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Las mentes curiosas que fantaseaban entre las sábanas: (cap.7) la cita

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CAPÍTULO 7: LA CITA

 

Al fin llegó el día de la esperada cita.

Elizabeth libraba ese fin de semana, estarían totalmente disponibles para pasar un día tranquilo.

A las once de la mañana la pareja fue a recoger a sus amigos a la estación, era la primera vez que los cuatro estaban juntos en persona. Ciertamente era algo incomodo y extraño, se habían visto desnudos y habían hablado de temas muy íntimos, tan íntimos como el sexo y las fantasías sexuales de unos y otros.

Por dónde empezar, cómo romper el hielo, nada mejor que ir a tomar algo y hablar de cosas triviales, así que sin tan siquiera dejar las maletas en casa, decidieron ir a relajarse con un poco de alcohol de bares.

Unas cervezas y pronto la conversación fue tomando color.

–¿Estáis nerviosos?– preguntó Elizabeth.

Todos se miraron y rieron.

–Un poco.– dijo Sara, –aunque tampoco tanto –añadió.–

Elizabeth bajó la cabeza enrojeciéndose, –Jo, es que yo soy nueva en esto, y me pongo nerviosa.–

–No pasa nada mujer.– le respondió Sara riendo, –Al principio es raro pero veras que en un rato se pasa.–

–Es que me da vergüenza hablar de estos temas así en persona.– añadió Elizabeth.

–Tranquila, no lo fuerces, si sale solo.– increpó Jaime mientras le cogía la mano. Elizabeth le sonrió y se apoyó en su hombro tapándose la cara avergonzada.

–A Sara y a mi al principio también nos costaba mucho, pero al final nos reímos un montón sin que tuviera que pasar nada.– intervino Santi.

Jaime continuo su parlamento, –Claro, si además no es nada que no hayas hecho ya, nos hemos visto los cuatro por cam, y en vivo ya nos han visto alguna vez, esto es solo más directo.–

–Ya, ya, pero no sé, ¿Cómo empezamos? ¿Llegamos y nos desnudamos y ala al tema o qué? Jaja.–

Todos rieron.

–Ya irá surgiendo, que salga solo y punto.– dijo Jaime.

Sara tomo la palabra, –Mira con que tengáis claro lo que queréis hacer y lo que no, vale, nosotros os vamos a respetar en lo que queráis. De momento solo nos miramos y se toca cada oveja con su pareja, bueno y si quieres túy yo jugamos un poco y los ponemos cachondos jiji.–

–Eso me gusta.– respondió Elizabeth riendo.

Durante un buen rato siguieron la conversación entre risas, y hablaron de temas sexuales y otros tantos, luego marcharon a comer algo y poco a poco la situación quedó muy relajada, mientras el morbo de que llegara el momento de verse los cuatro sin ropa iba subiendo, las miradas cómplices se sucedían, los guiños, y las insinuaciones.

El tiempo pasó rápido y antes de darse cuenta eran las seis de la tarde, el momento de volver a casa había llegado.

Sara y Santi solo iban a pasar una noche en la ciudad, así que iban a dormir en el piso de Elizabeth y Jaime, eso daría más tiempo y posibilidades de juego.

Nada más llegar a casa, les mostraron el piso y les dejaron acomodarse en la habitación pequeña. Luego decidieron que estaría bien que todos se asearan un poco para así relajarse algo más.

Cada pareja se quedó en su habitación y se fueron turnando para entrar al baño y darse una pequeña ducha. Mientras Elizabeth estaba bajo el agua, Jaime entró al baño a observarla.

–¿Qué haces?– Preguntó Elizabeth.

–Ya sabes que me gusta mirarte... Además voy a poner un poco en situación a estos.–

Jaime sacó su móvil y comenzó a grabar a Elizabeth a través de la mampara, su cuerpo sinuoso se desdibujaba tras el cristal con el vaho y las gotas de agua que resbalaban por él. Elizabeth rápidamente entró al juego y se contorneo de la forma más sexy que pueda imaginarse. En el pasado este tipo de videos le habían dado morbo, pero saber que en unos segundos lo mandaría a una pareja que descansaba en la habitación de al lado, la excitaba de sobremanera. Elizabeth pasó el chorro de la ducha por su chichi, puso el agua bien caliente y en menos de un segundo tuvo que retirarlo, estaba demasiado cachonda para aguantar el chorro sin correrse, tenía que calmar ese morbo o no disfrutaría de la experiencia.

