Nuevos relatos publicados: 9

El Miedo de Jimena Lezcano

  • 29
  • 26.270
  • 9,70 (10 Val.)
  • 2

9:00 AM – Despacho del Gerente General.

BIP BIP BIP (Suena el intercomunicador).

-¿Si?

-¿Señor Duarte?

-Si, Paula. Dime.

-Lo buscan en recepción.

-No espero a nadie esta mañana, Paula.

-Es la señorita... Perdón… la señora Lezcano

-¿Y quien coños es la señora Lezcano?

-Dice que es la esposa del señor Omar Lezcano, el sub... bueno, el EX-subgerente.

-Sé perfectamente quién fue Omar Lezcano. ¿Qué coños quiere aquí la mujer de ese infeliz?

-Todavía no me la ha…

-¡Pues dile que se vaya a tomar por culo junto al gilipollas de su marido!

-Pero…

-¡Díselo. Quiero escucharte!

-Señor... Podría decirle que usted no quiere atenderla y evitar...

-¿Paula?

-Si, señor.

-¿No me has oído o no he sido del todo claro?

-Ha sido claro, señor, disculpe. ¡Ejem! Dice el señor Gerente que se vaya a... a tomar por culo junto al gilipollas de su marido.

SILENCIO EN LA LÍNEA

-¿Señor?

-Si, Paula.

-Dice la señora Lezcano que quiere verle. Que no le molesta que se lo diga usted personalmente.

-Pues me encantaría hacerlo, pero estoy muy ocupado ahora mismo. ¡Despídela de una puta vez!

SILENCIO EN LA LÍNEA

-Señor Duarte: Dice la señora Lezcano que está dispuesta a esperar cuanto fuera necesario.

-¡Qué se pudra allí, entonces!

CLIC

 

5:00 PM – Recepción.

BIP BIP BIP (Suena el intercomunicador).

-Sí, señor Gerente. ¿Qué necesita?

-Paula, ya me marcho. Mañana es la reunión con el Directorio y quiero descansar. Deja las carpetas con los balances y la facturación nuevamente en el despacho de Álzaga, va a necesitarlos mañana. Luego puedes marcharte. ¿Vale?

-Muy bien, señor descuide. ¿Algo más?

-No, Paula. Hasta mañana.

-¿Señor?

-Dime

-¿Que le digo a la señora?

-¿¡A quién!?

-A la señora Lezcano, señor. La esposa de...

-¡Coño! ¿¡Todavía se encuentra allí!?

-Ha estada sentada en recepción todo el día. No se ha movido en ningún momento de aquí, señor.

-¡Uf! Ya me imagino que clase de psicópata debe ser esta mujer... ¿Hasta qué hora trabaja el personal de seguridad?

-Los oficiales de ronda, hasta las 7pm. Luego solo queda el sereno del turno noche. Pero, si me permite decirle… parece una mujer inofensiva, señor.

-Si... Su marido también parecía inofensivo.... Dile que suba de una puñetera vez y terminemos ya con todo este circo.

 

5:05 PM – Despacho del Gerente General.

-No es mi estilo ser grosero, señora, pero no me gustan los rodeos, de manera que voy a ser lo más claro posible. Su marido no me merece el menor de los respetos. Por lo que veo, usted es una mujer joven e ingenua. No sé cuánto le habrá contado su marido sobre su alejamiento de la empresa, ni qué la trae a usted por aquí, pero sepa que al venir en su representación, no es bienvenida.

-No me prejuzgue, señor Duarte. Mi marido me ha contado toda la verdad. Me ha dicho que ha falseado una documentación para quedarse con un negocio. Con el cual, a fin de año, le disputaría el cargo con grandes posibilidades de desplazarlo. ¿Estoy en lo cierto?

-Un viejo barrigón de casi setenta años como yo, señora Lezcano, no puede competir contra un joven ejecutivo de treinta y pocos años como su marido, políticamente correcto y bien parecido. Pero su marido ha ido muy de prisa, señora. ¡Demasiado! ¡Ya lo creo que era la persona ideal para el puesto de gerente! Ni yo habría podido detenerle, ¿sabe? En pocos años habría logrado su objetivo de todas formas. Pero, no. Eligió arriesgar y perdió. Cometió un grave error. ¡Intentó meterme un dedo en el culo y..! ¿Sabe qué, señora Lezcano? Yo soy un viejo perro de presa, y voy a ser que lo pague con creces.

-Soy completamente consiente del error que ha cometido mi esposo y no he venido hasta aquí… ni he pasado ocho horas frente a su secretaria, para negárselo. Sólo quiero que escuche lo que vine a decirle antes de la reunión de Directorio donde se definirá el asunto.

-¡Mire usted qué coincidencia! Justamente mañana es la presentación del caso ante el Directorio. Presentación que podría haber llevado adelante el mismo día en que desenmascaré al hipócrita de su marido.

-Lo sé, y por eso estoy a aquí, señor Duarte.

-¿Sabe porqué postergué la reunión treinta días, señora Lezcano? Porque su marido se arrastró como una comadreja, con lágrimas en los ojos, para que lo hiciera. ¿Y sabe por qué lo hizo, señora Lezcano? ¡Porque cuando el Directorio sepa el verdadero motivo del alejamiento de su esposo y lo haga público, Omar Lezcano va a tener que salir a trabajar de limpiabotas!

-Usted sabe que hoy en día, como están las cosas en España, el plazo que le ha dado no es suficiente, señor Duarte.

-Mire, tómelo como quiera, pero voy a serle completamente sincero para que no siga perdiendo más tiempo aquí: Su marido es una rata miserable y me hubiese gustado verlo arrastrarse en la basura más pronto que tarde, señora. En cambio, fíjese usted, ¡le otorgué treinta días de gracia para que busque otro empleo acorde a su nivel jerárquico, señora Lezcano! ¡Un mes!  Cuando debería haberlo hundido hasta la coronilla y sin piedad alguna! Por lo cual, el único motivo por el que justifico su presencia aquí hoy, es el de brindarme su agradecimiento. ¿Fui claro, señora Lezcano?

