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La última vez con Diego

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Un pequeño rayo de luz se coló por la ventana del hotel despertándome de un sueño pesado. Había dormido como un bebe después del rato tan placentero que había pasado la noche anterior con Diego, mi amante. Aún sonaban en mi cabeza sus palabras del día anterior: "Mañana quiero pasar toda la noche contigo, pero quiero que tu me lo pidas". Pensando en eso mi cara se contrajo en un gesto de preocupación... ¿Qué pretendía Diego con eso?, yo no tenía ningún problema en buscarlo en la noche, si sabía que me esperaba con ansias; no ha sido mi estilo el buscar a un hombre que no es mi esposo y menos si es para pasar la noche con el, pero ya roto un plato... que mas daba romper el resto de la vajilla... y mas si era con Diego que me atraía muchísimo, sus labios seductores, sus ojos penetrantes, su voz varonil que me hacia estremecer, velludo de pies a cabeza como un osito... como a mi me gustaba.

Ya eran las 7 a.m., debía apurarme para estar a las 8 en la alcaldía donde Diego trabajaba. Quería terminar ese día el trabajo que habíamos empezado el día anterior puesto que al día siguiente debía irme temprano a otro municipio al cual hacía también interventoría. Allí debía encontrarme con un socio de la empresa llamado Julio, quien a su vez tenía una cita con un contratista de la zona.

Me coloqué una sudadera y tenis para salir a recorrer en campero las obras construidas por varias veredas aledañas. Tomé la cámara fotográfica y los formatos que debía llenar. Me encontré con Diego pasando un poco de las 8 en la alcaldía y después de ultimar detalles salimos en compañía del chofer y de un topógrafo de la alcaldía a hacer los recorridos. Algo enojada porque insistieron en dejarme en el puesto de adelante junto al chofer, partimos. Lógicamente quería irme atrás con Diego pero tanto él como el topógrafo prácticamente me hicieron desistir. No quise insistir mucho porque sonaría sospechoso. El camino antes de llegar a las obras era una trocha, angosto y sin pavimentar. Se me hizo aun mas largo porque Diego y su amigo en la parte de atrás no hicieron otra cosa que hablar de las mujeres del pueblo todo el camino, lógicamente yo hervía de rabia, no era lo que esperaba de ese día, que Diego se fuera olvidando de lo de esa noche, ni loca lo buscaría después de que no me había dedicado ni una mirada en toda la mañana .

El tiempo que estuvimos allá y el camino de regreso fue igual, así como el recorrido de la tarde... ni siquiera me invitó a almorzar ni dio pie para que yo lo hiciera, como si la noche anterior no hubiera pasado nada, como si no hubiera sido la tercera vez que hacíamos el amor con locura.

Después de llegar al pueblo nuevamente por la tarde, casi sin despedirme me dirigí al hotel; estaba exhausta, tenía el cuerpo molido de tanto dar brincos en ese campero. A muchos mi trabajo les parecía unas vacaciones permanentes por mis continuos viajes, pero no se imaginaban que no todo era placer, también debía trabajar a raticos para ganarme el pan.

Esa noche no hacía otra cosa que mirar el teléfono con impaciencia. Sabía que el no me iba a llamar, lo sentía. Comprendía un poco su comportamiento durante el día pero no lo compartía. Finalmente me decidí y lo llamé. Contestó uno de sus hermanos que me dijo que acababa de irse a jugar fútbol. Me sentí peor aún pues sabía que demoraría un buen rato y que a lo mejor estuvo esperando mi llamada antes de irse. Un par de horas mas tarde llamé de nuevo; aún la noche era joven y podríamos aprovecharla. Me contestó el y yo sentí que el corazón me dio un vuelco, su táctica cualquiera que fuese estaba dando resultado, me tenía exitada.

Marcela: Hola Diego, te llamé hace un par de horas y tu hermano me dijo que habías salido.

Diego: Si, fui a jugar un rato con los muchachos, ya sabes, el fútbol me apasiona.

Marcela: Estas muy cansado o quieres que nos veamos un rato.

Diego: Imagínate que me lesioné la rodilla y no puedo ni pararme, lo podemos dejar para mañana?

Marcela: Si.... no te preocupes, cuídate y que te mejores... chao.

Diego: Chao.

Si antes estaba enojada ahora estaba enfurecida. Que excusa tan ridícula había inventado, tenía ganas de irme a su casa y revisar esa rodilla personalmente pero no quería pasar por una vieja histérica sabiendo que entre el y yo no existía ningún tipo de compromiso.