El video terminó con un pequeño gemido de Elizabeth y acto seguido fue enviado a Sara, a través de la puerta se pudieron oír alagos al cuerpo de Elizabeth, que Jaime le reprodujo, esta salió de la ducha para oírlos por ella misma, el ansia sexual la consumía por completo en esos momentos.

Las parejas ya listas, se arreglaron en sus respectivos cuartos, se pusieron bien atractivos todos, pero tapados, el juego tenía que ir poco a poco.

Ambas chicas optaron por llevar corset y medias con liguero, y remataron con falda corta y botas. Los chicos, más normalitos, prefirieron camisetas ajustadas y vaqueros, que ya marcaban sus erecciones desde el primer momento.

Ya eran las ocho, cuando los cuatro se sentaron a tomar unos calimochos para entrar en calor de nuevo. El alcohol de la mañana había bajado, y aunque el pudor no había vuelto, si que querían soltarse un poco más.

Nuevamente la conversación empezó con calma, pero esta vez rápido se fue al tema sexual.

–¿Jugamos un poco para romper el hielo?– preguntó Sara.

–¿Qué tipo de juego?– quiso saber Jaime.

Sara se levantó y se acercó a Elizabeth, se inclinó hacia ella, –De este tipo.– dijo dando un pequeño pico a los labios de la chica.

Elizabeth se sorprendió pero no se retiró, y tras ese pico vino otro, y luego un comienzo de beso que prometía ser apasionado. Santi y Jaime sonrieron y se situaron bien para ver mejor el momento.

Las dos chicas comenzaron a besarse con ímpetu, casi sin separar sus labios pasaron al sofá, y allí Sara se echó sobre Elizabeth, que abrió las piernas recibiéndola en un abrazo lésbico.

Los dos chicos volvieron a recolocarse para mirarlas mejor, el beso se alargó unos minutos, y estaba claro que ambas lo disfrutaban con creces. Jaime se situó a un lado del sofá y Santi al otro, cada uno tiró de su chica y las separaron mientras acariciaban sus cuerpos, Elizabeth y Sara aprovecharon cada instante para saborear sus labios mientras se alejaban. Acto seguido las parejas comenzaron a besarse y tocarse, se notaba que llevaban demasiadas horas aguantando, y el deseo se había apoderado de ellos por completo.

Jaime empezó a meter mano de forma obscena a Elizabeth, quien miraba mientras tanto como Santi hacía lo mismo con Sara, ambas chicas intercambiaban miradas deseosas, y se repasaban de arriba a abajo.

Jaime se puso en pie y Santi le siguió, luego hicieron que sus chicas se arrodillaran ante ellos y se sacaron las colas, las dos sin dudarlo comenzaron a lamerlas.

Elizabeth observo la polla de Santi, le había parecido grande por la cam y quería ver si en persona seguía siendo notable, pudo comprobar que no estaba nada mal y tenía un grosor apetecible, tardó en verla bien, ya que Sara la comía con tal ansia que a penas la dejaba un segundo al aire. Los chicos se acomodaron sentándose en el sofá mientras ellas hacían su trabajo.

Elizabeth miraba a los ojos de Jaime, y acto seguido observaba como la chupaba Sara, después pasaba a ver la cara de placer de Santi, que la miraba a ella más que a su chica, Sara también la miraba, y Jaime a penas apartaba la vista de ella, sin duda era el centro de atención y deseo, y eso le encantaba.

Mirar otros ojos mientras comía la polla de su novio le resultaba de los más tórrido, se sentía muy cerda y su chichi palpitaba ante ese hecho.

Los novios no podían aguantar más e intercambiaron posición con sus respectivas chicas, ambas quedaron sentadas en el sofá, y las faldas fueron levantadas y los tangas arrancados. Las lenguas de Jaime y Santi, se hundieron en los coñitos de Elizabeth y Sara respectivamente, las chicas disfrutaban de su momento mirándose y alargando las manos para tocarse entre ellas.

La mano derecha de Sara acariciaba el pecho izquierdo de Elizabeth, mientras que se reproducía de forma opuesta el tocamiento de parte de esta. Manosear un pecho y que los suyos fueran manoseados por una chica era extraño y placentero, sin duda la experiencia prometía ser impresionante.