-Vengo a pedirle que prorrogue le plazo, señor Duarte.

-Entonces retírese inmediatamente de mi despacho, señora. Y dígale a su marido que es de poco hombre mandar a una mujer a mendigar favores.

-En primer lugar, señor Duarte, he venido aquí por mi propia voluntad. He venido a defender lo que me pertenece; En segundo lugar: no vengo a mendigarle nada, vengo a negociar.

-¡Vaya! Veo que es una mujer joven pero con cojones... a diferencia de su marido. De todas formas, señora Lezcano, le ruego que no me haga perder más tiempo.

-¿Sabe una cosa, señor Duarte? Me gusta la vida que llevo. Tal como usted dijo, soy una mujer joven, diez años más joven que mi marido, pero no soy la niña inocente que usted pretende. Aun no tengo hijos y soy una mujer absolutamente independiente. Dispongo de tiempo libre para hacer lo que me place… disfrutar de mis amistades, cuidar de mi casa, de mi cuerpo y complacer a mi marido en todo. Como podrá ver, me gusta vestir bien y darme los gustos de una mujer de mi clase. Y, ¿sabe una cosa, señor Duarte? No voy a renunciar a mi propia vida sin presentar batalla.

-Lamento haberla prejuzgado y le presento mis disculpas. Además de ser joven y atractiva, señorita... Perdón, señora Lezcano, es también una mujer decidida y ambiciosa. Quizá demasiado para su edad. Lamento que haya perdido más de ocho horas esperando para nada. No parece ser digno de una mujer de su carácter… ni de su clase.

-En eso se equivoca. Creo que la humillación de la espera ha sido parte del precio que debo pagar por el error de mi marido. Pero como le dije, no he venido a pedir favores. El punto es el siguiente, señor Duarte: Solamente mis gastos personales ascienden a cinco mil euros mensuales. Más los gastos de la casa, el personal doméstico, la casa de fin de semana, los dos autos, y una larga lista que no viene al caso. Y resulta que mi marido se ha quedado en la calle en medio de la peor crisis financiera desde la primera gran guerra. Él ha estado buscando trabajo incansablemente durante los últimos treinta días; ha marcado todos los números de su agenda; a rellenado cientos de formularios; hasta ha intentado tocar contactos políticos y... ¿Sabe qué, señor Duarte? Lo único que ha conseguido es un puesto de vendedor: Mil quinientos euros fijos más  comisiones.

-Con respecto a su marido, no puedo decirle que lo siento, señora Lezcano. Con respecto  a usted… Disculpe la expresión, pero... como dice el poema: cuanto más alto trepa el mono, más se le ve el culo.... ¿Qué quiere que le diga? Así es la vida, señora Lezcano... No tengo nada más para decir. Ahora le voy a pedir que...

-No me importa que me siga humillando, señor Duarte. Sólo le pido dos meses más. Oscar tiene una posibilidad… Quizá la única, pero se puede demorar hasta sesenta días. Si su caso sale a la luz mañana, estará todo perdido. No tengo dudas, señor Duarte, que usted sabrá cómo manejar a los miembros del Directorio. Sólo le pido dos meses más de...

-¡Basta! ¡Por supuesto que “podría manejarlo”! ¡Yo puedo manejarlo todo en esta empresa! ¿O todavía le quedan dudas, señora. Lezcano? ¡Si su marido ha desbarrancado es por su propia  responsabilidad; es porque es un gilipollas de los peores! ¡Qué se lo coman las ratas, pues! ¡No voy  a levantar un solo dedo para ayudar a ese infeliz! Es todo lo que tengo para decir. Además usted me ha dicho que no ha venido a mendigar y...

-Y no lo voy a hacer, señor Duarte. Estoy dispuesta a pagar por lo que pido. No es mi estilo deber favores.

-Señora Lezcano... Además de resultarme una mujer valiente y atractiva, es usted una jovencita arrogante, vanidosa, soberbia y ambiciosa. ¡Digna mujer de su marido! Aunque, debo reconocer, me la figuraba más inteligente… No creo que pueda gastarme todo el dinero de mi cuenta bancaria en los años que me restan de vida, señora Lezcano. ¿Cómo piensa tentarme con los modestos ahorros de una niñata mal criada aferrada a sus delirios de clase?

-Yo también me lo figuraba más abierto de entendederas, señor Duarte. La verdad es que no vengo a ofrecerle dinero. Si usted le concede a mi marido el favor de prorrogar el plazo, al mismo tiempo se dará el placer de humillarlo de la forma más degradante en que pueden humillar a un hombre.

 -Ha logrado despertar mi intriga, señora Lezcano. Pero le advierto que piense muy bien lo que está por hacer antes de seguir adelante.

-No soy de las mujeres que se echan atrás, señor Duarte. Le permitiré tenerme como mujer. Podrá hacer conmigo lo que le venga en gana.

-¿Es usted una furcia, señora? ¿O ha perdido definitivamente la chaveta?

-Mi nombre es Jimena Aragón de Lezcano y nunca, jamás, le he sido infiel a mi marido. De todas formas es libre de pensar lo que quiera, señor Duarte. Creo haberle explicado las causas que me mueven a hacer lo que estoy haciendo, y mi oferta está sobre la mesa. Si usted la declina, me iré sin perder un minuto más. Si acepta… Me otorga los sesenta días de plazo y usted pone las condiciones.

-Jovencita... Estoy impresionado por su demostración de carácter, pero debe saber que no es nada bueno firmarle un cheque en blanco a un viejo perro de presa, como yo. Tómelo como un consejo.

-Lo tomo.

-¿Y aun sigue en pie su oferta?

-Por supuesto, señor Duarte. Usted pone las condiciones.

 

5:29 PM – Central de Vigilancia y Seguridad de la empresa.

BIP BIP BIP(Suena el intercomunicador.)

-¿Diga?

-Habla Duarte. ¿Quién está del otro lado?

-¿Señor Gerente, es usted?

-¿Conoces a otro Duarte en la empresa?

