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Presa Fácil (Capitulo 1)

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Suena la maldita alarma de mi celular a las 5:30 am en punto,  una mañana nublada, y fría de  un lunes ¿Qué puede ser mejor?, me dispongo a apagar la alarma de mi celular. A cómo puedo, estiro mi brazo para alcanzar mi celular que está en un pequeño mueble de al lado de mi cama. Mis ojos simplemente no quieren cooperar y abrirse, es como si tuviera en vez de parpados ladrillos.

Sinceramente no me quiero levantar de mi cama, estoy muy a gusto y tengo demasiado frió, mis mejillas están tan frías, que casi podría decir que están moradas, pero es normal este frió ya que estamos a principios de enero. Me siento en el extremo de mi cama intentando estirarme y tocarme la parte trasera de mi nuca, siempre lo hago al despertar, es extraño pero es una costumbre o una maña. Me pongo de pie, intentando ponerme mis pantuflas, que están muy calentitas. Tengo mucho frió.

Voy hacia mi armario, y saco mi ropa, necesito prepararme porque hoy es el primer día de clases. Hoy entro de las vacaciones de navidad, la verdad es que estaba muy a gusto con las vacaciones,  pero debo de nuevo a acostumbrarme. No me gustan levantarme temprano para ir a la secundaria. A como puedo tomo mi ropa, y con toda la pereza del mundo me dirijo hacia al baño para darme una ducha.

Abro el grifo del agua caliente. Al instante en que la abro puedo ver como una ligera capa de vapor emana de aquel chorro de agua, no se si esta demasiado caliente o si el tiempo esta demasiado frió. Meto un dedo con cuidado al chorro, - Esta perfecta.

Siento como el agua comienza a descender por mi cuerpo, y poco a poco comienza a desaparecer el frió, no lo se, es como una cobija pero de agua, me resulta muy reconfortante.

Al salir del baño, casi me congelo de frio, voy lo más rápido que puedo a mi habitación y me pongo rápido mi uniforme, tan solo es una pantalón azul y una camisa blanca con el logotipo de mi secundaria. Rápido tomo mi mochila y bajo hasta la cocina donde están mi mamá y mis dos hermanas pequeñas, Perla y Sofía, las dos son gemelas y tienen tan solo 3 años, ellas están sentada en su pequeña mesa de princesas mirando televisión, mientras mi mamá está preparando el desayuno.

-Hola enanas- les digo a mis pequeñas hermanas de cariño enanas.

Ellas no me contestan ya que están demasiado ocupadas desayunando y mirando la televisión.

-Buenos días, mama- le digo mientras me froto un poco mis manos heladas para calentarlas un poco, mientras trato de subirme a las altas sillas de la barra que están frente a la cocina.

Mi mama, ella se llama Laura. Es una mujer muy guapa, muy hermosa. Ella es de cabello rubio cenizo y es de test bronceada, es muy hermosa. Desearía tener un poco de su color de piel para no parecer fantasma.

-Buenos días hijo, ¿Cómo amaneciste?- me pregunte mi mamá mientras cocina unos huevos tratando de voltearlos.

-Con mucho frió- Contesto mientras reposo mi cabeza en mi brazo recostándome sobre la barra.

-Sí, hoy es un día muy frió, abrígate muy bien hoy, escucho que hay pronósticos de que hoy llueva- dice ella mientras saca un plato de el trastero para servirme el desayuno.

Demonios y hoy que no tengo apetito para desayunar huevos, también amanecí con un poco de nauseas, ¿Cómo le diré que no quiero desayunar?

-Mm mamá…- le digo muy despacio y con pena- No tengo ganas de desayunar huevo, estoy con un poco de nauseas- Le digo mientras me rasco un poco los dedos de mi manos, siempre lo hago cuando me da vergüenza algo. Yo y mis hábitos extraños.

Me mira con el ceño fruncido.

-Pues no te iras a la secundaria sin desayunar algo Alejandro, desayuna aunque sea cereal – Me dice mi madre aun con el ceño fruncido.

-Okey, okey, comeré cereal no te enojes- Le digo mientras levanto mis manos en señal de derrota.

Al terminar de desayunar mi cereal, me dirijo a cepillarme mis dientes. Reviso la hora en mi celular, ¡Mierda! Faltan treinta minutos para que entre a la secundaria. Rápido me cepillo los dientes, tomo mi mochila y me dirijo hacia la cochera con mi madre, ella me llevara ala secundaria. Rápido abro las puertas para que el carro pueda salir cuando escucho un sonido, como el de una alarma. Me asusto un poco por el ruido. Volteo rápido a mirar de donde proviene esa alarma y hay esta un joven de como por lo menos unos 20 años o más subiéndose a un vehículo gris. El muchacho se sube a su vehículo rápido, lo enciende, y poner marcha. Al pasar por el frente de mi casa, lo noto, noto su mirada en mí. Es tanto que me hace sentirme incómodo. Es una mirada impasible y atemorizante. Yo lo miro de una forma confundida y me ruborizo. Él es blanco de la piel, de cabello negro y de muy buenas facciones faciales. No pude notar demasiado, pero a lo que vi, me parecía que tenía algo que me hacía sentir temor. Sería como el bravucón de la clase, a ese al que todos le tienen miedo y respeto, y con el que sientes que de tan solo decirle un ‘’Hola’’ Te propiciara una paliza brutal como si no tuvieras ni el más mínimo derecho a dirigirle la maldita palabra. Su mirada era pesada e intimidante, que sentí la necesidad de decirle todos mis secretos ‘’Los cuales son pocos o simplemente no hay’’, como si con el fuera una ventana que solo él puede ver, como expuesto.  Que incluso pensaría que es un asesino o algo así. Pero no. Jamás lo había visto por aquí.

