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Historia en capítulos 09 Preparando la vuelta

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Magnífica mañana de domingo aquella y apasionadamente divertida, Amadeo y el nieto del panadero podían estar muy tranquilos, de nuestra boca no iba a salir el más mínimo comentario con terceros, entre nosotros sí porque sería tema de conversación y a veces de regocijadas risas por lo cómico del desenlace.

La alegría de la simplicidad había vuelto, mi cuerpo curaba a gran velocidad y hacía ya dos días que la tía me había hecho poner como un perrito encima de la cama desnudo, revisando mi culo, dando por última vez la pomada que me aplicaba varias veces al día y con un azote cariñoso.

-Venga, esto ya está, ya tienes el culito nuevo. –mientras reía, pícara.

Siempre me había llevado bien con Amadeo, sin muchas confianzas, pero desde aquel día, estoy seguro me consideraba de otra forma y me hablaba de que no tenía que preocuparme, que él me iba a introducir con sus amigos y en el Club si quería, que me enseñaría los lugares de reunión de la chavalería.

En esos momentos veía a Alonso comportarse como si fuera un perrito al que, con una patada, se le hubiera apartado y había que solucionarlo integrándolo a la conversación con unas palmaditas cariñosas en su ancha espalda, Alonso vivía en otra ciudad, no muy distante pero para nosotros como si hubiera vivido en Roma, era una pena, me hubiera gustado tenerlo cerca y estoy seguro de que a Carlos, Sergio y Raúl les hubiera gustado el chaval.

Pude preguntarle a Antonio el porqué Yira casi no salía de su box y me dio una alegría, dentro de unos meses iba a ser mamá, bueno eso se esperaba, papá había pedido al picadero cercano que un macho la cubriera y fecundara y estaba en periodo de observación, también me explico Antonio los propósitos de papá, quería llevar las yeguas para que las cuidaran en el picadero y utilizar el lugar para comprar una vaca lechera, joder que éramos raros en mi casa, una vaca lechera…, la cosa iba de risa, a la abuela se le había encaprichado que quería leche natural y papá pues, ¡ale¡, de locos, sí.

Una tarde que no fuimos al pueblo, Alonso y yo subíamos por el borde del río hacia el molino, a veces jugando y saltando sobre las piedras del fondo del río que empezaban a aparecer al disminuir el caudal, y otras veces haciendo equilibrios sobre un murete que papá había mandado construir para desviar el agua del río cuando se desbordaba en épocas lluviosas y no llegara a la casa. Una vez se inundó el garaje, la bodega, toda la parte baja, fue una crecida inesperada de verano.

Llegamos al abrigo de los muros de la casona de los abuelos, a la sombra que proyectaba sobre el verde adyacente nos tumbamos, cansados de tanto salto y juego, en el camino nuestras camisas habían perdido la sujeción de la cintura y flotaban libres al aire, Alonso había desabrochado algunos botones de la suya y curioso yo observaba el pronunciado volumen de sus pectorales recostado sobre mis codos, cuando se dio cuenta de que lo estaba mirando se sentó y empezó a abotonarla.

-¿Por qué haces eso Alonso?

-¿El qué?

-Te estaba mirando el pecho y te has abrochado la camisa echando leches.

-Ya sabes tú porque.

-No…, yo no lo sé pero tú puedes decírmelo, si quieres.

-Tú ya sabes cómo os reís de mis tetillas, joder.

-Yo nunca me he reído de tus tetillas que, además no son para tanto tío.

-Vale pero tú sabes cómo se ríen y lo has visto en muchas ocasiones.

-No saben ver…, Alonso, a mi…, bueno…, yo diría que son hasta bonitas, no como las de las chicas pero…, bonitas.

-¿Cómo…, que a ti te parecen bonitas?. -joder se ha puesto rojo…, rojo y baja su cabeza-.

Nos tumbamos mirando al cielo muy azul con nubes blancas que pasan formando figuras caprichosas sin parar y así estamos un ratito.

-Álvaro…, oye. -y se calla-

-Sí…, dime que ya oigo, si hablas, claro está.

-Bueno…, verás, lo del otro día, tú…, tú, crees que estuvo bien.

Sabía sobre lo que él quería que le respondiera pero deseaba que fuera más conciso y le piqué.

-No…, indudablemente teníamos que habernos marchado y dejarles tranquilos.

-Quiero decir que…, no es eso…, que si a ti te parece bien lo que estaban haciendo.

-Eso te lo puedes contestar tu mismo, ¿tú qué opinas?

-Yo ya sé lo que opino, quiero saber lo que piensas tú, jolín, no es tan difícil.

-Te contesto si tú me haces un favor.

-Vale, ¿de qué se trata?

Lo miro sonriéndole pícaro, muy, muy pícaro.

-¡Enséñame tus tetitas!

Jolín, se pone serio y además cruza sus brazos por encima de su pecho y yo juguetón me tiro encima de él intentando lo imposible, retirar sus brazos, como no lo consigo le hago cosquillas metiendo los dedos por sus sobaquillos y para defenderse, ya riendo abiertamente, me abraza para que pare.

Me tiene abrazado muy fuerte contra su pecho, nuestras caras muy cerca, su aliento golpea en mi boca y el mío en la suya, me mira cohibido como él es pero no me suelta, aparto un poco mi cabeza.

-Mi respuesta, ¿tu viste que estuvieran haciendo algo malo a alguien, tu viste que no estuvieran a gusto entre ellos, tu les viste llorar o que alguno hiciera daño al otro, dime tu viste algo de eso?