-¡Oh! Perdón, señor… ¿Hay algún problema?

-Si. Todavía no me ha dicho su nombre.

-Perdón… Mi nombre es Luis Abelardo, señor. Soy el oficial de seguridad a cargo en este momento. ¿En qué puedo servirle?

-¿Cuanta gente está con usted ahora en la central, oficial?

-A esta hora sólo quedamos mi compañero y yo, señor Gerente.

-Bien. ¿Sabe usted conectar el sistema de circuito cerrado de TV, oficial?

-Está conectado y  funcionando correctamente en este momento, señor.

-Me refiero específicamente a la cámara de seguridad dentro de mi despacho privado.

-Puedo habilitarla, señor. Pero usted primero tendría que activarla desde su ordenador, ingresando su clave personal. ¿Sabe como hacerlo o prefiere que...?

-Acabo de activarla, oficial.

-Bien… déjeme ver…¡Así es, Sr! Ya está hecho. Puedo ver su despacho en mi monitor.

-¿Y qué es lo que ve, oficial?

-Bueno… ¿Lo que veo…? Le veo a usted en su lugar habitual de trabajo y a una mujer joven sentada del otro lado de su escritorio, frente a usted.

-¿Está su compañero con usted?

-Si, señor... Aquí mismo.

-¿Usted o su compañero pueden reconocer a la dama que está sentada frente a mí?

-Negativo, Señor. ¡Miguel! ¿Puedes reconocer a la mujer?

-Claro, Luis. Es la esposa de Lezcano, del subgerente. Todas las mañanas acompañaba a su marido hasta la empresa y luego iba a correr al parque. ¡Imposible olvidarla! ¡No sabes lo que es esa hembra con ropa de deporte! ¡Está para...!

-¡Shhhh! ¡Cállate idiota! Perdón, señor. El oficial Miguel Barrios, que está aquí conmigo y que ha trabajado hasta el mes pasado en el turno de la mañana, me indica que se trata de la esposa del subgerente, el señor Omar Lezcano.

-Es correcto. Observe con atención el monitor y deje liberado el interno, oficial. Voy a volver a comunicarme con usted en breve…

-Como usted diga, señor Gerente.

 CLIC

-¿Que te dijo el jefecito, Luis?

-Nada.... Que, prestemos atención al monitor.... No entiendo que coños sucede, Miguel. Pero no apartes la vista del tele. Me parece que el viejo nos está probando o algo así.

-¡Qué va! Puedo pasarme todo el día mirando a esa hembra y comiendo palomitas.

-Deberías dejar las palomitas, Miguel, estás hecho un marrano.

-¡Cierra el pico! Mira nada más esa belleza, Luis. Le debe estar contando al viejo Duarte cómo le gusta que se la follen antes de hacer deporte.

-¡Ja! ¡Por más guarradas que le cuente, dudo que pueda despertarle el pingo al viejo!

-¡Jaaaaa jaaaa jaaa... ja...  Pero... pero... ¿¡Qué coños, Luis...!?

-Dime que es verdad lo que estoy viendo, Miguel....

-Se las está enseñando, Luis... ¡Le está enseñando las malditas tetas al viejo!

 

5:34 PM – Despacho del Gerente General.

-¿Con quién hablaba, señor Duarte?

-La primera condición es que usted no puede formular ninguna pregunta, señora Lezcano. Y además estará obligada a responder a todas las mías. Por cada pregunta que usted haga o que se niegue a responderme, será multada con una semana menos en el plazo que me ha pedido. ¿De acuerdo?

-Ya le he dicho: Usted pone las condiciones, Duarte.

-Bien. De manera que, como la primera norma corre con retroactividad, su plazo ya se ve reducido a sólo siete semanas. ¿Alguna pregunta, señora Lezcano?

-¿Qué se propone, señor Duarte?

-Pues ahora ya cuenta sólo con seis semanas. ¿Quiere agregar algo más?

-No.

-Bien. Veo que poco a poco nos vamos poniendo de acuerdo, señora Lezcano. De todas formas voy a responder a sus preguntas para que no sienta que ha perdido dos semanas en vano. Estaba hablando con el personal de seguridad para que monitoree por circuito cerrado todo lo que sucede aquí dentro y... ¿Quiere saber algo curioso? Uno de los oficiales la reconoció como la esposa del ex-subgerente. Con respecto a mi propósito, señora Lezcano, además de humillar a su marido, quisiera conocer el límite de su arrogancia y de su ambición… ¿Todavía mantiene su oferta?

-No veo porqué no. ¿Sabe una cosa? No le tengo miedo, Duarte. Al Igual que mi marido... él tampoco temió enfrentarlo.

-Segunda condición: Usted podrá declinar su propuesta cuando lo desee, pero en ese caso volveremos a punto cero y mañana se sabrá la verdad. ¿De acuerdo, señora Lezcano?

-Me parece justo.

-Muy bien. Entonces hágame el favor de abrirse la blusa y mostrarme esos pechos perfectos de los que tanto se ha jactado su marido todos estos años.

 

-Bien... aquí los tiene...

-¡Guau! ¡Una delicia...! Despierte, por favor, esas perlas rosadas que aun duermen allí...

 SILENCIO

-Eso... muy bien... frote sus pezones con los dedos... así... ¿Nota como de a poco van cobrando vida?

-Si, señor Duarte.

-Su marido está muy orgulloso de usted, señora. Me ha contado que es capaz de hacer maravillas con sus pechos... Aunque siempre me ha quedado la duda de a qué se refería exactamente. Ahora que nos conocemos… ¿Le apetecería compartir esa intimidad conmigo, señora Lezcano?

-Por supuesto, señor Duarte. A mi esposo le encanta comerme… justo aquí... se pasa horas haciéndolo, señor Duarte... y ¿sabe qué? Mmm... yo me pongo muy cachonda cuando lo hace... Él dice que saben a mantequilla... Pero no le creo. Me gustaría conocer su opinión al respecto, señor Duarte…

-¡Me importa una mierda lo que a usted le gustaría, señora Lezcano! ¡No le queda bien el papel de ramera barata!