Dejo de tomarle importancia a todo eso y me subo al vehículo apurado para dirigirme a la secundaria. Reposo mi cabeza en el asiento y doy un fuerte suspiro.

Gracias a dios hoy no hay tanto tráfico, lo cual me parece extraño ya que hoy todo mundo regresa a la escuela, pero yo estoy contento de no tener que esperar como cinco minutos en cada maldito semáforo. Me desesperan los semáforos, me parece interminable. En la radio canta una mujer, de voz muy linda y dulce, no lo sé, esa canción es algo alegre y empalagosa, pero es como una buena canción para empezar lo que sería un día interminable de clases. Necesito saber el nombre de esa cantante. La ventana esta empañada y al mirarla me parece necesario tener que escribir en ella mi nombre para entrenarme en algo. ‘’Alejandro’’, escribo en letras pequeñas.

Estoy a unos cuantos metros de llegar a la entrada de la secundaria, y ya en mi estómago comienza a suceder una extraña sensación dentro de él, no sé si es emoción o nervios, quizás ambas.

Al llegar a la entrada me quedo aun sentado en el asiento del vehículo, ¿Por qué estoy algo nervioso? Tomo mi mochila y abro la puerta del vehículo.

-Adiós- Me despido de mi madre.

-Cuídate hijo- Se despide ella con una sonrisa en su rostro.

Quizás este feliz de ya no temerme en casa todo el día.

Me bajo del vehículo a tropezones. Mierda, hay gente mirándome, me ruborizo. Camino como unos cinco pasos y vuelvo a voltear de nuevo a la calle, y para mi sorpresa ya no hay ni rastro de mi madre. Arranco más rápido que yo cuando van a jugar en mi salón quemados y siempre me lanzan la pelota a mí, la presa fácil.

Camino a paso calmado por la entrada de la secundaria, y justo para pasar al área donde se encuentran los edificios donde se encuentra otra puerta tiene el prefecto detenido a varios jóvenes. Tiene detenidas a muchas niñas que van maquilladas ya como señoras, cara extremadamente pálida, brazos morenos, pestañas con exagerada mascarilla y boca más roja que la sangre, ¡Por dios! También puedo ver a varios chicos que llevan sus pantalones demasiados ajustados, en zapatos deportivos y copetes muy pero muy largos. Creo que ellos hoy no entraran a la secundaria.

Siento un aroma muy empalagoso y por demás molesto. Volteo a mi lado y va un chica, es linda, es algo baja de estatura, un poco más que yo, de cabello lacio y cenizo y lo lleva suelto. Al pasar por la entrada el prefecto la detiene, y le dice que tiene la falda demasiado corta. Voltea hacia mí y solo asiente con la cabeza.

-Buenos días- Me saluda.

-Buenos días- Murmuro pasando a su lado y los chicos que se encuentran detenidos hacen un gesto de inconformidad.

Pero no me importa. Me alegro de que en ya los dos años y medio que llevo en la secundaria jamás me han detenido, ni reportado, ni expulsado. Expediente perfecto.

quizás soy un poco más nerd de lo que yo creía.

Trato de pasar rápido por toda la explana sin hacer contacto visual con nadie y con la vista agachada. Lo poco que puedo ver es a compañeros abrazándose y hablando muy fuerte por el regreso a clases y a más chicos como yo que solo caminan en silencio hacia su salón. Tímidos igualmente.

Al entrar a mi salón puedo sentir de nuevo la calidez, está demasiado calentito, debe de ser porque esta llenos de adolescentes hablando y gritando y corriendo por todo el salón.

-¡Hola!- Me abrazan una brazos suaves  y bronceados. Puedo percibir el olor a su perfume, es como a vainilla.

Es Andrea.

-Hola- Le devuelvo los abrazos enrollándolos en ella.

-¿Cómo te la pasaste?- Me pregunta con entusiasmo. Está muy alegre hoy.

-Muy bien, ¿Y tú?- Mis ojos la analizan incoherentemente.

Ella es de ojos oscuros, y de piel muy hermosa, es como de color mate. Es más alta que yo, lo cual me hace sentir inferior a ella.

La conocí el primer día que entramos a la secundaria y desde ese entonces no dejamos de hablarnos, ella es muy amigable y feliz… demasiado diría yo, tanto en veces que te abruma su felicidad y su buena vibra.

-Excelente, las mejores vacaciones de invierno- Exclama ella- Digo no es que no haya amado las demás, pero estas estuvieron de maravilla.

-Me alegro por ti- Sonrió.

-Hey Alejandro- Llega de sorpresa Alberto.

Alberto es uno de mis mejores amigos de la secundaria, a él lo conocía apenas hace un año, entro después que nosotros, fue transferido de otra escuela y Andrea inmediatamente lo integro a nuestro grupo. Él es más alto que yo, todo el mundo es más alto que yo. Es de tés morena. Lo que más le gusta hacer a él es jugar video juegos, casi todo el tiempo está haciendo eso, siempre me da pláticas sobre personajes ficticios y un nuevo juego que haya comprado.

