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Reunión de trabajo (Capítulo 1)

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-Dígame

-Hola, dime ¿es esa la forma de saludar a tu Amo?

-Perdón Amo, no sabía que eras tu, el número sale oculto en mi móvil, esperaba tu llamada mas tarde.

-Pero bueno, ¿desde cuando vas ser tu la que me digas cuando puedo o debo llamarte?

-No, mi Amo, yo solo soy tu esclava, solo estoy aquí para cumplir tus deseos y servirte en todo lo que me pidas.

-Estoy a la puerta trasera del hotel, tienes tres minutos para bajar.

-Mi Amo, no estoy vestida, esperaba que vinieras como muy pronto dentro de una hora, no me da tiempo en tres minutos.

-No zorra, no tienes tres minutos, te quedan dos y medio, tu misma. El castigo será proporcional a la tardanza a partir de los dos que te quedan.

-Mi Amo, no puedo bajar, estoy en bata de casa, por favor, entiéndelo.

-El tiempo se acaba, solo tienes minuto y medio, sabes que no me gusta esperar y menos perder el tiempo en una discusión como esta, BAJA AHORA.

-Si mi Amo, bajo.

Cuando apareció, al verla observé lágrimas en sus ojos, estaba claro que la decisión tomada en segundos había sido difícil, una vez adelantado mi regreso en una hora, estaba seguro que la encontraría sin vestir, era muy puntual, había aprendido a serlo pero no tanto como una hora de adelanto. Abrió la puerta del coche, estaba temblando, pero estaba preciosa, con su bata de seda rosa regalo de mi último viaje a Madrid, se sentó a mi lado, me dio un beso y sus manos estaban temblando, no esperaba nada bueno de mí después de haberla cogido de improviso. Encendí el motor y puse el coche en marcha, dejando atrás la playa de Cabañas, entramos en la autopista con dirección a Coruña, al pasar el primer túnel le levanté la bata y descubrí su conjunto interior, de color rojo, coño, había acertado en el color, claro que era previsible, sabía cuales eran mis gustos para estas fiestas especiales, le ordené con frialdad se quedara solo en bragas, sujetador y por supuesto las medias y el liguero, la hacerlo la noté mas tranquila, después de todo otras aventuras habíamos hecho en las autopistas de toda España, la miré de reojo comprobando el precioso cuerpo que tenía ante mis ojos, no dejaba de reconocer la suerte de poseer una sumisa, una esclava de aquella envergadura, sabía de la envidia de Amos con los cuales habíamos compartido sesiones e intercambio de sumisas de las alabanzas hechas sobre ella, sobre su docilidad, su capacidad para soportar el castigo, la humillación pública y sobre todo de su cuerpo, de su figura, sus pechos, su culo, en fin, de todo aquello que estaba por entero a mi disposición.

-Espero que tengas el coño afeitado como te ordené esta mañana antes de salir.

-Si mi Amo, estoy rasurada tal como me ordenaste y además maquillados los pezones.

-Bien, al menos algo has hecho, no por eso va a ser más liviano el castigo al que has sido merecedora, pero no será por ese motivo.

-Mi Amo, no podía suponer que ibas a llegar una hora antes, siempre eres puntual.

-No quiero alabanzas, solo quiero que aprendas la necesidad de estar lista para tu Amo en todo momento y sea cual sea el atuendo que tengas acudirá a mi llamada sin reproches, ese es el motivo de la imposición de este castigo, la falta de respeto al protestar una orden recibida.

-Te prometo que no volverá a ocurrir Amo.

-De eso estoy seguro, cuando volvamos a casa serás castigada como mereces, pero tiempo tendremos de hablar de ello y de marcar el castigo.

-Si Amo, como tu digas.

-Coge esa caja en el asiento trasero, ábrela y ponte esa ropa que te he comprado. Hoy estoy de buen humor pues he tenido un día maravilloso, no esperaba salir con tan buen pie esta mañana, he firmado el contrato con la suministradora a mejor precio de lo esperado y bueno, dado el volumen me he permitido hacerte este regalito.

