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23.2 Recuperando el tiempo pasado

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Sábado

Esta mañana de sábado no salimos de casa para nada, había comprado comida y Nico se encarga de prepararla mientras yo trabajo con la lavadora, recogiendo ropas y preparándolas para la semana próxima.

-Me apena que cuando vienes a Lille te haga trabajar lo que no haces en París. –detrás de él le abrazo mientras recoge los platos, meto mis manos debajo de su camiseta, su piel está cálida y agradable al tacto. Bajo sus pantalones del chándal un poco, para dejar al aire su redondo y velludo culo.

-Vas a lograr que rompa algún plato, pero por mí, si tú quieres, abandono esta tarea.  –le subo los pantalones y río quedo, mejor será que termine su trabajo.

-Continúa con lo que haces, vamos a prepararnos para salir a dar una vuelta y abrir una de las puertas un rato para que esto se ventile.  –acaricio su culito y le doy un pequeño azote antes de volver a mi trabajo para ayudarle a recogerlo todo, le gusta cocinar pero no tiene límites para manchar, usando todos los utensilios de la cocina.

Los operarios han trabajado cada minuto del día, ya han levantado toda la enorme Noria en la Gran Plaza, su tamaño minimiza la estatua del general y sus luces alumbran toda la plaza como si fuera de día.

Estamos un rato paseando por los bares que frecuentamos, no encontramos conocido alguno y a última hora Nico pide unos ahumados, yo como muy poco, su sabor es muy fuerte para mi paladar.

Hay mucho bullicio en el bar y se sienta a mi lado pasando su brazo por mis hombros llevándome hacia él para hablarme al oído.

-Tendrán que buscarse una casa en París, ¿qué te parece si les alojo unos días hasta que encuentren un lugar?, Tommy y yo les ayudaremos a buscarlo, serán pocos días.

-¿Harías eso por ellos?  -le miro y sujeto su mano que tiene pasada por mis hombros.

-Hay lugar para todos sin molestarnos unos a otros, ¿tú qué opinas?

-Me parece estupendo, muy propio de ti, además son dos chavales buenos y no te darán problemas, van a empezar una nueva vida y tenemos que apoyarles y ayudarlos como diría Evans.  –retiro su brazo de mis hombros pero mantengo su mano entre las mías y me la llevo a la boca para besarla en un gesto de infinito cariño, agradecido hacia un ser tan mágico que me lo consigue todo sin necesidad de pedirlo.

Cuando volvemos al estudio, como está cercano y a pesar del intenso frío, lo hacemos andando, el viento vuelve a soplar y arrastra las nuevas hojas caídas formando caprichosos montones que luego esparce cuando aleatoriamente cambia de rumbo soplando entre las calles.

Como un kiwi, un plátano y un yogurt, Nico no quiere tomar fruta, ha comido los ahumados con dos cervezas y está un poco alegre. Quiere jugar, no se cansa y voy cogiéndole su marcha, ¿qué voy a decir?, si me encanta que vaya detrás de mi intentando agarrarme por donde puede y en cada ocasión que se le presenta.

Me pide que tome la iniciativa y le atiendo, quiero hacerle disfrutar, que me goce y premiarle por estar pensando en mi y en los míos en todo momento, además de que para mí es un placer oírle y verle como se estremece en mis manos cuando le hago feliz con mi cuerpo.

Comienzo muy despacio a masturbarle y meto su pene en mi boca, sabe delicioso y lo degusto mojándolo con mi saliba para lamerla luego con todo su sabor, yo mismo estoy muy excitado y tengo mi polla a mil. Flexiona sus piernas y sujeta mi cabeza para aprisionarla y meter su polla al fondo de mi garganta, hago un esfuerzo y me la trago toda, me gusta más disfrutar de su sabor y calor comiendo solo parte de ella, pero a él le encanta sentirla en mi garganta y yo quiero que me goce.

