Nuevos relatos publicados: 0

13.2 Mis amigos quieren ser modelos

  • 19
  • 17.379
  • 9,74 (19 Val.)
  • 0

Me desperezo y me estiro en la cama, me siento tan cómodo entre las sábanas, totalmente desnudo, notando su frescura cuando me muevo y cambio de lugar, lentamente vuelven a mí los recuerdos de hace unas horas. No puedo evitar que una sonrisa abra mis labios. ¿Qué habrán pensado de mi actuación?, de mi casi huida intempestiva, ahora no sabría decir si hice bien o mal, estaba contento de haber escapado y me hubiera encantado quedarme allí.

Me encontré con mi madre y nos miramos sonrientes, la sonrisa se nos borraría muy pronto, comienzan los problemas burocráticos de siempre.

Pensamos que pertenecemos a un mundo civilizado y estamos totalmente errados, todo se orquesta para hacer la vida del ciudadano imposible.

Estamos en la Unión de países europeos, Dios mío, lo más moderno y avanzado del mundo, ¿cómo será  en los demás continentes o países?

Hemos ido a conocer el trayecto que hay que realizar para ir a la empresa, todo está muy bien señalizado, y la empresa se pierde en el horizonte de lo grandísima que es, aunque con jardines y verde entre los distintos centros de almacenamientos y trabajo. Ahora sabemos el camino para que pueda hacerlo sin perderme el lunes próximo.

Vamos a Lille para concretar con la inmobiliaria el contrato de arrendamiento del estudio. Complican los trámites al máximo.

Tengo que darles una cuenta bancaria de Francia, no admiten tarjetas de entidades financieras de otros países de la Unión, dislate máximo; como mi contrato de trabajo está en inglés tampoco lo admiten, necesitan un aval que no les puedo dar porque en el banco no me abren cuenta hasta que no tenga domicilio, es como la pescadilla que se muerde la cola, les pido que hablen con mi empresa para que los de R.H. lo resuelvan y nos envían a dar un paseo hasta que lo solucionen.

Damos una vuelta y volvemos, han contactado con ellos, la fábrica me avala y les enviarán el contrato de trabajo en francés, y el súmmum del asombro, debo facilitarles mis tres últimas nóminas, ¿y si no hubiera trabajado anteriormente?

El precio del estudio resulta aproximadamente, un cincuenta por ciento más caro que lo que tenía que pagar en Leeds, pero no importa, ya tengo mi casa para un año. Volvemos al hotel satisfechos.

En la recepción se escucha de fondo la voz prodigiosa, e interpretación sublime de Frida Boccara con su “Un Jour, Un Enfant”, ¡franceses, por su voz os lo perdono todo!

Subimos a nuestras habitaciones, estamos cansados y decido darme una ducha antes de bajar a cenar, Evans me sonríe cuando me ve bajar, veo mordacidad burlona en ella y me vuelvo a sonrojar.     

Un par de emparedados vegetales y dos vasos de leche son nuestra cena, y para pasar el tiempo un poleo menta que el bueno de Evans nos sirve. Ahora cuando le veo se me viene a la mente su extraordinaria verga e imagino su sabor en mi boca, miro sin poderlo evitar su entrepierna mientras se intenta entender con mi madre, necesito a Nicolás para olvidarme de otros y espantar las tentaciones.

Recibo la llamada de Nico un poco tarde, ya está en su casa de Barcelona y parece loco de alegría.

Han aceptado sus ideas sobre la residencia de los abuelos de Gonzalo y el estudio de arquitectura quiere que las concrete. Tiene que desplazarse a Bilbao la semana próxima y le queda el tiempo justo para incorporarse a sus obligaciones en París.

Los votos de Gonzalo y su abuelo han sido decisivos para que se apruebe el cambio del proyecto, me despido de él y vuelvo a coger mi novela, la de Chistel e Isabell Zachert, madre e hija, personajes y autoras de la obra que me arrebata en sentimientos de esperanza.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

A la mañana me despierto un poco tarde, mi madre no me ha llamado y me levanto cuando quiero.

