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10.1 Menorca acogedora

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Mi primer pensamiento de esta mañana se ha ido de viaje a Nicaragua, hace más de 24 horas que no tengo noticias de allí. Escribo con la esperanza de provocar una respuesta que no llega.

Me siento ligeramente indispuesto y sin ganas de nada, durante el desayuno me invade la tristeza y se me escapa furtiva alguna lágrima. Debo sobreponerme y no cargar sobre Nico el peso de mis problemas, me disculpo para ir al baño, quiere acompañarme y le contengo, tendría peores consecuencias y me podría a llorar.

Durante la mañana no salimos del hotel, bajamos a la piscina, ya tenemos un lugar adjudicado, el que se va ocupando a medida de que los chicos van bajando, aguantan la fiesta de las noches menorquinas, aunque creo que van desfalleciendo, la acumulación del exceso se va notando.

Adormilado a veces y dormido otras, boca abajo, siento las manos de Nicolás acariciando mi espalda, esparciendo la crema protectora en suavísimas pasadas.

-¡Hola!   –surge una voz saludando, giro la cabeza para mirar a Amélie que en la hamaca adyacente me sonríe. En lugar de responder, alargo mi mano que coge entre las suyas y durante unos segundos cierro mis ojos.

Amélie está callada, sentada  y acariciando mi mano hasta que se la retiro. Se establece el silencio y duermo. Cuando vuelvo a ver la luz, debajo de la sombrilla y por su borde veo el azul del cielo y alguna nube algodonosa. No tengo a Nico a mi lado, le busco con la mirada, se halla al pie de la piscina con Amélie y sus amigos.

Decido ir a nadar pero antes voy donde están ellos, para que no se asusten si no me ven en el lugar donde creen que estoy. Me miran al llegar, saltan todos al agua menos Nico, le comento que voy a nadar un tiempo, quiere ir conmigo, le digo que quiero hacer ejercicio y concentrarme, me acompaña, no obstante, a una zona más tranquila.

Voy calentando mis músculos poco a poco y me centro en mover mis brazos, mis piernas y en la respiración, doy una vuelta y comienzo a relajarme a dejar de notar mi cuerpo, que no pesa, que flota sin esfuerzo alguno, me deslizo lentamente, sin esforzarme y a veces acelero las brazadas.

No se las vueltas que he podido dar, pero me siento exhausto, cansado y me detengo, no veo a Nico cerca de mí y vuelvo a nadar para llegar hasta donde se encuentran jugando algunos de los franceses. Tengo que sentarme a la orilla de lo cansado que estoy, salgo me ducho y voy hacia nuestras hamacas. Nico está tumbado con los ojos cerrados, me agacho para darle un beso, tiene la piel muy caliente.

-Perdóname, venga, date la vuelta.  –sus ojos me sonríen y su boca se abre mostrando sus blancos dientes.

-¿Por qué ese pedir perdón?

-No te he aplicado la crema, te estarás abrasando la espalda.

-Te equivocas, entre Amélie y Fabien se han encargado de dármela, ¿te encuentras mejor?

-Cansado y mucho mejor, falta poco tiempo para la hora de la comida.

-Si quieres podemos ir ya, algunos de estos se acaban de levantar de la cama e irán más tarde a última hora.

Subimos a la habitación para cambiarnos, no nos acaba de agradar el ir sin vestir, al menos informalmente, al comedor. Me ducha, me lava, me seca y me dejo hacer y  que sus manos me envuelvan en sus caricias.

No hay mucho más que contar, una comida frugal, descanso en la habitación, las atenciones de Nico, su languidez al mirarme intranquilo y a la tarde un paseo por el puerto, caminar sin rumbo fijo, donde el azar y la casualidad nos lleva.

No volvemos al hotel y en la terraza de un bar pedimos algo para comer, jamón y queso, Nico pide algo más fuerte para él y, al final termina comiendo de todo, vuelvo a saltarme mis normas y pido una copa de cava. Nos levantamos para andar hasta encontrar a nuestros amigos, estamos con ellos e intento entrar en las conversaciones, no lo llego a conseguir sin embargo me siento a gusto entre ellos que son alegres y tienen la risa fácil.

                                      OoOoOoOoOoOoOoOoO

Pobre Nico, le ha rozado una medusa, se queja porque le escuece, volvemos a la ciudad para ir a una farmacia.

