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Mi sobrino

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RELATOS:

 

Mi sobrino trabajador.

 

Casada desde ya hace más de veinte años, ya casi llegó a los cuarenta, debido al trabajo y la inestabilidad de mi matrimonio no tengo hijos. Siempre he gozado de un buen cuerpo; morena alta, delgada, en fin no me quejó, aun conservo las curvas que vuelven locos a los hombres. Vivía la clásica vida de oficina, casi no estaba en casa, en parte por el trabajo pero principalmente porque no quería estar ahí. No tenía nada más que hacer, ya estaba harta y fastidiada, pensaba que lo mejor de mi vida ya había pasado, hasta que un día mi sobrino la cambiaría radicalmente.

 

Todo comenzó en una fiesta en casa de mi hermana, platicábamos reíamos y de más. La festejada es decir, mi hermana, me hacía saludar su hijo, que recién llegaba de la escuela. Tenía ya mucho que no lo veía, desde que apenas tenía poco más de cinco años, ahora ya va a la universidad, y vaya que ha cambiado, ya es todo un hombre.

 

Pasó el tiempo, recuerdo que mi sobrino platicaba en todo momento cerca de su madre, siempre ha sido muy tímido, y no había cambiado en eso, aun era muy callado y serio. En ese momento me ganó la incertidumbre y le pregunté a mi hermana más sobre su hijo. Me comentó que estaba estudiado arquitectura, pero la había dejado un momento para trabajar y poder con los gastos. No pude quedarme con la duda y le cuestione si ya había encontrado uno, a lo que su hijo me contestó tristemente que no, pues él estaba buscando uno de medio tiempo.

 

Por esos días ya empezaba a tener problemas con mí ahora ex-esposo, pero teníamos buena estabilidad económica, ya que ambos trabajamos y no teníamos hijos, así que le sugerí que podríamos contratarle, siempre había querido comprarme un auto, pero no lo había podido hacer porque nunca he sido buena manejando, sinceramente, pero si contratábamos un chofer este asunto se resolvería, además que la casa estaba siempre en desorden y no teníamos tiempo para nada, y mi sobrino podría hacer esos trabajos que no le quitarían mucho tiempo. Mi esposo acepto ayudarlo, le comenté la situación y de inmediato acepto encantado, pues su horario se ajustaría perfectamente.

 

El primer día.

 

No divagaré, me fui a comprar la camioneta que tanto quería y enseguida le llame a mi hermana para confirmar que su hijo quedaría contratado como mi chofer. El lunes siguiente a eso, apareció mi sobrino puntualmente, yo apenas terminaba de arreglarme, mi esposo siempre se va antes que yo, ya se había ido en su auto, así que bajé al garaje un poco tarde. Cuando lo hice,  me esperaba ya con la camioneta, lo sé, era nueva, pero el detalle de limpiarla me terminó de convencer de haber hecho una buena contratación.

 

Ese día mi sobrino vestía una camisa negra entallada simple, sin estampado, y unos pantalones de vestir negros, nada mal, pero esa camisa dejaba ver el buen trabajo que había hecho en el gimnasio, no titubeare en decirlo, tiene buen cuerpo, y es bastante atractivo, por lo menos para mí lo es. En el camino no platicamos mucho, intentábamos hacer algún dialogo pero como no nos conocíamos, no había mucho que decir.

 

Primeras insinuaciones

 

Con el tiempo el silencio y la tención en el auto fueron desapareciendo, comentábamos cosas banales, ya nos teníamos confianza, y aunque él aun era bastante tímido, yo estaba decidida a cambiarlo. Un día debía hacer una  presentación en el trabajo, por lo que debía vestir más elegante de lo normal, así que me puse un vestido bastante corto y bien escotado, salude a mi sobrino y me subí al auto. Estaba bastante nerviosa por la presentación que debía de dar, pero no estaba lo suficiente distraída como para evitar notar que la mirada de mi sobrino se desviaba a mis piernas cada vez que podía. En ese momento algo cambio en mí, nunca le había sido infiel a mi esposo, y nunca había pensado en hacerlo, pero la mirada de mi sobrino sobre mis piernas desnudas, sencillamente me encanto. No pasó a más, pero ese día comenzaría un juego muy interesante.

 

El juego

 

Días después no pasaba nada, pero no dejaba de pensar en esa sensación de sentir la mirada de mi sobrino. Hacía mucho tiempo que eso de “coquetear” ya había pasado, no tenía mucha atención de los hombres, ni siquiera de mi esposo que estaba más casado con su trabajo que con migo. Estaba en esa etapa de mi vida en la que me preguntaba si continuaría siendo atractiva. Y saber que por lo menos para mi sobrino lo era, me embriagaba de poder y vanidad.

 

Hacía ya tiempo que me le intentaba insinuar a mi esposo pero me rechazaba, ya sospechaba que me era infiel, pero lo más triste es que no me importaba, ya estaba acostumbrada a ser para él, solo la mujer que le espera por las noches, y se despide en las mañanas. Eran tiempos frívolos en nuestra relación, superponíamos nuestros empleos, sobre lo que alguna vez nos enamoró, y unió.

 

Al ir en el asiento del copiloto, no me era difícil darme cuenta como se caía la mirada de mi sobrino a mis piernas cada que detenía el auto y me volteaba a ver mientras platicábamos, también sabía que al abrirme la puerta me miraba el escote de mis vestidos, y por supuesto que sabía que su mirada se pegaba en mi trasero cuando se despedía de mí, y veía alejarme al edificio de mi trabajo, y que lo mismo sucedía de regreso todas las tardes. Por este motivo se me ocurrió hacerle una travesura, o así lo pensé en ese momento.