-No.., no, parecía que estaban muy…, muy bien.

-Pues ahora ya conoces mi parecer, ¿verdad?

No hay respuesta, tampoco la necesito, se cual es, sigue apretando mi cuerpo contra el suyo muy fuerte, muy fuerte con sus robustos brazos, tengo la cabeza algo forzada y vuelvo a bajarla notando de nuevo su cálido aliento en mi cara y le miro a los ojos, joder Alonso que necesitado estás y…, yo…, yo también.

Le miro de nuevo y le sonrío con ternura.

-Alonso…, me vas a romper una costilla, estás un poco bruto hoy.

Afloja la fuerza de sus brazos sin soltarme, me mira quiere decirme algo, no puede, se atraganta y no le salen las palabras o yo no las entiendo.

-A mi me gustaría…, bueno me gustó lo de Amadeo y bueno, me gustó…, y…

-¿Y qué Alonso? -Le estoy haciendo sufrir pero quiero que deje de estar cohibido-

-Bueno, si a ti no te parece mal, pues que a mí me gustaría hacerlo también.

Joder lo que le ha costado, le miro con cariño y le sonrío pero soy malo, malo, malo a más no poder y…

-Bueno…, menos mal, pues para eso hay remedio, le vamos a decir al nieto del panadero que el próximo domingo reserve una hora para ti.

Al principio no entiende la broma y luego vuelve a abrazarme y ríe y yo también río y nos salpicamos de saliva el uno al otro.

-Oye Al…, tú ya has…,

-Sí…

-¿Pero con un chico, quiero decir si tú has hecho algo con un chico?

-Si… -Soy escueto-

-¿Y querrías conmigo…, quiero decir hacer algo conmigo, bueno hacerlo conmigo?

-Por el esfuerzo que estás haciendo te mereces un premio y sí, sí quiero hacer algo contigo sobre todo verte las tetillas tonto, que a mí me gustan, no te las vuelvas a esconder, pero hay una condición que para mí es muy importante.

-Dime, lo que sea yo estoy de acuerdo. -Me mira con ojos jubilosos-

-Vamos a hacer cosas, muchas cosas, pero solamente como dos amigos que están a gusto el uno con el otro y que se quieren como amigos y nada más, y que lo que hagamos no romperá nuestra amistad nunca y nos vamos a seguir queriendo como amigos, ¿estás de acuerdo?

-¿Hay otro verdad, otro chico…,  o chica?

-Sí…, bueno…, no lo sé, no lo sé, pero no quiero hacerte ningún daño y no deseo que pienses otra cosa, yo te quiero mucho, mucho como amigo, ¿vale? -Queda pensativo unos segundos-

-Vale, de acuerdo, somos amigos.

Le miro sonriendo y le acaricio la cara.

-¿Y tú te harás pajas, verdad, sabes lo que es eso?

-Joder Al…, pajas sí.

-Como nunca te he visto hacerte una, pero ya tenemos una etapa andada, ¿y…, oye tú has besado a alguien?

-A un chico no.

-¿A una chica?

-Tampoco.

-Entonces no has besado y te voy a enseñar, lo primero de todo, y tú vas a aprender haciéndome a mí lo que yo te haga a ti.

Sigo encima de él pero me resbalo a su lado y voy bajando poco a poco la cabeza, antes de desenfocar mis ojos de su rostro veo que tiene los ojos cerrados, mis labios hacen tope con los suyos, se me estremece, aparto mi boca y tiene su boca algo abierta, sus labios trémulos tiemblan y apoyo mi boca sobre la suya para detener su temblor.

Con mi lengua separo sus dientes para ir al encuentro de la suya, mezclamos nuestras salivas y voy explorando entre sus dientes, sus encías, el cielo de su boca y su dulce lengua, la intento absorber y la retira, bateo su lengua con la mía pero no la  deja suelta hasta que al fin voy consiguiendo que sea él el que tímidamente invada mi cavidad, me quedo quieto para que tome la iniciativa y experimente y repite lo que yo le he hecho, tiene una lengua tan suave y que se va volviendo tan curiosa buscando y hurgando en todas mis cavidades, un niñito tan grande y tan dulce, joder Alonso, cuando encuentres a alguien que te ame como tu mereces le vas a hacer felicísimo.

A veces paramos para recuperar el aliento pero no separo mis labios, quiero arrancar su aliento a veces tan tumultuoso, desabotono un par de botones de su camisa e introduzco mi mano que queda depositada en su pecho y poco a poco, reptando sobre su piel alcanzo una tetilla, tan suave, tan cálida, tan abundante que rápido se pone de punta, erguida como una setilla recién nacida por el calor el sol, voy retirando mi boca quiero explorar otros campos, él se resiste y sigue a mis labios en el camino de retirada hasta que el hilito de saliva que une los labios se rompe, yo también hubiera seguido, tan dulce y suave es esa cavidad.

Voy quitando los botones despacito, intercambiando una caricia a su pecho por botón quitado hasta que me ayuda a retirar su camisa, se sienta y antes de volverse a tumbar extiendo la camisa bajo su espalda, y me quedo contemplando su poderoso pecho, esas tetillas que tanto le preocupan, se ven abultadas y generosas solo cuando está de pie o sentado, para mí son preciosas y paso mis manos explorando con ellas su pecho, su abdomen y bajo vientre notando la fuerza y pujanza que bajo una ligera capa de grasa esconde, adivino que en poco tiempo todo ese entorno va a estar duro como la piedra cuando, como en un movimiento telúrico, emerja en toda su potencia.

