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21.2 La disco de Lucas…

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La disco no estaba llena aún y mis  amigos no tenían que comenzar su trabajo, se sentaron con nosotros y otros chicos compañeros suyos. Luis y Nicolás enseguida simpatizaron y hablaban entre ellos en español con Natalia, yo acompañé en la conversación a Evans y los chicos. Cuando llegó un compañero suyo, venía con gesto autoritario a buscarles nos quedamos Evans y yo solos, su mirada se entristeció cuando Alan se encaminó siguiendo los pasos de Lorian. Cuando se giró nuestras miradas chocaron, coloqué mi mano en su pierna y la friccioné en un gesto de cariño transmitiéndole mi calor.

Sin necesidad de decirnos algo nuestros ojos se hablaron, los suyos me decían lo que sentía por Alan y mis dudas se disiparon. Evans quería a Alan, era de él de quien estaba enamorado y yo lo descubría ahora, en este mismo momento por esa amarga mirada que destilaba aflicción y pena.

Le cogí de la mano y le llevé a la pista de baile, estuvimos bailando un rato sueltos, sus bonitos ojos no dejaban de reflejar sufrimiento junto con el brillo de las lámparas de colores, le abracé y seguimos bailando mientras acariciaba su espalda y su cabeza, despeinando su pelo en punta logrando que me mirara y sonriera.

Al cabo de un rato se nos unió Natalia, con las luces de colores su piel aceitunada brillaba, es una chica menudita, malagueña, de voz muy dulce, melosa y cariñosa.

Volvimos a la mesa Nico y Luis continuaban hablando, Evans marchó tenía que hablar con Lucas, la conversación de Nico y Luis no nos atraía y volví a la pista de baile con la chica. Llevábamos mucho tiempo siguiendo el ritmo de la música, unas veces bailando sueltos, otras abrazados, sudábamos y nuestra ropa se nos pegaba al cuerpo. Natalia olía muy bien, usaba una colonia que me resultaba familiar de habérsela notado a mi madre.

-Hueles muy bien Natalia, me recuerdas a mi madre. –sonríe enseñando sus blancos dientes, contrastando con el color de sus labios pintados de carmín transparente muy brillantes y su piel color oliva, sus pómulos subían al sonreír achicando sus ojos dándole aspecto de niña traviesa.

-Es agua de rocío, la traigo siempre de España, diseñada por dos modistos andaluces que me gustan mucho.

En un momento en que tengo los ojos cerrados, dejando en libertad a mi cuerpo para que evolucione al compás de la música, me toman por las caderas, sé que es Nico, no puede ser otro por el olor que me llega y su forma de tocarme, imprime con sus manos un movimiento más rápido a mi cuerpo, pero  Nico no es de bailar mucho y termina por dejarme solo en la pista.

Continúo en mi ensueño de la música yo solo hasta que siento un roce en mi trasero, es muy tenue y acompaña mi movimiento casi sin tocarme, solamente es un sentir que alguien me dirige en mis evoluciones. Las manos de mi desconocido compañero sujetan mis caderas sin sentirme apretado, con pequeñas indicaciones de sus dedos diciéndome por donde quiere que me mueva, al revés que Nico que me sujetaba muy fuerte.

Se siente maravilloso el contacto sin serlo, algo que me lleva en el aire, en el espacio vacío haciendo lo mismo que yo,  como si fuéramos un solo ser en el baile, en un momento en que sujeta mis caderas llevo mis manos para ponerlas sobre las suyas balanceando mi cintura.

Me doy la vuelta y encuentro al chico que fue anteriormente a buscar a Lorian y Alan para que fueran a su trabajo, sonríe con superioridad y dominante, me parece increíble que hace un momento me creyera estar entre los brazos de un ángel que me guiara recorriendo el cielo.

-Eres extraordinario bailando.  –achico mis ojos para verle mejor a las luces que se encienden y apagan. Es muy guapo y de complexión fuerte, con una cara agradable que desfigura y reduce su sonrisa de increíble superioridad, me habla a pesar de todo con voz acariciante.

