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Elena se masturba

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Andaba aburrido. La tarde pasaba lenta en el trabajo. Quería llegar a casa y verme con Elena. Abrazarla, besarla, desnudarla.

Pero faltan 3 horas para salir y, maldita sea, el reloj andaba lento. Escribí un whastapp a Elena. A esa hora de la tarde debía seguir en casa pues sus vacaciones terminaban en 4 días y se pasaba el día mirando películas o series en Netflix.

―Hola amor, que lástima que estás aburrido.

―Las horas pasan lento, amor, quiero salir de aquí pero ya.

―Espera, te ayudaré.

No pasó ni un minuto para recibir en mi teléfono una foto de Elena desnuda. En medio de la sala, sentada sobre el suelo, con las piernas abiertas, el cabello hacia atrás y el rostro sonriente.

Su coñito rosado me hizo temblar. Lo tenía depilado. Sus senos firmes y pezones rosados que tantas veces he devorado me despertaron el deseo de tenerla ante mí y penetrarla salvajemente. Elena tiene pequitas en el nacimiento de sus pechos. Un detalle hermoso que la naturaleza le regaló.

―¿Y qué dices, amor? ¿Mejor?

―No sabes cómo me estás animando, amor ― respondí.

―Estoy desnudita para ti, mi amor. Estoy sobando mis muslos. Estoy tentando acariciar el interior de ellos hasta llegar a mi conchita.

―Hazlo, mi amor ― le respondí.

Ver a Elena masturbarse es excitante. Pero incentivarla y guiarla desde la distancia mientras se toca es simplemente la gloria. Es uno de nuestros ejercicios favoritos. Lo hacemos cuando sea. Mientras trabajamos, mientras cada uno sale con sus amistades, mientras estamos en el banco o en el carro.

―No sé, amor. Sin ayuda no sé si puedo hacer que mi vaginita chorree los jugos que tanto te gusta saborear.

Me encanta que se haga a la disforzada. Nunca se sabe con ella, puede durarle unos instantes o un buen rato. Siempre pone a prueba mi capacidad para excitarla.

―Es una lástima que no estés aquí. Mi conchita está preguntando por tu verga y mi culito por tus dedos. Aún me acuerdo de como me cogiste la otra noche. Me penetrabas los dos agujeritos tan deliciosamente que me descoloqué.

Ya sabía lo que Elena buscaba. Hacernos pasar un buen tiempo. Ambos ganaríamos. Yo ya tenía la verga dura, formando un bulto difícil de ocultar. Me quedé sentado y empecé a escribirle:

―Ve al dormitorio, cariño. Mantente desnuda. Cierra las persianas y que el silencio llene la habitación.

―Sí, mi amor. Lo que tú quieras. Tú sabes que me calienta cuando me escribes. Mi cuerpo se guiará de tus órdenes. Ya estoy sintiendo mi conchita mojándose.

Me acomodé en la silla, mire a los lados y mis compañeros seguían en lo suyo. Unos jugaban al solitario y otros visitaban facebook. Empecé a escribir:

Me imagino a ti, Elena, mi amor, desnuda, tendida en la cama, boca arriba, acariciando el lado izquierdo de tu vientre, yendo furtivamente a tu monte de Venus, con los senos sintiendo la brisa que te endurece los pezones. Me imagino tu otra mano acariciando tu rostro, rozando tus labios, tocando con la yema de un dedo tu clítoris, abriendo lentamente tus piernas, acariciándote el cuello, cerrando los ojos, tu cabello esparcido en la cama. Te imagino toda expuesta, vulnerable, excitada, ansiosa y deseosa. Mordiendo tus labios, pasando los dedos por entre tus senos. Recorriendo con los dedos índices la parte inferior de cada seno. Sitiendo las cosquillas que te provoca. Sintiendo un escalofrío recorriendo tu espalda, deseando ser tocada, arañada, sometida. Deseando que te coman los pechos, que te muerdan los pezones y que te aprieten los pechos.

―Ay, mi amor, me los estoy tocando, sigue por favor. Me imagino que son tus dedos tocándome las tetas.

Elena me envió otra foto. Sus pezones estaban erectos, duros. Quise meterme a la fotografía y empezar a chupar esas tetas. Continué escribiendo:

Te imagino, Elena, usando dos dedos para masajear tus labios vaginales. Formando una V y llevándolos de arriba a abajo. Presionando ligeramente, logrando que tu vulva palpite y deseando ser penetrada.

―Sí, mi amor, quiero tu verga. Tengo el deseo ardiendo. Quiero tener un orgasmo y que me inundes la vagina con tu semen como la otra vez.

