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Putito para todos 09 Las vacaciones se acaban

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Andrés y yo dimos un paseo después de salir de la clínica, un largo paseo urbano lleno de silenciosos y cómplices misterios, él no me pidió explicación alguna sobre lo que habíamos hablado su tío y yo, aquel señor me había transmitido una enorme tranquilidad con sus palabras, en realidad no habían sido tantas, todo se redujo a preguntas aunque no lo parecieran.

Resulto grandioso poder caminar a su lado, como le había visto con Luca pero sin cogernos de la mano, en un momento del paseo llamó por el móvil a papá, quería entregarme en casa y a la vez hablar con él y con Joky si podía estar presente.

Iba orgulloso a su lado, con un chico tan mayor, en estatura y en edad, le observaba de reojo o aprovechando cuando me hablaba, era tan serio y formal que parecía mayor que Joky aunque tenía un año menos.

Cuando llegamos a casa no solo estaban papá y Joky, Jesús me esperaba allí y fue el primero en llegar a nuestro lado y posesivo sujetar mi mano tirando de mi.

-Vamos  a tu habitación y me cuentas como lo habéis pasado.  –Andrés no hizo gesto alguno de desagrado como yo esperaba y se encaminó con papá y Joky hacia el salón.

-Espera, espera Jesús, luego vamos ahora quiero escuchar lo que hablan.   –inicié el camino detrás de ellos, siguiéndoles, ninguno objetó nada.

-Entonces vemos la tele mientras ellos hablan.  –tiraba de mi brazo para llevarme a uno de los sofás enfrente de la tele, la puso en funcionamiento y me sentó a su lado tirando de mi.

Esforzaba mi oído para escuchar la conversación pero resultaba difícil con el sonido de la televisión y los comentario de Jesús más cercanos. Además se habían colocado cerca de la mesa del comedor, un poco lejos.

-Hay solución para todo, mi tío está satisfecho de los resultados, sus impulsos se pueden mitigar poco a poco hasta que desaparezcan, él os dará los detalles y el informe de todo lo que ha observado.  –Andrés hablaba muy rápido queriendo vaciar su cabeza de lo que tenía que decirles.

-Quiere tener una entrevista con los tres.  –papá abrazaba a Joky emocionado.

-Que sea cuanto antes, ¡gracias Andrés!, quizá algún día podamos devolverte el favor que nos haces.   –antes de contestar Andrés giró su cabeza hacía donde me encontraba, yo les estaba mirando y me pilló intentando escuchar.

-Creo…, creo que alguien ya me lo ha devuelto…  -no pude escuchar lo siguiente al girar su cabeza otra vez hacia Joky y papá.

Continuaron hablando pero creo que más que nada estaban asimilando la noticia que Andrés les transmitía y calmando sus emociones antes de volver a nuestro lado.

Jesús me sostenía pasando un brazo por mis hombros y con la otra mano sujetaba la mía, Andrés se sentó a mi lado y papá y Joky en el otro sofá.

-¿Qué estáis viendo, hay algo interesante?  -tenía a mis costados a dos chicos tan diferentes sentados, Jesús abrazándome, llevándome hacia él para que no rozara con el otro mi cuerpo. Andrés a unos centímetros tan solo, se giró sacando su cuerpo del asiento para mirar a Jesús.

-Tranquilo Jesús, vas a ahogar a tu amigo, nadie te lo va a quitar pero le vas a estrangular si continúa así.  –papá y Joky se rieron y Jesús puso cara de enfadado pero me soltó.

Al cabo de un rato llegaron Antonio y Tomás, papá y Antonio se fueron a la cocina para ir a preparar la cena que tendríamos todos. Tomás arrastró a Andrés y a mi hermano hasta la mesa del comedor para hablar entre ellos y Jesús continuaba enfadado.

Mi padre invitó a Andrés para que se quedara a cenar y no aceptó a pesar de que Antonio insistía también, puso como excusa que tenía una reunión familiar en su casa, o quizá fuera verdad, se despidió de sus amigos y de nosotros envolviéndonos en una curiosa mirada, me pareció raro que en la puerta, antes de que saliera, Antonio abrazara al que parecía el protagonista del momento, Andrés que antes de salir y en la distancia volvió a mirarme.