El regalo en cuestión era un vestido muy sencillo de una afamada marca de ropa femenina, de esos que solo viene uno para cada provincia, de color negro, ajustado en la parte baja y corto, dejaba ver sus piernas preciosas y si se agachaba se vería su culito, la parte superior en gasa transparente, perfecto para llevar sin sujetador, eso lo vi una vez sobre su cuerpo, un chal del mismo color para cubrir sus hombros, pues aunque era verano en A Coruña por las noches hace fresquito y no es cuestión de hacer demostraciones ostentosas de belleza si luego te cuestan un catarro o un gripazo. Se lo puso, se miraba al espejo interior del coche, lo orientaba para verse mejor, una sonrisa, una mirada de agradecimiento y un beso en mi mejilla me indicaron su alegría, ¡que poco cuesta hacerlas felices!.

Cuando llegamos a Coruña era muy temprano para la cena privada que nos esperaba, decidí recorrer de nuevo las calles de esa maravillosa ciudad en la que de verdad nunca me sentí forastero, aparcamos en el subterráneo de la Marina, frente al Teatro Colón y salimos rumbo a la Calle Real, entramos en un café muy de moda en estos días y por supuesto el murmullo de voces se calló contemplado a mi sumisa, sus pechos con aquel vestido transparente eran de ensueño, su vaivén al caminar, sus pezones maquillados, su talle ajustado por el vestido, en fin, todas las miradas sobre ella, los comentarios empezaron a surgir de las mesas, se fue levantando un nuevo murmullo pero esta vez solo hablando de mi sumisa. Estaba orgulloso de ella, de su cuerpo y de su obediencia sobre todo. Nos sentamos en una mesa, cerca de la entrada, quedó mirando al interior, exponiendo sus pechos a todos los presentes. El camarero cuando se acercó no pudo evitar ponerse rojo al ser descubierto por mi mirada observando sus pechos, la situación la había excitado y sus pezones estaban como garbanzos haciendo un ligero pliegue en la tela transparente.

-¿Qué desean tomar los señores?

-Para mi un café solo, para la PUTA un té de melocotón.

-¿Desea azúcar la señora o prefiere sacarina?

-La PUTA va a tomarlo con azúcar.

El pobre camarero no daba crédito a lo escuchado, miró a Elena, me miró a mí puso cara de no entender nada y se fue directo a la barra, observé como comentaba con sus compañeros de servicio la conversación mantenida y todos miraron de reojo, me imagino pensando lo pasada que esta alguna gente, una mirada fija de una chica que estaba tras la barra me hizo sospechar que ella si sabía perfectamente cual era el rol de cada uno. El camarero se acercó a la mesa, sirvió con nerviosismo las bebidas, sus ojos no se apartaban de los pechos de mi sumisa, nuestras miradas se cruzaron y aunque la mía fue de aprobación, se sintió turbado y bajó la vista a la mesa y retornó al mostrador. Le indiqué fuera al cuarto de baño y no escatimar en movimientos para deleite de los presentes.

Nada más levantarse y coger el camino de los aseos vi como la chica de detrás de la barra que antes había tenido una mirada cómplice se dirigió hacia ellos también, estaba claro cuales eran sus intenciones, no solo verla de cerca sino hablar con Elena.

Cuando vino le pedí explicaciones por su tardanza y la conversación mantenida entre ambas, no me causó extrañeza, le había confesado su deseo de estar en su lugar, de ser ella la sumisa exhibiéndose, no tenía Amo y desearía tener uno como yo. Por si yo lo consideraba importante le había pedido el número de teléfono para poder estar en contacto.