Habíamos decidido irnos con el coche por la costa, solos, a no hacer nada, una aventura de nómadas por unas horas. Nos encantó una cala pequeña, con veinte personas que nadaban y tomaban el sol, de aguas claras, cristalinas, donde se reflejaba el sol y podías ver el fondo.

El acceso era de una única dirección y había curvas cerradas, bajé del coche y comencé a descender a pie, para evitar encontrar otro vehículo de frente. Es una delicia bañarse en estas aguas, la cala estaba protegida por las escolleras circundantes y el acceso al mar abierto resultaba muy angosto. Ideal para nadar sin peligro alguno y eso hicimos lo primero. Habíamos comprado gafas de bucear y los tubos de respiración, viendo los fondos nadamos casi hasta la bocana, volver, repetir, y tumbarse en el agua mecidos por la suavidad de las ondas.

Tomamos el sol e íbamos a disfrutar de otro baño y luego acercarnos a algún lugar para comer, volvimos al agua y estuvimos un buen rato. No había notado nada y al salía a la arena le vi una zona del muslo roja, al poco tiempo comenzó a notar un escozor y dolor que iba aumentando y que le impelía a rascarse, precisamente lo que no debía hacer.

Volvimos a la ciudad, el problema no era grave y le proporcionaron los medios necesarios para aliviar la comezón que sentía y luchar contra lo que era su origen.

Mi pobre Nico me inspiró una profunda lástima, el tratamiento se pudo iniciar en el tiempo preciso y no había peligro de ningún tipo. Ya era tarde para comer en el hotel y buscamos un restaurante cercano.

La tarde la pasamos con nuestros amigos ya que volvimos al hotel para descansar un rato. Nico me inspiraba conmiseración, bese y le di mimos alrededor de la zona dañada por la picadura de la medusa y tuve que subir más arriba para seguir dándole cariños para consolarle.

Tomé su hermosísima polla entre mis manos y metí su glande en mi boca, la apachurré con amor entre mis labios.

-¿Te imaginas si te hubiera rozado aquí?  -apuntaba con mi lengua a la rosada cabecita de su verga y reía tunante.

Como respuesta, además de su sonrisa, retiró sus testículos de la base tirando de ellos,  haciendo que sobresaliera su verga con el pellejo tirante, sus ojos me decían lo que quería de mi y comencé a besarla desquiciado de deseo.

Mientras se la chupaba hacía pucheritos con sus labios, lamí sus huevos y abría sus piernas para llegar con mis dedos a su ano.

-Mañana volvemos a la misma cala, ¡joder!, merece la pena sufrir el escozor por una mamada tuya.  –sujetó mi cabeza con su mano y me la empujó hasta tener toda su verga en mi boca.

-¡Ahh! Qué placer.  –parecía que se le habían ido todos sus males, mi boca era prodigiosa y hacía milagros.

Estuve mamando durante un rato, acariciando sus nalgas y metiendo mis dedos en su culo hasta que su polla se puso terrible de gorda e inundó mi boca con su semen.

Continué chupando de ella hasta que estuve seguro de que no quedaba nada de su leche dentro y había expulsado todo, me abracé a él y estuve así sobre su pecho, escuchando sus últimos suspiros y respirar entrecortado.

Sus pelos hacían cosquillas en mi rostro y lamí su tetilla glotón, Nico me gustaba y me dejaba contento, sabía expresar su agradecimiento cuando lograba que se corriera de esta forma.

-Eres único amor mío, nunca me la han chupado como tú.  –pobre Nico, no se acordaba de que era él mi maestro y el que me enseñaba todo lo que sé.

Esa noche tenían organizada una pequeña fiesta nuestros amigos, se marchaban el miércoles, estábamos invitados, los únicos asistentes seríamos, aparte de su grupo, nosotros dos, me enterneció que estuviéramos entre sus intereses.

Cenamos en el bar donde ya éramos conocidos y fuimos a la disco después, teníamos que retirarnos temprano ya que su vuelo era a primera hora de la mañana.

-La próxima vez espero tener más suerte, que el chico que me guste no esté comprometido.  –Fabien me abraza con fuerza, también a Nico al que dice algo que no escucho y de lo que ríen ambos.

