Nuevos relatos publicados: 6

Pesadillas

  • 19
  • 5.580
  • 9,33 (3 Val.)
  • 0

Ante todo debo presentarme, mi nombre es Camila, tengo 29 anos, cabello castaño oscuro bastante largo y un cuerpo bien parecido, al menos me parece a mí, además siempre que puedo voy a un gimnasio cerca de mi departamento para tonificar mis músculos y sentirme bien.

La historia que les voy a contar me sucedió hace varios de meses atrás, mas bien dicho estuvo sucediendo hasta hoy día, esto comenzó hace aproximadamente unos siete meses atrás después del fallecimiento de mi marido en un accidente automovilístico, en ese momento el viajaba de Buenos Aires a Rio Negro por motivos de su trabajo, iba en ese viaje junto con mi hermana Lucía ya que ambos trabajan juntos en la misma compañia, según el reporte policial, cerca de la ciudad de Rio Negro, él con el cansancio del viaje se quedó dormido al volante, se salió de la ruta y tras dar varios vuelcos ellos salieron despedidos del interior del auto falleciendo prácticamente en el acto.

Hasta aquí la triste noticia policial publicada en los periódicos, pero cuando tuve que retirar los cuerpos del hospital de Rio Negro para trasladarlos a Buenos Aires, una enfermera joven, bastante alta, muy delgada de cabello rubio y un tanto lengua larga y sin saber quien era yo me comentó en tono de confidencia que al parecer el vuelco se produjo por una distracción de mi marido por que según se decía, en el momento del accidente estaba tratando de hacer el amor con mi hermana, ya que aparentemente las ropas que traían puestas, o mejor dicho las que no tenían puestas así lo indicaba y había más aún, según el informe del médico forense al cual ella no había tenido acceso, pero una enfermera amiga sí lo había leído, le comentó que se detallaba en el mismo que se habían encontrado rastros de semen en la vagina de mi hermana.

Además del dolor de perder a dos seres muy queridos, mi hermana por un lado, con la cual éramos muy confidentes y amigas desde siempre y a mi esposo al cual amaba locamente desde el día en que lo conocí se me agregó el dolor de la duda si ellos eran, o mejor dicho habían sido amantes y cuanto tiempo había sido engañada por ambos, esas ideas atormenaban mi mente continuamente.

Así fue como un tiempo después de haberme repuesto un tanto de esta tragedia comenzé a tener pesadillas en las cuales ellos estaban presentes, en un principio cada tanto soñaba con ellos, pero esto se fué agudizando más y más hasta llegar a que cada noche al quedarme dormida esas pesadillas acudían a mí con el agravante que al despertar no sabía si había sido un mal sueño o una realidad que había vivido.

Cuando comprendí que esa no era vida para mí decidí consultar a un especialista, así fue que consultando mi cartilla médica me decidí por un psicógolo que figuraba en ella y que por razones de comodidad ya que su consultorio se encuentra a pocas cuadras de mi departamente decidí pedir una cita, solicité una consulta con el a su secretaria y para desazón mía pude obtener un turno para varios días después, ya sea por ansiedad o no sé por que mis pesadillas parecieron aumentar, algunas noches me despertaba a la madrugada temblando y empapada en sudor, a tal punto que debía darme una ducha, cuando volvía a la cama y conciliaba nuevamente el sueño estas volvían

La noche antes de la cita prácticamente no pude dormir, a pesar de haberme acostado cerca de la una de la madrugada, cada vez vez que conseguía conciliar el sueno, nuevas pesadillas acudían a mí, cuando por fín llegó la hora de la entrevista con el psicólogo acudí a ella como una sonámbula, aún hoy no recuerdo de cómo hice para llegar al consultorio, estaba totalmente embotada tanto por la falta de sueno como por las pesadillas que tuve esa noche.

Apenas llegé al consultorio, la secretaria me hizo pasar a mi entrevisa con el doctor, al entrar a su consultorio este me saludó muy cordialmente y para mi asombro comprobé que se trataba de un hombre joven de unos 35 anos, de anteojos, correctamente vestido, de facciones agradables y dueno de una voz muy suave y cautivante, comenzó como es normal a anotar mis datos personales, nombre, edad, domicilio, teléfono y algunas cosas mas, luego de charlar un rato de algunas trivialidades me invitó a recostarme en el diván de su consultorio para que le fuese contando cual era el motivo de la consulta, cosa que así hice, el por su parte se sentó en un sillon contiguo al divan pero casi fuera de mi campo visual.