Mientras la mete follando mi boca acaricio sus muslos peludos con una mano y con la otra sujeto sus testículos, acaricio sus abdominales pasando con suavidad mi mano por sus vellosos cuadrados.

Me encantaba mirar para arriba y ver sus ojos muy abiertos disfrutando de mi boca, notar su respiración agitada, a veces empujaba tanto que me daban arcadas que contenía pero no podía evitar que de mi boca saliera abundante baba que me escurría por la barbilla terminando por bañar sus huevos.

Sacó un momento su verga para no correrse y aproveché para lamer sus muslos y su entrepierna y chupar sus olorosos y negros huevos, limpié con mi mano las babas que me caían devolviéndolas a mi boca.

Volvió a follarme la boca, le había cogido las ganas y ahora le sujetaba la verga con mi mano para a la vez que me follaba irla saboreando y lamiendo su precum y mis babas.

Tiró de mi cabeza para que abandonara su pene, me levantó y me puso boca abajo en la cama, abrió mis piernas y se puso detrás de mí, comenzó a escupir en mi ano y luego a chuparlo y meter su lengua y los dedos uno a uno, después fue penetrándome, no le fue difícil aunque al principio resbalaba y corría su polla por mi raja.

A pesar de ello sentía un inmenso placer y gemía con mi cabeza contra la sábana hasta que sentí sus huevos tocando mi culo y sus pelos cosquillear la entrada de mi ano.

Cogí su muslo para atraerlo hacia mí para que no se moviera y al poco tiempo comenzaba el movimiento que me hacía gemir y suspirar de placer.  Lo sentía muy largo llenándome, la sensación esa sublime, única. Mi culito apretaba su verga y entonces él gemía satisfecho, moviéndose de forma circular haciendo girar su cadera y con cada movimiento mi culito se dilataba más admitiendo con ganas su pedazo de carne caliente.

Quería que me hiciera suyo, como siempre pertenecerle en este acto de amor y entrega sumisa.

-Dame tu verga Nico, métela hasta el fondo mi vida, es delicioso.  –su ir y venir se volvía violento pero yo lo gozaba más y más cuando empujaba fuerte golpeando sus testículos contra los míos, sintiendo como en mi abierto culo entraba toda su polla y quería más.

Empujó salvajemente varias veces y creía que me rompía, gemía con cada metida y al final comenzó a descargarse en mi vientre, terminó de vaciarse y se recostó en mi espalda cogiendo mi polla en su mano, sacó la suya y me puso boca arriba para a continuación comenzar a mamar mi pene y mi culo del que escurría su semen.

No tardé más que unos minutos en soltar mi leche, no podía aguantar su boca masturbando mi polla y chupando de mi ano, continuó lamiendo hasta comerse toda mi leche y la que escurría de mi culo.

-Estás riquísimo mi amor.  –me abrazó hasta que nos levantamos para ir al baño para limpiarnos.

-Me encanta como me follas Nico.  –estábamos debajo de la ducha y soltó una carcajada abrazándome

-Mi niño, si no has probado otros amantes.  –me le quedé mirando y sujeté su verga en mi mano.

-Es lo mismo, me gusta este bicho que tienes entre las piernas.  –notaba como volvía a hincharse estirándose la piel al llenarse de sangre. Lo metió entre mis piernas follándolas y volviendo a coger su fuerte consistencia.

Sentía como rozaba mi ano envuelto en el gel de baño, moví mis caderas para alojarlo y que me rozara bien.

-¿Te gusta?

-Sí, sí, vuelve a metérmela.  -me incliné ofreciéndole mi ano y entro limpiamente, no tardamos diez minutos en volver a corrernos los dos expulsando mucho semen, pero fueron diez minutos de intensísimo placer.

-Tengo vicio de ti, de tu verga, de tu semen. Te quiero Nico.

No tuve respuesta solo sus labios sobre mi pelo besándolo y lamiéndolo.

Domingo

Desayunamos muy ligero para salir a correr un poco, llegamos hasta Notre Dame de la Treille, había gente entrando en la Catedral, luego seguimos cambiando el rumbo, hasta la orilla del rio y el Parc Les Poussins y regresar desde aquí a casa.

