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Nota: Habitación de Universitarios.

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Capítulo 8:

Carlos:

Después de nuestro pequeño encuentro esta mañana, me dirigía a la Biblioteca de la escuela, que tenía mucho para estudiar y de paso, buscaría unos buenos libros que Eduardo pusiese usar para sus exámenes.

Me encontraba perdido entre las enormes repisas repletas de libros, un manjar literario que estaba seguro no me alcanzaría la vida para terminarlos de leer. Sección de Informática primero, la menos extensa pero la que me interesaba más. Justo al lado estaba Geología, una de mis menos favoritas, pero de las más interesantes.

-Donde mierda está el libro –La muchacha decía molesta- Estoy segura que aquí tiene que estar –Dio la vuelta, una mujer de alrededor 20 años, muy bella, cabello castaño, muy linda y de rasgos latinos-.

-¿Buscas algo? –Me bajé del banquillo de donde estaba-

-Sí, no encuentro un libro de minerales que se supone debería estar aquí –Parecía desesperada-

-A ver, dame el nombre del libro –Enseguida lo encontré, estaba mal acomodado, pero tampoco muy fuera de vista-.

-Vaya tú, ¡Gracias! –Se dibujó una amplia sonrisa, dejando ver su perfecta dentadura-.

…………………………

Alberto:

Y un montón de palabras salían de su boca, no entendía lo que estaba tratando de decirme pero me quedaba más que claro, estaba hasta la coronilla, tenía celos de mí, el chico parecía frustrado.

-¿Acaso son celos? –Lo miré atento-

-¡No! No lo son, pero que se ha creído, ¿No cree que se ve mal?

-No, no lo creo, ese peque se ha ganado un gran cariño de mi parte y lo aprecio mucho, nada más, nada menos –Me senté-

-Pues no sé, pero él está bien conmigo, trato de cubrir todo lo que necesita, no necesita lo que usted le da –El que grita más, nunca tiene la razón-.

-No se lo di porque lo necesitara, sino porque me nació hacerlo, ¿Contento?

La discusión se alargó un momento, aquel era muy necio, que tenía pinta de todo un hombre, incluso mayor para su edad, y pensaba aun como un niño inmaduro, como si yo tratase de quitarle un juguete preciado o fuera a ganarle una paleta, él estaba completamente cegado por los celos.

Me di cuenta de mucho mirarle, como actuaba, como hablaba y como se miraba al mencionar a Carlos, pero ¿Cómo? Lo veo tan irreal, lo veo tan varonil como para que se haya interesado en él, no me cabe en la cabeza.

-Deberías controlar tu ira –Argumenté- Eso se traerá problemas, si no es que ya los tienes.

-¿Me está amenazando? –Su mirada se clavó aún más en mí-

No lo amenazaba, solo le advertía que las cosas se pueden salir de control y al final lastimar a las personas que más querían, y no me cabía duda, que esa personita que estaba reflejada en sus ojos, era Carlos. Temía que lo hiriera.

-No lo tomes así….

-Usted sale perdiendo más –Su color verde esmeralda resaltaba en sus ojos con una chispa de enojo-.

-Ni siquiera me dejas hablar –Ahora le interrumpí yo- Además, ¿Por qué saldría perdiendo yo? –Crucé los brazos- No seas infantil…

-¡Infantil! ¡Ahora resulta! –Decía sarcástico- Tragase sus palabras, me importa un carajo lo que piense, sólo quiero que se aleje del chico –Me apuntó con el dedo-.

-Como sea. No puedo prometerte nada, si el muchacho necesita mi ayuda, yo estaré, si él me busca yo no podre negarme ¿Entiendes? –Suspiré-.

-Es absurdo –Dio media vuelta-

-Si quieres puedes advertirle a él, no pierdes nada –Dije despreocupado-.

-Jodase –Y salió de la oficina-

……………………………….

Eduardo:

Lunes en la mañana, me desperté abrazado a mi Carlitos, suave y dulce como la canela. Comencé a besarlo para que despertara, muy cariñoso y meloso como siempre, que ni tiempo nos dio de ninguna travesura, se nos hacía tarde y a duras penas pudimos desayunar, no era un experto en la cocina, pero me gustaba que me preparara algo.