-Hay pocos chicos que sepan bailar y dejarse llevar en el baile, aunque te he visto con Evans no vienes a visitarnos muchas veces.  –ahora me abraza para bailar unidos y siento su jadeo del esfuerzo que ha realizado llevándome.

-He venido pocas veces pero ya te había visto aquí e imagino que trabajas para Lucas.  –se echa a reír ante mis palabras mientras me aprieta contra su cuerpo que se le nota muy fuerte.

-Aquí todos trabajamos para Lucas o su gente.  –aprieta muy atrevido mi culo contra él mientras murmura en mi oído.

-Me gustaría besarte.  –no lo hace y se separa para marchar sin decir adiós.

Poco después Evans vuelve y bailamos los cinco, luego Luis se despide, acompañará a Natalia hasta su casa, esta nos besa y da las gracias por haberla sacado de fiesta. Es hora de que nosotros marchemos también, pero quiero despedirme de Lorian y Alan, esperamos hasta que en un descanso de su trabajo vienen donde nosotros, parecen cansados y traen en sus manos una copa grande, Alan me la ofrece para que beba, es té helado, estoy sediento y me bebo la mitad.

Evans pide una nueva ronda, me ha gustado el té de Alan y pido lo mismo. Nico va donde el barman para pagar la cuenta y después de charlar un tiempo, sin entendernos por el estruendo de la música nos sentamos.

Es tarde y muchos están en las mesas, semi ocultos en la oscuridad descansando o haciendo otras cosas, se escuchan jadeos de los asientos del al lado envueltos en las sombras, no es difícil imaginar lo que está pasando en la penumbra a pocos pasos de nosotros

 Nos levantamos para volver a casa. Los chicos nos abrazan y quedamos para repetir la salida, sujeto con mis manos el rostro de Evans, me acerco a él hasta pegar mis labios a su oído.

-Tenemos que hablar un día.  –le doy un beso en la mejilla y marchamos.

A  estas altas horas de la noche hace frío, el invierno inexorable se acerca, tenía que haber cogido una chaqueta de abrigo o un polar y no está que llevo tan ligera y podríamos haber ido andando pero con este frío prefiero esperar y coger un taxi.

-Son muy guapos tus amigos, y no se han prodigado mucho, desaparecieron y no los volvimos a ver hasta despedirnos. ¿Se puede saber en que trabajan?  -estoy convencido de que lo pregunta para confirmar lo que ya ha supuesto.

Meto mi pierna entre las suyas para que me de calor, estamos desnudos y me aprieto contra su cuerpo, en unos días tendré que comenzar a usar la calefacción, pero ahora estando él prefiero el calor que emana de su cuerpo.

-¿Te parecen guapos?   -le hablo mientras mimoso beso su pecho con sonoros besos.

-Algo más que guapos diría yo, ese Lorian parece un modelo o actor, acompañante de viejas y ricas damas.

-Son prostitutos y trabajan en eso donde Lucas, quieren ser  modelos y creo que algún día lo conseguirán y los veremos en las revistas, y pudiera ser que en el cine.  –no ceso en mis besos y de pasar mi mano por su vientre, viajando por las dunas adornadas de vello de sus abdominales.  Nico se queda callado pensando en lo que termina de oírme decir.

-También yo creo que lo conseguirán, son dos chicos de increíble belleza.  –subo mi cabeza para besar su barbilla y morderla con cariño.

-¿Dormimos unas horas?  -aunque deseo hacer otra cosa me muero de sueño.

-Como tú quieras.  –me doy la vuelta colocando mi espalda pegada a su pecho y él me abraza contra él, suspiro gozoso y Nico besa mi cabeza, luego sin darme cuenta me voy quedando dormido.

