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69 es mi número de la suerte (parte 1)

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Celina nunca se había involucrado con un cliente. Ella era muy profesional en su trabajo y, si bien las propuestas de los hombres que venían a consultarla por temas laborales no le faltaban, siempre había encontrado la forma elegante de eludirlas.  Pero bueno, siempre hay una excepción a toda regla.

Lucio era hermano de un compañero de escuela de Celina y así fue como llegó hasta ella.  La consultó por un producto, comenzaron a intercambiar correos electrónicos y llamadas telefónicas.  En poco tiempo el empezó a mandarle mensajes más seguidos y menos relacionados con la compra que iba a realizar.  A veces sólo para decirle que estaba tomando una copa de vino y si quería ir a compartirla con él.  O para contarle que estaba comiendo empanadas en la feria de la plaza.  A Ceclina, que estaba en proceso de separación de su pareja, esto lejos de molestarle le causaba curiosidad y algo de ternura.  Ella siempre había sido una mujer introvertida, de pocos amigos e incapaz de tomar una iniciativa con un hombre.  Pero el pequeño interés que Lucio demostraba le producía calorcito en el corazón y entre las piernas.  No se conocían personalmente y eso también le generaba un morbo extra.  Quíen era este señor del que sólo sabía que tenía unos 11 o 12 años más que ella?  Cómo sería?  Le gustaba mucho que él la llamara por teléfono con alguna excusa relacionada con la transacción comercial, para hacer una innecesaria consulta que duraba 1 minuto y luego hablaran 40 minutos de cualquier cosa.  Era como la fantasía perfecta.

Hasta que un día, con no se qué excusa, Lucio la invitó a tomar un café.  A ella le latía el corazón y le sudaban las manos y la entre pierna mientras lo esperaba.  Pasó a buscarla y la llevó a un lugar insólitamente lejos para un café.  Ella se sentía cohibida y más tímida que nunca.  El era más viejo, menos alto y menos atractivo de lo que ella lo había imaginado en sus fantasias.  Pero aún así, le gustó mucho.  Ella había imaginado que cuando la volviera a traer a su departamente quizá lo invitara a subir, con la excusa de tomar algo más y que allí, frente a ese ventanal que daba al campo de golf (ella sabía que a él el golf le gustaba) él iba a confesarle lo mucho que ella le gustaba y terminarían teniendo sexo el resto de la tarde.  Pero la realidad fue que tomaron el café y conversaron un par de horas de todo un poco y de nada en especial.  Luego él la llevó a su casa, se despidió bastante fríamente y prácticamente no volvió a hablarle, con excepción de lo laboral.

A Celina la puso triste entender que ella no le había gustado, pero depués de unos días lo olvidó.

Sin embargo, Lucio volvió a aparecer después de un tiempo a través de una red social y volvió a hablarle de esa forma que, las mujeres se dan cuenta, insinúa algún otro tipo de interés.  Celina se alegró, volvieron a las charlas telefónicas y a los largos chats.  Es cierto, Lucio solía hacer enojar y ponerla de mal humor.  Porque todo era motivo de chiste y porque ella no terminaba de entender si ella le gustaba o no y qué pretendía de ella y eso la ponía nerviosa.  Muchas veces las conversaciones terminaban con una discusión, él acusándola de no darle oportunidad a nadie que no maneje un Mercedes Benz y use ropa de marca y ella tratando de defenderse no sabía muy bien de qué.  Pero otras veces la conversación terminaba en la computadora y continuaba unos minutos más por wasap donde el le decía que se iba a hacer una paja pensando en ella y le pedìa que ella hiciera lo mismo.  Esto a ella le encantaba, la excitaba, la ponía realmente caliente pensar que a unos cuantos kilómetros había alguien masturbandose mientras pensaba en ella.

El volvió a proponer un café, pero algo la detenía.  No quería engancharse con este hombre.  Y la realidad era que si salían, como venían las conversaciones, iban a terminar seguramente en la cama...y si, por como habían hablado, el sexo era tan bueno como prometìa serlo, iba a ser muy difìcil no querer más. Así que se resistió hasta las últimas consecuencias...hasta que el deseo pudo más y le dijo que sí.  Establecieron una fecha para la semana siguiente y ella se pasó todos esos días intermedios fantaseando entre pajas sobre cómo sería volverlo a ver.  No se podía dormir a la noche pensando y ensayando conversaciones y respuestas, imaginando besos, caricias y el 69 al que él parecía ser tan aficionado.