-Ha de ser porque no lo soy.

-No recuerdo haberle pedido opinión, ni que dejara de acariciarse los pechos, señora Lezcano

-Lo siento, señor.

-Así me gusta. Obediente. No quiero que haga nada que yo no le indique. ¿Me entendió, señora Lezcano?

-Sí, señor Duarte.

-Bien. Ahora hágame el favor de ponerse de pie y levantarse la falda. Quiero que me enseñe sus bragas.

-Como usted diga, señor. ¿Así está bien?

-Me agradan las bragas blancas... Veo que es una prenda fina. Debe haberle costado un buen dinero al bueno de Omar... ¿No es así, señora Lezcano?

-Son bragas de seda de la india de quinientos euros, señor Duarte. Si eso es lo que quiere saber.

-Podría girar, si fuera usted tan amabl. Quisiera ver como se le ciñe la seda de la india en ese culo de manzana que lleva usted con tanta petulancia.

-Ajá... ¿Qué le parece?

-¡Vaya! ¡Sí que está en forma, señora Lezcano! ¡Debe invertir mucho dinero en cuidar su cuerpo!

-Es el orgullo de mi marido, señor Duarte. Él no se fija en gastos cuando se trata de mí.

-Vale. Vale... Ya no me dé la espalda, señora Lezcano. Ahora deleite a los muchachos… ¡Venga!, muéstreles el culo a los oficiales de seguridad. Allí está la cámara. ¡Vamos! ¡Mueva un poco las caderas, señora! ¡Es solo una cámara!

-¿Así?

-Así está mejor... Ahora acérquese aquí, a mi lado… Siéntese en mi falda, más le vale que sea una jovencita obediente, señora Lezcano.

-Puede decirme Jimena, señor. Duarte.

-Le diré como me venga en gana. Siéntese aquí, sobre mi rodilla... Mmm, veo que también gusta del perfume francés.

-Así es, señor.

-La felicito. Tiene unas piernas y unos muslos muy suaves al tacto, señora. Lezcano.

-Gracias, señor.

-Dentro de mi cremallera tengo algo para usted, señora... preferiría que lo tome usted misma.

-Déjeme ver... por aquí... aquí hay algo...

-¡Ah!... ahí está. No puedo creer que Omar haya arriesgado tanto su economía teniendo una mujer tan exigente.

-Debería preocuparse más por lo que sucede aquí abajo, señor Duarte. Parece que su “amigo” aun no quiere despertar.

-Siga moviendo su mano y no deje de pensar en el cornudo de su marido mientras lo hace. Eso me excita más que nada, señora Lezcano.

-Claro que pienso en él... Pienso en su polla joven y dura como el roble, señor Duarte. Eso no se compra con dinero.

-No se pase de lista, señora Lezcano. A los casi setenta años hay cosas que llevan más trabajo.

-Ya veo...

-¡Al suelo! Pruebe con su boca. Su marido me ha hablado mucho de sus facultades orales. No sabe lo indiscretos que pueden ser algunos hombres.

-Como quiera, señor Duarte. Voy a intentarlo, pero no albergo muchas esperanzas... Mire nomás... lo suelto y cae por su peso.

-Le recomiendo que se esmere lo suficiente, señora.

-Ya le dije que voy a intentarlo... Deséeme suerte. Aquí voy.... mmmm...

-Ahh... Así... Mame de mi polla, señora Lezcano. ¿Sabe que esto la convierte en una puta para el resto de su vida, verdad?

-Se equivoca, señor. Las putas cobran por sexo, no por hacer caridad con ancianos.

-¡Cállese y sigua mamando, furcia! ¡Ha nacido para ello! ¡Siempre lo decía su marido! Lamento que no esté aquí para verla arrodillada en mi despacho comiéndome la polla.

-Se reiría de usted y de su colgajo lamentable.

-¡Basta! ¿¡Quién coños se ha creído para hablarme así, señora!? ¡Póngase de pie!

-Le dije que no había esperanzas, señor Duarte... ¿Ya hemos terminado, entonces?

-¡Acaba de hacerme una pregunta y de perder otra semana. Ya sólo le quedan cinco. Esto sólo se acaba cuando yo lo diga o cuando usted decline!

-No sé qué pretende, señor Duarte. Pero no voy a dar un solo paso atrás. ¡No le tengo miedo!

-Entonces hágase el favor de tomar asiento. Cuando se vaya por aquella puerta, no va a poder hacerlo por un tiempo. Voy a hacer una llamada.

 

5:57 PM – Central de Vigilancia de la empresa.

-¡Santo Dios, Miguel! ¡No puedo creerlo! ¡Le va a comer la polla al viejo! ¡Miguel, júrame que es la esposa de Lezca... ¡Miguel! ¡Te has vuelto loco, cabrón! ¡Cómo vais a cascarte en tu puesto de trabajo! ¡Guárdate la jodida polla ahora mismo! ¿Quieres que nos den una patada en el culo!? La cosa no está como para perder el empleo…

-¡Uff! Lo siento amigo, pero como esto siga así... No quiero ensuciar mis pantalones, ¿entiendes?

-¡Ja ja! ¡Eres un cerdo! ¡Pues vete al baño y hazte una paja! ¡Pero quita esa sucia salchicha de mi vista!

-Es que no quiero perderme a esta puta... No sabes, Luis. Pasaba todas las mañanas con sus calzas de ciclista moviendo el culo, y ahora... ahora está allí... Le he dedicado cientos de pajas, Luis. De verdad...

-¡Ja ja ja! ¿Cuánto haces que no te echas un buen polvo, Gordo?

-Ni uno bueno ni uno malo en lo que va del año. Y no es para reírse...

-Lo siento. Ni bien salgamos de aquí nos vamos de putas, amigo. Es una promesa. A mi también me ha puesto como un caballo esa zorra. ¡Yo invito, Miguel!

-...Luis...

-…aunque a ti quizá te cobren doble por exceso de peso, ja ja ja....

-Luis... Se ha ido...

