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El vecino cotilla

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Me gusta ser muy guarro con el sexo y esta es una historia real. Soy un chico de 24 años de 1,78 y 70 kg., moreno, y bastante atractivo, segun dicen. Me gusta mucho el deporte, por lo que sin ser musculoso tengo la musculatura muy bien definida.

Como decía soy muy guarro con el sexo. Un día estaba viendo una peli porno en el ordenador del salón, que está situado justo al lado de la ventana, y esta estaba completamente abierta aunque la persiana estaba medio bajada justo a la altura de mis hombros.

Como iba diciendo estaba viendo una pelicula porno donde una tio estaba metiendole la polla a otro tio mientras oro se pajeaba con cara de salido. Estaban los tres en un jardín de una caja jodiendo y gritando como unos guarros. Me estaba calentando muchísimo viendo como el que se estaba pajeando se corría en la cara del que estaba siendo taladrado. Yo ya me estaba tocando por debajo del pantalón de deporte que llevaba puesto y como hacía calor no llevaba nada de cintura para arriba así que el pantalón era lo unico que llevaba puesto.

En la película se había sacado la polla del culo del chico y se estaba corriendo en su boca mientras este se tragaba su leche. Yo ya tenía mi verga fuera del pantalón y me estaba pajeando muy rico.

No me había dado cuenta, con la calentura, de que al estar la ventanal del salón abierto, cualquiera que mirara podría estar viendo como me pajeaba. La pesiana estaba bajada a la altura de mis hombros y miré entre la rendija de la persiana y pude ver como un hombre de unos 50 años no perdía detalle crellendo que yo no me había percatado de su situación al estar tapada mi cara por la persiana. Pero yo sí le veía por entre la persiana. Él estaba en un balcón a pocos metros de mi ventana.

Esta situación, junto con la calentura de la película, donde el chico que había sido follado estaba nuevamente cabalgando al otro chico, me estaba poniendo a cien así que me quité completmente el pantalón y continué pajeandome la polla como un loco. Me estaba dando unos buenos meneos cuando fuí a bucar un martillo que tengo en casa con un mango de madera grueso y redondeado en la punta, muy parecido a un rico nabo.

Empecé a chuparlo de arriba abajo, metiendomelo entero, dejando un hilo de saliba en la puntita y cerciorandome de que le cerdo de mi vecino seguía allí viendolo todo (así era). Ya lo tenía suficientemente lubricado, acerqué la silla del escritorio, me puse a cuatro patas encima de ella y me introduje el palo. OOOOHHH QUE GUSTO!!!. Comencé a metermelo primero despacio, mirando como el guarro del vecino ponía cara de salido. Seguía follandome el culo, dandome placer, cada vez más excitado.

El mango se deslizaba suabemente por el agujero de mi culo, pues estaba lubricado con mi saliva y mi excitación. Me taladraba cada vez más rápido, jadeando con cada penetración del martillo mientras que con la otra mano me pajeaba. Me pajeaba y follaba como un loco, cada vez más rápido, esaba a punto de correrme, gritaba de placer, me debía de estar oyendo todo el vecindario (clato que el que mejor lo estaba pasando era el hobre, que estaba con la boca abierta).

Seguía y seguía metiendome el palo, ya estaba apunto de correrme, apreté el culo y AAAAAAHHH me salió un gran chorro de semén mientras me sacaba el palo del culo, al sacarlo ví que estaba ligeramente sucio de mierda lo llevé hasta mi capullo y lo rebocé en mi lechita llevandolo a mi boca (con semen y la mierda de mi culo) y me lo comí de rico que estaba como si fuera una gorda polla que se había follado mi rico culito. El hombre se tocaba sobre el pantalón y entraba en su casa, seguro que a desahogarse de semejante calentura de la escena porno que acababa de presenciar.

Espero que os haya gustado el relato, que es totalmete real y amater. Espero recibir vuestras calientes observaciones. Proximamente os enviaré más cosas que me han pasado cada cual más guarra.

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