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Historia en capítulos 11 Reencuentro

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Al fin hay noticias muy esperadas, el portero nos dice que ha llegado el personal de servicio a preparar la casa y que la familia de Carlos llegará el día siguiente, bajamos hasta la playa y voy pensado, dando vueltas en mi cabeza a un plan para neutralizar las intenciones del entrenador de Raúl, le comento mis ideas y en principio le parecen bien, pero opina que acarrea ciertos riesgos, lo que bulle en mi cabeza necesita al menos la colaboración de tres personas, lo tendremos que hablar con Carlos, en la playa hay algunos chavales conocidos y jugamos un rato con ellos zanganeando y dando paseos o sentados en el murete del Paseo viendo pasar el tiempo.

Cuando volvemos hacía nuestras casas Raúl quiere quedarse en la mía pero antes subimos a la suya para pedir permiso, Raúl es hijo único y a su mamá le da más confianza ver con quien está su hijo aunque nos conocemos casi de siempre, llamo a Águeda porque la mamá de Raúl desea que cenemos con ella, su papá tiene algún compromiso, mientras prepara algo de cena Raúl me lleva a su habitación para  escuchar música y estar un rato tirados en la cama viendo TV ya que tiene una pequeña instalada allí.

Doy muchas vueltas a mi idea del Club de Remo y analizamos los detalles descartando algunas posibles situaciones, a Raúl cada vez le parece más plausible que salga bien, habrá que emplear cierto tiempo para preparar el escenario, en algunos momentos Raúl me mira anhelante, parece estar loco por tenerme para él de nuevo y se le ve encantado por la atención que presto a su problema.

Cenamos con su mamá, mirándola en detalle entiendo de donde ha sacado Raúl su belleza que a veces ofende, se parece muchísimo a ella y por su trato se nota que se adoran, no cenamos mucho pero todo está delicioso y se lo agradezco, sugiere que podíamos dormir en su casa pero…, la situación de policía-vigilancia no es la misma en casa de Raúl que en la mía, Águeda no se mete en nada de lo que hagamos si no causamos problemas, María está en sus cosas y ya no usa siquiera el baño que antes compartíamos, ahora ve que mis amigos lo utilizan como si fuera propio, le agrada ver a mis amigos en casa, Raúl le gusta un montón, así por lo menos tiene ratos de entretenimiento, o sea que preferimos mi casa, después de un rato de estar con su mamá partimos, ella se da cuenta de que Raúl se encuentra contento conmigo a pesar del problema que tuvimos.

Antes de ir a dormir jugamos un ratito con María, Águeda duerme estos días en casa, al fin vamos a nuestros dormitorios jugando por el pasillo con María, Raúl se lanza a mi cuello besándome apasionado, le dejo hacer porque es imposible negarle algo a un ser semejante, todo en él es tan…, tan perfecto, se diría que tiene hasta sus cejas arregladas con esos trazos rectos donde no hay un pelo fuera de su lugar.

No quiere salir del abrigo de mis brazos pero poco a poco voy retirando su ropa para ir a la cama, cuando lo tengo enteramente desnudo acaricio cada rincón de su cuerpo, retiro también mi ropa, y lo empujo hacia la cama, ahora tiene confianza, se me sube encima con un pierna a cada lado de mi cuerpo como si montara un caballo, no resisto la tentación de pasar mis manos por sus muslos y piernas acariciando sus rubios vellitos.

Está tan deseoso de descubrir nuevos mundos, no hay rincón que no huela, no hay rincón que no chupe, lo veo y le dejo hacer con mis manos paradas, es su momento y tengo que contener mis ansias de apretarlo de estrujarlo de engullirlo.

Quizá sería repetitivo describir nuevamente  los placeres que nos proporcionamos, tiene su culito rojo y lacerado y con el bálsamo de mi lengua alivio el escozor lamiendo su rojez.

Mete al fin su verga en mi interior y siento escalofríos de placer, me folla deliciosamente, aguanta hasta conseguir que mane el placer en largos chorros de semen, se viene en mi interior llenando mi recto de su leche, empujo con mi cuerpo para que se hinque más si puede ser, moja sus labios con el semen que tengo depositado en el ombligo y viene a mi boca a besarla.