-¿Qué?

-Mira el monitor. Se ha cortado la imagen. Hay una leyenda...

-“CAMARA PRIVADA. ACCESO DENEGADO” El viejo cabrón ha suspendido la transmisión. Se acabó el show, amigo.

BIP BIP BIP (Suena el intercomunicador)

-Es él, Miguel. Es el viejo.

-¡Me ha visto, Luis! ¡Va a despedirme!

-¡No seas gilipollas! Si no hay cámaras aquí. ¿Qué coños estás diciendo? No seas cagueta, hombre.

-¿Qué mierda quiere entonces?

-¿Cómo voy a saberlo?

-Pues, ¡¿qué esperas?! ¡Contesta el puto teléfono!

-Central de vigilancia. Aquí el oficial Abelardo. ¿Quién habla?

-Tiene la grabación de lo que ha visto, oficial.

-Ehhh... La... la…Si...Si, señor. El sistema graba todo el monitoreo de forma automática.

-Bien. Entonces hágame una copia y borre todo rastro del sistema. ¿Me entendió, oficial?

-Perfectamente, señor Gerente. ¿Algo más?

-Sí. Dígale a su compañero que me alcance la copia personalmente a mi despacho inmediatamente.

-A sus órdenes, señor.

 

18:09 PM – Despacho del Gerente General.

TOC TOC TOC (Tocan la puerta)

-¡Adelante! Pase, por favor.

-Buenas tardes, señor Gerente... Permiso. Aquí tiene su encargo.

-Gracias. ¡Pero no sea grosero, oficial! ¿No ha visto a la dama aquí presente?

-¡Ups! Claro... Lo siento, señora. Encantado de... de conocerla, mi nombre es Miguel, soy ofi…

-Buenas.

-Tome asiento, oficial. Me gustaría hablar unos minutos con usted.

-¿Sen... sentarme? ¿Aquí mismo?

-Si. Aquí, junto a la señora.

-Como usted diga... señor Gerente. Con permiso.

-Tengo entendido que usted ya conocía a la dama, oficial. ¿Estoy en lo cierto?

-Bueno... Yo… ¡Ejem! Solía verla llegar… durante la mañana… acompañando del señor subgerente, el señor Lezacano. Tengo entendido que es su esposa.

-Y así es, oficial. Y... Dígame una cosa... ¿Qué opinión le merece la señora Lezcano?

-Bueno... Yo... ¡Uff! estee…

-Tranquilo, oficial.... Está usted sudando como un oso ¿Siente calor?

-Eh... Si. Un poco, señor.

-Debería cuidar más su alimentación, oficial. El exceso de grasa provoca mucha sudoración y mal olor, entre otros males.

-Ya... ya lo creo, señor Gerente. Le pido disculpas si...

-Olvídelo. Le preguntaba que opinión le merece la dama que está sentada a su lado.

-Bueno, pues... Es una... una mujer muy... muy bella, señor.

-Sin dudas. ¿Oficial..?

-Barrios, señor. Oficial Miguel Barrios, para servirle.

-Y dígame una cosa, oficial Barrios. ¿Ha tenido oportunidad de ver el contenido de la grabación que acaba de entregarme?

-¡Ejem! Yo... es decir... mi compañero... como usted sabe… ambos estábamos allí, señor Gerente... pero...

-Calma, oficial. La situación es la siguiente: La señora Lezcano está un poco apenada por la idea de que su marido pueda enterrarse de lo que ha pasado aquí… ¿Me entiende?

-Creo que sí, señor Gerente.

-Bien. Entonces, yo había pensado que quizá la señora Lezcano tuviera algo para ofrecerle a usted a cambio de su... discreción. ¿Qué le parece la idea señora Lezcano?

-¡Esto no forma parte de nuestro acuerdo, Duarte!

-¿Me quiere decir que ya no pongo las condiciones, señora Lezcano? O lo que es lo mismo... ¿Que declina su oferta?

-¡Pues...! ¡Yo no he dicho eso!

-¡Entonces no quiero más objeciones! ¿De acuerdo?

 SILENCIO

-¿De acuerdo…? o se retira inmediatamente de mi oficina.

-De acuerdo.

-Señora Lezcano... Usted confiaba en que la cruda realidad de los años jugaría en mi contra. ¡Ese era su as en la manga! ¿No es cierto? ¡Y no se equivocó! Debo reconocer que ha sido usted muy hábil... Pero... ¿Sabe una cosa, señora? Hay que leer muy bien un contrato antes de firmarlo… ¿Me entiende?

-No sé de qué coños está hablando.

-Claro que lo sabe, señora Lezcano. Lo sabe muy bien. Pero de cualquier manera, su marido puede explicárselo mucho mejor… él es experto en la “letra chica”. ¿Algo para agregar, señora?

SILENCIO

-¡Bien! Entonces... Dígame, oficial… ¿Cuando fue la última vez que una joven dama tan refinada y atractiva como la señora Lezcano, de vestuario sofisticado y aroma a perfume francés, le ha comido la polla?

-¡Oh! Nu…Nunca, señor…

-No sabe cuanto lo siento, oficial. ¡Pero vaya si podemos remediarlo!

-Pero la señora... quiero decir... su marido...

-No se preocupe, oficial. Nadie va a contárselo si usted no lo hace. Y la Señora está dispuesta a ofrecer lo mejor de sí a cambio de su valioso silencio. ¿No es cierto, señora? ¿Por qué no se lo dice usted misma?

-Pues... si me promete guardar el secreto, oficial... como dice el señor Duarte... puedo hacerle una... ¿Cuánto hace que no se ducha, oficial?

-¡Póngase de pie, señora Lezcano! ¡Venga! Muéstrele sus bragas de quinientos euros al oficial Barrios... Eso... Súbase la falda... más arriba… más…

-¡Oooh Dios... Dios mío… yo…!

-¿Que le parece oficial? ¿Cuánto trabajo le llevaría a usted ganar ese dinero?

-Mu... mucho... señor... demasiado.

