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Becarios

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Hace un par de meses comencé a trabajar como becario en una gran empresa de electricidad (eso de becario me daba muco morbo… jejeje).

El primer día, después de que mi jefe me explicara un poco mis funciones, comencé mi trabajo. A media mañana, mientras me "peleaba" con el sistema informático, vi aparecer por la puerta a un chico joven, más o menos de mi edad (tengo 22 años). Se acercó a mi mesa y se presentó como Jesús, me explicó que él también era becario, que llevaba ya un mes en la empresa y que si necesitaba algo o tenía algún problema no dudara en hablar con él. También me confesó que me había estado esperando con impaciencia desde que le dijeron que un nuevo becario se incorporaría a la plantilla, ya que casi todos nuestros compañeros pasan de los 40, y le agrabada la idea de compartir trabajo con alguien de su misma edad.

Mientras me decía esto yo estaba atónito, no podía dejar de mirarlo, era un chico de portada, mediría como 1.80, fibrado, piel canela, una media melena morena impresionante, y ¡qué ojos!, unos ojazos verdes que quitaban el habla.

Ese día quedó ahí la cosa, aunque quedamos para ir a desayunar juntos al día siguiente, y eso hicimos. Una vez ya en la cafetería empezamos a hablar y a conocernos un poco más. Me comentó que vivía con sus padres en un apartamento en el centro de la ciudad pero que quería independizarse, yo por mi parte vivo solo en mi casa ya que por motivos laborales a mi padre lo trasladaron a otra ciudad y todo mi familia se fue a vivir fuera. Mientras hablábamos no podía parar de mirarle y el me correspondía. Nuestro primer café acabó ahí, pero eso sí, nos citamos para repetirlo al día siguiente.

Desde ese primer día, los cafés se repitieron a diario y cada vez eran más largos. En muy poco tiempo llegamso a conocernos muy bien, y nuestra relación se hacía más estrecha a medida que pasaban los días. Tan buena era que empezamos incluso a quedar fuera de las oficinas, nos ibamos a tomar unas cañas, o incluso a cenar. Llegamos a adquirir un grado de complicidad admirable, con sólo mirarnos sabíamos que estaba pensando el otros, parecía que nos conocíamos de toda la vida, pero ¡¡¡sólo hacía un par de semanas!!!. Muy pronto noté que, para mí, Jesús no era un simple compañero de trabajo, ni siquiera un simple amigo, era algo más, me había enamorado de él, era mi media naranja, mi alma gemela, una persona tan distinta a mi pero a la vez tan parecida… en mi corazón había un torrente de sentimientos, ¿sentiría él lo mismo?, ¿me estaba haciendo ilusiones?... parecía ser que sí.

Uno de los días que salimos a tomar algo coincidimos con un grupo de amigos suyos en un bar, me los presentó a todos, pero lo que me partió el alma fue que me presentara a ¡¡¡SU NOVIA!!!, ¡Jesús tenía novia!, no es que me extrañara el hecho de que la tuviera, lo que me contrariaba era el por qué nunca me lo había dicho, por qué había omitido el hecho de que tuviera novia… esa noche aguanté el tipo como pude delante de sus amigos y luego me fui a casa.

De camino decidí alejarme de él lo máximo posible, reconozco que fue puro egoísmo, no qería sufrir, amaba con todas mis fuerzas a una persona que tenía novia, y al parecer les iba bien, por tanto no quería interponerme entre ellos. El distanciamiento fue progresivo, cada vez quedábamos menos fuera del trabajo, luego fui acortando los desayunos, más tarde incluso rehuía ir con él a desayunar… hasta que un día, Jesús me preguntó que me pasaba, me comentó que él no era tonto, que aunque nos conociéramos poco tiempo sabía que algo rondaba mi cabeza y que últimamente estaba muy triste. En ese momento dudé entre decirle la verdad o callarme, aunque al final tiré por el camino de enmedio. Le dije que me había enamorado, pero que la persona en cuestión estaba fuera de mi alcance y no tenía nada que hacer, porque tenía pareja y además, les iba genial. Jesús me dijo que no fuera tonto, que me llevara a cenar a la "chica" y le dijera todo lo que sentía, que el "no", ya lo tenía y si no me lanzaba me iba a arrepentir el resto de mi vida. Yo le repliqué que temía perder su amistad por este motivo, ya que era una muy buena "amiga". Jesús seguía en sus trece, y me decía que si su amistad era real, valoraría mi sinceridad y que aunque me diera calabazas, ésa confesión nos uniría más que nos separaría.

Yo seguí poniendo pegas al asunto, hasta que al cabo de un rato, Jesús se cansó y me dijo, ¡no le des más vueltas y tírate a la piscina!, y eso hice… me levanté me acerqué a él y le dí un beso en los labios. Su reacción fue apartame de un empujón y gritarme que qué hacía, si me había vuelto loco. Yo le dije, mi "amiga" eres tú, y me fui y lo dejé allí sentado.

Al día siguiente no me llamó para desayunar, ni al otro, ni al otro… no tuve noticias de él en cinco días, yo ya pensaba que Jesús hablaba mucho pero no predicaba con el ejemplo, y que no sería tan buen amigo como creía cuando me había dado la espalda de esa manera, pero en cierto modo lo comprendía. Pensando en todo esto me encontraba cuando sonó mi teléfono, lo descolgué y ¡sorpresa, era Jesús!, en un principio no supe qué hacer, no sabía si colgar o escuchar lo que me tenía que decir, opté por la ssegunda opción. Me pedía disculpas por por no haberse puesto en contacto conmigo después de lo sucedido y quería invitarme a cenar, aunq en principo dudé un poco, al final acepté. Quedamos en que pasaría a recogerme sobre las 21.30 de esa misma noche.