Beso y lamo sus tetillas y siento sus turgentes aureolas, estas sí que tienen una cierta prominencia, se hunden al contacto de mi lengua y de mis labios y en su hundimiento arrastran los pequeños botones de sus pezones, no parece piel, semeja membrana muy fina y casi transparente, joder y dice que no le gustan, intento absorberlos aspirando de ellos y le noto temblar y voy besando su pecho y abdomen y llego a la cintura de su pantalón, quito el botón y bajo la cremallera para meter mi mano por la cintura de su slip, se lo que voy a encontrar pero, jolín, nunca la había visto así, le retiro los pantaloncitos y el slip que esta empapado de los líquidos que le salen por la boquita de la punta y sin quitarle el calzado se lo saco todo.

Tiene una verga muy bien proporcionado el grosor con la largura, la agarró con una mano y no llego a abarcar su grosor pero casi, y de longitud yo le daría unos 18 centímetros, sus huevos muy juntos y muy pegados a la base. Tiene abundante pelo castaño en la base y la bolsa de los testículos también está cubierta de vello castaño y ensortijado, tiene el glande cubierto por la piel en su parte inferior y poco a poco la voy bajando hasta dejárselo todo al descubierto, cada vez que realizo una acción con mi mano sus huevos se mueven como si tuvieran vida, bajo mi cabeza y aspiro su aroma, huele a divina carne juvenil, cojo con la punta de mis dedos las gotas de pre semen que le manan y lo extiendo entre la corona del glande y los pellejitos del frenillo, por la cabecita que ahora brilla.

Igual que llama la atención de los cuervos los cristales brillantes, a mi me hipnotiza el rojo brillo de la corona que reluce tanto que en los bordes tira al blanco.

No puedo resistir más y bajo la cabeza para besar su rubí y lamer la esencia que desprende, con mi lengua ensalivo la parte que cubría el prepucio. Rompo un momento la magia para levantar mi cabeza y ver a Alonso atento a lo que hago, anhelante porque le haga ya lo que él supone voy a hacer. Tiene su boca abierta y además del temblor algunas veces suspira.

-Alonso…, te voy a mamar la verga, no a comérmela. -me mira sorprendido, no se esperaba mi salida fuera de sentido.

Abro mis labios para que, en contacto con ellos, su capullo vaya resbalando dentro de mi boca, lo rodeo abrazándolo con mis labios y lo lamo, lo saco y paso mi lengua por todas sus rugosidades lamiendo sus flujos y poco a poco la voy metiendo más y más hasta dónde puedo, allí la dejo unos segundos sintiéndola latir.

Alonso mueve una pierna como si le dieran calambres, meto su polla y la saco y así hasta que me da la impresión de que se va a correr por la tensión de su bajo vientre y la abandono, no quiero que se corra aún, quiero que goce más, quiero si puede ser que alcance el cielo, o por lo menos, alcanzar una estrella y vuelvo a besar su bajo vientre y así subo hasta su boca de nuevo, el bueno de Alonso está como en trance, no hace movimiento alguno, no puede, solo se deja hacer mientras su pierna sigue temblando.

Cuando en mi camino de ida y vuelta llego a sus huevos quiero meter uno en mi boca, imposible, están tan pegados, tan juntos los aprieta la bolsa que, o meto los dos o me privo del placer, los lamo de arriba abajo y al fin logro meterlos en mi boca, es difícil moverlos porque son gordos y ocupan casi toda la cavidad, los saco y los muerdo suavemente, su verga da saltitos reclamando atención, se que está sufriendo por los espasmos que tiene sin poder llegar a su eclosión.

Me apena acabar pero Alonso lo necesita o le va a dar algo y me aplico a saborear ese sabroso regaliz, siento sus contracciones y como se tensa extraordinariamente elevando su culo del suelo, se va a correr y quiere retirarme pero no estoy dispuesto, quiero que lo disfrute a tope y absorbo su verga con fuerza y noto el chorro que avanza a lo largo de su conducto hasta desembocar en mi boca, ahora si la saco un poco para no ahogarme pero sigo chupando mientras sus espasmos hacen que su culo golpee el suelo repetidamente.

Tengo aún su verga en la boca bebiendo todo lo que sale, ahora ya poca cosa, hasta que sus convulsiones remiten y dejo con desgana que poco a poco vaya saliendo, joder tiene sus manos y uñas llenas de tierra y hierba arrancada en su frenesí.

Permanecemos tumbados en el verde mirando los caprichosos cambios de las nubes, y las dos águilas culebreras que sin parar buscan su alimento, y el azulísimo firmamento, va recuperando la compostura de su respiración, poco a poco da vuelta a su cuerpo para mirarme, giro la cabeza y veo en su mirada casi adoración, tengo la polla a mil encerrada en el bañador que llevo bajo los pantalones cortos, no sé si bajármelos y hacerme una paja pero no es necesario Alonso coloca delicadamente su manaza sobre mi bulto.

-¿Puedo?

-Joder que si puedes…  Puedes Alonso, claro que puedes -me va a hacer un favor de muerte.