Las clases, de nuevo a ese infierno, ayer en la tarde estudiamos un poco, pero no me pude concentrar al pensar en que Alberto le dijera algo al chico, por suerte él parecía normal, señal de que el maestrillo no había abierto la boca.

Entré a mis clases, al ser nuevo semestre los horarios cambian, y como Carlos me aconsejó, trate de tomar el mayor número de clases excluyendo a mis amigos, me concentraría más y prestaría más atención a clase, me decía que Arquitectura no es difícil, independientemente si yo ponía de mi parte, y con su ayuda, todo saldría bien. Estaba más calmado y el día avanzaba normal.

-¿Cómo te fue el día de hoy? –Carlos ya estaba en la habitación cuando llegué-

-Bien –Me eché muerto al sofá -.

-No aguantas nada –Se burlaba-

-Esto para mí es como si tú corrieras un maratón-.

-Levántate flojo que tenemos que repasar más para tus exámenes, sino todo lo que estas aprendiendo no servirá de nada –Me arrojó una bola de papel-.

Era muy cansado, bueno no lo era, pero no estaba acostumbrado, ya sabes, a estudiar, prefería comer tierra ¿Cómo decirle que no a una criatura tan tierna como Carlitos?

Nos habíamos llevado un par de semanas así, no faltaba mucho para los exámenes y eso no nos daba tiempo para, tú ya sabes que, digamos que para jugar un rato, yo estaba que moría lentamente, no podía conformarme con besos, soy un macho en celo y mi osito tiene que darme por lo menos un respiro de placer.

-Carlos… -Interrumpí su concentración mientras ambos estábamos estudiando-.

-Ya te dije que tienes que basarte en el volumen de la estructura –Seguía escribiendo, parecía muy ocupado-.

-No, es que tengo otro problema –Me miró y cuando hizo esto coloqué mi puño cerca de mi boca, comencé a moverlo de arriba abajo y mi lengua se presionaba contra mi mejilla-.

-Q-que ¡NO! Estamos estudiando –Se sonrojó al ver que quería que me la chupara-.

-No se vale, tengo ya días sin nada de nada, desde la otra vez, cuando fue domingo ¿Te acuerdas? Me la mamaste tan rico –Hice un movimiento de cadera como si le estuviese follando de nuevo la boca -.

-Además, ya es muy noche, o dormimos o estudiamos –Rascó su cabeza-.

-¿No me darás ningún regalo de cumpleaños?

-¡Eduardo! –Se exaltó y se paró de la silla- Necesito concentrarme y tú también, recuerda, ¡Exámenes a la vuelta de la esquina! Además, me has dicho que para tu cumpleaños falta un mes –Se dirigió a la cocina y tomo un vaso con agua-.

-Vamos... –Lo abracé por la espalda- No te cuesta nada, y me tienes muy abandonado, sabes que si no vaciamos será imposible que nos concentremos, además te seguiré jodiendo si no me haces caso –Lo apreté fuerte, besaba su cuello-.

-E-Edu… Es que tu s-sabes... –Le costaba hablar debido a mis caricias, mi verga se pegaba a su culo-.

-No, no se…. –Empecé a acariciar sus caderas y muslos-.

-No, esto es hacer trampas –Él y sus trampas, parecía que esa palabra era de todos los días. Escapó de mis garras-.

-Solo un momentito, nada del otro mundo –Lo seguía y no deje que se moviera mucho- Te digo, ya ni te acuerdas de que existo.

-Claro que me acuerdo de que existes, pero tú sabes que me tengo que reunir con mi amiga en la biblioteca, además de que el maestro Alberto me está ayudando con algo personal –Como odiaba saber que se seguía viendo con ese tipo, tenía que soportarlo, como me cabreaba oír su nombre. Vamos, no quieres una discusión no ahora, así que contrólate-.

-A ver cuando me presentas a tu amiga –Gruñí tratando de eliminar al Alberto-.

-Nos reunimos a las 4, ella estudia Geología. Te diría que fuéramos pero tienes practica a esa hora –Tenía razón, de todas formas era un chica, no me daban celos. Prefería estar entrenando que estar en una aburrida biblioteca-.

-Abriré algo de tiempo, pero ahora quiero que tu abras otra cosa para mí –Lo miré picarón-

-N-no…. –Se ruborizó- Aun no estoy listo tonto, tengo miedo –Decía nervioso-.

