Nuevos relatos publicados: 0

26.3 Un gran amante en potencia

  • 21
  • 11.877
  • 9,83 (23 Val.)
  • 0

Permanecemos en silencio, abrazados y yo notando mi ano dolorido y tremendamente dilatado, vibrando aún por sentir el grosor de su polla. Rayhan respira con dificultad y se mueve algunas veces volviendo a meter la parte de su verga que va despidiendo mi culo al contraerse.

Por el dolor no he podido sentir el placer y correrme, pero ahora son muchas las sensaciones placentera que noto, por sus palabras y su alegría manifiesta, ha demostrado ser todo un hombre, mis piernas abrazan sus nalgas empujándole hacia mí, y mis manos acarician su espalda y sus costados sin parar hasta llevarlas a su trasero y sentir sus movimientos.

Su verga se ablanda un poco dejando descansar y relajar a mi esfínter, Rayhan no deja de decir cosas bonitas sobre mí escondiendo su rostro en mi cuello, encendido de pasión que no decae.

-Es la primera vez que estoy con un chico y es contigo, con el que más me gusta, desde que te vi por primera vez quise estar de esta forma contigo, creía que no podría suceder nunca. Me gustas  Daniel, es maravilloso permanecer así y estar dentro de ti.

Le beso abrazado a su cuello y le digo al oído en confidencia.

-Yo he sido tu primer culo, tendrás otros que desearán tenerte, yo también te deseaba, tú eres adorable Rayhan.

Me besa a veces suave y otros momentos apasionado, y empiezo a sentir como su polla va creciendo de nuevo dentro de mí, me centro en notar como aumenta y va llenándome de nuevo, es maravillosa la sensación, como si fuera un globo que se va hinchando pero muy caliente y palpitando. Se mueve un poco, quiero seguir notando sus palpitaciones y no permito que se mueva tirando de su trasero hacia mí, pero su movimiento de caderas que tanto me excita en su mete y saca, no para.

-Lo tengo duro, te necesito de nuevo, ¿puedo otra vez?  -me pregunta rogándome con su mirada, mi excitación sube de grados al saber que este hombre me necesita, y me desea, es tan hermoso sentirse de esta manera.

Lo estoy disfrutando y mucho, me gusta su peso sobre mí aplastándome, sentirme tan pequeño y vulnerable y a la vez tan importante, las piernas se me entumecen y a pesar de ello quiero sentirle dentro.

Eleva su cabeza para mirarme y que le de mi aprobación, sé que me va a romper y aprieto mi ano para que no se mueva, permanece un momento quieto y aunque mi culo quiere que salga yo no quiero. El dolor va desapareciendo poco a poco y pienso en que he sido yo el que ha estrenado a este mozo en pleno esplendor de sus dieciocho años.

-Fóllame Rayhan, soy tuyo para lo que quieras.  –pero no le dejo que se separe abrazando con fuerza su espalda, aunque ahora por el semen de su anterior corrida resbalando de mi culo, su verga se deslizaba mejor y más suave.

-Lo noto, es delicioso Rayhan, continúa, por favor, fóllame.  –aflojo mi culo aceptando lo que venía, me calmé y fui recibiéndole en una cadencia suave entrando y saliendo de mi  ano, me sentía en otro mundo, con sensaciones distintas y únicas, de mucha intensidad e incomparables con otras hasta aturdir mis sentidos.

Estaba lleno por su virilidad, su esperma hacía las veces de lubricante, su verga entraba y salía fácilmente, sus embestidas eran profundas y suaves, metiendo toda su poderosa herramienta hasta llegar a mi vientre.

Llevé mis manos a la entrada de mi culo, notando el deslizar de su verga entrando y saliendo de él, poco a poco va metiéndose a más velocidad, no siento dolor alguno y tengo un placer intenso.

De repente me convulsiono, es como si me estuviera corriendo pero mi leche no sale de mi verga, aprieto mis esfínteres y dificulto sus entradas y bombeo, es como un orgasmo que pone rígidas y estiradas mis piernas y agarrota mis pies hasta sentir calambres, me voy relajando, ha sido  asombroso y terriblemente placentero y doloroso.