Con mucho cuidado y de rodillas, como si tuviera miedo de romperme me baja el pantalón y el bañador, yo impaciente me quito la camisa sin esperarle, se queda absorto, mi verga no es como la suya pero no parece disgustarle y la sujeta, en su mano parece pequeña pero a él no parece importarle, me mira a la cara y me imita lamiendo mi pecho y mis tetillas, intenta hacerlo bien, y con la calentura que yo tengo, creo que lo hace a las mil maravillas porque consigue que de mi polla salga pre semen a chorros.

Tengo tantas ganas que me parece que va lento, claro como es su primera vez, está explorando por vez primera un cuerpo que no es el suyo y procuro sosegar mis ansias hasta que llega a mi polla, inspecciona todo como admirado, la lame y se lleva con su lengua todos mis flujos que degusta  y parece que le agradan porque espera que secrete la siguiente gota para lamerla con gula; pienso –venga Alonso, venga métete ya la polla, joder-, será cabrón ahora chupa mis huevos uno a uno, va a hacer que me corra sin que me la mame como dios manda, pero no, a pesar de mis temblores no me corro y Alonso se la come, joder se la mete entera, enterita en su boca hasta que su nariz hace tope con el vello de la base, ya sé que no es muy grande pero tampoco pequeña, y lo sabe hacer muy bien para ser su primera vez, la saca y la mete apretando fuertemente con sus labios produciéndome el delirio.

-Me voy a correr…, Alonso, me voy a correr.

Pero Alonso ha decidido demostrar que aprende rápido e imita a su maestro, no se retira de mi verga y en lo más profundo de su boca descargo toda mi tensión, con mis ojos cerrados, no quiero ver, no quiero oír, solo quiero sentir, centrarme en las sensaciones de mi verga en el calor de su boca, el pobre Alonso no está ducho en la materia y parte de mi leche se le escapa de la boca escurriendo por su barbilla, no sabe qué hacer y yo se lo resuelvo, me pongo de rodillas como está él, le acerco, sujeto su cara con mis manos y con la lengua voy barriendo y recogiendo los restos que le escurren, luego meto mi lengua en su boca, le gusta…, le gusta…, está chupando mi lengua.

Desnudos, tumbados en la alfombra verde, a la sombra del viejo muro, Alonso me mira, me analiza.

-Gracias Álvaro. -dice muy suave, casi susurrando las palabras-.

-Yo también lo he pasado bien, no tienes por qué dármelas.

-Bien…, bueno…, pero…, es igual no importa… Gracias.

Giro la cabeza para mirarlo, me enternezco al verlo con ese algo que tiene, tan noble, tan humano, tan grande él y…, tan frágil como se le ve.

-¿Te ha gustado Alonso, no me dices nada?

-Me ha parecido maravilloso Al, tú eres tan…, tan… -No lo dejo continuar-.

-Pues si te ha gustado y yo sigo gustándote, seguiremos aprendiendo, ahora a vestirse y vamos a casa a por unas bicis para llegarnos hasta el pueblo que no es plan de estar aquí toda la tarde.

Alonso es renuente a vestirse y lo hace lentamente.

-¿Qué…, antes escondiendo tus tetitas y ahora no las quieres tapar ehh? Mira como me pones.

Aún no he subido mi bañador y le señalo mi verga que está satisfactoriamente relajada. -Alonso ríe suavemente.

-Como eres Álvaro.

Minutos más tarde las águilas culebreras, aún observando el terreno buscando algo que llevar a sus retoños que esperan en el nido, pueden ver a dos muchachos haciendo el avión con sus brazos para guardar el equilibrio, saltando de piedra en piedra en el centro del cauce del rio queriendo correr más que las aguas.

Hemos acordado esa tarde que a la mañana siguiente la pasaremos en la piscina de Alonso, de vuelta a casa paramos un momento delante de la puerta de su jardín para despedirnos, está nervioso y no sabe iniciar un adiós, se lo que le sucede y lo que siente, le doy un rápido beso en los labios y raudo emprendo la huida, recorro los últimos metros con el viento azotándome la cara. -pobre Alonso, no sé si va a sufrir, pero al fin y al cabo esa es nuestra condición-.

A la mañana voy con María a la cita y hasta la hora de comer lo pasamos pipa, jugando en la piscina. La mamá de Alonso nos prepara algunas cosas para beber, todo va rápido. A la tarde Alonso se presenta en casa, se lo que quiere y  yo también lo quiero, nos despedimos y emprendemos nuestra excursión río arriba, cuando la alameda de chopos nos cubre Alonso me detiene con un abrazo y me besa empezando en la frente hasta llegar a mis labios, me abraza y me aprieta en un abrazo posesivo a la vez que recibo su lengua en mi boca, me tiene entre sus fuertes brazos como si fuera un muñeco sin poder moverme, con una mano toco su bulto que impaciente aprieta contra mi cuerpo.

-No vamos a llegar a nuestro destino, tú verás.

-No importa, aquí mismo estamos bien.

Me lleva al pie de un chopo, hay bastante maleza pero también un pequeño claro con hierba verde y jugosa, impaciente me desnuda y yo le desnudo a él, está con una excitación tremenda, tiene su bonita polla a su máximo volumen y algo roja de la tensión, antes de que me tienda en el suelo se la acaricio, transmite calor como si fuera un carbón encendido, se posiciona encima de mí como si me fuera a follar pero no, lo que quiere es contacto físico, se deja caer muy despacio hasta poner en contacto nuestros pechos, se sostiene sobre sus codos, acerca su cara a la mía.

-¿Me harías lo de Amadeo…?

-¿Quieres que te la meta…?