 

Un día por la mañana me despertaba tarde, me bañé rapidísimo, y corrí a cambiarme, no lo planeé mucho, pero las prisas se prestaron para ello. Bueno, la cosa es que me vestí y maquillé, pero terminando de arreglarme me di cuenta que no me había puesto mis pantimedias. Nunca salgo a trabajar sin ellas ni siquiera cuando llevó pantalón, ya me he acostumbrado a usarlas todo el tiempo, excepto fines de semana claro. El punto es que cuando me disponía a ponérmelas, recordé la mirada de mi sobrino sobre mi cuerpo, y se me ocurrió seducirlo, así que solo tome mis medias y bajé al garaje, donde mi sobrino ya me esperaba con la puerta delantera abierta. Fríamente lo ignore, y me subí a la parte trasera, algo que hasta ese día nunca había hecho. Recuerdo que incluso le grite que ya era tarde, de una forma muy altanera, quería sentir que tenía total poder sobre él.

 

Por su parte, mi sobrino solo se subió al asiento del conductor a hacer lo suyo. Descaradamente me puse en medio de los dos asientos con toda la alevosía de que pudiera verme por el retrovisor, y comencé a ponerme las pantimedias. Debajo de mi falda solo tenía un tanga por lo que la imaginación no tenía mucha cabida, eso sin tener en cuenta que yo me ponía las medias con toda naturalidad, sin importarme que la falda se me subiera hasta la cintura. Al mismo tiempo, miraba de reojo la reacción de mi sobrino, que muy profesional se mantenía en ruta, solo mirando en los semáforos a color rojo. En un momento quiso hacerme plática con lo de que se me había hecho tarde, pero no le di mucho material de conversación obligándole a seguirme el juego. Solo quería saber hasta dónde perdería el control, conocer su reacción, tan solo quería jugar con él como si me perteneciera.

 

Esos días apenas platicamos, ya dejaba de verlo como mi sobrino, y comenzaba a tomarlo solo como mi chofer, como algo de mi propiedad, a quien podía hacer lo que me plazca. Pero muy pronto, como todo, las miradas discretas, y de reojo, ya no fueron suficientes, quería más, quería tenerlo a mis pies, saber que haría todo por mí, quería saber que me deseaba con todas sus fuerzas.

 

Primero, siguiendo el juego preliminar, quise repetir con la excusa de que se me había hecho tarde y terminar de vestirme en la camioneta, así que con toda la intención me salí tarde de casa con mis pantimedias en mano. Pero eso no había sido todo, sería muy fácil, para mejorar las cosas tampoco me había puesto nada debajo. De nueva cuenta subí a la parte trasera diciendo que ya era tarde, ni siquiera voltee a ver a mi sobrino, pero no conforme con eso, se lo dije abiertamente: -no termine de vestirme.- Así, textual, y en cuanto el auto estaba en marcha comencé con lo mío, tome mis bragas y me las empecé a poner, por desgracia, mi estrategia no estaba bien planeada, y me las puse cuando el no volteaba, así que sin duda no pudo verme nada ese día. Por otra parte, cuando me ponía las medias, tuve toda su atención, adrede abría mis piernas en medio de los dos asientos delanteros, para que pudiese ver lo que pocos han visto, la sensación era increíble.

 

Pero claro eso no se quedaría así, tenía otros planes para con él. La idea era pedir algunos días en el trabajo que tenía disponibles y poder tener más tiempo con el muchacho, las cosas que me pasaron por la mente me encantaban. Le comente que ya no iría a trabajar por un tiempo, pero que podría seguirme ayudando con los labores de la casa, a lo que aceptó sin ningún problema.

 

Decidida.

 

El primer día que descansé me desperté un poco tarde, para cuando lo hice mi sobrino ya estaba aseando la casa, pues como le había dado llave no lo había escuchado llegar. En fin, salí a la sala en una bata blanca, me senté en el sofá y me perdí en la tv. Mientras la veía mi sobrino barría las demás habitaciones, pero no tardo en llegar a la sala, me sonrió e intento iniciar una plática, pero yo me comportaba cortante, no quería que se sobrepasara y tomara más confianza de la normal. No obstante no dejaba de notar cómo me veía entre los espacios de mi bata que permitían ver mi piel desnuda. Me embriague de poder, y recorrí mi bata arriba de mis rodillas comenzando a masajearlas, sabía que me estaba viendo, por ello quise ir más allá, y la desabroche dejando que colgara libremente. Como estaba recostada en el sofá, la parte de abajo cayó dejando una de mis tetas al descubierto, creí que eso lo volvería loco, pero el continuaba concentrado en su trabajo. Me vio, de eso estoy segura pero no tuvo la reacción que esperaba.

 

Pronto terminó su labor, y se despidió. Yo me sentía horrible, me quede como una vieja, puta y tonta. La sensación fue muy desagradable, quería matar a mi sobrino por despreciarme de esa manera, pero pronto canalicé la rabia y la convertí en venganza, debía excitar a mi sobrino y ponerlo a mis pies, y eso ya era un reto.  

 

Ese día me la pase ideando cómo podría cumplir con mi objetivo, no tarde mucho y lo mejor que se me ocurrió fue que me viera completamente desnuda. Al amanecer escuche que ya estaba aseando por la sala, me enfade un poco al saber que había elegido ese lugar primero, pero ya tenía un plan, y no me moví de mi cama sabiendo que él  entraría tarde o temprano. Y aunque más tarde de lo que pensaba, por fin entró, silenciosamente, tras unos pasos golpeo la puerta, con una tierna e inocente voz preguntando por mí. Por un momento permanecí fingiendo que dormía, pero antes de intimidarlo demasiado, actué mi despertar, y estiré mis brazos levantándome y dejando que las cobijas cayeran debelando mis pechos desnudos. Creí que de esta no se salvaría, me lo imaginaba ya con la mirada perpleja babeando con sus ojos fijados en mis grandes atractivos, pero cuál fue mi sorpresa que al levantar la mirada, mi sobrino ya no estaba. Si me vio, solo él lo sabe.

 

Seré abierta, me dio directo en el ego, esa acción me lleno de rabia, me sentí más ignorada que nunca, me sentía una anciana desagradable. Sabía que aun era atractiva pues todavía desviaba miradas de lujuria en el trabajo, pero al no conseguir el deseo de mi sobrino me deprimí, no lo sé, quizá me puse melancólica al saber que ese sector de edad ya no era mi tramo de juego.