Amélie, todos ellos en revoltijo nos abrazan y nos besan y llegamos al final, con promesas que nunca se cumplirán, de visitas que no vamos a realizar, de volver a encontrarnos otra vez todos unidos. Lo importante es que hemos pasado cinco días con ellos, que han resultado deliciosos, chicos nobles, generosos y alegres, eso ha sido lo sustancial, lo valioso, constatar su humanidad.

                               OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

La urticaria va mejorando, remitiendo ayudado por los fármacos que le han prescrito. Vamos a visitar Mahón, a subir a sus miradores para ver el panorama, a patearla despacio disfrutando de sus calles, monumentos, sus gentes aunque abundan los turistas.

Todas las ciudades tienen su historia, sus lugares bonitos y emblemáticos como el Portal de San Roc, la fortaleza La Mola y lo más maravilloso, lo incomparable del mar.

Comemos con un poco de urgencia, vamos a realizar un paseo en barco para ver, desde fuera, desde el mar, el puerto de Mahón y como colofón la visita a la Isla del Rey.

Hemos estado todo el día sin pisar el hotel y llegamos agradecidos por encontrarnos en él.

La situación se va aclarando, he recibido un mail de mi amigo de Nicaragua, respiro aliviado pero con un tremendo dolor, todo se ha reducido a insospechados e inexplicables problemas. No importa, lo mejor es que está bien, deseo olvidarme, evadirme y permanezco en la cama mirando el techo de la habitación.

Nico habla con sus padres, se van a desplazar a Vitoria, parece que tienen que sostener una reunión importante el jueves. El viernes 15 es fiesta en toda España, la Virgen de Agosto y, aún así, su padre trabaja.

- Nico, ven aquí, a mi lado.  –le cuento con detalle lo que ha sucedido en Nicaragua, acaricia mi pierna mientras le habló. Espero una contestación que tarda en llegar.

-Todo se arreglará, no debes preocuparte tanto, todo está bien, él tiene problemas y falta de tiempo, ¿te das cuenta?, dentro de un mes tú estarás igual, no puedes reprochar nada a nadie, son situaciones que se dan, sin mala intención y sin un propósito concreto de molestar.

Me dejo convencer, y le abrazo, y le beso, y le agradezco que esté aquí, a mi lado, para hacerme entender las cosas que mi corazón no entiende, que lo superan.

Nos hemos quedado dormidos, y al despertar, me está acariciando el cabello, peinándomelo para atrás.

-Dormías como un angelito, no te quise despertar y se hace tarde para bajar al restaurante a cenar.

Yo no tengo apetito alguno, él dice que tampoco desea cenar y vamos a pasear, ahora se está más agradable refrescados por la brisa del mar.

Nicolás no tenía apetito, pero al final, está comiendo un bocadillo, un pepito de ternera  y me ofrece para que le dé un mordisquito. Volvemos a pasear y luego de vuelta al hotel cogidos de la cintura, haciendo el camino con tranquilidad.

Siento que todo es muy frágil, que se puede quebrar de un momento a otro toda mi felicidad, noto una opresión en mi pecho y sé que son tonterías que, como dice Nico, todo está bien.

Hace mucho calor y nos damos un baño en la piscina mientras escuchamos la música que nos llega de la disco, antes de ir a la cama nos duchamos, Nico me debe ver alicaído y aumenta sus atenciones cariñosas deseando que le atienda.

-Vamos a salir para ir a la cama, quiero que hagamos el amor si tú lo deseas.  –me duele que tenga que pedirme  mi amor de esta manera cuando debía ser yo el que estuviera atento a sus deseos.

Sujeto su polla que resbala por mi mano por la espuma del jabón y le masturbo, la tiene colgando sin excitarse lo suficiente, me arrodillo ante él para besarla y meterla en mi boca, cuando comienza a coger consistencia me sujeta de los sobacos y me eleva del suelo.

-Será mejor que vayamos a la cama. –tengo que superar mi decaimiento y lo mejor para ello es el espectáculo que me brinda de su cuerpo, tendido y desnudo sobre la cama cuando voy a su encuentro.

Está boca arriba con las piernas abiertas y las manos recogidas debajo de su nuca, es un cuadro tan erótico que debo detenerme para contemplarle y recorrer los detalles con mi vista. Hace un intento de quietar sus manos de donde las tiene.