Celebran en Lille, al igual que el fin de semana pasado en Béthune, la Braderie y lo cierran todo, los restaurantes saldrán con sus productos a la calle, todos querrán vender lo que nadie quiere comprar, amenizado con música, mucho ruido y las motos de tubos de escape de brillantes niquelados.

A la vuelta, que ha sido rápida, me dedico a revisar la web de la empresa, para saber de ella y conocerla lo máximo posible.

Comemos en el hotel y salimos a dar una vuelta y curiosear, mi madre es de vivir en la calle y entre la gente.

No he olvidado la invitación para la cena de Evans y aprovecho para llamar a Nico, sigue en Barcelona y estará allí hasta el lunes, ha recogiendo la diversa documentación que precisa de las Universidades de Madrid y Barcelona.

- Nico, te quiero…, te quiero un montón y te necesito.  –se ríe, si supiera la exacta verdad de mis palabras.

-Pasea con tu madre, con Evans y disfruta. Yo también te adoro.  -no me dice nada sobre Marc.

-Ya tengo casa en París, cuando llegue espero que me visites, el primer fin de semana te toca viajar a ti.  –y cortamos la comunicación.

Bajo a recepción, Evans vestido de calle habla con su compañero. Él mismo recoge mi llave, me sonríe y le brilla la mirada.

Salimos de Le Vieux Beffroie y paseamos por la calle, llegamos a la estación, Evans quiere que conozca los alrededores, por si necesito venir a Béthune en tren desde Lille, aun no está nada decidido.

Su charla es interesante, intentando que aprenda lo máximo posible. En la cafetería de un hotel, enfrente de la estación, tomamos un refresco y seguimos hablando.

Evans es un pozo de conocimientos como bien pude comprobar esa noche pasada, a pesar de sus pocos años ha tenido que labrarse su vida, y por lo que voy sabiendo de él ha sido con mucho esfuerzo y mérito.

Caminamos en silencio, no hablamos sobre lo sucedido hace unas horas, como si no hubiera pasado. El camino se me hace corto hasta que llegamos a su casa que el otro día no puede ver al ser de noche.

Es humilde por fuera pero muy bien cuidada, consta de tres plantas, ellos viven en la planta a nivel de suelo, accedemos a ella desde un patio que contiene jardineras y me recuerda, casualidad, al estudio en el que voy a vivir en Lille cuando me lo entreguen.

Abre la puerta de la casa con llave, al igual que la del patio, lo que me hace suponer que Lorian y Alan no se encuentran dentro.

Accedemos a un pequeño recibidor, y siguiendo un corto pasillo, a la amplia cocina que ya conozco, de azulejos blancos, grandes, antiguos, haciendo aguas, alicatada hasta el techo.

Cocina de las que no existen ya, con una mesa de madera y la encimera de mármol blanco, picado en algunas partes, hay alguna macetas por el suelo y en el alféizar interior de la ventana.

Me guía para ir al fondo y subir dos escalones, hasta la sala donde estuvimos haciendo la grabación, aún permanecen los focos. Deslizo mi mirada por ella, en una pequeña librería metálica de tubo hay un reproductor de música, algunos libros, CDs, preciosas fotografías de los tres, abrazados o sacando sus lenguas a la cámara y otros elementos arremolinados sin concierto ni unidad, pero todo muy cálido, para sentirse bien.

-Si no te importa voy a darme una ducha, estoy rendido aun del trabajo, puedes escuchar música, o mirar el resto de la casa que es tuya, lo que desees, vuelvo en un momento,

No puedo decir nada porque en un segundo estoy solo en ese lugar que tantos recuerdos me transmite. Tomo el primer Cd más cercano y lo coloco en el reproductor, y mientras se inicia miro la portada para saber el nombre del intérprete, Keren Ann, me siento en la misma butaca de la vez pasada y cierro mis ojos para escuchar y disfrutar de los sonidos que me llegan y evitar pensar.

No tarda ni diez minutos en estar de vuelta, sin preparar, con una toalla enrollada en su cintura y otra con la que seca su cabello, ahora revuelto y no en punta como lo suele llevar. Le veo más guapo así, sin tanta preparación sofisticada, sinceramente he necesitado verle muchas veces para darme cuenta de que resulta un tipo guapo.