-Raúl…

-Si…, dime.

-Que…, me has follado como solo lo saben hacer los ángeles, creo. –ríe mientras me besa.

-Joder… ¿y ya lo has hecho con los del cielo? –ahora reímos los dos.

-Que no tonto…, que lo digo porque el ángel eres tú.

-Estoy contento de que te haya gustado y oye yo tengo el culo que me escuece bastante.

-¿No te lo ha calmado la chupadita que te he dado?

-Oye que es la primera vez y a pesar de escocerme no me importaría que me la volvieras a meter y tenerte dentro.

-Te estás enviciando hay que dejar algo para otro día.

-Nunca pensé que esto fuera tan bueno.

-¿A qué te refieres?

-A todo…, me gusta todo y no voy a dejar de follar contigo en mi vida, me gusta cuando me la mamas y la metes tan profunda y luego cuando la envuelves en mi leche con tu lengüita.

-Voy al baño a por una crema para tu culito y a mear.

-Vale yo te espero preparándote el terreno.

Cuando regreso está con su culito en pompa, apoyado en tres puntos, su cara y sus rodillas porque sus manos las tiene ocupadas en abrir sus pompas todo lo que puede.

-Oye y antes de la crema una lamidita de esas que das tú. –río contundente.

-Mira que eres golfo y vicioso,

Primero  meto sus huevos en mi boca y se los estrujo con la lengua.

-Ay…, si…, si…, que está riquísimo. –boquea mimoso poniendo morritos.

Ahora me centro en el diafragma de su culito y cuando lo toco con la punta de la lengua empieza a abrirse y cerrarse.

-Me vueles loco con tu lengua Álvaro.

-Jolín…, es que tienes los culos tan juntos, ábretelos un poco más para que pueda meter mi cabeza, que no tengo 30 centímetros de lengua.

-¡¡¡Así…, así…, huy!!!, como la siento de bien, pero si me pajeas me voy a volver a correr.

No ha aguantado mucho cuando metía como un centímetro de mi lengua para jugar dentro de él ha cerrado su esfínter atrapándome y se ha corrido follando mi mano y el aire con fuertes golpes, he seguido un ratito besando y lamiendo su culete antes de aplicarle la pomada metiéndola en su recto con mis dedos.

-Bueno pues ahora, tranquilo hasta que esto vaya poniéndose bien y sin hacer esfuerzos.

-No voy al WC desde ayer a hacer mis necesidades, me da miedo sentarme en el inodoro.

-Pues no es tan grave quejica, pero si quieres y necesitas te puedo aplicar un enema para suavizarlo.

-Ay…, que dolor, que guardo un mal recuerdo de alguna otra vez.

-Pues mi dedo y no digamos mi verga son bastante peores no…

-Pero es diferente.

-Como tú quieres y cuando tú quieras. Ahora vamos a dormir un poco si te apetece porque repetir lo de anoche y no dormir sería demasiado.

-No me importa. –hace mimitos con sus labios que no tengo más remedio que besar.

-Me provocas mucho Raúl y un día te voy a morder.

Tumbados con la luz apagada y la única luz la de la luna que brilla blanca como la leche entrando por la ventana, descansamos mirándonos de frente.

-Álvaro…, te quiero, te quiero y…, te estoy muy agradecido de que hayas compartido esto conmigo.

-Cállate Raúl…, y ven aquí anda que hace frio y quiero abrazarte.

A la mañana vuelven a reproducirse los suaves golpes en la puerta pero esta vez.

-Niños voy a entrar.

No he tenido tiempo de contestar cuando Águeda ha hecho su aparición.

-Ha llamado tu tía Álvaro, están a punto de llegar, os tenéis que preparar y dejarme la habitación para limpiarla o sea que ya estáis camino de la ducha.

Como hemos dormido, como nuestras mamás nos trajeron al mundo, nos hemos encaminado al baño ante la impasible mirada de Águeda.

Mientras me lavo la boca, Raúl ha ido al departamento del WC, acabo de lavarme y aparece con cara sería.

-Tengo dolor Al, no me atrevo a hacer esfuerzo.

-Vale…, espera un momento.

Extiendo una toalla en el suelo.

-Túmbate en la toalla y ponte de costado.