Nos sentamos agotados, yo más cansado que Nico, él corre casi todos los días, yo me conformo con los días de natación y correr algún sábado o domingo.

Me quedé sentado mirando su húmeda cara, me quité mi camiseta y la pasé por la mía retirándome el sudor, luego jugando se la pasé por su rostro. Retuvo mis manos y aspiró el olor que desprendía la tela.

-Me gusta tu olor.  -nos quedamos mirándonos fijamente, se aproximó y comenzó a acariciar mi torso, sus dedos se retenían al pasar por mi piel, no resbalaban por la excesiva humedad de mi transpiración.

-Eres bellísimo Daniel y ahora me apetece comerte como si fueras un bollo recién salido del horno, estás rojo y acalorado.

Me besaba tan fuerte que me producía dolor con su barba. Me separé un poco para mirarle, su ardiente aliento me abrasaba y tenía los ojos brillantes como si fuera a llorar. Nos fundimos en un fuerte abrazo y le retiré su camiseta para que nuestros cuerpos estuvieran en contacto.

Agarró mi mano para llevarla a sus labios y retiramos nuestros pantalones de chándal y nuestros slips quedando totalmente desnudos, me elevó para besarme en la boca y enredé mis piernas en su cintura quedando colgado con mis brazos de su cuello.

Comenzó besando mi oreja y mi cuello, me desprendí y volví a tumbarme en el sillón, se arrodilló en el suelo y besaba todo mi cuerpo en posición de adoración hasta llegar a mi verga erecta y dura, la lamía desde los huevos al glande y con fuerza chupaba aspirando para sacarme el precum.

Me iba cambiando de postura a su antojo cuando se cansaba de lamerme la verga me daba la vuelta para acariciar mi redondo culo haciéndome gemir en sordos susurros de placer.

Lamió mi ano y tuve una convulsión.

-No quiero que te corras, tu sudor me sabe a gloria, no me canso de admirarte, de tocarte, eres una golosina.  –volvió a meter mi polla en su boca, apretando mi culo con sus manos y tirando de mi para meterla lo más profundo que podía en su garganta.

No quería que me corriera pero era imposible soportar las delicias que su boca me producían y estremecerme y desear llenarle la boca de mi semen. Las convulsiones volvieron a mover mi cuerpo con ganas por eyacular, se dio cuenta y sacó mi pene para volver a besar suavemente mi cuerpo, llegó a mi boca y mordió mis labios con ansia.

Sorbió para tragar mi aliento y la saliva que salía de mis labios.

-Te amo Daniel, te quiero mi amor.  –era enternecedor el sonido tan dulce que salía de la garganta de un hombre tan viril y poderoso.

Cambiamos los papeles y le empujé para que fuera él el que recibiera mis caricias, besé todo su cuerpo tendido y yo arrodillado ante él, en el suelo, mirando a mi Cristo yacente.

Fui besando todo su perfecto cuerpo empezando por su poderoso cuello y comí con mis labios su nuez, se la mordí hasta que protestó ahogado, lamí sus fuertes pectorales adornados por sus morenas tetillas y los pelos que las rodeaban. El abdomen pronunciado y con líneas marcadas profundamente cubiertas de vello hasta llevar a su verga que me enamora, la tenía erecta y un poco inclinada hacia un costado soportando su enorme tamaño sin caer

La besé y acaricie con mis labios, los llene de saliva y los fui pasando por su fuste desde sus gordas pelotas hasta el prepucio que aún cubría su glande. La notaba palpitante y la sangre regándola y aportándola su fuerza.

Chupé de su prepucio buscando encontrar su glande, sabía profundamente a hombre, a mi macho, salada y dulce a la vez, también a mi me encantaba el sabor de su sudor y el olor tan pronunciado en ese cetro del placer.