Pero llegado el día él canceló.  Ella se quedó frustrada, caliente y furiosa.  Acaso lo estaba haciendo a propósito? Era su forma de excitarse hacerla desear hasta el fuego mismo y después dejarla con las ganas. Era insano.  Lo enfrentó enojadísima y en una discusión que la llevò al orgasmo.  El deseo y el enojo a veces tenìan sobre Celina efectos similares.  Descargó en la ducha con sus dedos y un consolador toda la rabia contenida en varios orgasmos y gritos de frustración como si su vagina tuviera que pagar por la manipulaciòn a la que se sentìa sometida. Y lo borró de su vida.

Meses después volvió a caer en sus redes, volvió a hablarle, volvió a ilusionarse, volvió a calentarse y él creyó llevarla al paraíso diciendole que no había salido con ella por miedo a enamorarse...por favor!!! como si ella quisiera enamorarse de ese mamarracho o que él se enamore de ella!!! Sin embargo se vio herida en su amor propio de mujer cuando él le dio a entender que ella pertenecía al terreno de sus fantasías y de todas las cosas que no hacia con su novia.  Encima tenía novia?? O sea, manipulador, odioso, pajero, la usaba para masturbarse pero a la hora de la verdad estaba en una relación.  Esto ya era insalubre. Ya era una obsesión insana.  Cada vez que hablaba con él terminaba teniendo que lavar el piso y la toalla que precavidamente ponía bajo la silla en la que se sentaba, porque sólo leyendolo el fuego la consumía.  Pero lo odiaba, lo detestaba.

Hasta que volvió a juntar coraje y volvió a alejarse.  Ela desaparecía y el no hacia nada por buscarla.  Porque obviamente la intención de Lucio era esa, hacer que se consuma sola en el fuego de su deseo no satisfecho.

Pero todo tiene que terminar alguna vez y volvieron a cruzarse.  Amistosamente, por supuesto.  Como era siempre. Y la invitó a almorzar. Y ella aceptó y el no se retractó.  Y ella estaba realmente linda y él no le hizo ningún cumplido, como era de esperarse.  Y hablaron de trabajo, de viajes, de cine.  Ella tenía que volver al trabajo, pero por algún motivo hubiera querido quedarse toda la tarde hablando con él.  O que él le tomara la mano y le dijera algo personal.  Fantaseaba mientras tomaba el café en que él le dijera "no vuelvas a la oficina, vayamos a tu casa"...o esas frases así que se dicen en las películas.  Fantaseaba en que al despedirse el la apretara contra su cuerpo y la besara metiendole la lengua hasta la garganta...quería desechar todas esas ideas, veía que el le hablaba pero no entendia lo que le decía, su cerebro estaba consumido por las ganas de tocarlo.  Cuando volvió a la realidad reanudó lo que estaba comentando como si nada y pronto salieron del restaurant, se despidieron en la puerta y ella volvio a su trabajo.

A encerrarse en el baño y hacerse una paja.  Lo odiaba por tener ese efecto sobre ella. Lo despreciaba al muy maldito.

Esa noche hablaron un par de horas.  El le dijo que sí había notado lo linda que estaba pero que no se lo había dicho para no avergonzarla.  Ella le dijo no me importa, total no me interesás.  El le contestó ya se que no te intereso.  Pero ella quería decirle quiero que me conozcas por dentro, mis rincones, mis orificios más intimos...asi que solo le dijo: "escribo relatos eróticos, me gustaría que leyeras algunos"...era la forma de Celina de darle a ese hombre acceso a su interior.  Era la forma de Celina de lograr que finalmente después de cuatro años de idas y vueltas Lucio la penetrara.  Penetrando sus más pasionales, humedas y calientes ideas, él iba a poseer la parte de ella que nadie poseía.  El los leyó y se entusiasmó y decidió que quería tener a esa mujer, asi que le propuso acompañarlo en un viaje que estaba por hacer.   Sin ningun tipo de resguardo por su salud mental, Celina inmediatamente aceptó la propuesta.  Quería pertenecerle a ese hombre.

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