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Virgen de novia y ninfómana de casada (Primera Parte)

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Con 24 años estaba en el último curso de Ingeniería Industrial y por influencia de mi tío, entré como becario en la empresa de D. Manuel, un industrial importante de la ciudad, ya en la cincuentena, que había creado una gran industria con su esfuerzo y dedicación plena.

Estaba casado con una mujer mas joven, Helena, de unos 45 años, elegante y culta,  con un cuerpo escultural que llamaba la atención. Era conocida por sus obras sociales y dirigía alguna organización que frecuentemene hacía actos benéficos con transcendencia en la ciudad.  Tenían una hija, Eva, que con 19 añitos era un calco de su mama y apuntaba a ser una mujer hermosa. Las pocas veces que tenía contacto con la familia, me fijaba mas en su madre que me atraía con locura. Siempre tuve inclinación enfermiza por las maduras.

Pasado un año y terminada la carrera, mi jefe de sección recomendó mi contratación como empleado fijo, con un sueldo suficiente para permitir independizarme de mis padres.  Alquilé un pequeño apartamento y pude hacer mi vida con especial dedicación a trabajar, con el propósito de progresar profesionalemnete.  Ello no impedía disfrutar de la vida, especialmente del sexo en el que tan dado fui desde mi adolescencia. Ya conté en mi anterior relato mis experiencias en esta materia.  Mi inclinación por las mujeres maduras, me llevó a satisfacer a varias señoras casadas insatisfechas y mas aún divorciadas hambrientas de sexo, que me colmaban de regalos y me paseaban por restaurantes, salas de fiesta y viajes.  Como me gusta la buena vida, me prestaban dinero para mis caprichos, que jamás devolvía.

No tenía interés alguno por Eva ni por otras jovencitas. Cuando la veía me limitaba a saludarla y cruzar meras frases de cortesía.  Ya era una mujercita con mas de 20 años y se había prometido a Luisito, un chico  pijo de buena familia, con lo que todos estaban encantados de aquella relación que prometía boda a corto plazo.

Una noche de fin de semana, coincidí con Eva en una discoteca, donde había acudido en compañía de sus amigas, aprovechando que su novia había  viajado con sus padres por un compromiso social e iba a estar fuera un par de dias. La invité a unas copas, charlamos, bailamos, reímos, .....  la nena parecía estar  a gusto.  Hubo algunos roces que no rehuyó, coqueteaba conmigo y parecía estar cachonda por momentos.  Se había hecho tarde y dijo tenía que volver a casa, asi que me ofrecí a llevarla.  Mientras conducía veía sus piernas al descubierto por la escasa tela de su minifalda, me estaba poniendo a mil y aunque mi propósito no era meterle mano, no pude  aguantar mi calentura.  Paré el coche en un lugar discreto y me lancé a morrearla.   Lejos de rehuirme se dejó llevar, ofreciendo sus labios sin resistencia, mezclando su lengua con la mía y comiéndonos la boca de forma apasionada. La zorrita besaba bien y estaba muy caliente. Pronto mis manos fueron a sus tetas que saqué de su  camiseta y despues de sobarlas  bien, me bajé a comerlas y chupetear sus pezones que estaban duritos.  Eran unas tetas preciosas, duras, en forma de pera, con sus aureolas oscuras y abultadas, rematadas por unos pezones pequeños tiesos y duros. Mi mano fue a su entrepierna y al subir para llegar a su sexo cerró las piernas y retiró mi mano. "El coño noooo, es para mi novio, quiero llegar virgen a la boda".  Respeté su deseo, aunque si hubiera insistido esa misma noche hubiera caído, la nena llevaba dentro una verdadera zorrita que se calentaba como un horno.

Seguí magreándola  y ella se entregaba a tope,  llevé su mano a mi paquete y no tardó en bajar la cremallera de mi bragueta, le ayudé soltando el broche superior de mi pantalón  sacando la polla erecta para su disfrute.  La agarró con la mano y empezó a pajearla, me tenía bien empalmado la zorrita y con mi mano en su nuca le bajé la cabeza obligándola a mamar, ya que en un principio hacía ascos.  No parecía muy experta y le fui indicando como debía hacerlo.  No tardó en cogerle gusto y me la puso a punto de explotar.  Entonce le dije se pusiera encima para que se corriera, que no tuviera miedo que no se la metería, solo  pondría la polla por encima de la tela para que la sintiera.  No parecía muy convencida pero su calentura pudo mas que su voluntad y se puso a horcajadas sobre mi polla.  Noté su humedad en mis huevos y su raja en mi tronco y ella cuando sintió la polla dura en su coño, solo separada por la fina tela del tanga, empezó a frotarse con deseperación gimiendo y gozando como una verdadera putilla.  Estabamos abrazados y nos morreábamos con deseo incontenible, mientras ella se removía dándose gusto en su coño.  No me hubiera costado nada metérsela en aquellas circunstancias, pero quise respetar su deseo de no perder el virgo, aunque sabía que me la follaría cuando quisiera. La nena era toda una golfilla en potencia aunque ella no era consciente. Se recostó en el salpicadero para poder frotarse mejor el chocho, hasta que se vino gimiendo y sintiendo sacudidas de placer. Al notar las palpitaciones de su coñito y sus tembleques, ya no pude aguantar y me corrí  con varios chorros de leche que inundaron su tanga y su vientre, mojando la falda y escurriendo hasta mis pantalones y el asiento del coche.