-Hola- Le saludo torpemente con mis manos.

-¿Qué has hecho?

-Nada, ya sabes lo de siempre- Le digo mostrando pocos ánimos.

El me da un empujón amistoso en el hombro haciendo que tambalee.

-Estamos ya a la mitad de nuestro último año, tenemos que unirnos más- Protesta Andrea.

-¿Mas?-Pregunta Alberto con ironía arqueando una ceja.

-Sí, mucho más-Le sonríe ella cariñosamente… o eso creo.

Me voy a sentar a mi pupitre dejándolos a los dos solos, sinceramente no me gusta mucho ser de esos mejor llamados como ‘’Mal tercios’’, desde que Andrea miro por primera vez a Alberto mire como se ruborizaba. Es diferente cuando está a su lado, es más dulce y femenina cuando está a su lado. Aun que quiero mucho a Andrea y la estimo, a ella siempre le ha gustado llamar la atención, y hace cualquier cosa todo el tiempo para hacerlo con todo el mundo, así es ella pero me cae bien.

Mi salón siempre ha estado dividido en grupos, siempre hay grupos que tienen rivalidad desde que comenzaron los cursos, jamás eh conocido cual es la razón pero todo el tiempo aprovechan para atacarse, igual entre hombres y mujeres. Agradezco que con los que me justo se llevan bien con toda la clase, somos como un intermedio supongo. No me gusta pelear, lo odio.

El pupitre esta frió, y para mi desgracia en el lugar que se encuentra ubicado da todo el frió aire del exterior. La verdad es que a mí me encanta el frió, es como algo masoquistas nuestra relación, a pesar de que me hace enfermarme y al grado de congelarme me gusta, todo el año espero a que llegue otoño e invierno, son mis estaciones favoritas. En el lugar en donde vivo sus climas son extremos, en verano hace un calor insoportable, casi infernal, cuando voy en el automóvil puedo ver el vapor dispersarse en la carretera. Y en invierno y otoño hace un frió horrible, supongo que no nieva por que donde vivo es muy bajo.

Así que el frió que atraviesa la ventana me cala hasta los huesos. Enrollo mis brazos para poder calentarme un poco y meto mis manos dentro de mi delgado suéter. Debí hacerle caso a mamá.

Me resulta inquietante mirar a mí alrededor, me siento de alguna forma como excluido. Miro a todos y todos se ven felices, todos, todos parece saber lo que quieren y encajar en sus distintos grupos, hasta los más excluidos se juntan con los más excluidos. Y yo no entiendo cuál es la razón por la que no me gusta estar mucho tiempo con alguien, ¿Por qué no me gusta estar riendo todo el tiempo? ¿Eso es un problema? Jamás eh creído que soy un inadaptado pero en veces mis pensamientos me abruman al punto de querer meter mi mano en mi cerebro y sacar todo aquello que hace que me enloquezca. Creo que la conclusión más lógica que puedo sacar de esto, es que no me gusta hartar a las personas, no me gusta encajarme con ellas, no me gusta enfadar.

 Mi mente es un mundo en donde no puedo controlarlo, un mundo que yo no cree y un mundo en el que yo no soy el que gobierna, a pesar de todo.

Supongo que necesito algo mejor en que pensar, como alguna distracción, o quizás no pensar tanto. ¡Siempre supongo! Me la vivo suponiendo, esa es mi frase ‘’Supongo’’.

Pero ya… bueno, mejor debo de prestar atención y hacer las cosas bien por lo que resta de la secundaria. Solo quedan seis meses y de ahí a la preparatoria. No sé si extrañare a mis compañeros, ni  siquiera sé si extrañe a mis amigos, los estimo mas no tengo toda la certeza de si me gustaría estar con ellos aún más tiempo. La secundaria para mí fue algo normal, nada fuera de lo común a lo que las demás personas me han contado. Han dicho que la secundaria fue la mejor etapas de sus vida y que les gustaría regresar el tiempo y volver a ese momento, más yo no creo querer eso, quizás porque aún sigo aquí, quien dice que cuando este en la universidad no los extrañare. La vida da muchas vueltas, y uno nunca sabe. Mi mente siempre está enfocada en el futuro, jamás miro en el presente y trato de ocultarme del pasado, no tendría por qué, pero lo hago. ‘’Odio mis complejidades’’. En veces pienso que soy esquizofrénico por pensar en tantas idioteces. En estos momentos es cuando me alegro de no vivir en mi mente, ‘’El mundo de la locura’’ suena como algún nombre de algún jodido parque de diversiones pero le quedaría a mi mente a la medida.

-¿En qué piensas?- Me interrumpe de mis vagos pensamientos una voz ronca y serena.

Levanto mi cabeza y veo con claridad quien se encuentra parado justo frente a mí.

-Hola Daniel- Le sonrió.

Daniel lo conocí a la semana de entrar a la secundaria, recuerdo que no llego la primera semana por que le dio flojera levantarse temprano para venir aquí. Él es a uno de los que más les hablo en el salón, cuando lo vi por primera vez creí que solo estaría con nosotros el primer semestre. Él es algo parecido a mí, es de cabello castaño y de piel blanca, él tuvo la suerte de no estar tan pálido como yo, por lo menos no parece fantasma. Siempre trae el cabello desordenado y despeinado, siempre trae como un nuevo look, pero la realidad es que solo se remueve el cabello con las manos, es un aficionado al fútbol, como la mayoría de por aquí, es sumamente divertido e introvertido, nunca sabes con lo que puede salir. Lo que más me gusta de él es que su humor es constante siempre está de buen humor. Lo llegaría a considerar a él como mi mejor amigo, nos sabemos tolerar. Las diferencias entre yo y el van como de una a mil, él es un galán, es un gran deportista, es un desobligado, y es apuesto. Nada que ver conmigo pero sabemos entendernos.