Rayhan sabe que ahora lo está haciendo bien, sin meterla del todo sus embestidas son suaves y enérgicas a la vez, no hay quien se le oponga y acelera el ritmo, entra poderoso en mi cuerpo llenándome entero, sus testículos se aprietan en mis nalgas cuando penetra profundo llegando donde nadie ha estado, abre la boca y se queda quieto, su cuerpo tirita y su verga crece y se endurece volviendo a llenarme otra vez de su semen caliente, abundante y espeso.

Descargó su esperma en mi recto bramando como todo un macho en celo y cayó vencido sobre mí, bufando su aliento en mi cara, temblando su cuerpo en sus últimas y violentas convulsiones.

Le rodeo con mis piernas pasándolas por su cintura, cruzándolas en su culo y siento la calentura del deseo de que no me abandone y abrazado con mis brazos a su cuello beso sin parar su oreja y su hombro.

-Lo haces muy bien, vas aprendiendo muy rápido, eres genial chiquillo. –se separa un poco de mi y veo su rostro sudado, le lamo las gotas que cuelgan de su barbilla, de saliva y sudor.

Continúa sin sacarla de mi interior y por tercera vez, después de un ratito de placer de sentirle dentro de mí, de acariciar nuestras lenguas frotándolas entre ellas, tiene necesidad de descargarse.

Ya no me pide permiso, actúa independiente, su falo entra ya hasta el fondo de mi ser, tengo un pequeño dolor cuando golpea muy fuerte, pero lo soporto y disfruto, es riquísimo como me posee, con que fuerza y energía, la sábana se me pega en el culo, está encharcada de sus corridas y lo que sale de mi recto.

Por tercera vez se vierte llenándome a rebosar de su leche y vuelve a derrumbarse exhausto entre estertores y suspiros, su corazón parece que va a reventar de lo fuerte que le late, consigue de mi que tenga varios orgasmos consecutivos y al final masturbo mi polla y caigo sin sentido, él sigue moviéndose lentamente en mi interior, su esperma escurre por mi culo y sale cada vez que saca su miembro.

Estoy que no puedo más, rendido, con las piernas dormidas,  inundado de semen por dentro y por fuera, al cabo de un rato de estar acariciándome su polla vuelve a coger consistencia, no ha salido de mi en ningún momento, es increíble su potencia, ha descargado sus testículos tres veces y todavía tiene reservas.

-Sácala Rayhan, no puedo más.  –me mira apenado pero obedece y va saliendo con su polla tiesa de nuevo, noto un vacío tremendo cuando me abandona y mi ano muy abierto, llevo mi mano a la entrada y me asombro al sentir que puedo meter la mano entera en mi culo aunque no lo hago.

Su polla palpita sobre mi pierna, se la sujeto con mis manos, está pringosa de mis jugos y su leche, se la voy acariciando con mi mano envuelta en la suavidad de los efluvios, consigo levantar mi cuerpo, lo siento dormido sobre todo en las extremidades, él descansa a mi lado con el pene rígido mirándome e implorando con sus ojos negros, voy acercando mi cara a su pene, le acaricio pasándolo por mi mejilla, por mis labios y mi cuello, quiero sentirlo en toda su potencia y grandiosidad, adorarlo, está muy caliente, húmedo, palpita como un ser con vida propia, lo beso y lamo la punta, la piel del prepucio lo estrangula ligeramente el tronco, lo meto en mi boca y lo voy chupando, siento el sabor de su semen, de mi culo, de nuestro sudor mezclado y me excita hasta desear tenerlo entero en mi garganta.

Rayhan gime, abre sus piernas y sujeto sus prietos huevos y los masajeo, están también húmedos y tiene la leche derramada metida entre el vello, los noto gordos y potentes en una bolsa compacta que se mueve al acariciarla y él gime placenteramente.

Su glande tiembla en mi boca, su estomago sube y baja angustiado al sentir como su verga se desliza dentro de mi garganta, aguanto lo que puedo y devuelvo el capullo a mi boca, me encanta su tersura y suavidad y se lo chupo goloso aspirando con fuerza a veces y rodeándole en mi lengua para luego besarlo gozoso.

-¡Ay! Qué rico Daniel.  –me entran ganas de reír y tengo que sacarme la polla para no ahogarme, vuelve a mi interior y es deliciosa, suave, dura y esponjosa y advierto que Rayhan va volver a correrse cuando su abdomen se tensa, intenta apartar mi cabeza y sacar su polla, no se lo permito e inunda mi boca de su semen, trago algo y otra parte de su potente eyaculación se escurre de mis labios y va descendiendo por su tronco hasta perderse en el vello de la base, me encanta su sabor y textura y continúo lamiendo hasta dejar totalmente limpia su verga, sus huevos y el negro y duro vello donde el semen se esconde jugando.

