y la ducharon para que se le pasase el pedo que llevaba encima.

Yo cogí a la que acababa de llegar, que era una pedazo de mujer, y la llevé a la otra habitación de las chicas. Cogí las llaves de su bolso y abrí la puerta. Nos metimos y ella se sentó en la cama. Me puse a pensar que podía hacer con ella. Tenía que acostarla, pero sería mejor que antes se despejase un poco dándose una ducha, y así se dormiría mas rápidamente.

-¿Por qué no te das una ducha?- Le dije yo -te sentará bien.

Ella para responder hizo un sonido extraño que sonó a negación. Estaba muy nerviosa, daba botecitos y se movía, como si estuviese incomoda.

-Bueno, en vista de que no me haces caso…

La levanté y la llevé al baño.

-Hala, date una duchita

-Que nooo…

-Que te duches o llamo a los monitores para que te echen la bronca y se lo cuenten a tus padres.

Que bien se me dá el chantaje.

-Bueno, vale…

-Venga quítate la ropa y metete a la ducha.

Ella riendose me dijo que saliera del baño.

No estaba tan borracha como parecía, pero da igual. Salí del baño y cerré un poco la puerta pero dejando un pequeño hueco. Miré por la apertura de la puerta para verla reflejada en el espejo que había, pero desgraciadamente, el angulo no daba para verla, así que me jodí y esperé.

Mientras ella se duchaba me puse a mirar por la habitación, y encontré el cajón donde guardaban la ropa interior las cuatro chicas que dormían en esa habitación. Empecé a mirar las bragas que había y a analizarlas. Había algunas muy sugerentes y otras más normalitas, incluso había un par con dibujitos. Todo esto me excitó bastante.

Busqué en todos las esquinas de la habitación, hasta que debajo de una cama descubrí una bolsa con ropa sucia. Dentro había unas cuantas bragas más, las olí pero no encontré nada especial. Entonces se me ocurrió una genial idea.

Me acerque al baño, abrí la puerta con cuidado y sin hacer ruido y me deslicé por el suelo hasta llegar al banco donde estaba la ropa que se había quitado. Cogí las bragas y volví a salir.

Tuve suerte con la captura pues esa noche parece ser que mi amiga había ido un poco "descontrolada". Sus bragas estaban ligeramente humedas por la parte que tocan con los genitales. Las acerque a mi cara y las olí profundamente. El olor que despedían era mínimo, pero lo suficiente como para que un escalofrío me recorriese la espalde, del gusto. Me bajé un poco los pantalones y saque mi erecto nabo, y lo empecé a frotar contra las bragas, y de vez en cuando las olía mientra me pajeaba. Cuando me corrí lo hice sobre las bragas, y luego me limpié el pene con otras bragas que me gustaron del cajón.

Poco después oí que el grifo de la ducha se cerraba, así que dí dos golpecitos en la puerta y pregunté:

-¿Has acabado ya?

-Espera -dijo ella con una voz cansada.

Unos segundos después oí que decía que ya había acabado.

Entré y la encontré envuelta en la toalla y con el pelo chorreante. La verdad es que estaba bastante buena. Ella dijo:

-Secame el pelo.

Y yo cogí la toalla, se la puse en la cabeza y me puse a secarsela.

Ella se rió y dijo:

-No, así se la secan los chicos. Tienes que secarmelo con secador.

Yo cogí el secador, lo enchufé y le apunté al pelo con el chorro de aire. Ella al verme tan patoso, me quitó el secador y cogió el peine y me dijo:

-Aprende como se hace que no tienes ni idea.

Mientras se secaba el pelo su toalla se empezó a aflojar cada vez más y eso me hizo darme cuenta que todavía iba pedo.

Vi que claramente se le iba a caer, y no pensé hacer nada para evitarlo, pues quería ver a esa preciosidad de chica como vino al mundo. Como yo esperaba, la toalla se le cayó, pero a ella no pareció importarle demasiado. Yo tuve una erección repentina al ver ese cuerpazo al descubierto. Tenía los pechos normales para una chica de su edad con unos pezones ligeramente más oscuros que su poco bronceada piel. Su sexo estaba ligeramente cubierto con algo de vello púbico. Su piel brillaba con las gotas que resbalaban sobre sus curvas.

Ella paró un poco de secarse el pelo al ver el bulto que se hacía en mis pantalones y esbozó una sonrisita. Yo mientras la observaba a ella con todo el descaro del mundo. Me dijo:

-¿Por qué no me secas?, y así haces algo…

Yo un poco cortado recogí la toalla del suelo y la empeze a pasar por su cintura y su abdomen, por miedo a que me dijera algo o se enfadase con migo. Pero ella me dijo.

-Pero sécame bien, que sino me voy a resfriar.

Así que pasé la toalla por detrás suyo, envolviendola y le empecé a secar la espalda, luego fui bajando hacia el culo, y se lo manoseé con y sin la toalla. Lo tenía suave pero firme y muy redondo.

De repente, sin poder controlarme le lamí un pezón y llevé mis manos a sus tetas y se las comí como si fuesen un manjar, mientras ella se reia ligeramente.

Cuando me harté de comerle y chuparle los pechos, me arrodillé frente a ella y le acaricié la entrepierna mientras poco a poco iba acercando mi mano a su raja. Al llegar a esta la noté calente y algo humeda. La recorrí a lo largo con el dedo índice y empecé a apretar hacia adentro hasta que su cerrada raja cedió y practicamente me absorbió el dedo. Con él, palpé las paredes de su vagina que estaban muy calientes y mojadas, y comencé con el metesaca. Luego metí otro dedo,y otro más. Su orificio estaba bastante dilatado y chorreaba un líquido transparente. Ella daba grititos cada vez que hacía fondo con mis dedos. Tuve que sacarme la polla del pantalón porque me iba a estallar si seguía aprisionada. Lucía, mi amiga, al ver mi nabo empezó a gemir de forma continuada, hasta que tuvo un orgasmo que empapó el suelo de la habitación con sus flujos.

Para no desperdiciar todo lo que salía de su coño, la tumbé en la cama y apartando un poco los rizados pelos pegué mi boca a sus labios que goteaban lo que salía de su vagina y lo chupé con todas mis ganas. Ella todavía respiraba sonoramente y yo tenía la polla que no podía más. Así que despues de dejarle el coño reluciente, le llevé la verga a su boca y ella inmediatamente la empezó a lamer y succionar. Yo creía que me iba a morir del placer que me estaba dando aquello, y al poco tiempo me corrí llenandole la boca de leche. Ella tragó parte, pero la mayoría lo tuvo que echar porque se atragantaba.

Luego se quedó tumbada sin decir nada y cerró los ojos. Entonces me dí cuenta de que todavía no la había follado, así que desenfundé mi trabuco otra vez duro y lo clavé despacio en su resbaladizo conejo. Ella al sentirlo abrió rapidamente los ojos y dijo:

-¡¿Pero que haces?!

Yo un poco sorprendido le respondí:

-Pues esque te quiero follar…

-¡¿Pero tu estas loco o que?! Y si me quedo embarazada, ¿qué?

Yo no me había dado cuenta de eso así que le saqué el nabo de su caverna y lo coloqué entre sus tetas, apetandolo y moviendolo adelante y atrás hasta correrme de nuevo, aunque no demasiado debido a que era la tercera vez. Ella mientras se manoseaba su sexo y gemía; todo esto con los ojos cerrados.

Después me fui y nunca más tuve ningún tipo de relación con ella, ni siquiera sé si se acordó de lo ocurrido al día sigiente.

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