Rebusco en el armario del baño hasta encontrar una perita de goma, no muy grande, creo que lleva años ahí y alguna vez la tía la ha tenido que usar conmigo o con María, dejo que salga agua caliente del grifo en el lavabo y pruebo que este tibia, lleno la perita y voy hacía Raúl.

-¿Qué va a hacer Álvaro, qué crees que vas a hacer? –intenta levantarse pero ya estoy sentado a horcajadas encima de él.

-No voy a hacer nada más que ponerte una irrigación para que te sea leve, nada más querido miedoso.

-¡Jolín!, pero va a doler mucho.

-Raúl déjame hacer, no te va a doler nada…, nada…, nada, venga levanta está pierna.

Coloco con mi dedo un poco de crema en la entrada de su culo y apoyo la punta de la perita que poco a poco va entrando.

-¿Mucho dolor…, ehh?

-No…, bueno no guardo este recuerdo, mamá me las hacía pasar fatal.

-Bien ya está dentro, ahora voy a proyectar el agua en tu recto y lo que tienes que hacer es retenerlo, no hagas fuerzas para expulsarlo y no me pongas perdido, vale…

-Bueno ya está…, creo que es mejor que te meta otra porque es pequeña y contiene poco agua.

-Joder…, ahora sí que va a doler.

-Raúl va a ser lo mismo, no te va a doler pero te va a apretar un poco en la tripita y vas a querer ir al WC, tienes que aguantar todo lo que puedas.

Raúl ya tiene su ración de agua y ahora esperar unos minutos a que haga su efecto.

-Uff…, esto es muy molesto, tengo que ir al WC, no puedo aguantar más, uff…, uff…

-¿Bien procura hacer fuerzas moderadas para que vaya saliendo poco a poco vale?

Estoy esperando a que Raúl termine, oigo el agua como lo expulsa a presión y sonrío tierno, al cabo de un momento aparece.

-¿Y…, bien?

-Sí, pero me sigue molestando un poco, vale ha ido bien…, ¿quién te ha enseñado esto?...

-Recuerda Raúl mi tía es médico, ¿de algo te tiene que servir el tenerla no?, venga lávate la boca y vamos a la ducha que Águeda estará esperando.

Nos hemos duchado dándonos el champú y el gel el uno al otro y sobando nuestros cuerpos pero nada más aunque hemos quedado muy…, muy calientes, luego he vuelto a aplicar la pomada en el culo y recto de Raúl, me empieza a gustar este jueguecito de médicos.

Estamos a punto de acabar el desayudo cuando llegan los tíos, besos y abrazos muchos, ya han dejado la casa en manos de Antonio y como la tía tiene aún vacaciones vienen a buscar a María para llevársela.

El resto del día va pasado, lento y rápido, bajamos a la playa pero regresamos antes de transcurrir dos horas, La mamá de Raúl nos da la comida, Águeda puede estar tranquila aunque tenga muchas sábanas que cambiar.

El tiempo pasa con una lentitud que agobia, vamos hasta la casa de Sergio que aún no ha llegado, volvemos y ya sin ganas de hablar nos sentamos en silencio en un banco, estamos los dos inquietos y, jolín…, que lo esté yo vale pero es que hasta Raúl parece tocado de los nervios.

-Mira Álvaro, ese coche que llega parece el de Carlos. –en efecto, el coche de la familia de Carlos llega y estaciona a unos metros del portal como a veinte metros de donde nos encontramos Raúl y yo.

Van saliendo sus papás y sus hermanos, parece que él se queda para el salir el último, todos nos han visto allí de pie esperando y uno de sus hermanos mete la cabeza en el vehículo para ponerle en antecedentes.

Al fin…, albricias…, aparece Carlos que lo primero que hace es estirarse, nos ve y sonríe con su sonrisa Profidén, a veinte metros puedo verle la campanilla, trae unos pantalones cortos que enseñan sus fuertes piernas cubiertas por ese vello finito y negro, como no, los pantalones los trae caídos y se apresura a subirlos exageradamente, su polo blanco flota al viento que sube del mar por la cuesta, se encamina hacia nosotros a grandes zancadas mientras sus padre le reclaman que vuelva, llega y se lanza en mis brazos para darme un leve beso en los labios, pasados unos segundos imprevisiblemente abraza a Raúl y le besa también en los labios en un beso que es un roce.