-No, por favor, quédate cómo estás.  –tiene el pelo revuelto y sin secar del todo, los vellos tan profundamente negros de sus sobacos lucen fuertes y recios, sus pectorales y estómago cubiertos también por su espeso vello en su justa medida.

Me estoy excitando y me tiro encima de él para meter mi boca en sus sobacos y lamer su tieso pelo, se mueve nerviosamente cuando mi lamer le cosquillea. Acerco mi boca a uno de sus pezones y su vello tiembla con mi aliento, cuando mis labios entraron en contacto con el empiezo a chuparlo y lamerlo intensamente hasta que comenzó a suspirar de placer.

Giraba mi cuerpo en mi descender, hasta quedar tumbado sobre él pero en sentido inverso, clavé mis rodillas a los costados de su cabeza y quedé ofrecido a su boca con mis testículos colgando sobre ella.

A su vez su verga se me presentaba esplendorosa de poder, tiesa y grande, con el glande para descapullar y una gota de líquido seminal saliendo por su uretra como si fuera cristal líquido, lo recogí con mi lengua y avancé lamiendo con ella por todo su fuste hasta llegar a sus testículos.

Los sujeté con mi mano apretando de ellos, se contraían subiendo y bajando por su bolsa como si estuvieran jugando, le escuchaba respirar agitado y complacido de mis toqueteos.

Comencé a lamer sus huevos y meterlos en mi boca, me sabían deliciosos y deleitaba el raspar de sus duros y ensortijados pelos en mi lengua y paladar.

Su polla golpeaba mi cara y comencé una ligera masturbación bajando y subiendo su prepucio para ocultar su gordo y rojo glande.

-¡Cómelo! –su orden resonó imperiosa y metí su verga en mi boca sin dudarlo.

Le mame como él quería durante un tiempo, a la vez que el comía mi culo preparándolo con su lengua y sus dedos. Me dio la vuelta y se sentó sobre mi vientre, se inclinó y cogió mis muñecas con su mano izquierda subiéndolas por encima de mi cabeza, comenzó a lamer mis axilas, me gustaba sentir su lengua pasando por ellas y arrastrando mi vello con fuerza como si me lo quiera arrancar.

Mi verga se había colado entre sus nalgas y rozaba con su ano, lo notaba muy caliente y a él muy excitado. Bajó su cuerpo y se sentó sobre mis muslos, unió nuestros penes y los masturbaba a la vez uno con el otro. Al estar así se notaba la tremenda diferencia de longitud y grosor.

Volvió a su posición anterior y a pasar mi verga por la unión de sus nalgas mientras me besaba con mucha pasión.

-¿Quieres que te la meta?  -le pregunté, creyendo que esa era su intención, cuando dejo un momento mi boca.

-¡No!  -fue el ronco gruñido que escuche en mi oreja a la que lamía y mordía.

Apartó mis piernas para colocarse entre ellas, las sujeto y elevó mis caderas hasta encontrarse mi culo con su boca, lo lamía como un experto que era, movía su lengua y sus labios haciéndome morir de placer y que me entregara rendido a sus caricias bucales, su lengua entraba en mi todo lo que mi culo le permitía, haciéndome creer que estaba en el cielo.

Me dejó caer y volvió a besarme en la boca, todo él sabía a mí.

-¡Prepárate! -su voz y sus ojos despedían lujuria y todo su cuerpo vicio.

Empujó su pene y me penetro de una embestida brutal, me entró su verga sin causarme dolor alguno, con mi excitación estaba tan dilatado que hubieran entrado dos vergas de su tamaño sin hacerme daño.

Arqueé mi espalda para recibirle más adentro aun y dejé escapar un aullido de placer, me había encantado como me penetró en ese momento, él gemía solamente entrando y saliendo de mí con fuerza.

Sacó su polla hasta el glande y la volvió a clavar muy fuerte, ahogué mi grito para que no saliera de mi boca, me gustaba demasiado el juego de brutalidad que se llevaba y que me mataba de gusto.

