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04.1 El Tour de Francia arranca en Leeds

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A pesar de todo ha sido una semana tranquila, llena de emociones, eso sí.

¡Ayy, sí! Lo siento pero Nicolás ocupa mis pensamientos y mi tiempo.

Sus mensajes son continuos para decirme que me quiere, será cierto y no lo dudo, pero no me deja trabajar.

Cuando no me llama él, le recuerdo yo y le llevo en mi corazón y mi cabeza, ¿qué me está sucediendo?,  ¿qué dependencia es la que siento?, ¿qué necesidad es la tengo de él?

Cuando logro olvidarle, si fuera posible, tengo una llamada suya, para insistir, para decirme siempre lo mismo. Que me ama, que me quiere, que no puede vivir sin mí.

También me dice otras cosas que me sacan los colores  y que a mi pesar me encanta escucharlas, que me las diga susurrando y con su voz de deseo, palabras que estando haciendo el amor me excitan, como ahora que no es el momento oportuno y tengo que morderme el labio para no soltar la carcajada.

Desconozco lo que sucede en la oficina, dicen de administración que debo facilitarles los kilómetros del coche y que deben coincidir con los trayectos que he realizado al trabajo, ni más, ni menos. ¿De cuándo acá?, ¿es qué he hecho algo que les moleste?,  ¿les he faltado al respeto? He tenido 3 o 4 vehículos de la empresa en este año y nunca me habían solicitado estos datos, ¿qué es lo que está sucediendo?

He sacado una foto del cuentakilómetros y se la he enviado, que realicen ellos los cálculos ya que ahora se preocupan por nimiedades de este tipo.

He estado toda la semana impaciente, esperando alguna noticia de la nueva empresa, y hoy viernes me llegan. Recibo un mail que han enviado a los que, creo que somos 15,  seleccionados de las tres convocatorias.

Podemos escoger para el primer año entre ir a Holanda, Francia, U.K. o España. Nos piden que les digamos nuestras preferencias, y en función de las disponibilidades intentarán resolverlas, sin garantía ni compromiso alguno.

Tenemos que proponerles tres lugares por orden de preferencia y ellos dispondrán el lugar donde nos enviarán.

Les envío mi orden de prioridad, Francia, U.K., Holanda y España y ahora a esperar lo que decidan y resuelvan.

Hay que tener en cuenta que el programa dice que hay que permanecer un máximo de 9 ó 12 meses en cada uno de los lugares a los que nos envíen, dependiendo de los puestos, el mío al parecer es de 12 meses.

Ahora tengo que esperar sus nuevas órdenes, aunque esto significa que retrasarán unas semanas más su decisión. Parece que el mundo se mueve, me daba la impresión que se había detenido y no ha dejado de rodar.

He enviado una nota a mi compañera, la negrita de la oficina, la que se marchaba el día 4 de Julio y abandonaba la empresa:

“Me he enterado, no por ti, ha sido por otras vías, que abandonas la empresa. No hemos llegado a intimar en ningún sentido durante este tiempo, y nunca  he sentido tu empatía hacia mí. Te deseo lo mejor en tu nueva andadura, que tengas suerte y seas feliz.”

Su respuesta:

“También yo me he enterado por terceros de tu marcha. Me han pedido que permanezca una semana más en la empresa y he aceptado, de momento no la dejo. A mi vez te deseo éxitos”

Sin más, he dado por concluida la despedida, la frialdad sigue imperando por ambas partes.

Antes de llegar a la residencia hago mis compras para la semana, me debo desviar ligeramente y aunque puedo realizar mis compras cerca de ella, prefiero este sistema, el coche me ayuda y me da comodidad.

Le había reclamado al landlord que repararan la lámpara de la habitación, debían de haber estado los de mantenimiento,  la lámpara funcionaba y había cosas desordenadas, disponen de una llave maestra para realizar estas operaciones.

 Habían estado estos días de atrás limpiando la piscina y llenándola de agua. Quería, nuestro amable casero, que los residentes, que se quedan en el verano, disfruten de su estancia.

Como desconozco en que quedará todo lo mío, dice mi padre que siga conservando mi habitación durante el mes de Agosto, para tener mis cosas hasta que sepa donde deberé enviarlas. Nicolás llegará sobre las siete de la tarde, tengo tiempo para colocar las cosas que he comprado y darme una ducha ligera.