O sería que estaba esperando que yo le dijera lo que el me había pedido? No lo sabía, no era adivina para saber que pasaba por su mente en esos momentos, por qué se comportaba así... además el sabía que yo me iba al otro día y que pasaría varios días antes de volvernos a ver.

Decidí no pensar mas en el por esa noche, empacar para irme temprano en la mañana y acostarme a dormir.

Dormí poco y mal, ni ganas tuve de masturbarme aunque mi cuerpo me lo pedía. Me levanté antes de las 7 y me fui al municipio de San Pablo que quedaba cerca de donde estaba, a unos 75 minutos por tierra. A las 8 tenía una cita con el alcalde de esa localidad.

Me instalé en el hotel y me fui para la alcaldía. Al entrar me fijé de reojo que una persona me observaba insistentemente. Voltee a mirar y era otro de los hermanos de Diego, el cual vivía en San Pablo y tenía una especie de tienda ganadera. Lo saludé brevemente y seguí mi camino.

Al medio día llamé a mi colega que venía en camino desde Bogotá. Le di todas las indicaciones del hotel en el cual me hospedaba pues era la primera vez que visitaba San Pablo. Me dijo sin embargo que era casi seguro que no llegaba pues el carro le estaba fallando y a lo mejor pasaba la noche en un municipio intermedio pues poco le gusta manejar de noche.

Al final de la tarde me fui a un pequeño bar a tomar un par de cocteles con mi actual mejor amigo, Moncho, el cual me acompañaba de vez en cuando en mis viajes y pensaba quedarse en el hotel conmigo a pasar la noche en la misma habitación para que no me sintiera tan sola y para compartir gastos. El es 100% gay declarado así que con el no había ninguna posibilidad que pasara nada. No vive en San Pablo pero por cuestiones de trabajo viaja mucho igual que yo y ese día la buena suerte hizo que nos encontráramos. Con el me siento muy bien, como si estuviera con una buena amiga porque hablamos de todas las cosas que hablan dos mujeres, principalmente de hombres.

Las ocupaciones del día habían logrado que apartara a Diego de mi mente y me distrajera un poco aquella tarde. Nos encontrábamos con Moncho en el segundo piso de aquel bar, sentados en un balcón con vista a la calle, viendo la gente pasar, criticando a todo el mundo y riéndonos como locos, hasta coqueteando con el pobre barman que nos miraba algo asustado.

Era viernes, así que decidimos con Moncho ir a bailar y a emborracharnos. Me fui incluso al salón de belleza a que cambiaran el color de mi pelo aunque al fin me decidí por unas cuantas iluminaciones doradas. No pensaba dejarme amargar por nada ni nadie, estaba decidida a pasarla bien como todas las veces que me encontraba con mi amigo del alma. Que bueno era tener por mejor amigo a un hombre gay, para que no terminara enredándome con el como en años anteriores me había ocurrido con mi entonces mejor amigo Pepe...

Después de salir del salón de belleza donde tanto Moncho como yo nos hicimos también un manicure, fuimos al hotel a cambiarnos. Me vestí especialmente sexy esa noche, con una faldita de jean muy ajustada y un top blanco, el cual me quedaba muy bien por lo bronceada que andaba por esos días y con el que por supuesto dejaba ver el sexy tatuaje de mi espalda y el piercing de mi ombligo en forma de flor. Tanto Moncho como yo queríamos levantarnos un par de hombres aquella noche para olvidar las penas (el también estaba algo despechado por causa de su novio).

Marcela y Moncho: (cantando a coro) Que yo quiero un hombre, que yo quiero un hombre...

Aún era temprano para ir a bailar así que decidimos comenzar la noche en el mismo bar de antes con unas cuantas cervezas. En esas estábamos cuando sonó mi móvil; era Diego.

Diego: Hola Marcela donde andas.

Marcela: Hola Diego, que milagro, estoy en San Pablo con mi amigo Moncho.

Diego: En que parte exactamente, yo también estoy en San Pablo, vine a encontrarme con mi hermano hoy para pasar el fin de semana, dime donde estas y te caigo en una media hora.

Moncho: (hablando en voz baja) Dígale que no, mándelo al carajo.

Marcela: Estamos en el bar la terraza.

Diego: Listo allá nos vemos antes de media hora.

Y diciendo esto colgamos.

Moncho: Usted si definitivamente tiene voluntad de puta no?

Marcela: Gracias Monchito yo también te quiero. Es que... no se que tiene ese tipo que no le puedo decir que no. Pero no se preocupe antes aprovechemos y salimos con el y los amigos, quien quita que le presenten un buen prospecto...

Moncho: Pues si pero al menos debió ser un poquitico mas difícil y mas después del cuento tan chimbo ese de la lesión de la rodilla, pero bueno, usted sabe lo que hace.