-Bueno pues, pero vamos ¿Podemos jugar un rato? –Lo miré- Solo un ratito, nada más-.

-¡Que no! –Y se dirigió de nuevo a la mesa pero no dejé que llegara, antes de salir de la cocina lo tomé del brazo, le di la vuelta, lo pegué a mi cuerpo, él solo me miraba ruborizado-

-Eduardo, n-necesitamos estudiar, s-son casi las 11 de la noche –Decía entrecortado-.

-Shhh… Sólo déjate llevar –Mis manos bajaban por su torso- Necesito tocarte, y yo sé que tú también… -Él se quedaba serio, me mirada como si el peor de los villanos lo hubiera agarrado-.

-Pero… –Me encanta, quería comerlo completo-.

-Bueno, pero primero me tengo que ir a bañar –Y le di un beso para después correr al baño, me encanta dejarlo así, dejarlo caliente y que me grita de cosas-

-¡Muérete! –Ahí está, me gritaba el muy tonto-

-Serás el que más me llorara lindo –Grité desde la regadera-

Salí del baño, y mire a Carlos es unos diminutos shorts, le marcaban muy bien ese culo redondo y suavecito que tenía, yo sólo llevaba un slip puesto cuando salí del de la regadera. El enjabonaba los trastos.

-Vaya, ¿te has arreglado para mí? –Me acerqué a él mientras lo abraza por la cintura, coloqué mi pecho mojado contra su espalda-

Mis manos rozaban su camisa de algodón, repetí los mismos movimientos sensuales que le encantaban, y comencé  a meter mis manos por debajo de esta, sintiendo su delicada piel, haciendo cosquillas.

-Jajaja –Comenzó a moverse- ¡Para! No me gustan las cosquillas –Y comencé a presionar más para que se retorciera-.

Se pegó tanto a mi cuerpo que era imposible que no sintiera mi erección, inconscientemente dejó los trastos a un lado y comenzó a acurrucarse en mi pecho. Le doy la vuelta y comienzo a besarlo, para mi grata sorpresa, el me responde muy lento, como le gusta hacerlo así, pero lo aprieto más a mí, tomo su cintura y comienzo a movernos hacia el sofá.

Antes de llegar a nuestro nidito de amor, chocamos con la mesa, la puerta, la litera, empezamos a reír, la excitación nos tenía en punto. Amasaba sus nalgas, las recorría por completo, enterrando mis dedos en sus glúteos, él se separaba de mis labios para soltar pequeños gemidos de placer.

Su camisa había adsorbido el agua que aún tenía mi cuerpo, lo avente, el cayó sobre el sofá, su cara quedó justo enfrente de mi verga. Me miró buscando aprobación, mordí mis labios y el colocó su mano encima de mi ropa interior. Me cuesta creerlo, aun no me trago del todo el cuento de tenerlo allí, a ese angelito haciendo cosas malas, me lo imagino muy bueno para algo así.

Bajó mi calzoncillo y tomó mi verga, estaba en su punto, si no es que más. Con su suave mano empezó a subir y bajar el pellejo. Mi glande esta brilloso y rojo gracias a la excitación que sentía, incluso en la ducha no se bajó.

Estuvo así por unos momentos, no me dejó de mirar, sus lindo ojos color miel me derretían, sus labios entreabiertos y su blanca piel combinada con el tono rojo de sus mejillas. Sé que mi olor le gustaba, estaba cerca de meterla a su boca, pero se lo impedí.

-Ah, Aun no –Lo miré, le quité su paletita antes de comerla-.

-¿Qué? –Me miro inocentemente, él también jugaba sucio, sabía que eso me volvía loco-.

-Primero tienes que ganártela –Quería probar un pequeño juego con el- ¿Qué tanto la quieres? –Empecé a golpear el glande contra mi mano- Dímelo, quiero oírlo.

-Vamos, -Se sonrojó y apartó la mirada- Que no me gusta eso, me da vergüenza.

-Pues no habrá biberón esta noche, te iras a dormir sin comer –Repetí el golpecito- ¿Lo quieres?