Jaime se quitó la camiseta y acto seguido los pantalones, Santi siguió sus pasos, luego desprendieron las faldas de sus chicas y pasaron a una acción más notable. Ambos deseaban sentir el calor en sus pollas y así lo hicieron, metieron con ímpetu sus colas en sus chicas, y ambas abrieron bien las piernas para que la otra pareja pudiera ver esa majestuosa entrada.

Las piernas de Elizabeth y Sara se cruzaron en el aire y se enredaron, debido a lo que Jaime y Santi se las abrían, sentir el calor de la otra chica en su piel daba más morbo a la situación, ambas deseaban tocarse y sentirse.

Jaime agarraba las piernas de Elizabeth a la altura del culo, mientras que Santi tomaba las de Sara por las rodillas, la pierna de Elizabeth fue a descansar sobre el brazo de Santi y se pegó más a la de Sara, al notarla Santi deseó acariciar esa pierna, pero sabía que no debía hacerlo, pero una de las embestidas de Jaime hizo que el cuerpo de su chica se moviera bruscamente, la pierna bajó separando la mano de Santi de la rodilla de Sara por un instante y yendo a parar al muslo de Elizabeth. A Elizabeth le encantó sentir una mano más sobre su cuerpo, y Santi disfrutó ese momento como ningún otro.

–Perdón.– dijo Santi preocupado, mientras quitaba la mano.

–A mi no me ha molestado...– dijo Elizabeth picaramente mirando a Santi y luego a Jaime, este rió y añadió, –No pasa nada, es normal que haya un poco de contacto. Además ya veo que a esta cerdita no le preocupa... jaja.–

Elizabeth sonrió a Jaime al oír esto, –¿Me puede tocar un poco entonces? ¿No te molesta?–

Jaime la miró con intentando leerle la mente, sonrió, –Si es la pierna y para que yo te pueda follar mejor no pasa nada.– respondió sacando la lengua.

Elizabeth al oír esto alargó la mano cogiendo la de Santi y la puso en la parte interna de su pierna de nuevo, mientras miraba a Jaime con picardía.

–Agarra, agarra, que si me deja aprovecho.– Añadió con tono obsceno.

–¡Qué morro!– dijo Sara, –Yo también quiero.– prosiguió.

Elizabeth la miro aguantando la risa, –No, no, Jaime es solo mío, así que nadie toca.– Elizabeth quitó la mano de Santi de su pierna.

–Jo... – increpó Santi.

Sara miró a su chico que le ponía ojitos pidiendo permiso, ella asintió, cogió la mano de Santi y la colocó sobre Elizabeth una vez más.

–Bueno, pero solo por hoy que se lo ha ganado.–

Santi sonrió y comenzó a acariciar la pierna de Elizabeth mientras follaba a su chica, Elizabeth por su parte disfrutó el momento de tener las manos de su novio en el culo, las de una chica en las tetas y la del otro chico en la pierna, tantas manos la hacían ponerse muy guarra.

A pesar del morbo de la postura, todos quería cambiar y buscar más formas de jugar. Las chicas pasaron a ponerse a cuatro patas sobre el sofá mirándose de frente, y los chicos tras ellas empezaron a zarandearlas con sus colas, había morbo en mirarse de frente pero impedía que pasara nada más, así que manteniendo la postura a cuatro patas bajaron al suelo y ellas recostaron sus cabezas sobre el sofá, una al lado de la otra.

Santi estaba más preocupado de mirar el culo de Elizabeth que el de su novia, no podía apartar los ojos deseosos de él, Sara estiraba la mano y se lo tocaba a Elizabeth, Jaime hacía lo propio, y Santi era el único que no podía disfrutarlo. Elizabeth se dio cuenta de el ansia con que la miraba, se sentía de nuevo como en la playa, una diosa adorada por todos, y quiso ser una diosa complaciente, no sin antes pedir permiso.

–Quiero más manos... me faltan manos encima chiqui, mmm.– dijo a Jaime a modo de petición.

Jaime sonrió, –Que guarrilla estas tú ¿No? No te pases pidiendo eh...–

Jaime hizo un gesto a Santi, que no tardó ni un instante en aprovecharlo, su mano se posó en el culo de Elizabeth.

