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El jefe de mi marido

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-Pasaban de las 8.30 de la noche, yo ya estaba casi terminada, me faltaba ponerme los pendientes y estaría lista. 

- Cariño no tardes -  Me repetía mi marido Carlos incesantemente. - A las 9 llegará el taxi. - Decía. 

Hoy teníamos una de esas aburridas cenas de empresa, simplemente íbamos para quedar bien, o por lo menos yo que me desesperaban esa clase de eventos. Asisitirian todos los compañeros y compañeras de mi marido, incluido el jefe, con sus respectivas parejas, por supuesto yo no podía ser menos. 

Terminé de vestirme y fuí hacía el salón donde me esperaba mi marido que se quedó a cuadros cuando me vio aparecer. 

-Estás preciosa cariño 

-Gracias amor 

Y, agarrándome de la cintura, me dio un caluroso y apasionado beso. Llevaba puesto un vestido negro ajustado que marcaba mis perfectas curvas, este me llegaba hasta las rodillas y tenía un generoso escote, unos tacones de aguja rojos y un bolso de mano a juego.

El sonido de un clapsom que venía de la calle interrumpió nuestro beso, de no haber sido por eso la cosa hubiera acabado muy diferente. Salimos los dos juntos y subimos al taxi que nos dejó en la misma puerta del "Luxuri" el afamado restaurante donde se celebraba la cena. Entramos al salón número 6 y buscamos nuestro sitio en la mesa, un cartel con nuestros nombres nos indicó nuestro lugar, justamente alado del jefe de mi marido. Nos sentamos y esperamos a que llegasen los que faltaban que aún eran unos cuantos, el último en llegar fue Sergio, el jefe. Este saludo a mi marido con un apretón de manos y a mi con dos besos. La verdad es que para sus 46 años era un hombre muy atractivo. 

La noche transcurrió con normalidad, cenamos, hablamos de diversos temas... Pero hubo algo que,  al principio pensé que eran imaginaciones mías, eran las furtivas miradas de Sergio, estuve toda la noche con la sensación de que tenía su mirada clavada en mi, cosa que me ponía nerviosa pero a la vez me excitava un poco...

- Carlos, voy a salir a fumar ¿vale? -  Le dije a mi marido 

- De acuerdo Eva, ¿estás bien? - Asentí y salí a la calle. 

Saque de mi bolso un paquete de tabaco y mi mechero, del paquete cogí un cigarrillo y me lo entendí, necesitaba salir un poco de aquel lugar. De repente sentí unas manos frías agarrar mi cintura, como era lógico pensé que era Carlos pero cuando me di la vuelta cual fue mi sorpresa cuando vi que no era así, era Sergio que me sonreía pícaramente. Me aparté lo más rápido que pude y apagué el cigarro,  me puse bastante nerviosa, en cambio a el se le notaba muy tranquilo.

- Qu-que..., que haces Sergio... 

-¿De verdad hace falta que te lo explique? - dijo mientras se acercaba mas a mi.

Yo estaba paralizada, no podía moverme ni articular palabra. No me di cuenta cuando ya lo tenía pegado a mi, a un centímetro de mi boca exactamente. Lentamente empezó a agarrar mi cintura y termino de acercar su boca a la mía, me besó. En esta ocasión no pude apartarme, fue un beso dulce y cálido,. Pasó un minuto, o quizás dos hasta que pude reaccionar. Me aparte de el y aunque la voz no me salía del cuerpo conseguí decir-yo quiero a Carlos-. 

No se si me escuchó o no pero cuando iba a entrar al restaurante agarró mi brazo me arrastró hacia el y me plantó otro beso, pero este no fue como el otro, en este caso me metio la lengua hasta la campanilla y esta vez ni hice el esfuerzo de intentar aguantar la tentación, me agarré de su cuello y le seguí el juego. De mi cintura paso sus manos a mis glúteos,  yo me deje. Aún no podía creer lo que estaba haciendo, ponerle los cuernos a Carlos con un hombre 17 años mayor que yo, pero era tan atractivo que la tentación y la excitación del momento superaron al amor que sentía por Carlos. 

Los labios de Sergio se separaron de los míos y sin dejar de mirarme y de agarrar mi trasero sonrió. - Te está sonando el móvil - me dijo. No me había dado ni cuenta. Lo cogí, era Carlos, ya habían pasado 20 minutos desde que salí. 