No dejo de chupar su pene que sigue tieso y sus huevos grandes y gordos aún duros conteniendo más esencia juvenil de macho, peludos y ásperos pegados a la base de su polla, tengo que chuparlos de uno en uno para meterlos en mi boca y jugar con ellos mientras escucho sus suspiros y jadeos, roncos y profundos de semental satisfecho.

No se cansa y por él hubiéramos continuado, acaba de descubrir un juego lleno de placeres y su deseo es continuar experimentando, su aguante no tiene parangón con lo que conozco aunque Nico es un hombre viril y poderoso en el sexo, pero Rayhan es un joven que comienza y lo único que ha hecho hasta ahora han sido masturbaciones solitarias, ahora comienza a descubrir el sexo real con otros y la experiencia le vuelve loco.

Beso por última vez el capullo de su polla y la lamo de arriba abajo, voy acariciando su abdomen hasta llegar a sus poderosos pectorales y en plan de broma paso mi lengua por sus tetillas morenas de pezoncitos ligeros y suaves.

-Venga Rayhan, vamos a ducharnos, tienes que marchar.  –han pasado más de tres horas. En la ducha quiere volver a jugar y adivino que a metérmela y entre risas le rechazo.

-Si me invitas a comer me quedo, me he traído los libros y he dicho a mi madre que iba a estar en la casa de un amigo, y además no he terminado mi trabajo.

Vestidos ya, recojo las sábanas para llevarlas a la lavadora, hasta la funda del colchón esta húmeda. Rayhan me abraza por detrás, me vuelvo y me miro en sus ojos negros como una noche tenebrosa y sin luna, llenos de inmenso misterio.

-Esto no puede volver a suceder Rayhan, no quiero que lo pases mal, ahora debemos olvidar lo que ha ocurrido, como si no hubiera sucedido.

-¿Pero por qué?, ¿lo he hecho mal?, ha sido mi primera vez y aprenderé y lo haré mejor, te lo prometo.

-No es por eso, lo has hecho muy bien y ha sido prodigioso, divino, llegarás a ser un amante excepcional Rayhan, pero yo tengo pareja, tú lo sabes.

-Pero no hacemos mal a nadie, tu pareja no tiene por qué enterarse, me gustas Daniel, eres el primer chico que me ha gustado de esta manera, deseo tenerte alguna vez, por favor, permite que esté cerca y lo podamos hacer…, cuando a ti te apetezca, yo estaría todos los días haciéndolo contigo.

Razonaba como un niño pequeño al que han entregado un delicioso caramelo y se lo quieren quitar, él no ve nada malo en lo que terminamos de hacer, y sinceramente yo tampoco, pero las convecciones de nuestra educación nos quieren controlar.

-Mira Rayhan, esto se lo tengo que decir a mi pareja, a Nicolás, tiene que saber lo que ha pasado, le debo sinceridad para que el proceda como desee, yo le adoro, le quiero muchísimo y lo paso muy bien con él, esto nuestro no tiene futuro y dentro de unos meses marcharé de aquí, no volveremos a vernos seguramente.

En este momento no sabía la cantidad de acontecimientos que tendría que vivir, llorar y reír al lado de este muchachote que sabía hacer el sexo muy bien sin tener experiencia alguna, además de estar dotado extraordinariamente para ello. Bajó su cabeza y besó mi cabello, me estrechó con fuerza en sus brazos.

-Tampoco te estoy pidiendo que dejes a tu pareja por mí, sé que no soy nada y me consideras un niño pero deja que pase el tiempo que pueda contigo, estos meses, no te pido más.  –cuando levanto mi cara me besa con pasión en la boca y tengo que empujarle para desprenderme de él.

-Ya veremos Rayhan, no te prometo nada, pero quiero que sepas que lo he pasado muy bien contigo, me has hecho disfrutar mucho y eres todo un hombre, en todos los sentidos, de niño tienes solamente la cara.  Ahora termina el trabajo que viniste a hacer.