-Apostaría a que usted lleva el conejito depilado, señora Lezcano. Por eso se le marcan tan claramente los pliegues de la vulva. ¿Estoy en lo cierto?

-Siempre lo llevo completamente rasurado.

-¡Ooh, cielos...! Creo que voy a... Necesitaría pasar al servicio, señor...

-Señora Lezcano, el oficial necesita atención inmediata.

-Pues que saque su polla de una vez... Antes que me vengan arcadas...

-¡Si... si..., claro! A... aquí... aquí está mi rabo…

-¡Qué espera, señora Lezcano! ¡Se ha quedado paralizada! ¡Es usted joven, pero me imagino que no es la primera vez que ve una polla tan bien empinada como la del oficial!

-Es que... huele a... huele a sebo rancio... dios... aquí voy.... anggghh....

-¡Oh, Jesus! ¡OH! ¡JESUS! ¡Ohhh...! ¡Qué mujer! ¡Qué boca! ¡Qué...! ¡Ahhh! ¡No puedo..! ¡No puedo aguantarrrr! ¡AH AH AH AAAAH!

-¡Ahgggg...! Ahj Ahj... ¡Ejemm! ¡Eeeeejem! Mmmmaaaaahhh! Ahh Ahhh... ¡Abrón, Higo de mil utas! ¡Ajjj! ¡É has orrido...! ¡É has orrido en i boca, arrano! Ahhhhh... Creo que voy a... ¡Ajjj! ¡Qué asco, dios!

-Hoy la suerte no está de su lado, señora Lezcano. Primero un viejo impotente y ahora un obeso eyaculador precoz...

-¡Váyase a la mierda, Duarte!

-Lo… lo siento señora... yo...

-¡Tú! ¡Tú eres un jodido cabrón! ¡Qué te den por el culo, puerco seboso! ¡Apestas a mugre! ¡Tu picha es lo más repulsivo que he visto y olido en mi vida! ¡Preferiría chupársela a un pordiosero antes de volver a acercarme a cien metros de ese trozo de carne podrida!

-Le recomiendo que pase al lavabo a enjuagarse el morro y baje un poco sus ínfulas de dama higiénica, señora Lezcano. Esto todavía no ha terminado.

-Usted sabe que me lo estoy ganando, Duarte. ¡Lo sabe!

¡PLUM!  (Cierra la puerta del cuarto de baño de un portazo)

-¡Vaya mujer! ¡Está furiosa!

-¿Se…señor Gerente, puedo... puedo retirarme ya?

-Una mujer acaba de tratarlo como a un vil pedazo de mierda, oficial... ¿No piensa hacer nada al respecto? ¿Tan poca estima siente por usted mismo?

SILENCIO

-¡Olvídelo! Use el radio para llamar a su compañero de ronda y dígale que suba ahora mismo.

 

18:20 PM – Cuarto de baño privado del despacho del Gerente General.

- ¡Agggghhh! (Jodido hijo de puta... no podré quitarme este sabor a leche rancia de la boca por meses... ¡Tienes que aguantar, Jimena... tienes que aguntar! El viejo está cabreado porque no se le empalma y va a ponérmela jodida hasta el final... ¡Pero tengo que resistir! ¡Ya casi lo consigo! ¡Solo un poco más! ¡Sé fuerte!)

¡TOC! ¡TOC! ¡TOC! (Golpean a la puerta)

-(Y ahora qué...) ¡Ya salgo! ¡Todavía no se me quita esta mierda pringosa de la boca!

-Señora Lezcano, la están esperando. Creo que al fin he encontrado lo que usted necesita ¡Dese prisa!

-(Ya falta poco. Resiste. Nada puede ser peor que lo que te acabas de tragar. Sé fuerte) ¡Ya salgo!

 

18:25 PM – Despacho del Gerente General.

-Señora Lezcano, éste es el oficial Luis Abelardo, el oficial a cargo.

-Mucho gusto, señora Lezcano.

-Dígame que más quiere de mí y acabemos con esto, Duarte.

-Aprecio su sentido práctico, señora. En poco más de media hora los oficiales terminan su turno y todos tendremos que abandonar el edificio. Ese será el final...

-(Gracias al cielo)

-...pero mientras tanto, quiero que haga todo lo que el oficial Abelardo le pida, señora. ¿De acuerdo? Yo me sentaré a observar…

-Adelante, terminemos con esto, Duarte. Dígame oficial, parece que usted tiene el mando...

-Acérquese y responda a mi saludo como corresponde a una dama de su clase bien educada, Señora...

-Gusto en conocerlo, oficial...

-Bien. Como usted ha dicho, señora. No disponemos de mucho tiempo...  Así que... quíteme la polla del pantalón.

 SILENCIO

-Con cuidado... trátela como si fuera la polla de su marido... eeeeeso... aaaasi... ¿Y? ¿Qué le parece?

-Pues, está dura y no chorrea sebo.... para lo que hay… un lujo.

-¡Vete a... vete a la mierda, zorra! ¡Ya verás!

-Tranquilo, Miguel. La puta de Lezcano se está portando bien.... démosle una oportunidad... ¿No te parece? Ah... mira nada más que rica paja me está haciendo... Las putas de su nivel son las más cochinas.

-Si quieres puedo comerte la polla como se la como a mi marido...

-¡No! ¡Quítate! Tengo una mejor idea. Ponte de bruces contra el escritorio y separa las piernas.

-Pero...

-¡Silencio! Apoya las tetas sobre el escritorio y no le quites la vista de encima al Señor Gerente. A Miguel y mí no nos importa que nos des la espalda. ¿No es cierto compañero? Jajaja.

-Levántale la falda, Luis... quiero verle el culo a esta puta creída.

-No hace falta amigo. Ella misma lo hará... Solo hay que pedírselo. Ya escuchó a Miguel, señora...

-Señor Duarte... yo...

-Ya escuchó al oficial, señora. No olvide que la elección de estar aquí sigue siendo suya.

 SILENCIO

-Eeeeso... muy bien. Levántate la falda hasta la cintura.

