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La iniciación de Angie

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Esta es la historia de Angélica Mclean, una joven de 18 años, de cuerpo menudo, piernas largas y unos pechos que sin ser grandes tienen una forma perfecta. Angie, como le dicen sus amigos, tiene el pelo rojo y lacio hasta los hombros, es pecosa, y lo mas bello en ella son sus dos grandes ojos cafés, que siempre dicen mucho mas de lo que a ella le gustaría.

Hasta hace un año, Angie era una joven normal, acudía todos los días a la escuela y luego se dedicaba a pasar el tiempo divirtiéndose con sus amigos. Aunque veía poco a sus padres que viajaban constantemente, la joven estaba rodeada de todos los lujos y se estaba convirtiendo en una mujer bellísima, bien educada y muy elegante.

La historia que cambiaría la vida de Angie por completo empezó hace un año, exactamente un cuatro de octubre. El año escolar apenas empezaba, y la primera clase de Angie era historia y llevaba 10 min. de retraso. La joven solía llamar la atención vestida con uniforme de falda de cuadros por encima de la rodilla, camisa blanca y suéter verde que contrastaba con su pelo. Al entrar al salón, Angie se encontró con la mirada severa de Phillip, un profesor francés de 40 años, guapo y de aspecto reservado, de pelo café con algunas canas, de hombros anchos y que a pesar de ser casado levantaba los suspiros de las jóvenes. Angie lo había visto antes, pero nunca había sentido interés por él hasta ese momento, en el que sintió su mirada recorrer su cuerpo lentamente. La joven pelirroja había descubierto a los hombres un par de años antes, aunque después de su primer novio no había sentido un especial interés por ninguna otra de sus parejas, pero Phillip llamó su atención poderosamente.

Las siguientes tres semanas Angie hizo todo lo posible por llamar la atención de su profesor, y sabía que estaba dando resultados. Una mañana el profesor le ordenó que pasara a verlo después de clases para discutir su último ensayo. Cuando Angie entro al salón y observó a su profesor, fue obvio que el ensayo tan sólo era una excusa. Phillip le explicó que era casado pero le gustaría que salieran a comer, aunque solo como amigos.

La amistad entre Angie y Phillip duró solamente unas semanas, un día a la salida del restaurante, Angie le tomo la mano y con la mirada exigió un beso que llevaba esperando mucho tiempo, Phillip no pudo resistirlo y la besó apasionadamente. Veinte minutos después estaban en un motel, y se desvestían apresuradamente. Phillip era atlético y de piel bronceada, y Angie era aún más deslumbrante sin ropa. Su cuerpo tenía unas amplias caderas que contrastaban con su delgada cintura y sus pechos estaban coronados por dos pequeños y puntiagudos pezones de color rosa, los cuales llamaron de inmediato la atención de Phillip. Se llevó uno de los pezones a su boca y lo mordió suavemente, mientras bajaba su mano derecha hacía el rojo pelo púbico de Angie y luego introducía lentamente uno y luego dos dedos dentro de su angosta conchita para excitarla. Posteriormente la tiro sobre la cama e hicieron el amor apasionadamente, aunque al principio a él le costó bastante introducir su polla, de buen tamaño, dentro de ella y el dolor le impidió a Angie llegar al orgasmo. Durante los siguientes dos meses, se vieron en el mismo motel un sinnúmero de veces e hicieron el amor de todas las formas posibles, teniendo más orgasmos que nunca antes.

Angie estaba perdidamente enamorada de su profesor, quien le hacía sentir cosas que nunca había experimentado antes. Pero las cosas iban a cambiar, el primer detalle que le indicó a Angie que esa relación iba a transformarse por completo sucedió una noche en que Phillip la desnudó por completo, la beso, acarició y masturbó hasta llevarla casi al orgasmo, luego se detuvo por completo y le exigió que le rogara que la utilizara como la zorra que era, si quería que metiera su polla a su asquerosa concha. A Angie no le gustó en lo más mínimo aquello pero estaba tan excitada que después de dudarlo un momento balbuceó:

-Por favor úsame como la zo...zorra que soy.

Phillip se lanzó encima de ella, y se introdujo bruscamente mientras le gritaba que era una maldita puta que lo obligaba a engañar a su esposa. Phillip eyaculó rápidamente y sin importarle Angie que gemía asustada, aunque aún excitada, se vistió y se largó.

Después de eso pasaron dos semanas sin que Angie hablara con él excepto durante la clase, pero en el salón Phillip se mostraba en su papel de profesor, frío y distante y evitaba verla a los ojos. La sexy joven amaba a ese hombre y estaba completamente desesperada por sentir el calor de su cuerpo junto al de ella, pero Phillip evitaba cualquier contacto a pesar de que Angie intentaba llamar su atención abriendo las piernas cuando estaba sentada en su clase o desabotonándose un botón más de lo debido de su camisa, a pesar de las miradas de sus compañeros.