-S-si….. –Levanto la mirada-

-No te escucho, un poco más fuerte –Le sonreí-

-Sí, lo quiero –Se ruborizo aún más-

-¡Ese es mi chico! –Apreté sus mejillas- Ten tu premio –Y metí mi verga en su boca-

La acogió perfectamente, amoldando como siempre sus labios a mi glande. No era un profesional, pero poco a poco iba aprendiendo. No me importaba, de solo saber que soy su dueño, que su boca es mía, su cuerpo, con eso me basta y sobra.

Manejaba su cabecita para que entrara y saliera con facilidad, jugaba con su lengua de un lado a otro, bajaba por mi tallo muy lento, como si comiera un helado en un día caluroso de verano.

-Que rico la chupas –Dije entre gemidos-

No contestó nada, siguió con lo suyo, pero paso algo por mi mente, y que quería hacer, ahora solo falta que él aceptara. Lo tomé de la barbilla, saco mi verga de su boquita y lo subí lentamente.

-¿Pasa algo? –Limpió el líquido que escurría de su boca con el borde de su brazo-.

-Carlitos yo también quiero probar –Me miró confundido- Quiero hacerte feliz y que disfrutes como yo.

Lo besé profundo, no sé si le gustaba que mi lengua invadiera su boca, pero siempre respondía de una forma sensual, acariciando mi espalda, moviéndose lentamente. Mi objetivo era tirarlo al suelo, y así fue, intencionalmente choqué con el sofá, haciendo como que me caía y amortiguando un poco la caída el quedo encima de mi sobre la alfombra.

-Date la vuelta –Ordené entre risas- Vamos, date la vuelta tontito –Confundido accedió, no tenía idea de lo que le esperaba. Torpemente se dio la vuelta, y le saque su bóxer dejando ver sus hermosos glúteos.

-Ahora chupa Carlitos, sácale la leche al biberón –Y enseguida lo hizo, sabía que no entendía muy bien, pero lo sorprendería-.

-O-ohhhhhh… -Saco mi verga de su boca para dar un suave gemido. Había lamido su ano, me encanta verlo, tan cerrado y rosadito-.

Apretó mi pene con sus manos, su cuerpo se estremecía y había dejado de mamar, abrí sus nalgas para poder lamer un poco mejor, lubricar su entrada, hacerlo sufrir por placer.

-Vamos, sigue mamando –Y difícilmente pudo meterlo a su boca, parecía estar en trance-.

-Uhhmmm –Gimió sin sacar mi verga-

-No tan fuerte tonto, que nos escucharan –Mojé uno de mis dedos con saliva y comencé a hacer presión en su orificio-.

Mi angelito se erizó, sus piernas se aflojaron y sus nalgas estaban bien abiertas, mi dedo ahora resbalaba muy bien dentro de su culo.

-Eres un niño malo –Y dejé caer una palmada en sus nalgas-

Su boquita se comía mi verga sin protestar, endurecida y a punto de estallar, no creía poder aguantar mucho. Sus labios tenían una textura suave y blanda que visitaba mi falo, dando besos, lamidas y tratando de tragar lo que más podía. Una mitad estaba dentro de su boca, la otra mitad estaba cubierta por su mano, volvía a salir y olfateaba mis pelos, gemía sin pudor, apretaba mis muslos y me pedía que parara, que no aguantaba más, pero no me importaba.

Me pegué de nuevo y metí mi lengua, gracias a los dos dedos que había metido antes, estaba completamente amoldada a su culito, pegue mis labios a su ano, comencé a succionar muy lento, subí la velocidad cuando lo mire totalmente sometido, gimiendo en voz baja, pero con un tono de placer magnifico.

-Dios, n-no sigas –Sacó mi verga de su boca, y por el placer apretó mi pellejo, bajándolo muy brusco y tan excitante, que no pude más y salió a toda velocidad disparado directo a su barbilla, llegando hasta su frente y resbalando por sus mejillas. Aquel espeso semen salía a chorros de mi pene, fueron cuatro disparos, el primero es más potente, cubriéndole un poco su cabello.

Inmediatamente sentí su espeso semen estrellarse contra mi pecho, las gotas de leche rebotaron, las vibraciones que su cuerpo daba encima del mío fueron exquisitas, la forma en que se aferró a mis piernas dando un alarido en cada expulsión, sin importar en tener gran parte de sus mejillas bañadas con mi esencia.