Sabía hacerme gozar de su polla, de él, de todo su ser que se entregaba para mi placer desenfrenado. Al fin mordí mi muñeca para acallar mis suspiros llorosos y mi polla comenzó a lanzar semen sobre mi pecho y vientre, el continuaba mientras yo me estremecía durante un par de minutos y entonces vacio sus testículos en mi interior. Cayó sobre mí y su verga se salió, la busqué con mi mano para volverla a meter pero fue él quien metió sus dedos en mi culo en lugar de su polla y los dejó allí dentro.

Retiré el sudor de su cuello y le comencé a besar mientras sus dedos jugaban acariciando mi recto, envueltos en su semen que me escurría cayendo sobre la sábana.

Sacó sus dedos de mi culo y los llevó hasta su boca, escurrían de su esperma y chupó lamiendo uno de ellos, el otro me lo ofreció a mí que lamí y degusté, sabía solamente a su semen.

Después de estar con Nico un montón de tiempo, recibiendo sus caricias y devolviéndoselas multiplicadas, se duerme, yo no puedo concilia el sueño y me levanto, me dedico a contestar el correo que tengo pendiente, lo agradable, lo que no lo es tanto. Vuelvo a la cama, me abrazó a él sujetándome a su espalda y, al fin puedo cerrar mis ojos y dejarme llevar al olvido y la oscuridad.

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El jueves despierto más comprensivo con los demás, intento borrar todo lo negativo que tengo en mi cerebro, buscar lo alegre y los momentos felices.

Tenemos que comprar unos tubos de natación para Nico, el otro día los olvidamos en la playa, ahora al final cuando tenemos que marchar, con la experiencia que hemos tenido, no volvemos a visitar una cala, nos quedamos en una de las bonitas playas que tiene la ciudad, también hemos adquirido una pelota para jugar, tirándonosla el uno al otro.

La ampolla o hinchazón va remitiendo y ahora está bien, aunque no tiene motivos para reclamar mis mimos y atenciones yo se lo doy, y aprovecho cada ocasión que tengo para mamarle la polla que le vuelve loco y no necesita pedirlo, también a mi me encanta.

A la tarde-noche vamos a cenar, para despedirnos agradeciendo los días maravillosos pasados a pesar de todo, y paseamos lentamente, cogiéndonos nuestras manos, volvemos al hotel. Tenemos que preparar las maletas, dejarlas  parar cerrarlas simplemente, mañana tenemos que madrugar, nuestro vuelo está previsto para las nueve de la mañana.

Esta noche tengo a mi chico romántico, se ha subido una tónica con ginebra y limón, le bebo un sorbito pero está muy fuerte para mí, estamos sentados en la terraza de la habitación, la primera vez que estamos aquí en toda la semana.

Miramos las estrellas y la luna plateada, no está entera, pero a pesar de ello se la ve muy bella. Permanece estirado en su silla y descansa sus pies en otra cercana, mira a la bóveda celeste con nostalgia en su mirada, yo le miro a él como si fuera mi cielo.

Cojo uno de sus pies y lo coloco en mis rodillas, comienzo a acariciarle los pelos del empeine, no tiene muchos, sufre un corte en el bosque de su vello a la altura del tobillo, lo tiene hasta allí cubriéndole como si  fuera un pijama.

Me gustan sus pies con los dedos tan largos y las uñas cortadas al ras de la carne, me inclino para besarle los dedos, huele ligeramente a sudor y paso mi lengua entre ellos, suspira e interrumpe el camino que estaba emprendiendo su mano para llevar el vaso a su boca.

Baja su pie de la silla y de mis rodillas el que estaba allí, me priva así de mi capricho, bebe un largo sorbo de la bebida.

-Voy un momento al baño, ahora vuelto.  -se inclina para besarme y mientras vuelve pruebo otra vez su bebida, parece tardar y no ha bebido tanto como para necesitar este tiempo vaciando su vejiga, cierro los ojos y pienso en lo rápido que pasa todo, una semana que ha transcurrido sin darnos cuenta.

Cuando vuelve toca con delicadeza mi hombro.

-Creía que te habías dormido. -se sienta a mi lado cogiendo mi mano.

-Estaba pensando y mirando la noche tan bonita.  –le miro para descubrir que está con un pantalón corto como única vestimenta y su piel está fresca como si se terminara de duchar.

Se levanta y me coge en sus brazos, está muy cerca del borde de la terraza y tengo miedo, si se acerca un poco más y me suelta caería al vacio, me estremezco y abrazo su cuello con fuerza.