Elena, haz círculos en tu clítoris. Estimula tu hinchado y rosado clítoris. Imagina que son mis dedos, imagina que mi lengua está cerca y que dentro de poco sentirás la humedad de mi lengua y como golpea tu clítoris, como penetra tu vagina, como te lame el perineo y recorre el hoyito de tu culo. Presiónate el clítoris como yo te presiono con mi lengua cuando te como la concha.

―Mi amor, quiero tu lengua. Quiero que me la comas ya. Estoy ardiendo. Mira lo hinchada que está.

La foto de su clítoris era tan nítida como verla en directo. Mi verga se hinchaba. Yo no sabía qué hacía ahí. Me paré como pude ocultando la erección y me dirigí al baño. Continúe:

Penetrate con los dedos, Elena. Metete el dedo medio. Métetelo bien al fondo. Sácalo y métetelo despacio. Siente tu cuerpo invadido. Siente que tu concha no te pertenece. Acelera progresivamente. Disfruta tu masturbada, mi amor.

Elena me envió un mensaje de voz por whatsapp y tuve que colocar los audífonos para escucharla mejor.

―Ay, mi amor, no sabes lo mojada que estoy. Quiero tu verga. Quiero que me destroces la vagina. ¿Dónde estás, amor? ¿Por qué no vienes a follarte a tu novia? Carajo, quiero que me abras las piernas y me cojas violentamente.

Me excité sobremanera con ese mensaje. Quería masturbarme también. Bajé mis pantalones y mi boxer y decidí continuar escribiendo para llevarla al orgasmo.

Voltéate, amor. Eleva el trasero, abre las piernas, exponte. Ponte en 4. Ábrete las nalgas y mueve las caderas. Mueve ese rico culito de arriba a abajo.

―¿Así, mi amor?

La nueva foto que me mandó retrataba lo bien que había seguido mi orden. Llegó luego un mensaje de voz.

―Deseo tu verga. La deseo tanto. No sabes como me pone estar así. Mis dedos no son suficiente. Quiero que me rompas la concha.

El mensaje de voz revelaba lo jadeante que estaba. Su respiración entrecortada me excitaba. Sí que necesitaba una buena cogida.

Sigue moviendo la cadera. Mueve tu trasero como un animal en celo, sepárate más las nalgas. Quiero que te quedes así y te metas dos dedos a la vagina. Fóllate la concha con los dedos.Pega tu cabeza a la almohada, gime solo como tú sabes hacer. Gime como la puta ninfómana que eres.

―Ay, mi amor, que rico. Quiero… quiero… quiero que me folles.

Sigue en 4, chúpate los dedos simulando que es mi pene y no pares de penetrarte la vagina. Juega con tu clítoris. No te reserves los gemidos. Exprésate. Grita. Quiero que me digas cuánto deseas ser follada.

―Follame. Fóllame. Fóllame.

Su nuevo mensaje de voz revelaba más que el anterior. No le faltaba mucho para alcanzar el orgasmo.

Siente el estremecimiento, Elena. Siente esas ricas cosquillas. Siente tu interior invadido. Mueve los dedos en tu vagina en círculos. Sé que eso te encanta, putita. Muevelos y presionalos.

Vuelve a poner boca arriba, pegas los pies a la pared, métete tres dedos a la vagina y con toda la furia que tienes, con todo el deseo y toda la calentura, mastúrbate hasta llegar al orgasmo.

Algo nuevo llegó, un breve video de 10 segundos.

―Fóllame, carajo fóllame. Destrózame la concha. Ven y rómpeme la concha.

Miraba como arqueaba la espalda, como seguía metiéndose los dedos, como se mordía los labios y lo pegada que estaba sus pies a la pared, estaban rojos de la presión. Sí que lo disfrutaba. Elena estaba tan jadeante y agitada como cuando follamos. Agarré mi pene y empecé a menearlo. Estaba tan hinchado y caliente que de seguro no me tomaría mucho acabar. Conozco a Elena, ella también estaba por acabar. Escribí:

Regresa a chuparte los dedos con la otra mano Hazlo por un rato. Siente tu orgasmo cerca, aumenta tu velocidad y ahora saca esos dedos de tu boca y llévalos a mover en círculos tu clítoris. Mándame tu orgasmo en un mensaje de voz.

―Ya. Ya. Sí. Sí. Sí. Amor, amor, amor… Ah. Ah. Ah!!!

Elena estalló y escuchando eso, descargué todo el semen que tenía acumulado. Nos sentíamos más liberados, más relajados. Nos sentíamos mejor.

Elena se quedó tumbada. Disfrutando los segundos que duró su orgasmo. Me envío una foto de sus dedos con los que se mastrubó. Estaban muy mojados.

―Gracias por tan rico orgasmo, mi amor. Ahora dormiré un rato así desnuda deseando que la siguiente sea una follada y no una masturbación. Y a ver si cuando vienes me rompes el culito, eh.

La tarde ya no era aburrida.

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