 

Pero yo soy muy terca y tenaz, no me rendiría fácilmente. Me levante enfurecida, me quité el tanga sexy que era lo único que tenía, cogí me bata me la puse y salí a continuar con la caza de mi sobrino. Lo encontré en la cocina, me abrí un poco la bata y me le acerque para que me contemplase, pero él no se giraba, eso ya era personal para mí. Más tarde me fui a bañar, dejando la puerta completamente abierta, y me quite la bata para meterme a la ducha, ahí cuando pensaba que todo estaba en mi contra, me llegó un golpe de suerte, pues el agua nada más no calentaba. Sabía que el calentador andaba mal desde hace tiempo, pero astutamente le grité a mí sobrino por su nombre para que me ayudara con ello, y de paso me viera completamente desnuda.

 

Aun así mi plan falló, pues antes de entrar me pregunto si estaba vestida para que pudiese pasar. Esto seguramente después de ver la puerta abierta, así que no me quedó otra opción que ponerme mi bata para que no se ofendiera y perdiera su confianza. Pero no todo estaba perdido  aun para mí, pues con alevosía quité el listón que abrocha mi bata para dejarla completamente abierta, y le hice pasar.

 

El cambio

 

De aquella puerta entro despacio, y temeroso, como un ratoncillo temiendo por su vida. Actuando normalmente, le explique el problema haciendo ademanes con toda la intención de hacer deslizar mi bata para que mi cuerpo quedara al descubierto. De cuanto en tanto espiaba la mirada de mi sobrino para ver su reacción, sabía que al bajar la mirada mientras intentaba ajustar las llaves de la regadera su mirada se desviaba para verme, así que me hice la tonta mirando a todos lados, para que me contemplase. En ese momento me di cuenta que de su pantalón corto, comenzaba a crecer lo que seguro sería un gran pene.

 

Ahora que estaba segura de tenerlo bien caliente, quise aprovechar la situación, y me acerqué un poco para que tuviese oportunidad de tocarme con disimulo, pero al hacer esta acción mi sobrino determinó que debía ser el calentador el que fallaba y salió de inmediato a revisarlo. Estaba furiosa, pero claramente no podía hacer nada, solo lo seguí fingiendo interés por su deducción, aunque yo ya lo sabía.

 

Como el calentador está afuera de la casa no me quedó opción que abrocharme la bata y así terminar con todas mis posibilidades. Cuando revisó el calentador, se dio cuenta del problema de inmediato, mi inútil ex-esposo lo había revisado por horas y nunca encontró nada anormal. Me pidió las herramientas de mi esposo, y diciéndole donde estaban, antes de que me diera cuanta ya estaba arreglando el calentador.

 

Al ver a mi sobrino trabajar en aquella maquina, lo miré de forma diferente, ya no como un niño, o un juguete, si no como lo que en verdad era, como mi sobrino, un muchacho estudioso, trabajador, habilidoso, exitoso y honesto. Un hombre que en verdad valía la pena.  

 

Comenzaba a atraerme de una forma distinta, sus músculos se marcaban perfectamente bajo la delgada camisa que tenia debajo, pues la que tenía puesta se la había quitado para no ensuciarla. Era atractivo, de eso no había duda, seguro debía de tener más de una chica en su escuela que moriría por hacerse con él. Pero en ese momento veía más allá, no solo su físico, sino su actitud, cómo trabajaba las herramientas en la maquina, sabiendo exactamente qué hacer y cómo hacerlo, era todo un hombre maduro pese a su corta edad. Pensé que de haber sucedido las cosas diferentes me hubiese gustado casarme con un hombre como él en vez de alguien como mi ex-esposo.

 

Algo cambiaba en mí, y aunque no sabía que era, no me hacía sentir bien. Me hacia quedar como una vieja dejada, amargada y urgida, justo como detestaba sentirme. Ese día me deprimí mucho, cuando mi sobrino terminó de arreglar el calentador, me di la ducha rápido y me fui a mi recamara a quedarme en cama el resto del día.

 

Fue solo cuando terminaba mi sobrino de hacer sus labores que se acercó a mi cuarto para despedirse. Como tenía la puerta abierta, fiel a su caballerosidad, me avisó que se acercaba, antes de asomarse por completo llamándome tiernamente “tía”. Yo estaba devastada, ya no intentaba nada, solo le respondí que podía pasar, pero recostaba en la cama, de espaldas a la puerta, no podía verlo, pero al frente tenía mi espejo del tocador por lo que pude ver como se asomaba mi sobrino lentamente para decirme que ya había terminado y que ya se iría. Tristemente le agradecí, sin voltear en ningún momento, solo mirándolo por el espejo, pero el parecía no darse cuenta de eso, pues permanecía mirándome directamente. En ese momento noté algo extraño en su mirada, ahora que pensaba que no lo estaba viendo, reaccionaba de una forma diferente, con descaro se quedó en la puerta mirando y contemplando todo mi cuerpo, que solo estaba cubierto por la bata que uso para dormir. No sabía qué hacer, estaba muy deprimida para continuar con el juego, pero  mi sobrino no se movía de ahí, pensé en moverme para ver su reacción, pero antes de hacerlo se marchó.

 

Enamorada

 

Aquella escena me dejó pensando el resto del día, no sabía qué había sido todo eso, por qué me había mirado de esa manera. Le gustaba, o quizá solo lo había malinterpretado, no me había querido ver desnuda, pero se había excitado al verme con la bata en el baño. No dejaba de recordar su mirada serena clavada en mi cuerpo, era justo lo que quería pero aquello había sucedido de una forma distinta, no era excitante y lujurioso como tenía planeado, más bien había sido seductor, y a la vez tierno.