Estoy segurísimo que sus papás y sus hermanos lo han visto, seguro…, seguro aunque ahora miren las maletas que van descargando.

-Voy a ayudar a subir las maletas o me van a matar, vuelvo enseguida esperadme aquí…

Volvemos a quedarnos en silencio, doy vueltas en mi cabeza al cambio que se va produciendo en Carlos, en lo físico pues más moreno, la piel de las piernas ya no tienen tanto contraste con su moreno vello, y creo que de cuerpo ha cogido algo de volumen, pero es en el aspecto relacional y afectivo donde me ha dejado intrigado, abraza y besa en los labios a Raúl, dónde queda aquel chico de hace ocho o nueve meses que bajaba su cabeza avergonzado de todo y era incapaz de mirarte a los ojos, como si hubieran transcurrido años y su proceder hubiera madurado y asentado ya decididamente.

-Oye…, Álvaro discúlpame pero he recordado que tengo que hacer unas cosas y me voy, nos veremos mañana para ir a la playa, te llamo.

No me ha dado tiempo a reaccionar y en un momento ha cruzado la calle y sube hacía su casa con pasos rápidos y sin mirar atrás.

-Llámame pronto para recoger a Carlos también.

Poco después vuelve Carlos que se queda mirándome como observando.

-Estás riquísimo Al y…, ¿dónde ha ido Raúl?

-Dice que tiene cosas pendientes para hacer, recados.

-Ya…, para dejarnos solos y lo vamos a aprovechar, primero para hablar y luego comerte a besos tu linda carita y…, luego lo que haya.

Me coge de la mano y bajamos hacia la playa o el Paseo Marítimo, de vez en cuando tira de mi mano para que trastabille y golpee mi cuerpo con el suyo, en la playa buscamos un extremo poco frecuentado, ahora es tarde y ya hay menos gente, nos quitamos los mocasines y nos tumbamos a la orilla del agua que está muy tranquila, Carlos está con los codos en la arena y mira con curiosidad mi cara, yo miro sus ojos y no veo el fondo en ese pozo negro.

-Te he echado en falta Al, te he necesitado tantas veces. –mientras habla va besando suavemente mi cara, acercando y alejando su rostro.

-Tengo que decirte una cosa Al, una cosa importante creo.  –desvía sus ojos y mira al mar.

-Yo también tengo que decirte cosas, bueno peor, yo tengo que hacerte urgentes confesiones y tengo algo de miedo.

Yo no miro al mar, cojo su cara para mirarle fijamente a los ojos.

-Quizá no te guste lo que voy a confesarte.

-Tú primero. –decimos al unísono y, menos mal, nos reímos, él me salpica levemente con su saliva.

-He estado con un chico estas vacaciones, bueno con un primo.

-¿Tú…, tú has estado con un chico? –debe ver una gran confusión en mi mirada porque baja la vista para buscar algo en la arena.

-Sí…, bueno te contaré, pero se dio, hubo circunstancias…, no se…, te lo contaré y lo entenderás.

-Carlos…, a ver, levanta la vista coño, tu no me tienes que explicar nada, si has estado con un chico habrás tenido tus razones y no necesitas justificar nada a nadie.

-No sé, parece que te lo has tomado antes…, como mal.

-Me ha parecido raro, pero nada más.

-Y me seguirás querido igual sabiendo esto.

-Más Carlos…, más, tu sinceridad merece un plus de cariño, yo te quiero mucho Carlos y te sigo queriendo.

A Carlos se le escapan dos lágrimas que recojo con mis dedos y me llevo a los labios.

-Ahora me vas a escuchar a mí, lo mío es más grave, por lo menos para mí.

-Pero tú tampoco tienes que contarme nada.

-SÍ…, por un lado quiero que lo sepas y por otro necesito que lo conozcas porque voy a necesitar tu ayuda.

Primero empecé por lo de mis hermanos.

-¿Tus hermanos? –había olvidado que Carlos no sabía de la existencia de mis hermanos, ni ninguno de mis amigos, casi ni yo sabía de ellos hasta hace poco.