La cena fue muy agradable y con risas a pesar de que algunas veces se ponían serios sobre todo cuando hablaban de la reunión que tendrían con el doctor padre de Luca.

Cuando salían para su casa Jesús se quiso quedar para dormir conmigo, quería que habláramos, yo sabía lo que deseaba y me lo había transmitido debajo de la mesa con sus manos cogiendo la mía y llevándola a su entrepierna haciéndome ver su excitación y deseo.

Recordé que tenía que comenzar a tomar las pastillas que nos entregó el doctor, una con cada comida principal del día, papá me la tenía preparada.

-¡Venga Ángel!, vamos arriba.  –le seguí y nada más entrar en la habitación se desnudó rápidamente quedándose totalmente desnudo y se metió en la cama, se tapó solamente con la sábana ya que en casa hacía calor a pesar del frío exterior.

Había podido vislumbrar su juvenil y magnifico cuerpo al quitarse la ropa y ahora me miraba fijamente con una sonrisa deslumbrante en la cara, las manos detrás de la nuca y su vello de las axilas brillaban del negro intenso, me invitaba a seguirle y sumergirme entre las cálidas sábanas.

-Espera, voy a darme una ducha rápida, he caminado mucho todo el día.  -debajo del agua gozaba de lo que vendría a continuación, imaginando a mi apasionado amigo ahora tan servicial, amable y amoroso.

Había olvidado mis palabras de la tarde diciéndole a Andrés que le quería, mi compromiso con el doctor de que lucharía contra mis deseos sexuales hasta que la medicación comenzara a hacer su efecto. En estos momentos me dominaba la lujuria y solo pensaba en el sexo, en lo que me esperaba impaciente en la cama.

Sí, no tengo por qué ocultarlo, Jesús siempre ha tenido un hueco importante en mi corazón, él se distanció al crecer y dejarme atrás. Éramos iguales hasta que murió mamá, como la lloro y echo de menos. Decían que me había quedado perdido en el tiempo, clavado sin avanzar en mi edad, extraviando más y más mis sentidos en la profundidad de mi desesperación.  –Mamá, ¿por qué me dejaste solo?

Ya sé que papá y Joky junto con Carmen han intentado ocupar tu lugar, pero a ti no hay quien pueda sustituirte. El doctor dice que tengo que avanzar, ¿y cómo lo hago mamá? Estoy enfermo sin yo saberlo aunque ese buen tío de Andrés dice que saldré adelante y que me ve valiente.

Me apoyé en la pared y lloré muerto por la congoja y la pena, hondos suspiros salían de mi pecho, por favor mamá, ¡ayúdame!

-Ángel, ¿qué te sucede?  -los brazos de Jesús me sostenían para que no terminara de caer sobre la loza del baño. Abrazó mi cuerpo desnudo y cerró el grifo del agua.

-Ángel, Ángel me asustas. –seco mi cuerpo y me llevó a la cama, debajo de las sábanas me abrazó y me consolaba.

-¿Es por mi culpa?, no quería molestarte, perdóname por querer estar contigo.  –hizo intención de separarse de mí y salir de entre las sábanas.

-Soy un estúpido Ángel, tuve celos al verte llegar tan contento con Andrés, tú puedes ir con quien quieras, no volveré a mostrarme así.  –le miré entre mis lágrimas, su tristeza me oprimió.

-No tiene que ver contigo, tú no has hecho nada Jesús, te quiero, abrázame.  –él no lo hizo y fui yo el que me apreté a su cuerpo desnudo al igual que el mío, nuestras tiernas carnes se fundieron, sintieron el juvenil calor que expelíamos, besé su oloroso cuello con olor a él.

-Hoy ha sido un día tan especial, han sucedido tantas cosas que me han rendido y aturdido demasiado.  –me besó con suavidad en la frente acariciando mis espalda, bajaba su mano desde mis hombros hasta el encuentro con mi trasero, allí se detenía sin atreverse a continuar, suspiró lanzando su aliento en mi cara.

-Ángel lo he pasado tan mal todo el día sin ti, sin verte, imaginando no se qué cosas. Sé que Andrés es bueno, mejor que todos nosotros y siento tantos celos al verle junto a ti.  –pase mi mano por su cintura hasta alcanzar su espalda y apretarle contra mí.

