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Sodomizada por un alto ejecutivo (Parte 2ª)

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Había pasado  mas de una semana y daba por olvidado a Conrad, cuando sonó el móvil.  Su voz me sobresaltó y una mezcla de inquietud y deseo recorrió mi cuerpo. Repasé mil veces la excusa perfecta para no desairarle y a la vez evitarlo, pero llegado el momento mi mente se nubló y un deseo irresistible dijo SÏ a su invitación para almorzar en un restaurante conocido: "Te espero a las dos en XXXXX" dijo.

Cuando llegué ya estaba ocupando la mesa que había reservado. Mi entrada, con mi look provocativo para la ocasión, hizo que algunos comensales alzaran la vsta para mirarme. La comida transcurrió de forma divertida y amena,  no faltando comentarios sexuales en la mas absoluta complicidad y  experiencias personales morbosas y  atrevidas de ambos. Me sentía cómoda como si le conociera de toda la vida. Terminada la comida salimos al exterior donde el guardacoches esperaba en la puerta  con el vehiculo en marcha.  En ningún momento preguntó dónde me llevaba, los dos sentíamos el mismo deseo. Recorrimos algunas calles céntricas de la Ciudad hasta acceder a un parking y desde allí en ascensor hasta una sexta planta. Era un apartamento lujoso, amueblado y decorado por algún interiorista profesional, donde no se veía mano femenina alguna, ni tampoco signos de ser habitado de manera convencional. ERA A TODAS LUCES UN PICADERO.    Me llevó directamente al dormitorio, se acercó por detrás y abrazándome me besó en el cuello: " Vamos a pasarlo bien, zorrita". Desabrochó  la cremallera de mi vestido, lo descolgó de los hombros dejándolo caer. Volvió a abrazarme y esta vez sus manos cubreieron mis tetas: "Deliciosas tetas y duras, creo te apetecerá una ducha, ahí tienes el baño"  Mas que una invitación psrecía una orden.

Entré y quitándome las braguitas me dispuse a hacer pis, luego me metí en la ducha. No tardó en entrar, su cuerpo desnudo, bien formado, poco vello y sexo depilado. Me abrazó bajo el chorro de agua estremeciéndome al notar su piel contra la mía. Cerró el grifo y me extendió gel por toda mi piel, deteniéndose en los puntos erógenos que él frotaba con delicadeza y disfrute. Cuando terminó  me pasó el frasco y yo hice los mismo. Su culo (siempre me han atraido los culos varoniles bien formados), fue objeto de especial atención  y su polla morcillona aún, empezó a reaccionar al tacto de mi mano enjabonada. Abrió el agua aclarando nuestros cuerpos  desnudos. "Seguro la mamas como una profesional".  No tuvo que insistir.  Me arrodillé, agarré su verga con esmero y lamí sus huevos, su capullo y la metí en mi boca.  Quise hacerlo con toda la experiencia adquirida mamando  numerosas pollas a lo largo de estos años, desde mi primera mamada a los 14 años a un amigo especial del Intstituto. " Eres una buena zorra, nada mas verte sabía darías juego", mientras me apretaba la cabeza contra su polla introduciéndola hasta el fondo. La sacó de golpe con un movimiento brusco: " Me vas a  hacer correr, puta".

Me cogió en brazos y sin secarnos me llevó a la cama colocándome en el borde. Se arrodillo y empezó a comérmelo de forma deliciosa. Sus manos sobaban mis tetas y mi clítoris, ya erecto crecía  al contacto con su lengua y la presión de sus labios.  Lo succionaba haciéndolo crecer al máximo  como si fuera un pene de juguete. Me producía  descargas nerviosas y temblores en mi interior. Pasaba su lengua por mi raja que se abría deseosa de ser penetrada.