-¡Madre mía, Luis! ¡Mira eso! ¡Mira como se devora las bragas! ¡Ya estoy empalmado de nuevo!

-Ahora bájese las bragas hasta los muslos y prepárese para disfrutar, señora Lezcano.

-¡Mira nada más ese coñito, Miguel... parece el de una niña...!

-Nunca… nunca había visto nada igual…

-¡Ábrase el coño con las manos, señora! ¡Queremos ver toda su… profundidad!

-¡Ma-dre-de-dios!

-¡Guau! Acércate ya, y dime a qué huele ese coñito, Miguel.

-Si... Si... claro... a ver... snif.. snif.. snif.. ahhhhhh....  huele a... ¡huele al puto paraiso, Luis! Huele a coño caliente y a... a tela...  a lo que más la pone a esta zorra... a mucha tela.

-¡Hazte a un lado, Miguel! Voy a darle de probar carne de verdad a esta pija con cara de puta vegetariana. ¡Ábrete bien el coño si no quieres que te lastime, muñeca!

-¡Alto! ¡No lo hagas! Señor Duarte... por favor...

-¿Se rinde al fin, señora Lezcano?

-No… es sólo que... Pídale que se ponga un condón...

-¿Oficial Abelardo?

-No traigo condones conmigo, señora... ¡No venga con delicadezas!

-Es que estoy de descanso... con la píldora. ¿Me comprende, señor Duarte? Es la… es la verdad…

-¡Basta de lloriqueos! ¡Es usted una persona responsable de sus actos, señora Lezcano! ¡SI no quiere que el oficial siga adelante, desista, échese atrás con su oferta y yo mismo le echaré a patadas en el culo de aquí!

-Señor Duarte... por favor...

-¡Ud. sabe lo que arriesga en cada caso, señora Lezcano! ¡Tome una decisión ahora mismo y comuníquesela al oficial!

SILENCIO

-Es patético verla, señora Lezcano, volteada de bruces sobre mi escritorio, ofreciéndole el culo a dos desconocidos y  lagrimeando como una quinceañera. Demos por terminado el asunto... creo que ya no es la mujer fuerte que entró a mi despacho hace unos minutos, creo que finalmente llegamos al límite y...

-¡Fòllame de una vez, cabrón! ¡Métemela si eres hombre! ¡Qué coños esperas! ¡Eres un... AHHHHHHHH!

-¡Aquí tienes... puta! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma!

-¡AY..! ¡AY..! ¡AY..!

-¡Esto es follar.... ¡AH! ...con un macho de verdad!

-no no... ay ay ay ay...

-¡Dile al cornudo de tu marido lo que te hace falta! ¡Una buena polla! ¡Si pareces virgen de tan estrecha! ¡Mira Miguel! ¡Mira como se abre este conejito de princesa!

-¡Dios, Luis! Déjame tocarle el culo...

-Adelante, amigo... con confianza... ah ah ah... me la está exprimiendo esta guarra... AH! AH! AH!

-...no te corras... por favor... ¡AY! ay ay... No te vengas dentro...

-¡Voy a llenarte tanto de leche, zorra... que necesitarás un fontanero para… para que te dasagote el coño! ¡AHHH! ¡Toma! AHHH! ¡Aquí la tienes! AHHHHHH

-¡NOOOO...  hijo de puta!

-¡AHHHHHHH! ¡AHHHHHHHHHHHHHHH AHHH UFFFF! Uhh uhhh...

-¡Hijo de puta! ¡hijo de puta!

-Dios Santo... ¡Qué polvo! uffffff...

-¡Cabrón! ¡Te pedí que no lo hagas...! ¡Salte de mí ahora mismo!

-Como guste, señora.... ahhh... sí... me ha dejado los huevos secos...

-¡Pero no a mí, amigo! ¡Hazte a un lado, Luis! ¡A ver que le parece mi picha ahora! ¡TOMA!

-¡AY! ¡AH AHHHHHHHHH AHHHHH!

-¡Qué tienes para decir ahora, zorra bocona! AHH AH AH AH ¡Ya te he llenado el buche y hora...! Ahora... ahora...

-¡NO! ¡NO! ¡NOOOOO! HIJO de…

-AH AH AH ¡TOMA! AHHHHHH... AHHHHHHHHHHHH... ufffff...

-¡Miguel! ¡Coño! ¡Has durado menos que un flato en una cesta de mimbre! ¡Quítate de encima que vas a aplastarla!

-¡Oficial Luis Abelardo! ¡Oficial Miguel Barrios!

-Sí, señor Gerente.

-Sí, señor Gerente.

-Quiero que se retiren de mi despacho inmediatamente. Y que traten el tema con la debida discreción y respeto que se merece la dama que acaban de follarse. ¿De acuerdo?

-De acuerdo, señor Gerente.

 ¡PLUM!  (Se cierra la puerta del despacho)

 SILENCIO

-La verdad es que ha dado muestra de ser una mujer con agallas, señora Lezcano. Y muy ambiciosa, por cierto... está a punto de ganarse su plazo... ¡No, no! No se incorpore aun... Déjeme apreciar el maravilloso espectáculo que ofrece en esa posición, con su coño irritado y las bragas de quinientos euros por goteando esperma...

-Ya..., señor Duarte...  me lo he ganado. Ya no puedo…

-¿Sabes una cosa? Esto debería terminar aquí… Pero ha surgido un imprevisto… ¡Ha logrado ponérmela dura como una roca, señora Lezcano! De manera que... si usted lo conciente, claro... voy a follármela ahora mismo, tal como está. Como premio le otorgaré el plazo original que me ha pedido... sin las bajas por sanciones, es decir: ¡seis meses más de gracia para su marido! ¿Qué me dice? ¿Le queda algo de fuerza para continuar; o algo de dignidad para retirarse?

-...adelante, Duarte.... quítese las ganas...

-Es que primero necesito su consentimiento, señora Lezcano.

-No sea perverso, anciano. Me ha hecho follar por dos infrahumanos frente a sus narices... Me tiene tumbada sobre su escritorio... hecha.... hecha un asco... ¿Cuánto más va a humillarme? Ya le he dicho que haga lo que tiene que hacer y acabemos con esto...