–Mmmm...– suspiró Santi al palparlo, –¡Joder, qué culo!–

Elizabeth se sobrecogió al oírlo y notar su mano, miró en dirección a Sara y esta se acercó a ella y mordió sus labios, ambas se fundieron en un beso húmedo y caliente, que sus novios observaban atentos mientras se las follaban.

El salón se había quedado pequeño, ya no daba más de sí, así que Jaime cogió en brazos a Elizabeth y la llevó al cuarto grande indicando a Santi y Sara que les siguieran.

Al llegar allí la tiró sobre la cama, y Sara se recostó con ella. Jaime se colocó tras Elizabeth y le empezó a aflojar el corset.

–Si os ha gustado su culo, lo vais a flipar con sus tetas, son perfectas.– dijo Jaime justo en el momento de desprenderla del corset.

Elizabeth se ruborizo y tuvo el reflejo de tapar sus pechos pero Jaime se lo impidió. Santi y Sara quedaron atónitos mirándolos, y la segunda, no pudo aguantar y se lanzó a lamerlos, Elizabeth la recibió con sorpresa y placer.

Santi se colocó rápidamente tras Sara y empezó a follársela mirando como chupaba las tetas de Elizabeth, por un momento casi explota y no le quedó más remedio que parar.

–Yo necesito un momento.– dijo Santi.

Todos rieron. Sara aprovechó para quitarse el corset también y dejar sus pechos a la vista de todos, Elizabeth al verlos tampoco se aguantó y decidió tocarlos y lamerelos. Las dos chicas empezaron a acariciarse sobre la cama, y pronto llegaron los besos y las manos de Sara se deslizaron hasta el chichi de Elizabeth. Al sentir los dedos de Sara en su agujerito, Elizabeth tuvo un pequeño espasmo, no podía imaginar que iba a llegar a eso ese día, y ahora que lo sentía estaba ansiosa por ir más lejos con la chica.

Sara pareció leerle el pensamiento, porque pasó de besar su boca a su cuello, y luego a sus pechos, siguió bajando mientras que Elizabeth cerraba los ojos, esperando el ansiado momento. La lengua de Sara se deslizó por su ombligo, y siguió su curso hasta al fin llegar a motivo de su deseo. El aroma interno de Elizabeth la embriago y sin pensarlo dos veces, recorrió con su lengua los labios de su cuerpo de abajo a arriba, y acto seguido comenzó a lamerlos, besarlos y hundir su lengua en ellos.

Elizabeth se estremecía mientras las manos de Sara la acariciaban, no era la mejor comida de su vida, pero había un morbo especial en ella, y al abrir los ojos y ver a Jaime mirándola fijamente; sin perder detalle de cada gesto de placer de su rostro; el morbo creció a infinito. Agarró a Jaime y lo acercó a ella para besarle y tocarle, las manos de Jaime se volvieron locas en los pechos de su chica, y Elizabeth tuvo que contenerse para no dejarse llevar por el orgasmo que sobrevenía.

Santi entró en juego y empezó a lamer el coño de Sara, Jaime se incorporó y metió su cola en la boca de Elizabeth, el placer era demasiado grande para poder aguantar en esa postura, y Elizabeth se vio obligada a separar la boca de Sara de sus labios.

–Para, para, o me correré y ya me dejáis lista para todo el día.– dijo Elizabeth hiperventilada.

Se tomó un momento de relajación, con Jaime abrazándola desde atrás y besando su cuello. Mientras Sara se tumbó boca arriba para que Santi la lamiera mejor, pero solo unos segundos después estaba de lado, mirando a Elizabeth, mientras que Santi se colocaba tras ella y empezaba a follarla.

Elizabeth seguía excitada, y necesitaba que la rellenaran a pesar de que no sabía si podría aguantar.

–Metémela un poquito, pero suave.– susurró a Jaime.

Poco a poco Elizabeth sentía la polla de su novio dentro, mientras veía una escena porno en vivo, estaba en la gloria, había tenido más de lo esperado, sus fantasías habían sido plenas, pero aún faltaba algo, probar el sabor de la entrepierna de Sara, y ya puestos, no podía dejar pasar la oportunidad.

