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Mi primera experiencia lésbica (2)

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Estaba preguntándome como hacer para llamar a Claudia, la prostituta negra que había conocido por la tarde, ya que mi padre regresaría por la noche, en el momento en que el me llama desde San Pablo para comentarme que las cosas se habían complicado y se quedaría un día mas, es decir que volvería a la medianoche del día siguiente.

Bingo, pensé. Justo lo que necesitaba, tomé la tarjeta y llame, me atendió Claudia, cuando escucho mi voz, me dijo:

Hola bebe, ¿deseas verme otra vez? Bueno estaré contigo a eso de las 10 de la noche, antes imposible.

Eran las 6 de la tarde, por lo que tenía tiempo de ir a buscar el dinero a un cajero automático, bañarme y arreglarme.

Me bañe delicadamente, me rasure el coñito, me perfume, me puse una tanga que se me metía en el culo color blanca, medias hasta los muslos blancas, zapatos también blancos y un corpiño calado con puntillas blanco. También un camisón muy sexy blanco. La esperaba ansiosa, mi piel estaba roja de la calentura, deseaba tener a esa imponente negra conmigo otra vez, no podía de dejar de pensar en ella.

Pedí la cena en el cuarto, algo liviano, miré un poco de televisión mientras la aguardaba. Llegó exactamente 10.00 en punto. Abrí la puerta y la vi otra vez. Me parecía mas grande que lo que la recordaba, mas alta aun, estaba vestida de un color verde agua, era ropa muy fina, era una prostituta cara, por la ropa y por lo que cobraba sin dudas. Tenía medias sobre las rodillas y falda corta, un poco mas larga que la de la tarde, tenía un corsé ajustado que realzaba sus tetas, todo del mismo color verde claro.

Entró decidida, cerró la puerta, me tomó fuerte de los hombros, y me dio un beso en la boca, un beso increíble, sabía besar bien, su lengua era mágica, entrelazaba la mía con la suya, y luego me succionaba, su boca era grande, sus labios carnosos. Luego del beso me apartó rudamente y me dijo, 300 dólares mi amor, esta vez debes pagarme. Fui a buscar mi cartera y con un temblor en las manos saque el dinero y se lo entregue. Lo guardó en su bolso.

Ahora mi amor, ¿qué es lo que quieres hacer?, me dijo

Lo mismo que hoy, pero déjame probar tu conchita, le dije

No mi amor, eso no, no creo que quieras eso, contestó

Si, le dije, quiero ver tu conchita negrita, quiero chupar tus jugos, por favor, contesté resuelta.

¿Estas segura?, mira que puedes llevarte una sorpresa, me dijo dulcemente.

Por favor, quiero chuparte ahora, dale, insistí.

Bueno, me dijo, soy toda tuya, dijo, mientras tomaba mi cabeza y la dirigía en dirección a su sexo.

Me agache un poco, la tomé de los glúteos, un momento, cuando estuve arrodillada, levanté su falda, bajé su tanguita también color verde agua, y me encontré con algo que no esperaba. Un tremendo pene negro como el carbón, y grueso, que estaba creciendo mientras salía del aprieto en que se encontraba. Me quedé congelada mirándolo, era un travestí, ahora comprendía porque no quería que la chupe, ahora comprendía su tamaño, su musculatura, era un travestí hermoso. En un rápido movimiento se quito las bragas, la falda y el corsé. Solo quedó con las medias y los zapatos, era una mujer espléndida con un tremendo falo que seguía creciendo, estaba apuntando a mi, era como de 22 cm. y como de 5 cm. de grosor. En medio de su negrura se notaban las venas hinchadas.

Me tomó de la cabeza y me dirigió hace el, abrí la boca todo lo que pude, y trague con dificultad la mitad de ese tremendo instrumento, la verdad es que no me lo esperaba, pero lo chupe con gusto, comencé a succionar, mi cabeza llevaba el ritmo que el imponía, estaba delicioso, con una de mis manos tome un glúteo y con la otra los huevos. Me gustaba el contraste de su cuerpo.