Así recostada comenzé a contarle con detalles mi vida, parte de mi infancia, la amistad con mi hermana, mi matrimonio, y el trágico final de mi esposo y mi hermana, luego y con mucho trabajo empezé a relatarle cuando comenzaron mis pesadillas, como estas aumentaron en número a cada noche que pasaba y como quedaba a la manana siguiente de ellas, por lo que intuía el iba tomando nota de todo, además ya me lo había dicho, que no dejase nada sin relatar, que hablase de hasta el mas mínimo detalle, así el podría realizar una correcta evaluación de mi caso, al final el me pidió que le relatase las pesdillas que tenía, nuevamente me recalcó el relato minucioso de ellas.

Entonces y por primera vez me animé a contarle a alguien mis suenos, así que relajándome lo mas que pude, y tomando fuerzas comenzé a contarle:

- "No bien me quedo dormida y excepto pequenas diferencias, ya que los personajes somos los mismos comienzo a sonar que me encuentro totalmente desnuda en una estrecha habitación, cuyo piso, paredes y techo son de un color gris disfumado, prácticamente se parece a una caja, mi sueno comienza que me encuentro tendida sobre una colchoneta o colchón de color negro, acostada de espaldas y con mis manos comienzo a acaricirme los pechos, suavemente, sensualmente mis dedos recorren mis pezones, juego con ellos dándole pequenos pellizcos, y así lentamente sigo recorriendo todo mi cuerpo con las manos, voy bajando lentamente por mi vientre hasta llegar a mi pubis, el cual acaricio por un espacio de tiempo interminable, luego llevo una de mis manos a la boca para ensalivar bien sus dedos y muy lentamente voy introduciendo el dedo gordo dentro de la vagina, juntamente con esto los dos dedos siguientes, el índice y el medio se van enterrando dentro de mi culo, mientras hago esto con una de mis manos con la otra sigo acariciándome las tetas y pellizcando los pezones, hasta que alcanzo un organso, que es distinto a los que he experimentado en vida de mi marido, esto es algo interminable ya que cuando quito la mano de mi vagina y dejo de acariciarme los pechos el orgasmo continúa aún, entonces entrelazo mis manos, o las coloco debajo mio pero aún asi no consigo finalizar con el orgasmo, veo que entro en pánico, comienzo a retorcerme de dolor y de placer hasta que cuando ya no puedo aguantar mas de la desesperación aparece mi hermana.

Al igual que yo se halla totalmente desnuda, me mira con su habitual sonrisa, se tiende sobre mí y comienza a practicarme un sesenta y nueve, ella introduce su lengua dentro de mi vagina, pero su lengua es de una longitud interminable, pareciera enroscarse dentro mío y no terminar de introducirse toda, yo por mi parte tomo a mi hermana de sus nalgas y quiero con deseperación chuparle su argolla pero me resulta imposible, mi lengua se niega a salir de mi boca y cuando consigo sacarla de ella, mi cabeza no se inclina hacia arriba para llegar a su vagina, esto comienza deseperarme, mientras tanto mi hermana sigue jugando con su lengua dentro mío, lo que al final provoca nuevamente un interminable orgasmo como al principio.

Cuando consigo salir de mi orgasmo, mi hermana se baja de encíma mío y colocándose entre mis piernas comienza con una de sus manos a jugar con mi pubis, acaricia mis labios vaginales, sus dedos juegan con mi clitoris de una manera extraordinaria, el roce de ellas con mi cuerpo es casi imperceptible, su otra mano juega con mis pechos, pellizca suvemente mis pezones, comienzo a sentir como una corriente eléctrica que recorre todo mi cuerpo, desde mi cabeza hasta los dedos de mis piés, ella sigue jugando suvemente conmigo, sus caricias son casi imperceptibles, quiero jadear del placer pero que mi garganta está completamente seca no consigo emitir sonido alguno, mis manos que estan apoyadas sobre mis piernas se niegan a moverse, quiero acaraciar a mi hermana pero mis músculos no me responden, empiezo a sentir deseperación por lo que me pasa.

