Nuevos relatos publicados: 8

Mi mente vuela hacia tí

  • 4
  • 10.651
  • 9,32 (25 Val.)
  • 0

Antes de olvidar quisiera llorarte una vez más y soñarte

Antes del libro cerrar quisiera contarte que no me gustó su final

Antes…

Me callo porque es más cómodo engañarse

Me callo porque ha ganado la razón al corazón

Pero pase lo que pase y aunque otro me acompañe

En silencio te querré, en silencio te amaré

En silencio pensaré tan solo en ti…

(Fragmentos de canciones)

 

Para ti…

Eres mi cura y mi mal, mi más grande pasión, mi ilusión sin medida, el amor hecho hombre, la carne hecha ser, hecha deseo voluptuoso que se mete en la sangre y en la piel, la fantasía y la ilusión de la cual no puedo ni quiero escapar. Tu eres fuego y yo aire, el aire que aviva tu fuego y enciende las cenizas, y tu el fuego que me quema, que me hace arder sin control.

Eres como el vino que bebo cada atardecer mientras te sueño, el vino que embota mis sentidos. Quiero beberte como ese vino para que recorras mi cuerpo, me quemes por dentro, me hagas perder la razón. Y cuando pierdo la razón te imagino, te veo, te sueño. En mi pequeña hamaca junto a la ventana, tumbada, con la botella en la mano ya vacía, semidesnuda y con las piernas abiertas te veo. Al principio borroso y unas copas después mas nítido. No necesitas tocarme para erizarme la piel, tu mirada me moja y me llena.

Mis ojos se dirigen a tu boca semi abierta por donde a ratos veo aparecer tu lengua roja y húmeda. Cierro los ojos e imagino tu lengua delineando mis labios, frotando apenas con la punta mi boca para luego introducirse tímidamente por el espacio entre mis dientes. Me quedo quieta y te dejo hacer y no puedo dejar de suspirar. Mi lengua por fin deja la timidez y lentamente se une a la tuya, las puntas llenas de saliva se tocan y estremecen; luego tu lengua se resbala sobre la mía hasta llegar al fondo de mi garganta, invadiéndome. Mis labios se pegan a los tuyos acariciándose, frotándose de lado a lado. La velocidad de nuestros besos aumenta a cada momento como mariposas bebiendo el dulce néctar de una flor. Si tan solo estuvieras aquí…

Quiero amarte y recorrer tu cuerpo con mis labios, con mis manos para aprender que si toco una parte de mi cuerpo con una parte del tuyo sentirás algo, descubrir ese algo, saborear el momento glorioso en que tiemblas y tu piel se estremece por mis caricias. Quiero descubrir muchas cosas de ti, y llevarte a que tú mismo conozcas cosas de ti que ni te imaginabas.

Eres más que sexo, contigo la palabra amor adquiere otro significado…

Puedo entretenerme horas recorriendo cada centímetro de tu blanca piel. Me perdería en la exquisita forma de tus labios, me comería esa boca por horas y ese hoyuelo perfecto de tu barbilla. Tu pelo fino y radiante. Tus ojos claros y tu mirada triste. Tu cuello impecable. Tu espalda marmolea y tu ombligo exquisito. Estatuario. Tu pecho de estaño y tus nalgas deliciosas.

Duele tan sólo mirarte, tanto que pareces una bendición y una maldición al mismo tiempo. Una anomalía espacio temporal que no debería existir, que hace mal que sea tan concreta.

Pensar en ti quema, cuestiona, hace pensar e incluso impulsa a llorar. Enamoras con una mirada y devastas con tu espalda pálida coronada de pecas rebeldes entre sábanas blancas. Eres una criatura de fe, un acto de religión, una prueba concreta de que no estamos solos en el cosmos.

De tenerte enfrente de mí, desnudo, mostrándome esas formas diabólicas de sensual perfección no se que haría. No sabría a que atinar. Me quedaría horas embobada, mirándote, contemplándote y en fin, sumando todos los sustantivos que se me ocurran. Porque para escribir de ti hay que ser Neruda y yo de Neruda tengo bien poco.

Realmente existes? es que no deberías existir. Es una falta de respeto que exista y respire una criatura con tu forma. Eres una estatua, un monumento al arte exquisito de ser hombre. Al estilo más erótico de llevar ropa y quitársela. A la sublime espalda que me roba el aliento y me moja las bragas. Eres un ángel con mirada de demonio y de amante. Eres un triángulo sublime de hombre-cuerpo-sexo. Eres como pecar. Como atentar contra algo demasiado puro y perfecto.

Mataría por pasar una noche perdida entre tu cuerpo de acero y despertar amarrada a tu espalda de oro. Por hundirme -un minuto al menos- en tu olor dulce, salvaje, exótico y caníbal. Por vender el alma con tal de robar un beso mojado tuyo, pasar la lengua por su cuello y chuparte hasta lo que no tienes.

En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación - Octavio Paz -

(9,32)