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En la tiendita

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Toda la familia estaba en un velorio a 5 casas de allí, la chica se quedó en casa atendiendo la tiendita, de donde se subsistían todos…

Ella estaba recargada en el mostrador de la tienda, viendo hacia la calle, esa tarde no había clientela, pues todos andaban en el velorio. 

Ella estaba con la vista perdida en el limbo, supongo que pensando en diferentes cosas, ajena de lo que la acechaba…

En ese momento él se acercó sigilosamente, la tomó de las caderas y le susurró al oido: “- ¿Qué haces aquí tan solita? – Ella inmediatamente se puso muy nerviosa y con voz entre cortada le respondió: -“Me quedé cuidando, tu ¿Qué haces aquí?

-Pues esperando el momento de quedar solitos, mi reina. - Después de decir eso comenzó a besarle el cuello y le acariciaba el trasero por encima del short.

-Nooo  ¿qué te pasa? ¿Estás loco?

-Si mi reina, loco por ti, ¡¡¡me enloqueces!!!

Le besaba el cuello y los hombros, mientras acariciaba las tetas con ambas manos. Ella sentía una vibración eléctrica que le recorría toda la espina dorsal, pero seguía insistiéndole que cesara con eso.

-Por favor no, estás loco, alguien nos puede ver.

-¿Quién nos puede ver? Si ambos sabemos que están ocupados, además que excitante el saberse que te pueden descubrir en plena movida.

Acto seguido, se bajó el pantalón y sacó su pene y comenzó a sobarlo contra el trasero de ella, mientras le chupaba  la oreja y recorría con la lengua desde la oreja hasta el hombro.

Era evidente el grado d excitación de ambos, ella aun renuente de dejarse llevar por las atmosfera seductora pero, sabía que la situación le causaba mucho placer.

Comenzaba a gemir, trataba de reprimir el gemido, salía sutil, tenue pero emanaba lujuria y pasión. El seguía sobando y sobando su paquete contra el trasero de ella hasta que no aguantó más y desabrochó el short, lo bajó y fue bajando lentamente con besos y lamidas hasta llegar al culo, el cual, lo recorrió con el olfato de una manera muy libidinosa e incitadora. Besó su trasero, comenzó a lamerlo, centímetro a centímetro, mordiendo sus glúteos y terminando por lamer su vagina, estuvo un buen rato, chupando, saboreando, besando, lamiendo, sentía como se humedecía la boca con los fluidos que salían de ella, ella ya no podía frenar la excitación ni la calentura que tenía.

Fue cuando el ya no pudo más, se incorporó, y sin más miramientos, la penetró de una embestida, la ensartó toda, ambos se prendieron bastante, comenzó a bombearla con un ritmo bastante intenso, la tomó de las caderas y aceleraba los movimientos mientras seguía besando su cuello, sus hombros, sus labios, mientras iban acelerando más y más. En un arranque de excitación, le sacó las  tetas, y comenzó a manosearlas, a pellizcarlas, a apretarlas con tanta cachondez que sentía que se las iba a arrancar.

Ella por su lado, ya no le importaba que estuvieran casi en plena calle y que alguien pudiese verlos, sólo se dejó envolver por la lujuria y el deseo de fornicar.

Aceleraban más y más, siguiendo un vaivén incesante e intenso, hasta que el no pudo más, sacó el pene y se corrió en su culo.

Inmediatamente él se incorporó, se arregló el pantalón y salió de allí. Ella por su parte, se quedó unos segundos así como la había dejado él. Intentando recuperarse de la excitación desbordante que sentía.

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