Luego cuando ya es insoportable la sensación de inmovilidad, mi hermana toma mis manos y me las coloca sobre mis pechos, entonces ella me flexiona las piernas y abriéndolas a su antojo se coloca en su mano un guante de latex y manteniendo con su mano izquieda mis piernas bien abiertas comienza a introducir su mano derecha dentro de mi argolla, primero dos, luego tres, cuatro, cinco y listo toda su mano, hasta su muneca están dentro mío, no experimento dolor, no

comprendo como su mano entró toda dentro de mi vagina, creo de debería sufrir por ello, pero no, solo experimento un ligero placer al contacto del latex dentro mío, pero ella se da cuenta de esto y comineza a sacar e introducir su mano, sigue y sigue, quiero decirle que se detenga, que si no no hace tendré otro orgasmo, creo que el tercero, de mi boca solo salen balbuceos cortados, ella no entiende lo que digo, lo veo en su rostro, una sonrisa casi maléfica se ve en sus labios, sabe que voy a tener otro orgasmo, apura el ritmo, mete y saca hasta que ella llogra que tenga un nuevo orgasmo, no llega en oleadas como los anteriores, sino que se parece mas al torrente de un río de montana, es algo contínuo, interminable, como el agua que baja en remolinos y arrasa todo a su paso, no puedo saber cuanto dura, pueden ser segundos o minutos, creo que horas, cuando ya casi estoy al borde de tener un colapso nervioso por no poder parar el orgasmo que estoy teniendo, presiento a mis espaldas la presencia de alguien a quien conozco.

Como por arte de magia consigo incorporarme de donde estoy acostada boca arriba, me doy vuelta y en efecto lo veo, es efectivamente él, es mi esposo que al igual que nosotras se encuentra totalmente desnudo, los músculos de su pecho y su vientre se le marcan como nunca, su verga está super parada, se acerca a mí y pone a mi disposición su verga para que la coma, con una mano la aprieto con todas mis fuerzas, su cabeza se hincha como si quisiese explotar, pero algo me impide llevarla a la boca, lo deseo con todas mis fuerzas, pero mi boca se niega a acercase a ella, mi mano no me responde, me desespero, quiero intentarlo mis músculos se niegan a responder mis órdenes cerebrales, aún así consigo estirar mi lengua por fuera de la boca, casi como por milagro con la punta de la lengua logro rozar la cabezota de su verga, pero esto no dura ni un segundo, no puedo, no llego, nuevamente me separan apenas unos centímetros, lo suficiente para no alcanzar su verga, la deseperción se apodera de mí, miro a mi esposo a sus ojos, en su rostro se vé una sonrisa de venganza, vuelvo a intentar comerme su verga, pero el sin tocarme parece que lo impidiese, esta tentativa la repito decenas de veces pero siempre con el mismo resultado negativo.

Cuando ya no puedo aguantar mas el pone una mano sobre mi cabeza y comienza a acercarla a su verga, su mano persiona sobre mi nuca, me atrea hacia él, entonces su verga comienza a entrar en mi boca, la chupo con desesperación, se va enterrando lentamente dentro de mi boca, ocupa toda ella, llega lentamente hasta mi garganta, me impide respirar, me ahogo quiero sacarla, quiero chupársela como siempre lo he hecho, jugar con ella, sacarla y meterla en mi boca a mi antojo como a mí me gusta, pero me es imposible, él sigue y sigue apretando mi cabeza para que su verga no salga de mi boca, siento que me desmayo, me falta el aire.