Vuelve a marchar, le veo tan niño-hombre como hombre-niño,  un compendio de los dos que te hace verle tierno y duro a la vez.

Cuando regresa lleva puestos unos pantalones muy holgados que casi se le caen de sus exiguas caderas y una camiseta de líneas diagonales que van desde el hombro hasta el costado, de colores asalmonados y metida en el pantalón.

Su pelo se lo ha vuelto a colocar de punta como es su costumbre y sigue con una sonrisa que ilumina toda su cara. Me pongo en pie, voy hacía el que me mira sorprendido, alargo mi mano y revuelvo su cabello para dejarlo como cuando se lo estaba secando.

-Así me gustas más y estás más guapo.  -se echa a reír y se lo revuelve más.

-Si te gusta así no hay problema, ¿me acompañas a la cocina?, enseguida llegarán.   –imagino que se refiere a Alan y Lorian. Voy hacia el reproductor para detenerlo.

-No, déjale que suene y coloca el nivel un poco más alto.

Se marcha y después de hacer lo que me ha pedido voy tras él.

-Coge un mantel de ese cajón y ve poniendo la mesa.   –lo siento como una orden, ahora parece un torbellino de actividad, saca del frigorífico bandejas que va disponiendo en el mostrador, las observa, labora en los alimentos que hay dispuestos en ellas y no pierdo detalle de su quehacer que me asombra.

-Venga, coloca ese mantel, te está esperando y se va a ensuciar sin usar.  –despierto de mi mirar y le sonrió, un poco avergonzado de que me sorprenda observándole.

Elijo un mantel a cuadros salmón y blanco, y lo extiendo sobre la mesa de mármol, las servilletas están todas mezcladas y tengo que irlas seleccionando, miro el resultado, pobre aún pero me gusta, tiene aspecto de limpio y alegre. Cuando vuelvo mi vista hacia él, veo que me están señalando un armario, tipo aparador también muy antiguo, lo abro y allí veo los platos.

-Cuatro, somos cuatro, y en el cajón inferior tienes los cubiertos y a la izquierda, arriba, los vasos.  –lo dice todo de corrido sin dejar de trabajar, de cambiar a platos lo que estuvo en las bandejas.

-El pan en el cajón, a la derecha de los cubiertos. –él está a lo suyo y vigilando lo que yo hago, al menos en Francia existe el pan al igual que en España.

Observa mi trabajo y creo que se siente satisfecho, va hacía el alféizar de la ventana y escoge un tiesto de envergadura pequeña, con flores muy caprichosas y lo coloca en el centro de la mesa.

-¡Voilà!,    -se pone a reír y a cantar con la música que se escucha de fondo, ensayando unos pasos de baile mientras sigue trabajando.

Me siento en un taburete y le observo, cuando vuelve su mirada escuchamos ruido en la entrada y unos segundos después sus amigos entran en la cocina.

Me levanto para recibirles, y como si me conocieran de toda la vida, uno tras el otro abren sus brazos para darme un breve abrazo y un beso, primero en la mejilla y como les parece poco me besan los labios.

Después do lo pasado, nada me parece raro. A Alan le retengo un segundo.

-Gracias por llevarme al hotel.  –ahora soy yo el que le beso.

Alan deposita en una silla una bolsa que porta, de plástico pero que debe pesar y recoge de la mesa lo que con tanto esmero he acabado de colocar. Dispone sobre la mesa la bolsa y saca de su interior dos paquetes embalados y timbrados de correos, les retira el envoltorio cortando con uno de los cuchillos dispuestos en la mesa, contienen dos libros, como álbumes fotográficos.

-Antes de cenar hay que mirar la obra de arte, acercaros, los hemos recogido y no los hemos visto aún. ¡Venga, vamos!

Los tres miramos su maniobrar, abre la cubierta, en la primera hoja aparece una fotografía de Lorian posando en un salón, de cuerpo entero y descubierta la parte superior de su cuerpo.