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Nos levantamos tarde y seguimos teniendo sueño, después de prepararnos recibimos una llamada de Luis, ya ha acompañado al estudiante a llevar sus cosas a la nueva residencia y nos pregunta si nos apetece salir para comer algo y luego visitar la Citadelle de Lille y el Parque Zoológico que está cerca, estamos de acuerdo y quedamos en vernos en la Gran Plaza, luego podemos ir paseando, el trayecto es corto hasta la Citadelle, una construcción militar en forma de pentágono, a mi me recuerda a las fortificaciones mandadas erigir por Felipe II, parecida a la de Jaca y Pamplona en España pero mucho más grande.

En la plaza nos encontramos con Luis, está con el estudiante español al que ha estado ayudando en el cambio de domicilio. Es un chavalito muy joven, le calculo unos veinte años, al lado de Luis parecen un papá muy joven con su hijo.

Comemos unos bocadillos allí mismo en la Gran Plaza y charlamos un rato antes de salir para el paseo que nos llevará, en menos de veinte minutos, a encontrarnos con el río Deûle y al atravesarlo el Zoo se nos aparece de improviso, lo dejamos de momento para visitar la fortaleza mandada construir por Luis XIV, después de que retomara la ciudad del poder de los españoles. Aún continúa utilizándose con fines militares, como cuerpo de reacción rápida y es una de las siete jefaturas de la OTAN en Europa.

Estuvimos paseando por los extensos jardines, dando la vuelta a todo el conjunto hasta volver al Zoo que habíamos dejado anteriormente. Paseamos viendo el soberbio y bello entorno natural. El trabajo realizado por los hombre del Mariscal Vauban, para desviar el río y lograr que rodeara la construcción militar y poder  inundar los alrededores con un sistema de compuertas, ahora son simple decoración del paisaje y siguen enriqueciendo de humedales y  verdor todo el entorno.

Hacemos el camino de vuelta y antes de llegar a la Gran Plaza entramos en un bar para tomar una cerveza, Nico compra algo de comida para cenar y nos despedimos de nuestros amigos, ellos van a continuar allí, han quedado con otros estudiantes en la Gran Plaza.

Vamos para casa, tengo que poner la lavadora, cambiar las sábanas, en resumen, trabajar un poco en mis labores y quiero que Nico cene pronto e irnos a la cama.

Le acompaño comiendo algo de lo que ha comprado, lleva lechuga como ingrediente y es de lo que le cómo, luego tenemos mandarinas y yogurt, le miro comer, parece pensativo y no deja de hacerse el gracioso haciendo muecas con sus labios. Me sorprende su pregunta, vuelve a insistir sobre lo que hablamos la noche anterior.

-¿Me querrás contar el trabajo que hacen Lorian y Alan en la disco?  -me asombra que siga pensando en ello y se interese de esa manera.

-Te lo dije ya, no sé que más hay que explica, ¿pero por qué tienes interés en saberlo?  -se chupa los dedos manchados de la salsa de la comida y se los limpia con una servilleta de papel.

-Me interesa porque tú estás preocupado por ellos y Evans también, entonces necesito comprender vuestra preocupación, nada más, pero si crees que no debes decírmelo no insistiré más.

Son las diez de la noche, hace más de dos horas que ha anochecido, la luz de la luna creciente ilumina el jardín más que las lámparas que han colocado, tengo un vecino en uno de los estudios de arriba, no le he visto aún pero a veces le escucho trastear y mover algún mueble como hace ahora.

Espero temblando de frío en la cama a Nico, sale del baño como su madre le trajo a este mundo, me arrimo a él, ¿por qué él siempre tiene calor y yo frío?, no me abraza ni me hace caso alguno, coloca sus manos detrás de su nuca y no habla, apoyo mi pecho encima del suyo, tiene una pequeña marca de dentífrico en el borde de su labio, se la limpio con mi lengua, no le hace gracia y me mira serio.

-Vale, vale, ya te lo cuento todo, no es algo malo que no puedas saber.  –sonríe, me coge la cabeza entre sus manos y me besa la frente y los párpados.