Cuando ambos estábamos exhaustos en la misma pose sobre la alfombra le di una nalgada, éste se estremeció y se quitó rápidamente de encima.

-¿Qué pasa tonto? –Tropezó con mis piernas y por poco caía-. –Carlitos, te estoy hablando –Y me paré tras el aun con el semen escurriendo por todo mi pecho-.

-¿Tienes algo mi osito? –Levantó su mirada, su inocente carita estaba manchada de semen por todos lados, pero vamos, que no me importa. Lo besé, quería besarlo, me importaba una mierda el semen, quería besarlo-.

-Disculpa por mancharte –El muy tonto me pedía disculpas ¿Habría algo más tierno?-.

-Al contrario, me regalaste tu placer, la muestra de que te gusto –Con mis dedos tome un poco del semen que estaba en su cara y lo llevé a su boca, el muy vicioso los limpió con su lengua tímidamente-.

-Tengo que bañarme –Se separó de mí y se dirigió al baño-

-Espera, que yo no dormiré así, por que no te podré abrazar, y necesito abrazarte, eres mi osito- Lo tomé de la mano y nos fuimos a la ducha.

………………………………………………..

Alberto:

Si ese muchacho pensó que me intimidaría para dejar de hablar con Carlos, creo que creyó mal, no le veo lo malo, le tengo un aprecio muy grande a ese peque, no sé qué piensa, sus celos no lo dejan ver, pero ahora está más calmado.

Decidí no decirle nada a Carlos para no preocuparlo, aunque aún me preocupa, viven juntos y puede incitarlo a cosas que tal vez él no quiere hacer, o tal vez son algo más. Bórrate esas tonterías de la cabeza, ¿y si lo fueran? ¿Qué tiene de malo? Tú eres un maestro, un hombre que podría ser tu padre. Velo así, tal vez esto de irte a Inglaterra sirvió para lo que pensabas, para eliminar un sentimiento, ¿Entonces por qué sigue allí?

Tal vez la semana de exámenes me tenía muy alterado, gracias a Dios ya había terminado, ahora sí, exclusivamente a lo que me toca, a dar mis clases, de todas formas Febrero es muy corto, nada que no pueda controlar.

-Información de última hora –Entró como bestia Hernández a mi consultorio-.

-¡Me has metido un susto! Perdón pero hubieses tocado primero –Fruncí el ceño-

-No es para tanto, además, a lo que voy, que en unos días más vendrá un supervisor desde Londres para observar tu desempeño –Genial, lo que me faltaba-.

-Lo último que quiero saber ahora es algo relacionado con Londres, estoy que me explota la cabeza, y ahora tengo que salir a ver a Carlos –Me paré del asiento y busqué mi saco-.

-¿Y cómo va todo para lo de su tutoría con el alumno? –Hernández parecía interesado-.

-Muy bien, ya estoy en trámites por rectoría, y de nuevo gracias por facilitarme los documentos.

-No hay de que, lamento no haberme podido involucrar, pero no es algo en lo que yo pueda ayudar mucho –Dejó los papeles del comunicado sobre la mesa-.

-No te preocupes, pero bueno, que los reviso después –Metí la carpeta en el maletín y lo dejé sobre la silla- Ahora me tengo que ir a la biblioteca.

Había quedado de ver a Carlos, quería presentarme a su amiga pero no pasaría de unos minutos, también necesitaba mi ayuda en unos temas no muy importantes, no podía decirle que no, era un sol.

-Disculpen la tardanza –Me acerqué a la mesa donde estaba el y su amiga, muy linda por cierto-

-No se preocupe –Me dedicó una enorme y blanca sonrisa- Mire ella, es Michelle, mi nueva compañera de lectura –La chica me dio la mano y me sonrió- La considero mi amiga, y es Chilena –Seguía hablando-.

-Vaya, ¿Chilena? Escuché que Chile es un país muy hermoso.

-Tienes sus cosillas –Dijo entre risas-.

Me empezaron a plantear la idea que tenían para una exposición general que se llevaría en los próximos días, habían decido trabajar juntos, lo hacían desde hace unos días, pero no tenían un centro fijo para basarse y derivar el hilo que comprendía todo el proyecto.

…………………………………………….