Unos veinte minutos después llegó Diego. Se sentó a mi lado y pidió una cerveza.

Diego: Hola Mocho,.... mi doctora Marcela, esta usted lindísima hoy, se ve muy sexy.

Marcela: Gracias Diego. Pero que sorpresa tenerte hoy por aquí, no pensé que te vería tan pronto. Y como sigue tu rodilla?

Diego: No fue nada del otro mundo ya estoy mucho mejor.

Moncho: (en tono irónico) Y le pegaron muy duro? Muestre a ver?

Marcela: Ya Monchito, no es para tanto. Mas bien Diego dime donde esta tu hermano, ya no va a salir hoy?

Diego: Si quedamos de vernos mas tarde en el bar de uno de sus amigos, claro está si quieren ir...

Como no iba a querer si ese bar era de lo mas acogedor... y oscurito... como para coger a Diego contra un rincón y violarlo jejeje.

Tomamos un par de cervezas mas y a eso de las 8 nos fuimos a donde Diego había quedado de verse con su hermano y unos amigos. Moncho hizo amistad enseguida con el discjockey por su conocimiento de música y mezclas y se instaló con el en su cubículo a "acompañarlo". Yo por mi parte me senté en una mesa con Diego, su hermano y unos amigos y amigas de este. Éramos un grupo como de 10 personas en total. Tomamos y charlamos un rato mas mientras hacíamos las respectivas presentaciones y luego Diego me llevó a la pista de baile.

Me fascina bailar con el porque aparte que lo hace muy bien me gusta como me toma y aprieta contra su cuerpo, cantándome al oído la canción que esté sonando. Poco a poco note como su fusil se iba poniendo mas y mas tieso y a cada paso se frotaba contra mi pierna. Me acerqué al lóbulo de su oreja y lo besé succionándolo, provocando que de su boca saliera un pequeño gemido. Después de esa canción nos sentamos. Estábamos solos en la mesa mirando a las demás parejas bailar, momento que aprovechamos para besarnos y acariciarnos levemente, sin dar un espectáculo. Lo que menos quería era coger a Diego contra un rincón y violarlo como había pensado hace un momento. Me exitaba que nos pudieran ver pero prefería la intimidad, el estar completamente solos para dar rienda suelta a nuestra pasión e imaginación. Así que continuamos bailando, besándonos y bebiendo como hasta las 11 de la noche, momento en que con Moncho decidimos irnos al hotel.

No había planeado que la noche acabara tan pronto pero quería pasar la noche con Diego sin proponérselo pues yo no quería facilitarle las cosas para nada, quería hacerme un poco la difícil como me había sugerido Mocho. El hecho de que estuviera Moncho conmigo lo cohibía un poco de decirme lo que ambos queríamos escuchar. Diego me dijo que también estaba algo cansado y decidió alquilar una habitación en el mismo hotel donde Moncho y yo nos hospedábamos puesto que en casa de su hermano no había espacio por la llegada de sus numerosos amigos.

Se registró y le correspondió la habitación 301. Moncho y yo estábamos en la 201, justo debajo. Diego nos acompañó hasta la habitación y me dijo:

Diego: Doctora, quiero que me acompañe a mi habitación para entregarle los proyectos que había quedado de entregarle.

Todo eso era completamente incoherente, hasta Moncho se había dado cuenta que Diego quería que yo subiera a su habitación pero para entregarme una buena porción de verga y unas cuantas cucharadas de semen.

Marcela: Y por que no los bajas tu? O mejor aún me los entregas mañana.

Diego: La espero ya en mi habitación.

El tono en el cual enfatizó cada palabra no me dio lugar a dudas pero no me gustó ni poquito y menos aún cuando dos segundos después estaba llamando a mi móvil.

Diego: Ya estoy entrando a mi habitación. Te espero.

Yo pensaba subir pero no enseguida. Quería hacerlo esperar aún mas a pesar que sabía que llevaba por lo menos un par de horas con la verga tiesa y desesperado por meterla en mi chochito. Me bañé y me puse una pijama pequeña de una pieza, de algodón blanco y sin ropa interior. Subí descalza y con cuidado que nadie me viera. Golpee en la habitación de Diego con cuidado y el me abrió de inmediato como si estuviera al lado de la puerta. Sin demora me haló hacía adentro devorándome con la mirada. Apenas si cerró la puerta y me pegó contra la pared besándome enseguida. El aún estaba vestido pues no sabía con que atuendo iba yo a subir. Nunca se imaginó que yo subiera ataviada con tan pequeña e insinuante prenda, con la cual respondía a todas las preguntas que el pudiera tener con respecto a si lo deseaba.

