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Voyeur ( 3ra. y final)

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Cuando el domingo después del mediodía mi hija salió a pasear, yo le pedí a Lorena que se quedara. Era el momento de mostrar las cartas.

- Tenemos que hablar sobre lo de ayer, le dije, lo que ella no entendió.

- Te escucho, dijo sorprendida.

- Lorena, antes que nada tengo que decirte que jamás te engañé, y que si lo pensaste fue solo tu imaginación.

Me miró seria.

- Nunca pensé que me engañabas, dijo

-Si lo pensaste, y lo peor es que antes de tener pruebas, decidiste vengarte. Aunque creo que en realidad la venganza fue una excusa para hacer algo que hacia mucho tiempo tenías ganas de hacer.

Se puso a la defensiva.

- No se de que hablas.

Y entonces le conté con pelos y señales mi descubrimiento del entretecho y pude ver como su rostro iba empalideciendo. Cuando le conté de la respiración que permitía ver el dormitorio de Ariel, creí que iba a desmayarse.

- Todos los sábados, subo a ver que pasa, y ayer a la tarde estaba mirando todo cuando tu lo visitaste, complete.

Su rostro quedo congelado. Trató de decir algo pero no encontró las palabras.

- Mmiiira, yo....

- No digas nada. Ya te diste el gusto. Ahora quiero saber que piensas seguir haciendo con el vecino y con cualquier otro macho que te mire con deseo, para saber como seguirá nuestra vida.....

- No se que me pasó. Nunca lo había hecho, y te juro que no volverá a ocurrir,dijo con sinceridad.

- Te creo y el tiempo dirá si lo dices sinceramente.

Quedamos un rato en silencio.

Ella preparó un café y lo tomamos sin hablar.

Luego de un rato, sus ojos se iluminaron.

- ¿ Realmente existe ese mirador?,preguntó con curiosidad

- Por supuesto.

- Me gustaría verlo. No es que desconfíe pero me sorprende, aclaró.

Fuimos hasta el lugar, habilité la puerta, subí primero y ayudé a mi mujer a que subiera. Le hice gestos de que guardara silencio.

Arrodillados nos aproximamos hasta la ventilación. La luz del dormitorio estaba apagada. En la penumbra de se veía a Ariel durmiendo.

- Era cierto, dijo mi mujer susurrando.

Nos quedamos un ratito allí mirando, cuando de pronto, se escuchó el timbre en la casa del vecino. Nos quedamos quietos, en silencio.

El timbre volvió a sonar, y Ariel se desperezó. Tardo unos segundos en reaccionar y se destapó, mostrando una erección mas que interesante. Mi mujer inconscientemente, me apretó la mano.

Buscó un short, se lo puso y fue a abrir.

Se escuchó un murmullo en la otra habitación.

- ¿No podemos ver lo que pasa, no?, preguntó mi mujer sumamente interesada.

- No, le contesté. Solo lo que pase aquí.

- Me parece que estás un poco alterada. No es lo que te imaginas, decía Ariel muy tranquilo.

La respuesta no se escuchaba.

- Mira, lo que yo hago en mi cama es un problema mío. No es a mí a quien tienes que pedirle explicaciones, pero me parece que tu problema es que estás celosa. Vamos a hacer una cosa.Yo me voy a mi dormitorio y me voy a acostar nuevamente porque tengo sueño. Cierra la puerta cuanto de vayas. O si prefieres ven al dormitorio y te voy a pasar por la piedra como nunca antes. Te voy a dar verga por todos los agujeros. ¿ te va?. Tu decides.

- ¿ Siempre es tan hijo de puta? Preguntó mi mujer con un extraño brillo en los ojos.

- No, le dije, si mal no recuerdo trató por todos los medios de no darte, pero insististe.

- Pero esta está muy loca y celosa, dijo mi mujer cambiando de tema.

Ariel entró al dormitorio se quitó el short, y se quedó acostado con sus manos detrás de la cabeza y mostrando su verga a pleno. De reojo miré a Lorena que instintivamente se pasó la lengua por los labios. Estaba mas que caliente con el espectáculo.

La cara de satisfacción de Ariel daba la pauta que sabía perfectamente lo que iba a ocurrir. Y ocurrió.

La puerta se abrió. En la penumbra no se podía distinguir demasiado. Mi mujer me apretaba la mano y se notaba que estaba totalmente sacada. Recordaba su paso por esa cama, que yo la estaba viendo y ahora iba a ver a su macho tirarse a otra mujer. Era demasiado para un solo día.

-Estábamos hablando, dijo una voz que reconocí al instante y mi mujer también. Era Dalma, nuestra hija.

- Pero, es nuestra hija, dijo mi mujer.

- No hace falta que pregunte a quien salió tan puta, no?, dije enojado.

Ariel la miró y le habló.

- Tu estabas hablando, yo tengo sueño.

- Pero es que necesito saber que pasó con mi madre.

- ¿ Qué crees que pasó?

- Creo que te aprovechaste de ella.

Ariel se rió con ganas.

- ¿ Aprovecharme de una milf? ¿ Estás loca?