Su cuerpo es un horno, paso mi pierna por su vientre, me pego como un sello a él, reposo mi cabeza en su costado y le explico el trabajo de Lorian y Alan, también que eso mismo era el que antes hacía Evans y cuál es el negocio de Lucas y sus socios, y como ellos muchos más que hay en la ciudad y en todas las ciudades del mundo. Cuando acabo bajo mi pierna de él.

-Y nada más, ese es todo el misterio, es todo lo que yo sé, resumiendo te lo dije antes.

-Te preocupan esos chicos, no puedes ir intentando dar soluciones a todos los habitantes de este mundo Daniel.

-No son habitantes de este mundo, son amigos míos. –mi respuesta suena dura y enfadada, se gira hacia mí y me abraza, llena mi rostro de besos, se hace un hueco entre mis piernas y allí mete su cuerpo, obligándome a acogerle entre ellas.

-Y si te pidiera que te casaras conmigo, ¿qué dirías?  -cambia de conversación para no insistir en lo mismo.

Le miro serio y desvío mi mirada para mirar al techo con mi mueca de enfadado en mi cara.

-Va, no te lo pregunto más, no he dicho nada.  –me besa y me ahoga, no me deja respirar.

-Si quieres, dentro de unos años puedes preguntármelo y para entonces tendré una respuesta.

Se agita para elevar su cuerpo, le abrazo con mis piernas su cintura y con mis brazos su espalda, y me cubre de besos acariciando con sus labios, y le digo cuanto le quiero, que no estoy enfadado con él.

-Te quiero Nico no tengas en cuenta mis rarezas.  –voy bajando mis manos por su cuerpo hasta llegar a su entrepierna.

Cogí su verga y él se elevó para darme espacio, comencé a masturbarle lentamente mientras él me besaba, recorría mi cuerpo besándolo y yo no queriendo soltar su polla, subía mi mano por su tallo hasta llegar a su prepucio que corría para dejar a la vista el glande, luego se lo froté esparciendo el precum por él.

Nico comenzó a gemir con su boca en mi tetita, la lamía y gemía satisfecho, comenzó a gemir más fuerte y se colocó tendido a mi lado con sus manos bajo su nuca, yo me situé entre sus piernas masturbando su enorme polla mientras el miraba sin dejar de suspirar y abrir y cerrar los ojos, otras veces se lamía los labios al mirarme lujurioso lo que le estaba haciendo.

Metí su verga en mi boca para mojarla de saliva y dejé una buena cantidad sobre su cabecita para pasarle mis dedos haciendo círculos alternando con mi lengua. Daba pequeños grititos subiendo su pelvis para acertar con su polla en mis labios y alguno de sus gritos sonaban demasiado.

-Ahora tengo vecinos y van a escucharte, querrán añadirse a la diversión.  –reía mientras le hablaba mordiendo el pellejo de su prepucio y tirando de él.

Quitó una de sus manos de su nuca y la llevó a su boca para morderla mientras fui bajando la cabeza e inclinando mi cuerpo para estar más próximo a su polla y sus huevos. No dejaba de mirarme esperando mi próxima acción, metí una almohada debajo de sus caderas ayudado por él y le separé las piernas, me arrastré hasta llegar con mi boca a sus testículos, saqué mi lengua y la pasé por ellos, encogió sus piernas dejando que pudiera llegar hasta su ano.

Daba placer a este macho tocándole únicamente con la lengua haciéndole retorcerse y  gemir hasta que me comí toda su polla atragantándome con ella, volvió a colocar sus manos bajo la nuca con sus piernas encogidas y muy abiertas como si estuviera en un sillón de parturienta.

Disfrutaba del sabor de su polla chupando de ella con fuerza, soportando sus subidas de cadera donde me la metía hasta golpear con sus huevos en mi mentón. Alternaba la verga y las pelotas, llegando por su perineo hasta su ano. Nico a veces me miraba ansioso queriendo pedirme algo que no lograba articular con su garganta y solo gruñía con los ojos muy abiertos.