Por fin metí su pene en la boca, busqué con mi lengua su sabor en su pellejo y se lo subí con mis labios para dejar el glande en contacto con mi paladar y mi lengua, subí la vista, tenía los ojos cerrados y los abrió para que se encontraran.

La metía despacio en mi boca sintiendo a su glande traspasar mi glotis y bajar por mi garganta, sujetó mi cabeza y comenzó a follarme la boca con suaves movimientos de sus manos.

Yo le miraba amoroso y entregado, sabiendo que era su esclavo en ese momento y que le debía dar el placer que merecía mi macho. Le gustaba empujar mi cabeza hasta que tenía toda su verga en mi boca, con mis labios sobre su pubis y mojando sus huevos.

Hubo un momento en que no me dejaba respira apretando mi cabeza y dándome acometidas muy cortas pero constantes y rápidas, saqué la mitad de su polla y chupé aspirando muy fuerte volviendo a besar y comerme sus huevos.

Apartó mi boca de sus partes viriles para levantarse y colocarse de rodillas a mi lado, me abrazó y luego se inclinó dejando su culo muy alto, se mojó uno de sus dedos y lo llevó a su ano, comenzó a penetrarse ante mi atenta mirada, gimió con su dedo dentro de él.

-Fóllame Daniel.  –veía su ano palpitante apretando su dedo y como gemía de placer.

Llevé mi mano para retirar la suya y saqué su dedo, se lo lamí y me supo riquísimo, mojé el mío y se lo introduje, comencé a jugar con su ano y mis dedos, metiéndolos y sacándolos mientras se estremecía encorvando su espalda, baje mi cabeza para lamer mis dedos que entraban en él y la entrada de su ano.

-Métemela ya, estoy muy caliente y quiero tenerte dentro de mí.  –mi corazón comenzó a latir más deprisa, me gustaba que me pidiera que le follara, poder darle placer como él me lo entregaba a mí.

Saqué mis dedos para que su lugar lo ocupara mi lengua, su ano se abría como una flor para acogérmela, luego me coloqué para metérsela y apoyé mi glande en la entrada de su ano.

-Hazlo despacio, quiero sentirte como entras.  –atendí lo que me pedía y fui penetrándole despacio, de verdad que lo hacía lo más lento que podía llevado por mi excitación, pero a él le parecía muy rápido y sujetaba mi muslo para detenerme.

-Daniel, siento tu pene como me entra, se siente riquísimo y exquisito, así, así despacio, por favor.  –notaba como hervía su culo y como quería atrapar mi verga tirando de mi, sus esfínteres la apretaban y hacían succión, su ano había recibido muy pocas veces mi verga, solamente la mía había violado su ano pero ya lo tenía dilatado, se estaba acostumbrando al tamaño de mi polla.

Al final se la metí toda, hasta que mis testículos quedaron apretados en su perineo.

-Tienes toda mi polla dentro. –la moví rotándola para hacérselo notar, estaba deliciosamente ensartado en mi verga y me incliné para besar su baja espalda y lamer los pelos de su redondo culo.

-La siento, lo sé, es grandioso mi amor. –comenzó a mover sus caderas un poco y le ayudé sacando y metiendo mi verga, cuando le escuché suspirar supe que era el momento de follarle de verdad y empecé a entrar y salir sujetando su cintura, a veces paraba para llevar mi mano a su miembro que colgaba enorme entre sus piernas chorreando precum que embadurnaba mi mano y me la llevaba a la boca.

Su ano acomodado a mi pene se abría para recibirle y luego lo cerraba queriendo impedir que saliera, fueron minutos que me parecieron siglos de gozar su estrecho culo hecho a la exacta medida de mi verga.

-Dame más fuerte, métela con fuerza. –mis huevos chocaban con los suyos en nuestro vaivén y le follaba pero él también movía su cuerpo buscando una mayor contacto del pene con el ano.

-¡Daniel!  -mi nombre salió como un grito ronco de su garganta. No podía contestarle, solo entraba y salía como un huracán, con ganas enormes de correrme viéndole temblar a él.

