HOLA:
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Soy una chica de 24 años, vivo en un pueblito y esto que narraré a continuación ocurrió cuando fui a la capital de mi estado. Yo fui de visita a casa de unas personas muy importantes para mà pero que no tienen relevancia en este relato.
Ya iba de regreso a mà ciudad, fui a la central de autobuses para irme, cuando resulta que no habÃa boletos y yo necesitaba llegar lo antes posible a mi ciudad. Asà que, se me hizo fácil tomar otro medio de transporte y de ahà transbordar a mi ciudad.
Estos transportes son camionetas de caja, techadas en la parte de atrás pero con acceso en la parte de atrás para que el usuario arribe.
Estaba a punto de subirme a la camioneta cuando observé que en la parte de atrás del asiento del chofer llevaba papas, cacahuetes, dulces, etc. toda clase de frituras y a mÃ, se me antojaron unas papas asà que, me quedé abajo para comprarme unas.
El chofer tenÃa la puerta de la camioneta abierta, entonces, me dirigà hacia donde estaba él y le pedÃ:
-¿me puede dar unas papas por favor? –el señor se me quedó viendo libidinosamente, bajo su mirada y fijó sus ojos en mis senos y dijo:
- ¡si claro!- acto seguido me agarro de los senos y empezó a estrujarlos, a pellizcarlos, a apretarlos.-grite:
-¡oiga! qué le pasa ¡suélteme! – pero él no me soltaba, solo decÃa- ¡si claro!
-asustada voltee a ver a los pasajeros para que alguien me ayudara pero no habÃa nadie ni en la camioneta, ni en la calle. Comencé a llorar y a suplicar que me dejará que por favor no me hiciera daño yo solo querÃa unas papas, pero al señor no le importaba, no querÃa soltarme, me siguió magreando los senos hasta que se puso de pie sin soltarlos, fue cuando me di cuenta que estaba súper alto, media como 1,80, era moreno, estaba simpático aunque ya se veÃa algo grande como de 38 años.
Él no decÃa nada solo sonreÃa descaradamente y yo estaba petrificada, aterrada y sabÃa que nadie me iba ayudar porque estaba completamente sola, quizás era obra del destino pero ni un alma aparecÃa por ese lugar.
Al ponerse de pie, me colocó yo dando la espalda a la camioneta, a un costado de la puerta, sin soltarme mis senos, comenzó a besar mi cuello a lamerlo, me succionaba centÃmetro a centÃmetro mi cuello, lo mordÃa, lo chupeteaba; yo estaba muerta de miedo suplicándole que me dejara en paz, pero no me escuchaba ni si quiera hablaba solo estaba disfrutando de mi cuerpo a su antojo. Quitó una mano de mis pechos y la metió por debajo de la blusa, levantando la copa del sostén y siguió manoseándolo, podÃa percatarme de la excitación que le provocaba mi seno, yo seguÃa llorando y pidiéndole, implorándole que me dejara en paz; pero hizo caso omiso.
La mano que tenÃa en el otro seno, la bajó lentamente hasta llegar a mi parte Ãntima y la apretó fuerte pero sin llegar a lastimarme; respingué del susto, tenÃa mucho miedo, después esa misma mano la llevo a mi trasero y lo empezó a manosear primero por encima del short después por dentro, empezó a jugar con el tanga y seguÃa con su dedo la costura del tanga hasta que se perdÃa en medio de mis pompas; me levantó la blusa y empezó a chupar mi seno con tanto esmero como que nunca habÃa tenido uno entre sus labios, mordisqueaba mi pezón, lo lamÃa, lo besaba como que era lo más sagrado que podrÃa tener, yo ya no protestaba me sentÃa derrotada, humillada, solo lloraba desconsoladamente.
Después de que se cansó de manosearme, besarme, lamerme, chuparme, morderme. Me empujó hacia el asiento, se recostó encima de mÃ, sin darme chance a que me levantara. Estaba petrificada del miedo porque cada vez se disipaba más, la esperanza de librarme de la violación.
Se incorporó y subió lentamente sus manos desde mis piernas hasta llegar a mis senos, los presionó fuertemente, suspiró y cerro los ojos de una manera tan escabrosa y de un fuerte tirón rompió la blusa y el sostén juntos, y se abalanzó sobre de ellos, chupando, mordisqueando, apretando, lamiendo, besando, manoseando, pellizcando, succionando; estuvo asà por un rato que para mà fue una eternidad.