-Nunca podrá nadie impedir que te quiera aunque a veces seas cruel, te adoro Jesús, Andrés es alguien especial y diferente, nunca se interpondría entre nosotros, sabe que somos hermanos y nos queremos.

Jesús bajó sus manos para estrechar mis glúteos con ellas, me llevó hacia él para apretar nuestros sexos uno con el otro. Acercó su boca a mi cuello y me besó, sentí un tremendo estremecimiento. Lentamente me besaba el rostro con la ternura que había olvidado, lamía mis tetitas y las daba dulces besos.

-¡Ahhh!, Jesús, si continúas así terminaras por excitarme.  –me besó en los ojos y bajó su boca para acoger mis labios entre los suyos.

-Eso quiero hacer, es lo que pretendo. –metía su lengua en mi boca jugando con la mía.

-¿Te ha follado?,  ¿Andrés ya te ha follado?  -podría haberle dicho la verdad que era negativa, pero que lo deseaba con toda mi alma, no fue así, sentía el calor que emanaba de mi amigo, sus manos resbalando por mi espalda, su cálido, fogoso y húmedo aliento en mi rostro, su verga dura entre mis piernas.

-Te voy a meter mi polla para que no juegues con él, eres mío.  –la fuerza de sus abrazos aumentaron, sus besos se multiplicaban y lograba que gritara  gozoso al sentir su boca mamando de mis tetas, lamiendo mi pecho.

Se colocó entre mis piernas y acogí su cuerpo, le abracé con ellas pasándolas por su cintura, mis muslos acariciaban sus costados, mis brazos envolvían su cuello queriendo ahogarlo entre ellos.

-Jesús te quiero, estoy confundido en mis sentimientos pero ahora te necesito, penétrame, ven dentro de mí.  -rozaba la punta de su erguido miembro en la entrada de mi culo, se resbalaba sin poder penetrar en mi y le cogí en mi mano para llevarle a la entrada de mi ano, suspiré al sentir el calor de su glande en mi ano.

Supo cuando tenía que empujar y proyectar su cadera con fuerza de toro joven, entró abriendo con fuerza mi conducto hasta estrellar sus testículos contra mis nalgas y suspiramos los dos de placer.

Estuvo un momento quieto y en silencio, sintiendo como mi ano le apretaba y acogía con amor.

-Ángel, yo te quiero, estoy a gusto contigo, nunca he sentido esto a pesar de las muchas chicas con las que he estado, me lo has robado todo putito mío, eres mejor que los coños que he probado.  –mientras hablaba halagando mi oído entraba y salía haciéndome sentir pleno y muy, muy feliz.

Mordió mis labios haciéndome daño y comenzó a vaciarse en mi recto entre gritos de placer. Su marcado abdomen rozaba con mi verga en sus movimientos aplastado sobre mí, y sentí la alegría de llegar a mi clímax sin tocarme, solo centrado en el roce de su piel sobre mi polla.

-Jesús me corro,  me voy.  –grité entre sus labios que no me dejaban respirar.

-Yo también me corro. –me llenó como siempre lo hacía, tiraba más semen que su padre y Tomás juntos, me desbordaba con gran placer por mi parte y salía a borbotones de mi culo.

Estábamos tranquilos sobre la cama después de una rápida ducha, no olvidaba las instrucciones de mi hermano sobre la limpieza de mi culo después de follar aunque me apeteciera no moverme. Hizo un círculo con sus dedos sobre mi tetita haciéndome sonreír

-Antes me preguntaste si Andrés me había follado, no, no lo ha hecho ni me lo ha pedido tampoco aunque yo se lo haya ofrecido.  –volvió a pasar su mano por mi pecho, era muy bonito los sentimientos que expresaba al acariciarme de esa manera tan tierna y suave.

-¿Por qué habéis estado todo el día fuera?  -le miré un poco sorprendido.

-¿No le has preguntado a mi padre o a Joky?  -me miró y se puso rojo.

-Estaba enfadado y muerto de celos, no he salido de mi casa hasta la tarde, ni he contestado a las llamadas de mis amigos.  –resultaba ahora tan tierno mi joven amigo.

-Estoy enfermo y van a curarme pero no es para preocuparse, el doctor dice que todo va a ir bien.  –nos abrazamos y el sueño añadido al cansancio nos venció.