Con puntualidad inglesa, a la hora acordada, Jesús me esperaba con su coche, me llevó a uno de los mejores restaurantes de la ciudad (me querría conquistar por el estómago), la cena estuvo deliciosa y aunque se nos veía un poco cortados, fue una velada agradable, nos pusimos al día de lo ocurrido en estos días en los que no habíamos hablado y ya en los postres, Jesús sacó el inevitable tema del beso.

Primero me preguntó que si todo lo que dije el ¿fatídico? día era cierto, yo por supuesto, le dije que sí. Luego me confesó que cuando ocurrió lo dejé fuera de juego, no se lo esperaba para nada, y no supo como reaccionar. Pero lo que más le asustó no fue el beso en sí, si no lo que sintió. Siempre había pensado que un beso de un hombre le repugnaría y le causaría rechazo, pero no ocurrió así. Le gustó. Ahora era yo el que estaba fuera de juego, no esperaba esta confesión. Me enontraba eufórico con sus palabras y decidí no dejar pasar ese tren, así que comencé a atacar…

Le dije, que si tenía dudas podíamos repetir el beso para que pudiera comprobar si lo que sintió fue algo puntual o si, en realidad, era algo más. Al principio no me contestó nada, pero después asintió y dijo aquí no, vamos a tu casa. Y eso hicimos. Nada más atravesar el umbral de la puerta me abalancé sobre él y le di ese beso tan esperado por los dos. Él me correspondió y así estuvimos largo rato besándonos con pasión contra la puerta, hasta que le cogí la mano y me lo llevé al salón, le empuje para que callera en el sillón y comencé a besarle el cuello. Jesús me paró pero yo, mirándole a los ojos, le susurré que confiara en mi, que no íbamos ha hacer nada que los dos no quisiéramos. Jesús me respondió con una sonrisa, gesto que interpreté por un "continua", y eso fue lo que hice…

Comencé a aflojarle el nudo de la corbata, y después le desabroché la camisa, por fin pude ver su pecho al descubierto. Volví a besarlo y comence a descender por su cuello hasta llegar a su pezón izquierdo, lo introduje en mi boca y comence a succionar. Mientras tanto, alcé mi vista y vi una imagen que no se me ha olvidado aún, fue la cara de Jesús con los ojos cerrados y una sonrisa de placer dibujada en su boca, ésta imagen me animó a continuar y seguir con su otro pezón, estuve un rato más y después continué mi bajada en busca del ansiado tesoro, aunque me entretuve un poco a jugar con su ombligo, enseguida alcancé mi gran premio, me quede unos segundo viendo ese gran bulto que se intuía en su bragueta. Comencé a acariciarlo y ante mi duda, mi amante, se desabrochó el pantalón y me dijo "sin miedo". Ésas palabras me devolvieron la seguridad y acabe de bajarle los pantalones, llevaba unos boxers de pata ajustados en los que se veía marcados una gran verga de al menos 19 cms, volví a acariciarla y comencé a chuparla por encima de la ropa interior, más tarde la saqué y por fin pude sentir piel con piel esa maravilla que introduje en mi boca. Jesús no hablaba, sólo suspiraba de placer. Lamí de arriba a abajo, su aparato, y me entretuve en sus huevos, unos huevos grandes, después volví a subir y me la introduje de nuevo completa en mi boca, así estuve hasta que me dijo que parara, que si continuaba se correría ahí mismo y eso era algo que ninguno se los dos estábamos dispuestos a permitir, ¡queríamos más!.

Después de sus palabras me levanté y acerque mi paquete a su boca, aún seguía con mis pantalones puestos y le dije, ¿quieres probar?, como respuesta acercó su boca y me dio un cariñoso bocado en mi polla. A continuación me bajó los pantalones y empezó una mamada, la mejor de mi vida, no poruqe lo hiciera bien (se le notaba su inexperiencia), si no porque era la mamada de la persona amada. Ni en mis mejores sueños podría haberme imaginado algo así.

Estuvo saboreando mi verga hasta que le dije que ahora iba a saber lo que era un buen culo y mientras se lo decía me agachaba poniendo mi trasero frente a su cara. Intuitivamente él comenzó a lamerme el ano, yo no me lo esperaba y me gustó mucho. Después comenzó a dilatarme introduciendo un dedo y luego más y jugando con mi orificio a la vez que seguía chupando, se le notaba muy experimentado (¿habría practicado con su novia?), cuando notó que estaba preparado se separó, apoyo la punta de su polla sobre mi ano y me la metió toda de una. Al principio dolió, pero en pocos segundos ese dolo r se convirtió en un placer muy muy inteso. Estuvo largo rato bombeando, hasta que cambiamos de postura, él se acostó en la cama y yo empecé a cabalgar sobre mi jinete, así estuvimos hasta que noté que mis entrañas se inundaba con algo calentito, Jesús se habia corrido dentro de mi y esa sensación produjo que yo, sin tan siquiera tocarme, me viniera sobre su pecho. ¡Acabamos exhaustos!. De mi cara era imposible borrar la sonrisa de felicidad y Jesús se sentía entre asustado y feliz por los nuevos placeres descubiertos.

Desde ese día somos amantes, él continúa con su novia porque aún no se siente con fuerzas de confesar su condición sexual a todo el mundo, ni siquiera sé si él la ha aceptado completamente ya. Pero a cambio de continuar con su relación, le "obligué" a independizarse y venirse a vivir conmigo. Por lo que lo disfruto gran parte del día. Una cosa compensa la otra.

(9,05)