-Sí…, sí, por favor.

-Bien…, pues deja que salga de debajo de ti.

Se retira y resbala a mi costado, yo me giro hacia él y beso toda su cara, mil besos, cada milímetro un beso, cuando llego a su boca quiere atraparme pero escapo haciendo mi recorrido por su cuello y llego a sus tetillas para repetir el juego de ayer, hundirle la membrana de sus aureolas con mi lengua y cuando el botón de sus pezones emergen succionarlos con mis labios, levanto sus brazos para besar y empaparme del ligero perfume de sus sobacos y restregar mi nariz con sus vellos y así hasta llegar a su verga que se sacude espasmódica, no puedo entretenerme mucho con ella o hay riesgo cierto de que se corra.

Le pido que se ponga de rodillas sacando su culito, no sabe el motivo pero obedece y tengo ante mí un bonito culo redondo y perfecto, dos semiesferas blancas e inmaculadas y asomando en su encuentro una hilera de pelillos que le confiere misterio, acaricio primero con mis manos y luego con mis labios las nacaradas redondeces y meto mis dedos en el incipiente bosquecillo de pelos testando su suavidad, abro sus piernas un poco más para tener acceso a su culo y recogidos huevos que agarro, acaricio y aprieto suavemente, el valle entre sus huevos y su culito está tan tupido como la floresta que nos rodea, al acercar mi cara huelo su característico olor un poco más fuerte, acerco mi dedo índice a su ojete que se contrae epilépticamente lo beso y acaricio antes de enterrar mi cara para ahogarme en la oscura espesura.

Cada vez que paso suavemente mi lengua por su entorno Alonso suspira, con mi mano izquierda sujeto sus huevos y verga que gotea incesante, recojo lo que tiene en la punta para llevarlo a su entrada y allí poderlo degustar a la vez que lubrico el entorno.

-Por favor Al…, ya…, ya, por favor.

Previsor he cogido del baño de la tía un tubito de crema de manos, lo busco en mi ropa tirada al albur, coloco la boquilla en la entrada de su ano y aprieto sacando una generosa cantidad que extiendo acariciando el entorno y poco a poco intento meterle un dedo, no hay problema, está muy dilatado únicamente he notado un retraimiento a causa de la impresión, me esmero para que todo le resulte placentero y cuando creo que está preparado para recibirme le pido que se tumbe de espaldas al suelo.

Con sus piernas muy abiertas y totalmente expuesto, hincado de rodillas dirijo la punta de mi polla a la flor de su culo, primero no entra y espero a que se relaje disfrutando del roce de la verga picando en su entrada para incitarle, su culito boquea receptivo, sujeto mi verga con la mano para darle más rigidez y la cabeza entra con un ploff, miro a Alonso para ver su reacción, si le ha dolido algo no lo manifiesta, tiene sus ojos cerrados y una sonrisa beatífica como si soñara, voy poco a poco con pequeños empujones hasta que llego al final, no de su culo sino de mi verga, allí me quedo quieto apoyado en mis codos y observándolo de cerca, al notar que no hay movimiento abre los ojos y me mira maravillado, la luz chispea en su mirada, su boca se abre para sonreír a su máxima abertura, sus brazos se enlazan en mi espalda y los talones de sus pies aprietan mis muslos queriendo que me meta más en él.

-Es maravilloso Álvaro, es maravilloso, te siento dentro. –logra musitar.

Tiembla en su frenesí y me atrae hacía su cara, si sigue así va a conseguir que se me salga, yo lo beso en los labios pero me retiro hacía atrás para tener el máximo en su interior y me deleito con sus bellas tetillas jugando con mi legua sobre ellas, se le ve tan feliz, tan pleno, tan rotundamente satisfecho que, a su vez, me hace gozar a mí.

Quiero que lo pase bien pero creo que mi deseo es innecesario, ya es feliz, ya está dichoso, ¡ahhh!, niño grande en su inocencia.

Poco a poco voy iniciando un movimiento de sacar y meter, no hay miedo de que me canse, él con sus talones ayuda aflojando para que salga y apretando fuerte cuando mi envite es de entrada, me deslizo en un túnel suave y sin fin que costará abandonar.

Rozo con mi vientre sus huevos y su verga y antes de que yo me vierta descarga él abriendo mucho su boca en un ahogo que hace que sus esfínteres se cierren sobremanera alrededor de mi polla impidiendo mi avance y retroceso, tengo que esperar a que se calme un poco, a que relaje su culo para, al fin, proyectar en él el estertor de mi venida.

Pasa el tiempo y sigue teniéndome abrazado, mi verga se desliza suavemente de su calidez y cuando sale suspira como si se le fuera la vida, solo me abraza, solo me transmite su calor, solo me hace compañía, como si estuviera muerto pero en vida.

Se levanta un suave viento que vuelve cantarinas las hojas de los chopos, algunas caen sobre nuestros cuerpos desnudos queriéndolos envolver, quizá envidiosas de la belleza, lavamos nuestros cuerpos en el río, nos vestimos sin hablar, todo está dicho, se ha consumado todo. En el camino de vuelta por la carretera a la que hemos accedido vamos silenciosos, cada uno consigo mismo pero de vez en cuando Alonso me mira y me adora en el silencio.