No aguanto más, entonces mi esposo lentamente comienza a sacar su pija de mi boca, pero no del todo, la vuelve enterrar y la vuelve sacar, quiere acabar dentro mio, me gustaría que lo hiciese como tantas veces lo había hecho en vida, pero algo ocurre en ese momento, siento algo detrás de mí, es mi hermana que se pone a jugar con mi culo, ha sacado no se de donde un consolador negro de un tamano enorme, su largo creo que debe superar los 60 centímetros, no sé, no lo puedo ver completamente, tal vez sean 50 no importa, su grosor es mucho para mi culo, a pesar de que lo siento muy resbaloso, debe estar bien lubricado, no entra, mi ojete no está dilatado lo sufciente para recibir semejante visita, pero mi hermana no se dá cuenta de ello, sigue pujando con su consolador dentro de culo, quisiera gritar, no puedo, la verga de mi marido está totalmente dentro de mi boca, quisera patalear con todas mis fuerza, no puedo, mis piernas no me responden, pero entonces mi hermana deja de penetrarme con su consolador, lentamente lo vá sacando de mi culo, pero no sale tan facilmente, pareciese como trabado dentro mío, me raspa las paredes de mi ano, el ardor es insoportable, pero ella sigue tirando hacia fuera, arde, quema, me lastima toda, siento como si grandes unas rasparan con todas sus fuerzas mis entranas, al ver que no consigue su objetivo lo toma con sus dos manos y dá un fuerte tirón de él, sale, pero el dolor es insoportable, lanzo un grito de terror y dolor pero mi garganta se niega a emitir sonido alguno, al verga de mi marido que ocupa toda mi boca lo impide.

El dolor va disminuyendo, siento un alivio, comienzo a retomar la calma esto se debe a que mi hermana con su mano izquierda comienza a jugar por entre mis piernas con mi vagina, me acaricia suavemente, sus dedos juegan con mi clítoris, no se introducen demasido dentro mio, siento placer, no deseo tener otro orgasmo, ya he tenido suficientes, creo que no soportaría otro más, pero esto parece no durar mucho, su mano izquierda deja de acariciarme, espero lo que vendrá, no tardo mucho en comprenderlo, casi inmediatamente comienzo a sentir como la otra otra mano de mi hermana dedo a dedo se va introduciendo dentro de mi ano, nuevamente comienzo a sentir dolor, sus cinco dedos quieren penetrarme, mi ano se dilata, el ardor va en aumento, ella presiona su mano dentro mio, no puede entrar mas pero ella sigue insistiendo, el dolor se torna insoportable, mientras tanto mi marido sigue con su verga en mi boca, veo que va a acabar, en efecto comienza a eyacular dentro de mi boca, torrentes de semen inundan mi garganta, siento que me ahogo, no consigo respirar, sufro, trato de gritar, no puedo, el semen resbala por mis labios, chorrea por mis mejillas, la mano de mi hermana sigue dentro mio, cada vez mas profundo, comienzo a tener convulsiones, me veo cayendo por un precipio, trato de gritar, de lo profundo de mi garganta exhalo un alarido, el grito me despierta, me siento en la cama como si tuviese un resorte, me encuentro toda transpirada, bañada en un sudor frío, la repiración entrecortada, agitada, temblorosa, tardo varios minutos para darme cuenta que estoy en mi casa, en mi cama, sola sin la comañia de nadie." -

Abro mis ojos y reacciono, estoy recostada en el divan del consultorio, el doctor sigue tomando notas, al menos eso creo, me reclino sobre el diván y lo interrogo:

-"Doctor son reales mis pesadillas???", él obeservando sus notas y sin mirarme directamente a los ojos en forma pensativa me contesta:

-"aún no puedo no puedo evaluar completamente su comportamiento pero casi puedo afirmar que no, son pesadillas que se desvanecer al despertar. –

Entonces me levanté del diván, me saqué el vestido negro que llevaba puesto, me quité la bikini y arrodillándome en diván abrí mis nalgas y le mostré mi orto, al momento que le decía como en una verdadera pesadilla

-"Ud. cree que como tengo el orto de color rojo, todo inflamado y la dilatación que aún tengo al igual que mi vagina que se encuentra totalmente inflamada es un sueño solamente, si fuera con Ud dice al levantarme a las mananas después de las pesadillas no se debería ver así, Doctor por favor acá hay algo distinto, algo inexplicable!!.