Pongo en funcionamiento la lavadora y coloco sábanas limpias, antes intento que desaparezca la mancha de humedad de la funda del colchón y la seco con el secador de pelo, pienso en Nico y en cómo se tomará la noticia pero lo descarto y lo retiro de mi pensamiento de momento, creo que es mejor que invite a Rayhan a comer fuera de casa y así me ayuda a lavar el coche.

-Si te apetece podemos llevar el coche a lavar y luego comemos fuera.  -mejor sería que no hubiera hablado, dejó lo que estaba haciendo y vino hacia mí corriendo, me cogió de las caderas y me levantó hacia el techo.

-Déjame Rayhan, no seas loco y ve a hacer tu trabajo.  -le hablaba de esta forma pero estaba contento de verle ese comportamiento de chico joven, impetuoso e impulsivo, franqueza que yo había ido dejando atrás, si es que alguna vez fui así. Seguramente las cosas con Gonzalo hubieran resultado distintas si yo fuera igual que Rayhan, más decidido o atrevido para luchar por lo que me interesaba, pero ahora no quería pensar en un pasado que quedo realizado sin remedio.

No se detuvo en su abrazo hasta que no le entregué mi boca en un convulso beso que tuve que cortar para no volver a la cama. Cuando dio por terminado su trabajo nos dispusimos a salir y llevar el coche al lavadero.

Ya en el patio le alargué la llave del auto.

-Ten Rayhan, llévalo tú.  –duda un momento.

-Igual te lo estropeo.  –insisto y se las dejo en la mano.

-Un coche no se rompe porque alguien lo conduzca, además tú ya lo has hecho antes con tu padre. –la sonrisa que florece en su rostro es de antología, creo que disfruta más de este momento que hace un rato cuando perdió su virginidad en mi culo.

Al sentarme tengo que apoyar mis manos en el asiento y elevarme, me escuece a pesar de la crema anti inflamatoria y calmante que me he aplicado, ha sido tremendo, y eso que estoy acostumbrado a la de Nico que no es pequeña.

Mientras conduce le observo, maneja muy bien los mandos y conduce con cuidado. Va como con un juguete nuevo. Llegaban a mi cabeza los lejanos recuerdos, cuando con su edad tenía mis clases de prácticas en la escuela de conducir, con aquel instructor tan varonil y tan guapo que me agarraba la mano en el volante o al cambiar de velocidad y me ponía nervioso, ¿se daría cuenta de lo que provocaba en mi?, nunca lo supe, aprobé a la primera y luego ya no volví a verle.

No me deja que intervenga para lavar el coche, maneja la lanzadera con maestría y facilidad cuando a mi me cuesta un montón, me aparto unos metros para que no me salpique de agua, juguetón apunta la lanza hacia mi amenazando con mojarme entre risas de júbilo, para lavar el coche se ha quitado la prenda de abrigo y lleva una camiseta de manga corta pegada a su cuerpo, no puedo evitar observar sus evoluciones y el movimiento de su perfecto y esculpido cuerpo.

Cuando da por finalizado el servicio le pido que abra el maletero por el olor que se siente, se ha derramado algo del anticongelante que compré por el tapón mal cerrado, la fórmula de la etiqueta dice que contiene alcohol y espero no provocar un incendio, está algo sudoroso por el esfuerzo aunque a mí me parecía un leve ejercicio para él.

A la vuelta dejamos el coche en el patio de la urbanización, cierra las puertas y me espera para dirigirnos hacia el estudio.

-No, vamos a comer fuera, te invito para celebrar la Navidad.  –le sujeto del brazo por qué no se mueve.

-Nosotros no celebramos esas fiestas.

-Es igual por el motivo que sea, vamos a andar un poco y a comer.

Le llevo al lugar de siempre, es mejor ir sobre seguro y dejar los experimentos que a veces salen mal, los cambios y pruebas en nuevos lugares cuando queramos explorar. No sabe lo que pedir y le pido al dueño del bar que le aconseje. Me observa como cojo yo los cubiertos y me imita torpemente, como un niño aprendiendo.

-¿Te gusta lo que te has elegido para comer?  -lo cierto es que come con ganas de todo y bebe agua a grandes sorbos.

-No lo he escogido yo, ha sido el camarero, nunca había estado en un restaurante así.  –sigue con la comida, me mira y sonríe de vez en cuando.

-¿Tú no comes?  -me señala mi plato donde aguarda la comida.

-Como muy poco y me lleno enseguida, prefiero mirarte a ti.