 

Con el recuerdo aun dándome vueltas despertaba para iniciar otro día. Esta vez me desperté antes que llegara mi sobrino. Cuando arribó, me saludó y sin más comenzó a hacer sus labores, como todo un profesional a su oficio, pese a ser un trabajo completamente informal y además familiar. Sabía que aquel muchacho tendría un gran futuro y que le aguardaba mucho éxito.

 

Ese mismo día mientras aseaba la cocina, me acerqué a él, en aquella ocasión vestía la misma bata de dormir, pero ahora con mi pijama debajo. Fue solo curiosidad, quería ver qué estaba haciendo, pero principalmente, cómo. Me había quedado encantada de su actitud, no sabía que pasaba con migo, nunca me había portado así con ningún hombre, pero al verlo hacer y actuar, había un algo en sus movimientos que me fascinaba. Le miraba como hipnotizada cuando acomodaba los utensilios después de haberlos limpiado, pero en ese instante y sin voltearme a ver me preguntó <¿Cómo estás?> La pregunta me calló de extraño, no solo porque pensaba que no se había dado cuenta de mi presencia, sino por cómo lo pregunto, no había sido un coloquial “¿cómo estás?”, más bien había sido un tono más personal, intimo, como si supiese que algo anda mal en mí.

 

Tardé un poco en responder, y cuando lo hice fue de una manera boba y estúpida, solo le contesté el clásico y chocante “bien”. Pero él sabía que esa no era la respuesta, y presión un poco más, el chico sabe lo que hace no había duda, pues comenzó a sacar temas de mi intimidad, sabía que no estaba bien con mi esposo así que presionó por allí, me daba a entender que debía ser una mujer autónoma, e independiente, comenzó a alagarme de una forma cautivante, sutil, pero seductoramente. Se comenzaba dar una especie de cambio de rolles, ahora la que estaba cayendo a sus pies irremediablemente, era yo.

 

Estaba encantada, casi enamorada en ese momento. Después salió el tema de la comida, estando en la cocina fue muy natural. Me preguntaba si cocinaba, yo le contenté con toda sinceridad que hace mucho que no lo hacía, pues como ambos, es decir, mi ex-marido y yo, trabajamos, siempre comíamos fuera. Una a otra cosa nos llevaba la plática hasta que me convenció de cocinar juntos. Como la gran mayoría creo, la idea de cocinar no me tenía muy contenta, pero en ese momento tan especial, y el hacerlo con mi sobrino que tantos sentimientos me había provocado, era diferente, y no solo me agradó la proposición sino que estaba ansiosa.

 

Mientras mi sobrino terminaba sus labores yo me fui a bañar, estaba tan entusiasmada que me olvidé de los juegos sucios, las malas intenciones, ahora solo pensaba en pasar un lindo momento con mi sobrino. Terminándome de arreglar salí a la sala vestida con un pantalón deportivo entallado, y una sudadera que le hacía juego, debajo solo tenía una blusa de lo más casual. Mi sobrino ya me esperaba, se había apurado a hacer su trabajo y ya estábamos saliendo de la casa a comprar los víveres.

 

Hacer las compras con el chico fue de lo más divertido, me enseñó cosas sobre proteínas, carbohidratos, y todas esas cosas que no sabía. Me platicaba que sabía del tema por unas clases que había tomado al ir al gimnasio, yo estaba encantada, para mí aquello era más como una cita de aquellos días en que aun buscaba esposo. No sé si lo notó, pero yo actuaba diferente, cariñosa y juguetona, muy a desatino de mi edad, pero no me importaba, estaba muy feliz, hacía ya mucho tiempo que no salía con nadie y la estaba pasando de maravilla.

 

Mi sobrino me hacía sentir como una chica de su edad, me hacía bromas como una amiga pero  halagos como una amante, y sin mentir, eso me derrumbo a sus pies. El muchacho tiene el don de la palabra, sabe qué, cómo y cuándo decirlo, pasamos un buen rato en aquella salida de compras, pero cuando llegamos de nuevo a la casa, todo fue mejorando, los juegos y bromas subían de tono, aquello ya era más intimo, como de viejos amigos, nos habíamos conectado intensamente. En algún momento platicando sobre mi vestimenta deportiva, y haciendo halagos sobre mi cuerpo, me propuso que hiciera algo de ejercicio con él, me dijo que podría ayudarme ya que con eso mi autoestima subiría y de paso lucirá aun mejor, según sus palabras. Sin pensarlo mucho acepte, solo teniendo en cuenta que con ello, estaría más tiempo con él. Me sentía mal por haberlo tratado como lo hice, pero ahora todo era distinto, me sentía muy bien, y todo eso había cambiado solo por haber hablado, en vez de haber jugado con él.

 

Hacer el amor

 

Aquel día fue maravilloso, ya en la intimidad nos contamos muchas cosas, él me contaba sobre su escuela, sus aspiraciones, y ya enamorada, yo le confesé lo que pasaba con mi matrimonio. La cosa se fue poniendo melancólica, y más profunda. Para cuando probábamos lo que habíamos cocinado ya éramos completos confidentes de nuestras vidas. Sabía que aquella tarde romántica terminaría en sexo, y eso me tenía ansiosa, no me importaba serle infiel a mi esposo, ahora quería ser la mujer de mi sobrino. Pero al dar las siete de la tarde con un cuarto en el reloj del comedor, mi sobrino se despedía. Yo me hice la difícil e intenté convencerlo de quedarse, pero argumentando que no quería problemas con mi esposo, se marchaba dejándome de lo más caliente y por qué no decirlo, frustrada.

 

Cuando me dejó, sola fue terrible, era como estar en la playa y que de pronto se ocultase el sol. Hacia frio, y de pronto la casa me precia mucho más grande de lo que recordaba. Más tarde llegaba mi esposo, distante como siempre, la plática que surgía a continuación parecía salida del guion de película más aburrido de la historia. Cuando nos acostamos a dormir me le acerque ingenuamente a mi esposo para intentar excitarlo, pero el muy desgraciado ya estaba roncando, entonces me di la vuelta e intente dormir, pero no podía dejar de pensar en mi sobrino, el fantástico día que había tenido con él, y el solo pensar que habría terminado perfectamente si no hubiese sido por el tipo que tenía a un lado. Pero en ese momento comencé a imaginarme cómo habría sido. Me imaginaba lo que se sentiría al hacerlo con mi sobrino, su cuerpo torneado, cómo lo haría, sería brusco y tosco, o sutil y cariñoso, conociéndolo seguramente sería una mescla de ambas, lento al inicio para terminar fuerte y apasionante al final.