Tuve que contarle toda la historia y Carlos lloró, lloró por mí y quizás lloró por él.

-Pero fueron unos salvajes, podían haberte hasta matado, son malos.

-Bueno mi tío dice que son buenos chicos pero que les han llenado el corazón de odio.

-¿Y tú ahora como estás, como te sientes tú? –mientras lloraba y bebía sus lágrimas que caían en mi cara.

-El cuerpo sano ya lo ves, por las noches aún tengo pesadillas y aunque creo lo que dice mi tío no me siento con fuerzas para perdonarlos, tampoco me lo han pedido y espero que no se presente la ocasión de que lo hagan.

Segundo le conté lo de Alonso.

No voy a volver a repetir lo de que Carlos lloró porque paraba y empezaba otra vez sin parar durante dos horas.

-¿Alonso te tiene que amar mucho verdad?, y sabía desde un principio que le necesitabas y que lo usabas, no te dejó pedirle perdón. Que chico maravilloso y noble, si alguna vez le conozco le voy a dar un beso y un abrazo muy fuertes por saber cuidarte cuando yo no estaba.

-Sí…, de verdad es maravilloso, se que si lo conocieras te iba a gustar un montón e ibais a ser buenos amigos.

Por último le conté lo de Raúl.

-Pobre Raúl…, pues vaya…, encima de los golpes que tú le diste luego su papá lo castiga de esa manera, y el entrenador, oye hay que buscar una fórmula para que lo deje tranquilo y no se meta con él. Y bueno ahora me darás la razón, te dije que Raúl estaba enamorado de ti y…, acerté.

-Yo pienso que no has acertado aunque tú y hasta él lo crea, yo veo más bien que, como todos nosotros, en esta edad estamos muy necesitados de afecto, afecto próximo y desfogar la libido, muestras de cariño de los seres más próximos, no se algo así, el amor…, bueno que igual me equivoco. Fíjate que incluso me dijo, no sé si en broma, si yo creía que querrías estar con él algún día.

-¡Jolín Raúl!…, pues no se corta ahora ¿ehh?, y tú que le dijiste.

-Ya debías saber mi respuesta, pues que eso eres tú el que decide, yo no voy a influir en nada con nadie en estos temas, y bueno ya te he contado lo que tengo en mi cabeza para procurarnos seguridad ante el entrenador, ¿a ti que te parece?

-En principio creo que no es una idea para nada descabellada, pero hay que estudiarla en detalle y veo que muy rápido porque la tenemos que tener cerrada, y si es posible ejecutarla con éxito, antes de que empiecen las clases, o sea que quedan pocos días.

-Bien y…, te tengo que hacer otra pregunta: ¿Ahora que sabes todo lo mío tú me sigues queriendo o tu forma de sentir hacía mí ha cambiado?

-Si es un imposible no quererte Álvaro, tienes tus cosas pero eres…, eres…, el hijo que un día me gustaría tener también a mí.

Reímos los dos y Carlos enlaza un beso eterno, suave y dulce que sirve de bálsamo a mis heridas, a las de él, para que nuestras almas se reconforten, también la suave marea lame nuestros pies descalzos y nos recuerda que debemos emprender el camino de vuelta.

Sin prisas subimos la cuesta jugando y ya tranquilos después de nuestras confidencias, ya no hay secretos que enturbien nuestra vida, solamente quedan las ganas inmensas que, por lo menos yo, tengo de él, le pido a Carlos que vayamos a mi casa, se muestra renuente, le parece que no lo iban a aprobar en la suya, entonces hago una locura, corremos hasta la entrada del garaje de mi casa y bajamos por la rampa de acceso, afortunadamente tengo también la llave de nuestro garaje, abro la puerta, ¡bingo!, tanto el Mercedes de papá como el Alfa de mamá están allí y estaban abiertos, pasamos al asiento posterior del Mercedes que tiene más espacio, estoy un poco histérico y sin preámbulos meto mi mano por la pernera de su pantalón para llegar a su verga, está un poco tiesa y muy caliente, jolín ya no la recordaba.

-Espera Álvaro, vamos a quitarnos la ropa anda.

-Por favor Carlos déjame un momentito que la toque y la bese.