Me centré en su anito que vibraba estirando su fruncido queriendo abrirse para mi lengua, y cuando empujé con ella atrapó mi cabeza entre sus piernas cerrándolas con fuerza, viendo que le había dado placer repetía la acción hasta que noté sus manos en mi nuca apretando para que metiera más y más mi lengua en el.

-¡Ohh!, sí, Daniel, es genial, lo haces mejor que un puto.  –me hizo gracia y dejé de comerle el culo para reír sordamente, ¿qué era yo en estos momentos más que un puto dando placer a un macho como era él?

Sujetó con fuerza mi cabeza pidiendo con ese gesto que continuara mi labor, le miré y la nuez de su cuello subía y bajaba tragando aire mientras su pecho se movía agitado. Pensé que estaba a punto de correrse y me retiré.

-¡Ahh!, estaba tan rico lo que hacías.  –cogió mi cabeza para mirarme alucinando.

-Por poco consigues que me corra mi amor. –sudaba, jadeaba y no soltaba mi cabeza de sus manos hasta que se fue calmando.

Cuando le vi más tranquilo retire sus manos para besar su hermosa polla,  lamí mis dedos y comencé a meterle uno de ellos, abría su boca mientras se lo iba introduciendo y cuando lo tuvo dentro me miró, no sabía si me quería decir que parara o que no me detuviera.

-¿Te gusta ahora Nico?  -metía y sacaba mi dedo haciendo círculos con él.

-¡Ohh!, sí, sí, no pares Daniel, sigue follándome.  –me encantaba darle placer a mi hombre.

-¿Cuándo dedos has conseguido meterte?  -escupí en la entrada de su culo para comenzar a meterle otro.

-Nunca me he metido los dedos pero tú sabes hacerlo delicioso.  –jadeaba al hablar y contuvo la respiración cuando sintió que el segundo avanzaba dentro de él.

-Ya tienes dos dentro de ti.  –sacó todo el aire de su pecho con un hondo suspiro y apretó sus esfínteres apresando mis dedos.

-¡Joder Daniel qué bueno eres!  –de verdad que veía a Nico gozando de lo lindo.

-Esto no es nada, has tenido mi polla en tu culo y es más gorda que dos de mis dedos.  –volví a escupir otra vez, la saliva resbalaba por mis dedos hasta la entrada de su ano, él sabía lo que vendría ahora y esperó conteniendo la respiración, mis dedos avanzaban perforando su culito que solo yo había conseguido follar en su vida.

Le miraba como cerraba sus ojos con fuerza aguantando y los abrió soltando un débil gemido, era genial sentir su peludo culito caliente y húmedo tragarse mis dedos, se los metí hasta donde pude apretando con fuerza y retrajo su culo queriendo escapar, los dejé quietos y luego los saqué y volví a meterlos otra vez.

-Tienes el culito que no lo reconocerías, es tan bonito así, tan rojito y estirado.  –volví a meter su verga en mi boca sin abandonar su culo dándole doble placer hasta que se retorcía apretando mi cabeza con sus piernas queriendo cerrarlas.

Su polla no dejaba de sacar precum que me sabía delicioso, dulce, viscoso y caliente, le vi con la vista extraviada sin verme a pesar de tener los ojos abiertos y la baba caía de su labio, su culo estaba ya tan dilatado que podría haber metido el cuarto dedo.

-Fóllame Daniel, méteme tu verga.  –le miré y supe que le gustaba lo que le hacía y mucho.  –saqué mis dedos y lamí su rico culo, mientras besaba sus huevos y su polla, empecé a masturbarme para coger consistencia aunque no hubiera hecho falta, en este momento podría meter cualquier cosa por su ano.

-Vale cariño, prepárate que te la meto, ponte como quieras que te lo haga.  –comenzó a subir sus piernas según las tenía arqueando la espalda. Nico es delgado y flexible aunque no tanto como yo, le ayudé agarrando sus peludas piernas subiéndolas hasta que las tuvo sobre su pecho dejando a mi alcance su abierto ano, perineo, testículos y verga.