Quiero salir un poco antes, hay mucha actividad en la calle, operarios y camiones de los servicios municipales están colocando vallas, reorientando el tráfico de vehículos y disponiendo otras vías alternativas.

Mañana sábado arranca desde aquí, y justamente pasará por mi barrio y por la calle donde se halla la residencia, el Tour francés en su primera etapa Leeds a Harrogate, las calle está adornada de gallardetes y publicidad, va a ser un día de mucha afluencia de público, ahora mismo hay una actividad inusitada. Estaremos aquí para animar a los corredores españoles, sobre todo a Contador.

La ciudad entera parece haberse vuelto loca, nunca había visto tanta asistencia de gente por las calles, ni tanto tráfico rodado y todo parece ralentizado por el exceso de público.

Llego a la estación, parece que con tiempo suficiente.  El aparcar el coche ha resultado una odisea, paseo por los alrededores viendo a la bulliciosa gente que llega a la ciudad, en las Fiestas Navideñas no vi tanto público ni en los mercadillos. Los hoteles deben estar totalmente ocupados.

Nicolás llega, menos mal que se ha afeitado la barba, ahora se le nota pero no es como la otra vez, parece despistado y no me ve, mira en todas las direcciones y se le iluminan los ojos, y me dirige una maravillosa sonrisa, y apresura su andar, y me adelanto con el corazón brincando  en mi pecho, y suelta su maleta para acogerme entre sus brazos.

Es tan cálido el abrazo, tan amable, tan intenso que me hubiera quedado así más tiempo. Me separa de él para mirarme, para bañarse en la humedad de mis ojos, coge mi rostro entre sus manos lo aprieta y deposita sus labios sobre los míos en un beso muy tierno. Soy un tonto llorón que algún día le cansaré, se aburrirá de ver la facilidad de mi llanto.

Pasa el momento de congoja, la opresión en mi pecho se suaviza mientras sus labios recorren mi rostro. Estoy congestionado y busco en mis bolsillos un pañuelo que no tengo, él me lo ofrece, un paquete de los desechables.

La calle está copada de tráfico y de peatones, vamos avanzando muy lento. Nicolás mira el movimiento de público y me comenta sobre el inicio del Tour de mañana, quiere verlo y me lo imaginaba, le encantan los deportes y este no podía ser de otra forma. La semana pasada hablaba con David que es muy aficionado, se había traído su bicicleta de España.

Acaricia con suavidad mi pierna, me entorpece para acceder a la palanca de cambios y además, con esto de tener que utilizar la mano izquierda, me resulta más complicado, a pesar de llevar ya muchos kilómetros conduciendo por la izquierda.

Como siempre sucede tenemos que pasar un rato saludando a los residentes que nos encontramos, nos llaman desde el salón de juegos, que antes de acondicionarlo fuera un invernadero.  Algunos dejan de jugar snuka, el billar americano, para acercarse a saludarle. Es increíble cómo le aprecian.

Le dejo en la planta baja hablando y subo a la habitación para vaciar su maleta, tiene cerradura con contraseña que conozco, si no la ha cambiado.

Voy disponiendo su ropa en el armario, tengo muy poco espacio, pero apretando todo un poco consigo meterlo. Entre la ropa tiene un pequeño paquete, rectangular y envuelto en papel brillante, pienso que es un regalo para mí, que no debía haber abierto su maleta y estoy a punto de volver a devolver la ropa a su origen cuando se abre la puerta. Me sorprende in fraganti con el paquete en mis manos y me pongo rojo.

-Es para ti, un regalo que te gustará, ábrelo hombre, no te pongas rojo que no pasa nada.

Se acerca hasta que sus brazos me alcanzan y me llevan hacia él, me acaricia con ternura, coloca su mano en mi nuca  para atrapar mi cabeza contra su hombro.

-Venga ábrelo tonto, pretendía que fuera una sorpresa y lo he logrado del mejor modo posible.

-Perdóname, no quería descubrir nada que no debiera, fue por ayudarte y que tuvieras tu ropa colocada en el armario.  –me acariciaba suavemente, despeinaba mi cabello.

- Daniel, por favor, lo sé, abre de una vez el paquete, es tuyo, lo he comprado para ti y sé que te va a gustar.