-¿Por qué siempre le ha negado semejante tesoro a su marido, señora Lezcano?

-¿De que coños habla?

-Oscar me lo ha contado en numerosas oportunidades... A él le agradaba hablar de sus intimidades... Lo hacía muy a menudo ¿Lo sabía?

-¿A dónde quiere llegar, Duarte?

-Mil veces me ha dicho que usted es una mujer muy generosa en lo referente al sexo... salvo en un aspecto, señora Lezcano… en un pequeño, redondo, cerrado y rugosos aspecto…

-¡Quítese esa sucia idea de la cabeza, Duarte!

-No puedo, señora Lezcano. Y mucho menos apreciándola como lo estoy  haciendo ahora, desde aquí atrás.

-No me pida eso, Duarte.... Por favor, no lo haga... Por favor…

-¡Le dije que odio los melodramas, señora Lezcano! ¡Seis meses de plazo por su culo, o nada! ¡Así están las cosas!

-¡Lo odio, viejo asqueroso! ¡HIJO DE PUTA!

-Quiero lo que él nunca ha tenido de usted, señora Lezcano. Ese es el punto ¿Comprende? De todas formas la entiendo si el miedo al dolor de ser sodomizada es más fuerte que su temor por la pérdida de su estatus social...

-¡Viejo, cabrón, malparido! ¡NO LE TENGO MIEDO! ¡Deme por el culo si ese es el precio que debo pagar! ¡Adelante! ¡Seguiré siendo una dama de clase a cualquier precio!

-Buena decisión, señora Lezcano... Ahora permítame que trabaje su entrada con los dedos para preparar la zona... Quizá hasta lo disfrute... ya verá…

-....snif...snif....

-¡Basta de lloriqueos! ¡No se comporte como una chiquilla! Y trate de relajarse.

SILENCIO

-Está muy ceñido... ¡Pero se asombrará de la elasticidad con la que responden ciertos músculos..! Se lo estoy lubricando con saliva.... eeeso es...

-¡AY!

-Ya tiene el dedo mayor dentro... ¿Qué siente, señora Lezcano?

-Asco.

-Ya se acostumbrará... ¡Bueno! ¡Basta de preparativos! Si no le molesta voy a ponerme un condón... Tenía uno reservado. No es que piense dejarla preñada, como se imaginará... Sólo que no me fío de estos tíos de seguridad, los infrahumanos, como usted los llama... Van de burdel en burdel... Siempre hay que tomar recaudos.

 SILENCIO

-¡Listo! ¿Está preparada para recibirme por detrás, señora Lezcano? Piense que esto puede ayudarla a satisfacer el deseo de su marido en el futuro. Aquí voy...

-aaaaaaaaAAAAAAHHHHHHHH ¡AAAAAAAAAAAAAH!

-Uf... Uf... Uf... ! Voy entrando... voy entrando....

 -¡QUEMA! ¡QUEMA! ¡QUÍTEMELA! AAAAH AAAAAAH

-Ya falta poco... ¡Uf! Un poco más...

-¡AY! ¡AY! ¡AY! ¡AY! ¡DUELE! ¡AY! ¡AY! ¡AY!

-¡Toda....! ufffffff....

-¡AHHHHH AHHHHHH AHAHAH...!.

-No sabe lo bien que se siente tener toda la polla en el culo virgen de la esposa del señor Omar Lezcano. Ni se imagina.

-¡Uuuh! ¡Uuuh! ¡Uuuuh...! No ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡Por Favor... no se mueva! ¡Me voy a morir de dolor! ¡POR FAVOR...!

-Ahh Ahhh Ahhh

-Por... ¡ah ah..!. favor... ¡ay! ¡ay..!.

-¿Lo ve? Ufff Uff Todo se va ajustando... Ahh Tiene un culo de colección, señora.

-¡Ahhh! ¡AH! ¡AH! ¡Despacio! ¡uhh uhh uh uh!

-Sólo falta una cosa…. Ufff… Una cosa más y terminamos, y usted… ufff… tendrá lo que ha venido a buscar.

-ah ah ah ah…solo me quedan fuerzas para respirar...

-Quiero que tome su celular, coloque el altavoz y se comunique con su marido... ah ah ah…con cualquier excusa... ah ah… pero quiero escuchar su voz antes de correrme... ah ah… quiero escucharlo mientras tenga toda la polla hundida en el fondo del culo de su mujer.... Ah Ah Ah…Usted me entiende… ¿Verdad, señora Lezcano?

 

18:55 – Mercedes Benz convertible del Sr. Omar Lezcano.

(Suena una dulce melodía en el móvil del Sr. Omar Lezcano)

-¡Hola! ¡Jime, mi amor! Has tenido el móvil apagado todo el día. He intentado llamarte... ¿Dónde estás?

SILENCIO

-¿Hola? ¿Jime?

-....hola.

-¿Mi amor?

-....si, si... ¡me duele!

-¿Te encuentras bien?

-..si, si... es la... estoy con... con jaquecas..

-¡No te imaginas de dónde vengo!

-...ahora no...ah.. en… en casa...

-¡Escucha! Estaba desesperado y lo llamé a Rizzo. Le dije que me habían ofrecido algo y que tendría que responder hoy mismo. ¿Sabes que me dijo?

-Ah...uf... uf... ¡No!

-¡Que ni se me ocurra! ¡Que vaya inmediatamente a su oficina a firmar!

-....¿queee..?

-Lo que escuchaste: ¡Me hicieron contrato, Jime! ¿Y sabes qué? ¡Por el doble de dinero! ¡Vengo de allí... vengo de firmar! ¡A la mierda con el Directorio y con el viejo Duarte! ¡Amor! ¡Vamos a festejar esta misma noche! ¡Así que elige un buen regalo, de los caros, como a ti te gustan! ¿Qué me dices? Ya no hay nada que temer, cielo...

SILENCIO

 

-¿Jime? ¿Estás ahí?

(9,70)