Desde ese día, cada vez que nos encontrábamos por la ciudad, la invitaba a un café, nos sentábamos en una mesa discreta y nos morreábamos escandalosamente, de paso le repasaba sin disimulo todo su cuerpo poniéndola cachonda y ella no podía resistir acariciar mi polla por encima de la tela, poniéndome la verga dura.

Uno de esos días de calentón me dijo al despedirse, que esa noche sus padres estarían fuera de  casa por un compromiso social, que su novio la dejaría en casa a las diez y que le gustaría la visitara entrando al jardín, dejaría la puerta abierta y así no nos vería nadie. Llegué puntual y los vi en el coche de su novio despidiéndose.  Estuvieron un buen rato morreándosen, se les veía las cabezas juntas por la luna trasera.  Por fin Luisito se marchó y ella entró corriendo en casa, pasaban ya 15 minutos de las diez.

Fui al jardín por la parte trasera de la casa y esperé  a que abriera la puerta.  Me llevó a una pérgola que estaba en penumbra, donde había colocados algunos muebles de jardin  y nos sentamos en una especie de diván.  Inmedatamente ella se lanzó a besarme de forma apasionada, se le notaba excitada, no se si por la situación morbosa o por que su novio la había dejado caliente, la cuestión  es que sin pérdida de tiempo nos estabamos dando un magreo espectacular, le había quitado la parte de arriba y la tenía medio desnuda con las tetas fuera, disfrutándolas, manoseándolas y comiendolas  a gusto.  Me levanté para liberar mi polla que ya no aguantaba mas , dejé caer los pantalones  al suelo y la saqué de mi boxer para que la mamara.  Vaya si lo hizo y esta vez con técnica  seguro que había  practicado con su novio desde la mamada  que me hizo en el coche la noche de la disco, de eso hacía ya dos meses. La guarrita me la puso a tope y decidí tumbarme junto a ella que siguió tocándome la pija con la mano.

Despues de un buen rato de besos y caricias, me bajé a su sexo, rompí su tanga de un tirón y empecé a comerme aquel coñito delicioso, ya superempapado de líquidos que sabían a gloria y olían mejor. Sus labios estaban cerraditos y mi lengua recorría de arriba  a abajo aquella rajita deliciosa sin estrenar.  Su botoncito estaba erecto y se retorcía de gusto cuando lo mordisqueba y  acariciaba con la punta de la lengua.  Se corrió dos veces gimiendo de gusto sin preocuparse de que  pudiera darse cuenta el personal de servicio,  de que la nena de la casa se desogaba en el jardín con un cabroncete sin ecrúpilos.

La zorrita etaba a punto y era el momento de hacerla mujer. Me arrodillé entre sus piernas bien abiertas, su cara de excitación lo decía todo, pedía polla a gritos, necesitaba ser penetrada y yo era el elegido para dejarle a Luisito el coño de su novia preparado para la noche de bodas.

Coloqué mi capullo en los labios húmedos, lo restregué despacio, abriéndolos con cuidado, empujé lo justo para meterlo  en aquel cepo delicioso, entraba ajustada y pronto  me encontré con un obstáculo,  había llegado al himen, paré y le dije se relajara y que no tuviera miedo, sin mas preámbulo embestí con un golpe seco y salió de su boca un leve quejido.  Paré un instante y fui moviendo mi verga despacio, con cuidado, estaba excitadísima, deseaba que aquella polla le diera placer y me pidió  la follara.  Se la saqué para ponerme el condón, mi polla  tenía algunos restos de sangre mezclados con fluídos, volví a metérsela despacio, con cuidado, lo que me producía mas excitación, se retorcía de gusto, notaba sus temblores, movía su cuerpo sintiendo descargas y temblores y se vino con varios orgasmos de diferente intensidad, las palpitaciones de su coño los notaba en mi polla que ya no aguantaba mas, exploté  y al notar mis espasmos se corrió de forma brutal, gritando como si se volviera loca. Le tapé la boca y terminamos fundidos, sin movernos, tensando los músculos como deseando que no acabara nunca.

Debió gustarle mucho porque siempre que sus padres tenían  algún compromiso, me llamaba para que acudiera al jardín, donde follábamos dándonos cada día mas placer.

 

CONTINUARÁ...

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