Tuvieron la entrevista con el doctor padre de Luca, a partir de ahora debería ir a su consulta dos días a la semana y hablar con otro doctor, tomar pastillas  que me parecieron un montón y me cambiaron del centro de estudios a un colegio de dedicación especial y personalizada hasta que finalizara el curso.

El tío de Andrés quería que para el nuevo año volviera a un colegio normal, él estaba convencido de que en estos meses se resolvería mi problema de personalidad atrasada.

De don Francisco, don Sabino, Pedro, Carmelo y los otros chicos del centro no volví a saber nada. Me enteré mucho más tarde de que mi padre y Andrés les hicieron una visita, más que nada para retirar mis notas e historial académico. Como Andrés le dijo a papá: (No nos interesa lo pasado, vamos a vivir el presente y tener esperanzas para el futuro).

Había pasado un mes y me había integrado en el nuevo colegio, mis impulsos incontrolables hacia el sexo ya no eran tan intensos y la medicación y tratamiento psicológico estaban comenzando a dar resultados.

La última vez que estuve en la consulta me sentía decaído, el doctor no quiso aumentar la dosis del fármaco que tomaba para mitigar mi depresión y ansiedad que exacerbaba el deseo compulsivo que a veces se presentaba.

-Algunas veces me parece que no avanzo. Mis deseos hacia el sexo me dominan en algunos momentos.  –levantó la cabeza de las notas que leía.

-Es por alguna persona en especial o es en general.  –los colores debieron ser muy intensos al reflejarse en mi cara.

-Esporádicamente voy a la cama con mi amigo Jesús y cada vez menos. Solamente es una personas la que me atrae hasta el punto de…  –dejé de hablar y me animó a seguir enarcando las cejas.

-Quiero decir que deseo hacer el amor con él.  –sonrió abiertamente, los ojos le brillaban tras los cristales de sus gafas.

-Me habías asustado, eso es normal y le sucede a cualquiera, tampoco queremos convertirte en un eunuco y no tienes que suspender tus relaciones sexuales totalmente.  –la sesión continuó y terminó por dejarme tranquilo en ese aspecto.

El doctor sabía que alguna vez tenía sexo con Jesús, le quiero y me era difícil el negarme y no complacerle. En honor a la verdad lo paso muy bien con él y ahora es un amor de chico, prácticamente lo nuestro ha terminado con acuerdo entre los dos, él sabe lo que siento por Andrés, se lo confesé y aunque le dolió acabó por entenderlo.

Mi problema es Andrés, pienso y sueño con él, continua supervisando mis estudios pero menos que antes y parece que aquella declaración  de amor no se volverá a repetir.

Mi primer trimestre  de estudio llegó a su fin con buenos resultados, por otra parte el cambio que observaban los doctores en mi resultaba esperanzador y estaban muy satisfechos.

La primavera había llegado y con ella los días de relativo calor, ese viernes cuando presenté mis notas a Andrés abrió los ojos asombrado al ver confirmado lo que él pensaba que sucedería.

-Es magnífico Ángel, has mejorado muchísimo y casi sin atenderte, lo has conseguido tú solo.  –con las notas en su mano me abrazó, sentí que había sido solamente un segundo de lo rápido que pasó.

-Había pensado pedirte que vinieras a mi casa a comer mañana, me gustaría que conocieras a mis padres y esta vez no he pedido permiso al tuyo.  –me quedé atónito y sin saber que hacer o decir.

-¿Qué me dices?, ¿no me vas a responder?  -esperaba mi respuesta con una sonrisa en la boca y yo continuaba sin poderme creer que me pidiera ir a conocer a su familia.

-Sí, quiero ir contigo. –podría haber añadido que estaba loco de alegría y que me terminaba de hacer el ser más feliz del mundo pero no podía hablar más, solo me abracé a él y para que no me viera llorar subí corriendo a mi habitación.

Subió detrás de mí, entró en el cuarto y al principio se quedó parado mirando  mi cuerpo convulso tirado sobre la cama, luego se sentó a mi lado y pasó con suavidad su mano sobre mi brazo.

-Ángel, por favor no llores por nada y menos por mi causa, si no deseas venir no pasa nada.  –quería responderle que él no era el motivo de mis lágrimas, que era yo mismo al no considerarme digno de él, pero lo pensaba y mi congoja aumentaba.