Carlos:

Eran las semanas más difíciles que habíamos pasado en la Universidad. Después de tanto esfuerzo la temporada de exámenes había terminado, estaba en la habitación esperando a Eduardo, tuvo que ir por sus notas finales, me tenía de nervios, confiaba en él, pero esperaba que todo el esfuerzo valiera la pena. Escuche que la puerta se abrió, era él.

-Que, ¿Cómo te fue? –Estaba preocupado, quería saber la respuesta ya-.

-Tengo 8 en casi todo –Y me abrazó lo más fuerte que pudo-.

Su abrazo fue distinto a los que habíamos dado antes, esta vez fue humilde, fue como una persona normal, no como el típico hombre macho que siempre me abrazaba, ahora era él, era Eduardo.

-Gracias –Y besó mis mejillas-

-Ya, tu, que me mojaras todo –Me limpié con mis manos el montón de babas que me había dejado-

-Mmmmm… -Hizo un gesto con la boca- Eres un chocante, yo solo te estaba dando las gracias mi tontito –Me alborotó el cabello-.

-Es tu esfuerzo, tú lo lograste, solo que en un tiempo record –Le sonreí-

-Como tú digas tonto, ahora –Se acercó a mí y se pegó a mi cuerpo- ¿No crees que me merezco un regalo? –Lamió sus labios mientras me tomaba-.

-Espérate –Lo separe con mis manos- Mañana es tu cumple, mañana tendrás tu regalo –Me fui a leer a la mesa-.

-Deja esos libros, mañana es sábado –Tenía razón, además moría de sueño-.

-Bueno, muero de sueño –Bostecé-

-Ya sé por qué, ¡Te estas mal acostumbrando! –Me miraba con cara de mosca muerta-.

-¿Y eso por qué? –Me tenía confundido-.

-No te hagas, que la única forma en la que te puedes dormir es que te mime –Sonrió- Que te tengo que acariciar ese delicioso y pequeño culito todas las noches para que te quedes dormido como un bebé –Sus palabras me sonrojaban, tenía razón, desde hace unas noches a acá teníamos esa costumbre, siempre me tocaba antes de que durmiéramos.

………………………………….

Quería preparar algo rico para cenar, investigué un poco de algunas recetas de cocina con lo que tenía a la mano y cuando él estuviera en el entrenamiento saldría a comprar unas cosas para hacer algo más o menos decente, era una noche especial, soy un romántico, pero bueno, es costumbre que en estas fechas se consienta al festejado.

-Ahora dime, ¿Adónde vamos? –Cuestiona Michelle cuando caminábamos por la acera-

-Ya te dije como 3 veces –La miré serio-.

-¡Estas bravo! –Se cruzó de brazos-

-Ni que fuera vaca –Sonreí-

-Ya –Una típica expresión Chilena que indica que ha entendido algo- Se me hace raro que tengas que preparar algo de comer, siendo que en la escuela venden comida –No me gustaban sus preguntas curiosas-.

-No me gusta la comida de la escuela –Mentí-

-Si tú, como no, te he visto comer en la escuela.

-¡Ya! ¡En todos estas! –Me reí-

-¿Sera que el señor Carlitos tiene un evento importante el día de hoy? –Eso hizo que me pusiera nervioso ¡Otra vez el calor me invadía la cara! Muy tarde, ya me había sonrojado-

-No… -Bajé la voz y mire hacia otro lado-

-Nos conocemos hace como 1 mes, bueno no tanto, pero eres una persona que simplemente no sabe mentir –Tocó mi hombro- Acepta la derrota –Sonrió-

-Te digo, estas preguntando mucho weona –Me burlé-.

-No juegues conmigo, que soy más fuerte que tu –Amenazo con “golpearme”-.

-Ya, lo siento –Volví a reír-.

-Mirándolo bien, ahora todo tiene sentido. Niño, tú eres bueno, eres noble. Parece que hoy tendrás un compromiso con una hermosa chica…. o un chico muy guapo -¡¿Qué cosas está diciendo?!

……………………………………..

Llegué justo antes de que él llegara, lo bueno que no entró a la cocina y traté de distraerlo un poco, pero ahora, ¿Cómo prepararía el platillo? Pensé en hablarle de nuevo a Michelle, pero si lo hacía tenía que explicarle todo, y cuando digo todo, es que tiene que ser todo, y no, me da pena y sé que Eduardo tampoco le parecería correcto, aparte que ni la conoce.