Elizabeth se acercó a Sara y comenzó a besarla, Jaime le sacó la cola para que pudiera moverse bien y bajara besando el cuerpo de Sara, reproduciendo lo que ella le había hecho antes. Al llegar donde quería llegar, Sara levantó la pierna, Elizabeth vio a pocos centímetros la polla de Santi abriendo por completo el coño de Sara, la líbido le subió un poco más, y aún se volvió a incrementar al notar la lengua de su novio en su chichi.

La postura de Sara no era la más cómoda, así que se quiso tumbar boca arriba, pero Santi no tenía interés en salir de ella. El chico quedó bajo su novia, un poco de lado, con un movimiento más reducido de penetración, pero no por eso menos placentero, estiró la cabeza para intentar ver como Elizabeth empezaba a lamer el chochito de su novia, y aunque la postura no le daba el mejor plano, era más que suficiente.

Elizabeth se colocó a cuatro patas entre las piernas de Sara y Santi, y Jaime se incorporó y empezó a follarle el chichi, lo cual le daba una mejor visión.

Elizabeth tenía reparo en empezar, ya que la polla de Santi seguía en el interior de Sara, eso le impediría comerlo bien y además podía hacer que tocara la cola sin querer. Giró la cabeza y miro a Jaime.

–¿Se lo como así?– preguntó con unos ojitos de deseo a los que no se le podía negar nada.

–Como tú quieras preciosa.– respondió Jaime con morbo en la mirada.

Elizabeth sacó la lengua y la acercó a la parte superior del chichi de Sara, el olor a sexo era muy notable cuanto más se acercaba, era un olor que hubiera despertado el deseo en la persona más frígida que haya existido, así que en Elizabeth no hay palabras para describir lo que despertó.

Su lengua empezó a darle los sabores del clítoris de Sara, solo podía lamer una pequeña parte para no tocar la polla de Santi, pero era suficiente.

Elizabeth estaba disfrutándolo sin duda, estaba siendo follada mientras comía un coño y tenía una polla rozándole la cara, quizás era incluso demasiado, porque su mente se nublaba y tenía nuevas apetencias, una cola tan cerca tenía que terminar por llamar su atención.

–Así no lo puedo comer bien jo...– dijo con tono sugerente.

–¿Por qué no?– preguntó Jaime.

–Porque esta la cola y si lo como bien le daré con la lengua.– respondió Elizabeth poniendo voz de niña pequeña que pide un caramelo.

–Eso quieres eh cerdita...– inquirió Jaime con tono sádico.

–Mmm...– gimió Elizabeth con picardía.

–Cometelo como tú quieras preciosa, que yo te voy a estar mirando todo el rato.–

Elizabeth sonrió y alargó bien su lengua para comer ese chichi en toda su plenitud. Sus labios y lengua tomaron contacto con la parte baja de la polla de Santi, quien al sentirla dio varios espasmos que hicieron que su polla endureciera aún más. Los fluidos de Sara resbalaban por la cola, y Elizabeth los recogía con la lengua y los llevaba hasta el clítoris de esta. No era el cunilingus que había imaginado, pero desde luego no le faltaba ni un ápice de morbo del que hubiera tenido en sus mejores fantasías.

Pronto Elizabeth empezó a acariciar su chichi mientras comía el otro y sentía la cola de Jaime dentro, quizás se perdió tanto en los sentidos, que no se dio cuenta que había empezado a acariciar los huevos de Santi con la otra mano, y al percatarse de ello, pensó que ya puestos a su chico no le importaría, además lo estaba viendo todo.

La intensidad de las embestidas de un chico y el otro a sus respectivas novias, empezaron a ser más fuertes y salvajes, tanto que fue casi imposible evitar que la cola de Santi saliera disparada de Sara. En ese momento lo primero que quiso hacer Elizabeth fue hundir su lengua en el interior de esta, y así lo hizo alcanzando el placer a través del paladar, ese sabor le hizo perder la cabeza un segundo, y ardió en deseo. La polla de Santi estaba junto a su cara, llena de esos sabrosos fluidos, por un momento ni si quiera era una cola, tan solo un palo bañado en un delicioso caramelo que ella ansiaba con locura.