 -Después del día que fuimos a tu primera consulta con mi tío, llegué a hacerme ilusiones, te dije como te amaba y mi cabeza no funciona tan bien como suponía, interpreté mal tus palabras cuando me dijiste que tú también me querías.  –continuaba con sus caricias en mi brazo, intentando consolarme como si yo fuera un niño.

-Ya he podido ver lo unido que estas a Jesús, es un buen chico y me alegro por ti, por él, pero deja de llorar, por favor, me matas. –ahora pasaba absorto su mano por mis rizos, desenroscando los que recogía mi camisa en mi cuello, giré la cara para encontrarme sus ojos mirándome apenado, me levanté y arrodillé en la cama ante él, abracé su cuello y besé frenético sus labios.

-Andrés, yo te sigo queriendo, más que aquel día, ahora no podría vivir sin ti.  –abrió sus ojos como si no pudiera creerme.

-Te amo Andrés y quiero pedirte cosas pero me intimidas y no me atrevo, no sé si lo que te pida podrá molestarte y está mi pasado que no es muy limpio, no estoy curado del todo.  –intentó separarme y me resistí, entonces caímos en la cama conmigo abrazando su cuello, con nuestros rostros muy juntos y se fue acercando hasta que nuestro alientos se hicieron uno, sus labios estaban secos, los míos húmedos de mis lágrimas.

Fue como meter un hierro al rojo vivo en el agua, borbotearon hasta que los dos tuvieron el mismo calor, la misma humedad y fueron uno, una misma carne temblorosa y trémula, no podía moverme asustado de la emoción que sentía y el beso de una ternura infinita se interrumpió al escuchar la voz de Jesús.

Estaba apoyado en la puerta de mi habitación y desde allí nos miraba con el ceño fruncido.

-Parecéis dos amantes arrullándose como tortolitos, la puerta estaba sin cerrar y no pude resistirme a ver lo que sucedía aquí arriba.  –Andrés se había vuelto a sentar a mi lado sorprendido y Jesús se acercó hasta la cama, se inclinó y me besó en la frente.

-No vuelvas a hacerle llorar o tendrás que enfrentarte conmigo, porque seas mayor no creas que te tengo miedo.  –se dirigió a la puerta y desde allí se volvió.

-Voy abajo a esperar al resto, os dejaré para que terminéis de estudiar.  –tenía una bonita sonrisa en su juvenil rostro cuando cerró con fuerza la puerta al salir.

Andrés se volvió hacía mi y cogió la misma postura, tendidos uno enfrente del otro con la mirada prendida.

-Repito lo que dije hace un momento, es un buen chico.  –sonreía de forma misteriosa y tierna.

-Mira Ángel, sobre lo que antes decías de que no estás curado, es cierto y va a resultar un poco largo pero tu doctor también dice que tu mejoría es irreversible, vas bien, ahora eres tú mismo el que tomas tus decisiones y es el momento de que te pida si quieres ser mi novio.  –no podía creer que hubiera escuchado bien, pero su sonrisa me confirmaba lo que no aceptaba mi cabeza y rodeé su cuello con mis brazos.

Ahora no podía soportar estar sin besar sus labios, sus ojos que cerro ante mi efusividad, él no permanecía quieto y era la primera vez que le veía hacer algo sin ser antes razonado y meditado, era un momento tremendo de felicidad que solo sabía expresar besándole. Introdujo una de sus piernas entre las mías y se la abracé a la vez que pasaba mi mano por su espalda.

-¿Esto significa un sí?  -su voz sonaba en mi oído mientras besaba mi oreja soplando su aliento en mi pelo.

-Sí, sí quiero ser tu novio.  –entonces dejé de besarle y tuve un pequeño escalofrío. Él lo notó y pasó su brazo por mi cintura estrechándola.

-No te vayas a arrepentir ahora, has dicho que sí y no voy a admitir que te vuelvas atrás.  –volvió a besarme en los labios, necesitaba que él estuviera seguro.

-No puedo ofrecerte mi virginidad, he pertenecido a muchos hombres y tienes derecho a saberlo todo de mí.  –su sonrisa no cambió, continuaba encerrando en ella toda la ternura posible en un ser humano.

