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69 es mi número de la suerte (parte 2)

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Celina y Lucio llegaron a Madrid donde él tenía negocios que atender.  Desde el primer momento Celina sabía que aquello no era un viaje de amigos, ni una luna de miel. El no estaba ahi para hacerle a ella la vida más feliz sino para que ella lo satisfaga sexualmente de todas las formas que a él se le ocurrieran.

Ni bien llegaron al hotel, el se sentó en el borde de la cama, y pidiéndole que se ponga de rodillas, le pidió que le practique sexo oral.  Ella se arrodilló sumisamente, le abrió el pantalón y tomó su pija.  Acarició los huevos y agarró el tronco con su pequeña mano.  "Mirame mientras lo hagas" le pidió él.  Ella lo miró a los ojos y se introdujo la cabeza de la pija en la boca, manteniendola allí la rodeó con su lengua, llenándola de saliva y luego la introdujo lentamente hasta la garganta. Firme pero rtimicamente empezó a mamarsela sin dejar de tocarle los huevos y la parte interna de las piernas.   El se relajó hacia atrás y le pidió que siguiera.  "Está fue mi fantasia durante mucho tiempo", le dijo, "no sabés las veces que acabé adentro de tu boca en mis sueños"...ella seguía chupándosela hasta que él  incorporándose la agarró de la cabeza y la forzó a tragarsela bien hasta el fondo varias veces y luego la sacó para explotarle en semen que cayó chorreando dentro de la boca, la nariz, el cabello de ella. 

Excelente, le dijo, esta es la primera de muchas, hermosa.  

Se fue a dar una ducha para reponerse.

"Yo me voy a atender mis negocios.  Vos hacé lo que quieras.  Sos libre de hacer lo que tengas ganas hasta las 6 de la tarde que yo regrese. Andate de turismo o de compras como les gusta a ustedes las mujeres. Y de paso, comprate alguna ropita interior sexy.  A las 6 cuando yo vuelva te quiero acá, vestida muy sensual, con velas y vino y preparada para satisfacerme. Está claro?"

A ella esa forma de darle órdenes, lejos de hacerla sentir mal la calentaba muchísimo.

"Si, Lu. Te voy a estar esperando"

Ella estuvo recorriendo la ciudad pero temprano regresó, se bañó, se perfumó y se preparó para recibirlo.  Una falda negra, una blusa blanca, zapatos altos y ropa interior negra de encaje sobre la piel bronceada.  El llegó con comida, ella puso la mesa, se sentaron a comer sin dejar de mirarse.  Brindaron.  "por qué brindamos?" pregunto ella. "por todo el sexo de calidad que vamos a tener esta semana"...ella bebió un sorbo y el le ordenó que se saque la tanga.  Ella lo obedeció y sacándosela, se la entregó.  El besó la prenda y la tiró en el suelo, a unos metros de donde estaban sentados.  "Anda y levantala.  Pero agachate de manera que yo tenga el mejor paisaje"...Ella caminó hacia la tanga lentamente, se puso de espaldas a él, se recogió levemente la corta falda y se agachó separando ligeramente las piernas, tomó la tanga en la mano pero no se puso de pie, se quedó unos momentos en esa posición intentando incluso girar la cabeza para ver la expresión de Lucio.  El la miraba con lujuria, no perdía detalle de su vulva, su clitoris, sus labios vaginales, su culo.  La hizo volver a la mesa, pararse entre las piernas abiertas de el y le levantó la pollera hasta la cintura dejando la concha de ella totalmente depilada y brillosa de excitación a la vista y entera disposición de su boca.  El inclinó el cuerpo hacia adelnate y comenzó a besarle el pubis, y a bajar para introducir la punta de su lengua en la abertura de su sexo.  Ella tuvo que apoyar las manos en los hombros de él porque sentía que las rodillas iban a fallarle, la lengua de él invadía su interior y rozaba su clítoris que comenzaba a sentirse hinchado.  "Sos una delicia, quiero comerte toda entera", la giró poniendola nuevamente de espaldas a él y la hizo agacharse sobre la mesa.  Su culo completo quedó expuesto.  Culo y concha a merced de su lengua.  Mojada, caliente, palpitante, con el deseo acumulado de tanto tiempo.  El comenzó a recorrerla desde el clítoris hasta el ano. todo lo que está en medio sufrió la invasión de su lengua y su saliva.  De sus besos y mordiscos.  Y ella con un grito ahogado sintió como los dedos de Lucio la penetraban por la concha mientras su lengua se regodeaba en su culo.  Hasta que un calambre le anunció que ya no podía soportarlo más y se dejó ir en un orgasmo.

Se desnudaron y ya acomodados en la cama se dedicaron a la práctica favorita de Lucio, el 69.  Las bocas de cada uno sobre el sexo del otro. Por fuera, por dentro, caliente, mojado, hasta acabarse mutuamente. Ella le comía la pija y los huevos pero también se deleitaba con el culo de ese hombre.  Esa sensación de excitación que ella notaba en él cuando le penetraba su culo masculino con la lengua la llenaba de fuego.  Y finalmente, cuando todo estallaba en fluidos, a ella le gustaba dormirse con la pija flácida y satisfecha de él en la boca.

Así transcurrió la semana.  Mañanas de 69, días de cada quien en lo suyo y noches de sexo sin límites.  Un día sólo quiso verla masturbarse.  Otro día fue noche de sexo anal. Y la penetró hasta dejarselo rojo, abierto y chorreando su leche.  Una noche vino con un compañero  y ella debió satisfacerlos a ambos por turnos y en simultáneo en un doble penetración de esas que terminan en gritos de placer.  Y la última noche, como un capricho para si mismo, Lucio vino con otra mujer.  Les pidió a ambas que se desnuden para él y como si fuera un director de cine, se sentó a masturbarse mientras les ordenaba qué cosas tenían que hacer para su disfrute.  Y la lujuría se apoderaba de sus ojos, su boca, su pija, al ver esas dos mujeres comiendose mutuamente la concha para darle gusto a él, pero gozando además como dos perras.  "Te ponés muy cachonda cuando viajas, no?? Estar lejos de casa te hace tener menos límites, menos control, eso me gusta, voy a tener que sacarte de viaje más seguido"  le dijo Lucio a Celina mientras las dos, de rodillas frente a él, se disputaban su verga con las bocas.

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