No permite ver el detalle y va pasando las hojas rápido; en resumen se trata de un álbum de fotos de  Lorian, donde podemos apreciar la belleza sublime que posee, al final son las fotos más hermosas, para mí al menos, donde aparece desnudo, a veces con su miembro viril erguido, mostrando detalles muy íntimos de su anatomía. Es una maravilla donde se han unido la naturaleza y le magia de la mirada del fotógrafo para mostrar un ser perfecto.

Las últimas son de él y Alan, en poses excitantes y eróticas, simulando que están haciendo el amor, aunque las hay donde Alan está en su interior penetrándole el culo.

Le miro y observo que se encuentra satisfecho del resultado conseguido, o del que esperaban obtener. El siguiente libro o álbum corresponde a un reportaje parecido y diferente a la vez, pero de él mismo, las fotos donde aparecen los dos son de posturas diferentes pero hechas en la misma sesión que las de Lorian.

Alan no alcanza la belleza de Lorian ni en broma, su delicadeza de maneras y perfección de formas, armonía en todo él; pero lo asombroso es que Alan resulta fascinante, sobre todo las fotos de su rostro, con sus expresiones que se comen la cámara, que te sugieren comértelo a él. Como la última toma del otro día cuando sonríe invicto a la cámara que manejaba Evans.

Admirable para inducir a consumir cualquier cosa que el anuncie o sugiera utilizar, miro las fotos, le miro a él y es un prodigio el cambio que se produce, no es él mismo, como si en las fotos portara otra alma, su sonrisa de una belleza indescriptible, sus expresiones de sorpresa, angustia, ansiedad, miedo, alegría, y aquí el profesional lo ha dado todo sabiendo donde está el filón.

Lo vuelven a recoger todo, Evans emocionado les abraza y felicita y yo no tengo otro remedio…, y placer, que secundarle.

Alan, exultante vuele a colocar los servicios de mesa donde estaban, más o menos, están emocionados y hay que celebrar su entusiasmo y alegría.

Evans les urge a recoger todo y cambiarse si lo desean, va a comenzar a servir la cena, marchan alegres y desaparecen volviendo en unos minutos.

Tenemos vino tinto para cenar, no entiendo mucho de vinos a pesar de haber vivido parte de mi vida entre ellos, pero su olor y color me encanta, más que el sabor, es un día especial para ellos y no me importa el marearme probándolo.

La cena que nos ofrece, cocinada o preparada ya precocinada por Evans sabe deliciosa. La armonía entre los tres es evidente y me impresiona, ver gestos de madurez incuestionables, en unos niños que lo son y no lo pueden esconder.

Les escucho hablar sin intervenir, van a enviar sus libros y la grabación a distintas agencias de publicidad y modelos, de París y otras ciudades y también a algunos agentes para tratar con ellos si quieren representarles.

Su ilusión es inmensa y ya se están comiendo el mundo, sueñan con lo que será su trabajo, con el dinero que van a ganar, el cómo lo emplearán, lo divertido que va a ser.

Trabajar en lo que dicen amar, en lugar de tener que soportar a esos hombres a los que noche tras noche venden sus cuerpos, resultando de su copula casi una violación, aunque ya están habituados.

Reina la alegría y comemos sin alabar el trabajo de Evans, tanto es el regocijo de los tres por un trabajo que no cabe duda está bien hecho.

Meter comida a estas horas en mi estómago resulta un poco difícil,  pero pruebo de todo lo que ha preparado.

-Está todo delicioso Evans.   –me mira y chispean sus ojos.

-¿De verdad te gusta?

-Si no fuera así no te lo hubiera dicho, sabe de maravilla todo.  –Lorian y Alan asienten.

-¿Qué te han parecido los books?  -la pregunta parte de Evans, seguramente para que la conversación no recaiga tanto sobre él, y los tres esperan expectantes mis respuesta que me tengo que pensar.

-Tenéis belleza a rabiar y para regalar,  sois…, sois…, yo os veo guapísimos y sabéis posar, sinceramente os veo en las fotografías más guapos que muchos otros modelos conocidos.  -me he puesto terriblemente reflexivo.