Después de comer pido una tarta de chocolate para él y para mí una infusión de té rojo, él lo quiere también, le gusta el té y me habla de que en su casa siempre lo hay preparado, eso me recuerda a Inglaterra y su forma de vivir, con el te siempre dispuesto.

-Dijiste esta mañana que habías llevado los libros a mi casa, tendrás que estudiar para el lunes.  –me asiente con la cabeza mientras bebe de su té.

Cuando volvemos al estudio va a su departamento a buscar los libros y llevar la silicona que ha sobrado con la pistola de aplicarlo. Mientras vuelve miro su trabajo, lo ha hecho muy bien y espero que ahora el agua no se meta por detrás del armario.

-Bueno, ahora tú tienes que estudiar un rato y yo trabajar. –conecto mi ordenador y voy viendo los informes que estoy preparando con las correcciones que debo introducir, él estudia y alguna vez levanta la mirada.

-Me gustaría besarte Daniel.  –le miro y le sonrío negando.

-Eso ya está hablado, no habrá más veces.  –baja la vista y sin contestar sigue estudiando. Han pasado varia horas, está cansado, yo también y recogemos la mesa para sentarnos en el sofá.

-Déjame que te de un beso, solo uno.  –no espera mi autorización, me abraza y pone sus labios en mi frente.

-Gracias, gracias por lo que has hecho. –acaricia mi pelo y mi rostro y sus labios se aplastan sobre los míos con fuerza, me va calentando, no puedo negar que su olor me excita, su beso sabe divino, pero no puedo hacer nada ni aunque quisiera, tengo el culo abrasado.

-No, no podemos, me has dejado dolorido, tú no sabes lo que tienes entre las piernas. –al hablar llevo mi mano y se la toco, la tiene impresionantemente tiesa y palpitante traspasando el calor la tela que la contiene.

Quiere quitarme  mi camisa, sus manos tiemblan de ansiedad, de ganas de tocarme y al poco tiempo volvemos a estar desnudos. Su polla huele maravillosamente, me arrodillo entre sus piernas, la descubro el glande gordo y granate, brillante con gotas que fluyen y se escurren por el tallo, lo llevo a mi boca, la abrazo con mi lengua recogiendo todo lo que le escurre, lo saboreo y entierro mi nariz en el vergel de sus pelos, me lleno de su olor, de su esencia de muchacho joven, virgen hasta hace pocas horas, con vitalidad asombrosa y fuerza.

He aprendido muy bien a mamarla con Nico, sé cómo darle el placer que quiere y necesita, lamo sus huevos hinchados, muerdo su arrugado escroto, tiro con mis dietes de su piel y juego con ellos en mi boca, mi saliva queda colgando en sus pelos, su abdomen sube y baja angustiado, respirando muy fuerte buscando aire, abrazo con mis labios su capullo, mi lengua entra en el agujero de su uretra y me la voy metiendo poco a poco hasta que me ahoga, se me saltan las lagrimas y siento arcadas violentas, vuelvo a insistir y su cabeza traspasa el obstáculo y entra en mi garganta, la saco y la meto, ahora juego con ella, y con mis manos acaricio sus testículos que tiemblan, la estoy disfrutando un montón, no deja de verter precum que mezclo con mi saliva para que resbale mejor y grita violentamente, sujeta mi cabeza como macho dominante para que no la saque y eleva su pelvis clavándomela entera.

Los violentos trallazos de su semen inundan mi garganta, me atraganto y consigo retirarme para recibir sus últimos espasmos en la boca, me la llena, su olor inunda mis sentidos, sabe dulzona y sabrosa, la mezclo con mi saliva y envuelvo la cabeza de su polla, sus manos aprietan fuerte mi rostro queriendo que me retire, su sensibilidad debe estar al límite, entre el placer y el dolor.

Permanezco un rato abrazado a sus piernas, con mi rostro al lado de su verga, oliendo, lamiendo y sobre todo besando, notando como a veces se mueve acariciando mi mejilla, besando el vello de su base, de su vientre pero sin tocarle el capullo que ahora está tan sensible.

- Daniel quiero hacerte lo mismo que me has hecho tú a mí.  -su mano agarra mi miembro que está un poco flojo, se levanta y me sienta en el sofá y ahora es él quien entre mis piernas acaricia mi polla y mis huevos, sube una de sus manos por mi pecho acariciándolo y sin más se mete en su boca todo, todo es todo, mi verga y mis huevos están dentro de su caliente boca, me estremezco de placer y mi verga va cogiendo consistencia regada por mi excitación, tiene que dejar salir mis testículos, no tiene lugar para todo, me araña con los dientes el capullo, me quejo.