-Si es que no la vas a poder sacar así, espera..., espera, yo también tengo ganas.

Le ayudo a quitarse la ropa y él me ayuda a mí, bueno él me la retira del cuerpo porque en cuanto he visto la negra hermosura me he puesto a bucear en su bosque para llenar de aromas primaverales mis fosas nasales, la meto en la boca mientras trata de retirar mis pantalones y slip, no sé ni cómo lo consigue y los equilibrios que tiene que hacer.

Me tranquilizo un poco después de impregnarme de su olor y comprobar que sus sabores no han cambiado y sentados en el frio cuero del asiento nos abrazamos sin sentirlo, nuestros cuerpos transmiten el calor necesario.

-Te quiero Carlos…, te quiero…, tengo que ser tuyo…, te quiero…, te quiero.

Repito lo mismo como si fuera una letanía, un mantra, pero auténtico, de verdad así lo siento y entre jaculatoria y jaculatoria un beso, donde caigan mis labios ávidos por probar su piel, muerdo su labio inferior y creo que le hago daño, un leve quejido se le escapa pero me lo permite todo hasta mi ilógica brutalidad, me acaricia como el amo a su perro, loco y eufórico de alegría por su repentina aparición después de un tiempo de ausencia.

Prendo mi boca en la suya ahora con suavidad para saborear su cálido aliento y repaso con mis manos su cuerpo, su escuálido pecho, sus casi inexistentes tetillas, su verga inmensa, sus huevos calientes allí abajo como un brasero, sus fuertes piernas cubiertas de vello sedoso.

-Carlos…, quiero que me la metas ya o me va a dar algo.

-Espera…, así te puedo hacer daño, ponte de rodillas en el asiento, déjame que yo también te haga alguna caricia, déjame hacer a mí.

Me coloco como me pide, él también se pone de rodillas en el asiento y abro mis piernas para permitirle un mejor acceso y que su boca se apodere de la trinchera para reducir al enemigo, lame, chupa, toca y de vez en cuando suspira, aunque hay poca luz, la que entra por las ventanillas de una lámpara en el alto techo del garaje, veo como mana de su verga el flujo preseminal, abundante como siempre, pienso que hay algo interior que le masajea la próstata y también pienso, sin sentido, en cómo está poniendo el asiento del coche.

Cuando, al cabo de un buen rato, dice que estoy preparado y debe ser cierto porque noto el aire entrando por mi culo, tan abierto lo tengo, salgo de esa posición, recojo su flujo, lo que puedo para llevarlo a mis labios y Carlos se sienta, tiene su verga al máximo por la excitación y no puedo evitar chuparle la puntita y hacer un barrido con mi lengua antes de ponerme en cuclillas, mis piernas abiertas abrazando las suyas y con mi mano voy dirigiendo su polla al encuentro de mi entrada, como siempre la cabecita entra con facilidad hasta encontrar la parte más gruesa y ahora me entretengo disfrutando del placer y del ligero dolor que me produce la extrema tirantez de mi esfínter, una vez todo el instrumento de tortura y placer en mi interior, sentado en la blandura cálida de sus huevos bajo la cabeza para besarle y acariciar su cara.

-Es divino Carlos, que lleno estoy de ti, qué suerte ha tenido el marica de tu primo este verano.

Primero sonríe y luego ríe abiertamente, si no hubiera sido por la posición que mantenemos se le hubiera salido la verga pero era imposible, yo no iba a permitir.

-Eres la leche Álvaro, hasta en estos momento se te tiene que ocurrir una gracia, venga muévete poco a poco que yo estoy muy a gusto pero necesito sentirte.

Y le obedezco y subo y bajo, primero despacio que con la parte gruesa hay que tener cuidado hasta que mi culo se va acostumbrando y luego más rápido, antes el cuero del asiento estaba frío, ahora nos transmite un calor sofocante que nos hace sudar, el mareante olor a sexo y cuero de la tapicería lo envuelve todo, flexo mis rodillas hincándome a veces toda la verga que hurga en mi profundidad dándome escalofríos de placer hasta que el clímax se acerca y Carlos impaciente se proyecta a mi encuentro de bajada en su deseo irrefrenable de llegar al final.