-¡Daniel!  -me corro, lléname de tu leche.

Comencé a eyacular en el mismo momento en que él dejó de hablar, él hizo lo mismo encabritando su espalda sin que yo o él tocara su larga verga, entré cuatro o cinco veces  en él con sendos chorros de esperma que salían de mi polla, luego caí sobre su espalda y llevé mi mano para agarrar su verga, aún salía leche que colgaba de ella y la recogí para lamerla.

Quedé agotado sobre su espalda dándole tiernos y húmedos besos mojando sus pelos. Mi pene se salió y me tumbé sobre el suelo, él se colocó sobre mí abriendo mis piernas. Me besaba desesperado mordiendo mis labios, bajó hasta mi pene y lo metió en su boca chupando de él, limpiándolo de la leche que terminaba de dejarle en su recto, chupo mis huevos y separó mis nalgas abriendo mucho mis piernas.

Se inclinó y comenzó  mamarlo y darle duros lengüetazos.

-Nico, ¿qué vas a hacer?  -me miró lujurioso.

-Follarte, tengo que poseerte y hacerte mío. –lamió sus dedos y comenzó a meterlos en mi culo, al cabo de unos momentos sujeto su verga y comenzó a meterla dentro de mí, era placentero pero mi verga no terminaba de coger consistencia, la suya estaba dura como al principio.

Cuando quise darme cuenta la tenía toda dentro, hasta que sus huevos golpearon en mis nalgas y grite loco de placer.

-Es delicioso Nico.  –cogí mi polla para masturbarla, sentía algo de dolor en ella y también un  cierto placer unido al que me llegaba de mi poseído culo.

Me follaba como un búfalo a su hembra, rugiendo y entrando a presión, hasta que su polla se hinchó abriendo mi ano al máximo, como se terminaba de correr hacia unos minutos aguantaba mucho y no dejaba de entrar y salir brutalmente pero me encantaba como me poseía y dominaba.

Me llenó de su semen en largas y prolongadas corridas que no paraban hasta que yo también exploté llenando mi abdomen de semen.

Me dolía mi verga, mi ano, y no sé lo que sentirá él pero se quedó tendido y quieto sobre mí disfrutando del placentero sexo que me había dado.

Nos preparamos, Nico saca del pequeño frigorífico la comida que sobró de ayer y dice que tendremos bastantes sin salir a comer fuera, además de que a veces cae alguna llovizna que nos obligaría a meternos enseguida en un restaurante o bar.

La música nos mantiene abrazados en el sofá prodigándonos algunos besos.

-Mis padres quieren pasar algunos días por Navidad en la nieve, ¿te decidirías a venir?  -Nico juega con mis cabellos pasándolos detrás de mis orejas.

-No dispongo de tiempo Nico, son dos semanas el único tiempo con el que cuento, varios días serán para atender mis visitas a los médicos y quiero que pases unos días en mi casa, con mis padres y nuestros amigos, y no debo ir porque creo que es mejor que estés tú solo con ellos y…, ¿sabes una cosa?...,   -niega con la cabeza mirándome irónico.

–Soy un torpe y una calamidad, solamente he ido a la nieve cuando caía en los montes cercanos y nos llevaban mis padres para tirarnos por las laderas con unos plásticos para no mojarnos el culo; fui una vez a unas pistas en Francia, nos llevaron del colegio…, éramos tan pequeños, con unos diez años…,  -me interrumpo y vuelven a mí los recuerdos del pasado, recuerdos donde siempre está Gonzalo presente.

-¿Qué sucedió?

-¿Qué?  -su pregunta me vuelve a la realidad.

-Lo que sucedió en aquel viaje, te has quedado perdido, en el limbo.

**********

-Mi padre se despidió a la mañana en casa, tenía algo urgente en su trabajo y mamá me llevó hasta el colegio, llevábamos a tres compañeros, amiguitos más bien, que sus padres no podían ir con ellos. Ellos iban contentos y yo triste, nunca me lo pasaba bien en esos viajes.