-Lindo, tengo que salir -¡Gracias Dios! Si salía por lo menos una hora yo sería feliz y me daría tiempo para todo-.

-Sí, ¿Qué paso? –Traté de ocultar mis ganas de que se fuera-.

-Mis compañeros de deporte me han invitado, ya sabes, como es sábado en la noche y pues por lo de los exámenes me he estado estresando, pero ¡no regresaré tan tarde!, sólo saldré por un rato, estaré de regreso como a las 10 o 10:30 –Me explicaba mientras se quitaba su camisa, me encanta ver sus axilas, pecho, y brazos cubiertos por esos sensuales vellos-

-Me parece muy bien –Sonreí-

-¿No hay problema? –Levantó una ceja-

-Claro que no, pero que, nunca me pides permiso para nada, ¿Por qué ahora? –Lo miré-

-Porque eres mi osito juguetón y quiero saber si te parece la idea –Que tonto era, me ruborizaba que me dijera asi-.

Me dio unos besos, parece que era muy común, no me daba pena, a él tampoco, bueno a él nunca le dio, las cosas iban un poco más avanzadas entre nosotros, más fluidas, y eso era lo único que pedía ahora. Siempre dormía entre sus brazos, se me había hecho vicio sentirme protegido por él.

Salió después de unos 20 minutos, no quise retrasarlo, de todas formas, tendríamos toda la noche para cuando el llegara, y le quería dar algo muy especial, sentía cosas estúpidas en el pecho que me hacían sonreír.

La comida estaba preparada, no como se miraba como en la ilustración, pero la intención es lo que cuenta, hice un bistec de carne a la mexicana. Ya eran casi las 10 de la noche, me metí al baño, Eduardo no tardaría mucho más, y me puse algo de ropa, con las zapatillas que él me regalo, aunque parecía un payaso, nunca se me dio el vestirme bien, tampoco el combinar colores, según yo, ya estaba listo, tenía todo preparado, lo único que me faltaba era que Eduardo llegara.

Tal vez solo se quedó un rato más con sus amigos, nos seas paranoico, no hay nada de qué preocuparse, no querrás repetir la escena de la otra noche, solo relájate, solo espera. Me quedé mirando la televisión. Escuché que alguien metía la llave torpemente en el picaporte de la puerta, era él, mire el reloj, 15 para las 12 de la noche. Abrí la puerta, si era Eduardo, pero parecía un poco tomado.

-Feliz cumpleaños Carlitos –Y me abrazó sin importar que la puerta estuviese abierta y alguien pudiese vernos, apestaba a alcohol. Como pude cerré-

-Eduardo, ¿Vienes tomado? –No me molestaba que se hubiese divertido, pero parecía estar demasiado atontado-

-No, tonto, vengo con ganas de cogerte hasta que pierdas la conciencia –Y con su fuerza me empujo contra la pared, me encarceló en sus brazos y no me dejaba moverme. Su aliento apestaba a alcohol-.

-Eduardo, me asustas y tu bien sabes que no me gusta ver a las personas así –Giré mi cara para no percibir su aroma-.

-Ven tontito, déjame follarte, déjame hacerte mío, sólo mío –Y brutalmente me besaba el cuello, me succionaba muy fuerte-.

-¡Que no! Y quítate sobre de mi –Lo empujé, debido a que estaba borracho no tenía la misma fuerza bruta- ¡¿No te da vergüenza!? Vienes como los peores, vienes todo apestoso.

-Yo sé que así me quieres –Sonrió-

-No, enserio Eduardo, entiendo que para ti divertirte es incluir el alcohol, pero esto es denigrante –Traté de apartarme-

-Pues a mí no me da vergüenza, además fueron unas copas, nada especial.

-Quítate de encima –Seguía tratando de abrazarme-

-Vamos tontito…. Sólo un beso –Me tiraba besos al aire.

-Eduardo, quítate de aquí, me das vergüenza –Él se rio de mis palabras, pero parece que exagere con lo que dije, y se enojó, vaya que se enojó-.

-Eres un jodido marica, ¿Vergüenza? ¿De qué sorprendes? Tú te metes mi verga a la boca y la chupas como una paletita –Lamia su dedo burlándose- ¡La mamas como un becerro recién nacido de la ubre de su madre! –Su mirada fría estaba sobre mí, insultaba-.