-¿Cómo has estado?- Me pregunta.

-Bien- Le respondo tratando de sonar relajado.

El asiente por alguna razón.

-¿Te han regalado de navidad algo interesante?

-Pues… sí creo, me obsequiaron un nuevo celular- Murmuro.

-¿Enserio? Que bien, recuerdo que el otro tenía la pantalla estrada horrible- Dice divertido.

-Lo sé- Rio

-Buenas tardes alumnos, tomen asiento por favor- Mi profesor llega apresurado al salón.

-Nos vemos- Dice Daniel y se pasa a su lugar al otro lado del salón.

-Adiós.

 .....

El timbre hace que de un brinco en mi asiento. ¿Mierda me habrán visto? Por dios, todo me espanta, hasta el jodido timbre. Recojo mis cosas y las guardo en mi mochila, o mejor dicho las aviento dentro de ella.

-¿Vamos a la cafetería Alejandro?- Me pregunta Daniela que con una mano acomoda su largo cabello y la otra se retoca el maquillaje. Es muy vanidosa.

-Okey- Digo tratando de sonreír.

En cuanto me encuentro fuera del salón siento el frio golpear mi rostro haciendo que palidezca. Mierda esto quema. Toda la secundaria son gritos y gente corriendo por doquier. En el pórtico de la secundaria se encuentra un grupo de niñas jugando voleibol, o intentándolo porque ninguna pueda alcanzar el balón. Andrea va frente caminando coquetamente hasta la cafetería, su cabello vuela con el viento, al igual hace que su falda se levante mientras ella cuida de que no suba demasiado con su mano, ¿Enserio tiene quince años apenas? Ella no lo aparenta en nada, sus facciones aparentan de alguien más grande y su cuerpo igual. Los chicos que pasan a su lado aprovechan para voltear de nuevo y hacer un gesto incoherente. Que inmaduros me parecen.

Al llegar a la cafetería no es diferente al resto de la escuela, toda ella está llena de adolescentes gritando, cantando, riendo fuertemente e insultándose entre sí. Algo tan normal que había olvidado, ¡Benditas vacaciones!

-¿Qué quieres almorzar hoy?- Me pregunta Andrea sonriente.

-La verdad es que no tengo mucho apetito- Digo tratando de sonar animado.

-¿Qué Alejandro?- Pronuncia ofendida.

-Que- Rio

-Vas a almorzar-Me indica dándose la vuelta.

-Oye.

-No nada de ‘’Oye’’. Me vas a acompañar a almorzar y estarás feliz con eso- Sonríe al terminar su oración. Tan terca. Frunzo el ceño.

-Okey- Digo resignado.

Al llegar a la interminable fila para pedir, Andrea mira con cara de angustia y comienza a hacer pucheros  totalmente cómicos para mí. Ya sé que va esto…

-¡Oh no! Hay demasiada fila, y estoy tan hambrienta…- Se pone la mano en su frente y agita sus pestañas.

Por dios, todos nos están mirando. No puedo evitar ponerme rojo de la pena. Ella siempre es así, siempre trata de conseguir todo lo que quiere. Ella es así de dramática, el drama es lo suyo.

Un tipo que estaba formado casi al frente cae en su juego.

-Si quieres puedes meterte frente a mí- Consigue decir con cara de estúpido. ¡Por dios!

Ella le sonríe tímidamente.

-Gracias- Vuelve a agitar sus pestañas.

Ella se mete frente al tipo y todos en la fila comienzan a gritar. Pero a Andrea eso no le importa.

Yo estoy más rojo cada vez.

Mientras ella ordena yo espero a un lado de la fila como tonto. No sé qué hacer, la gente pasa a mí alrededor y me empujan cada vez más. Para ellos soy básicamente invisible, literalmente es como si vieran a un fantasma parado aquí y no solo por mi piel si no que yo no soy muy popular que digamos. La mayoría de los de aquí son mucho más altos que yo, tanto hombres como mujeres y eso me hace sentir muy inferior a ellos.

-Toma- Me muestra un muffin muy grande con una botella de café helado.

-Gracias, deja te pago- Le digo mientras intento sacar torpemente el dinero de mi bolsillo.

-¿Qué? Claro que no así esta, ya me tocaba a mí comprarte algo. Tú siempre me compras.

-Okey, okey, pero mañana te comprare yo.

-Okey- Dice sonriendo y dando un pequeño brinquito.- Hay que encontrar donde sentarnos.

La cafetería está llena a reventar, todas las mesas están ocupadas. Muchos ni siquiera están almorzando, solo están hablando.

Caminamos y caminamos en busca de una pero no hay ninguna disponible.

-¡Oh mira hay están los chicos!- Grita corriendo.

En una mesa en la esquina hasta el final, se encuentra Daniel, Alberto y Joel.

Joel va igual en mi salón. Casi no hablo con él ya que es muy serio y las pocas veces que eh tratado entablar una conversación con él es muy frio y cortante. Quizás no le caigo muy bien, pero eh visto que es así con todos así que no importa.