Con mis manos agitadas comencé a desenvolver el paquete, imaginaba lo que contenía, por el sonido que me llegaba al mover el paquete en mis manos temblorosas. Colonia de Rochas, la que me agradaba tanto, la que usaba él y que me encantaba.

-¿Tu colonia?

-No, la tuya, siempre te la pones cuando estoy contigo y olemos de la misma forma.

-Pero es muy cara. No debiste, yo la tengo únicamente cuando mis padres me la regalan.  -me mira burlón, con su sonrisa que me derrite, que le mordería para arrebatársela de su cara.

-No lo he hecho por ti, es por mí, para que no uses la mía y me la acabes.

Se pone a reír y me abraza. ¡Dios mío, como le quiero!

-¡Tonto!, ¡tonto!, Nico, ¡cómo te quiero!

-¡Ya!, por una pobre colonia.

No puedo soportarlo más, me hace reír, rodeo su cuello con mis brazos, con mis piernas su cintura y trastabilla a punto de caer, le devoro, me lo como a besos, no importa que su barba me raspe dejándome rojas marcas. (¡Ayyy!, Nico, que locura es ésta en la que me siento atrapado, ¿qué es lo me estás haciendo?)

Al final cae sobre la cama, caemos abrazados, como si fuéramos un único cuerpo y le beso, y le beso, y no dejaría de besarle.  –me aparta un poco de él para mirarme.

-Quieres que salgamos para ver el ambiente y tomar algo, esto no sucede todos los días, creo que viene el príncipe William, su esposa y su hermano Harry para dar el pistoletazo de salida al Tour. La ciudad se ha vuelto loca con tanta gente.

-Vale, sí…, pero me cuesta dejarte a medias, aún no he llegado a tus huesos en mi ganas de comerte.

- Daniel como me gusta que me digas estas cosas, menos mal, al fin te abres y sales tú, verte así aumenta mi amor, mi deseo de ti, de poseerte, de que me poseas.

Ahora es él el que me besa poseído en su locura de amor. Me acaricia, me abraza estrechándome como queriendo tenerme dentro de él, me estruja el culo, las nalgas, las caderas, si continúa de esta forma van a sangrar nuestros labios.

-Venga Daniel, vámonos o no me contengo.  -habla, dice lo que debemos de hacer pero no me suelta, aprieta nuestras bocas, no puede meterse más en mí, me ahoga.

-Bien vamos, déjame que me ponga la colonia que me regalaste.

Se ha tranquilizado un poco, nos hemos tranquilizado y retiro el precinto del precioso frasco.

-Si tanto te gusta, ¿por qué no la usas?, ¿por qué no te la compras?

Le miro de hito en hito y él me interroga con su mirada.

-¿Tú por qué crees que no la uso Nicolás?, es tremendamente cara, más de 50 libras, ¿tú sabes lo que es eso?, con lo vicioso que soy, 50 libras al mes en colonia,  ¿quién crees que soy yo, Rochielf?

-A partir de ahora te la compraré yo, para que no te falte nunca.

Vuelvo de nuevo donde él que sigue sentado en la cama.

-Huéleme Nico, ¿te gusto?  -me he sentado en sus rodillas.

-Me encantas Daniel con esta colonia o sin ella, tú hueles divino.

-Ves, no necesitas regalarme colonia ni nada,  -le hago un mohín con mi boca- bueno el día de mi cumpleaños o en Navidad puedes hacerlo y que quede claro, me ha encantado el regalo, me has hecho muy feliz aunque no hiciera falta alguna…, y vámonos de una vez.

Bajamos, no hay nadie en la residencia, todo está en silencio. En la calle es distinto, hace una bonita noche con nubes que a nadie importa. Estamos a tres kilómetros del centro y hasta aquí se vive el acontecimiento de mañana.

En los pubs donde solemos acudir no hay lugar para más almas y estamos a punto de renunciar a tomar algo cuando, en el segundo pub en el que entramos, nos hacen señas desde una mesa. Son compañeros de la residencia, estaremos apretados pero nos hacen sitio entre ellos. Todos hablan del acontecimiento, no hay música como otras veces, se bebe demasiado y las voces se vuelven estridentes, todos hablan a gritos. El tiempo se me hace eterno, Nicolás está emocionado con el inicio de la etapa y no se da cuenta de que se bebe mi cerveza también que no he probado, la espuma se le queda pegada en el labio superior, si hubiéramos estados solos se lo hubiera chupado, ahora me contuve, ¿qué podía hacer?