-No voy a tirarte mi amor.  –me besa con ternura en los labios.

-No ahora que me he preparado para que me hagas el amor, luego, si no quedo satisfecho puede que cambio de opinión.  –o sea que era eso, se ha preparado para que sea yo el que le haga el amor hoy, sin decirme nada para darme la sorpresa.

Meto mi lengua en su boca camino de la cama donde me deja para empezar a quitar mi pantalón y camisa, le ayudo bajando mi slip y sujetando su pantalón del elástico de la cintura.

Su verga culebrea detrás de la tela, sale reluciente y limpia para que mi boca la reciba, se me coloca de gatito sobre la cama abriendo sus breves nalgas ofreciéndome su culo. Se lo lamo y se lo chupo, lo tiene apretadito pero sus pliegues se mueven de gusto cuando les paso mi lengua y él suspira, apoya la cabeza en el colchón y lleva sus manos para tirar de sus nalgas y abrirse más.

Me gusta su postura de entrega total, me excita sobremanera, creía que así solamente podía estar yo cuando me rindo y entrego, la polla se me pone dura, quiero meterla en este culo que tiembla, le suelto una sonora palmada y respinga, no sé si del dolor o la sorpresa, gira su cabeza para mirarme y sonríe.

-¿Te ha gustado?  -antes de que me conteste le suelto una más fuerte que le hace encoger el culo y que su ano se frunza enarcando la espalda.

Después de la primera impresión de dolor, ríe y suspira enterrando su cara en la sábana, deposito mis labios en la zona golpeada, que se ha puesto levemente roja, le beso hasta llegar a su ano y allí intento meter mi lengua.

Así juego con él un rato, un golpe por un montón de caricias y de besos.

-Mételo ya Daniel.  -no me hago de rogar y así, como está, empujo de sus nalgas para que las baje y quede su ano a la altura de mi polla, la llevo con mi mano y al primer empujón le penetro con mi glande, no me resulta costoso, ya ha tenido mis dedos en su interior y mi verga no es tan grande.

Tiene que  abrir más sus piernas para hacer que mi polla entre toda y cuando mis testículos hacen tope con sus nalgas me inclino para besar su baja espalda y acariciar la manta de vello que allí tiene.

Me siento a gusto, aunque lo mío sea el recibir, me encanta tener a un hombre tan machote sometido y perforado por mi rabo, sí me gusta, me encanta el sentimiento de poder que me inspira y comienzo a meterle con fuerza mi pija sacándola y enterrándola de nuevo, quiero que grite y que goce de su macho que ahora soy yo y se han invertido los papeles.

Y se me ocurre decirle guarradas que ni se habían pasado por la imaginación.

-¿Te gusta cómo te folla tu macho eh putita?, ¿notas mi verga como te entra en tu culo?  -le deben de gustar mis bestialidades y suspira a la vez que encoge su culo apretando mi polla.

No tardo mucho en correrme sin avisarle dentro de él, es estupendo e increíble sentir como salen mis chorros y le preño su vientre, tiemblo de emoción ante el momento y de excitación tremenda que me lleva a vaciarme como nunca, y además me incita meneando su culito y echándolo hacía atrás para que no salga de él.

Mi cabeza cae sobre su cintura y beso sus posaderas.  Llevo mi mano al encuentro de su polla, la tiene como un caballo y correando de precum, le masturbo besando su espalda  pasando mi lengua por ella hasta que abraza con fuerza mi verga con su ano y comienza a vaciarse sobre la cama en chorros interminables, arqueando su espalda con fuerza como si se encabritara o fuera una yegua montada para la doma.

En el baño no puedo dejar de reír recordando lo que le decía.

-¿De qué te ríes?  -me abrazo a él para que me bese y me calme.

-De las burradas que te he dicho, soy un cerdo. –me besa y me besa ansioso.

-A mi me ha encantado y tus golpes me han sabido a gloría, no sabía que tuvieras tanta fuerza en tu mano. Te has librado de que te tire por la terraza.

-Lo haces muy bien Daniel, pero me gusta más follarte y ver tu cara de bebé suplicando y pidiéndome lo que no tengo.

-¡Tonto! Venga vamos a la cama, mañana tenemos que madrugar.

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