-¿Chicos podemos sentarnos aquí?- Pregunta coquetamente Andrea.

-Sí, siéntense- Dice Alberto.

Joel solo observa junto con Daniel.

Andrea se sienta al lado de Alberto y yo al lado de Daniel.

Daniel sonríe amistosamente y mueve sus brazos hacia atrás.

-Hola- Murmura.

-Hola- Le sonrió.

-Te vez azul- Dice de repente.

¿Qué?

Volteo a verle confundido.

-¿Cómo?- Pregunto desorientado.

-Te vez como azul, como si tuvieras demasiado frio-Dice mirándome detenidamente.

-Tengo mucho frio- Le confirmo riendo.

-Se ve- Apenas dice, da un trago a algo que parece jugo de naranja o algo así.

Siento como si en mi espalda tuviera a algo que estoy cargando, es como si me aplastara, es incómodo y extraño. Levanto mi cabeza y unos ojos marrones me miran extrañamente.

Joel me está mirando como asqueado. ¿Qué le pasa?

Cuando mis ojos se topan con los suyos inmediatamente desvió la mirada hacia mi muffin, él no tiene la misma iniciativa y me sigue mirando asqueado.

Vuelvo a levantar mi cabeza hacia él.

-¿Gustas?- Le pregunto señalando mi muffin.

El frunce el ceño y niega con la cabeza.

Tipo más raro.

Desenvuelvo mi muffin y lo vuelo antes de darle un mordisco. Mm está muy bueno. Mi estómago está feliz por darle algo para divertirse. La verdad es que mi alimentación no es la mejor. Como cuando tengo ganas y cuando me dan ganas como hasta hartarme mientras no tenga hambre no como, por alguna razón me dan nauseas. Por eso soy un chico algo delgado, no al punto de estar esquelético o algo por el estilo, pero gracias a la natación eh adquirido algo de voluminidad.

Andrea platica con Alberto sobre algo. No le encuentro el sentido a su plática. Solo dicen frases y se vuelven a mirar fulminantes. ¡Dios ya cásense!

¿Sera envidia? No tendría porque. Pero tampoco con quien. Se dibuja en rostro una sonrisa estúpida.

Daniel me mira confundido y divertido.

-¿Y a ti que te pasa?-Pregunta incrédulo aguantando la risa.

-Nada- Rio- Esta muy bueno mi muffin.

-¿Enserio? ¿Me das?

Suelto una risita.

-Sí.

Él toma un pellizco del muffin.

-Mm, si esta bueno.

El timbre suena y la cafetería comienza a desalojarse. Nos disponemos igual nosotros a salir de ella, ellos van hablando entre si, mientras que yo solo observo como todos corren por llegar a tiempo a sus clases.

 .....

Las clases fueron normales. El día fue atareado e incluso diría insoportable. Todo el día tuve sueño y frio. Me acostumbre demasiado a las vacaciones de invierno. Ahora, estoy aquí sentado en la banca que esta fuera de mi secundaria muriéndome de frio. El sol no calienta ni un poco. Mi madre aun no llega por mí, tan típico de ella llegar tarde por mí. Solo quedamos como 10 personas como mínimo en la secundaria, todos esperando, y caminando de un lado para el otro. Los comprendo.

Mi madre llega por mí a las tres con veinte minutos. Para cuando me subo al vehículo siento un alivio incondicional. Estoy en lo calentito. Mi cuerpo siente pequeños choques eléctricos al pasar del frio al calor. Meto mis manos entre mis piernas para calentarlas un poco, están muy heladas. Mis mejillas están rojas, rojas como el vehículo de mi madre.

-¿Cómo te fue hoy hijo?- Me pregunta mi madre con una sonrisa en su cara. Se le escucha alegre.

La volteo a ver impasible.

-Bien.- Contesto tartamudeando por el frio.

-¿Está haciendo mucho frio afuera cierto?- Pregunta con una risita burlona.

La vuelvo a mirar con cara de ‘’Tu qué crees’’

-No, como crees.- Digo con sarcasmo.

-Yo te dije que te llevaras una chamarra.- Me reprocha.

-Sí, lo voy a tener en cuenta.- Le digo rápidamente sin apartar mi mirada del frente.

 ........

Al llegar a casa me siento mucho mejor. Ya no siento tanto frió. Me dejo caer al sofá aliviado y cierro mis ojos por un momento.

-Que no se te olvide que hoy también vuelves a tus clases de francés, eh.- Me dice mi madre en tono reprochante de nuevo.

¡Mierda! Lo había olvidado. Hoy entro de nuevo a las jodidas clases de francés. No se por a mi madre y a mi padre le importan tanto esas clases, La verdad es que yo sinceramente estoy en contra de ir a clases de francés, ¿Por qué? Pues fácil, porque vivo en México, y aquí nadie habla francés, solamente es un desperdicio de tiempo y dinero, por lo menos yo así lo veo. Con saber inglés y el español, todo está bien, pero no, ellos tercos. Pero no me queda de otra más que obedecerles

-Sí, no olvido.- Digo resignado.

Me levanto del sofá y me dirijo hacia mi habitación para quitarme el uniforme y ponerme otra ropa para ir a las clases de francés. Me pongo unos jeans  azules, un suéter gris muy calentito, mis convers y tomo una chamarra azul marino de mi armario. Solo eh usado esta chamarra una vez, y fue cuando fuimos a un lugar donde nevaba. Pero hoy merita que la use.