Elizabeth sabía que no podía lamer esa cola, pero también que dada la postura que todos mantenían era la única que podía cogerla y volver a meterla en Sara, así que para placar su deseo lo hizo sin pensar y la cola entro de nuevo. Jaime pareció entenderlo y no se molestó por este hecho, además había notado que Elizabeth se excitó con lo ocurrido debido a la fuerte presión que ocasionó con la vagina en su cola.

Jaime tenía la mirada clavada en Elizabeth, observaba como estaba más cerda por segundos, y que amasaba las pelotas de Santi con ganas.

De repente la polla volvió a salir del interior de Sara, Elizabeth volvió a hundir su lengua con ganas en la chica, pero esta vez no una sola vez, el sabor en ese momento la perdía por completo, y nuevamente el rabo empapado en los deliciosos flujos se mostraba ante ella. Elizabeth fue a meterlo de nuevo en el interior, pero casi por reflejo, dio un lametón antes, desde las pelotas al glande, y metió la puntita en Sara, pero se quedó completamente quieta, por una parte por lo que acababa de hacer, por otra por las ganas de lamer un poco más esa polla.

Elizabeth giró la cabeza con miedo, Jaime la observaba atento.

–Se me ha escapado.– dijo con la boca pequeña y una pequeña sonrisita.

–¡Qué cerda que eres!– contestó Jaime riendo.

–Lo siento.– añadió Elizabeth nuevamente con voz de niña, pero esta vez algo arrepentida, aunque con un indicio de petición de nuevo.

Jaime sonrió y pegó la cabeza de Elizabeth al chichi de Sara, la cola de Santi volvió a su movimiento entrando y saliendo de la chica.

Pero el morbo había llegado a unos límites demasiado grandes como para que la cola de Santi no volviera a escapar del interior de su chica.

Se volvió a repetir la buena comida de coño, y acto seguido Elizabeth fue a meter de nuevo la cola dentro, pero la miró con deseo unos segundos, deseaba lamerla pero no podía, y por un instante giró la mirada hacia su novio, quizás buscando permiso. Jaime al verla puso cara de malo, le clavo bien adentro su cola, y le agarró la cabeza para pegarsela a la polla de Santi, inmediatamente Elizabeth la lamió en toda su longitud un par de veces, llevándose todos los flujos de Sara con la lengua, miró un segundo a su novio que la observaba atento y vicioso, Elizabeth sonrió al ver esa mirada en Jaime y abrió la boca metiéndose la verga de Santi por completo en ella.

Elizabeth lamía la polla con ganas mientras su novio la observaba, le empezaban a faltar manos, así que tuvo que dejar de tocarse para poder tener una mano en la cola de Santi y otra en el coño de Sara. Por su parte, Sara que estaba con la mirada al cielo, noto el cambio, ya no tenía ni polla ni lengua dentro, solo dedos, así que la curiosidad hizo que bajara la vista. Al mirar en dirección a su coño, vio a Elizabeth con toda la polla de su novio en la boca, una serie de sensaciones contradictorias pasaron por su cabeza en ese momento, pero el morbo las superó a todas.

–Así, cometela entera ¡Joder!– exclamó Sara mientras agarraba la cabeza de Elizabeth para apretarla fuerte contra la polla de Santi, haciendo que esta le llegara a la garganta.

Elizabeth tragó la polla como pudo y alzó la vista hacia Sara, que la miraba con una cara de zorra sádica que hizo que el chichi de Elizabeth se humedeciera hasta gotear empapando las sabanas.

Desde el punto de vista de Elizabeth y Jaime, casi parecía que a quien comía la polla era a Sara, lo cual provocaba un inElizabethnte morbo en la pareja. Santi logró asomar la cabeza para mirar la entrepierna de su chica, y ver como en ese momento Elizabeth lamía su cola mejor de lo que se lo habían hecho en su vida.

Sara se incorporó sentándose en el vientre de Santi y empezó a frotarse el coño, Elizabeth hizo lo propio al quedar libre la mano que usaba para la chica. Sara empezó a hacer gestos sucios y pervertidos, que solo hacían parecer aún más que la polla que Elizabeth se comía fuera la suya. Era una imagen digna de ver y que no tenía ni el más mínimo desperdicio. Sara hacía que Elizabeth chupara bien la cola, casi sin dejarla respirar, la agarraba del pelo y dirigía su cabeza para que la comiera tal y como ella quería, Elizabeth se dejaba manejar sin oposición alguna, se sentía un objeto sexual, y en ese momento era lo que más placer podía proporcionarle.