-Sé lo que necesito conocer, aquel no eras tú y…, no te hagas ilusiones, yo tampoco soy virgen.  –soltó una pequeña carcajada que para mi representó un perdón.

-Dime que me amas Ángel, eso es lo importante, yo te cuidaré y te entregaré todo lo que necesitas, pero no dejes de amarme.  –sus besos me volvían loco de alegría y levantó la camiseta que llevaba para acariciar mi abdomen.

-Me enamoras Ángel, no voy a poder detenerme. –mi boca se abrió en una risita pegada a su cuello.

-No lo hagas, no quiero que te detengas.  –notaba su excitación apretando sobre mi pierna, por fin después de tanto desearlo me iba a hacer suyo y le iba a pertenecer para siempre.

Continué en mi posición y comenzó  a deslizar su mano por mi liso abdomen, la llevaba hacía abajo y la metió por dentro del elástico de mi slip hasta llegar a mi polla, la tocó con suavidad y paso a mis huevos, no dejaba de mirarme estudiando mis reacciones.

-Deseaba tocarte Ángel, he soñado tantas veces con acariciar tu cuerpo y ahora que lo hago no me lo puedo creer.  –yo no hablaba, me asfixiaba la emoción y podía sentir la enorme cantidad de precum que salía de mi verga.

Comenzó a masturbarme con su mano derecha, hechizado mirando extasiado mi polla que no era nada del otro mundo, giró mi cuerpo y mi culo quedo totalmente expuesto ante él, me revolví con inquietud. No sé el por qué, pero al verme así pensé en lo que él imaginaría, un culo perforado por tantas vergas.

Me tenía sujeto abrazando mi pecho y volvió a besarme en el cuello muchas veces, me relajé y entregue a él, jugaba con mi pene excitándolo hasta el dolor, comencé a emitir gemidos de placer.

-Mi amor, tantos años esperando este momento. -sus besos no paraban e iba de mi cara a mis tetitas que lamía suspirando. Me retorcía placenteramente estirando mis piernas, encorvando mi cuerpo, recibiendo las emociones tremendas que mí ahora novio me entregaba.

Sin darme cuenta se había quitado su ropa y era indudablemente su polla la que rozaba mi pierna, llevó su mano a mi boca y chupé sus dedos.

-Lo siento pequeño, querría jugar más tiempo y me es imposible, necesito estar dentro de ti, saber que por fin me perteneces y eres mío.  –sentí sus dedos resbalar por la entrada de mi culo y gemí profundamente, empujó y me penetró con su dedo.

-Andrés…, ¡ay!...

-Déjame hacer, por favor. –eran susurros en mi oreja lo que escuchaba.

-Te amo Ángel, déjate llevar.  –se montó a caballo sobre mi abdomen, abrí mis ojos y me encontré con lo que no podía imaginar, su polla apuntaba a mi cara, parecía enorme y a punto de explotar de lo excitado que estaba.

Intenté llevar mi mano para tocarla y lo impidió sujetándomelas sobre mi cabeza.

-Ahora no o me correré sin meterla.  –su mirada se veía extraviada.

-Es tan bonita, tan grande, déjame que te la chupe un poco.  –se inclinó y aplastó su verga y sus huevos sobre mi vientre, me habló al oído.

-Lo siento, de verdad, no puedo aguantar más, déjame que te la meta.  –su mirada me suplicaba como si estuviera sobre un potro de tortura, sufriendo lo indecible de su verdugo que resultaba ser yo.

-Métela mi amor, lo estoy deseando también.  –abrí mis piernas invitándole a que me penetrara, se colocó entre ellas y su verga sola buscó mi entrada ansiosa de ella. Empujaba con sus riñones con fuerza y antes de que entrara se disculpó.

-Te prometo que otra vez será mejor ahora no puedo aguantar. -le abracé y comencé a besarle desesperado, nunca me había visto atendido de esta manera. Mientras entraba en mí llevé mis manos para sopesar su tremenda verga, nunca imaginé que un chico tan delgado tuviera lo que él posee. Entró con limpieza y sin problemas, sin el menor dolor, solo al final cuando empujó encabritando la espalda y empujando desesperado.

Se echó sobre mi cuando estuvo dentro uniendo nuestros pechos, besando mi boca y acariciando mi lengua con la suya.