Bajo rápidamente hacia la sala.

-Ya estoy listo.- Digo con un tono de por demás aflojerado y resignado.

-No, primero tienes que comer.- Me reprocha de nuevo mi madre.

Frunzo el ceño. Amaneció muy reprochante hoy mi madre ¿No? Que si no.

Como a regañadientes. La comida está muy buena así que poco a poco vuelvo a relajarme.

Una vez acabado de comer me dirijo a cepillarme los dientes. Después voy por mi mochila y ya estoy listo para irme.

Al aparcar el carro frente a casa voy casi dormido, exhausto. Me gustaría dormir en el vehículo. Estoy muy cansado y eso que apenas son las siete cincuenta.

Las clases de francés ya han acabado y yo me siento extremadamente exhausto, debo de nuevo acostumbrarme a mi horario, a mi rutina.

Bajo del vehículo a regañadientes y me aproximo hacia la entrada de mi casa. Una luz muy incandescente me encandila, haciendo que entre cierre los ojos. Es un vehículo que acaba de entrar a esta calle. Se parca justo a dos casas de mi casa. Es un carro gris. Oh, es el sujeto de la mañana. Baja del vehículo. Va con ropa deportiva. Me vuelve a ver con esa mirada tan intimidante que hace que me sienta incomodo, de nuevo.

Entro a mi casa apresurado y siento una presión en mí. Algo que me hace sentir feliz pero desconcertado a la vez.

 .......

Ya es hora de dormir. Ya eh acabado mis deberes, estoy aseado y con mi pijama, estoy exhausto, estoy preparado para dormir. Me aproximo al apagador de la luz y la apago. Vuelvo corriendo a mi cama ya que me da algo de miedo la oscuridad sinceramente. Me meto entre los cobertores y me siento protegido y calentito. Tomo mi celular que está en la mesita de al lado de mi cama y pongo la alarma para las cinco de la mañana con treinta minutos.

Trato de pensar en todas las cosas que han pasado en el día digerirlas, no lo sé, es algo que siempre me ha gustado hacer, repasar las actividades del día.

Hoy fue un día bastante pesado, pero agradable. Bastante agobiador, ya que una se acostumbra a las vacaciones, a dormirme tarde y levantarme tarde, así que tengo que volverme a acostumbrar a mi horario normal y pues resignarme. Las clases estuvieron bien, muy entretenidas ya que miramos temas nuevos. Yo no soy una persona muy sociable, sinceramente. Los amigos que tengo son porque eh podido confiar en ellos, nos hemos sabido escoger muy bien. Pero no son tantos en realidad, los que tengo, son porque están conmigo en las buenas y en las malas, así que, no son muchos. Mi timidez no me ayuda en nada. En veces me pregunto por qué seré tan tímido e inseguro de mí mismo. El hecho de que una chica atractiva me hable es muy avergonzante para mí. No tengo seguridad por mí mismo y eso no me enorgullece en nada. Tampoco soy una persona que tenga muchas novias o mejor dicho, ni una, jamás eh tenido ni una. Ni siquiera de esas disque ‘’Novias’’ que tienes cuando apenas están en el preescolar. De hecho recuerdo que en el preescolar enveses cuando una niña me decía que le gustaba, yo salía corriendo como un idiota de la vergüenza. Recuerdo que me iba a mi escondite secreto, que era atrás de los salones, un lugar donde no entraba nadie, ni nadie podía ver hay, hay era mi lugar favorito de mi niñez. Solo me sentaba en la tierra y me tomaba mi jugo mientras leía un libro que tomaba del salón. Mi favorito era ‘’El principito’’.  No tuve muchos amigos, pero leí muchos libros en el preescolar. Mi padre me enseñó a como leer desde muy pequeño. Así que eso y el estudio fue mi fuente de auto ayuda.

Me ruborizo al pensar en mi niñez, pero no me quejo.

Mis ojos pesan, pesan mucho. Voy perdiendo la noción del tiempo, hasta que caigo en un sueño profundo y reconfortante.

La alarma suena de nuevo a las cinco de la mañana con treinta. Pero yo ya estoy despierto desde hace un rato, tuve una pesadilla. Me sobresalto demasiado. Era sobre el muchacho que vi ayer, soñé que él estaba buscándome en toda la casa, quería matarme. En su mano llevaba un cuchillo y yo corría por toda la casa tratando de protegerme. Hasta que me encontró.

-Hasta aquí llegaste.- Me dice el sujeto en tono escalofriante. Poniéndome el cuchillo en mis costillas sin apuñalarme.

Yo lloraba inconsolablemente, gritaba que me dejara en paz. Hasta que el me dio un fuerte golpe en la cara y caía inconsciente. Y ahí fue cuando me desperté de mi horrible pesadilla.

¿Por qué me quede tan clavado con él? No es que tenga pesadillas muy a menudo con toda la gente que vaya mirando. Pero el simplemente causo algo en mí que causo miedo y curiosidad en mí. Tiene una mirada tan intimidante y oscura que te hace pensar lo peor de él. No sé si sus ojos son de color por qué no lo eh podido concretar completamente. Pero marrones no lo son. Son algo así como un verde oscuro intimidante, si, así son o por lo menos así lo veo yo. Me cuesta algo de trabajo aceptarlo pero dedo admitirlo, es muy apuesto.

 ......