 

El pensar en eso me estaba excitando, así que lentamente me quité la parte de abajo de mi pijama fantaseando con mi sobrino, comencé a tocarme sin importar que estuviese a un lado de mi esposo, desbotoné mi blusón y me toque los senos que naturalmente estaban duros y calientes, presioné fuertemente mis pezones imaginándome que mi sobrino los chupaba y mordía antes de penetrarme. Introducía mis dedos tan adentro como podía imaginando que era su gran pene, mientras me tocaba todo el cuerpo, deseando fueran sus manos las que lo hacían y así sumergida en mi fantasía me hice venir ahogado mi orgasmo mordiendo las colchas de la cama para no despertar a mi esposo.

 

Una nueva vida

 

Al día siguiente me desperté bastante caliente, y un poco tarde además. Estaba saliendo de mi dormitorio cuando mi sobrino llegaba. Apenas lo vi noté que cargaba una gran maleta con su equipo para hacer ejercicio. Al vernos nos sonreímos y no hiso falta nada más para saber lo que uno pensaba del otro. Dejando las maletas en un rincón de la sala, estaba dispuesto a iniciar con sus labores del hogar, pero yo le detuve las intenciones diciéndole que no era necesario pues la casa ya no estaba tan sucia debido a su gran esfuerzo los días anteriores, y pues yo no la ensuciaba mucho, además, le dije, ya era mucho abusando de las clases que me daría para además forzarlo a trabajar. Después de todo debía compensarlo por haberlo tratado tan mal los primeros días.

 

No muy convencido por pensar que le estaría pagando por hacer nada, aceptó. En tanto yo me fui a poner ropa más adecuada, prácticamente desenterré mi ropa deportiva que casi no usaba para iniciar esta nueva etapa de mi vida. Me puse unos pantalones tipo “yoga” súper ajustados con una camisa del mismo estilo y salí con mi sobrino quien desobedeciendo estaba aseando la sala en donde había un pequeño espacio para dedicarle. Le regañé por eso, pero para mí, ya era imposible tener resentimientos para con él, y en poco tiempo ya estaba sacando las cosas necesarias de su maleta. Sin perder tiempo acomodó un par de tapetes sobre el piso, sacó unas mancuernas, unas ligas y comenzamos con el calentamiento.

 

Yo estaba muy entusiasmada con todo, hacía mucho que no dedicaba tiempo para mi cuerpo, y que mejor que hacerlo con el mejor hombre que había conocido, mi sobrino. Todo marchaba a punto, calentamos, comenzamos con estiramientos y lo clásico. Más tarde utilizamos las mancuernas, me prestó un par pequeñas, el usaba unas más grandes, no obstante pese al tamaño a mí me costaba mucho hacer los mismos movimientos que me pedía le replicara. Juro que no lo planee pero no me quedó opción que pedirle ayuda, así que se posicionó detrás de mí, y me sujetó las manos suavemente para que yo también pusiera de mi parte. Al inicio no lo pensé como algo excitante, pero al sentir a aquel hombre detrás de mí, no pude evitar ponerme nerviosa, comenzaba a respirar agitadamente, en parte por el ejercicio que estaba haciendo pero principalmente de nervios.

 

Segundo acosoPronto la rutina se hiso más intensa, ya comenzaba a sentir los estragos de la misma, estaba sudando, y con ello las sensaciones inevitables del cuerpo. Mi sobrino tenía razón, seguro era lo que me hacía falta, me sentía increíble, fuerte, alegre, con energía, satisfecha, incluso, un poco excitada. El calor de mi cuerpo, todos aquellos sentimientos y el sentir el cuerpo de mi sobrino detrás, me estaba sobre calentado en todos los sentidos, no lo pude evitar y casi sin pensarlo me arrimé hacia atrás parando un poco la cola para tocar a mi sobrino. No hiso falta de mucho esfuerzo, pues lo tenía justo a mi espalda, así que tan solo un estrecho tramo nos separaba. En cuanto lo sentí, una oleada de adrenalina me recorrió por el cuerpo, con los pantalones tan entallados y delgados, podía sentir un pequeño bulto justo en medio de mis nalgas.

 

Pensé en continuar con el juego ¿Por qué no?, pero esta vez de una forma diferente, no tan descarada, que no me viera como una vieja necesitada y urgida, está vez lo haría seductoramente, ahora que parecía no impórtale a mi sobrino iría más despacio. De a poco comenzaba a arrimármele más y a presionar mis nalgas contra aquel pequeño bulto que lentamente comenzaba a crecer como queriéndose clavar en mi cola. Por supuesto que estaba encantada, por fin estaba excitando a mi sobrino, y eso me fascinaba.

 

Como vestía un pantalón corto holgado y muy delgado, podía sentir perfectamente su pene queriendo entrar entre mis nalgas, a medida que realizábamos los movimientos de la rutina. Con el sube y baja de las flexiones, o con el vaivén de repeticiones le restregaba las nalgas a mi sobrino, que disimulando muy bien se concentraba en explicarme la manera correcta de realizar el trabajo.

 

En un momento cambiamos de posición y nos recostamos en el suelo sobre los tapetes, de lado recargándonos en nuestros hombros mirándonos de frente. En esta posición iniciamos una nueva rutina para fortalecer abdomen, piernas y glúteos, ya estaba bastante exhausta, quería detenerme, pero la vista era increíble, ver a mi sobrino frente a mí con esa prominente erección que yo misma le había provocado me dotaba de la sensación de poder y autoridad que tanto había estado buscando. Quería provocarlo y calentarlo para hacerlo ahí mismo, pero sabía que tendría que cambiar de estrategia, si quería llevármelo a la cama debía de seducirlo con tiempo y esmero.