No ha bebido más, nos hemos despedido. En el camino de vuelta me lleva cogido de la cintura y se alterna pasando su brazo por mis hombros, hace frío, yo al menos lo siento y noto la calidez de su proximidad.

En la residencia comemos un yogurt, nos aseamos, ya se está haciendo una costumbre el que Nicolás, cuando estamos solos, vaya desnudo a todas partes. Me encanta contemplar su cuerpo sin ropa, pero a veces me pone nervioso, ver su flácido pene balanceándose a derecha e izquierda, me enciende y mi excitación me molesta, pareciera que estoy loco por el sexo.

-¿Por qué te has puesto la ropa de dormir?  -me pregunta señalándome. No sé que responderle, ¿qué es para que no me vea excitado?, si se me nota a través de la tela del pantalón.

-Para que tú me la quites.  –no sé ni cómo he buscado estas palabras que le hacen reír con ganas.

Estamos  encima de la cama, juega con los puntos que son mis tetillas a través de la tela, sujeto su mano para que permanezca quieto. Quiero ser yo el que ataque el rico festín que representa su cuerpo.

Comencé a besar su boca como a mí me gusta, dejándole mi legua para que la chupara y absorbiera, me encantaba como me raspaba su varonil y recia barba hasta que pensé que la piel de los labios se me iba a romper, luego bese y lamí su pecho y bajé rápido para apoderarme de su polla que reposaba en su vientre.

Lamí su prepucio y saboreé su rico precum, me esmeré y notaba mi éxito viendo como se levantaba y la metí en mi boca, me gusta cómo se va agrandando y llenado de sangre que la calienta, sentirla estirarse y coger fuerza.

-No vas a disfrutar tu solo.  – se coloca de rodillas quitándome mi juguete y tira de mi chaqueta y luego del pantalón hasta dejarme como él está, desnudo y expuesto a sus ojos.

Me sujeta en sus brazos y enrosco los míos en su cuello.

-Yo también quiero chupártela y lo vamos a hacer a la vez.  –me deposita en la cama y se  acuesta arrastrándome para que me coloque sobre él y con mi virilidad apuntando a su boca, sujeta mi trasero y empuja hacia abajo logrando que mi polla tome contacto con sus labios, flexiono mis rodillas y bajo para ir introduciéndome en su boca.

-Nico, te voy a ahogar.

-¿Tú crees?  No te preocupes.  –la verdad es que sujeta mis caderas y el marca lo profundo de mi penetración y el ritmo de la misma, sostiene mi cuerpo  y deja que entre y salga de él según quiere.

Esa postura me pone muy cachondo y él también lo disfrutaba elevando su pelvis invitándome a enterrar su polla en mi garganta. Su erección estaba al máximo y de su punta  salía en gotas interminables del jugo que segregaba.

A veces paraba simplemente para observar cómo salía y cuando formaban una gota muy gorda, y antes de que resbalara, pasaba mi lengua para quitársela  y extenderla sobre mis golosos labios.

Me cansé de ese juego y necesitaba comer más carne, la metía hasta encontrar la parte más gruesa, donde mi boca se distendía terriblemente para continuar tragando.

Luego besaba su cabecita tan dulce, rodeando su glande y chupando con fuerza de él, haciendo ruidos con mi boca que a mí mismo me ponían a mil.

Él besaba mi polla y comía mis huevos que colgaban sobre su frente, no eran solamente besos, suponían nuevas sensaciones cuando mis testículos resbalaban y los perseguía para besarlos.

Cuando me inclinaba y mi tórax acariciaba sus abdominales poblados de vello parecía estar soñando, enterraba mi cara en su entrepierna y aspiraba su profundo olor a macho.

Se debió de cansar y me apartó de él empujando de mis caderas, me dio la vuelta para besarme en la boca.

-Sabes a mi verga Daniel.  –desconozco como lo podía notar, si para mí era el olor y sabor de la mía lo que mis papilas degustaban.