Sin dejar de masturbarme lamí desde su ano hasta la punta de su polla para recoger el precum allí depositado, bajé de nuevo a su ano y con mi lengua empapada de su precum apreté hasta tenerla dentro de él, soltó un alarido y llevo su mano a la boca para controlarse, le besé sonoramente el húmedo culo.

-Métela ya Daniel.  –saqué mi lengua de su culo y apunté mi polla a su orificio dejándome caer lentamente, sintiendo como se tragaba toda mi polla hasta estar todo dentro de él, solo abrió su boca en un ¡Ohhhhh!, sin sonido y cerró los ojos, me quedé quieto sobre él mirándole y disfrutando de su cara de placer sin medida.

Cuando sentí que su culo apretaba y aflojaba mi verga baje mi cabeza y le bese en los labios quitando la baba que tenía resbalando de ellos.

- Nico, despierta.  –era como si se hubiera ido a otro mundo.

-Es tremendo amor mío, el placer que me das nunca lo he sentido.  –le sonreía a la vez que empezaba a salir y entrar en su recto, suavemente al principio y luego con fuerza, yo también sentía el exquisito calor y humedad de su culito, como me atrapaba la verga queriendo retenerla y que no se la sacara.

Si la verga de mi hombre es una delicia, su culito vale lo mismo, me centré en notar el placer de sus contracciones al respirar a veces nervioso hasta sentir que él mismo se movía ayudándome en mi trabajo, yo sudaba sobre él y respiraba atragantado.

Nico agarro su verga y comenzó a masturbarse, quería correrse y apretaba mucho mi polla con su ano, yo le miraba a los ojos deseando que se corriera antes que yo, cumplir con mi papel de activo que me había tocado vivir, hasta que me regaló en mi oído.

-Me voy mi amor, no puedo más.  –contrajo su culo y de su verga empezó a sacar su caliente esperma subiendo sus caderas, follando su mano y el espeso aire del estudio, cuando aflojó su esfínter solo tuve que entrar y salir dos veces para sentir que yo también me venía.

-Me corro Nico, ¿dónde lo quieres?  -me miro sin entenderme aún temblando de su terrible corrida y me vertí dentro de él llenándole de mi leche.

Bajó sus piernas y quedé cogido entre ellas, estuvimos unos minutos sin hablar, yo sobre él sintiéndonos nuestras respiraciones agitadas, el loco galope de nuestros corazones desbocados, enterré mi cara en su clavícula y esperé a recuperarme.

-Te amo Daniel, te amo tanto.  –eran tiernos susurros en mi oreja, levanté mi cabeza para buscar ese amor en su mirada y cuando lo encontré fundí mis labios a los suyos.

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Es una constante ya el despertar y levantarnos tarde, cuando abro mis ojos él me está mirando.

-He pensado que la próxima vez que venga voy a traer algo de mi ropa para dejarla aquí y no tener que andar con ella de una casa a la otra. Ahora me apetece correr un poco y no tengo que ponerme, si tú fueras más machote podrías prestarme algo tuyo, pero no me sirven ni tus bóxer.  -acariciaba mi cuerpo al hablar y giré la cabeza parar mirarle.

-Anoche era muy machote, recuerda como te preñé.  –soltamos una carcajada ambos a la vez que le abrazaba.

-En lugar de correr podemos andar, hay calles preciosas y las riberas del río nos esperan.  –le besé en el pecho y salté de la cama para ir corriendo al baño.

Nos preparamos y sin desayunar paseamos y llegamos a Notre Dame de la Treille, catedral de Lille. En uno de los bares que hay enfrente de su entrada principal desayunamos.

La belleza de la catedral es impresionante, el entorno es de plena paz con todos los cafés que la rodean y su pequeño jardín, el tráfico es casi inexistente, en su interior se respira una paz que paraliza el pensamiento y eleva el alma, la luz de color caramelo o ámbar es cálida y te recoge y te abriga, su gigantesco ventanal redondo parece dejar sin sustento y en el aire la parte alta del edificio.