 

Irremisiblemente terminaba el día, aunque me estaba encantado, mi cuerpo ya no podía más, la rutina que me había puesto mi sobrino fue muy exhaustiva. Aquellos días fueron maravillosos, me encantaba pasar tiempo con mi sobrino, pero en algún momento tuve que regresar al trabajo, y como él estudiaba por las tardes, nuestros tiempos ya no congeniaron. Aun así, siempre me hacía tiempo los fines de semana para vernos, a mí esposo parecía no importarle, y a decir verdad tampoco me importaba que a él le importara.

 

Algunos sábados nos quedábamos solos por un momento, cuando mi esposo debía ir a su trabajo por algunas cosas, pero por lo general siempre nos hacía mal trío mientras estábamos en la sala. Por eso sabía que me sería imposible llevarme a mi sobrino a la cama si él seguía ahí. Un día cuando llegaba mi sobrino le comenté que me sentía exhausta y que no tenía ánimos de hacer ejercicio es día, en parte porque era verdad, pero también porque quería llevarlo fuera de casa. Con otro ambiente quizá las cosas cambiarían, así que le propuse salir. En un principio se negó, por lo de mi esposo y eso, pero más tarde lo convencí pidiéndole que me acompañara al centro comercial, pues después de todo seguía siendo mi chofer y no levantaría sospecha.

 

Al llegar me dijo que me esperaría afuera, pero yo le pedí que me ayudara con las compras, seguramente había leído mis intenciones, pues se comportaba distante y cortante. Compré un par de cosas, que tan solo lleno un par de bolsas, salimos y pasamos por la clásica zona de restaurantes donde le detuve para comer, y aunque un poco indeciso y no muy contento, no tuvo opción para negarse. Entonces inicie mi nueva estrategia, ahora sería yo la que le seduciría, comencé preguntando sobre su escuela, después fui subiendo el tono de la conversación preguntándole sobre su vida amorosa, que tal y como lo sospechaba estaba solo, y lentamente la conversación se fue haciendo más intima, hasta que en un momento logre lo que quería y prepare la temperatura de la charla para preguntarle si yo misma le atraía o no era de sus gustos.

 

Claro que era muy arriesgado, si me negaba, mi autoestima se derrumbaría, pero por otra parte sabía que le excitaba, cómo me veía la respuesta era casi predecible, pero no pude evitar ponerme nerviosa. Sudaba, y temblaba como si fuera mi primera cita, aunque no estaba tan lejos de serla. Por su parte él estaba casi igual, se sonrojaba y me evitaba la mirada, después de lo que me preció un largo momento de silencio, pensé que no me respondería, pero justo cuando me resignaba al fracaso de mi insistencia, me revelaba la mejor respuesta que pudiese haber esperado, me decía que era un gran mujer, atractiva, inteligente, y fuerte, pero no fue lo que me decía, sino cómo lo decía, sus palabras fueron tan sinceras y claras que casi me hace llorar ahí mismo. Hacía mucho tiempo que nadie me hablaba así, tan abiertamente, y con tal seguridad. No fue un sí, ni un no, pero sabía exactamente qué significaba, no quise insistir más y lo dejé de ese tamaño.

 

Los días pasaron y no me podía quitar aquella conversación de la mente, no dejaba de pensar en ello, esa aparentemente mundana pregunta nos había cambiado mucho, los días de gimnasio en casa nos veíamos diferente, nos sonreíamos de manera coqueta, como si nos besáramos con la pura intención. Pero él es un hombre de principios y a la mínima señal o pequeña insinuación de mí parte y marcaba línea.

 

Asedio

 

El tiempo pasaba pero entre nosotros no pasaba nada, aun así todo andaba a la perfección, más que ver a mi sobrino como un amante lo veía como un gran amigo, con el trabajo encima ya no tenía tiempo para eso y en él había encontrado a alguien con quien compartir el tiempo.

 

Como ya contaba con buen estilo de vida, procuraba caminar lo más posible y evitar el estilo sedentario que me tenía esclava en el trabajo. Un mal día me pidieron ir a unas oficinas de otro edificio y como no quedaba lejos cometí la tontería de caminar hasta haya, no habría estado tan mal si no lo hubiese hecho con unos tacones de nueve centímetros. Y no conforme con eso, me atreví a subir las escaleras evitando el elevador, fue ahí donde me torcí el tobillo izquierdo. Ese día me dolió toda la tarde pero al día siguiente ya no pude aguantar el dolor y me quede en casa. Pensé que era lo peor que me pudo haber pasado, pero no imaginaba que sería todo lo contrario.

 

Temprano llamé a la oficina para dar aviso de mi falta, y de inmediato me recosté en el sofá para ver un poco de tv. Podía caminar un poco, pero el dolor era intenso. Más tarde puntualmente llegaba mi sobrino, quien al verme preguntaba por mi salud, le comenté sobre lo sucedido, y sin dejarme terminar de explicar se me acercó y me tomo el tobillo lastimado para examinarlo de cerca.

 

Yo vestía mi bata de dormir, pero como por esos días hacía mucho calor, esta vez no me había puesto nada debajo. Cuando él me tomó el tobillo, inevitablemente la bata se corrió por mis piernas, dejando despejada la vista de mi entrepierna. Ver a mi sobrino entre mis piernas me puso muy ansiosa, mirar como preocupado se acercaba y se arrodillaba frente a mí, para tomarme el pie suavemente y con delicadeza lo analizará, pero cuando sentí la bata deslizarse por mis piernas no pude evitar ponerme nerviosa. Sabía que si levantaba la vista podía verme todo, claro que quería que me viera, pero tampoco deseaba que pensara que lo había hecho a propósito, así que no sabía si dejarla o acomodarla para taparme, pero como mi sobrino estaba atento a mi tobillo, decidí dejarme así.

