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La estilista

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Hace mucho tiempo que voy al gimnasio. Me gusta mucho hacer pesas. Hace unos dos años iba a uno diferente al que estoy ahora, ya que este último me queda mas cerca. Pero tengo una buena historia sobre aquél otro.

Llegaba al gimnasio aproximadamente a las cuatro de la tarde, era primavera, hacía mucho sol, así que claro, las mujeres como acostumbran en los días de calor se ponen la menor cantidad de ropa posible, dizque para "sentirse bien con ellas mismas" lo cual en buen cristiano significa para calentar a todo el que se le ponga enfrente.

Resulta que en la misma calle del gimnasio hay otros locales. Este se encuentra en segundo piso. En el primero hay otros negocios, de ferretería y otras cosas.

Uno de esos locales era un peinador. Ya entes había visto a la señora que arreglaba el cabello. Era una señora de unos 35 años, morena, y de bonita cara. Pero era todo lo que sabía por que siempre traía recogido el cabello, llevaba unos lentes, usaba unos pantalones horribles, en fin.

Pero esta ocasión, me quedé con la boca abierta por que traía suelto su cabello, el cal era un poco rizado. Estaba maquillada, sin lentes, y traía una blusa negra pegada y una falda de mezclilla un poco arriba de las rodillas y sandalias. Estaba barriendo.

Tenía unas piernotas....

Desde mucho tiempo atrás siempre que puedo cargo una cámara fotográfica conmigo, por que he aprendido que en la calle uno se topa con cada bombón que...hay que guardarlo en fotografía.

Afortunadamente la traía conmigo esa tarde. Inmediatamente se me ocurrió algo:

-Señora, buenas tardes –le dije amablemente, y ella dejó de barrer

-Buenas tardes –respondió

-Mire, no se si me podría hacer un favor –le dije. Sabe que soy estudiante de dibujo en la escuela de bellas artes, y los maestros siempre nos encargan que dibujemos a personas que veamos en la calle -en realidad era estudiante de derecho- Yo tengo una tarea de hacer unos dibujos a lápiz –agregué, y me gustaría saber si me usted dejaría que le tome unas cuantas fotos para sacar los modelos de ahí y dibujar después.

-Sí, claro –dijo ella.

La primer foto se la tomé afuera, parada en la banqueta, le dije que no soltara la escoba. Luego le dije que entráramos. Le tomé otra en la entrada, de perfil. Había unos escalones, pensé en decirle que se sentara ahí, pero luego ví un escritorio que me gustó más.

No había absolutamente nadie por la calle, y en el peinador afortunadamente tampoco. Ella avanzó delante de mí. Me miró esperando mis instrucciones. Quite unas flores del escritorio, y le dije que se subiera, lo cual hizo rápidamente, Acomodó sus caderas en una de las esquinas. Inmediatamente le pedí que cruzara sus brazos por atrás de su cabeza tomándose el cabello, esto para evitar que se fuera a tapar las piernas. La falda se le subió a mas de medio muslo. Eran unas piernas anchas, tremendas, y las caderas contra el escritorio se veían enormes.

La cara de ingenuidad de la señora me calentaba cada vez mas. Cuando cruzó los brazos miro hacia la derecha, para ver por la ventana. Se veía tan frágil. Me excitaba el hecho de que estaba totalmente a mi disposición. La admiré un poco. Le tomé una foto de cuerpo entero, y como me dí cuenta que ni volteaba, me acerqué mas y me agaché descaradamente para ver sus piernas de cerca. Tría calzones blancos, lo que me sorprendió pues pensé que traía pantyblusa, y esperaba ver color negro como la parte de arriba. Le tomé otras dos fotos sólo a sus piernas, le vi los calzones todo lo que quise. Lamentablemente mi cámara no tenía flash, así que no salió todo, solo las piernas, en las que si daba bien la luz de la ventana.

-¡Se me van a caer! –sustrayéndome de mi excitación.

La miré y sonrió. Se me vana a caer las sandalias –dijo

Se le estaban resbalando.

Dejé la cámara en el suelo y le quité las sandalias y las dejé caer al piso solucionando así el problema.

-Pues sí, verdad –dijo

-Pues sí –contesté

Aprovechando le pregunté:

-¿Le hago cosquillas? Mientras le tocaba los dedos de los pies.

Ella no respondió.

Le dije que se recostara hacia atrás, y que juntara las manos apuntando al techo.

De inmediato lo hizo.

La señora estaba totalmente bajo mis órdenes. Le dije que se acostara así para que no tuviera oportunidad de ver lo que yo hacía. Así pude acercarme a sus pies –los cuales olían a perfume pues estaba recién bañada- Casi pude lamerlos, pero claro, no me iba a arriesgar. Me paré y me acerque a ella, haciendo como que le tomaría una foto desde arriba. Le tomé una. Luego hice como que estaba enfocándola mejor, y aproveché para detenerme con mi mano izquierda sobre el escritorio, muy cerca de su muslo. Lo rocé un poco con los dedos. Tomé otra.

-Sonría señora –le dije- estoy batallando para enfocarla, se ve un poco oscuro.

-Permaneció seria

Me acerqué un poco más a su cara, y levanté la mano del escritorio. Mientras me acercaba se la iba poniendo en el muslo. Por fin agarré su pierna totalmente. Le dí un ligero golpecillo en el muslo. Era muy arriesgado lo que hacía. Tuve una corazonada, y le dije que se le vantara.

Por último acerque una silla y le dije que para acabar le tomaría una sentada.

Se sentó y, se tapó los calzons. Ja, ya cuando había visto todo.

¿Y qué creen mis amigos? Que en eso llega un sujeto.

Le pregunte de inmediato que quien se acercaba.

-Mi marido –me dice

Lo saludé tratando de tranquilizarme De inmediato le dije que se pusiera junto a ella para tomarles una foto a los dos ¿Qué otra me quedaba?

El tipo no sospechó –creo

-Es que el hace dibujos a lápiz – le dijo la señora

Les tomé dos fotos mas.

El tipo me preguntó sobre los dibujos. Yo le expuse mi cuento. Me preguntó que cual era mi ganancia. Claro, se le haría muy tonto andar dibujando por que si. Si supiera la verdad.

Al fin me despedía cortésmente, y les prometí enseñarles las fotos luego.

Nunca volví al peinador.

Al poco tiempo en ese lugar pusieron un taller de la lavadoras.

Jamás vi de nuevo a la señora.

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