Luego de un rato, me saca el pene de la boca, me levanta en brazos como a la tarde y me lleva nuevamente al sillón, me abrió las piernas y apoyó su falo sobre mi rajita que estaba totalmente humedecida.

No por favor, no, es muy grande, me vas a matar, le dije en tono de súplica.

Vamos putita, que ya me pagaste, y yo nunca dejo a un cliente insatisfecho.

No, por favor, no voy a poder, no voy aaaaaaaaaaaa, ohhhhhhhh

Me lo puso de un golpe hasta la mitad, fue un golpe tremendo, me sentía penetrada hasta las entrañas, mientras que veía un enorme tronco negro, largo y grueso aun fuera de mi cuerpo.

Ohhhhh, nooooooo, sácala, sácala que duele, atiné a decir.

Y de otro empujón me lo metió todo. Estaba todo adentro, lo sentía hasta la garganta, pensé que me iba a desgarrar, que me iba a partir en dos. Yo le pedía que me lo sacara que me dolía, pero esto parecía darle mas ánimo para seguir adelante. Me penetraba sin compasión me miraba a los ojos, y como con una sonrisa burlona, me daba a entender que seguiría adelante.

Se quedó quieto un instante, yo sentía como mi conchita y su miembro latían dentro de mi, el dolor estaba pasando, de a poco, pero pasaba, y un cosquilleo de placer iba en aumento, me sentía como estaqueada por ese tremendo falo, inmóvil sometida a esa gran fuerza física, frente a mi pequeño, frágil e indefenso cuerpo.

Cuando noto que ya no sufría, me tomó de los hombros, se apoyó sobre el sillón y comenzó a bombear. Con cada movimiento mi cuerpo se movía para atrás y para adelante, cada empuje era más y más fuerte, mi cabeza golpeaba por momentos el respaldo del sillón. Tenía una fuerza descomunal, con cada movimiento hacía que me bamboleara como un barrilete. Me daba y me daba y me daba. Yo ya estaba empezando a gozar. Me conmovía ver ese instrumento increíble salir y entrar hasta la mitad de mi pequeño cuerpo. Ni en mis fantasías había soñado con una pija de semejante magnitud.

Ohhh… Claudia, dame, dame, dámelo.

Si, putita, cómete mi falo, es grande y duro, tú me lo pones duro…

Ohh… Claudia me vas a matar, es muy grueso…

Ohh… no aguanto más, me corro, me corro…

Ohh… me vengoo…ohh… me vengooooo…

Me corrí como no imagine que pudiera uno venirse. En ese momento me sacó el pene de adentro, se paró frente a mí y comenzó a pajearse, ahora se notaba que era un hombre, y bien macho, bien rudo, siguió con su paja, cada vez mas fuerte, cada vez mas rápido, hasta que se detuvo, se acercó a mi cara, yo abrí la boca y… Ahhh…

Primero un chorro caliente un mi boca, luego en mi mejilla izquierda, luego sobre las tetas, y el resto sobre mi vientre. Estada toda embebida en leche, un olor fuerte me invadió, era divino recibir todo su placer sobre mi cuerpo. Yo me quedé tendida sobre el sillón mojada por su semen. Él se secó un poco con una toalla, se vistió rápidamente y me dijo:

Esta es la última del día, siempre trato de acabar al final, a veces lo hago también por la tarde, pero no más de dos por día. Si querés tener leche otra vez, te reservo el turno de mañana a las 2 de la tarde.

Me quedé mirándolo mientras se iba, no le contesté.

Antes de cerrar la puerta desde el pasillo, volvió a insistirme:

¿Vengo directamente a las 2 mañana?

Sin contestarle, moví la cabeza en gesto afirmativo.

Bueno, si tengo ganas, tal vez te rompa el culo, me dijo, casi sin mirarme y bajando el tono de voz.

Cerró la puerta y se fue.

Yo estaba como en el limbo, dudé si era cierta la última frase, no estaba segura si lo había escuchado o lo imaginé. Me fui a dormir de inmediato, tendría toda la mañana para decidir que hacer.

Continuará…

 

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