Me separé de sus brazos para abrazar su pecho,  besar su cuello y sus orejas, sus ojos expresaban el máximo placer y yo me aprovechaba de ese cuerpo espectacular, tan recio y con el músculo necesario.

Sentía que su pecho se me hacia irresistible y chupe de sus pectorales, y lamí sus aureolas y moría de ganas de comerle hasta el punto de comenzar a darle tiernas mordidas.

Tenía mi verga deseando descargar, pero la suya estaba aún peor, sus veintimuchos centímetros temblaban deseando entrar donde yo sabía, y yo quería esa polla para mí.

Comencé a temblar de emoción al saber que en unos momentos la iba a tener en mi interior. Me entretuve unos minutos lamiendo sus piernas mientras él accedía con sus manos a mi culo. Los gruesos vellos de sus pantorrillas me gustaban por su dureza tan tierna.

Movía goloso mi culo tragando sus dedos, al principio me causó un ligero dolor pero ahora jugaba con ellos, los cerraba dentro de mi recto formando una especie de gancho y tirando desde dentro de mí, los espasmos de placer me sacudían.

Volvía a su verga y traté de meterla toda, al principio no entró, hice hueco en mi garganta y la tenía toda dentro. Con una mano retiró mi boca de su polla.

-Déjala descansar o me corro.  –lo decía riendo mientras su otra mano no dejaba de jugar con mi culo queriendo meter su mano formando un cono con sus dedos, pero eso era imposible aunque conseguía dilatarme de lo lindo.

De repente sacó su mano, se colocó arrodillado y me empujó para que me pusiera de espaldas sobre la cama, se colocó entre mis piernas y de un golpe metió mi virilidad hasta el fondo de su garganta, tiene una boca prodigiosa donde le entra toda  y disfruta de ella.

Escupió en su mano y lo repartió por su glande, yo le miraba a la cara, lo rojo que estaba e hilos de baba colgaban de su labio inferior.

-Es el momento de follarte, no guanto más.  – tiró de mis piernas para acercarme a él y me las abrió, mi ano palpitaba de excitación muy abierto, deseoso de ser ocupado por su verga, la apoyó en la entrada y empujó. Mis manos arañaban la sábana y tiraba con fuerza de ella, me miraba para conocer lo que iba sintiendo, no paraba de entrar y solo se detenía para hacer movimientos con sus caderas para abrirme más y volvía a empujar. Sentía un ligero dolor pero está muy dilatado y excitado también, casi no notaba el dolor.

Cuando pasó la parte más gruesa se detuvo un momento para mirarme triunfador, con una sonrisa de victoria que me hizo gracia y sin dejar de mirarme empujó para meter con suma facilidad el resto, hasta golpear con fuerza con sus testículos en la entrada de mi ano.

Emití un suspiro de satisfacción al notarme tan plenamente lleno de su virilidad, se inclinó hasta rozar mis labios con los suyos y susurró.

-¿Quién es tu macho?  -sonreía alegre y yo sabía que quería jugar.

-Tú, tú eres mi macho, mi hombre y te quiero, estoy lleno, estate quieto un momento para que me haga a ti, estoy muy tirante por dentro.  –no quise decirle que me estaba produciendo dolor, moví mis caderas hasta que el dolor cedió, de alguna forma su polla había encontrado su camino y había rebasado el obstáculo que la impedía avanzar.

Ahora estaba en la gloria sin nada que me oprimiera hasta el punto de dolerme, solo quedaba el placer, la satisfacción de sentir su hombría palpitando en mi recto y las caricias de su vello en la entrada de mi ano.

Comenzó a realizar el clásico movimiento, meneando sus caderas a un lado y otro algunas veces, otras se paraba y aprovechaba para llevar mis manos hasta sus nalgas y acariciarlas metiendo mis dedos en su raja y tirando de su culo hacia mí.

Dejó los miramientos a un lado y metía ya con violencia su verga al final, con ruidos de sus huevos al golpear sobre mi perineo y la humedad, que brotaba de mí al resbalar su verga por mi recto. Era delicioso y tuve un estremecimiento de placer, tocaba a veces puntos de mi interior muy sensibles que me encendían y tenía que emitir pequeños grititos, no muy varoniles por cierto, y suspirar satisfecho.