Me sujeta fuertemente de los hombros y se convulsiona proyectando chorros de esperma en mi interior, esa presión que ejerce acaba por lograr que yo a mi vez me encoja recogiendo mis piernas y dejando caer mi cuerpo al encuentro pleno con su verga para que salen de mi interior los chorros de esencias orientales que bañan nuestros pechos con su calidez.

Ha sido sublime y como la postura lo permite mantenemos nuestros cuerpos abrazados durante largo rato, pegados el uno al otro como un sello a su sobre, la verga de Carlos va perdiendo rigidez poco a poco y se va escurriendo de mi culo acompañada por parte de sus flujos, cuando sale del todo cierro fuertemente mis esfínteres para evitar en lo posible embarrar más la tapicería, hay pañuelitos de papel en la bandeja trasera y nos limpiamos como podemos, mal claro está, salimos del coche para vestirnos en el garaje que es más fácil y recogemos los fluidos que han caído de nosotros, tendré que bajar con un paño húmedo para limpiar mejor, no faltan los abrazos porque nos cuesta la separación y hacemos el recorrido inverso para salir del garaje.

-No te acompaño a tu casa, voy a buscar un trapo húmedo a casa para recoger el semen que has dejado tirado en la tapicería, joder…, como papá sepa para lo que sirve su coche.

Reímos ambos y con la risa se me abre el culo y deja fluir parte del semen de Carlos.

-Jolín…, jolín…, me estoy poniendo perdido, jolín…, esto no se puede hacer fuera de casa, dame un beso y vete.

Carlos me da un beso muy apretado y parte corriendo calle abajo riendo, como premio espero le caiga alguna castaña que, ahora repiquetean al caer sobre los coches aparcados, y le haga un chichón.

Subo a casa, noto como la humedad en el culo de mi pantalón se extiende, cuando entro en casa y me dirijo a la cocina Águeda me mira curiosa.

-Necesito un trapo húmedo Águeda, por favor. –Águeda me tiende el paño-.

-Oye tus papás acaban de llegar, están en el salón con tus tíos y hoy hay cena familiar me han dicho.

Joder…, joder…, joder…, acaban de llegar, menos mal que fueron en avión, mira que si llegan a bajar al garaje, vuelvo raudo al coche pero ahora directamente usando el ascensor, entro en nuestro garaje y paso el paño por la tapicería limpiando las huellas del delito, huele a sexo un montón y decido dejar abiertas las ventanillas, papá creerá que olvidó cerrarlas y vuelvo corriendo.

Mala suerte, por el pasillo que hay entre garajes viene el portero de la finca.

-Buenas noches Álvaro, han llegado sus papás.

-Si he bajado a buscar algo al garaje y ya me voy.

-Perdone pero lleva mojado el pantalón. –me señala la culera.

-No se preocupe, acabo de venir de la playa y me he sentado en la arena húmeda.

-Bien…, que tenga buena noche.

Qué bien miento, ya me sale de lo más natural, cuando llego a casa vuelvo a la cocina y me paro justo en la entrada, está ocupada, papá y el tío están de pié con una copa de vino en la mano, mamá y la tía están sentadas y hablan los cuatro animadamente, Águeda sacando cosas del frigorífico, notan mi presencia.

-Pasa…, pasa…, Álvaro.

-Ahora mismo vuelvo que vengo de la playa y tengo que ir al baño.

Reculo varios pasos para que no vean mi trasero y voy corriendo a mi baño, me quito la ropa y me siento en el WC, joder…, que me ha metido Carlos, no deja de salir su leche, estoy asqueroso y me meto en la ducha, ahhh, agua purificadora.

Duchado, vestido, repeinado hago esfuerzos para comprobar que no va a haber alguna sorpresa desagradable y me encamino a la cocina, en el pasillo encuentro a María, la abrazo y la empujo.

-Hoy hay cena de familia nena, nos vamos a divertir.

-Lo sé, voy al comedor ya están todos allí.

-Ve, yo voy a dejar la ropa sucia en la máquina.

En la cocina está Águeda, le entrego la ropa para que la meta en la máquina de lavar y…, joder…, huele la ropa, pero quien le manda olerla, me mira y me pongo rojo.