Me levanto rápido de mi cama aventando los cobertores que me tapaban al suelo y en paso apresurado tomo mi ropa interior para meterme a la ducha. No quiero pero tengo que.

La ducha es reconfortante, pensé que sería peor de lo que pensaba por este frió asqueroso que hace. Pero el sentir el agua caliente corriendo por todo mi cuerpo, me resulta bien y hace que mi cuerpo tenga pequeñas vibraciones sintiendo escalofríos.

Estoy parado en el espejo del baño y doy un rápido repaso- Okey, ya estoy duchado, cambiado, peinado, mi mochila esta lista, mi celular con carga, mis zapatos están limpios, mi cara esta pálida como siempre, Mi cabello está bien, solo le falta una acomodada por aquí- Me acomodo algunos cabellos que sobresalen de mi cabello café esponjado- Mis brazos están algo resecos- Tomo algo de crema y la unto en mis brazos- Si, ya estoy listo. Creo.- Y salgo a paso rápido del baño para dirigirme a la cocina.- ¡Mierda! Olvide mi suéter- Regreso corriendo a mi habitación por un suéter y salgo corriendo de nuevo al piso de abajo. Mis dientes siempre me los lavo en el piso de abajo después de desayunar.

Dejo mi plato en el fregadero. Ya eh acabado de desayunar y estoy más que satisfecho. Ahora tengo que lavarme los dientes.

Una vez que termino de lavarme mis dientes, mi madre ya me está esperando afuera con el vehículo. Rápido tomo mi mochila y salgo de la casa. Lo primero que siento al salir es el jodido frió en mis mejillas, ¡Mierda! Ya están rojas de nuevo. La mayoría del tiempo en invierno tengo mis cachetes del color del vehículo de mi madre.

De nuevo vuelvo a escuchar la alarme sonar dos veces. De nuevo esta hay. Mientras trato de cerrar la puerta de afuera volteo a ver si es el sujeto de ayer. Sí, es el. Lleva unos jeans negros, una camisa blanca y un cabello perfectamente ordenado. Aun no me ha visto. Termino de cerrar la puerta y me aproximo con cuidado al vehículo de mi madre. Al escuchar el sujeto abrir la puerta del vehículo de mi madre voltea rápido hacia mí. Una mirada amenazadora y perturbadora, pero causa otro efecto en mí, aparte de la curiosidad. Si no también…el deseo.

Trato de mirarle a los ojos. Una mirada fulminante como él lo hace. Pero fallo en el intento ya que no soporto mirarlo así, me intimida demasiado, y es como si me hubiese aplastado al suelo derrotándome. Bajo mi mirada al suelo y subo al vehículo de mi madre. Salimos los dos vehículos iguales. Él va a nuestro lado, va de mi lado, por fin puedo verle con delicadeza. Tiene unos labios gruesos y perfilados, unas cejas pobladas como las mías, un piel blanca.

Él se da cuenta de la forma en que lo estoy mirando, confundido, curioso y estúpido. Me ruborizo al ver sus ojos penetrantes en mí, pareciera que bajara del carro y me golpeara. Dios, que intimidante se ve. Trato de no darle importancia y vuelvo a poner mi vista al frente ignorando al sujeto. En estos momentos desearía que las ventanas del auto estuvieran polarizadas. Siento su mirada acechante en mí, así que volteo para ver si me está mirando, y lo confirmo. Al llegar a la carretera, mi madre toma la calle para ir a mi secundaria que es a mano izquierda, y el sujeto toma la calle a mano derecha. Respiro al mirar que el sujeto ya no está a mi lado, y me relajo en el asiento.

 .......

-Alejandro Silva.- Escucho mi nombre como un eco.

Y caigo de nuevo en el mundo al percatarme de que ya estoy en la secundaria. Me siento confundido. ¿Están pasando lista? ¡Mierda! Están pasando lista.

-¡Presente!- Grito de forma exasperada.

El profesor baja un poco sus anteojos de sus ojos, y me mira con cara de  ‘’ ¿Ya despertaste?’’

No me dice nada y vuelve a pasar lista. Me sonrojo.

¡Mierda! Hoy tengo clases de francés, y tengo que ir a natación, y con este frio lo menos que quiero es ir y meterme al agua, ¡Por dios!

 También lo había olvidado. Así que hoy será el día mucho más pesado eh interminable.

.......

Acabo de salir de la secundaria, ¡Gracias Dios! Siento algo de alivio al por fin salir por hoy de la secundaria. Estoy sentado en la banca que siempre me siento, y me percato de que el clima del día no esta tan mal. Está haciendo sol y eso es reconfortante.

¿Sera demasiada presión la que me dan mis padres al meterme en tantas cosas? Desde pequeño eh estado en clases por clases, de salón en salón, de materias, ah tutorías. En fin, demasiadas cosas. Jamás recuerdo que de pequeño saliera con los demás niños del vecindario a jugar, más bien todo el tiempo estaba leyendo o en clases, pero no me quejo ya que mis padres siempre han querido lo mejor para mí, y que yo sea el mejor. Ellos me han enseñado ah que si vas a hacer algo, debes de hacerlo bien, como se supone que es. Y es lo que eh tratado de hacer desde muy pequeño, ‘’Las cosas bien’’.