Los días van transcurriendo, tranquilos entre baños y juegos, Amadeo se ha vuelto más entrañable, se ha establecido como un cordón umbilical entre los tres y Alonso, siempre que se puede, llega a las tardes con el sabido propósito, yo le espero y la rivera del río se está convirtiendo en nuestra madriguera, es un lugar acogedor y protector con sus largas alamedas y juncales ribereños, no hace falta llegar hasta el molino porque la impaciencia nos domina.

Estoy temeroso y no me atrevo a pedirle que sea él ahora el que use su viril potencia para perforar mi resistencia y lo deseo, tengo necesidad de tenerlo dentro y estoy seguro de que él también lo desea,  de momento es él el que recibe mis amorosas estocadas y me deja hacer, como el cordero pascual se somete a todo lo que yo disponga tal es su entrega.

El viernes llegan papá y mamá, ahora me cuesta salir a recibirles y miro con temor el asiento trasero del coche creyendo que de allí va salir de nuevo la furia que me causará daño y dolor.

Después de cenar María y yo subimos al salón superior para ver la TV un ratito o hasta que el sueño nos vaya rindiendo que será pronto, oigo voces más subidas de tono de lo que es habitual, en casa siempre se habla en tono mesurado, oigo sobre todo al tío y a papá, instigado por la curiosidad bajo las escaleras hacia las voces que vienen del salón, han escogido el rincón más alejado.

-Hace tiempo que debías haberlo arreglado. –el tío.

-¿Tu sabes lo qué pretende esa señora? –papá.

-Es igual lo que pretenda, no podemos dejar expuestos a los niños. –el tío.

-Pienso que Luis tiene razón, arregla tus problemas de una vez hijo, termina. –el abuelo-

-Está llenándolo todo de odio y emponzoñando a todo el mundo, mira los chicos como han reaccionado y en quién se vengan. –papá.

-Son buenos muchachos con muchos años de odio sembrado en ellos es verdad pero tú verás,  no estoy dispuesto a que los niños corran ningún tipo de daño y creo que en esto estamos todos de acuerdo, si es preciso recurriré a una orden de alejamiento. –el tío.

-Comparto lo que Luis dice y no quiero que vuelvan a tener contacto con mis hijos, bajo ningún concepto y quiero que lo tengas claro, he cedido una vez y no hay más. –mamá.

-Vale…, vale… y tu mamá no tienes nada que decir, estás muy callada. –papá.

Pues tienes que ser razonable hijo, yo siento mucho el que este encuentro haya resultado así cuando habíamos puesto tantas esperanzas en que podía haber sido el inicio de un conocimiento, hemos actuado con buena intención para que se conocieran y nos hemos equivocado, creo que los niños son lo primero, estos inocentes niños y…, no quiero pensar lo que podía haber sucedido. –la abuela.

-Está bien, cinco criterios estarán más acertados que uno, nosotros tenemos que ir el lunes a la capital, encárgate tú por favor de llamar y hablar con los abogados y dales luz verde por favor…, ¿ehh Luis?

Me retiro silenciosamente y subo las escaleras, la TV está dando imágenes que nadie ve, María con la cabeza caída sobre su pecho duerme profundamente, menos mal que está ya con su traje de dormir, la cojo en mis brazos y aún dormida rodea con sus brazos mi cuello, la llevo a su habitación y la coloco en su cama, miro su rostro tan bonito y deposito un suave beso en su frente, mi dulce hermanita, menos mal que fue a mí a quien la brutalidad hirió.

El sábado pido permiso para comer en la casa de Amadeo, nos ha invitado a todos sus amigos, falta una semana para que empecemos a desfilar para nuestras viviendas habituales y es momento de despedidas, el domingo comemos en familia, estoy más tranquilo después de lo oído el viernes y se que va a hacerse lo imposible para que aquello no vuelva a suceder.

Alguna noche despierto con mi pesadilla recurrente y aterrorizado, hoy pienso en lo escuchado, el propósito que les animaba y su intención de que llegáramos a conocernos y todo se les había torcido, no les guardo rencor pero tengo mucho miedo, únicamente los fuertes brazos de Alonso lo calman cuando me encierra en ellos.

He tomado una decisión y obsesionado por ella esa tarde, cuando Alonso llega a buscarme, he vuelto a coger el tubito de crema del baño de los tíos,  Alonso va cambiando, viene sin camisa y con un bañador muy holgado como si fuera un pantalón corto, ya estamos en camino por la orilla del río cada vez más seco, los días son algo más cortos pero el calor sigue aplastante, aquí en las alamedas de chopos es diferente con el aire más fresco, enfocamos un camino estrecho entre los árboles, Alonso va delante y yo voy mirándolo, admirando su ancha y poderosa espalda su fuerte y rotundo culo que a veces se le marca al dar los pasos, sus robustas piernas bien formadas y hasta sus ligeros michelines que desfiguran mínimamente su cintura.

Cuando encuentra un claro en la maleza que le gusta se detiene y se vuelve hacía mi para abrazarme y recrearse en el abrazo, me aprieta y suelta repetidamente, sus manos se mueven lentamente por mi espalda, mi cintura y mi trasero buscando cada abultamiento y hondonada en mi cuerpo amándolo en silencio, mi culo le gusta mucho y se entretiene en él pasando su gran mano que casi puede contener una de mis perfectas medias naranjas, arrobado vuelve a abrazarme, se hubiera estado toda la tarde así, soy yo el que mete mi mano por la cintura de su bañador y alcanzo el alfanje moro, tan suave y tibio, tan duro, acero que en Toledo se hundía en las aguas del Tajo para darle temple, hinque mis rodillas en el suelo para recibir su primera amorosa estocada cuando bajé presuroso su bañador.