-Si...?

-Eva, ¿donde estas? 

-Se me a acabado el paquete de tabaco y he ido a por más, pero aún tardaré, hay un atasco que no veas... - lo estaba haciendo, estaba mintiendo a mi marido y por si fuera poco la sonrisa de Sergio al escuchar mis palabras aún era mayor. 

-A este paso va a acabar la cena...

-Amor no te preocupes, me estoy quedando sin batería, si hay cualquier problema te aviso

-Vale, intenta no tardar, un beso - Colgué. No se si empezó a sospechar algo pero en ese momento no me importaba, estaba tan excitada que me daba igual todo. 

-Que bien mientes preciosa.- No le deje decir nada más y le besé, no me quería sentir peor de lo que ya me sentía pero el me separó de su boca, cosa que me extrañó. - Con la mentira que te has currado no puedo permitir que nos vean preciosa. - Y sin decir nada más agarró mi mano y me guió hasta un coche negro con los cristales tintados (cosa que nos venía muy bien en ese momento). Abrió el coche sin soltarme la mano y nos montamos en la parte de atrás. Para que resultase todo más cómodo tumbó los asientos de delante, aquello parecía una cama, y para más seguridad colocó en el cristal delantero y trasero un parasol. Cuando terminó comenzó a besarme, yo quería ir deprisa, estaba muy caliente pero el me dijo - No corras preciosa, para llegar al placer hay que tomarse las cosas con calma - y, despacio, comenzó a besarme los labios, más tarde el cuello, era tan sensual... Poco a poco me quito el vestido negro sin dejar de besarme el cuello,  yo le desabroché a el los botones de la camisa. Mi respiración ya se empezaba a notar agitada cuando me quitó el sujetador. Su lengua ya recorría todos mis senos, todo aquello era cada vez más placentero. - Que bonitos pechos tienes- Me dijo mientras continuaba lamiendo mis pezones. Ahora me tocaba a mi, le desabroché el cinturón y desabroché su pantalón, su excitacion también se notaba. Saqué su miembro y empecé a chuparlo, estaba bastante duro. Su cara mostraba que lo estaba disfrutando y, sin querer, también se le escapaba algún que otro gemido. Seguí haciendole una mamada lo mejor que sabía, me introducí su pene en mi boca para que el pudiese sentir aún más placer y, según el mostraba así fué. Unos minutos más tarde me agarró de la cintura y me colocó en el asiento, volvió a besarme con sus cálidos labios. Sus besos bajaron hasta mi vientre y empezó a quitarme las braguitas. Cuando ya estaba completamente desnuda su lengua empezó a recorrer mis muslos, más tarde mis ingles,... La excitacion era tremenda, no podía aguantar más y le pedí por favor que llegase a mi clitorís, el sonrió, parecía disfrutar haciéndome sufrir de aquella forma. Cuando noté la punta de su lengua en mi clitorís solté un gran gemido y mi pelvis empezó a moverse de arriba a bajo, aquello era tremendo. Sergio agarró mis muslos y siguió chupando, cada vez más rápido, con más intensidad, yo le pedía que siguiese, que no parará, y vino a mi un orgasmo como nunca había tenido. Mi respiración era rápida, muy rápida, parecía que acabara de recorrer un a maratón. De nuevo sentí sus labios e los míos, esta vez con más ardor, con ma lujuria. Volvió a colocarse, su pene seguía igual de erecto o incluso más. Me senté sobre el como si hubiese leído sus pensamientos y empecé a cabalgarle. Al principio despacio para que ahora el que sufriera fuese el. Luego un poco más deprisa y así hasta llegar al límite. 

- Si si si SIIIIIIIII - Grutabamos los dos al unísono. - Ya llego... YA LLEGO...  AH -  Y vaya si llegué, pero esta vez no llegué sola, sus fluidos se derramaron dentro de mi cosa que me hizo sentir aún más placer. Seguimos basándonos durante un rato y cuando ya estaba más descansada me vestí, me arreglé un poco el pelo y volví a la cena como si nada hubiese pasado. Sergio hizo lo mismo pero 30 minutos más tarde para no levantar sospechas. Lo que no sabíamos es que 9 meses después naciente un niño como prueba de nuestra "travesura", pero eso es otra historia... 

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