Me escuchan como si yo fuera una persona docta y entendida en algo, y lo cierto es que no sé nada, desconozco lo que decirles, ni por donde comenzar.

Recuerdo a mi amiga, de los fines de semana en la casa de verano, a ella que tiene cinco años más que yo, y a su hermano que también me lleva tres.

-Al encargaros esos books veo qué vais a aventuraros en la publicidad y la moda, de eso no sé nada, salvo la experiencia de una amiga.

-Es una carrera difícil contra el tiempo y vosotros ya lleváis algunos años de desventaja, pero sois para mí, insuperables los dos.

-No os va a ser nada fácil, también aquí hay que conceder favores y estar en muchas camas.

No sé cómo he podido ser tan frío y caústico, al final a mi amiga le ha ido bien aunque aparte del mundo de la moda, no abandonó sus estudios, consiguió obtener el título de Ingeniero Químico, encontró un trabajo y ahora estudia un Doctorado en Farmacia.

Les veo tristes al recibir mi vaso de agua fría en sus cabezas, es penoso destruir las ilusiones de los demás y tirar sus sueños por los suelos.

Abrazo a Alan que está a mi costado y beso su rostro para borrar su tristeza y recogerla con mis labios. Paso un momento acariciando su espalda, que pena no haberme podido dividir para ser consuelo de los tres.

-Daniel, nosotros no sabemos hacer otra cosa.

-No me habéis dejado terminar.   –seguía acariciando su espalda con infinita ternura y cariño, queriéndole transmitir mi afecto más entrañable.

-Si ser modelo os ilusiona tendréis que luchar por ello y al final, si no se consiguiera, no pasa nada, Evans ha escogido otro camino y conseguirá triunfar.

-Un día se decidió a dejar su vida atrás, y con la comida tan rica que prepara no entiendo que hace en la recepción de un hotel.

Por fin consigo que una tímida sonrisa aflore en las bocas de los tres.

-Venga, vamos a seguir cenando y terminar, no vamos a tirar la comida de Evans.

Pero la tristeza ha ocupado su lugar en nuestra mesa, ¿por qué seré tan hablador?,  ¿por qué tan hiperrealista y cruel?

Así se termina la cena, y sobra la mitad de ella.

-Ahora, mientras recogen la mesa Evans y Alan, Lorian y yo vamos a ir a una tienda que esté abierta, vamos a celebrar mi marcha de Béthune el domingo con vuestro champan francés que en España nos encanta.

Pensaba, creía que lo sabían ya, pero Evans no les ha dicho nada, se quedan un momento alelados y vienen los dos a abrazarme apenados. Resulta increíble que nos conozcamos de unos días y nos apreciemos de esta forma, nunca me ha sucedido algo semejante.

-Vale, qué solamente marcho a Lille y vendré a Béthune todos los días, podréis visitarme cuando queráis en mi casa.

Al fin vamos a realizar la compra que quiero, adquirimos cuatro botellas de champan, me han asustado los precios y he rechazado las primeras que me ha ofrecido el dependiente, cogemos uno que ya esta frío, helados y unos pasteles y dulces.

A la vuelta nuestros amigos han recogido la mesa y están sentados en silencio, esperándonos, no hay copas de champan pero tenemos vasos, y el producto es bueno, me ha costado muy caro y vamos a disfrutarlo.

Va a ser la primera vez en mi vida, luego no llegará a tanto, que no me importará emborracharme.

Cuando desaparecen dos botellas, ayudadas por los dulces y nuestras tristezas, he bebido dos copas y estoy contento y repartiendo besos a todos.

Evans ha editado lo que grabó y ha pulido su trabajo, pone la grabación que ha sido pasada a DVD y nos sentamos para verla como si fuéramos espectadores en un cine.

Me impresiona lo bien que le ha quedado el trabajo y dejo de analizarlo para entrar en las escenas, Lorian y Alan tampoco lo habían visto, ahora son meros espectadores de su actuación y veo que todos lo estamos gozando al ver las entrepiernas de los cuatro.

Bebemos otra botella en el tiempo que dura la reproducción.