Mi madre por fin llega, y yo me subo al auto a paso lento y relajado. Dedo relajarme más. Debo de no presionarme a mí mismo demasiado, hacer las cosas bien, pero también hacerla con calma. Necesito no estresarme demasiado, porque si sigo así, todo el tiempo halandome el cabello, mordiéndome las uñas, y tronándome los dedos por el estrés, estaré como mi abuelo a los veinte años, si no es que en menos tiempo.

-Hola.- Le murmuro a mi madre en tono relajado, eh incluso diría que contento.

-Hola hijo- Dice sonriente- ¿Y eso porque tan contento?

La volteo a mirar confuso.

-Pues, nada mas.- Digo soltando una risita.

-Me alegra que estés contento.- Dice en tono tranquilo y sereno.

 .....

-¿Hijo llegare una hora tarde por ti de natación?

¿Qué?  ¿¡Que!? ¡Dios no!

-¿Y eso como por qué?- Pregunto sobresaltado.

-Tengo que ir con tu abuela, are todo lo posible por llegar un poco antes, pero no aseguro nada.

-¡No mamá! Si ya estoy muy cansado.- Digo haciendo un mohín.

¡Alejandro! No te estreses, no te estreses. Me repito a mí mismo.

-Lo siento hijo.

-¿Y papá?- Pregunto.

-Trabajara hasta tarde, ya hable con él.

-Bueno, pues, ya que- Digo resignado.- Adiós.- Y me bajo del carro como niño chiquito haciendo pucheros. Qué propio de mí.

-Adiós hijo, cuídate.- Me grita desde el auto.

Camino y de espaldas con mi mano le hago una seña de despedida.

¿Por qué me hace esto? Estoy furioso en este momento, por favor solo quiero que este día termine ya. Voy caminando hacia los vestidores para poder ponerme mi traje de baño. Al pasar por un pasillo que va directo al vestidor esta mi entrenador parado hablando con alguien. Me mira y me sonríe, después me llama con la mano, y él también se acerca a mí.

-Hola Alejandro-Me dice con una sonrisa en su rostro.- ¿Cómo te fue en tus vacaciones?- Me pregunta.

-Bien entrenador- Respondo tratando de sonreír. Pero no lo logro- ¿Y a usted?

-Bien, muy bien.- Responde en tono amable.- Oye el vestidor y baño de nosotros esta clausurado temporalmente, porque están arreglando algunos problemas que tenía. Así que por ahora compartiremos el vestidor con los de fútbol. ¿De acuerdo?

-Sí, está bien entrenador.- Respondo enseguida.

¡Mierda! Los vestidores de los jugadores de fútbol están mas lejos. Demonios.

Al entrar a los vestidores solo hay tres chichos cambiándose, para mi fortuna los conozco, ya que son de mis clases de natación también. Así que ya no tendré que desnudarme frente a jóvenes de veinte años, ya que de esa edad son los jugadores del equipo de fútbol. Los salido a los tres chicos que estaban ahí, y me dispongo a cambiarme apresurado.

Termino de ponerme el traje de baño, y salgo de los vestidores con los tres chicos que fueron tan amables al esperarme para poder irnos juntos. Dios, vaya que hace frio ahora sí, pues claro, solo voy con un short. No llevo camisa. La piel se me comienza a erizar por el frió, pero no me preocupo tanto, ya que estando dentro del agua el frio se va.

Una vez terminado de calentar, sin pensarlo dos veces me habiente al agua para ya no tener tanto frió.

¡Dios! Esta helada. Esta peor de lo que creí, pero me aguanto, y me zambullo de nuevo para olvidarme. Ya, ya estoy listo.

Las clases ya acabaron, y me siento tan feliz de eso, pero después recuerdo que mi madre llegara por mí dentro de  hora y media. Si, media ya que el entrenador nos dejó salir treinta minutos antes. ¡Mierda!

Me quedo un rato más en la alberca ya que no tengo otras cosas más importantes que hacer. Solo me quedo como unos diez o quince minutos más. Ya estoy solo en la alberca, el entrenador ya no está, ni nadie. Me comienza a invadir el miedo. Todo me da miedo y el quedarme solo no es la excepción. Así que rápido tomo mis sandalias, tomo mi toalla, me seco un poco para no resbalarme, y me  dirijo hacia los jodidos vestidores de los de fútbol.

Estoy temblando del frió. Una vez fuera del agua sientes que te congelaras, tanto así que estoy morado. Camino a medio paso porque se me dificulta el moverme. Pero ah como puedo llego a la entrada de los vestidores.

Al momento de abrirla la puerta rechina bastante recia, así que todos voltean hacia mí. ¡Mierda! Están todos los de futbol, está lleno todo el vestidor. ¿Qué hago ahora? ¿Me salgo? ¡No! Todos me están viendo, que pensaran de mí, que soy una gallina seguramente. Me ruborizo al pensar que todos estos son sujetos de veinte años o incluso algunos de hasta más, y yo soy el único niñato de quince años. Pero me trago mi pena y entro con cuidado al vestidor. Tendré que esperar a que una ducha se desocupe, así que opto por sentarme en la banca, ya que solo hay dos personas sentadas hay.

Oh, uno me está mirando confundido, con el ceño fruncido.

¡Dios! ¡Es el sujeto intimidante que por mi casa!

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Quiero destacar que esta es la primera historia que escribo y aun siento algo de nervios al compartirla con ustedes. Se que el capitulo es algo extenso, pero esta va a ser una historia bastante larga.

Pueden mandarme sus dudas y aclaraciones en los comentarios o al siguiente correo. Gracias.

[email protected]

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