Una noche, sonó el teléfono en casa de Angie, era Phillip:

-¿Estas sola?- preguntó Phillip en un tono de voz tranquilo, como si hubieran hablado el día anterior

-¿Phillip? Contestó Angie sorprendida y luego agregó más fríamente –¿Qué quieres?-

-A ti, sé que estas sola, ¿puedo llegar a tu casa?-

-Angie dudó, Phillip la había tratado mal la última vez, pero en el fondo se sabía suya, y suspirando dijo -Sí-

Al llegar a su casa, Phillip la beso lentamente mientras pasaba los dedos por la melena roja de la muchacha. Luego le dijo:

-Angelica, te haz comportada como una puta en el salón de clases, excitándome con tus exhibiciones y necesito joderte, pero sólo lo voy a hacer bajos mis términos, castigándote como al zorra que eres. Piensa bien antes de contestar porque si te niegas, me iré y nunca más volveremos a vernos fuera de la escuela, pero si aceptas tendrás que hacer y resistir todo lo que yo quiera-

Angie estaba completamente mojada por saber que podría volver a sentir la enorme polla de Phillip dentro de ella, en su boca, vagina o en sus manos y sin pensarlo mucho sello su destino:

-Si Phillip...acepto, pero no me lastimes-

Zaaaas, Phillip estrelló su mano contra la mejilla de Angie mientras le decía:

-Si te lastimo o no, no lo decides tú y ahora vas a recibir el castigo que te mereces putita-

Angie quedó atónita, y a duras penas escuchó las siguientes ordenes de Phillip:

-Zorra, desvístete y tráeme 3 pinzas para colgar la ropa de la lavandería, luego ve a la cocina y tráeme un rodillo para amasar y una paleta de madera-

Temiendo otra bofetada, Angie se quitó la ropa, excepto la pequeña tanga blanca que llevaba, y obedeció las extrañas ordenes de su profesor.

Al regresar a la sala, Angi observó que Phillip ya no tenía ropa y su enorme polla estaba más grande que nunca. El profesor obligó a la joven a ponerse de pie a la mitad de la habitación con las manos en la cabeza y tomando la paleta de madera le dio dos fuertes golpes en sus vírgenes nalgas. Le explicó a Angie, que lloraba asustada, que esos golpes eran por no haberse quitado la tanga y le ordenó que de ahora en adelante nunca llevaría ropa cuando estuvieran en privado. Después Phillip le dio el rodillo y le dijo, quiero que te masturbes, métetelo bien profundo en ese cochito tan lindo y apretadito que tienes.

Angie había utilizado consoladores antes, pero el enorme rodillo de aspera madera era demasiado grande para ella, sobre todo sin lubricación, pero cuando Phillip tomó la paleta de madera amenazadoramente, Angie empezó a introducirlo en su pequeño hoyo. El rodillo sólo tenía unos centímetros dentro de Angie, cuando Phillip se desesperó y ordenó a la pelirroja que se acostara en el suelo y abriera bien la piernas, luego con crueldad lo insertó bruscamente en su chochito. Lo que al principio fue un dolor insoportable se convirtió en un enrome placer pues Angie se sentía llena, y además el hombre utilizaba su otra mano para presionar su clítoris hasta llevarla casi al orgasmo. Luego Phillip se detuvo bruscamente y le explico a Angie:

-Ahora empieza el castigo zorrita, a partir de hoy solo tendrás placer si tienes dolor, y sólo te permitiré alcanzar el orgasmo si me ofreces antes tu sufrimiento. Tienes permiso de seguir jodiendote a ti misma con el rodillo, pero antes te vas a poner a cuatro patas, voy a colocar una pinza en cada uno de sus preciosos pezones, por lo que me vas a dar las gracias, y luego te voy a golpear en el trasero con la paleta hasta que llegues al orgasmo.-

La idea aterrorizó a Angie, pero empezó a sacar y meter el rodillo porque entre más se tardara en llegar al climax, más tiempo sería golpeada y además el dolor en sus pechos era insoportable. Phillip se arrodillo detrás de Angie y no tuvo piedad, golpeaba fuertemente cada una de sus nalguitas que poco a poco se iban poniendo más rojas, Phillip quería que sus nalgas tomaran el mismo color de su pelo y poco a poco lo lograba.

Pronto el dolor se convirtió en el más exquisito placer para Angie y al poco rato introducía el rodillo lo más profundo que podía dentro de ella usando sus dos manitas, y sus gritos de dolor se convertían en gritos de placer. Sabía que los golpes eran su castigo por acostarse con un hombre casado y los aceptaba con gusto con tal de mantenerse cerca de Phillip.

Cuando el profesor estaba a punto de estallar, arranco bruscamente el rodillo del cochito de Angie e introdujo su polla en el húmedo hoyo de la muchacha mientras continuaba castigándola con la paleta. Al poco rato los dos acabaron con un gran orgasmo que convulsionó sus cuerpos como nunca lo habían experimentado.

Phillip se levantó, arrancó las pinzas de los adoloridos pezones de Angie y le ordenó:

-Mañana te veo a las dos en mi oficina, tan pronto entres quítate toda la ropa excepto la faldita, ponte de pie frente a mi escritorio y colócate en los pezones los dos clips de mariposa para papeles (los que son de metal) en tus pezones que verás encima de la mesa, luego vas a introducir la regla de metal bien profundo y de un solo golpe en tu chochito y te vas a inclinar sobre el escritorio, con el trasero bien parado. Esperarás en ese posición hasta que yo llegue y cuando entre me dirás:

-Por favor castígame por ser una puta barata, amo....

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