 

Mientras me explicaba que sabía sobre torceduras y me preguntaba sobre mi dolencia, mi sobrino comenzaba a masajearme el tobillo, me lastimaba un poco, pero sentir sus suaves manos y la forma en cómo me tocaba delicadamente me estaba comenzando a gustar en exceso. Entonces se me ocurrió una idea. Me había lastimado el tobillo al subir las escaleras, pero como le había comentado que me lo había torcido en una “caída” me animé a decirle que también me había lastimado la cintura, y de esta manera hacer que me revisara el cuerpo entero.

 

Como el sofá en el que estaba recostada es completamente reclinable, le pedí que lo estirase de manera que quedara completamente horizontal a manera de cama de masaje. Aunque un poco indeciso, me obedecía al tiempo que me pedía le explicara cómo había sido mi caída, que a duras penas pude mentirle recreando una imaginaria escena. Me sentía mal por estarle mintiendo de esa manera, mi sobrino parecía tomarlo con mucha seriedad, y me realizaba preguntas muy técnicas, pero ya no podía retractarme, solo me quedaba hacer la mentira más y más grande.

 

El momento que tanto estaba esperando por fin llegaba, mi sobrino me pedía que me diera vuelta para examinarme la cintura y espalda. Yo le obedecí esperando que me pidiera que me quitara la bata, pero él comenzaba tocarme por sobre la misma. Pensé en quitármela yo misma, pero estaba aterrada con la idea de ponerlo demasiado incomodo y que todo eso terminara, así que me aguanté las ganas y me la deje puesta.

 

Sentir las manos de mi sobrino tocando mi cintura era una sensación por demás relajante, poco a poco me dejaba llevar por sus caricias, soltando el peso de mi cuerpo por completo sobre el pequeño sofá individual, mientras mi sobrino llegaba a mi espalda y deslizaba sus manos por mis hombros y cuello, justo en ese punto de tención que todos tenemos. En ese momento no lo soporte más y deslice mi bata solo lo suficiente para dejar mis hombros descubiertos, algo que a mi sobrino parecía no molestarle, de hecho me pereció que era todo lo contrario, pues al ver esa parte de mi espalda libre, de inmediato se centro en ese lugar para masajearme. Sus manos estaban cálidas, la presión que ejercía era la justa, y la forma en que se movía era en conjunto muy excitante. Pero cuando pensaba que no podía llegar más lejos, sentí como poco a poco, recorría cada vez más mi bata deslizándola hacia abajo, a medida que sus manos bajan por mi espalda a mi cintura. Yo solo deseaba que no se detuviera y que llegara tan lejos como fuese posible, disimuladamente hacía movimientos contorsionando mi cuerpo para que aquella molesta bata terminara de caer por mi espalda, hasta que en un momento por fin la sentía sobre mis nalgas, quedando mí espalda completamente desnuda.

 

Sentir las caricias de mi sobrino por toda mi espalda me estaba excitando, mi cuerpo ya relajado comenzaba a intensificar las sensaciones, y el muchacho no mentía sobre saber de la musculatura humana, pues sabía muy bien cómo hacerlo, nunca me habían dando un masaje así de relajante, e inevitablemente mi cuerpo comenzaba a pedir más. Estaba tan sobre estimulada que cuando mi sobrino regresaba a mis tobillos aproveché para hacer lo impensable, como tenía la bata sobre mi trasero, deslicé una de mis manos por debajo de mi cuerpo hasta llegar a mi coño, y sabiendo que debajo la bata no podría notarlo comencé a masturbarme.

 

No sé si lo había notado mi sobrino, pero el motivo principal del masaje había pasado a segundo término. Quizá era porque estaba bastante sensitiva pero ahora me daba la impresión de que me tocaba diferente, ya no solo se centraba en los lugares donde supuestamente me había lastimado sino que esta vez me daba un masaje estimulante por todo el cuerpo, incluso en mis manos y brazos que nada habían tenido participación en mi falsa historia de la caída. Comenzaba a notar como las manos de mi sobrino llegaban cada vez un poco más lejos rozando sutilmente mis nalgas que rogaban por ser tocadas. Todas esas caricias, aumentaba más y más mi excitación. Mientras me tocaba a escondidas mi sobrino estimulaba el resto de mi cuerpo, hasta que en un momento no lo soporté más, y me arriesgué el todo por el todo quitándome la bata, sacrificando mi escondite íntimo por lo que seguramente sería una mayor sensación.

 

En un momento mi sobrino no se alteró y continuaba con su trabajo naturalmente, pero disimuladamente sus manos se aproximaban a mi objetivo, con el pretexto de masajearme las piernas, lentamente las carisias llegaban hasta mis nalgas, que eventualmente tocaba con descaro estimulándome a niveles incontrolables. Para ese punto ya estaba al cien, así que abrí mis piernas esperando que entendiera el mensaje, pero por más que esperé, mi sobrino no llegaba más lejos, y me excitación ya  me sobrepasaba. Las caricias, la relajación, haberme tocado yo misma, había sido demasiado, no lo soporté ni un segundo más y me di vuelta para quedar boca arriba.