Salimos del café con la certeza de durante un buen rato el tema de conversación ya lo habíamos marcado nosotros, caminamos por la Calle Real, Calle de los Olmos y Plaza de María Pita, en todo el recorrido la gente miraba y murmuraba de la exhibición que mi PUTA estaba haciendo, me sentía orgulloso de ella, de mi conquista sobre ella, sobre su mente y la desinhibición lograda sobre su persona, no había sido fácil lograrlo, fue cuestión de tiempo que aceptara mis órdenes, que se doblegara a mis caprichos, aceptara cumplir todos mis deseos por muy raros o exigentes que fuesen.

A la hora acordada llegamos al restaurante, entramos directos a un comedor privado, parte de los comensales ya estaban allí, sus ojos se convirtieron en platos al ver a mi acompañante, les había prometido una sorpresa pero por mas explicaciones dadas no esperaban nada igual. ¡Que cabrón es este tío!. Mira que fulana trae como acompañante, y además de todo eso seguro que es buena en la cama, jajajaja, no se lo imaginaban, se podían hacer una idea de las habilidades de mi acompañante pero nada mas, de ahí a saberlo, una buena diferencia.

La cena fue pantagruélica, ocho personas en total, siete hombres y una mujer, bueno, no, siete hombres y una PUTA, después de servir los postres y antes del café propuse a mis invitados ausentarme durante unas horas, tenía cosas que hacer en la noche coruñesa y ellos quedaban en buenas manos, puesto que todos ellos eran viejos amigos y viejos zorros les dejaba a mi "PUTA" para su diversión esperando la dejaran bien servida para la noche, pues yo tenía otros planes para mi solito. Tenía la sana intención de comprobar sin ellos saberlo como eran las mujeres de algunos de ellos, concretamente de dos de mis invitados, uno cuando va de viaje de negocios procura conocer a sus proveedores y por supuesto a sus esposas.

A las cuatro de la madrugada un mensaje de Elena me indicaba el final de la fiesta, joder, antes de lo esperado, estaba en plena orgía viendo como aquellas dos honradas señoras se comían el coño en un maravilloso 69 al tiempo que una de ellas tenía mi miembro en su precioso agujero trasero, en fin, había que darse prisa, pero habría mas ocasiones, no se podía desperdiciar algo como aquello, no se conocían sus aficiones al lesbianismo pero una vez puestas resultaron ser dos verdaderas zorras.

Pasé a recoger a mi sumisa, los caballeros estaban haciendo tiempo esperando mi llegada. Sonrisas y alguna pregunta irónica precisamente de uno de los cornudos de la noche sobre la facilidad de ligar en la ciudad, por supuesto mi respuesta fue que poca cosa, algo se había conseguido, pero no lo esperado.

Ya en el coche y de vuelta a nuestro apartamento en la playa de Cabañas hablé con mi preciosa dama sobre como había sido la noche y por sus respuestas me quedó claro que sus mujeres necesitaban mucha mas marcha de la que tenían y ellos podían o querían darles.

-No estuvo mal Amo, pero menos mal que eran seis sino hubiera terminado en un par de horas, solo un par de ellos podrían llegar a un cinco en mi valoración.

-Ni un azote, ni una humillación ni un insulto por lo que veo, ha sido una velada de guante blanco.

-Si mi Amo, nada de eso, salvo alguno que en el momento de terminar la faena me llamó de forma muy suave "putita"

-Jajajaja, si supieran algunos de ellos la clase de mujeres que tienen seguramente cambiarían de opinión. Sigues caliente entonces PUTA, eso vamos a solucionarlo, es temprano y seguramente algún macho habrá dispuesto a follarte antes de llegar a casa y atarte. Esta noche vas a dormir de una forma especial.

-Como tu desees mi Amo, sabes que e obedeceré.

-De eso no tengo la menor duda, ya te has ganado hoy una buena paliza sin que ahora tenga que ser doble.

-Mi Amo, sabe de mi disposición para ser castigada como más satisfaga sus necesidades.

 

Autor: Zorpa

Correo electrónico: [email protected]

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