Allí, de rodillas, abrazado a las columnas de Hércules olía la fragancia de la hierbabuena y recibía las gotas dulzonas de rocío que caían en mi cara y yo sacaba mi lengua para atraparlas, me gustaba el olor del cuerpo de Alonso, su suave y cálido aliento que huele a avellana, el de sus brazos y pecho tan fino y tan sutil, el de sus sobacos ligeramente más fuerte como cuando en está ocasión había sudado, el de su verga y huevos tan embriagador, el que despedía el pellejo de su glande al descubrirlo, el del agujerito de su culo, variado como un mercado de especies árabes, también yo hubiera permanecido allí intentando descifrar tal mescolanza de perfumes pero después de adorar, de besar y lamer su báculo, Alonso desagradecido me lo quita al arrodillarse frente a mí para ofrecerme la fresa de su boca y su ahora impetuosa lengua, poco a poco me tumba sobre el lienzo verde y a mi lado extiende su cuerpo mirando las copas de los altos chopos, abre sus piernas como una flor para recibir a la abeja que viene a libar su polen, en lugar de atender su urgente y mudo ruego me entretengo en besar y acariciar sus tetillas, ahora morenitas porque ya no se ocultan tras las camisas.

-¿Alonso, tu querrías? –Le señalé mi culito-

De alborozo brillan sus ojos y su dura y potente polla da un brinco en su vientre.

-¿Quieres que sea ahora yo…, quieres que te la meta?

-Si…, si quiero pero tienes que tener mucho cuidado e ir poco a poco.

No hizo preguntas, me puse de rodillas con la cabeza sobre la verde almohada, con las piernas muy abiertas ofreciéndole todo lo mío que él poseería en breve y haría suyo, desde mi postura con la cabeza apoyada en la hierba y girada veo los movimientos que hace su verga al moverse atendiendo su quehacer, pronto la tendré dentro de mí y un escalofrío corre por mi columna.

Su paciente dulzura daría fruto, su legua repasando mi entrada y luego queriendo entrar, su torrente de saliva que luego recupera, sus grandes manos acariciando mis huevos y mi verga con delicadeza de plumas lograron que en cierto momento le ofreciera el tubito de crema, solamente por precaución ante el miedo, fue generoso y con su dedo ayudó a que buena cantidad bajara por el túnel y a extenderla en sus paredes, no paso mucho tiempo para que le pidiera sin voz.

-Ya Alonso…, ya…, métela ya…, métela ya…

Abandonó mi cuerpo y me tumbé cara al cielo como víctima propiciatoria respirando profundamente, recogí y abrí mis piernas cuanto puede, él suspendido sobre mi tanteaba con su ardiente punta en mi entrada, no sé si por miedo a producirme dolor o porque resbalaba embarrada en la crema, baje mis manos y agarré ese bello palo de palpitante carne y con suavidad lo guié como el lazarillo a un ciego.

Alonso empujaba suave y yo intentaba ayudarle.

-Un poco más fuerte, un poco más fuerte Alonso.

Fue pedírselo y quien paraba ese toro, entró la cabeza y medía barra de un golpe, sin dolor, solo el susto de la sorpresa, cuando Alonso vio mi sonrisa se proyectó sobre mi entrando en profundidad y allí se quedó quieto maravillado de lo que había sido capaz de hacer, se agachó sobre mí y muy cerca de mi boca.

-Eres un ángel Álvaro, esto es increíble, esto no puede ser verdad.

Atraje su cabeza para besarle y…,

-Muévete Alonso, empieza a moverte, primero despacio.

Y se movió, entraba y salía, un poco y luego más, al bajar un beso que se rompía al subir y así cientos y miles, la corona de su glande raspaba suavemente las paredes de mi recto dándome escalofríos, cuando subía mis manos lo despedían acariciando sus tetillas, queriendo abrazarlo y retenerlo pero quién retenía a Alonso, con cortas estocadas a veces y otras largas y profundas iba preparándose y preparándome para alcanzar el clímax, era tanto el placer que me proporcionaba que solo podía musitar.

-Más Alonso…, más…, más…

Su verga viajaba por el túnel de mi culo con suavidad y precisión, Alonso sudaba por un trabajo bien hecho y sin tocarme siquiera agarroté mis piernas y cerré mis esfínteres, por el conducto de mi verga viajaba el placer que afloró como un geiser blanco, creo que extravié mis ojos y Alonso paró en sus acometidas, no tuvo más remedio su verga estaba tan estrechamente aprisionada que no podía deslizarla ni para dentro ni para fuera, mi leche inundo mi pecho, algunas gotas llegaron hasta mi cara y el resto desmayadamente caía sobre mi ombligo y bajo vientre, me aflojo un poco y Alonso puede seguir con su inacabada faena hasta tensarse como la cuerda de un arco, llegando con esa estocada a lo más profundo de mi ser y allí entre temblores vaciarse, es tan grande la tensión y la presión que me causa un ligero dolor, insuficiente para que de mi verga deje de seguir manando un delgado hilo de semen que se desliza goteando.