No supo darme una espuesta valedera, intentó varias otras teorías, pero no las esuchaba, me vestí apresuradamente y abandoné casi corriendo su consultorio, me dirigí a mi departamento, mientras iba caminando buscaba una respuesta, al llegar a mi casa casi la sabía, llamé a la compañia aerea y reservé un pasaje para el primer vuelo que saliese a Rio Negro, debía ir alli a averiguar toda la verdad, esa noche no me acosté, temía volver a mis pesadillas, fumé mas de dos paquetes de cigarrilos, tomé varias tazas de café, miré dos o tres películas por cable, al amanecer estaba totalmete agotada, me dí una ducha, puse algo de ropa en mi bolso y me dirigí al aeropuerto, a las 7 de la manana ya estaba en vuelo en busca de la verdad.

No bien hube retirado mi bolso de la cinta transportadora, lo primero que hice fue ir a la seccional policial en la cual había estado con motivo del accidente, hablé e investigué, tuve acceso al informe policial, nada fuera de lo normal, nada indicaba que el accidente hubiese sido ocasionado por otra cosa que no fuese el cansancio de mi marido, luego de un par de horas sin nada en concreto me dirigí al cuerpo de bomberos local, ya que ellos fueron los que realizaron la tarea de rescatar los cuerpos, nuevamente vi informes y mas informes, nada de nada, todo lo que leí era casi similiar a los informes vistos un par de horas antes en la policía.

Por último me dirigí al hospital donde se hicieron la autopsias y desde donde había retirado los cuerpos, comenzé a investigar, llegué hasta el forense que actuó en esa ocasión, me reconoció luego de una charla de un par de minutos accedió a mostrarme los informes de la autopsias, detenidamente leí a ambos, no lo podía creer, nada de nada, el accidente se había producido por un descuido de mi marido al quedarse dormido mientras manejaba, de la ropa nada se decía, de rastros de semen en la vagina de mi hermana nada de nada, es más para mi sorpresa al pié de cada informe se encontraba después de la firma del médico la mía, si era mi firma, efectivamente lo había leído y firmado, no lo recordaba con claridad pero había sido así, sin darme cuenta había leído con anterioridad ese informe cosa que ahora lentamente volvía a mi mente.

No bien hube abandonado el despacho del forense me dedique a recorrer el hospital en búsqueda de la enfermera con la cual había hablado el día del accidente, no la encontré, pregunté a todos y a todas las personas que la pudieran conocer, nadie la recordaba, solamente una de las enfermeras creía recordar alguien así con las características que yo le daba, alta muy delgada de cabellos rubios, pero solamente alguien así había estado en el hospital, era una doctora pero de eso hacía unos 30 o 35 años atrás y que en ese momento tendría cerca de unos 90 años, esto no concordaba con la persona con quien yo había hablado, al final me retiré del hospital, no atinaba a sacar nada totalmente claro de las entrevistas, estaba confundida, totalmente confundida, cuando miré mi reloj pulsera comprobé que faltaba una hora y minutos para el último vuelo a Buenos Aires, decidí tomarlo, no deseaba pasar la noche en Rio Negro, pero había otra verdad, me aterrorizaba quedarme dormida en el avión y tener ante el pasaje una de mis pesadillas, me arriesgué a viajar, llegué al aeropueto con escasos minutos para abordar el avión.

Luego que hubieron servido la cena me dispuse a ver una película, ya la había visto varias veces pero no deseaba quedarme dormida, no pude lograrlo, con el cansancio de ese día caí en un profundo sueno, tuve otra pesadilla, sentí que alguien me tomaba del brazo, comenzé a aterrorizarme, me desperté asustada pero no era otra pesadilla, con asombro ví a la zafata que con una encantadora sonrisa en sus labios y una voy muy sensual me despertaba, estabamos por aterrizar en el aeroparque de de Buenos Aires, no lo podía creer, me había quedado dormida y no había tenido mis terribles sueños, cuando cerca de las once de la noche llegué a mi departamento, me dí una ducha, me sequé y así desnuda como estaba tomé un café, fumé lentamente un cigarrillo y me fui a la cama, solo desperté a la mañana siguiente cuando a las nueve sonó el despertador, había sido una noche marvillosa, no había soñado con nada ni con nadie, evidentemente todo había pasado, mis pesadillas habían terminado, desayuné, me vestí y esa mañana fui al cementerio con dos enormes ramos de flores, mi esposo y mi hermana se merecían ese recuerdo.

(9,33)