Mis abundantes jugos  facilitaban sus caricias y mi vagina empezó a dilatarse sintiendo su lengua  lamer sus paredes.  Exploté de placer temblando en mi interior con un orgasmo profundo.  Apreté su cabeza contra mi sexo llenando su cara de flujo. Al sentir mi orgasmo con sus contracciones vaginales, se excitó  aún más y seguía  dándome lengua alargando asi de forma interminable mi orgasmo.  Me colocó en el centro de la cama, totalmente excitado, fuera de si, y se puso a horcajadas encima de mi.  Su polla erecta empezó  a presionar mi clítoris y a recorrer una y otra vez mi  raja  abierta de deseo. Daba golpes sobre mi  sexo con aquel miembro duro, chapoteando en la charca de mi vulva.  "Métemela de una vez" grité.  "Eso quieres zorra?, pídelo con educación guarra"  "Por favor, dámela de una vez  me muero de ganas".  " Eso está mejor".  Noté su glande en la entrada de mi coño hambriento y de un golpe seco la metió hata el fondo.  Me hizo poner las piernas en sus hombros para que entrara hasta los huevos.  Me hací agemir de placer y eso le excitaba más y más, dios  como me follaba el cabrón ......   resoplaba como un oso.  Noté un espasmo de su polla seguido de un gran chorro  caliente que inundió  mi chocho, siguieron en disminución mas chorros y espasmos. Mi cuerpo estremeció y empecé a correrme acompasando mis contracciones a sus espasmos .  No había sentido tanto placer en mi vida.  Cuando soltó la última gota  tensó sus músculos como buscando fundirse en mi cuerpo y yo le abracé con mis piernas por la cintura, atrayéndolo contra mí, en el  deseo de que no saliera nunca. Así permanecimos un tiempo que pareció infinito.  Se tumbó a mi lado relajado, en silencio.

Pasado un rato se levantó y se tumbó en el suelo apoyado  con los codos " Sientate en mi vientre y hazme lluvia dorada, quiero todos tus fluidos  sintiéndolos sobre mi". Hice lo que me ordenaba y una vez sentada  enfrente de él,  dirigí con los dedos en mi coño el chorro  que a presión le  regó  pecho y cara.  Impregnado de mis líquidos, excitadísimo, se levantó y se tumbó en la cama boca arriba, pidiéndome me colocara encima  en posición de 69.  Con mi sexo frente a su cara empezó a lamerlo y trasvasar  flujos de mi sexo a mi ano que lamía intentando dilatarlo.  A la vez  le agarraba la polla por la base y la mamaba haicéndola crecer. Noté un dedo perforando mi cola que iba dilatando poco a poco, luego dos, hasta que creyó  estaba preparado para  encularme.  Me puso en cuatro y su miembro duro lo llevó a mi agujero, colocó con suavidad su glande enorme introduciéndolo despacio. Sentía la presión en mi orificio casi virgen, solo había sido penetrado  en dos ocasiones en las que aprovecharon mi estado de embriaguez.  Lo introdujo suvemente hasta que toda su verga estaba dentro.  Entonces empezó un meteysaca, primero pausado, luego mas rápido hasta ir aumentando el ritmo que ya era frenético.  Me dolía pero sentía un placer inmenso:" Fóllame cabrón, me gustaaaaa", "mas, mas, dame rico, asiiiiii, no pares,  que gustooooooo". Eso le ponía mas y arremetía como un semental".   "Sabía te iba a gustar, zorra. Toma polla, tomaaaa.  Joder, pedazo de hembra".  Resoplaba mientras me  metía sin parar dándome duro.  Mi mano excitaba el clítoris para correrme, estaba al límite, noté su explosión y un reguero de líqudo tibio inundó mi recto, mientras me hacía venirme como una perra.  Se echó encima de mi espalda abatido permanciendo asi unos segundos, hasta que sacó su miembro chorreando abundante lefa que  se deslizó por mi entrepìerna.  Se tumbó boca arriba a mi lado. Sacó un cigarrillo y me ofreció otro que acepté,  aunque no soy fumadora. Lo necesitaba.  Así permanecimos un buen rato en silencio.  Miré mi reloj, eran  casi las  20 horas, tres horas de sexo sin parar.  Tenía que marcharme.

No se levantó a acompañarme a la puerta para despedirse.  Tumbado se limitó a decir como despedida:"Eres una puta de lujo, de lo mejor que me he tirado. Ya sabes donme me tienes cuando necesites un buen polvo.  Saluda a tu maridito de mi parte".

De camino a casa, en el taxi, me sentía humillada, me había tratado como a una puta y yo me había comportado como tal. Mi dignidad  la sentía por los suelos, mi autoestima maltrecha.  El muy cerdo había conseguido otro trofeo, pero esta vez de caza mayor.  La mujer de un directivo compañero suyo  haciéndole cornudo.  Seguro ya estaría pensando donde colgarlo.

No dejaba de pensar en lo ocurrido y me juré no volver a ver a ese depravado sexual, aunque sabía en mi interior sería dificil luchar contra el deseo  de volver a disfrutar de aquellas intensas sensaciones vividas en esas tres horas de sexo extremo.

Durante algún tiempo  recibí sus llamadas y mensajes que no contesté.  Tampoco asistí a fiesta alguna que sabía estaría presente, poniendo excusas poco creibles que mi marido nunca entendió.

De esto han pasado mas de dos años y aun me excito masturbándome al recordar aquella tarde.

 

FIN.

 

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