Alonso sigue hincado hasta el fondo y cuando cae lo hace suavemente para no aplastarme, respira con dificultad y el corazón loco por la carrera, cuando abre los ojos y me mira tiene lágrimas que empiezan a llover en mi cara, sigue duro y a plena potencia dentro de mí, mi culo palpita un poco dolorido con un ligero escozor pero no importa, hasta que él quiera yo también lo disfruto dentro, se calma y parece que sus brazos empiezan a cansarse de soportar su cuerpo y saca su verga aun tiesa, la saca por el cansancio pero podría seguir dentro tal es su fuerza.

-Qué me haces Álvaro, esto es imposible, quiero seguir, quiero volver dentro de ti.

Río suavemente y como está a mi lado de costado sus tetítas se ven más abultadas y bajo mi cuerpo para chuparlas y agarrar su verga, ahora toda pringosa, con mi mano.

-Ya…, pero mañana, joder…, que bien lo haces Alonso y es la primera vez que follas a alguien.

A horcajadas me siento encima de su vientre dejando que salga el caudal que depositó en mi interior y no le importa mientras dulcemente le beso.

Tenemos que ir al rio a lavarnos y a jugar con el agua que salpicamos con los pies como locos, con la alegría que ese momento nos regala, luego me abraza y me mira a los ojos.

-Eres tan bello, tan extraordinario que me hace daño el mirarte Álvaro, ¿cómo he podido tener tanta suerte?, dime que no sueño.

Para que se dé cuenta de que no sueña muerdo suavemente sus labios mientras desnudos, de pie en un charco del río, me aprieto muy fuerte contra él.

Así seguimos todas las tardes, a Alonso le ha gustado adoptar el rol dominante y a mí no me importa porque es muy delicado y muy potente, aguanta follándome o parado dentro de mí un tiempo interminable, ensaya para hacérmelo de todas las formas posibles, de costado, de rodillas, cara a cara como a mí me gusta o soy yo el que me autofollo clavándome en él.

El viernes llegan papá y mamá con la noticia de que el domingo a la mañana partimos, nos llevarán con ellos y Águeda está esperándonos, los tíos se quedan con los abuelos y con Luci unos días más para arreglar sus cosas y el sábado nos dan permiso para comer en casa de Alonso, para despedirnos.

Estamos a la mañana en la piscina jugando, Amadeo y los hermanos juegan con María y la hermana de Alonso y nosotros nadábamos en la piscina cuando su mamá nos llama para comer. En un momento dado Alonso está con la mirada pérdida en mi, su mamá le mira y sigue el hilo que une su mirada con mi cara y hace el recorrido varias veces de Alonso a mí, de mi a Alonso, el no se da cuenta y su mamá sonríe triste y preocupada luego se cruza con mi mirada, también ella me ve a mi preocupado, no triste, y me sonríe.

Todos se van despidiendo, a nosotros ya no nos verán hasta el próximo verano salvo Amadeo, o eso espero, la mamá de Alonso besa a María y coge mi cabeza y besa mi cabello varias veces.

-Cuidaros cariño…, cuidaros, da recuerdos a tus abuelitos, a tus papas y a tus tíos.

-De su parte señora y gracias.

Nos miramos a los ojos y nos entendemos sin hablar, Alonso le pide permiso para acompañarnos y su mamá accede.

-Vuelve pronto que Álvaro y María tendrán que recoger muchas cosas.

Se queda en la puerta mientras nos alejamos intentando apartar sus malos pensamientos de la cabeza, dejamos a María en casa y Alonso y yo vamos a dar una vuelta para despedirnos, vamos por la carretera hacía el molino, los nogales de la carretera están preñados de nueces, dicen que va a ser un buen año y antes de llegar al viejo molino nos metemos hacía el río, no decimos nada, no hablamos con la boca pero yo le digo cosas con el alma, tengo algo que decirte Alonso, tengo algo que decirte pero no digo nada hasta que llegamos al amparo de los muros de la casona y allí Alonso se tumba cara al sol, es un poco tarde y el sol no calienta tanto, me tumbo a su lado de costado mirándole y desabotono un botón de su camisa para meter mi mano y acariciar su pecho y sus tetillas y así estamos un tiempo sin decidirnos a hablar, pero soy yo el que tengo algo que decir.

-Alonso…, yo…, yo quería pedirte…, pedirte p…

-Lo sé…, lo sé…, Álvaro, calla…, calla… -Grita.-

Se ha dado la vuelta para encararme y me tapa la boca con la suya y vencido caigo de espaldas y él me sigue, continúa con su boca pegada a la mía y cuando la levanta un poco.

-Bésame Álvaro…, bésame y calla por favor…

¿Quince minutos, media hora, una hora, una eternidad? Su beso no tiene fin, me aspira para que algo de mi quede con él, el más sublime y desesperado beso, solo un beso donde se entrega y se atrapa un alma y donde el estómago se encoge de emoción ante la grandeza de alguien que ama.

De repente se pone de pie y sonriendo tira de mi mano para ayudarme a levantar.

-Venga que se hace tarde vamos para casa.

Sereno, o lo aparenta, también hacemos el camino de vuelta en silencio, cuando llegamos a la entrada de mi casa se detiene.

-Bueno Álvaro…, adiós..., hasta el verano próximo.

-Te acompaño hasta tu casa…, o hasta medio camino.

-No…, tú tienes que arreglar y recoger muchas cosas y sin más emprende el camino, quedo como una estatua mirando cómo se aleja hasta que es una pequeña figura en la distancia, no ha vuelto una sola vez la cabeza.

Mientras lo veo alejarse, ahhh…, niño grande, tu mamá y yo estamos equivocados, eres mucho más fuerte de lo que nosotros pensamos.

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