Se levantó, dio un paso hacia atrás, me miró a los ojos y después se dirigió a mi short, lo desabotonó lentamente yo empecé a suplicar:
-¡por favor! no lo haga, tenga compasión de mÃ… ¡déjeme ir!…- pero solo escuche y sentà el zÃper de mi short, y yo seguÃa llorando y llorando, le dije:
-¡no por favor!, ¡no lo haga! - pero como siempre no me hizo caso, me quitó el short, el tanga lo arrancó bruscamente, por fin me tenÃa totalmente expuesta, a su merced, perdiendo todas las esperanzas de que me dejara ir. Ya no quise verlo, solo cerré los ojos y suplicaba morir en ese momento… Escuche el zÃper de su pantalón, abrà los ojos y me quedé perpleja, sacó su pene, estaba enorme y estaba dura como una roca, jamás habÃa visto uno asÃ, no creà que existieran asà de grandes, no podÃa creerlo, y él se dio cuenta de mi reacción y se burló:
-¡jajaja! te sorprendió verdad? vas a gozar de lo que no has gozado en toda tu vida - dicho eso me abrió las piernas, colocó ese garrote en la entrada de mi vagina y dijo – vas a saber lo que es un buen semental. Después hasta vas a pedir más.
Empezó a restregar su pene en la entrada de mi sexo hasta que de una embestida la metió toda hasta el fondo, yo grite del dolor, pero él me tapo la boca con su mano y empezó a penetrarme de manera tosca, fuerte, feroz, era salvaje, con una intensidad que creà que me iba despedazar, su enorme trozo de carne entrando hasta el fondo, golpeando sus testÃculos mi perenne. La sacaba toda y la volvÃa ensartar hasta el fondo asà estuvo mucho rato, apretándome las piernas, besándome las senos, el cuello, tomaba mis caderas y me empalaba contra el bruscamente, subió mis piernas a su cuello y me cogÃa salvajemente. yo ya no gritaba solo lloraba inconsolablemente, perdà la noción del tiempo, hasta que sentà que su pene comenzó a palpitar y me di cuenta que se iba a correr, pegó una embestida brutal y un grito ahogado, en seguida comencé a sentir algo caliente y viscoso y en efecto ,se corrió dentro de mÃ. Sentà un asco de saber que su asqueroso semen, fruto de mi violación, estaba dentro de mÃ. Después de vaciarse dentro, se aventó sobre mÃ, aplastándome, casi no podÃa respirar, solo sentÃa en mi cuello su respiración alterada que poco a poco fue desacelerando… levanto la cara, mirándome a los ojos, y dijo:
– ¡que buen polvo nos echamos mi amor!, apoco ¿no te gustó? - yo lo mire con ira y odio- y solo dijo:- ¡jajaja! que pena porque a mi me encantó pero, no te preocupes que ahorita que me recupere, me encargo de que goces como se debe, al cabo tengo mucho garrote para hacerlo, ¿no crees?...
- Cuando se incorporó de nuevo yo seguÃa acostada, me sentÃa humillada, asqueada, con ganas de morir y vomitar del asco que me producÃa verlo, no querÃa saber nada.
-Lo volteo a ver, me ve pÃcaramente, sonrÃe y me tira un beso, y me dice:
-lista para el siguiente round, porque verte asà desnudita frente a mà con esas tetas que tienes y esa conchita rica que me acabo de echar me he puesto a mil otra vez…- yo no decÃa nada, solo lo veÃa, ya no lloraba, me sentÃa en otro mundo como que una parte de mi habÃa muerto.
VeÃa mi cuerpo lujuriosamente, lo recorrÃa con su mirada libidinosa y haciendo gesticulaciones desagradables - ¡Ay mamacita! estás riquÃsima como para follarte toda la noche sin descansar, aunque se me seque la verga, vales la pena, será muy difÃcil encontrar otra belleza como tú. ¿Quieres el siguiente round?- no contesté solo volteé a ver a otro lado y dijo – el que calla otorga.
-después que dijo eso me levantó a luchas porque yo no tenÃa fuerzas ni para contestarle a ese malnacido, hijo de perra, que me desgració la vida, me puso boca abajo en la orilla del asiento con los pies en el suelo me vio y comentó:
-¡wooow!, por deleitarme con tus senos y tu concha no me percaté que no tienes nada mal la retaguardia, pero mira - y me apretó una pompa - ¡que culito tan rico tienes! uf esta belleza hizo que se me parara de nuevo la verga, ¿sabes de qué tengo ganas mi amor? – Se me acerca al oÃdo- tengo ganas de romper este culito rico y apretadito que tienes – y empezó a jugar con un dedo la entrada de mi ano- ¡uy! esta riquÃsimo ¡Ah! ¡Ah! si hay algo que me prenda más que una conchita riquÃsima como la que tú tienes, es precisamente esto, un culito asà de apretadito como el tuyo… es mas siente como pusiste mi pene con esa majestuosidad que tienes –me repegó su pene en mi trasero y la pasó un buen rato, estaba asombrada, estaba más tiesa que cuando me la metió por la vagina. Quien sabe de dónde agarré fuerzas y le suplique:- por favor ¡no!, ya me has desgraciado la vida, ya tuviste lo que quisiste déjame ir.