 

Sabiendo que era muy arriesgado me mantuve con los ojos cerrados, para evitar ponerlo nervioso y asustarlo, pero aquella osadía había sido demasiado y mi sobrino dejó de tocarme. Como tenía aun los ojos cerrados, esperaba a que sus manos se posaran sobre mí, pero eso nunca sucedió. Abrí los ojos, y miré a mi sobrino perplejo, inerte, incapaz de reaccionar, a punto de alejarse, pero yo no lo dejaría ir, estaba demasiado caliente para permitirlo, sabía que de esta no se salvaría. Lo tome de sus manos y las puse sobre mis pechos, la sensación era increíblemente excitante, no solo por sentir sus palmas sobre mis pezones, sino por cómo lo había hecho, obligándolo. Aquello era embriagante, adictivo, así que lo tome fuertemente y le dije: <¿A caso no te gusto?>

 

Esperando respuesta abría lentamente mis piernas obligándolo a ponerse en posición. Fue en ese momento cuando sentí su prominente erección sobre mí, y de inmediato baje una de mis manos que aun sujetaba la suya hasta su pene para tomarlo con firmeza sin quitarle la mirada de encima. Estaba como loca, drogada de poder, pero principalmente enfurecida por no poder cogerme a mi sobrino habiendo llegado tan lejos. <No quisiera separarlos> Me contestaba, evidentemente refiriéndose a mí y mi esposo, pero lo de nosotros ya había terminado hace mucho tiempo, le alegaba casi suplicándole para que me tomara ahí mismo <Si me deseas tómame> recuerdo que le dije en algún momento de mi explicación, pero mi sobrino era necio, y firme en sus decisiones, aparato las manos de mí y se alejaba. Pero yo ya estaba bastante harta, fastidiada, y frustrada, ahora estaba casi tan enfadada como excitada, así que me levante lo tome por el rostro y le arranque un beso de los labios.

 

Haciéndose el fuerte en un momento no los movía, pero yo era firme y decidida, todos los sentimientos que me acompañaban me alentaban a seguir, y mantenerme, hasta que sin más remedio comenzaba a besarme también. Eso me llevaba al cielo, sentir que por fin había logrado mi objetivo, haberlo hecho a la fuerza y ver a mi sobrino cediendo ante mí me hiso sentir la mujer más poderosa del universo.

 

Al final separó sus labios de los míos, en un evidente estado de confusión. Sabía que le excitaba, que le gustaba era solo su moral el único gran muro que debía derrumbar para hacerlo mío. Mi sobrino luchaba consigo mismo para no caer en el incesto, pero en su mirada se percibía que me deseaba tanto como yo a él, y su pene erecto lo confirmaba. Me volví una zorra, me le abalance encima como una gata a su presa, y lo sometí sobre el sofá invirtiendo los papeles. El es por mucho, más fuerte que yo, por lo que pudo evitarme en cualquier momento, sabía que estaba librando una feroz batalla entre su hombría y su moral, y yo le ayudaría a perder esa batalla. Le baje su pantalón corto deportivo que vestía, y antes de que pudiese defenderse, me dejé caer en su largo pene, y como ya estaba bastante lubricada me penetre hasta el fondo. Había sido muy brusca, por lo que me dolió un poco, pero el momento lo compensaba, estar en el papel del asedio, la controladora total, y por fin estarme cogiendo a mi sobrino, fue la mejor sensación que he experimentado.

 

Ya no había marcha atrás, yo había sido la ganadora, salí triunfadora de su batalla moral, no le quedaba más opción que cogerme. Me movía intensamente, como nunca antes había cabalgado en un pene, estaba muy caliente y dejaba que esa excitación me controlara. Mi sobrino ya estaba completamente entregado a ese momento, movía sus caderas al ritmo de mi subir y bajar, entonces mi sobrino me acerco a su pecho, me tomo por los brazos fuertemente y me cargó a unos centímetros de él, quedando casi levitando sobre su pecho que se rozaba con los míos colgados y balanceándose libremente debido a la inusual posición.

 

De esta forma y sin dejarme mover me acerco a su rostro como si fuese una de sus pesas del gimnasio y me comenzó a besar, al tiempo que yo y como podía continuaba moviendo mis caderas para meterme y sacarme su pene de mi coño. Después del mejor beso que hubiese recibido, por fin me soltó dejándome libre de sus brazos, lo que aproveché para abrasarlo y tomarlo por el cuello para besarlo nuevamente.

 

Parecía completamente irreal estar viviendo al fin mi fantasía, todo era como lo había imaginado pero mucho mejor, sentir el cuerpo de mi sobrino estaba a punto de estallar, pero él tenía otros planes. Y es que ya sin remedio, y sabiendo que sería estúpido retractarse a esas alturas, se entregaba por completo a mí, y aumentaba la velocidad de sus movimientos. Yo estaba a punto de terminar, así que cambie a la posición que en lo personal más, y es estar montada arriba de él como lo estaba haciendo pero de espaldas. Esa forma me encanta pues puedo sentir el pene estimulando en lo más recóndito y excitante de mí ser. Así que me di vuelta apenas sacando un poco el pene de mi sobrino para enterrármelo rápidamente de nuevo, ya de espaldas comencé a moverme con toda la intención de hacerme venir en esa posición, pero al parecer a mi sobrino no le agrado que le diese la espalda y no me tomo de regreso a su pecho sin dejarme terminar.

 

Aun de espaldas a él, me cogía al tiempo que me masajeaba los pecho y la cintura, me besaba el cuello por detrás y me acariciaba el rostro, no era precisamente la posición que más me gustaba, pero igual me encantaba sentir sus manos y su cuerpo detrás de mí. Pero en ese momento me dio vuelta poniéndome de lado sin dejar de penetrarme por detrás y continuo cogiéndome de esa forma, entonces tomó la pierna que quedaba libre y me la subió en la suya, de manera que quedamos en la posición de “cuchara” pero con mi pierna sobre él. Esta posición me obligaba a abrirme y dejar que su pene entrase y salirse libremente, nunca la había intentado, y sin mentir diré que me arrepentí por no haberla probado antes. Me encantó, su pene hacía presión justo en la zona que me volvía loca, pero mucho mejor, estaba segura que terminaría como nunca amates, así que me concentré en hacerlo, pero a punto de terminar sentí la mano de mi sobrino masturbándome estimulando mi clítoris y entonces en verdad supe lo que era un orgasmo, ahí mismo no lo pude soportar y me deje correr como jamás lo había hecho, ni siquiera cuando me tocaba yo misma, aquello fue verdaderamente intenso, por fin culminar todas la frustraciones, sentimientos y resentimientos hacía mi sobrino, y sentirlo al fin tomándome como su mujer, me hiso terminar de una forma inimaginable en un gran orgasmo que se engalanaba con un profundo y real grito de placer que no pude contener.

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