-No digas m-más….

-¿Qué? ¿No quieres enfrentar la realidad? –Se reía- Que eres peor que la peor puta que me he follado –Hacia pucheros-.

-No sabes lo que dices, estas borracho…. –No quería ver la realidad-.

-Sé muy bien lo que digo, ahora ven, que te voy a destrozar el culo –Se acercó a mí- Vamos, desnúdate y ponte a cuatro patas, que tu papi te va a dejar boqueando de dolor –Amasando mis nalgas, lamiendo mi cuello. Asco, todas sus caricias me daban asco-.

-Te l-lo a-advierto –Dije entre dientes mientras me protegía el pecho con mis brazos-.

-Cállate putita, tengo más de un mes queriendo cogerte y nada mas no me dejas –Decía entre suspiros, no podía aguantar más, me arme de valor, quien sabe de dónde, y le di un torpe golpe a media cara-.

-¡Mierda! –Se echó para atrás, me preocupé, él se tapaba, me acerqué para ver si le había hecho daño, pero me aventó hacia la pared, estaba furioso, pero… pero yo solo traté de defenderme-.

-Eduardo, disculpa… Yo no, yo no…. –Y este se destapo la cara, por suerte no había brotado sangre, agradecí que yo ni para golpear fuera bueno-.

-Maldito maricón, ¡Maricon! –Decía entre gritos, no le importaba nada, solo me gritaba-

No tenía tiempo para eso, no quería que me lastimaran más, y me valió todo, desde la cena, su regalo y todo lo que había hecho para él. Salí del cuarto, tal vez tenía la esperanza de que me siguiera para pedirme perdón, ¿Qué ingenuo soy no crees? Aún después de las cosas feas que me acaba de gritar, imaginar que viene tras mío y me pedirá perdón, eso es, eso es patético.

………………………………………………

Eduardo:

Desperté en la mañana, estaba tirado en el sofá, tenía un enorme dolor en la nariz y la cabeza por poco y me explota. Busqué a Carlos con la mirada por toda la habitación, ¿Dónde está? Y de una me volvieron todos los recuerdos de anoche a la cabeza. Estaba petrificado, ¿Enserio hice eso? ¿Sera que mi mente juega conmigo?

Me metí al baño para ver si estaba por algún lado, pero nada, estaba confundido por todo, el dolor de cabeza no me dejaba pensar muy bien, andaba como zombi por todo el cuarto.

Me acerqué a la cocina, busqué entre los trastos, miré comida preparada, ahora estaba fría y se había echado a perder. Me di cuenta de que la pequeña mesa donde ambos estudiábamos, estaba cubierta con un mantel blanco y unos platos que brillaban de limpios. Una jarra de agua de sabor que ahora se había concentrado toda en el fondo, perdiendo su color rojo.

¡Mierda! ¿Qué hice? ¿Qué mierda hice? Me acerqué a la mesa, había una pequeña cajita azul, la tomé y la observé, muy peculiar, muy diminuta, atrapada en un pequeño listón del mismo color.

Al destaparla aprecié que era una cadenita con un crucifijo como adorno. Pero, ¿Cómo? Mi madre tenía muchas parecidas, las usaba cuando salía con sus amigas, era Lapislázuli una piedra muy costosa que solo se consigue en Chile según presumía.

Recordé cuando una de las muchas noches que compartí con Carlos, me conto entre sollozos de la desaparición de su madre, esa noche lo abracé a mas no poder, lo besé. También le dije que cuando yo era pequeño, decepcioné a mi madre porque perdí una cadenita de crucifijo que mi abuela le había regalado, y mi madre me la dio a mi debido a que soy el único hijo.

Ahora entiendo, era por eso que se la pasaba ahorrando lo más que podía, para regalarme esto que tengo entre manos, su amiga, su amiga de Chile, estoy seguro que ella le vendió la piedra semipreciosa. Ahora todo tiene sentido, pasaba haciéndose trabajos extra para ahorrar dinero, argumentando que necesitaba mucha tarea, y combinado con el recuerdo que me hace revivir la cadena que mi madre me regalo.

Este chaval juntó todo en un solo regalo, y yo, yo de idiota, de imbécil, de estúpido, lo lastimé y no ha regresado desde anoche.

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