-Bueno ve al comedor que voy a llevar la cena, anda…, anda…

-Buenas noches a todos, perdonar pero antes necesitaba ir al baño. -digo al entrar.

Voy besando a cada uno de ellos y a María que ya está sentadita y tomo asiendo a su lado.

-¿Ha sido bueno el viaje?

-Si…, si y además hemos tenido suerte con el vuelo.

Águeda trae unas bandejas y la tía se levanta a ayudarla, mamá no, mamá sigue en la charla con papá y el tío, una vez colocadas las bandejas Águeda se sienta en el extremo de la larga mesa, me parece extraño ya que no suele cenar con nosotros salvo en las fiestas.

-Bien…, bueno, esto va destinado a vosotros. –papá nos señala a María y a mí.

-El tema es que por asuntos de trabajo mamá y yo tenemos que residir varios días de la semana en la capital y habíamos pensado en abrir una casa allí, pero bueno hemos hablado y llegado a la conclusión de que nosotros nos trasladaremos y vosotros permaneceréis aquí.

Primero el miedo cuando oigo hablar de abrir casa en la capital, luego alivio al oír que con nosotros no va el asunto, pero sí, algo si nos afecta.

-¿Entonces no nos cambiaremos de casa? –pregunta María.

-Sí, eso además con urgencia, hay que hacer el cambio antes de que empiece el curso y concertar el traslado en los autobuses que os correspondan. Como nosotros estaremos fuera hemos acordado que Luis se va a encargar de todo el tema de vuestros estudios y la tía llevará los asuntos de casa con la ayuda de Águeda.

-¿Y los tíos vendrán a vivir con nosotros a la nueva casa? –pregunto yo.

-En principio no hace falta a no ser que los tío vean esa necesidad, allí van a disponer de su habitación y lo harán cuando lo crean oportuno. Bueno ya iremos hablando más adelante pero tenéis que ir recogiendo vuestras cosas personales y meterlas en cajas que os traerán, el cambio se producirá en siete días si no hay inconvenientes.

Algo me hizo recordar la nueva cercanía al Náutico.

-Papá, ¿tenemos nosotros carnets para entrar en el Club Náutico?, es que ahora que vamos a vivir a cinco minutos y como tengo algunos amigos del colegio que practican allí algún deporte, igual algún día podíamos ir María y yo.

-Deberías de tener pero eso está de la mano de Luis, ¿no es así?

-Pues sí y deben estar en tu despacho ahora pueden estar vigentes o haber prescrito, en todo caso sería renovarlos con una nueva foto, o sea que no hay problema, los buscaré.

Nosotros hemos oído todo lo que puede ser interesante para nosotros y doy con mi pierna en la de María y le hago señas de que debemos marchar.

-Papá, ¿podemos retirarnos a ver un poco la TV?, ya no vamos a cenar más.

-Si…, si, vale nosotros tenemos que seguir hablando.

Nos levantamos con Águeda y ellos quedan hablando de sus asuntos, sentados viendo la TV, uno al lado del otro, María se tumba en el sofá y coloca su cabecita en mis rodillas, desde esa posición me mira con sus bellos ojos verdes, copia de los míos.

-Mejor que no hubiera cambio de casa, verdad Álvaro.

-Pues sí pero hubiera sido peor cambiar e ir a la capital, tendremos que conformarnos, menos mal que los tíos han influido, no tengo duda de eso, para que no tengamos que trasladarnos.

-¿Estaremos bien Álvaro?

-Sí María, tenemos a los tíos, a Águeda, tú me tienes a mí y yo a ti y a nuestros amigos aunque estemos un poco más lejos, estaremos bien ya verás.

Mientras María no pierde detalle de la peli que están proyectando yo enredo mis dedos en su suave cabello y pienso en que los acontecimientos se están precipitando, en una semana hay que hacer muchas cosas, mañana tengo que hablar con Carlos y Raúl y mejor si llegara Sergio, necesitamos de todos para el proyecto (Prevención), si es un buen nombre.

Cuando los tíos van a marchar pasan por el salón para despedirse de nosotros, María y yo de pie los abrazamos y besamos, es la primera vez que beso a mi tío.

-Gracias…, gracias a los dos por cuidar de nosotros. –María me mira afirmando con su cabeza a lo que digo.

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