-Suave, se suave y utiliza solo los labios. –va aprendiendo rápido, la absorbe con mucha fuerza y su lengua hace círculos en el glande y quiero que se la trague, subo mi pelvis para follarle su boca, se da cuenta de lo que deseo y me folla todo el tallo, su boca sube y baja muy rápido llevándome a un estado de tensión inaguantable hasta que noto que me voy a correr,

-Me voy, me voy, déjame. –le advierto ya que igual no le gusta recibirme en su boca, la saca y la pajea con fuerza hasta que expulso con fuerza mi leche, los primeros trallazos cubren su cara de semen y se queda sorprendido cerrando los ojos, caigo rendido sentado en el sofá respirando con dificultad, él mira ahora las gotas que perlan, moviéndose convulsas, mis abdominales, lleva un dedo hasta una de ellas, lo unta y se lo lleva a la nariz y lo huele, hace un gesto como si no le agradara, se lo lleva a la boca y sonríe.

-Me gusta, huele y sabe rico, es tuyo. –saca su lengua y va limpiando las gotas caídas, lo que tiene en su rostro se mezcla con lo caído en mi vientre y se está poniendo hecho un asco, me hace reír, mi vientre se contrae por la risa y él ríe también embarrando más su cara cuando la pasa por mis abdominales lamiéndolos y besándolos.

Nos tenemos que duchar para limpiar tal desastre, se viste y le despido en la puerta con un beso que él quiere prolongar y le dejo, en caso contrario no va a terminar y marchar para su casa.

Domingo

Estaba desayunando y pensando al mismo tiempo, en el trabajo y sobre todo en los acontecimientos habidos durante la semana. Sabía, era consciente de que había sido infiel a Nico, pero no sentía escrúpulo alguno por lo que había hecho, no lo veía como algo malo, no me sentía un vicioso o pervertido para nada, lo único que mi conciencia me reprochaba era el dolor que pudiera causarle cuando lo supiera.

Inconscientemente pensaba que quizá Rayhan llamara a la puerta como hiciera el otro día, lo temía y a la vez lo deseaba, me atraía sobremanera y si pensaba en él me excitaba, y sin embargo quería a Nico con toda mi alma. Estaba sumido en un mar de dudas y de sentimientos encontrados y a la vez muy tranquilo, me decía a mi mismo que había realizado un acto noble entregando a Rayhan lo que tanto deseaba, haber sido yo el que con amor le enseñara y guiara en su primera vez.

A media mañana me di cuenta de que el chico de piel tostada y ojos negros no vendría, tenía exámenes al día siguiente y querría estudiar y prepararse, era un chaval responsable de sus actos y obligaciones, me coloqué un chándal y salí a correr, a emplear un par de horas en hacer ejercicio, en cansarme y dejar de pensar si fuera posible.

No pude, los pensamientos recurrentes, reiterados, volvían una y otra vez. Compré algo de comida preparada, seguramente a la tarde no saldría de casa y sin correr pero a paso ligero seguí el camino de vuelta al estudio.

Tomé una prolongada ducha, cuidé mi cuerpo aplicando una crema, me miré en el espejo y busqué en mi lo que atraía a los hombres de esa manera, no vi nada extraordinario, un cuerpo algo marcado por la natación, bien proporcionado, de piel muy fina y casi transparente, pero nada que se comparase a Nico, a Gonzalo, a Rayhan y muchos otros que llamaban mi atención o despertaban mi libido. Mis dedos llegaron al orificio de mi culo, pasé con suavidad mis dedos por sus pliegues e introduje el índice para aplicarle la crema por dentro, no sentía ningún dolor y si cierto placer, lo saqué con rapidez, lavé mis manos y me dispuse para comer.

La tarde se me hizo larga y necesitaba aire fresco para respirar, me abrigué y salí a dar un paseo, no entré en cafetería o bar alguno, solamente anduve por las calles volviendo a la Gran Plaza para ver la animación que reinaba, muy disminuida con respecto al sábado.

Había pasado la semana, después de hablar con Nico, no mucho ya que estaban en una cena, preparé mis cosas para el lunes y me metí en la cama.

(9,83)