Sin demora metió sus manos bajo la minúscula pijama casi transparente notando enseguida que no llevaba tanga. Apretó mis nalgas empujando mi cadera hacia su cuerpo que temblaba de emoción. Yo aproveché para desapuntar su camisa con la rapidez que me daban las ganas de sentir de inmediato su piel contra la mía. Desabroché el pantalón y lo bajé liberando su rica verga curva que tanto me gustaba y tan buenos momentos me había hecho pasar. Esta por su puesto estaba en su máxima expresión, desafiante y dura. La frotó contra mi sexo repetidamente haciéndome soltar unos pequeños gemidos de placer. Acabó de quitarse los pantalones mientras bajaba las tirantas de la batola que me cubría, dejando ver mis tetas y pezones completamente tiesos, mirando hacia el. Mi respiración se tornó entrecortada cuando el se agachó un poco y tomo entre sus labios uno de sus pezones succionándolo con fuerza y tomando ambas tetas con sus manos estrujándolas.

Marcela: Así mi amor, sigue así. Mas duro, así me gusta ahhh...

De las tetas pasó luego por el cuello hasta llegar de nuevo a mi boca. Tomó mi cara entre sus manos observándola un momento y me besó con ternura. Poco a poco sus besos fueron aumentando de velocidad, hurgando con su lengua en mi garganta y mordiéndonos los labios mutuamente. Me quitó la pijama por completo y me levantó sosteniéndome contra la pared me penetró por fin y de nuestras bocas salió un gemido un poco mas fuerte que los anteriores. Estuvimos un rato en esa posición hasta que me llevó a la cama sin sacar su verga de mis entrañas. Me acostó colocándose luego el sobre mi embistiéndome una y otra vez, arremetiendo contra mi; yo mientras tanto rodeaba su cuerpo completamente con mis piernas, apretándolo aún mas contra mi, sin dejar de besarlo y de acariciar su espalda, su cabello, su trasero y piernas.

Cambiamos de posición haciendo la del estilo perrito para así penetrarme por el culo mas fácilmente. La entrada de mi culo y su verga estaban completamente lubricados por mi abundante flujo así que entró sin problema. Sin embargo lo hizo con sumo cuidado, pues era la segunda vez que me penetraba por ahí y el agujero era bastante estrecho, casi virgen. Unos minutos mas tarde se vino dentro de mi llenándome por completo. Luego, sin darme tiempo a reaccionar metió tres dedos en mi aún dilatado coño mientras con el pulgar masajeaba mi clítoris. Continuó esta maniobra un rato mas hasta que me vine en sucesivos orgasmos que estuvieron a punto de hacerme gritar. Cansados nos acostamos uno al lado del otro desnudos y sudorosos.

Me quedé medio dormida hasta que el me dijo:

Diego: Me pareció escuchar la voz de Julio, tu socio, pronunciando mi nombre.

Marcela: Estas paranoico Diego, como va a ser Julio a estas horas por acá.

Las sospechas de Diego se vieron confirmadas cuando minutos después golpearon la puerta y escuché la voz de Moncho diciendo que saliera.

Me vestí como pude, si es que se le puede llamar vestirse a colocarse encima ese pedacito de pijama. Abrí la puerta un poco y Moncho apenas alcanzó a decirme que Julio había llegado y me estaba buscando. Diego alcanzó a entregarme un par de carpetas antes que Julio apareciera en el umbral de la puerta provocándome un susto de muerte puesto que no solo era socio en la empresa junto con mi esposo sino que era el mejor amigo de este. La situación era para morirse. Como pude cerré la puerta tras de mi, de una habitación que permanecía en silencio y a oscuras. Saludé a Julio sin mucha emoción y para colmó me indicó que caminara delante de ellos. Me imagino la vista que habrá tenido Julio de mi desde donde estaba, despeinada, descalza y sudorosa y lo que era peor, se notaba que no llevaba ropa interior debajo, pues por delante mis pezones se notaban y por detrás la delgada tela trataba de meterse entre mis nalgas.

Nada que hacer, me habían pillado y de la manera mas estúpida que podía haber. Rogaba que no hubiera ninguna mancha de flujo delatora en mi pijama, habría sido el colmo.

Marcela: Estaba en la habitación de Diego revisando estos proyectos que trajo. Me los entregó aprovechando que yo voy para Bogotá en un par de días.

Julio: Y Diego cuando llegó?

Marcela: Esta tarde, precisamente le estaba comentando que tu llegabas en cualquier momento.