Cojo la mano de Nicolás y nos sentamos un momento en dos de la gran cantidad de sillas que hay allí. Parece moderna  ya que su construcción, que ha durado ciento cincuenta años, se terminó recientemente, es un sueño de belleza singular.

Después de permanecer un rato en la catedral cogemos la Rue d’Angleterre y Léonard Danel que nos llevarán hasta la ribera del Deûle, paseamos y a la vuelta compramos comida preparada para ir a casa a comer. Ahora, al hacer mis comidas los días laborables en la fábrica, no dispongo de la despensa que tenía en Chapel, no la necesito y la descuido más. La tarde transcurre haciendo cosas en casa, hablando y refiriéndole la visita que hemos tenido esta semana de personas importantes.

Hemos pasado un bonito y tranquilo día, muy íntimo y personal, nos duchamos antes de ir a la cama, Nico quiere algo y toca y vuelve a tocar mi polla excitándome pero cuando yo se la quiero coge no me deja.

-¿Qué quieres hacer travieso?  -acaricio y le hago cosquillas en su peludo sobaco.

Se levanta rápidamente y se coloca enfrente de mí, se tumba en la cama, le observo su maniobra.

-Siéntate en mi cara.  –me lo pide pero tira de mis sobacos llevándome. 

Hago lo que me pide, me coloco en cuclillas con mi culo encima de su cara y lentamente voy descendiendo, me dejo caer de rodillas, lleva sus manos a mis nalgas y las termina de abrir tirando de mis muslos para que su lengua llegue a mis testículos y ano.

Entiendo lo que desea y voy dejando que coma mi culo y huevos de esta manera, comienza a lamer mi culo, mi escroto y meter mis huevos en su boca, voy bajando y subiendo haciendo que mi culo se abra y lo bajo para aplastarlo en su cara.

Al cabo de unos minutos estoy gimiendo de gusto, moviendo mis caderas en todos los sentidos, mis nalgas golpeaban en su rostro y cada vez tiraba más de mí hasta sentarme en su cara.

Se escurrió de debajo de mí y me colocó a gatas sobre la cama para empezar a golpear con su verga en mi ano.

-Nico, deja de jugar y métela ya.

No le tuve que rogar y sentí como entraba todo su pene en mi culo de una vez, desde el glande que le costó penetrar hasta sentir sus testículos golpear en mis nalgas fue todo seguido y sin parar.

Se sujeto de mis hombros y me penetraba rudamente, a pesar de ello me sentía muy a gusto penetrado de tan salvaje manera.

-¡Dame, dame mas Nico!  -le animaba a seguir penetrándome tan fuerte, sentía su potente y gorda polla llenarme y dejarme vacío de repente.

Se debió de cansar y sin avisar me dio la vuelta y me la volvió a meter de golpe, Nico sudaba a mares y no paraba de follarme en ningún momento hasta que me beso en la boca y comenzó a correrse dentro de mi moviéndose violentamente.

Emitía gritos mientras me llenaba de su semen, parecía que se le hubiera dado un ataque y le sentí disfrutar de mi cuerpo como nunca aplastando su boca sobre la mía.

-Ahora tú.  –lo dijo con un tono de querer comenzar a bombearme como antes.

-No cariño estoy que me voy en un momento, fóllame despacio.  –sujeté su espalda contra mí para que no se moviera y bastaron unos movimientos de mis caderas para eyacular sin tocarme la verga.

Llene nuestros vientres y pechos de semen.

Mañana tenemos que madrugar, tiene que ir derecho a la fábrica y allí le espera Thomas, y aunque nadie le va a pedir que rinda cuentas, no quiere llegar muy tarde, desea estar desde el primer momento que empiecen a trabajar, pero antes de dormirnos tenemos que volver a ducharnos para quitarnos las marcas de nuestras corridas de los cuerpos.

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