Quería que me entrara más ahora que había pasado la barrera y tiraba de sus caderas hacía mi para que me penetrara más, y de repente me contraje y eleve mi culo de la cama para correrme, con la boca abierta de la impresión tan terrible que no me permitía respirar, las contracciones se repetían como si tuviera múltiples orgasmos, los más fuertes con las primeras eyaculaciones y después como si fueran repeticiones más suaves pero no menos placenteras, mientras él se iba también llenándome hasta colmarme.

-Nico, me has matado.  –mis manos acariciaban su espalda sudada y sujetaban su cabeza.

-Eres un tigre, un día me va a dar algo, es delicioso como me lo haces.  –comienza a reír y su polla va saliendo de mi y no quiero que eso suceda.

-Me gusta estar en tu interior, dentro de ti, no quiero que me dejes nuca.

Y comenzó a besarme de nuevo pero metiendo su lengua hasta mi garganta, me encantaba ver su cara de placer y entonces le atraía hacía mi para que me  volviera a besar y ocuparse de mi boca.

Me encantaba mi papel de pasivo y sentirme usado e instrumento de placer de un hombre como él, merecía la pena  todos los dolores pasados que ahora ya eran mínimos. Y me sentía terriblemente satisfecho al sentirme dominado en ese momento concreto, donde le servía como a mi amante tan macho y viril.

Corremos por la habitación desnudos y salimos al pasillo para darnos una rápida ducha, estamos muy sucios y luego nos quedamos en la cama, en silencio un momento mientras acaricio su pecho.

-Envié un correo a Al y Gonzalo.   –dejo de hablar pero él no dice nada.

-Les he dicho que deseo estar con ellos y verles antes de volver a España. Tenemos poco tiempo y he quedado para cenar el viernes con ellos.  – Nico continúa sin hablar.

-¿No quieres que vayamos a estar con ellos?, creía que estabas de acuerdo cuando te lo pregunté.  –desde luego si él no está conforme anularé la cita.

-Simplemente te estoy escuchando, continúa.  –su voz suena amable y muy tranquila.

-Están con ellos María, la hermana de Ál y Raúl su novio, me han pedido que nos quedemos esa noche en su casa.

-¿No será mucha molestia la que les vamos a causar?  -me abrazo a él, le noto un poco lejano, como pensando en varias cosas a la vez.

-Cuando me lo propusieron  me negué Nicolás, pero no hubo forma, Ál se puso muy terco y llevo tantas veces rechazando sus invitaciones, me pareció un desaire volverlo a rechazar, si tú no quieres, reservo una habitación en un hotel cercano a su casa, les pondré una disculpa creíble, o les digo que tú no puede estar y voy yo solo.

-Que no, has hecho bien en aceptar, vamos a estar con ellos, son tus amigos y te quieren, tú les adoras, no hay nada de malo, lo decía solamente por no molestar.  –beso la comisura de su boca.

-Gracias Nico, el sábado recogeremos a tu hermano, si quieres os puedo acompañar a Bristol y el domingo vuelvo a mi casa, si prefieres estar a solas con Jaime me puedo quedar en Londres o volver a Leeds.  –se queda mirándome.

-Si no te importa estar conmigo y con mi hermano el sábado recogeremos a Jaime e iremos los tres a Bristol, quiero que Jaime te conozca, no solamente por lo que le digo o le comento sobre ti, quiero que vea cómo eres, que te quiera. Ahora déjame que te bese y no me obligues a hablar.

Su mano se introduce debajo de la tela de mi chaqueta, acaricia mi abdomen pasando con suavidad la punta de sus dedos por mis escasos abdominales y me hace suspirar. Se inclina hacia mí, comienza a bailar con sus labios por mi rostro, los hace resbalar con suavidad hasta llegar a mi boca que está abierta, respirando con fatiga, ansiosa de recibir la invasión de la suya. Emite saliva con burbujas que traslada de su lengua a mis labios, y los cubre con su saliva, y los aprisiona con los suyos, y me hundo en la locura de sensaciones que me nublan los sentidos.

 

Finalizo con mi boca llena de su semen y lo comparto con él, pasándolo de una boca a la otra, jugando con nuestras lenguas a arrebatarnos  la suavidad de su simiente que inunda nuestro paladar de su sabor a metálico. Me vuelvo loco su esperma.

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