–Me vais a matar.– gritó Santi en un gemido que prevenía de orgasmo en caso de no parar.

Sara al oírlo se quitó de encima de Santi y fue a besarle el cuello, por primera vez la polla que comía Elizabeth tenía rostro de verdad. Jaime y su novia miraron a la cara de Santi, que estaba en una mueca de éxtasis y placer, para ambos fue chocante ver lo que realmente llevaba haciendo Elizabeth un buen rato, comer la polla a otro chico, pero, al igual que le pasó a Sara, de todos los sentimientos contradictorios que tuvieron, ganó el morbo, y el chichi de Elizabeth se contrajo con fuerza sobre una polla de Jaime en pleno auge de llenado, sintiendo ambos un gran placer.

–Correte en su boca.– susurró Sara al oído de Santi, mientras frotaba su coño con fuerza, –Quiero ver como le llenas la cara de leche con tu polla.–

Al oír las palabras de Sara, Santi no pudo aguantar más y su cola explotó en la boca de Elizabeth, haciendo que le rebosara el espeso semen a chorros. Sara saltó hacia Elizabeth y le agarró la cabeza para que no sacara la polla de su boca, sin dejar de tocarse. Elizabeth no pudo evitar tragar parte de la leche que salía incesante de la cola de Santi, y aunque la sensación de ahogo era agobiante, también fue determinante para que su coño se apretara más e hiciera que Jaime estallara en su interior. Al sentir tanto semen en su boca y en su chichi a la vez, un violento orgasmo le sobrevino haciendo que por más que le agarrara la cabeza Sara, la polla de Santi saliera disparada de su boca, y con ella un último chorro hacia su cara.

Elizabeth gemía descontrolada mientras que Sara se lanzó a lamerle la cara y la boca, la leche de su novio en la cara de otra le sabía mucho mejor, y tanto orgasmo al rededor terminó por regalarle el suyo propio.

Sara se dejó caer en la cama junto a Santi y comenzó a besarlo apasionadamente, aún con restos de semen en la boca. Elizabeth cayó rendida entre las piernas de Santi quedándole la cola pegada a la cara, mientras que Jaime dio unos últimos empujones en su chichi y se echó sobre ella.

Elizabeth se quedó pensativa, ahora que el calenton había pasado, se daba cuenta de lo ocurrido, y le entró el pánico al pensar en que diría Jaime. Rápidamente se dio media vuelta para abrazarlo.

–Chiqui, lo siento, lo he hecho sin pensar.–

–Tranquila guapa, no es nada, yo estaba contigo, así que no importa, te he dejado que lo hicieras. ¿Te arrepientes? ¿No te ha gustado?– preguntó a su chica intentando tranquilizarla.

–No es eso, es por ti, que me preocupo.–

–Tranquila, yo estoy bien.–

–¿Aún me quieres?–

–Claro que sí tonta, más que nunca y cada día más, nunca podría dejar de quererte.–

Elizabeth sonrió y miró dulcemente a su novio, –¿Aunque tenga semen de un tío por la cara?– dijo con tono simpático, mientras abría de par en par los ojos.

–Aún así, te quiero de todas formas, y de todas formas estas preciosa.–

Elizabeth sonrió.

–Bueno, y ¿Te ha gustado o te arrepientes?– volvió a preguntar Jaime.

–Claro que me ha gustado, me ha encantado chiqui, pero porque ha sido contigo.–

Jaime sonrió y la abrazó con fuerza, –Anda, ve a lavarte un poco que así no puedo besarte.– dijo riéndose.

Elizabeth lo abrazó con fuerza, –deja que te abrace un segundo y ahora voy a ducharme, ¿Te ducharás conmigo?–

–Claro que sí preciosa.–

Unos minutos más tarde Santi y Sara fueron a su habitación, y Jaime y Elizabeth a la ducha de nuevo.

El morbo seguí en el ambiente, y a Jaime le fue imposible contenerse, tenía que comerle el chichi a Elizabeth de nuevo, ella lo recibió con gusto, y a pesar de la incómoda postura en la ducha, se corrió con gran facilidad, la lengua de Jaime le dio un orgasmo más maravilloso que cualquier otro que pudiera haber tenido ese día con más ayuda.

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