-Maravilloso Evans, eres un buen cocinero y excelente cineasta te quiero de marido.  -le abrazo y beso su boca exagerando mis besos sobreactuando. Él me besa tierno.

-Daniel, estas borracho.  –hablamos sobre la grabación, los chicos están contentos de su actuación y del trabajo técnico

-Evans, tu no quisiste dormir conmigo hace unas noches y te voy a pedir que esta noche me permitas dormir contigo.   –sonríe y eleva su vaso en muda invitación.

Llamo a mi madre para decirla que me quedaré a dormir en la casa de Evans y luego llamo a Nico.

-¿Nico?,  te quiero.   –comienza a reír.

-Daniel, ¿qué te sucede, has bebido o te has drogado?

-Estoy borracho, me he bebido tres botellas de champán y una de vino durante la cena.

-Tres botellas de champan, ¿tú?, estarías muerto.  –no para de reír.

-Tres botellas entre los cuatro, voy a quedarme a dormir con ellos. Me necesitan y yo les necesito a ellos.

-Te adoro Daniel, hasta borracho te quiero, ve pronto a la cama.

-Lo haré cuando Evans me de permiso, la cama no es mía y nos quedan otras botellas.  –no puede de la risa que le da.

-No bebas más por favor, llévales a la cama, por lo que sea que hayáis bebido, mañana estará olvidado.

-No voy a beber más o me caeré. He sido tan cruel Nico, soy un cabronazo y mala persona.     –no lo pronuncio bien y me corrige.      -Así soy yo, como tú dices.

-Daniel tu eres el responsable, llévales a la cama y mañana me lo cuentas todo, ¿vale?  Te quiero, tengo unas ganas inmensas de abrazarte, ahora corto la comunicación.  –y así lo hace.

Cuando vuelvo donde están ellos, los tres siguen bebiendo y cogiendo trocitos de dulce que se llevan a la boca.  Evans me alarga el vaso para que beba.

-No puedo beber más.

- Daniel, ¿te ha sentado mal la bebida?

-Estoy borracho, ¿no lo ves?

-Pero si no has bebido nada.

-Nunca bebo.  –los tres se echan a reír, Evans viene donde mi, él está sentado enfrente y a mi lado Alan que me sujeta del brazo.

-Vamos a la cama Daniel.  –le acompaño sin protestar, me lleva a una habitación y me deja caer en la cama, me va retirando la ropa y de vez en cuando se ríe.

Escucho como Alan y Lorian se despiden riendo desde la puerta de la habitación, me mete bajo la ropa de cama, se desnuda él y se acuesta a mi lado sin tocarme.

Me voy deslizando hasta que nuestras pieles se tocan, me doy la vuelta dándole la espalda.

-Te quiero Evans, abrázame por favor.  –se vuelve hacia mí y sus brazos me cobijan, siento palpitar su corazón en mi espalda, su aliento en mi cuello y el calor de su dura verga en mi culo. Llevó mi mano hacía atrás y la cojo por encima de su slip.

-También yo te quiero, pero tienes que dormir, no deseo que mañana te arrepientas de lo que hagamos ahora.  –sus labios besan mi espalda a mi aprieta contra él.

-Hasta mañana.  –no escucho más, en la cama de Evans me siento como si flotara en un colchón de nubes.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

El despertar es tranquilo, una velada luz entra por la ventana alta de la habitación y escucho música amortiguada que penetra por la puerta.

Tiro de la ropa de cama para destaparme, estoy solo en la habitación. No encuentro mi ropa por parte alguna y en boxer me aventuro por la casa. Sigo el sonido de la música, en la sala está Alan que sonríe al verme y se pone en pie.

-Voy a buscar a Evans que tiene tu ropa.  –tres segundos más tarde Evans está a mi lado junto con Alan.

-Ven, te vas a quedar frío.  –vamos a la habitación y extrae de un armario un bóxer.

-Te servirá, admite varias tallas, luego te traigo tu ropa, ahora ven al baño y dúchate.   –me dirige y puedo tomar una ducha, su boxer me sirve, aunque muy ajustado para mi gusto. Cuando salgo él está en la puerta con el resto de mi ropa.