-pero como siempre no escucho solo siguió restregándome su garrote por todo mi trasero, percatándome que se estaba poniendo más duro y más caliente.
Comenzó a magrear mis nalgas y decÃa: ¡uf!, que culazo y todo para mi, que rico está mamacita se ve que lo trabajas bien. Estás buenÃsima: tienes unas tetas de ensueño, una conchita deliciosa, unas piernas riquÃsimas y un culazo que vuelve loco a cualquiera - y como si me estuviera culeando, pasaba su garrote por el canal de mis pompas, restregaba su pene por todo mi trasero hasta que sentà su liquido pre eyaculatorio fue cuando dijo:
-mi amor el misil está listo para dar en el blanco
– maldito me vas a destrozar.
- me amordazó con un trapo.
- no me gusta que me insulten, pero por ser mi putita preferida, te pasare esta vez, aparte no puedo follarte bien si utilizo una mano para taparte la boca. Y luego vas a decir que no te gusto y tendré que follarte de nuevo, porque no me gusta dejar a una zorrita como tu insatisfecha.
- empezó a escupir a mi ano y con la saliva, empezó a masajear mi ano e introdujo un dedo, pero al ver la dificultad de meterlo, sacó de la guantera una crema y la unto en mi ano por dentro y por fuera, y colocando su pene en la entrada de mi trasero, tomándome de las caderas, de una embestida metió la cabeza- ¡ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Uh! ¡oh!, que rico está mmmmm ¡delicioso!, ¡que estrecho!, - yo gritaba del dolor pero la mordaza ahogaban mis gritos y el burlándose - si mi amor yo también estoy gozando, es que es tan delicioso que no quisiera sacarla nunca
- yo no aguantaba me ardÃa, me dolÃa, dio otra embestida y la metió toda hasta los huevos, jamás habÃa sentido un dolor asÃ, me quemaba, me ardÃa, me destrozaba, no podÃa dejar de gritar ni llorar, es un dolor insoportable - ya ves mamacita estas gimiendo del placer.- tomo mis caderas fuertemente y empezó unas embestidas más brutales y salvajes que las pasadas yo creà que me iba a llegar a la garganta semejante garrote, sentÃa que me iba a partir en dos estaba desenfrenado y descontrolado, estuvo mucho rato con ese vaivén salvaje junto con sus palabras humillantes, como:- ya ves que te gusta, si eres una putita que te gustan los penes grandes, tu culito pedÃa a gritos garrote yo solo estoy cumpliendo como buena persona – yo no sé de donde saqué fuerzas para ya no gritar y no darle gusto que creyera que estaba disfrutando; estuvo asà hasta que pego un gemido ahogado y se corrió pero de una forma abundante pensé que me iba a salir el semen por los ojos, termino de correrse y otra vez se tiró encima de mi sin sacar su pene y me desmayé.
Al recobrar el conocimiento, desperté tirada en la entrada de la terminal de autobuses de la ciudad cercana a la mÃa, estaba vestida con la camisa de él y mi short, con sostén (tenÃa un broche entre las copas), pero no traÃa el tanga, y aun lado estaba mi bolsa de mano la abrà para sacar dinero e irme a mi casa, vi que habÃan $500, supuse que los puso el, me pago como si fuera una prostituta, pero los tuve que tomar porque no llevaba más dinero, todo lo demás se lo habÃa llevó el, tome el autobús.
Llegué a mi casa atónita por todo lo que paso y lamentando que no fue una pesadilla, abrà con mis llaves porque vivo sola, fui directo a mi habitación, preparé la regadera, me metà a bañar, recordé lo que me pasó y empecé a llorar con ganas de morirme de no saber nada de la vida, me enjabonaba con furia, con asco, con ganas de arrancarme la piel. Al terminar de bañarme, salà del baño, triste y atónita por lo que habÃa ocurrido. Entonces, vi que estaba una canasta encima de la cama llena de papas y encima mi blusa rota y habÃa una nota que decÃa:
-¡¿todavÃa quieres las papas?! - perpleja tire la nota con la canasta y escuche una voz:
-¿no te gustó mi sorpresa?, pero ¡tú querÃas unas papas! o en realidad, ¿QuerÃas que te cogiera y las papas fueron solo pretexto? - volteé y era él, estaba en la puerta de mi habitación, me asuste, se me acerco, me quiso plantar un beso y… Esa es otra historia…