-Me sentí más triste y abandonado cuando Gonzalo se unió a otro grupo de chicos, aparte de saludarme no me prestaba atención, le gustaba hablar de las aventuras que se nos venían encima, a él le encanta el deporte, era muy bueno en ello y además  jugaba al fútbol y practicaba cualquier ejercicio físico que se le presentara.

-El primer día no ocurrió nada en particular, para dormir se colocó en una litera a mi lado, le escuchaba respirar y no me hablaba, tonto de mi había escogido una litera alta.

-Gonzalo, tengo miedo, me caeré y me romperé algo.  –alargó su mano para que la cogiera.

-No te preocupes, estaré a tu lado y no te pasará nada.  –estaba a punto de echarme a llorar, saltó de su litera y subió a la mía, se metió debajo de las mantas a mi lado, me abrazó y me fui quedando dormido entre sus brazos.

-A la mañana siguiente nos encontraron a los dos en la misma litera, nuestros compañeros se reían, no de Gonzalo al que respetaban, lo hacían de mí. Las risas terminaron cuando una de las mamás que nos acompañaban, como apoyo a los profesores, puso orden y pidió que se callaran.

-Habían contratado unos monitores que nos enseñaban, yo temblaba cuando me colocaron los  esquís, y cuando me soltó y me dejó solo, caí de bruces en la nieve ante el jolgorio y risas de todos, me puse a llorar como un crío.

El profesor de informática me llevó hasta las instalaciones, Gonzalo me cogía de la mano. El profe le dejó allí para que me acompañara, estaba a mi lado desangelado y triste, me puse a llorar de nuevo.

-¿Por qué lloras ahora?, ya no te van a volver a pedir que vayas a las clases, puedes estar tranquilo.

-¿Por qué lloraba?, a él no se lo dije, lloraba porque le había privado de la diversión que ya en el viaje venía disfrutando.

**********

-¿Crees que estoy para llevarme a las pistas de esquí?, sería más una molestia y un estorbo que alguien divertido.

Nico se queda en silencio, sigue el ritmo de la música que suena con su pierna cruzada.

-Iré unos días a tu casa como tú quieres y también para ver cómo va la obra, Gonzalo y Al van a ir allí unos días para ver a sus tíos.  –no sabía nada, Nico por razones de su trabajo hablaba más con Carlos y Gonzalo de lo que yo pudiera hacer.

-No me han dicho el lugar donde mi familia piensa pasar esos días, la verdad es que Lucía y Jaime quieren que esté con ellos, pero si van a Baqueira prefiero no ir, sería muy probable encontrarme a Marc allí y no quiero verle aún.  –me mira y una sonrisa lánguida y triste se ve reflejada en su cara.

-¿Sabes Daniel?, siento envidia de Gonzalo, por no haber estado en aquellos momentos contigo.

Nos quedamos en silencio, cada uno con sus pensamientos en los que tanto Marc como Gonzalo bailaban inquietando nuestros corazones aun heridos.

A la tarde llovía, para andar un poco tuvimos que usar el paraguas, Natalia nos llamó y fuimos a tomar algo en las calles adyacentes de la Gran Plaza. Nos entretuvo con su charla que no paraba, le quitó el fular que había sido mi regalo  a Nico por su cumple, se lo puso ella haciendo gracias, jugábamos por la calle y fue una tarde muy bonita, con más de un mes de antelación se vivían los días impregnados de la Navidad.

Esa noche nos emborrachamos de sexo, no quería pensar y creo que él tampoco, nos centramos en darnos todo el amor y placer que nos fue posible, dejamos los fantasmas del pasado aparte, lo conseguimos y fue un delirio de ternura y de placer, aunque sea difícil dejar el pasado y olvidarlo.

A la mañana siguiente tenía que llevarle a la estación y recogió la ropa que quería llevarse de vuelta, el resto la dejó en el estudio como habíamos acordado hacer.

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