-Ángel, mi divino niño, mi amor, estoy dentro de ti, eres mi novio, lo que nunca pensé que pudiera ser verdad.  –mordía mi cuello llenándome de desesperado deseo de convertirme en su hembra, de darle todo lo que él merecía, lo mejor que pudiera entregarle de mi cuerpo y de mi alma.

Lamía cada centímetro de la piel de mi cara sin moverse, con su polla crecida y enorme cerrando mi ano, me encantaba verme sometido y dominado por mi amado que intentaba dominar sus sentidos y aguantar antes de comenzar a cabalgarme, una oleada de placer me invadió y le supliqué.

-Fóllame mi amor, lléname de ti, de tu semen. –ahogaba mis gemidos como podía mordiendo la tela de la sábana.

-Dime que te gusta lo que te hago, lo siento pero no puedo aguantarme.   -su voz sonaba terriblemente humillada, como si no estuviera haciendo lo que debía, su deseo era tan fuerte que le dominaba. Abracé su espalda y pasaba con suavidad mi mano para calmarle.

-Me encanta mi amor, lo estás haciendo divinamente, córrete dentro de mí, dame tu leche cariño.

-Sí, pero…, pero…

-Calla, tranquilo y gózame.

Arqueó su espalda para penetrar mi culo profundamente, su polla entraba en lo más hondo de mí, estaba lleno de él y creo que cada segundo que pasaba le crecía más.

-Andrés, Andrés vida mía.  –continuaba entrando y saliendo y me hacía sentir partido por la mitad, las había tenido más grandes en mi interior pero su polla me hechizaba, era diferente, más fuerte y potente, con más deseos de hacerme gozar.

Reventaba mi culo y no me importaba, me sentía muy a gusto aunque en algún momento me dañaba al tenerla tan dura y tiesa.

-Amor mío gózame, soy tuyo mi amor. –entraba con violencia inusitada, Andrés no era él en este momento, se había convertido en un macho deseando dominar a su hembra, me relajé para dejarle gozar de mi y poder gozar yo de él hasta que se clavó arqueando su espalda, golpeando con su cadera, entrando profundamente en mi interior, sentí llegar mi orgasmo a la vez que aferraba su cintura con mis piernas abrazándole para que me llegaran todos sus fluidos al fondo de mi vientre.

Se aplastó sin respiración sobre mi pecho, me pesaba y dificultaba el poder respirar para calmar mi desbocado corazón, pero me sentía mejor muriendo a su lado, sintiéndome vencido y poseído por él que respirando el aire más puro del mundo.

-Mi novio, mi novio.  –repetía una y otra vez acariciando su rostro cubierto de sudor y rojo como la grana, a pesar del moreno natural de su piel se le notaba el rojo causado por el esfuerzo de su entrega. Sus casi negras piernas llenas de vello se frotaban con las mías en lánguidas caricias mientras me miraba muy serio.

-Sí, tu novio, pero no tu amo, quiero que hagas siempre lo que deseos Ángel, que no te sientas obligado por ningún motivo. Quiero que seas libre.

Pasamos un largo tiempo en la cama, pensando en todo lo bueno que nos había sucedido.

Después de ducharnos bajamos al salón, estaba vacío y se escuchaban las voces que venían de la cocina, estaban todos reunidos y serios, papá, Joky, Antonio, Tomás y Jesús, dejaron de hablar y se nos quedaron mirando, imaginarían lo que hacía unos minutos había pasado en mi habitación con Andrés.

Antonio se levantó y se dirigió a nosotros.

-Estamos esperando para la cena hace más de diez minutos, ¿no podíais ser puntuales?  -era evidente que todos estaban expectantes y preocupados. Joky se apartó para que me sentara al lado de mi padre y Andrés lo hizo en el lugar que le dejaron libre entre Tomás y Jesús.

Parecía que todos esperaban algo y nadie servía la cena, Andrés se aclaró la garganta, se le vía atemorizado y nervioso y Jesús colocó una mano sobre su brazo.

-Hemos decidido los dos comenzar a vivir nuestra vida juntos, le he pedido a Ángel que sea mi novio y ha aceptado.  –parecía como si todos lo supieran o esperaran que se les confirmara, Jesús abrazó a Andrés felicitándole y papá y Antonio se levantaron para llevar la comida a la mesa como si nada hubiera pasado.

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