-Te la he preparado un poco para que tu madre vuelva a dejarte salir de noche.  –emite una risita y continúa.    -prepárate, te esperamos en la cocina.

Solamente están Evans y Alan.

-¿Lorian no se ha levantado aún?  -ríen los dos.

-Ha ido a lavar su coche, volverá enseguida, desayuna y luego te llevaremos al hotel.

-También yo tenía que haber lavado mi coche.  –me siento en una silla, las tostadas huelen que piden que te las comas y el café, que casi nunca lo tomo, da envidia y sirve para terminar de despejar mi cabeza.

Desayunamos casi en silencio, les miro pero no veo nada extraño en ellos.

-Lo de anoche fue penoso.  –comienzo a explicarme, ellos me miran atentos.

-No tenéis que hacerme caso.

Alan viene a mi lado, donde estábamos la noche pasada.

- Daniel, eres nuestro amigo y nos lo demostraste anoche.

Recogemos el desayuno y  llega  Lorian, viene contento, ha desayunado y se brinda para llevarme al hotel.

Mamá me espera hasta que me afeito y lavo mi boca, sentada en mi misma habitación, ¡ay!, ahora haciendo ganchillo, se aburre sin tener cosas que hacer.

Vamos a lavar el coche, y cargarlo de gas oil. A la vuelta paramos en un restaurante que tiene un patio con jardín y pedimos la comida.

-¿Mamé estas preocupada por lo de anoche?  -comienza a comer sin contestar.

-No hijo, ¿cómo voy a preocuparme con la edad que tienes?, llevas tres años viviendo tu vida por tu cuenta. -dos de los niños de la mesa de al lado, han huido hacia el jardín o patio, la madre se pone en pié para vigilarles.

-¿Piensas en marchar mamá?

-De momento no, tu padre se encuentra bien, seguiré unos días más contigo. –no nos perdemos el corretear de los niños y el amoroso vigilar de la madre.

Antes de bajar a cenar llamo a Nicolás para relatarle en detalle la cena de la noche. Se ríe de lo que le cuento sin omitir nada. Él saldrá con sus amigos a los que ve muy poco.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Miramos nuestro montón de maletas, mamá realizó un excelente trabajo y todo está recogido.

Desayunamos mientras preparen la factura, no tenemos prisa alguna, llega Evans para ayudarme y vamos bajando las maletas al coche mientras mi madre está en la iglesia escuchando la misa.

Encima de mi cama mamá ha dejado el bóxer que ayer me prestó Evans, se lo ofrezco y suelta una carcajada.

-Te lo regalo, como recuerdo de esa noche, además yo me he quedado con el tuyo por el mismo motivo.

-¿Por qué no?    -y lo meto en la bolsa del ordenador.

Evans se tiende en mi cama y huele la ropa.

-Me encanta el olor que tienes.

-No soy yo es mi colonia.  –ahora el que río con ganas soy yo.

-Lamento que marches a Lille, si hubiéramos tenido espacio te hubiera ofrecido el quedarte con nosotros.

Él sigue tumbado en la cama y yo sentado en una butaca mientras esperamos.

-Lo sé Evans, no es necesario que lo expliques. -se gira para mirarme ensoñador.

Llega mi madre, hacemos el viaje a Lille, Evans nos lleva a un restaurante que conoce, donde se come bien y a un precio asequible y aceptable, pertenece a un amigo suyo.

El aparta hotel no está tan bien como el que tuvimos en Leeds, pero van a ser dos semanas las que permaneceré aquí. Se está cómodo y es suficiente.

Subimos las maletas y mi madre y Evans se despiden, le voy a acompañar a la estación, así paseamos un poco y dejo a mi madre tranquila.

Tengo que coger un taxi, caminando sin fijarme no sé como volver a lo que ahora es nuestra casa.

A la noche en una cafetería cercana, pedimos un plato de quesos con agua y después té.

Hablo con Nico, también está preparando su equipaje para mañana desplazarse a Bilbao.  Me duermo pensando en el comienzo de mi nuevo trabajo.

(9,74)