- Cuentame que pasó, insistió nuestra hija.

- Mejor lo actuamos para que no te queden dudas. ¿ Estás de acuerdo?

- Te equivocas conmigo.

- Pues entonces nada sabrás, dijo.

- Está bien.

- Pues entonces tu serás tu mamita, y yo seré yo, si te parece. Y me prometes que te comportarás como ella, ya que estás tan segura de como es, insistió.

- Estoy segura.

- Bueno. Tu lo pediste. Vino aquí con la clara intención de que me la cogiera. Yo me negué porque es una vecina, porque es casada, y porque no quiero problemas. Se levantó de la cama, así totalmente desnudo y se acercó a mi hija.

La tomó de los hombros y la obligó a arrodillarse.

-Y entonces tu mamita me empezó a chupar la verga, dijo pasándole su vara por la cara, vamos chupa nena, chupa.

Mi hija, sorprendida tardó un momento para al final abrir la boca y empezar a tragarse el pistón de Ariel.

- Eso, así, sigue, sigue.

Pasaron algunos minutos.

- Llegado a este punto, le dije que si alguien me la chupaba así, se iba a llevar una bruta cogida, y la traje a este lugar, dijo separándose de mi hija que quedó arrodillada, mientras le caía saliva de la boca.

Volvió a acostarse.

- Le pedí que se desnudara muy sensual, le dijo

Mi hija, ya totalmente sacada, frente a la verga descomunal que tenía ante ella, se levantó y comenzó a desnudarse lentamente. Trató de dejarse su ropa interior, pero los gestos de Ariel no dejaron lugar a dudas.

Una vez desnuda, se levantó y la llevó hasta la cama. Allí la sentó en el borde y levantando sus piernas comenzó a chuparle su sexo y su ano con desesperación.

Luego de un rato, un orgasmo fabuloso barrió a mi hija.

- vaya, vaya, igual que tu mamita. Ella también se corrió solo con mi lengua. Imagina cuando te meta mi máquina de romper mujeres. Vas a cansarte de acabar perrita, te lo aseguro, dijo soltándola y dejando que terminara su orgasmo. Cuando se recuperó, ella lo miró.

-¿ Qué sigue?

- Ahora te vas a recibir de yegua, dijo dándola vuelta y acomodándola en cuatro patas sobre la cama.

- Me va a doler, dijo la puta de mi hija.

- A tu mamá no le dolió. La verdad que se la aguantó toda y pedía mas, dijo mientras pelaba la cabeza de su verga y comenzaba a frotarla por su concha.

- Hmmmm, que caliente está, dijo Dalma, acomodándose para recibirla.

Lentamente el cabrón la fue penetrando. Mi mujer me apretaba la mano mientras miraba la escena. Seguramente se acordaba de lo que ella había hecho. Sentí como su otra mano acariciaba mi verga, y entonces la saqué y dejé que la acariciara. Muy rápido se agachó y la metió en su boca. Realmente los dos estábamos mas que calientes. Su mamada fue espectacular, y mientras sentía mi verga en la boca de mi mujercita, veía como la taladraban a mi hija sin pausa, y como gemía.

De pronto, no aguanté mas. Hice que mi mujer me soltara, la giré y así en cuatro patas, le bajé su pantalón y la penetré, mientras mirábamos lo que hacía nuestra hija. Todo en absoluto silencio para que Ariel no notara que lo estábamos espiando.

Unos minutos después, el cabrón se vació dentro de nuestra hija y subiendo a la cama, le entregó su verga a mi hija para que se la limpiera, lo que ella hizo con dedicación.

Cuando se le puso de nuevo dura, el se acostó en la cama y ella lo montó y comenzó a cabalgarlo. En ese momento me corrí dentro de mi mujer, pero extrañamente no se me bajó y pude seguir bombeándola profundamente.

Lorena se corrió en silencio, apretándome la verga con sus músculos tensionados, y luego seguimos tirando al mismo ritmo con el que veníamos.

Por fin, me volví a correr aplastando a mi mujer y quedando los dos acostados en el piso del entretecho, mientras escuchamos como también se resolvía la lucha en la habitación, con Ariel volviendo a correrse en nuestra hija.

Despacio, bajamos del lugar sin hacer ruido, y nos fuimos al baño donde nos duchamos juntos, y allí, mi mujer volvió a hacerme una fellatio de campeonato y lo poco que me quedaba se lo tiré en la boca y ella disfrutó al tragarse mi semen.

Esa noche mi hija se notaba rara, pero nada dijo.

Mi mujer y ella hablaron en privado, y nunca más nuestra hija fue a visitar al vecino.

De allí en adelante, nuestra relaciones maritales con Lorena mejoraron mucho. Algunos sábados subimos juntos al techo para ver el espectáculo que nos da Ariel sin saberlo con su gatita de turno, y con vergüenza debo reconocer que otras veces, la envié a mi mujer a que fuera a follar con el vecino, mientras yo la veía y esperaba su regreso con mucha excitación, porque sabía que después era mi turno de poseerla y disfrutar como un marrano.

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