Julio nos acompañó a Moncho y a mi hasta nuestra habitación me imagino que para asegurarse que al menos me había dañado el rato con Diego y que pasaría la noche en mi cama. Por poco y me acompaña hasta la cama misma y me arropa pues faltó poco para que también entrara en la habitación, me imagino que para inspeccionar que nada mas estuviera fuera de su puesto. Por fin se marchó a su habitación que quedaba justamente al lado de la de Diego. Cuando por fin estuvimos Moncho y yo solos di rienda suelta a mi angustia.

Marcela: La cagué Monchito, me pillaron. A que mala hora le dio por aparecer a ese tipo. Estaba segura que no vendría por lo menos hasta mañana.

Moncho: Espere le cuento todo. Imagínese que yo estaba tranquilo en la cama viendo tele cuando llamaron de recepción y me dijeron que había llegado Julio. No lo conocía pero recuerdo todo lo que usted me ha contado de el y de lo mal que se llevan así que cuando me dijeron que se iba a instalar en la habitación 302 supe que era al lado de donde ustedes estaban y que seguro al pasar algo escucharía, un gemido o algo así.

Llamé a la recepción y pedí que me comunicaran con el cuarto de Diego con tan mala suerte que no me pudieron comunicar, no se si ustedes desconectaron el teléfono a propósito o si fue un accidente. El caso es que estaba ahí tratando cuando llamaron de nuevo de la recepción diciendo que Julio esperaba a la ingeniera Marcela en la sala de estar del segundo piso. Yo que iba a hacer? Tuve que salir yo así como estaba, vestido únicamente con la pantaloneta, desnudo de la cintura para arriba. Por supuesto el tipo, sin saber que yo era gay me miró de arriba a abajo imaginándose una de dos: o que tu estabas pasando la noche conmigo o que a ti te había salido barba y bigote y te habías hecho la operación de cambio de sexo.

Sin saludarme siquiera me preguntó por ti y de bruto lo único que se me ocurrió fue decirle que estabas en la habitación con Diego revisando unos proyectos y que ya te iba a buscar. No imaginé que me siguiera hasta el tercer piso, lo demás ya lo sabes porque fue cuando te encontramos con cara mitad satisfacción mitad susto.

Marcela: Y desde la puerta se alcanzó a ver a Diego desnudo? Tu lo viste?

Moncho: No, yo no lo vi pero no había necesidad de ser mago para saber lo que pasó allá adentro, un viernes a media noche, usted en esa facha en una habitación a oscuras y con un tipo que todo el mundo sabe siempre ha estado detrás de usted.

Marcela: Gracias por la moral, pero ya que se puede hacer, soy una imbécil, ojalá a este tipo no le de por abrir la boca y contarle a mi esposo. De todos modos voy a negarlo hasta morir, será mi palabra contra la de el si le da por abrir la boca.

Moncho: Después fue que se me ocurrieron diez mi excusas pero con el susto mi mente quedo en blanco. Perdóneme amiga.

Marcela: No seas bobito, la culpa es solo mía por no tomar precauciones, por dejarme llevar por las ganas de follar con Diego. Lastima que nos halla interrumpido, la estábamos pasando muy bien.

Minutos después llamó Diego a mi móvil para averiguar como había terminado todo. Yo le conté que no nos había ido muy bien y que lo mas seguro era que no nos volviéramos a ver pero que lo mejor era que al día siguiente saliéramos a desayunar los cuatro y así actuar como si nada hubiera pasado y tantear el terreno.

Así fue. Al otro día salimos los cuatro, invitamos a Julio a desayunar como si nada hubiera pasado aunque el ambiente se podía cortar con un cuchillo de lo tenso que estaba. De eso ha pasado un año. Lo recuerdo bien porque fue unos días antes de mi cumpleaños número 25. Julio nunca le contó nada a mi esposo o si se lo dijo este no le creyó, el caso es que a los pocos meses del suceso Julio nos cedió sus acciones de la empresa quedando mi esposo y yo como únicos socios en partes iguales. De Julio no he vuelto a saber nada afortunadamente ya que nunca me cayó bien.

Lo que mas me duele de todo esto es que no he vuelto a ver a Diego, solo nos hemos hablado por teléfono unas cuantas veces y no me atrevo a volver a encontrarme con el por miedo a que esta vez mi esposo si se entere. Por lo tanto llevo un año de completa fidelidad aunque con mi mente he sido infiel muchas veces durante este tiempo.

No me considero infiel por naturaleza, solo creo que las circunstancias y el hecho de encontrarme con la persona adecuada en el momento adecuado me llevaron a serlo. Ayer fue Diego, mañana a lo mejor vuelva a caer.

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